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Universidad popular autónoma de Veracruz

Sede: Tihuatlán
Asignatura: sociología criminal
Catedrático: Eusebio Díaz Hernández
Alumno: Roberto Méndez Alvarado
Cuatrimestre: tercero

Contenido
UNIDAD III: EL COMBATE A LA CRIMINALIDAD..................................................................................1
3.1 Historia y evolución de la política criminal en Europa..................................................................2
3.2 Historia y evolución de la política criminal en México..................................................................3
3.3 Actualidad de la política criminal en nuestro país........................................................................4
3.3.1 Propuesta de una política criminal de resultados y no de represión.........................................5
3.3.2 Análisis de los Planes Nacional y Estatal de Desarrollo en lo referente al combate del crimen 6
3.4 La prevención como instrumento inhibidor del crimen...............................................................6
3.4.1 Análisis de la prevención en nuestro país..................................................................................8
3.4.2 La prevención desde el enfoque interdisciplinario....................................................................9
3.5 Cómo diseñar una política criminal............................................................................................10
Referencias.......................................................................................................................................11

UNIDAD III: EL COMBATE A LA CRIMINALIDAD


El crimen organizado amenaza la estabilidad de las instituciones democráticas y del Estado
en sí, plantea el funcionamiento de instituciones gubernamentales que implican coerción en
un sistema institucional donde la libertad y los derechos individuales son cuestiones
privilegiadas, y exige la cooperación entre diferentes órdenes de gobierno y dependencias
en un régimen diseñado para dividir y limitar el ejercicio del poder.
La incapacidad del gobierno para enfrentar retos como el crimen organizado contribuye a la
inconformidad de la sociedad respecto de la democracia. Los ciudadanos advierten en la
incapacidad gubernamental una "disfunción política" que los puede llevar a aceptar la
limitación de ciertos derechos a cambio de obtener mejores resultados, lo cual implica
aprobar la restricción de la democracia. El descrédito del combate gubernamental contra el
crimen organizado se alimenta de la debilidad institucional, lo cual se evidencia en la
incapacidad para hacer valer el Estado de derecho, lo que permite altos niveles de
impunidad.
El crimen organizado no se refiere a una actividad específica, este fenómeno puede
entenderse como una asociación de tipo empresarial con ocupaciones delictivas que no se
reducen al tema del narcotráfico, sino que involucran actividades cuya persecución es
exclusiva del gobierno federal, pero también delitos de impacto internacional y local.

3.1 Historia y evolución de la política criminal en Europa


El término de Política Criminal se atribuye por unos a Quistorp, por otros a Kleinshrod y
otros a Feuerbach, y comienza a extenderse a partir de 1800 y desde entonces se hace
presente en el derecho penal; Para este ultimó quien a principios del siglo XIX fue uno de
los primeros en emplear esta expresión lo definió como el conjunto de procedimientos
utilizados en un momento dado para combatir la criminalidad.
La Política Criminal consiste en descubrir y organizar racionalmente las muchas soluciones
posibles con los diversos problemas de fondo y de forma que tiene el fenómeno criminal.
Toda política criminal es necesariamente sustentada y apoyada por una filosofía penal, una
reflexión sobre los fundamentos de la justicia, la legitimidad y los límites del derecho de
castigar, los derechos del hombre, el tratamiento de la sociedad a los delincuentes y el rol
de la moral en la regulación de la vida colectiva.
La evolución subsiguiente del término muestra el influjo que en él tienen penalistas y
correccionalistas, sumergidos los primeros en el delito, casi exclusivamente, y los segundos
en la rehabilitación del delincuente, sin ocuparse de la correlación existente entre la
criminalidad y el desarrollo, ignorando sobre todo que la modificación de la estructura de la
sociedad resulta un elemento esencial en la reducción de la criminalidad a una extensión
soportable; hay que apuntar que si bien la resocialización o readaptación se afirma como
medios de combate contra la criminalidad los favorables y desfavorables resultados
obtenidos en la realidad han hecho surgir un movimiento de Política Criminal radical, que
no es nuevo, que pide la abolición del derecho penal.
En 1927, Emilio Langle en “La teoría de la Política Criminal”, nos brinda valoraciones y
aportes novedosos, trascendentes y avanzados para la época, al expresar “. . . la importancia
que la Política Criminal tiene como formalizador de los medios de lucha contra el delito, su
índole pragmática, la conveniencia de diferenciarla de otras disciplinas entre ellas de la
criminología, sociología criminal y su finalidad critica legislativa, añade que debe utilizar
los resultados obtenido por la experiencia inspirarse en los sistemas científicos más
adelantados, estudiar la legislación penal comparada, considerar los precedentes
legislativos y las instituciones arraigadas en la conciencia jurídica de la nación”.

