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eqq UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE DERECHO

Materia: Sociología Jurídica

Profesor: Luis Jorge Molina Piñeiro

Alumno: Luis Guillermo Santana Robles

Fecha: 29/08/2022

REPORTE DE LECTURA #3

“Facticidad y Validez” por Jürgen Habermas.


Tras la exposición hecha por el autor alemán durante los capítulos primero y
segundo de “facticidad y validez” ha sido brindado el contexto necesario para
introducir la categoría de derecho, es más específicamente la de “derecho
moderno” vista bajo el prisma de la teoría de la acción comunicativa.

Jürgen Habermas sostiene que para la comprensión moderna del derecho,


el concepto de derecho subjetivo desempeña un papel central, pues, se
corresponde con el concepto de libertad subjetiva de acción, es decir, los
derechos subjetivos fijan los límites dentro de los que un sujeto está legitimado
para firmar libremente su voluntad.

El ejemplo de derecho subjetivo que el autor rescata es el del concepto de”


libertad”, que según el artículo cuarto de la Declaración De Los Derechos
Humanos Del Hombre Y Del Ciudadano (de 1789) se entiende como “poder hacer
todo lo que no cause perjuicio u otro”. Entonces, conforme a esta definición, se
puede inferir que: el ejercicio de los derechos naturales de un hombre no tiene
otros límites que los que aseguran a los demás miembros de la sociedad es
disfrute de los mismos derechos.

Principio general del derecho según Kant

Kant dice que la definición del derecho no debe edificarse sobre bases de índole
empírica sino que, por el contrario, necesariamente debe cimentarse únicamente
bajo el imperio de la razón. Kant afirma que derecho el ius no habla de qué es lo
que se debe hacer, sino del modo en que una actividad debe ser efectuada. Kant
concibe al derecho como aquel “conjunto de las condiciones bajo las cuales la
voluntad de cada uno puede armonizar con la voluntad de los demás según una
ley universal de la libertad”.

Naturalmente, está definición acentúa el valor axiológico de mayor


categoria: la justicia, pues para él, esta es el ideal del derecho pues remite
indefectiblemente a la libertad. Ahora bien, la categoría de “libertad jurídica” es la
facultad de no obedecer a ninguna ley heterónoma, excepto cunado yo pueda dar
mi consentimiento.
Conforme a lo anterior, el derecho se lo puede considerar una especie de
instrumento del cual la razón se vale para lograr el un instrumento de la razón
para realizar la cohesión y coordinación de las libertades de los agentes sociales
dentro del estado. Kant justifica esta teoría sociológica del derecho diciendo que
se debe presumir la preexistencia de una ley de carácter universal; aplicable para
todos, pero, sin olvidar que dicha ley universal es mero producto de la actividad
racional de cada agente social que vive de consuno en un mismo marco temporal
y espacial.

Todos los individuos estamos sometidos a dichas leyes universales, y


dentro de cada uno de nosotros vive una razón (que no fue impuesta por nadie)
sino que se halla inmersa apriorísticamente, y de manera natural, dentro de
nosotros. Un ejemplo claro, sería los delitos: sabemos que no debemos
extorsionar, ni robar, pero sabemos que no debemos hacerlo porque existe una
razón allende, que hemos aprehendido e interiorizando, y consecuentemente, una
justificación exterior se vuelve prescindible.

Para Kant, la razón como antesala del entendimiento de las leyes


universales debe ser vista desde el punto de vista del concepto de libertad. Kant
prescribe que en realidad no nos conducimos libremente cuando estamos
actuando con algún fin, porque ese fin nos está restringiendo de actuar libremente
porque no estaría condicionando a su cumplimiento, entonces, no estaríamos
actuando realmente de manera “libre”. Por eso, este pensador concluye que “las
personas tienen que actuar en absoluta libertad de acuerdo con la razón por eso
se justifica que el concepto kantiano de libertad deba ser entendido con la
incorporación del propio concepto de razón.

