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Para comprender y clasificar los tipos de criminología, se debe seguir como lineamiento la historia de las
legitimaciones y deslegitimaciones del poder; el poder entendido como los bienes por proteger, las leyes
por promulgar, las políticas criminales por establecer y las sanciones por aplicar.
Según su objeto de estudio, las criminologías pueden clasificarse en: criminología clásica si estudia el
crimen, criminología positiva si abarca al sujeto criminal, criminología organizacional si se centra en la
criminalidad, criminología interaccionista si su objeto es la reacción social, y criminología crítica si
desarrolla el control social.
En esta última criminología crítica del control social se centrará el estudio de la presente unidad, la cual
tiene como finalidad desarrollar la historia y desarrollo de la criminología moderna y una crítica al control
social, especialmente a los medios de comunicación.
1. EL CONTROL SOCIAL
El término control social como fenómeno criminal, hace referencia a la criminología mediática, Zaffaroni,
manifiesta: los medios masivos de comunicación y en particular la televisión, son los que configuran las
actitudes de la mayoría de las personas en las sociedades contemporáneas y sobre las que suelen
crearse las decisiones políticas.
En otras palabras, el control social es el que se crea con la información que se recibe de los medios de
comunicación; esta perspectiva sobre la criminalidad es la que tiene la mayor parte de la población actual
y sobre las cuales versan la mayoría de las políticas públicas, las cuales se traducen en la creación o
reforma de leyes penales, bajo la creencia que agravando las penas y dictando prisión preventiva de
forma obligatoria disminuirán los índices de criminalidad. El problema radica en que en la actualidad, el
control social consiste en mayor represión, castigo y venganza.
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La construcción social de la realidad se construye de distintas maneras; tanto por la interrelación social,
como por el intercambio de conocimiento, e incluso por el paso del tiempo y el lenguaje. De esta manera
se forman diversas realidades, pero la realidad por excelencia es la cotidiana, porque se encuentra en el
espacio y tiempo en el que se desenvuelve la persona día a día.
Sin embargo, los medios de comunicación no muestran la verdadera realidad, sino hechos aislados de la
misma, los cuales son interpretados a su antojo; en consecuencia, la cuestión criminal se construye a
partir de discursos de venganza, de tolerancia cero, estereotipos, prejuicios y repetición constante de
noticias violentas, mostrando únicamente como realidad social los homicidios, los casos de corrupción,
violaciones, secuestros, y crimen organizado, y ocultando los delitos de bagatela, ya que estos no
representan peligros reales para la población. Por consiguiente, la constante transmisión de la realidad
criminal distorsionada influye en la política legislativa, porque la principal respuesta a la incidencia de los
medios de comunicación en el fenómeno criminal, es crear leyes o reformar las existentes con sanciones
más fuertes, o bien, tipificando nuevas conductas como delitos.
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Portillo, señala: Cualquier persona que se asemeje a este prototipo y cumpla con las características
físicas será más proclive de ser seleccionado por el poder punitivo como autor de un crimen. Es decir
que, los medios de comunicación son los que construyen la figura o prototipo del criminal, ya sea por sus
rasgos físicos o económico-sociales, por su peligrosidad, por su haraganería habitual, o por el simple
hecho del lugar en el que viva. Por lo tanto, a través de discursos de venganza y de la transmisión
constante de noticias violentas se va mostrando este rasgo social y transmitiendo en la población el
fenómeno criminal.
Por otro lado, López afirma, que la relación entre los medios de comunicación y el fenómeno criminal
surge porque con frecuencia se observa que en los juicios mediáticos se juzgan y resuelven
determinados asuntos que incluso no han iniciado judicialmente. Esto significa que, en los juicios
paralelos construidos por los medios masivos de difusión, las personas detenidas ni siquiera han sido
puestas a disposición de juez competente y ni se les ha escuchado, y ya se está induciendo en la opinión
pública un veredicto de culpabilidad anticipado y a la exigencia de condena, que en sus instancias
procesales previas se traduce en prisión preventiva obligatoria.
Por tal razón, para evitar este tipo de arbitrariedades es que existe el principio de presunción de
inocencia, como un derecho de los particulares frente al Estado, para evitar que el ius puniendi a través
de sus órganos jurisdiccionales y entes encargados de la persecución penal, anticipen una pena para el
procesado; pero a su vez, también constituye un derecho frente a los demás particulares, incluyendo a
los medios de comunicación, porque protege el derecho al honor, a la defensa y al debido proceso.