En 1960, P. Conill plantea variaciones a la corriente tradicional de una Política Criminal


estrecha penalmente concebida, al manifestar que en la consideración del acto delictivo
deben tenerse en cuenta otros elementos que los meramente enlazados con la voluntad del
delincuente, concluyendo con la apreciación de “que la Política Criminal se deriva de los
textos legales. A partir de 1960, las Naciones Unidas recomienda enfocar la Política
Criminal como parte de la política general y añade que debe ser debidamente integrada con
las demás, relacionada con objetivos democráticos debiendo incluir todo aquello que pueda
prevenir la criminalidad, apuntando además que debería formularse un modelo de Política
Criminal.

3.2 Historia y evolución de la política criminal en México


Feuerbach asume la paternidad del término ahora tan debatido de Política Criminal,
incorporándolo para siempre en la enciclopedia de las ciencias penales. A partir de entonces
y de comprender su concepto, efectos y alcances, las culturas occidentales hemos
impulsado los contenidos de esa política, que, por definición, es función exclusiva y
permanente del Estado.
Feuerbach se refirió a esta disciplina como la sapiencia del Estado. Población, territorio y
sus circunstancias geopolíticas y gobierno, acumulan una sabiduría expresa, un
conocimiento real y objetivo de su propia cultura y modo de vida y reaccionan en
consecuencia, a través del marco normativo que se dan, a fin de ordenar la conducta de los
individuos y los grupos que informan.
El Estado traza e impone coercitivamente, un orden preciso, a partir de esa fuente
específica de conocimiento, que se recoge de la cultura social de la que abreva y a la que
vuelca su esfuerzo sintetizador, de orden estrictamente cognoscitivo de la realidad
imperante y se convierte en la tesis pública, invariable y firme, que se aplica
cotidianamente, en el esfuerzo estatal de prevenir y reprimir las manifestaciones
antisociales, propias o autóctonas del conglomerado social a que respondan a una sociedad
determinada.
Franz Von Liszt, asumió la política criminal con la categoría de ciencia y la definió como la
disciplina que se ocupa de las formas o medios a poner en práctica por el Estado para una
eficaz lucha contra el delito, auxiliándose, siempre, por la criminología y la penología. Por
el contrario, Jiménez de Asúa nos dice en su Tratado, que la Política Criminal parece
considerarse más como arte legislativo y que podría definirse como el conocimiento de
aquellos medios que el legislador puede hacer, según la disposición de cada Estado, para
impedir los delitos y proteger el derecho de sus súbditos.
Bajo estas dos concepciones, probablemente antagónicas se debatió y se debate la
disciplina a que hacemos referencia ahora. Pero una cosa es innegable: La Política Criminal
es hoy por hoy, uno de los medios más importantes y valiosos para fundar la revisión crítica
de nuestras leyes y nuestras instituciones, partiendo, así de la dogmática penal, para
encontrar los defectos y las formas en que éstos pueden corregirse.
Con una adecuada planeación de la política criminal el Estado se puede dotar un poderoso
instrumento que, si no propiamente desaparezca la criminalidad, por lo menos disminuirá
enormemente, lo que a su vez le permitiría atender otras responsabilidades de gobierno.