Dentro de la formulación que hace Kant acerca del principio general del
derecho, dice que es legítima toda acción que pueda hacerse compatible con, o
conforme a cuya máxima la libertad y el arbitrio de cada uno puede hacerse
compatible con, la libertad de todos los demás conforme a una ley general. El
concepto de ley a clara y explicita la idea de trato igual, contenida ya en el
concepto de derecho: en la forma de leyes abstractas y generales competen a
todos los sujetos los mismos derechos.

Estas determinaciones conceptuales básicas explican por qué el derecho moderno


resulta especialmente adecuado para la integración social de sociedades en las
que ocupa una posición prominente del sistema económico.

 Las pretensiones de validez.

El derecho no puede limitarse a cumplir los requisitos funcionales de una sociedad


compleja, tiene también que satisfacer a las precarias condiciones de una
integración social que en última instancia se efectúa a través de las operaciones
de entendimiento intersubjetivo de sujetos que actúan comunicativamente, lo cual
significa, a través de la aceptabilidad de pretensiones de validez.

El derecho moderno opera un desplazamiento por el que lo que antes


exigía normativamente de los individuos, los cuales de este modo quedan, por así
decir, moralmente exonerados, se transforma en exigencias que ahora se hacen
leyes, las cuales han de asegurar la compatibilidad de las libertades de acción.
Estos reciben su legitimidad en un procedimiento legislativo que se apoya a su vez
en el principio de soberanía popular.

"Los sujetos capaces de lenguaje y de acción que sobre el trasfondo de un


mundo de la vida común se entienden entre sí sobre algo en el mundo, se han
acerca del medio que representa su lectura tanto de forma autónoma como de
forma dependiente: pueden servirse para sus propios fines del sistema de reglas
gramaticales que es el que empieza haciendo posible su práctica”.

Para Habermas, el término “racional” es ulterior a la construcción de una


idea y su exposición, “es la compresión, análisis y utilización de métodos de
validez para comprometer los conceptos dichos pertenecientes al mundo objetivo;
una de las nombradas pretensiones de validez es la verdad”. A partir de esta se
entiende que los enunciados son verdaderos, reflejando el sentido de que se
encuentra en un estado de cosas real, eso no quiere decir que al afirmar algo, esto
se considere verdadero, lo que apunta a que mi enunciado no es una conclusión,
es por eso que existe la posibilidad de hechos sin verdades, mejor dicho, los
hechos están ahí, pero no nos percatamos de ellos, así que hacemos nuestros
enunciados solo de acuerdo a los hechos los cuales podemos describir, por eso
consideramos que las pretensiones de validez se fundan en los hechos, pero
mientras aun no nos percatamos de aquellos hechos sin percibir, similar a lo que
apunta Karl Popper en su teoría de falsacionismo frente a una hipótesis, que
puede ser considerada “verdadera” si y solo si hasta que algún hecho revele algo
diferente, entonces la realidad solo radica en enunciados verdaderos, asimismo
esto conduce al aprendizaje sirviéndose de base por medio de las pretensiones de
validez, conduciendo a que un hecho, puede ser valido solo a partir de la
interpretación a partir de enunciados y viceversa mientras no ocurra una
experiencia que genere un cambio.

La inteligibilidad es una pretensión de validez que compromete en un


enunciado un protocolo definido en lo que a formación gramatical y pragmática se
refiere, cohesión y coherencia en todo el sentido del enunciado, en un lenguaje
natural que se domine, así un enunciado permite realizar pretensión de validez de
la verdad, no sin antes tener en cuenta la veracidad, la cual no debemos confundir
con la verdad, en ella se expone que el enunciado está expresando lo que se
quiere decir, o sea, convencer de que es autentico y en concordancia con ideas
universales, que no me engaño a mí mismo y/o a los demás generando duda
sobre los elementos implicados, como lo plantea Habermas, y como complemento
a esto se encuentra la rectitud, donde se configura el enunciado para que este sea
correcto en relación al contexto, siendo regulado por las normas, estas asimismo
justificadas.