3. LA SOCIOLOGÍA DE LA DESVIACIÓN
En vista que en la presente unidad se ha estudiado al delito como un fenómeno social. A continuación, se
desarrollarán tres principales escuelas o teorías que explican la moderna sociología criminal desde dos
perspectivas, la sociológica y la ecológica:
a. LA ESCUELA DE LA ANOMIA
Pertenece a las teorías sociológicas, que sostienen que la causa principal de la delincuencia radica en el
trastorno y la inestabilidad de las estructuras sociales. En resumen, consideran al delito como una
consecuencia de la desorganización social. Sus principales exponentes son Durkheim y Merton.
Las contribuciones de Emile Durkheim sientas las bases para la introducción de la sociología en la
Criminología, dominada hasta entonces por las ideas biopsicológicas de la escuela positivista. Fue el
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primero en utilizar el término anomia referido al delito. Anomia expresa las crisis, perturbaciones de orden
colectivo y desmoronamiento de las normas y valores vigentes en una sociedad, como consecuencia de
una transformación o cambio social producido súbitamente. En otras palabras, en todas las sociedades
existe una especie de orden social, que fija el máximo de bienestar que cada individuo puede alcanzar; y
que la mayoría de ellos acepta y no aspiran a nada más; pero cuando la sociedad está perturbada, entra
en transformaciones súbitas y es incapaz de ejercer ese orden social; lo que lleva a los individuos que no
son capaces de adaptarse a la nueva situación al crimen.
Quien verdaderamente desarrolló la teoría de la anomia, fue Robert Merton, estableciendo que algunas
estructuras sociales ejercen una presión definida sobre ciertas personas de la sociedad para que sigan
una conducta inconformista y no una conducta conformista. A manera de explicación, mientras las
satisfacciones de los individuos se ajusten a los objetivos sociales y culturales, se conserva un equilibrio
en la estructura social; pero cuando se produce una separación entre las aspiraciones y las estructuras
sociales, la sociedad se hace inestable y se produce la anomia. Entendida como la quiebra de la
estructura cultural, que tiene lugar en particular cuando hay una disyunción entre las normas y las
capacidades de los individuos, los que los lleva a obrar criminalmente.
b. LA ESCUELA DE CHICAGO
Se le conoce como el antecedente de la teoría del etiquetamiento. Es llamada así, porque fue fundada en
la ciudad de Chicago, por Robert Park en la segunda década del siglo XX, se caracterizó por estudiar a la
criminalidad desde una perspectiva ecológica o de distribución geográfica, relacionando el fenómeno
criminal con la estructura social en la que se desenvuelve y en función al ambiente que la rodea.
Sus principales exponentes fueron Clifford Shaw y Henry Mckay, quienes sostienen la siguiente postura:
La diferencia entre delincuentes y no delincuentes no reside en rasgos o caracteres individuales
(personalidad, inteligencia o condición física), sino en las características de los respectivos barrios o
zonas en los que viven.
Esta teoría considera obsoletas las ideas biologistas del criminal nato, basada por sus características
físicas e intelectuales; por el contrario, sostiene que la criminalidad de los barrios en los que existe un
mayor índice de delincuencia, depende de otra serie de problemas sociales como la pobreza, el
desempleo, etcétera. Específicamente, en el caso de Chicago, cuando se realizaron estos estudios se
verificó que los residentes de los barrios más peligrosos eran los más desfavorecidos económicamente
de toda la ciudad.
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Es la categoría social criminológica que se centra en los procesos de criminalización. Es una conexión
sistemática entre distintos símbolos institucionales que conllevan con una teoría de la rotulación, puesto
que el hombre en su conducta cotidiana está construyendo y destruyendo los significados. En otras
palabras, los procesos de criminalización se fundamentan en la etiqueta que reciba el sindicado como
sujeto desviado y criminal. La cual no dependerá de él, sino del significado que le den determinadas
personas a esa conducta cotidiana la cual irá cambiando constantemente, basada en estereotipos y
prejuicios por el solo hecho de reunir el perfil de un delincuente.
El interés principal de esta teoría consiste en estudiar el proceso criminalización mediante la atribución de
significados o estereotipos negativos, la acción de etiquetaje, los mecanismos de control social que
consiguen el etiquetamiento, en donde se incluyen los medios de comunicación, los procesos de
estigmatización y la posterior exclusión de los delincuentes.
