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El rendimiento de cada activo varía a lo largo de su vida, hasta que finalmente llega a la
edad de ser reemplazado. Hay varios indicadores que permiten seguir esta evolución,
como la densidad de probabilidad de fallo, la tasa de fallos y la probabilidad acumulada de
fallo. En este artículo hablaremos de la curva de la tasa de fallos, también conocida como
“bathtub curve” o “curva de la bañera” debido a su forma.
Esta función representa la probabilidad de que un determinado activo falle a lo largo del
tiempo y nos permite distinguir claramente tres fases distintas en el ciclo de vida del
activo, como se puede ver en el gráfico. Conocer bien estas tres fases te permite adaptar
tu plan de mantenimiento a lo largo de la vida del activo.
Comprender la curva de la bañera nos permite, en primer lugar, determinar la vida útil de
un activo, su fiabilidad y mantenerlo bajo control. Pero la principal ventaja es, sin duda,
poder planificar mejor cómo y cuándo realizar el mantenimiento. Principios relacionados
con los mantenimientos estos son:
La fiabilidad puede definirse como la probabilidad de que un sistema se mantenga
operativo durante un determinado periodo de tiempo bajo condiciones ambientales
normales. Esta función difiere de la disponibilidad en que la primera sólo implica el fallo
del sistema, mientras que la disponibilidad afecta al fallo y a la capacidad de
recuperación.
La mantenibilidad (o capacidad de mantenimiento) es la facilidad, precisión y seguridad
con la que se realizan las tareas de mantenimiento después de detectar una avería en un
activo o equipo. Por lo tanto, calcular la mantenibilidad es estimar la probabilidad de que
un equipo vuelva a funcionar normalmente después del mantenimiento.
Es un concepto especialmente importante en el mantenimiento industrial, pero también
podemos hablar de la mantenibilidad de un software, por ejemplo. En ese caso, nos
referiríamos a la facilidad con la que se corrige un software después de detectarse un
error, o a la velocidad con la que se cambia para satisfacer los nuevos requisitos y
realidades (y nos gusta, por supuesto, pensar que Infraspeak tiene una buena
mantenibilidad).
Disponibilidad sin duda alguna, el responsable de una instalación debe conocer y
calcular el valor actualizado y la tendencia de toda una serie de indicadores clave de
mantenimiento, o KPI (Key Performance Indicator). Una vez seleccionados los indicadores
clave, que en general se agrupan en 5 tipos (indicadores de disponibilidad, de coste, de
materiales, de gestión de ordenes de trabajo y de gestión empresarial) es necesario
definir una serie de aspectos para cada uno ellos: las fórmulas de cálculo, los ítems a los
que se referirán, de donde se van a obtener los datos y la base temporal que se usará.
Este artículo repasa el primero de estos aspectos en el caso más complejo: las fórmulas
de cálculo de los diversos indicadores referentes a la disponibilidad.