3.3 Actualidad de la política criminal en nuestro país


El Estado de Derecho Mexicano, no es perfecto, pero es algo más que la sola proclamación
constitucional. El propósito de la Constitución mexicana no es prometer un Estado ideal,
perfecto, no garantiza la felicidad, tampoco asegura una igualdad perfecta, pero sí asegura
el vigilante mantenimiento de la paz social y la seguridad jurídica, poniendo como base las
garantías individuales de cada uno de sus gobernados.
La política criminal mexicana sigue la corriente que se asienta en la existencia del Estado
de Derecho y por ello, reconoce como imprescindibles a los principios universales de
nullum crimen sine lege, corolario de nuestra garantía de legalidad, consagrada en el
artículo 14 constitucional; en la responsabilidad individual, que reconoce nuestro Derecho
Penal, así como en la legalidad del proceso y la independencia judicial. No deja de lado a la
víctima del delito y propugna por su protección, poniendo el acento en los grupos
vulnerables o marginados de la sociedad. Como vemos, nuestras reformas constitucionales
recientes, se inscriben en esos propósitos fundamentales.
El código penal que nos rige desde 1931, con todo y sus múltiples reformas, tuvo vigencia
ambivalente durante casi siete décadas y durante ese periodo histórico, las aspiraciones de
nuestra Política Criminológica parecieron ser las mismas, o bien, con sus matices, se
adaptaron a épocas muy diversas, como lo fueron los últimos despliegues del siglo XX.
La exposición de motivos de ese código penal Histórico, planteó, desde el ya lejano 1931,
las siguientes orientaciones generales: Eliminar los residuos de sistemas feudales
(privilegios, formulas, ritos, verbalismo) y hacer leyes claras, prácticas y sencillas; adaptar
las leyes a las necesidades y las aspiraciones reales (biológicas, económicas, sociales y
políticas).
Con maestría planteó un desiderátum aún vigente: No sujetar servilmente la Ley a la
realidad actual y a la fuerza de los hechos y de las costumbres imperantes, porque eso sería
fomentar el estancamiento, el retraso y el retroceso, sino hacer de la legislación una fuerza
viva y una orientación de progreso social. El hombre no puede aumentar o disminuir las
fuerzas naturales; pero sí puede encausarlas y acelerar o retrasar su movimiento.
Nuestra legislación se interesó y se manifestó en torno a las concausas del delito y en su
propia Exposición de motivos expuso, con el lenguaje de su época, pero con plena
actualidad, que se debía: Procurar la uniformidad de la legislación en toda la República.
Consagrar como funciones del Estado las que son de interés colectivo y reclaman la
intervención y vigilancia del poder público:
 Control de los medios de producción mediante vigilancia directa, administración
nacional, socialización o nacionalización, según lo permitan las posibilidades (leyes
agrarias y Derecho industrial)
 Coordinación de las energías productivas del país, facilitando la organización de la
fuerza humana y el aprovechamiento de los recursos naturales.
 Realización de las funciones esenciales del Estado moderno (Política económica,
fiscal, agraria, criminal, Educativa, sanitaria, de comunicaciones, de regadío, etc.).
El Estado planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad económica nacional, y
llevará a cabo la regulación y fomento de las actividades que demande el interés general en
el marco de libertades que otorga esta constitución. Al desarrollo económico nacional
concurrirán, con responsabilidad social, el sector público, el sector social y el sector
privado, sin menoscabo, de otras formas de actividad económica que contribuyan el
desarrollo de la Nación.
El sector público tendrá a su cargo, de manera exclusiva, las áreas estratégicas que se
señalan en el artículo 28, párrafo cuarto de la Constitución, manteniendo siempre el
gobierno federal la propiedad y el control sobre los organismos que en su caso se
establezcan. La pena es un mal necesario y se justifica sólo en conceptos parciales, como la
intimidación, la ejemplaridad, la expiación en aras del bien colectivo, la necesidad de evitar
la venganza privada, etc. Pero la pena se sostiene, fundamentalmente, por la necesidad de
conservación del orden social.

