Está en la página 1de 23

El fast fashion es un concepto que hemos escuchado bastante en el último tiempo, pero, ¿qué significa

realmente? El “fast fashion” o “moda rápida” es un fenómeno por medio del cual se comercializan
prendas de ropa que siguen tendencias actuales, las cuales son producidas en grandes volúmenes.
Además, se caracterizan por ser diseñadas y fabricadas de forma acelerada a un costo bajo. De esta
manera, las colecciones de ropa, hechas con materiales que suelen ser de menor calidad, son
introducidas cada un par de semanas. Esta tendencia ha permitido que la moda se convierta en un bien
al que pueden acceder muchas personas. Sin embargo, también se ha vuelto pasajera y un poco más
desechable, pues muchas veces dura una temporada. De hecho, se estima que esta práctica ha
conllevado a que una prenda nueva tenga un uso de apenas siete veces. Al mismo tiempo, ha incidido
enormemente en el gran incremento del consumo de ropa durante los últimos 20 años, el que asciende
a 400%. Al respecto, Constanza Altamirano, diseñadora de vestuario de la Universidad Andrés Bello y
Máster en Fashion Business and Entrepreneurship del Instituto Marangoni de Milán, explicó que “el fast
fashion tomó fuerza hace varios años y son hartos los factores que influyen. Las tendencias de la moda
van cambiando muy rápido y en esta era de redes sociales e influencers, la gente quiere mantenerse
actualizada. Sin embargo, estar comprando ropa todo el tiempo no es barato, entonces se opta por las
opciones más económicas”. Algunas de las reconocidas marcas internacionales que se han adherido al
“fast fashion” son Zara, Forever 21, Top Shop, Mango, H&M, Primark, Uniqlo y Mango. El impacto del
fast fashion en el planeta “El hecho de que cambiemos el clóset tan rápido y adquiramos nuevas
prendas, es un problema cuando el destino final de ellas es la esquina de tu barrio o un vertedero (en el
mejor de los casos). El dilema real es la precariedad con que estas prendas son fabricadas, pero más
aún, la individualización de las mismas. Es una cadena de actores y procesos involucrados a lo que
debemos poner atención, si deseamos vivir en un planeta saludable”, indicó Macarena Guajardo,
directora ejecutiva de la Fundación Basura. De acuerdo con la revista norteamericana Harper’s Bazaar,
cada año se producen 100 mil millones de prendas en el mundo. Según la Comisión Económica de las
Naciones Unidas para Europa (UNECE), el 40% no llega a usarse jamás. La Fundación Ellen McArthur
estima que cada segundo, termina en un vertedero o se quema el equivalente a un camión de basura
repleto de ropa. La moda rápida conlleva una serie de consecuencias importantes en distintos ámbitos.
“Son varios los problemas que trae el fast fashion, pero principalmente la contaminación del planeta.
Los residuos textiles, las prendas que no se venden o no se utilizan terminan en la basura, los materiales
y químicos que se utilizan para la producción de fibras y textiles son solo algunos de los problemas que
han provocado daños irreversibles para el medioambiente”, comentó Constanza Altamirano. De hecho,
desde la Fundación Ellen McArthur creen que si se continúa al mismo ritmo, esta industria consumirá un
cuarto de todas las emisiones de CO2 del planeta para 2050. Según UNECE, actualmente es del orden
del 10%, y en cuanto al agua, el rubro consume cerca del 20% del gasto global. A su vez, la práctica en
cuestión genera un impacto social negativo. La producción de estas prendas se lleva a cabo en países
que cuentan con condiciones laborales precarias, tales como China, Bangladesh, Indonesia, Camboya, Sri
Lanka, India y Malasia. Una nueva mirada El documental “The True Cost” dio a conocer que a nivel
mundial existen 40 millones de trabajadores en esta industria, de los cuales un 85% son mujeres. La
investigación detalla que una cantidad importante de ellas serían menores de edad que ganan dos
dólares diarios y que -se acusa- reciben tratos inhumanos. Al respecto, Daniela Bustamente, diseñadora
y creadora de la marca de ropa sostenible Daniela Bustamante, aseguró que “las consecuencias
medioambientales y sociales son extremadamente dañinas para el mundo y la sociedad. Estos talleres
donde trabajan con sueldos precarios son la esclavitud del Siglo XVI”. “El fast fashion se creó como una
democratización de la moda, pero por otro lado está esclavizando a otros. Es fundamental que la moda
logre un equilibrio, el slow fashion es una respuesta ética a ello”, mencionó Bustamente. Florencia
Andrade, diseñadora del área de Visual Merchandising en Wild Lama, otra empresa nacional de moda
sustentable, aseguró que “es muy difícil competir con las marcas de retail en masa a nivel mundial. Creo
que se debiese informar y crear campañas mucho más influyentes para entender y aprender sobre
nuestra repercusión e impacto ante el tema de la moda”. “Es imprescindible que exista un cambio en las
formas en que se diseña y se fabrican las prendas, así como también la manera en la que consumimos.
Todos debemos elegir productos ecológicos que ayuden de alguna manera a la protección del planeta”,
señaló Andrade. En esa línea, Daniela Bustamante concordó con Andrade y sostuvo que “las prácticas
que debería realizar la gente para no caer en esta tendencia son muchas. Desde informarse, saber los
valores de la empresa a la cual están comprando y qué hace por las personas, leer las etiquetas de
composición, qué es lo que están pagando, comprar materias primas que sean buenas. En el fondo,
aprender que es mejor comprar poco pero bueno y que dure en el tiempo, además de cuidar lo más
posible las prendas”, concluyó. Destacados Guías Chócale Medioambiente Sustentabilidad Vestuario y
calzado Compartir Tweet Compartir Compartir Compartir Suscríbete a nuestro newsletter Recibe
nuestras novedades todos los sábados AM en tu e-mail. Solo un correo por semana. Suscríbete Acepto
los términos y condiciones de uso CyberMonday: Descuentos de hasta $116 millones en propiedades y
proyectos inmobiliarios CyberMonday 2022: Recomendaciones para comprar de forma segura Starbucks
celebrará este sábado el Día Internacional del Café #NewRelease 63: No te pierdas los lanzamientos de
esta semana El SERNAC fiscalizará a las marcas y empresas que participen este Cyber Monday LO MÁS
VISTO Cuotas sin interés: Las campañas de las tarjetas de crédito en octubre de 2022 Starbucks
celebrará este sábado el Día Internacional del Café JetSMART se adelantó al CyberMonday: Lanzó el
Cyber SMART con pasajes en descuento #NewRelease 63: No te pierdas los lanzamientos de esta
semana Bancos concretan venta del 100% de Nexus a Minsait Payments CONTENIDOS RELACIONADOS
Leer más COMPRAS CyberMonday: Descuentos de hasta $116 millones en propiedades y proyectos
inmobiliarios Portal Inmobiliario, TOCTOC e Inmobiliaria Aconcagua adelantaron parte de sus ofertas en
casas y departamentos para el CyberMonday 2022. JOSEFINA VIVES Leer más COMPRAS CyberMonday
2022: Recomendaciones para comprar de forma segura Expertos nos comparten sus consejos para
proteger nuestros medios de pago y evitar fraudes en el CyberMonday 2022. JOSEFINA VIVES Leer más
COMPRAS Starbucks celebrará este sábado el Día Internacional del Café Este 1 de octubre es el Día
Internacional del Café, fecha en la que Starbucks ofrecerá café del día gratis para quienes usen sus vasos
reutilizables de la marca. MAXIMILIANO VALDÉS Leer más COMPRAS #NewRelease 63: No te pierdas los
lanzamientos de esta semana Esta semana, te traemos novedades relacionadas a smartphones, diseño,
calzado, televisores, aplicaciones, tecnología, comida y vinos. JOSEFINA VIVES ©2018-2022 Medios
Digitales Chócale Ltda. Todos los derechos reservados. Quiénes Somos Publicidad Política de privacidad
Trabaja con nosotros Contacto 1 Compartir