Para Lemert, la teoría se fundamenta en la desviación primaria y secundaria; y sostiene que la desviación
primaria se produce por causas individuales (comportamiento desviado ocasional); y la desviación
secundaria es una responsabilidad de la sociedad (la desviación de quien ha sufrido una severa reacción
social para reparar la desviación primaria). La desviación primaria depende del sujeto quien inicialmente
realiza un comportamiento desviado, pero de forma ocasional (por ejemplo, un delito de bagatela, el cual
es socialmente aceptado o inclusive hasta excusado). La desviación secundaria es consecuencia de la
primaria. Ante la reincidencia o nueva conducta desviada, la sociedad lo etiqueta como respuesta
exagerada para reparar la desviación primaria, asignándole un nuevo rol, desencadenando efectos
negativos: por una parte, es estigmatizado y por otra es etiquetado como criminal). Ello repercute en la
última etapa, que es la aceptación del status como delincuente y como tal, asume su nuevo rol ejerciendo
un comportamiento delictivo habitual.
Por otra parte, Becker, es considerado como el máximo representante, la define afirmando que: un
comportamiento puede ser etiquetado como criminal, pero no significa que el comportamiento en sí
mismo sea constitutivo de delito. El comportamiento es criminalizado mediante un proceso de percepción
y reacción social interpretado y aplicado por los agentes legales. Dicho de otra forma, los órganos de
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control social, son quienes crean la desviación del comportamiento, porque asignan a ciertos individuos la
etiqueta de desviado o delincuente, aunque este no lo sea, e implantan las normas del por qué dicha
conducta o comportamiento transgrede el orden establecido y constituye delito. Por lo tanto, la desviación
no es causa del acto cometido por la persona, sino una consecuencia de la aplicación del significado que
le asignen los grupos sociales, incluyendo a los medios de comunicación.
En conclusión, el poder de etiquetar conductas resulta relevante en una sociedad como la guatemalteca,
en donde impera la desigualdad entre la población, situación que lleva a los ciudadanos a buscar otras
formas de acceder a los recursos para satisfacer sus necesidades básicas. En tal virtud, lo esencial en
esta teoría es el proceso por el cual se construye una conducta como desviada y las formas en que la
sociedad reacciona mediante sus instituciones formales e informales. Este acto de clasificar una conducta
como desviada daña, estigmatiza y violenta la presunción de inocencia de las personas. Victimiza al
sindicado dos veces, por un lado, hacen que formen parte de una minoría etiquetada como delincuentes,
por el otro, se les castiga por serlo. Como resultado, el sujeto desviado se convierte en lo peor de la
sociedad y en lo último que esta desea. De esta manera, el sindicado, que es etiquetado, vive en un
mundo diferente, porque se ve limitado a interactuar solo con otras personas que estén en la misma
situación y a aceptar inevitablemente su nueva condición de delincuente.
4. LA CRIMINOLOGÍA RADICAL
Parte de las teorías anteriores, pero centrándose más en la crítica al sistema. En los años sesentas y
setentas, adquirió un gran auge esta nueva corriente criminológica, principalmente a través de las
aportaciones de la escuela de Criminología de Berkeley, con el famoso Partido Panteras Negras (Martin
Luther King, Malcom X y Huey Newton), que lucharon contra la segregación racial y el servicio militar, que
tanta importancia tuvo en el desarrollo de la Criminología Crítica Norteamericana.
Para la Criminología Radical, adquirió una particular relevancia la investigación de Platt, sobre las
instituciones orientadas al control de la delincuencia juvenil; así como por los estudios y trabajos
realizados por Ian Taylor, Paul Walton y Jock Young.
En su obra La Nueva Criminología, Ian Taylor, Paul Walton y Jock Young, realizan una exhaustiva crítica
radical de las teorías existentes sobre el crimen, la desviación y el control social, ofreciendo en su lugar
una explicación sociológicamente más amplia de la génesis del crimen, y en particular, plantean la
transición del fenómeno social del crimen, pero sin desarrollar por completo esta teoría.
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DEFINICIÓN
• Hirst: Procura explicar y justificar al delincuente como producto de las relaciones sociales, situar
al criminal como víctima del proceso de rotulación y castigo que opera al servicio de los intereses
del régimen establecido y cuestionar la naturaleza de las leyes como propios de ese régimen.