Al comprender abiertamente las pretensiones de validez nos lleva a


plantearnos que aunque cada una de estas características puede ser tomada
individualmente, se complementan dentro de un marco del lenguaje ligado a la
comunicación de las ideas, y esto conlleva a la racionalidad dentro de la práctica
de la comunicación y su semántica, y permite una prolongación de esa
comunicación, recordando que las pretensiones de validez también son
susceptibles a ser dudosas, es allí cuando las interpretaciones, justificaciones,
afirmaciones y explicaciones, o en un sentido más general, la argumentación,
busca el convencimiento a partir de un discurso, para que las pretensiones de
validez sean aceptadas.

Es entonces que el argumento se conjuga con la racionalidad, ya que es


por medio de este que se comprende ese nivel que el sujeto tiene al manejar la
pretensiones de validez conduciendo al aprendizaje y corrección de errores a
partir de sus enunciados producto de un enjuiciamiento objetivo al ser identificado,
así que en conclusión siempre estamos ampliando y evolucionando nuestros
conocimientos, precisando la argumentación, evitando errores de comprensión,
organizamos ideas y analizando de la manera racional más posible tomando como
puntos principales las pretensiones de validez.

En las sociedades modernas en derecho sólo puede cumplir la función de


estabilizar expectativas si mantiene una conexión interna con la fuerza socio
integradora que tiene la acción comunicativa. la problemática entre la conexión
entre las libertades subjetivo-privadas y la autonomía ciudadana se puede aclarar
entendiendo el concepto de discurso de derecho. pero cabe aclarar, qué tal
conexión representa un problema constante, pues, no se ha logrado poner en
consonancia la autonomía privada y la autonomía pública de manera satisfactoria
en cuanto a su reducción a conceptos básicos; esto lo demuestra la falta de
aclaración entre derecho y subjetivo y derecho público dentro de la dogmática
jurídica. quizá dicha dificultad estriba debido a una herencia metafísica del
derecho natural, es decir, por la herencia que representa la subordinación del
derecho positivo al derecho natural o derecho moral.

Regresando un poco a la filosofía jurídica de Kant dentro de su análisis de


la forma jurídica se vuelve por fortuna la discusión de la relación entre derecho y
moral porque esta ayuda a demostrar el principio democrático, Y con ello quedaría
despejada la duda de por qué autonomía privada y pública, derechos del hombre y
soberanía popular se presuponen mutuamente.
 Teoría de la situación jurídica de Savigny

Savigny muestra una sutil pero importante evolución interna. En un principio


revela su adhesión a la idea de una imperiosa integración del iusnatural con el
Derecho positivo, admitiendo por tanto la necesidad de un estudio científico del
primero, no obstante, en sus indagaciones posteriores parece ir avanzando en una
tarea de aislamiento paulatino del Derecho natural, y con ello decrece por tanto la
consideración de su importancia sistemática y científica. Según Savigny, una
relación (llamada también situación jurídica) asegura el poder que compete a una
persona en particular: un ámbito en que su voluntad reina con nuestro
asentamiento.

Dentro del concepto de idealista de libertad de Savigny pudo partir de que


el derecho privado, en tanto que el sistema de derechos negativos y
procedimentales garantizadores de la libertad, se legitima por fundamentos
racionales, es decir, desde sí mismo.

Por otro lado, para Puchta el derecho es esencialmente derecho subjetivo:


“el derecho es el reconocimiento de la libertad que compete por igual a los
hombres como sujetos del poder de su voluntad. Conforme a esta concepción, los
derechos subjetivos son derechos negativos que protegen ámbitos de acción
individual a fundamentar títulos o pretensiones, judicialmente accionables,
concernientes a exigir la omisión de las intervenciones no consentidas en la
libertad, la vida y la propiedad de uno.