Fuente: Chocale.cl - https://chocale.cl/2022/08/fast-fashion-que-es-impacto-planeta-preocupacion/

Si quieres utilizar este contenido, solo te pedimos citarnos junto a un link a esta página.
En el momento en que vivimos existen diversas formas de desarrollar la economía de un país y de
manejar nuestras finanzas personales. Cada persona cuenta con un ingreso para gastar en lo que guste o
que necesite. Pero es algo con lo que hay que tener mucho cuidado, ya que el descontrol a la hora de
realizar compras puede hacer que acabes cayendo en la tendencia del consumismo. La cual, al igual que
todo, puede ser vista desde una perspectiva positiva y desde una negativa. Por ello es importante
conocer más al respecto.

¿Cómo se define el consumismo?


El consumismo ha sido definido a lo largo de los años de diversas maneras y a través de varias posturas.
La definición más utilizada por todos es aquella que cataloga al consumismo como una tendencia a
comprar bienes o servicios de forma acumulativa y que va más allá de las necesidades básicas de una
persona. De allí que también sea conocido con los términos de consumo irresponsable o sobreconsumo.
Según el punto de vista desde el cual se enfoque, el consumismo, puede ser visto desde diversas
perspectivas.

Por ejemplo, hay quienes hablan del consumismo como una doctrina o creencia que incita a la
adquisición de productos materiales como método para la satisfacción personal. Incluso hay quienes
creen que del nivel de consumo de cada persona depende su bienestar personal. Esto ha hecho que el
consumismo sea visto de mala manera por muchas otras personas que lo catalogan como el hecho de
gastar el dinero de forma excesiva en cosas realmente innecesarias. Por ello es un tema de debate muy
complejo, especialmente en sociedades que se rigen con un sistema capitalista.

¿Cuál es el origen del consumismo?


Nace al mismo tiempo que el capitalismo y la denominada sociedad de consumo. Se estima que a partir
del inicio del siglo XX todos estos términos comenzaron a ser utilizados, debido entre otras cosas al
incremento de la producción, la industrialización o la publicidad. Se trata de factores que, juntos,
crearon la cultura de consumo. Es decir, se dio pie a que las personas tuvieran mayores productos y
servicios a los cuales acceder. Esta diversidad de bienes y servicios en el mercado hizo que muchos
compraran de forma excesiva, ya que, en ese tipo de sociedad, quien más consume, mejor está.

Muchos historiadores afirman que el origen del consumismo se encuentra en Estados Unidos, durante la
época de la industrialización, aproximadamente en 1920. En ese momento hubo una sobreproducción
de todo tipo de objetos, gracias a las innovaciones que se aplicaron dentro del sector industrial. A partir
de entonces, hasta la actualidad, quedó incrustada la tendencia al consumismo en diversos países. Lo
cual, a su vez, ha traído diversas consecuencias tanto positivas como negativas, en cada país del mundo
en el que se practica el consumismo.

¿Qué causa el consumismo?


Los factores que causaron el origen del consumismo son diversos, pero todos se generaron de forma
consecuente y en el tiempo correcto para dar pie al nacimiento de esta tendencia. Los factores
primordiales están relacionados con las facilidades de pago. Es decir, las compras a crédito, las tarjetas
de crédito, los cupones, las promociones entre otros. De la mano de este factor está la publicidad, la
cual hace que todas las personas puedan enterarse con facilidad de los productos y promociones que
cada tienda tiene.
Por otro lado, está el tiempo de durabilidad de los productos. Muchos productos tienen un período de
vida muy corto, lo cual hace que las personas se vean obligadas a adquirir uno nuevo en muy poco
tiempo. Además, los factores psicológicos relacionados con la presión social juegan un papel muy
importante. Ya que al vivir en una sociedad de consumo las personas se juzgan entre sí al respecto de
comprar el teléfono más nuevo o la prenda de ropa a la moda.