• Platt: Una criminología radical exige una redefinición de su objeto de estudio, sus temas y sus
objetivos. Una perspectiva radical define el delito como una violación de derechos humanos
definidos políticamente. La solución del crimen reside en la transformación revolucionaria de la
sociedad y la eliminación de los sistemas económicos y políticos de explotación.
• Taylor, Walton y Young: La criminología radical debe ir más allá de la mera recolección de
nuevos datos empíricos, a la construcción de teorías que den sentido a los cambios de la
estructura del control social, la ley y el delito. La tarea consiste en crear análisis con fundamento
empírico que señalen la vía de salida de la desigualdad hacia una sociedad justa y humana.
5. LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA
La criminología crítica es considerada como la nueva criminología o criminología contemporánea, que
tuvo como antecedente directo la Criminología Radical, pero esta es más mesurada en cuanto a la crítica
y se acopla más a la actualidad (corrupción, narcotráfico, terrorismo internacional, femicidio, etc.).
Rodrigo Codino expone: Quien explique a la criminología como una ciencia está ocultando algo,
generalmente es porque tiene acceso al poder. La criminología crítica cuestiona el control social formal e
informal que abarca los distintos medios, en cuanto al abuso de poder del órgano estatal.
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c. En consecuencia, los que infringen las normas no son, por lo general, seres anormales, sino
personas que se han atravesado en el camino de los intereses de quienes tienen el poder de
definir o que son simplemente chivos expiatorios.
d. Todo esto ha conducido a que el interés de la Criminología Crítica, desplace su objeto desde el
estudio del hombre delincuente, y de las causas o factores criminógenos, hacia los mecanismos
de criminalización diferencial de conductas y de individuos.
6. LA CRIMINOLOGÍA MADIÁTICA
Zaffaroni resaltó la necesidad de una crítica que ampliara el objeto de estudio de la criminología a la
realidad Latinoamericana; porque no había razón para que la criminología parcializara su atención sobre
la conducta del delincuente y no aspirara a estudiar también la violencia del poder. Por lo que, luego de
desarrollar varias corrientes criminológicas como las muertes anunciadas, los crímenes en masa y el
genocidio por goteo, advirtió la presencia de un nuevo poder mundial, el de la globalización, y con ello el
rol que juegan los medios masivos de comunicación en la construcción del fenómeno criminal.
Esto dio lugar a desarrollar una nueva teoría, llamada criminología mediática, que consiste en una
crítica al orden social, porque cuestiona el control social tanto formal que incluye el sistema judicial y
penitenciario; pero sobre todo el informal, que engloba principalmente los medios de comunicación, la
educación, religión, costumbre, etc.; que si bien es cierto, no forman parte del sistema penal formal,
constituyen un medio informal de presión y construyen una realidad que normalmente es distorsionada,
además de incidir directamente en los procesos de criminalización y naturalizar los delitos contra la vida.
DEFINICIÓN
• Zaffaroni: La criminología mediática crea una realidad para las personas normales o decentes y
otra para los delincuentes que los identifica a través de estereotipos y prejuicios como criminales,
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sujetos diferentes, peligrosos, malos, o chivos expiatorios a los que hay que criminalizar y
eliminar.
Es decir, la criminología mediática contribuye a la creación del fenómeno criminal, seleccionando a las
personas que serán expuestas en los medios como sujetos peligrosos y criminales, y manipulando la
información; además de ello, naturaliza las muertes, pues las expone como los efectos inevitables de la
violencia y del actual sistema penal obsoleto; y exagera la noticia criminal, exigiendo en contra de los
criminales la prisión preventiva como regla general y penas restrictivas de la libertad más largas.
En cuanto al término “chivos expiatorios”, cabe señalar que será sujeto vulnerable no sólo el joven de
barrio pobre, sino todo aquel que no sea blanco, porque incurre en un estado de vulnerabilidad. En
consecuencia, los chivos expiatorios serán los migrantes, terroristas, narcotraficantes, la clase baja,
porque con ellos existe cierta justificación para aplicar el poder punitivo. Pero cuando no existe un chivo
expiatorio claro, existe un chivo expiatorio residual que es el delincuente común, que en la mayoría de
casos será el sindicado por delitos contra la propiedad, pues es lo que fomentan los medios de
comunicación. Al respecto Zaffaroni (2010), refiere que el abanico de ilícitos que se les puede atribuir a
los delincuentes comunes es muy limitado, es decir sólo los delitos comunes; por lo tanto, la idea de
señalar al delincuente común como enemigo siempre será residual o secundaria; ya que únicamente se
le seleccionará a falta de mejores candidatos.