3.3.1 Propuesta de una política criminal de resultados y no de


represión
Es necesario el diseño de una política criminal democrática, con objetivos de corto,
mediano y largo plazo y manteniendo las políticas a través del tiempo. En este sentido ha
sido sin duda un gran acierto, la preocupación que ha demostrado el Estado Mexicano, en
atención a la creación de una Política Criminal moderna, acorde con las demandas en
materia de criminalidad; si bien es cierto que el sólo hecho de hacer o reformar leyes no es
toda la tarea de la Política Criminal, también lo es que en la medida que la sociedad se
transforma y evoluciona, sus ordenamientos jurídicos (leyes, cuerpos de justicia,
instituciones, etc.,) también deben hacerlo.
A México se le conoce como un país de leyes, porque cuenta con un sistema jurídico bien
estructurado, para apoyar la planeación del desarrollo nacional y la conducción de la
administración pública, de los sectores sociales y privados. Sin embargo, a pesar de que se
cuenta con estas leyes, los ciudadanos están frustrados con las fallas de las políticas
gubernamentales.
La seguridad pública se ha constituido en los últimos años en un tema relevante de la
agenda de la política nacional. Tal preocupación ha generado la publicación de diversas
leyes, entre las cuales se encuentra la Ley General que Establece las Bases de Coordinación
del Sistema Nacional de Seguridad Pública13, ordenamiento jurídico que da vida
institucional a la instancia gubernamental destinada a enfrentar el problema que representa
el incremento tanto de la frecuencia como de la violencia empleada en la comisión de
delitos.
Además, existen fundamentos legales encaminados precisamente a la planeación de la
política criminal, con el único propósito de prevenir los delitos, tales fundamentos los
encontramos en la Ley de Planeación, Ley Federal de la Policía Federal Preventiva, Ley
Federal contra la Delincuencia Organizada, entre otras. Así también en la reforma
Constitucional de junio de 2008, se reformaron diversos artículos remarcando y
transformando sobre todo el sistema de Justicia Penal de nuestro país, principalmente los
artículos del 14 al 22, y en cuales se incluyeron una serie de ordenamientos con los cuales
se modificaron los procedimientos relativos a la impartición de justicia y se dio paso a la
transformación al Sistema Acusatorio Adversarial de juicio oral, que será el nuevo modelo
a seguir en todo el territorio mexicano.