¿Cuáles son las consecuencias del consumismo?


Desde que el consumismo comenzó a ser una tendencia aplicada por muchas personas alrededor del
globo, ha generado una gran cantidad de consecuencias. Estas están relacionadas con los daños que
genera en la economía, los ahorros, la contaminación, entre otros. La principal consecuencia a destacar
es el uso excesivo de recursos naturales y la generación descomunal de residuos. De hecho, el
consumismo crea la mayor parte de la contaminación del mundo en general, pues el impacto
medioambiental de esto es bastante negativo.

Por otro lado, está el hecho del aumento de la demanda de ciertos productos, especialmente aquellos
que tienen costos bajos. La excesiva producción de productos con precios bajos implica también la
producción de productos de muy baja calidad. De allí que los mismos tengan un corto periodo de vida
útil. Además, cuando se trata de generar productos alimenticios de baja calidad, se pueden generar
problemas en la salud de quienes consumen dichos alimentos. Por ello el porcentaje de obesidad y
diabetes ha aumentado desde la existencia del consumismo.

Como si esto fuera poco, también está la consecuencia a nivel empresarial. Aquellas empresas que
cuenten con una mayor cantidad de industrias podrán desarrollarse y crecer más rápido que las
desindustrializadas. Lo cual hace que se genere un desbalance comercial y económico en los países en
los que existe una afianzada cultura de consumo. Por último, pero no menos importante, se ha notado
una gran reducción de los ahorros familiares ante el hecho de sucumbir a la tendencia del consumismo.

Tipos de consumismo
Desde la aplicación del consumismo en diversas sociedades, se ha podido observar la generación de
diversos tipos de consumismo. Es decir, se ha visto que las personas realizan sus acciones de consumo
dentro de la sociedad de diversas maneras. Esto ha hecho que los expertos enmarquen cada una de
estas acciones de consumo en un tipo de consumismo específico. Sus respectivas variaciones dependen
del modo en el que se produzca el consumo. Es así como los tipos de consumismo más frecuentes en las
sociedades capitalistas actuales son:

Consumismo ocasional: Sucede cuando el acto de consumismo se produce en pocas ocasiones y se trata,
sobre todo, de ocasiones especiales.
Consumismo experimental: Se produce cuando el comprador se interesa en probar el funcionamiento
de los nuevos productos del mercado y quiere hacerlo antes que otras personas.
Consumismo habitual: Los casos de consumismo habitual son aquellos que se generan de forma
recurrente, ya forman parte del estilo de vida de una persona o de una familia completa.
Consumismo extraordinario: Se genera cuando se realizan compras nerviosas ante un evento
extraordinario en la sociedad o en la vida del comprador.
Ejemplos de consumismo
Cuando una persona desea comprar el modelo de teléfono móvil más reciente, pese a que el suyo aún
funciona perfectamente, es un caso de consumismo. Otro ejemplo de consumismo se da cuando se
gasta grandes cantidades de dinero en prendas de ropa a las que realmente se les dará poco uso.
También cuando una familia gasta más dinero del necesario en comida basura, estamos ante un caso de
consumismo. Realmente, los ejemplos del consumismo los podemos notar a nuestro alrededor en todo
momento y es una tendencia que parece imposible de parar.

Última actualización: 05/10/2021

Monto pinturas la marca del profesional

Monto pinturas la marca del profesional


Monto pinturas la marca del profesional

Artículos relacionados
¿Cómo se calcula el valor de una empresa?: 5 métodos para hacerlo ¿Cómo se calcula el valor de una
empresa?: 5 métodos para hacerlo Cheque nominativo: ¿qué es, para qué sirve y cómo cobrarlos?
Cheque nominativo: ¿qué es, para qué sirve y cómo cobrarlos? ¿Qué es un pagaré?: ¿Cuáles son los
requisitos que debe tener? ¿Qué es un pagaré?: ¿Cuáles son los requisitos que debe tener? Fisiocracia:
¿qué es y cuáles son sus principales características? Fisiocracia: ¿qué es y cuáles son sus principales
características?
Recomendado para ti
Invertir en Cannabis, podría ser tu oportunidad de ganancias. Descubre cómo
Invertir en Cannabis, podría ser tu oportunidad de ganancias. Descubre cómo
Patrocinado | El pequeño inversor
Doctores de Colombia Desconcertados: las Nuevas e Increíbles Gominolas de CBD Arrasan en Neiva
Doctores de Colombia Desconcertados: las Nuevas e Increíbles Gominolas de CBD Arrasan en Neiva
Patrocinado | healthyday.online
Neiva: Los carros sin vender de 2020 casi se regalan
Neiva: Los carros sin vender de 2020 casi se regalan
Patrocinado | Promoción de Carros | Enlaces Publicitarios
[Fotos] Así de rico es Iván Duque Márquez a los 45 años
[Fotos] Así de rico es Iván Duque Márquez a los 45 años
Patrocinado | https://onedaily.com/
Ivanka Trump and Jared Kushner Close massive $32 Million Dollar Deal in Miami Condo
Ivanka Trump and Jared Kushner Close massive $32 Million Dollar Deal in Miami Condo
Patrocinado | Mansion Global
Richard Gere is the Buyer of Paul Simon’s Heavily Discounted Connecticut Estate
Richard Gere is the Buyer of Paul Simon’s Heavily Discounted Connecticut Estate
Patrocinado | Mansion Global
NIU Houses inaugura su primera vivienda showroom N290 y alcanza 3.500 peticiones
NIU Houses inaugura su primera vivienda showroom N290 y alcanza 3.500 peticiones
GM venderá su primer coche de conducción autónoma en dos años | Economía 3
GM venderá su primer coche de conducción autónoma en dos años | Economía 3
Cristiano Ronaldo Sells Manchester House: This Is A Big One
Cristiano Ronaldo Sells Manchester House: This Is A Big One
Patrocinado | Mansion Global
China contra las criptomonedas: 12.000 cuentas en redes cerradas
China contra las criptomonedas: 12.000 cuentas en redes cerradas
Air Nostrum apuesta por la sostenibilidad con una nave ecológica
Air Nostrum apuesta por la sostenibilidad con una nave ecológica
Dejar una respuesta

