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Es el nombre del medio por el cual las empresas se hacen más pequeñas, desde eliminando
activos operativos no indispensables hasta vendiendo la empresa en su totalidad. Sin
embargo, hay otro camino: Se pueden separar divisiones o líneas de negocio en forma
parcial o por completo.
Tampoco es raro que muchas empresas busquen deshacer las fusiones realizadas
anteriormente. Tradicionalmente, algunas de las razones comunes para la reestructuración
son las siguientes:
Pero quizá la que más nos atañe en esta crisis, es la reestructuración motivada por las
necesidades actuales de flujo de caja.
Las reestructuraciones pueden ser diferentes, pero las tres formas básicas en que una
empresa se deshace de activos son:
Venta a otra compañía
Escisión
Liquidación
En la venta a otra compañía, se pueden ofrecer o vender solo algunos activos o una división
entera.
En una escisión, los accionistas de la empresa original reciben un número proporcional de
acciones en una entidad nueva e independiente. Mientras que en la venta de una división
resulta en un ingreso de efectivo a la empresa original. Una escisión, simplemente da como
resultado que los accionistas posean acciones en dos compañías diferentes donde había una
sola.
La liquidación implica dividir una empresa, división o filial y vender sus activos de forma
fragmentada. Para una empresa, la liquidación se asocia típicamente con la bancarrota.
En otras jurisdicciones se conocen las siguientes figuras:
Equity carve-out: Creación de una nueva entidad y su venta a terceros.
Spin-off: Los accionistas actuales reciben un numero proporcional de acciones de la
nueva compañía.
Split-off: Los accionistas actuales intercambian acciones de la nueva compañía por
sus acciones en la compañía original.
La reestructuración como una necesidad por la pandemia
COVID-19 ha traído una nueva realidad para las empresas de todo tipo, en donde por la
baja demanda de los consumidores, aumento del riesgo producido por la desconfianza, la
disrupción de la cadena de suministros, la búsqueda de múltiples fuentes de
provisionamiento, la descentralización de centros de distribución, la centralización en la
prestación de servicios, la adopción acelerada del comercio electrónico y el teletrabajo, el
aumento en la solicitud de financiamientos, el aumento de los gastos extraordinarios, las
alteraciones de los precios de los productos debido al volátil tipo de cambio, así como el
cierre parcial o total de líneas de negocio, entre otros, las empresas han tenido que
reinventarse.
Al integrar dos empresas se debe buscar una integración que permita generar:
1. Evaluación y valoración
2. Plan de reestructuración
3. Ejecución y mitigación de riesgos operativos, legales y fiscales
4. Integración
El proceso de evaluación requiere la identificación de áreas o líneas del negocio que deban
ser restructuradas mediante un diagnóstico de las operaciones (es decir la razón del
negocio, actividades de soporte o actividades de financiamiento) y la definición de
actividades concretas que ayuden a estimar la posición económica de la Compañía antes y
posterior a la reestructuración. Además, requiere que se examinen los beneficios
económicos de la transacción, el financiamiento para la transacción prevista, las estructuras
apropiadas para la transacción, la identificación de riesgos mediante un proceso de debida
diligencia, la planificación de la estructura fiscal correcta, las acciones para eventualmente
fusionar o separar fuerzas laborales con éxito, así como los costos de una posible
integración.
Este plan de reestructuración debe contar con la documentación que respalde los objetivos
del negocio, así como una evaluación de la gestión y asignación de riesgos dentro del
modelo de reestructuración y de precios de transferencia específico de cada Compañía o
GMs (en caso de ser aplicable).
Alianzas de mercadotecnia
Su propósito estratégico básico es incrementar las ventas sin hacer nuevas inversiones o
incurriendo en costos indirectos, utilizando el sistema de distribución de una compañía o
ingresando a otros mercados. Por ejemplo, cuando se ingresa a otro país a través de una
cadena al detalle.
Alianzas sobre productos
Enlaza a compradores con sus proveedores, para obtener entregas oportunas, mejorar
calidad y reducir costos. Otra pueden ser asociaciones de manufactura conjunta por razón
de costos de escala, donde no es posible que la demanda de una sola compañía pueda
absorber la capacidad productiva total.
El directorio de Repsol tiene que liderar la coordinación interna para mitigar los daños de
la crisis e impulsar una reestructuración interna corporativa que le permita recuperar la
credibilidad perdida tras el derrame de casi 12,000 barriles de petróleo en el mar peruano .
Esta reestructuración implica tener menos directores con doble función en la empresa y
tomar decisiones más allá del aspecto comunicacional. “Lo que hubo no fue una mala
comunicación, sino un mal management y administración de gestión de crisis”, asegura
Gonzalo Zegarra, chair de Vistage Perú.
Actualmente, seis de los ocho miembros del directorio de Repsol Perú ejercen cargos
dentro de la compañía (ver gráfico), situación que, si bien no está prohibida, no es
recomendable según los estándares del buen gobierno corporativo. “Con un directorio con
varios funcionarios, es difícil decir que tienes un buen gobierno corporativo, pues los que
tienen que supervisar la labor de la gerencia son gerentes. No se puede ser juez y parte”,
remarca Marco Antonio Zaldivar, director en Buenaventura, Pacasmayo y Santander
Consumer. Esta situación ameritaría una reestructuración del directorio, recomiendan las
fuentes consultadas. “Originalmente tenías un número grande de directores porque tenías
varios accionistas. Pero cuando se tiene menos accionistas, lo ideal serían cinco o seis
directores, con dos o tres de ellos independientes”, sugiere Zaldivar.
En el plano legal, los miembros del directorio no tendrían responsabilidad penal, sino solo
los cargos operativos. “En el área penal, la responsabilidad está delimitada por cuál es tu rol
dentro de la empresa. No tienen responsabilidad, salvo que hayan sabido de esta posible
negligencia y no hayan hecho nada para evitarla'', explica Carlos Caro, socio fundador
de Caro & Asociados. En el caso de Repsol, debido a que tiene seis directores
dependientes que cumplen una doble función, los cargos penales no pueden ser descartados.
Por lo pronto, Jaime Fernández-Cuesta, presidente del directorio y gerente general de
Repsol Perú, está impedido de salir del país por la fiscalía. “La responsabilidad del
directorio es todo aquello que ayude a preservar la reputación a largo plazo, y no se trata de
poner en un papel bonito la misión, visión y el propósito, esto debe ser creíble, y la
credibilidad depende de las conductas, no de los discursos”, señala Zegarra.