3.3.2 Análisis de los Planes Nacional y Estatal de Desarrollo en lo


referente al combate del crimen
El análisis de la política del gobierno federal con la que se combate el crimen organizado
se fundamenta en la definición de políticas públicas como cursos de acción gubernamental
para la resolución de problemas públicos acotados. Por otra parte, la política de seguridad
nacional se considera como una "política de Estado", lo cual implica el ejercicio de la
"razón de Estado" para la preservación de éste, en un entorno institucional que obliga a que
el gobierno actúe con apego estricto a la ley, con eficiencia y legitimidad.
Desde el inicio de su gestión, Felipe Calderón Hinojosa señaló que la demanda principal de
las familias mexicanas era la seguridad, por lo que encomendaría a los titulares de las
secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), la Marina (SEMAR), la SSP y la PGR, la
mayor responsabilidad en el combate contra la delincuencia, el narcotráfico y el crimen
organizado. A partir de entonces, el propósito de la política de seguridad se basó en actuar
frontalmente contra la delincuencia. Y, en función de las dependencias a las que el
presidente Calderón encargó este mandato, la política se consideró como un compromiso de
seguridad nacional y no sólo de seguridad pública.
Por otro lado, López Obrador toma la seguridad como no solo trabajo de los organismos
públicos, sino que se centra principalmente en la prevención, fomentando la participación
social de la población y con ello disminuir los factores que incidan en el incremento de los
índices de criminalidad, así mismo de que los ciudadanos vigilen las actividades de los
organismos, y de la misma manera cumplan con el deber civil de denunciar como parte de
su propuesta.
3.4 La prevención como instrumento inhibidor del crimen
La delincuencia organizada transnacional es una amenaza importante para la seguridad
pública y constituye una barrera para el desarrollo social, económico y político de todas las
sociedades en el mundo. Este es un fenómeno multifacético que se manifiesta en diferentes
tipos de delitos como el narcotráfico, la trata de personas, el tráfico ilícito de migrantes, el
tráfico de armas, el blanqueo de dinero, entre otros.
La delincuencia organizada se ha influenciado por la globalización, que ha provocado
profundos cambios en la vida de los pueblos, de las sociedades y de los estados. Como
sabemos, las fronteras entre los países son más permeables y el tránsito de personas, bienes,
servicios y recursos es cada vez más ágil. Este proceso, que facilita el comercio y la
integración entre las personas, también implica cambios en la dinámica de la delincuencia y
la violencia, pues las mismas tecnologías que permiten mejoras sustanciales en la vida de
las personas también son utilizadas por aquellos que violan la ley, cometen delitos y
desafían la justicia.
Por lo tanto, crece la importancia de la cooperación internacional y del intercambio de
experiencias en materia de justicia penal y prevención del delito. Es esencial una acción
articulada para hacer frente, con mayor eficacia, a los grupos delictivos dispersos en todo el
mundo, que a menudo tienen grandes habilidades de comunicación y de organización. La
Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha estado trabajando
estrechamente con gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad civil para
fortalecer las estructuras institucionales y el imperio de la ley, para un control más efectivo
la delincuencia organizada y del narcotráfico.
Con base en la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional, UNODC presta asistencia a los gobiernos para aplicar los artículos de la
Convención y tipificar como crímenes, en su legislación interna, los delitos relacionados
con la delincuencia organizada. El respeto a los derechos humanos requiere la construcción
de un sistema de justicia penal justo y eficaz, capaz de controlar la delincuencia dentro de
los límites planteados por el Estado de Derecho. La UNODC apoya a los gobiernos en el
desarrollo de estrategias para la reforma de todos los aspectos del sistema de justicia penal,
con especial énfasis en ayudar a los grupos vulnerables, especialmente mujeres, jóvenes y
niños.
La UNODC también trabaja con proyectos sobre justicia de menores, reforma penal y
apoyo a las víctimas y a testigos de delitos. Estas acciones resultan en una amplia gama de
manuales y herramientas de evaluación (en inglés) que abarcan todas las esferas del sistema
de justicia penal, basadas en normas internacionales y estándares definidos por las
Naciones Unidas. La Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal es el órgano
principal del sistema de las Naciones Unidas para formular políticas y recomendaciones
sobre cuestiones de la justicia penal, incluida la trata de seres humanos, los crímenes
transnacionales y los aspectos de la prevención del terrorismo. La Comisión supervisa el
uso y la aplicación de las normas de las Naciones Unidas relativas a estas cuestiones y guía
el desarrollo de políticas para abordar nuevas cuestiones.
La Comisión también coordina esfuerzos con otros organismos de las Naciones Unidas con
mandatos en materia de prevención del delito y justicia penal, como el Consejo de
Seguridad de la ONU, la Conferencia de Estados Partes en la Convención de las Naciones
Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y la Conferencia los Estados
Partes en la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción.