Nombre *

Correo electrónico *

Tu sitio web

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Aviso legal
Privacidad
C
Corporación
Publicidad
Hemeroteca
Contactar
El consumo como concepto no hace referencia a nada malo ni perjudicial. Podemos definirlo como el
simple hecho de consumir para satisfacer necesidades o deseos. El problema llega cuando esta actividad
se vuelve patológica. Entonces ya no hablamos de ‘consumo’, sino de ‘consumismo’. La Real Academia
Española (RAE) define el consumismo como “la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir
bienes, no siempre necesarios.”

¿Quieres recibir contenidos como este en tu correo?

Apúntate a nuestro boletín semanal


El modelo de bienestar de la sociedad actual se basa en la posesión y acumulación de bienes, lo cual
sirve de justificación para que prolifere el consumismo entre las personas. Si el objetivo de la vida es
tener muchas cosas, la principal actividad que se ve beneficiada es, lógicamente, el consumo. La
posesión y acumulación de bienes suele darse siempre de forma inmoderada, tal y como apunta la
definición de la RAE.

El término inmoderado parece ser un adjetivo demasiado subjetivo. ¿Qué es ser un consumidor
inmoderado? ¿cuántos iPods hay que comprar para considerarlo algo inmoderado?. Las definiciones de
la Real Academia destacan por ser objetivas y rigurosas, así pues, que incluya el adjetivo inmoderado en
la definición de ‘consumismo’ puede sorprender. La RAE define moderar como evitar el exceso, por lo
tanto inmoderado es algo que no lo hace.
La utilización del calificativo inmoderado encuentra su explicación con la siguiente pregunta: ¿Hasta qué
punto necesitamos lo que compramos? ¿Es nuestro consumo necesario para nuestras vidas? Todo
aquello que se consume sin ser realmente una necesidad puede considerarse como un exceso, en tanto
en cuanto excede las necesidades básicas para la vida de un individuo. Así pues, decir que el consumo
actual es inmoderado ya no es algo subjetivo, sino que se ha convertido en algo objetivamente cierto:
todos consumimos inmoderadamente, porque consumimos en exceso. No necesitamos todo lo que
compramos. La mayor parte de nuestras compras son excesos que se nos antojan necesarios.

Necesitamos lo que compramos en la medida en que nos auto-convencemos (o nos convencen) de que
el producto en cuestión nos va a ayudar a ser más felices y a vivir mejor. En ese sentido, con la sociedad
de consumo el individuo tiene como principal actividad consumir.

Para muchos autores que la defienden, la sociedad de consumo es reflejo de un alto nivel de desarrollo
socioeconómico, que se manifiesta en el incremento de la renta de cada individuo. Consideran también
que este tipo de sociedad basada en el consumo constante ofrece a las personas la posibilidad de
adquirir bienes y servicios cada vez más diversificados, y que eso contribuye a mejorar la calidad de vida
y produce una mayor igualdad social, ya que son muchos los individuos que pueden hacerse con una
gran cantidad de productos que, según las tesis de los defensores del sistema, contribuirán a hacer sus
vidas mucho mejores y más felices.
Así pues, el principal argumento para la defensa de la sociedad de consumo se apoya en que el consumo
contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas y que ayuda a las sociedades a desarrollarse. Lo
autores pro-consumo olvidan que en esta sociedad ideal donde las personas pueden comprar cualquier
cosa que quieran, hay muchos que no pueden consumir, ya que el principal requisito para disfrutar de la
sociedad de consumo, moderna y desarrollada, es tener dinero. En la sociedad actual sigue habiendo
millones de pobres, incluso en países desarrollados, que no pueden participar en la sociedad de
consumo.

Aunque quizás no es tan importante que participen, ya que el consumo de hoy en día no se puede
entender como la actividad que permite sobrevivir a las personas.

La principal característica que diferencia al consumo de masas tal y como lo conocemos hoy del
consumo tradicional en otras épocas de la historia es el objetivo que motiva a las personas a consumir.
Si antes se consumía para cubrir necesidades básicas (comprar comida, ropa…), actualmente la mayor
parte de la actividad consumista tiene como objetivo satisfacer los deseos de los consumidores, que
consideran necesarios los bienes que demandan.

Uno de los rasgos del sistema económico y del consumo actual es que crea necesidades artificiales.
Mediante la constante publicidad y otras técnicas, convencen y atrapan a las personas en el círculo
vicioso del consumo, del que es muy complicado salir una vez se ha entrado.

Una vez dentro del ‘circo del consumo’, un sinfín de productos, anuncios, ofertas y posibilidades se
aparecen ante los ojos del individuo, que, abrumado por todas esas luces, sonidos e imágenes, se siente
incapaz de evitar comprar alguno de los productos que tiene ante él. Muchas veces incluso, la falsa
necesidad se crea segundos después de ver por primera vez un producto. Verlo en el escaparate de la
tienda y darse cuenta de que es indispensable para poder seguir caminando por la calle. ¡¿Cómo he
podido vivir sin esto?! Pocas semanas después, el objeto en cuestión estará olvidado en algún baúl, o
quizás estropeado y tirado a la basura.