• Paccori: La criminología mediática nos expone y difunde una realidad envuelta en un toque
retorcido de venganza, creando una sociedad caótica de inseguridad ciudadana, mostrando una
defectuosa actuación estatal en la lucha contra el crimen.
Significa que, la criminología mediática se vale de los medios de comunicación para difundir y esparcir
una realidad que transmite inseguridad y violencia en la población, y como la misma es reiterada una y
otra vez, lo cual disminuye en el receptor su capacidad de cuestionar o debatir si efectivamente esa es la
única realidad que existe; por lo que, da como resultado que la adopte como única realidad verídica.
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Así también, la criminología mediática sostiene la idea que la única solución para los problemas de
violencia actual es reforzar el sistema punitivo, incrementar las sanciones y tipificar nuevas conductas, ya
que erróneamente existe la creencia que el derecho penal es la solución para todos los males; tal como lo
establece Zaffaroni: el poder punitivo no selecciona sin sentido, sino que lo hace conforme se lo marcan
los reclamos de la criminología mediática. Es decir, el derecho penal no legisla al azar, sin sentido, sino
que apela a la agenda que le dicten los órganos de presión.
Por consiguiente, los medios de comunicación señalan a las víctimas como héroes, para provocar
manifestaciones y reformas punitivas más drásticas; la criminología mediática se aprovecha de la
sensación de violencia y de las reformas legales cada vez más punitivas. Al respecto Zaffaroni, refiere: A
la criminología mediática no le interesa la frecuencia criminal ni el grado de violencia que haya en la
sociedad, porque en realidad no le importan los criminales ni sus víctimas. Es por esta razón que, los
medios de comunicación se especializan en trasladar todos los días la mayor cantidad de sucesos
violentos posibles, porque siempre tendrán material suficiente para construir una realidad en contra de
determinado grupo de personas o chivos expiatorios como responsables de la criminalidad que se vive en
la sociedad.
En tal virtud, el objetivo de la criminología mediática radica en el hecho que mientras más se le presente
al público la nota criminal, más se le oculta que en el afán y necesidad de protegerlos, el ius puniendi
cada vez le reduce más su libertad e invade más sus derechos, contraviniendo así el mandato de
intervención mínima o ultima ratio del derecho penal; y los medios de comunicación cada vez restringen y
limitan más la apertura de criterio, opinión y valoración de los destinatarios, pues la población
progresivamente se conforma y acepta lo que dictan los medios de comunicación y no lo que ellos
mismos piensan respecto a un tema determinado.
Finalmente, la criminología mediática pretende que la prisión preventiva sea la regla general, y que no se
libere a ningún individuo peligroso o proclive a delinquir. En torno a esta idea se afirma: si el delincuente
pasó por la cárcel y fue liberado, poco importa si debía o no ser liberado, pues el homicidio se atribuye a
quien dispuso su libertad o a la justicia en general. Este aspecto implica que, no solo se le está
criminalizando desde el primer momento al sindicado, sino que también se está desnaturalizando la
institución de la prisión preventiva, porque lo que conlleva es desconocer la verificación de la existencia
de los presupuestos legales para dictarla, y por el contrario, acepta que fue la discrecionalidad del juez lo
que le devolvió la libertad, y es en este preciso instante en donde el juicio de opinión ya no recae sobre el
imputado, sino sobre el juez.
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División de las
Ciencias Penales
Ciencias Ciencias
Empíricas Normativas
Derecho
Penitenciario
En relación al concepto utilizado; en vista que la política que debe seguirse es anticrimen y no en favor
del crimen, lo correcto sería denominarla Política Criminológica, porque toma los conocimientos de la
Criminología y los aplica como medidas concretas en la lucha anticrimen. No obstante, no importa el
término que se utilice, porque su finalidad es la misma, la prevención y la lucha contra el crimen.
Como primera aproximación, Alfredo Gautier afirma que en virtud que la política es el arte de gobernar o
de escoger los mejores medios de gobierno; la política criminológica será el arte de escoger los
mejores medios preventivos y represivos para la defensa contra el crimen.