3.4.1 Análisis de la prevención en nuestro país


Luego de tres años de la implementación del Programa Nacional para la Prevención Social
de la Violencia (PNPSVD) en los ámbitos estatal y municipal, diversas preguntas
demandan respuestas precisas para poder fortalecer y consolidar esta política: ¿qué retos
enfrentan los gobiernos estatales y municipales para la ejecución exitosa de las acciones
preventivas delineadas desde el PNPSVD y con qué fortalezas cuentan? ¿Qué resultados
inmediatos perciben los beneficiarios directos a partir de su participación en las diversas
acciones preventivas que se llevaron a cabo entre 2013 y 2016? Éstas fueron las preguntas
guía de la serie de investigaciones Prevención del Delito en México: ¿Cómo se
implementa?
El documento presenta una evaluación cualitativa de un conjunto de acciones
implementadas en el municipio de Guadalajara y financiadas por el subsidio denominado
Programa Nacional de Prevención del Delito (Pronapred). Se concentró en recoger las
experiencias y el punto de vista de diferentes actores involucrados en estas acciones:
funcionarios a nivel estatal y municipal que fueron clave para los procesos de
implementación; operadores de estas acciones, asociaciones civiles, consultores–, y su
personal en terreno; beneficiarios directos integrantes de las poblaciones definidas como
prioritarias por el Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia (PNPSVD);
y miembros de las comunidades donde han tenido lugar las mismas. Esta evaluación
también se basó en la observación in situ y la revisión minuciosa de la documentación
relativa al proceso de implementación de las acciones que se llevaban a cabo en el
municipio de Guadalajara hacia finales 2015, lo que permitió una comprensión más fina no
sólo de las mismas acciones y sus alcances, sino de los múltiples desafíos que debemos
atender si queremos fortalecer la joven política de prevención en México y posibilitar su
consolidación. Algunos de los principales hallazgos de esta evaluación fueron:
 La ausencia de mecanismos de focalización impide que las acciones Pronapred
lleguen a la población más vulnerable a la violencia y el delito.
 La falta de esquemas de operación sostenible en la atención de factores de riesgo
provoca que las acciones Pronapred se vean confinadas a lo que dura su ejecución
anual: un tiempo no mayor a cinco meses.
 Una vez concluidas las acciones Pronapred, en los nueve meses (por lo menos) que
transcurren entre las actividades de un año y el siguiente, no se da seguimiento a sus
beneficiarios.
 La ausencia de esquemas homologados en la producción de información de calidad
sobre el ciclo de implementación de las acciones Pronapred dificulta su monitoreo y
evaluación y, por lo tanto, la posibilidad de conocer su potencial de incidencia en la
prevención de la violencia y la delincuencia, así como en la configuración de
entornos de convivencia pacífica.
 No se cuenta con una política local de prevención que defina líneas estratégicas y de
acción a las que se vinculen las acciones Pronapred a la luz de problemas
específicos de violencia y delito.
 Las débiles capacidades institucionales para la gestión de la prevención a nivel
municipal y estatal dificultan los procesos de ejecución y coordinación de las
acciones Pronapred, así como los consensos para empujar mejoras en su
implementación y en su contribución a los objetivos del PNPSVD.

3.4.2 La prevención desde el enfoque interdisciplinario


“Prevención”, según la Real Academia Española (RAE), proviene del latín praeventio que
significa: “(1) Acción y efecto de prevenir; además, (2) Preparación y disposición que se
hace anticipadamente para evitar un riesgo o ejecutar algo”. La prevención en el derecho
penal actual no se puede apoyar en la expresión ‘curar en vez de castigar’. Más bien las
raíces están en lo ‘moderno’: surgimiento de las ciencias sistémico-empíricas del hombre y
la sociedad; conciencia cientificista; intervención estatal científicamente aconsejada con
mecanismos personales y sociales.
Orientación preventiva del derecho penal es orientación a controles sociales más allá del
derecho penal propiamente tal. Por otra parte, el autor Diego Manuel Luzón Peña sostiene
que “prevención general significa intentar evitar la comisión de delitos por parte de la
generalidad de los ciudadanos, es decir, con independencia de si en concreto ha delinquido
ya alguna vez o no”. En otras palabras, de lo que se trata es de dar un enfoque global a la
prevención del delito, que vaya más allá del enfrentamiento, caso a caso, de posibles
conductas delictivas.
En relación a este tema, existen dos corrientes doctrinales: los defensores de la prevención
especial y los que abogan por la prevención general del delito. En la primera, se pretende
que con la intervención del derecho penal, pues quien cometa un delito no vuelva a
delinquir. En otras palabras, de lo que se trata es de reprimir, caso a caso, la criminalidad.
Desde este enfoque, el Estado desempeña un papel protagónico en la persecución y
corrección de la conducta delictiva.
En primer lugar, porque la misma tiene lugar después de producido un hecho delictivo, por
lo tanto, no estaríamos hablando de tal prevención porque al tomar como punto de partida
la comisión previa de un delito podríamos estar cayendo en un espiral poco alentador de
delito-prevención-delito. En segundo lugar, el costo de combatir la comisión de actos
delictivos, según esta vertiente doctrinal, presupone una carga económica para el Estado,
porque es precisamente este quien tiene la responsabilidad de velar por la ejecución de la
pena, ya impuesta por un juez. En este caso, la función preventiva del derecho penal
dependería del encausamiento a las personas.
Doctrinalmente, a la prevención general se le atribuyen dos vertientes: la prevención
general “negativa” y la prevención general “positiva”. Si bien es cierto, ambas parten de
darle un enfoque global a la prevención del delito, estas se diferencian entre sí. La primera,
es llamada por el catedrático alemán, Claus Roxin: prevención general intimidatoria. Esta
parte de la idea de difundir en la sociedad el temor sobre las consecuencias jurídico-penales
que conllevaría quebrantar la norma penal. Es decir, lanzar un mensaje de advertencia a la
sociedad que intimide y coaccione la psiquis de sus individuos antes de delinquir. No
obstante, recordemos que no todos los delitos se comenten por intención o teniendo el
sujeto la posibilidad de realizar este ejercicio reflexivo previo a la comisión del delito; por
lo tanto, el análisis de esta vertiente estaría limitada a delitos que se cometen con intención
criminal.
Por último, la prevención general positiva parece ser la de mayor aceptación doctrinal.
Consiste en difundir los valores y principios que motivan la intervención del Estado y sobre
los cuales descansa el derecho penal. Se trata de la interiorización del derecho por las
personas. Es decir, salvaguardar las relaciones jurídicas desde la función ética y social del
derecho y la aceptación por parte de los individuos acerca de las razones que fundamentan
la intervención del Estado.