En definitiva, el fenómeno del consumismo depende cada vez más del deseo que de la necesidad.

Pero el consumo actual no sólo tiene como objetivo cubrir necesidades o satisfacer deseos, además
sirve para distinguir a las personas entre sí, evidenciando aun más el sistema de clases sociales que
forma nuestra sociedad hoy en día.

Como hemos comentado, para consumir sólo es preciso una cosa: tener dinero. A partir de ahí, todo
depende de la cantidad de dinero de que se disponga. A más dinero, más productos. O, también, a más
dinero, productos más caros.

Cuanto más caro es un producto menos gente lo puede poseer. Esta regla básica explica el sistema de
clases. No es lo mismo una falda de la tienda del barrio que un vestido de Chanel, por lo tanto, no es
igual la mujer que lleva esa falda a la que viste el vestido. Son dos mujeres diferentes. Diferentes
socialmente.

Pero aunque es la vestimenta el rasgo que las diferencia exteriormente, en realidad el factor diferencial
es el dinero. La cantidad de dinero. Aunque eso no se puede ver ni saber con certeza, se puede deducir,
entre otras cosas, por la manera en que visten.
Precisamente por eso la mujer que tiene más cantidad de dinero decidió no comprar la falda de la tienda
de barrio (aunque podía hacerlo). Si hubiera comprado esa sencilla falda y la hubiera llevado puesta por
la calle, nadie podría haber sabido cuánto dinero tiene en realidad. Para mostrar en qué estrato social se
encuentra, gracias a su dinero, la mujer con posibilidades compró el vestido de Chanel. Y así, cuando
pasea por la calle, no hay dudas sobre su posición. Todos pueden ver que ella es diferente a los demás.
Es más que los demás.

Con la expansión del consumo por distintos escalones sociales, esta realidad ejemplificada con la falda y
el vestido se observa también a niveles de mucha menos opulencia y riqueza. En la misma clase media
de la sociedad (incluso en algunos sectores de la clase baja) ya observamos los mismos
comportamientos entre personas que, aunque son social y económicamente parecidos, pretenden
diferenciarse a través de los productos que consumen.

Así, el joven de barrio que tiene una moto más grande es mejor que el que la tiene más pequeña, o el
que puede llevar pantalones de Levi’s es más que el que lleva un pantalón de chándal. También es mejor
tener el último modelo de gafas de sol, y llevar un teléfono móvil de gran tamaño.

Así pues, una de las funciones del consumo es proporcionar al individuo formas de distinguirse de otros
grupos de distinto nivel social. Las empresas y las marcas lo saben, y ofertan sus productos como
exclusivos, punteros e inigualables. Ante esos astutos anuncios publicitarios, es fácil rendirse a la
tentación de ser la chica o el chico más exclusivo, puntero e inigualable del barrio.

Lo curioso es que, en el afán de distinguirse de los demás mediante la compra de objetos y productos
aparentemente únicos, las personas, en esta sociedad actual, caen en la paradójica situación de que
cada vez son más parecidas entre sí.

Con el consumo de masas desenfrenado se avanza hacia una progresiva pérdida de identidad personal,
ya que los ciudadanos (que en realidad ya no son ‘personas’, sino ‘consumidores’) responden ante
modelos de consumo idealizados mediante las efectivas técnicas de marketing. Es decir, hay un gran
número de personas que consumen sintiéndose especiales y que realmente forman parte de un mismo
grupo social, en el que todos los individuos tienen un comportamiento y una cultura similar.

El consumidor de clase media español tiene los mismos hábitos que el consumidor de clase media
italiano, y ambos se parecen cada vez más a sus semejantes brasileños, coreanos o saudíes. Todos ellos
consumen las mismas marcas de ropa, escuchan las canciones de los mismos ídolos juveniles, llevan en
las orejas los mismos cascos de música, utilizan los mismos teléfonos móviles y ven las mismas películas
en el cine.

La globalización cultural puede considerarse en realidad una occidentalización. Aun sumido en crisis
económicas, políticas y sociales, Occidente sigue siendo el centro del mundo, muy especialmente en lo
que a cultura y consumo se refiere. Es en Occidente donde nacen las marcas y las empresas que venden
sus productos alrededor del mundo.
Regresando a la homogeneización que fomenta el hecho de consumir masivamente, hay que añadir otro
apunte interesante: el consumo connota socialización. En la medida que un individuo se reconoce con
determinadas marcas, se reconoce con los otros consumidores de esas marcas y se distingue de otros
que no son como él.
El cliente de una marca de gafas de sol tenderá a encontrar más afinidad con las personas que lleven
esas gafas, ya que el consumo forma parte de la cultura, y en esta sociedad actual todos aquellos que
son iguales en sus hábitos de consumo pueden considerarse también iguales en su cultura. Así pues, se
crean culturas nuevas a raíz de los productos que se consumen (principalmente por el tipo de prendas
que se visten o el tipo de música que se escucha).

Por otra parte, el consumo, además de atender a necesidades básicas, atiende a lo aspiracional. Las
personas quieren ser algo más. Y eso no se consigue usando siempre los mismos pantalones ni teniendo
siempre el mismo televisor. Siempre existe la posibilidad de hacerse con un producto nuevo y mejor, y,
como existe la posibilidad, existe también el deseo.

La sociedad se expresa a través del consumo. Como ya hemos dicho no basta con cubrir una necesidad.
Actualmente con el consumo se deben conseguir otro tipo de beneficios, como el reconocimiento en un
grupo social.