El derecho, conforme a la comprensión positivista, solo podía afirmarse ya como la


forma que dota a determinadas decisiones y competencias de la fuerza de una
obligatoriedad fáctica. Los derechos subjetivos se consideran desde Windshield
como reflejos de un orden jurídico que transfiere a individuos el poder o soberanía
de la voluntad que él objetivamente encarna. Esto quiere decir pues, que el
derecho es un poder, una soberanía o dominio de voluntad, conferido por el orden
jurídico.
 Doctrinas del derecho subjetivo

Hans Kelsen dice que el derecho subjetivo en general es un interés protegido por
el derecho objetivo y como una libertad de arbitrio garantizada por el derecho
objetivo. Kelsen, al mismo tiempo, despoja al derecho objetivo de las
connotaciones de la teoría de Thon, hasta entonces muy influyente, de la validez
jurídica como la validez de mandatos. Según Kelsen, un derecho o título subjetivo
no sólo viene autorizado mediante la voluntad de quien manda, si no que también
viene dotado de una validez de un deber, las proposiciones jurídicas estatuyen
libertades debidas de acción. El poder estatal sancionador califica a la voluntad del
legislado como la “voluntad del estado”.

Un sistema jurídico que se ha vuelto completamente autónomo ha de


arreglárselas con sólo las ficciones que él mismo genera; desplaza a las personas
a su entorno. La doctrina de los derechos subjetivos pasa el relevo a un
funcionalismo sistémico que mediante decisiones metodológicas se desprende de
todas las consideraciones de tipo normativo.

La idea de derecho subjetivo mantiene viva la concepción de que el


derecho privado y la protección del derecho fundada en él, sirve en última
instancia al mantenimiento de la libertad del individuo en la sociedad; mantiene
viva la concepción de que la libertad individual es un de las ideas fundamentales.
El derecho privado es el derecho de los miembros de una comunidad jurídica
independiente unos de otros, que actúan conforme a sus propias decisiones.

Los comienzos de la doctrina e los derechos subjetivos vinieron


caracterizados por una especie de autonomización normativa de derechos
subjetivos de contenido moral. La reacción a ello fue una evolución cuyo punto
final fue la subordinación abstracta de los derechos subjetivos al derecho objetivo
descansa finalmente en la legalidad de una dominación política entendida en
términos de positivismo de la ley.

Por su parte el ilustre Thomas Hobbes trató de mostrar que la sociedad está
construida en términos absolutistas, considera en conjunto, se justifica como un
orden instrumental a partir de las consideraciones y ponderaciones racionales con
arreglo a fines de todos los implicados Hobbes pretende demostrar que puede
fundamentarse la instauración de un sistema de egoísmo bien ordenado, partiendo
sólo del autointerés ilustrado de todos los individuos.

Ante estas ideas, Kant se percató de que los derechos subjetivos o pueden
fundamentarse a su ve conforme a un modelo tomado del derecho privado. Erige
una fuerte objeción en contra del pensador Hobbes, diciendo que el alemán no
tuvo en cuenta la diferencia estructural entre la figura legitimadora que representa
el contrato social y un contrato privado.

Según Kant las partes se unen, no instituyendo un soberano al que


traspasan la competencia Legislativa; antes el contrato social tiene la
particularidad de no tener ningún contenido especial sino que representa en sí
mismo el modelo de una sociación bajo el dominio del principio del derecho. Fija
realizativamente las condiciones bajo las que el derecho puede cobrar validez
legítima. Pues el “derecho es la responsabilidad de la libertad de cada uno
sometiéndola a a la condición de que sea compatible con la libertad de cualquiera,
en cuanto que esta sea posible conforme a una ley general.

Bajo este aspecto el contrato social sirve a la institucionalización del único


derecho “innato”, que es el derecho a iguales libertades de acción. Este derecho
original del hombre lo ve fundado Kant en la voluntad autónoma de los individuos
que como personas morales disponen de antemano de esa perspectiva social que
representa una razón examinadora de normas, perspectiva a partir de la cual
pueden fundamentar moralmente, y no solamente por razones de prudencia, su
salida de un estado de libertades no aseguradas.
El excurso de un desacuerdo entre autonomía privada y autonomía
pública

La idea de derechos del hombre y la idea de soberanía popular han venido


determinando autocomprensión normativa de los estados democráticos de
derecho hasta hoy. Un derecho basado en las decisiones cambiables de un
legislador político, permite cada vez menos cubrir esa necesidad de legitimación
recurriendo a la tradición o a la eticidad en la que hemos crecido.

