La ruta central, que consiste en persuadir a alguien mediante
argumentos, y corresponde a decisiones que se toman de forma deliberada y consciente, por ejemplo, cuando alguien valora diferentes alternativas antes de comprar un automóvil. La ruta periférica, que consiste en persuadir a alguien apelando a elementos ajenos al mensaje, que tienen efecto principalmente sobre el subconsciente y que corresponde a decisiones que se toman de forma automática, por ejemplo, cuando vamos a ver una película, simplemente por acompañar a otra persona que nos cae bien. Las decisiones deliberadas, aquellas para las que se necesita valorar cada argumento, requieren un esfuerzo mayor que las decisiones que se toman de modo automático y, por eso, se reservan para asuntos importantes.
Hay personas que son más reflexivas y tienden a analizar
detenidamente todos los argumentos antes de tomar una decisión. Otras personas son menos reflexivas y actúan de manera más impulsiva, en base a elementos periféricos del mensaje, como puede ser un diseño atractivo o un vendedor especialmente agradable.
Cuando estamos de buen humor, tendemos a ser más
impulsivos y es más fácil que nos persuadan utilizando elementos periféricos. Sin embargo, cuando estamos de mal humor, tendemos a ser más reflexivos y reacios a tomar decisiones precipitadas.
Las decisiones tomadas por alguien que ha sido persuadido por la
ruta periférica tienen una raíz poco profunda, y, por lo tanto, son relativamente fáciles de modificar, por ejemplo, una persona puede decidir cambiar de marca tan sólo porque su actriz favorita ha dejado de anunciarla. Sin embargo, las decisiones que toma alguien tras ser persuadido por la ruta central, mediante argumentos, tienen una raíz más profunda, y, por lo tanto, son más difíciles de cambiar, ya que, para lograrlo, hay que aportar nuevos argumentos que sean, al menos, tan sólidos como los primeros.
La ruta de persuasión a utilizar en cada caso depende de la
motivación que tenga alguien para analizar los argumentos que se le ofrecen, lo que se conoce como Probabilidad de Elaboración. Si la persona está muy motivada, por ejemplo, si la decisión es sobre algo importante para él o ella, entonces es más probable que dedique más tiempo y energía a valorar los aspectos centrales del mensaje, es decir, los argumentos, y tendrá poco en cuenta los elementos periféricos como, por ejemplo, el atractivo de la persona que los expone.
Sin embargo, cuando alguien no está motivado, es decir, no quiere
o no puede valorar los argumentos que se le ofrecen, por ejemplo, si le es imposible analizarlos (elaborar) porque, quizás, no tiene los conocimientos suficientes, o en ese momento está distraído, o bien los argumentos son muy complejos y requieren prestar mucha atención, o bien la otra persona habla muy deprisa, o bien la decisión es sobre algo intrascendente, entonces valora los elementos periféricos del mensaje. Ejemplos:
Cómo Hablar con Cualquiera y Dejar de Pensar Demasiado: Entrenamiento de Habilidades de Comunicación Poderosas en 9 Pasos, Deja de Complacer a la Gente, Sé Más Confidente.