Si se tiene sed, se puede consumir agua, pero hay muchas más opciones que el agua para cubrir esa
necesidad. El mercado te ofrece cientos de bebidas y refrescos. Aunque son mucho más caros que el
agua, ésta se torna un bien demasiado simple y sencillo como para consumirlo en público. Es mejor
comprar una lata de un refresco que transmita a los demás lo activo, joven y moderno que uno es. El
agua no transmite ningún valor. Las bebidas comerciales sí.

Así, hemos llegado a convertirnos en una sociedad materialista, consumista y muy competitiva. La
competitividad tiene su reflejo también en el consumo, ya que el hecho de comprar cada año un
teléfono móvil o un bolso nuevos no responde a una necesidad real, sino a un deseo de ser mejor (o
aparentarlo) en este mundo en el que vivimos. Aquel que sólo tiene un abrigo, o que vive en un piso
pudiendo vivir en un chalet, es considerado como un perdedor.

Porque es mucho mejor tener un armario lleno de abrigos y chaquetas para poder llevar uno distinto
cada día. Es mejor tener dos coches que uno. Es mejor cambiar el teléfono por el último modelo, que
vivir siempre con el mismo móvil. Es mejor volver con bolsas del centro comercial, que volver con las
manos vacías. Es mejor tener muchas cosas que tener tan sólo las suficientes.

El que no consume no está disfrutando la vida al completo porque, hoy en día, vivir es consumir.

Avísanos de una errata


¿Te ha gustado este artículo? Para publicar en abierto análisis como este necesitamos tu apoyo.
Suscríbete para tener acceso a todos nuestros artículos y mapas y quitar la publicidad de toda la web.

Suscríbete por solo 5€ al mes

Juan Pérez
Graduado en Geografía por la Universidad de Zaragoza y Máster en Relaciones Internacionales,
Seguridad y Desarrollo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Inquieto por comprender cómo
funciona el mundo y apasionado de la divulgación de conocimiento. Además de bloguero, soy un viajero
incansable.
MÁS RECIENTE

rusia huída
Europa se equivoca cerrando la frontera a los rusos que huyen de Putin
MÁS SOBRE MUNDO

Populismo
¿Qué es el populismo?
Google
Google, de motor de búsqueda a imperio digital
36 comentarios
Muy buena reflexión sobre la sociedad de hoy en día!

Ana
26 noviembre, 2013, 22:42
como esta todo echo una mierda

maria
25 mayo, 2016, 11:17
hecho*

Luz
25 septiembre, 2018, 03:49
Interesante. Gracias por transmitir ese conocimiento.

ISAAC ABRAHAM
18 agosto, 2014, 16:06
!Genial! Muy buen artículo/post.

Mil gracias.

Sergio
29 agosto, 2014, 17:02
Lo lamento pero difiero de la filosofía genera del artículo, creo que sólo se debe de consumir lo
necesario y nadamás, no identificarse demasiado con los bienes materiales y no caer en la trampa del
consumo compulsivo. Este artículo está muy tendencioso al »tener», se nota claramente la intención del
autor de trasmitir ese mensaje de »tanto tienes, tanto vales», eso es ridículo, ¿entonces la gente pobre
que ni siquiera vive en un chalet por que no tiene los medios para pagarse una casa más decente es
perdedora? Si yo decido no comprar más que lo que necesito estrictamente ¿soy un perdedor por no
estar »a la moda»? Los argumentos son vacíos e insuficientes para mí y excesivamente simplistas. No
obstante, respeto la opinión de cada quién. Saludos.

Luis
26 septiembre, 2014, 19:23
Me parece que la idea del artículo no era expresar una valoración personal, sino la observación objetiva
de la sociedad moderna.
Luli
26 julio, 2015, 18:58
entonces tu no comes pan dulce porque no es indispensable para vivir y andas por la calle en short (ni
siquiera una camiseta) que seria lo más indispensabe

Osvaldo
23 octubre, 2015, 13:24
ya eso lo acen muchas personas

maria
25 mayo, 2016, 11:13
osvaldo

maria
25 mayo, 2016, 11:14
joder mierdaaaaaaaaaaaaa arg JAJAJA XDXDXD callate ya

dalasreviewmini
6 abril, 2017, 10:04
Piensan que el hombre de hoy esta mas metido en lo funcional, en lo materialista y en el
consumismo????? Me ayudan xfa

Estefay
26 abril, 2019, 00:28
Creo que no entendió el articulo

Alejandro Sepulveda
19 diciembre, 2018, 11:09
En mi opinión particular no atiendo a comprar lo que no necesito los publicistas y las marcas te quieren
poner un mundo falso pero eres tu el que debe aprender a pensar y no dejarte querer ser lo que ellos
quieren que seas, admito que me gustan las marcas de hecho antes pensaba que tener cosas te marca
te hacia algo mejor y estaba muy equivocado, por ejemplo si x marca saca un modelo de x artículo y lo
compran en demasía ya se vuelve es un uniforme porque te prometen que es un producto único y vas a
un centro comercial y hay 2 o 3 que tienen el mismo artículo puesto.

Alberto
29 marzo, 2015, 21:17
Excelente ensayo, es claro y conciso. Con respecto a la sociedad de consumo, este es otro fenómeno que
ha desembocado de las estrategias capitalistas; como se sabe, éstas se pueden ver más allá de la
dimensión sociológica, por ejemplo el modelo educativo tradicional occidental este se basa en un código
de principios y valores de sumisión, elitismo, individualismo y competitividad.

Nuestras sociedades estratificadas y fomentadas en la competitividad, faltas de un imaginario basado en


el colectivismo y la justicia social, sumado a crisis de representación política, están destinadas a perecer
lentamente en la «era sin moral» mientras no exista un cambio real, el cual ocurriría únicamente con la
concientización y sensibilización de nuestros pueblos a través de la educación.
Seamos agentes concientizadores para transformar nuestras realidades y las de las próximas
generaciones. De nuevo, felicito a la página por este esfuerzo, el de ser un canal que permita que la
educación llegue a más y más personas.