En la primera mitad del siglo XX, la Política Criminal únicamente se reducía a un simple legislar
adecuado. Sin embargo, desde entonces, este pensamiento ha mejorado; y ahora la Política
Criminológica busca enfrentarse a la crisis de la justicia, replanteando estrategias de desarrollo social,
mediante la elaboración sistemática de un plan de desarrollo integral, basado en informes sociales
previos, proporcionando las rutas sociales adecuadas a los requerimientos de desarrollo nacional.
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1. DEFINICIÓN
• María de la Luz Lima: Es un instrumento de cambio social que busca romper la incomunicación
que existe entre los planificadores de diversas actividades y sectores, buscando dirigir todo hacia
una sola resultante que es la justicia social.
• Rodríguez Manzanera: Es la ciencia que tiene como objeto de estudio los medios de prevención
de las conductas antisociales, medios que le son propuestos por el resto de la enciclopedia de las
Ciencias Penales.
• Maggiore: Teniendo en cuenta que el fin del Derecho Criminal es la lucha contra el delito; la
Política Criminal es la ciencia o arte práctico de los medios de que se sirve el Estado para
prevenir y reprimir los delitos.
2. ANTECEDENTES
Se considera que Cesare Beccaria, fue el primero en escribir un tratado de Política Criminológica,
contenido en su obra icónica “De los Delitos y de las Penas”, aunque no lo denominó de esta forma.
Kleinsrod fue el primero en utilizar el término de “Política Criminal” en el año 1793. Más tarde lo
utilizarían Feuerbach en 1801 y Henke en 1823; siendo de uso general a partir del Congreso
Internacional de Derecho Comparado, celebrado en Paris en 1900.
En un inicio, Langle entendió por Política Criminal la reforma regular o adecuada de la legislación penal,
en provecho del bien común.
Sin embargo, en la actualidad, se tiene un concepto mucho más amplio, considerando que la Política
Criminológica no es solamente legislar o deslegislar, sino en adoptar medidas preventivas de carácter
social, económico, psicológico, etc. Este fue el pensamiento de autores como Belloni, Gautier, Ferri, Von
Liszt, Maggiore y Quiroz Cuarón.
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Peter Lejins, citado por Rodríguez Manzanera, afirma que existen tres modos de prevención:
a. PREVENCIÓN PRIMARIA: Es toda actividad de carácter general que tiene un fin de saneamiento
social que se espera evite o reduzca la incidencia de fenómenos delictivos y de los que producen
riesgos a la comunidad.
b. PREVENCIÓN SECUNDARIA: Es la que se ejerce sobre personas de las que se pueda afirmar la
posibilidad o la probabilidad de cometer delitos o de adoptar un género de vida que las pueda
hacer especialmente peligrosas.
c. PREVENCIÓN TERCIARIA: Es la que se propone evitar que personas que ya han delinquido o
incurrido en actividades especialmente peligrosas, persistan en su conducta antisocial.
Sánchez Galindo, establece que se debe prevenir antes que castigar: las sociedades deben establecer
métodos de prevención y tablas de predicción de tal suerte eficaces y valiosas que, aplicadas a tiempo
hagan las prisiones objetos del pasado.
Por su parte, Enrico Ferri, en 1901 profetizó que, la represión jugará un papel sin importancia en el futuro;
cada rama de la legislación llegará a preferir aquellos remedios que optarán por la prevención del crimen.
4. PRINCIPALES CORRIENTES
La finalidad de la Política Criminal rebasa en mucho el simple hecho de crear leyes; también implica la
aplicación correcta de éstas. En este sentido, a continuación, se explicarán los principales momentos o
corrientes de la Política Criminológica.
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b. POLÍTICA JUDICIAL: Después del momento legislativo, una ley bien estructurada (justa,
positiva y vigente), debe buscar su correcta aplicación, y aquí es donde la Política Criminológica
queda en manos de los jueces, lo que representa una gran responsabilidad. El momento judicial
es muy importante, porque una equivocada política de los jueces se puede convertir en un factor
criminógeno. Los jueces se ven obligados a actuar dentro de una política criminológica general, y
son una pieza importante del sistema, por esto la necesidad de su cuidadosa selección y especial
preparación. La equivocada política legislativa de inflación penal repercute en lo judicial, ya que
recarga el trabajo de los tribunales, perjudicando principalmente a quienes se encuentran en
prisión preventiva. Se aconseja acelerar, desjudicializar y desdramatizar la justicia penal.