3.5 Cómo diseñar una política criminal


Primero hay que efectuar un diagnóstico por áreas de problemáticas y de instituciones y
organizaciones sociales, no limitadas sólo al delito, aunque las cifras de este son
fundamentales. El diagnóstico nos permitirá comparar la situación existente con una
situación normal, que en este caso sería la ideal). De allí surgirán los pasos a seguir en la
planificación y posterior ejecución de un plan, por ejemplo, un Plan director de Política
Criminal.
La Política Criminal Integral procurará que el delincuente no pueda delinquir (Prevención
Situacional), pero fundamentalmente procurará que el niño o joven, especialmente el
marginal, no se convierta en delincuente; que otros no se hagan adictos a las drogas; que se
reduzca la circulación ilegítima de armas de fuego, que se refuercen los sistemas educativos
y recreativos para la niñez y la juventud; que se brinde apoyo a la familia de bajos recursos;
que se organicen los barrios y las comunidades participativamente y que en cada zona creen
esquicios de prevención en coordinación con la policía; que se involucren todos en
recuperar el espacio urbano muchas veces “desertizado” por haber sido abandonado por los
vecinos y copado por los delincuentes. Deben también ser objeto de análisis las
instituciones vinculadas a la minoridad, frecuente “semillero” del delito adulto.
Reestructurados integralmente los servicios penitenciarios (legislación, reglamentación,
infraestructura, capacitación y selección del personal, metodología de tratamiento, etc.) y
creados los postpenitenciarios para asegurar una adecuada reinserción social. Puestas en
marcha medidas y sanciones penales no privativas de libertad para delitos menores, pero
con un tratamiento educativo y correctivo, modernizada la justicia, frecuentemente morosa
e ineficiente, etc.
La elaboración de un Plan director de la Política Criminal debe buscar, además, el consenso
con todos los sectores políticos y sociales, comprometiéndolos en los mismos objetivos,
para así conformar una política de Estado y no en una política del gobierno de turno. El
Plan debe contar con un presupuesto e identificar las fuentes de financiamiento y además
contar con un organismo de conducción del más alto nivel (científico y funcional) y con
instrumentos de evaluación para analizar los resultados y corregir las desviaciones. A modo
de cierre valga señalar que en un estudio promovido por el Banco Interamericano de
Desarrollo se estableció, luego de estudiar seis países de Sud y Centroamérica, que la
violencia y el delito llegaban a consumir hasta el 25% del Producto Bruto Interno.

Referencias
Montero, J. (junio 2012). La estrategia contra el crimen organizado en México: análisis del
diseño de la política pública. Scielo. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S0188-76532012000100001
https://es.scribd.com/document/381924659/Historia-y-Evolucion-de-La-Politica-Criminal-
en-Europa

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