Enrique
30 mayo, 2015, 16:21
Comenzando, mucha de la educación sobretodo en países empobrecidos por el intervencionismo
constante del Estado, como es el caso de América Latina, transmite valores colectivistas y
«revolucionarios» pro-comunistas, que representan una auténtica sumisión a auténticas élites, como lo
son las que representan dichos sistemas dictatoriales, cuyas guerrillas y otros intentos de imposición a la
fuerza han sido una constante en la historia.

En cambio, el auténtico modelo occidental al que usted hace mala propaganda, promueve valores
críticos que nos convierten en seres de inventiva, que constantemente quieren romper la brecha para
construir un buen vivir más amplio; es el caso de Estados Unidos y su extraordinario desarrollo
tecnológico, por poner sólo uno de los ejemplos en los que es potencia, que se logra por su modelo de
libre expresión en el que las ideas no se detienen y están constantemente innovando para el mundo.

Intente organizar sus ideas antes de comentar.

GaboLibertario
11 octubre, 2015, 00:39
El consumo de aparentar de algo siempre ha existido, pero se trataba de algo puntual que alguien
adquiría al cabo del tiempo. El problema grave de la sociedad actual es que esta educando a la gente en
el consumo como algo cotidiano, el cambio del movil al xperia o al ace6, el chandal nike, etc, entramos
en una dinámica amorfa de alienación que el sistema está fomentando y por otro lado te sale con la
hipocresía de que tú, el consumidor, eres el culpable de la contaminación y que pagando bolsas de
plástico arreglas el medio ambiente. El sistema está en un callejón sin salida a mi entender. Debe
volverse a la década de los 70 en que las cosas se producían para durar y salían de manera espaciada en
el tiempo.

arrabal
4 agosto, 2015, 00:58
Sea el modelo que fuere España siempre ha sido un triste país. Se apunta a todo lo que pueda
perjudicarle. La educación superior se suponía existir para hacer progresar a los habitantes y dichos
habitantes se hallan emigrando o con una mano delante y otra detrás. Sigamos ejerciendo de bobos
solemnes.

barlow
12 enero, 2016, 19:16
Hola, interesante artículo. Saludos desde Chile

Stephen Parry
1 febrero, 2016, 03:04
Muy buena opiñon sobre la sociedad de consumo,gracias a este documento,he podido aprobar la uni
Muchisimas gracias
Alejandro
Alex Martin
24 noviembre, 2016, 20:29
mis la tarea esta aqui :v

alvaro chui guice


24 noviembre, 2016, 23:50
Desde muy chicome impacto muy de lleno el termino de consumo en cualquier termino ya que veia a los
seres humanos como si fueran monedas de cambio , si me lo veia venir de manera exagerada , luego en
mi adolecencia lo sufri de la vereda de enfrente ya que trataba de repudiar de manera antisocial tolo
que sea consumir para un placer que jamas se llenaria como si de un vaso sin fondo se tratase , en la
etapa adulta de mi vida comence a hacer estudios de los principales consumistas y sus circulos , a dia de
hoy salir en cualquier metropolis es consumir casi sin quererlo , es por asi decirlo normal y ya nos
trasnformamos en zombies , desde ver un partido de futbol en un bar y con la excusa de consumir hasta
darle todos los lujitos a la novia de turno , esta como cualquier otra , vive para consumir , a dia de hoy
casi soy un ermitaño para en un proximo futuro trasformarme en fantasma ya que sin consumir voy a
ser invisible .

explorador
12 abril, 2017, 01:58
No está mal, pero comienzas el artículo basándote en la definición de la RAE, piensa que la RAE esta muy
lejos de ser neutral ideologicamente y que sus definiciones en absoluto representan una verdad única,
ni siquiera reflejo de una realidad uso. El resto puede estar condicionado por ello.

JUlio
3 mayo, 2017, 09:43
Que excelente y enriquecedora enseñanza nos regala este gran articulo, mil gracias a quien corresponda
qie lo haya pensado y escrito.