Habermas afirma que la distinción entre acciones autónomas y acciones


heterónomas, la conciencia normativa experimenta una revolución. Al mismo
tiempo crece la necesidad de justificación, la cual, en las condiciones de un
pensamiento postmetafísico, sólo puede ser cubierta ya por discursos morales.
Estos se enderezan a la regulación imparcial de conflictos de acción. En la medida
que las tradiciones culturales y los procesos de socialización se tornan reflexivos,
se cobra conciencia de la lógica de las cuestiones éticas y de las cuestiones
morales, inscrita en las propias estructuras de la acción orientada al
entendimiento.

 Soberanía

Los derechos del hombre y el principio de soberanía popular, no son por


casualidad las únicas ideas, sólo cuya luz cabe justificar el derecho moderno
Pues esas son las dos ideas en que acaban confesándose aquellos contenidos
que, por asi decir, son los únicos que quedan cuando la sustancia normativa de un
ethos anclado en tradiciones y metafísicas es obligada a pasar por el filtro de las
fundamentaciones postradicionales.
Las tradiciones políticas “liberal” y “republicana” entienden por un lado los
derechos del hombre como expresión la autodeterminación moral y, por otro, la
soberanía popular como expresión de la autorrealización ética.

Mientras que se según la concepción liberal los derechos del hombre se imponen
a la consideración moral como algo dado, anclado en ficticio de estado de
naturaleza, conforme a la concepción republicana la voluntad ético-política de un
colectivo que decide él mismo lo que quiere ser, no puede reconocer nada que no
responda a su propio proyecto de vida, asumido en autenticidad. Un caso
predomina el momento moral cognitivo; en el otro, el ético voluntativo. En cambio,
Rousseau y Kant trataron de pensar de tal suerte en el concepto de autonomía la
unión la razón práctica y voluntad soberana, que la idea de derechos de los y al
principio de soberanía popular se interpretasen recíprocamente.

Kant obtiene el principio general del derecho de la aplicación del principio moral a
relaciones externas y comienza su teoría del derecho con ese derecho a iguales
libertades subjetivas, dotadas de facultades de ejercer coerción para hacerse
respetar, que asiste a todo hombre en virtud de su humanidad. este sistema de
derechos, que competen inadmisiblemente a todo hombre y a los que “el hombre
no podría renunciar aunque quisiera”, se legitima por principios moral; se legitima
con independencia de esa autonomía política de los ciudadanos que sólo se
constituye con el contrato social.

La voluntad unidad de los ciudadanos estar ligada, a través del medio que
representa las leyes abstractas y generales, a un procedimiento de legislación
democrática, que excluye per se todos los intereses no susceptibles de
universalización y que sólo permiten regulaciones el garanticen a todos iguales
libertades subjetivas bueno. conforme a esta idea, el ejercicio de la soberanía
popular de conformidad con ese procedimiento, asegura a la vez la sustancia del
“derecho original del hombre “de Kant

Por su parte Rousseau no desarrolla consecuentemente esta idea, porque se


siente vinculado de forma más fuerte que Kant en la tradición republicana. él
representa la constitución contractualista de la soberanía popular como un acto,
por así decirlo, existencial de sociación y socialización. Además, Rousseau lleva
hasta el extremo las exigencias éticas a que queda sometido el ciudadano, las
cuales vienen ya inscritas en el propio concepto republicano de comunidad.

Cuanto menor sea la proporción que las voluntades particulares guardan con la
general, es decir, las costumbres con las leyes, tanto más debe aumentar la fuerza
represora. por tanto el gobierno, para ser bueno, debe ser relativamente más
fuerte a medida que el pueblo sea más numeroso.

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