5. PRINCIPIOS
Los principales principios de una adecuada Política Criminal en una sociedad democrática, sobre todo, en
un Estado de Derecho como el guatemalteco, con el objeto de reprimir efectivamente la criminalidad, son
los siguientes:
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3. LA JUSTICIA: Debe considerarse que el sistema de justicia penal no solamente debe tener
capacidad para intervenir en los casos de delincuencia tradicional; sino también, para investigar
los casos de mayor complejidad o trascendencia, acordes a una política de Estado que vaya en
constante evolución con la sociedad. Con la finalidad de reprimir la impunidad.
4. LA POLICÍA NACIONAL CIVIL: En la acción penal la policía se debe ceñir de modo estricto al
principio de legalidad, el cual implica el respeto del derecho a la vida, a la integridad, a las
garantías, a la libertad personal y al debido proceso judicial. La policía no puede hacer uso de un
poder propio ilimitado. Es por ello que, los agentes de la policía en todos los actos de sus
funciones, deben de cumplir y hacer cumplir la ley y estar sujetos al escrutinio público.
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Derechos Humanos, enfocado a la conservación de la dignidad de los habitantes del país; y su fin
primordial debe coincidir con el fin supremo del Estado, el cual es la protección de la persona
humana independientemente de la situación en la que se encuentre.
Sin embargo, un adecuado modelo de Política Criminal, el cual se ajuste a la realidad nacional debe ser
integral y complementario, es decir, no debe estar enfocado únicamente al ámbito criminal; sino debe
complementarse con otros aspectos importantes del desarrollo social. Por ejemplo: políticas de
educación, de salud, de economía y de seguridad, por mencionar algunas; con el objeto de desarrollar
una verdadera Política de Estado democrático y de derecho.
Anteriormente, existieron varios intentos esporádicos de estructurar una política criminal, pero eran
aislados; es decir, cada institución implementaba sus propias políticas; por lo tanto, estos intentos no
fueron, ni integradores, ni socialmente sostenidos en el transcurso del tiempo. La realidad nacional incidió
en que fuera difícil lograr esta articulación, pues cada institución que debió implementar esfuerzos,
accionó de forma autónoma y los mismos no se pudieron armonizar. Por tal razón, la ausencia de una
verdadera política criminal, integradora, orientadora e impulsada en la defensa de los derechos humanos,
también ha sido factor que impidió el control en tiempo del aumento de la violencia y criminalidad.
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En respuesta a ello, en el año 2015, se presentó la Política Criminal Democrática del Estado de
Guatemala, desarrollada por el Gobierno Central de la República de Guatemala, a través del Ministerio
de Gobernación, el Organismo Legislativo, el Organismo Judicial y el Ministerio Público. Esta política fue
formulada bajo el criterio ordenador de la Constitución Política y todos los instrumentos pertinentes de
derecho internacional y de derechos humanos suscritos por el país, así como atendiendo el resultado de
las consultas que se hicieron a los diversos sectores sociales, religiosos, empresariales, institucionales y
autoridades de los pueblos indígenas, entre otros. La cual tiene como finalidad ser el marco rector de
estrategias para combatir el crimen hasta el año 2035.
La Política Criminal Democrática del Estado de Guatemala, tiene como función esencial la creación de
las estrategias interinstitucionales para el abordaje articulado de los hechos y fenómenos criminales
priorizados, sobre la base de cuatro ejes: la prevención, la investigación, la sanción y la reinserción, en
coordinación con las organizaciones de la sociedad civil y otros actores del país. La cual pretende
enfrentar la criminalidad y la violencia bajo el paradigma de la seguridad ciudadana, por lo que, es una
política criminal inclusiva, orientada a atender también las particularidades de las poblaciones
vulnerabilizadas, con perspectiva de género, pertinencia cultural y lingüística, enfoque victimológico y
consideración particular del derecho indígena.
Para alcanzar este objetivo, la Política Criminal de Guatemala prioriza la prevención del delito, establece
una investigación centralizada, científica, articulada, estratégica y efectiva de los hechos que más
impacto y regularidad social presentan. Orienta a potenciar el fin resocializador y rehabilitador de la pena,
la búsqueda de mecanismos alternativos de solución de conflictos y asegurar la reinserción social de
quienes hayan sido sancionados por el sistema penal. La viabilidad de su implementación no se
alcanzará con esfuerzos aislados, por el contrario, exige y necesita del auténtico compromiso de todos
los sectores, desde los más diversos ámbitos.
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