Alexis
3 junio, 2017, 15:38
En este sistema social y económico, rigen las leyes de la oferta y la demanda, y también en el amor,
porque cuanto más ofrezcas y pagues, mejor será el producto o la persona que tengas, e incrementarás
tu abanico de posibilidades donde elegir. La regla fundamental del sistema es qué ofreces, y en
consecuencia qué obtienes. Es un toma y daca. Si no ofreces nada, casi seguro que terminarás sin nadie
a tu lado, y cuanto más sea lo que ofrezcas, en consecuencia mejor será la contrapartida que saques. Por
lo que no hay más libertad real que la de elegir, y el que más tiene es el que más elige, por eso los
pobres son esclavos de su propia vida y de la sociedad. Así que no son nuestras habilidades como
demuestran como somos, sino nuestras elecciones, el que no puede elegir no es nada, no existe para
nada ni para nadie.
La vida es un libro abierto, te lo enseña todo, la cuestión es si tú lo ves o no lo ves. De la gente no
puedes esperar nada bueno, más que falsedad, decepciones, hipocresía, interés, egoísmo y mentiras,
por lo que no se trata de cómo te traten los demás, si no de como te trates tú a ti mismo… A veces te
puedes sorprender si recibes felicidad, amor y buena compañía, pero tampoco hay que volverse loco por
ello, verlo como algo puntual y circunstancial porque todo bueno acaba… Vivir es un aprendizaje y
muchas veces se aprende más de las cosas malas que te hacen que de las buenas que te vienen. No hay
que dar ningún poder a los demás sobre ti mismo, tanto que te afecte a tu vida personal y deteriore tu
salud por lo que te puedan hacer. Para mi la existencia me sirve para escribir no hay mejor manera.
La única libertad existente para la mayoría de la gente que no tiene nada, está en trabajar en lo que sea
y les quieran dar o morirse de hambre. En consumir, esa es la libertad que nos venden, entre elegir
entre una u otra marca inducidos por los medios y la publicidad. En una cultura en la que prevalece la
orientación mercantil en el amor y en la que el éxito material constituye el valor predominante en las
relaciones sentimentales, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas
humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo,
llamado mercado del sentimiento… Un mundo de cosas materiales por las que luchan diariamente, que
es el cebo por el que la gente se mueve. Viven para consumir, el deseo comprar les atemoriza,
propagando la cultura de que el que más adquiere y atesora, vale más, e inculcándoles que la felicidad
consiste en hacerse con todo lo que anuncian. Se crea necesidades a la gente que no tenía para
obligarles a esclavizarse a un trabajo de por vida que les atormenta como una tortura, y para de esa
forma poder obtener y satisfacer sus impulsos sexuales que van unidos al consumo. Porque el sexo va
unido al consumo casi siempre en este sistema materialista, en el que más consume más sexo practica y
en más variedad…
Pero la única esclavitud que vale la pena vivirse de verdad, es la del amor y no la del dinero. Es el amor
lo que nos puede liberar de todo esta esclavitud consumista, porque el amor no escucha razones y solo
él tiene su voz y lenguaje propios que es imprescindible saber entender y escuchar en todo lo que nos
pasa para ser libres de verdad, ya que tan sólo el amor nos permite escapar y transformar la esclavitud
del sistema impuesta en libertad… Sólo somos libres cuando hemos podido suplir todas nuestras
necesidades, lo que nos puede permitir afirmar que el amor como necesidad no puede tener contenido
de libertad.
Existe un mercantilismo en todos los aspectos de la vida, tanto en lo económico como es lógico, como
en lo sentimental, como en lo laboral y lo social, todo son mercancías que se compran y venden. Es un
mundo muy inestable… nada es seguro, igual hoy tienes y estás, y mañana no sabes dónde vas a estar y
lo que vas a tener…
El desengaño amoroso se produce cuando esperamos que los demás nos amen de la forma que nosotros
queremos y tal y como nosotros amamos, pero nunca como debería hacerse en realidad, en libertad, sin
control, sin estrategias, sin manipulaciones, guiados por el corazón, sin esperar nada a cambio, un amor
que no nos impida parar, que es necesario aprender.
En definitiva, no existe el amor como palabra en sí, sino solamente las demostraciones y la pruebas de
amor.
ARTURO KORTAZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA ©

Arturo Kortazar
9 junio, 2017, 19:46
Se puede vivir sin consumir, sin electricidad, sin agua corriente, sin luz electrica, sin desodorante, sin
dentifrico, sin tecnologia, sin medicina…Se llama Edad Media y fue hace 500 años…Maduren…

teresa
4 septiembre, 2017, 16:55
Madurar también es darse cuenta que el uso de todas esas cosas para » facilitar y mejorar la calidad de
vida», puede ser de forma desmedida e irresponsable y dar un gran problema para los humanos, otras
seres y el mundo en general!
Los avances en tecnología, medicina y demás, no sirven si no hay consciencia al usarlas. Muchas de esas
cosas que se inventan quizas no son tan necesarias, nos hacen creer para que compremos. Solo es
cuestión de poder analizar y disernir.
(Cuanto mas ignorante es la gente, mas facil es de manipular)
Mary
7 febrero, 2018, 20:55
La repugnancia que me provoca el consumismo exacerbado es proporcional a mi respeto por el medio
ambiente…
No estamos en la edad media,ni si quiera en la edad de piedra porque,a mi parecer,los cromagnones
eran más inteligentes que el hombre actual.

José Manuel Ponce Durán


13 septiembre, 2017, 04:05
«Con el consumo de masas desenfrenado se avanza hacia una progresiva pérdida de identidad personal,
ya que los ciudadanos (que en realidad ya no son ‘personas’, sino ‘consumidores’) responden ante
modelos de consumo idealizados mediante las efectivas técnicas de marketing. Es decir, hay un gran
número de personas que consumen sintiéndose especiales y que realmente forman parte de un mismo
grupo social, en el que todos los individuos tienen un comportamiento y una cultura similar.
El consumidor de clase media español tiene los mismos hábitos que el consumidor de clase media
italiano, y ambos se parecen cada vez más a sus semejantes brasileños, coreanos o saudíes. Todos ellos
consumen las mismas marcas de ropa, escuchan las canciones de los mismos ídolos juveniles, llevan en
las orejas los mismos cascos de música, utilizan los mismos teléfonos móviles y ven las mismas películas
en el cine.
Regresando a la homogeneización que fomenta el hecho de consumir masivamente, hay que añadir otro
apunte interesante: el consumo connota socialización. En la medida que un individuo se reconoce con
determinadas marcas, se reconoce con los otros consumidores de esas marcas y se distingue de otros
que no son como él.»

Detesto juzgar las cosas entre mejores o peores, pero estos parrafos me parecen de una calidad
mayuscula.

Muchas gracias por vuestros esfuerzos e hacer articulos de tantisima calidad, nada de lo que leo en este
portal me deja indiferente. Muestro mi gratitud en este articulo pero podia ser en cualquier otro.

Gracias por la veracidad que me transmiten vuestras palabras o por vuestros esfuerzos.

Iñaki Hernan
11 abril, 2018, 07:42
Los orígenes lo marcan todo, son determinantes para lo que se pueda tener y desempeñar en el futuro.
Unos nacen para vivir de lo que ya tienen y aumentarlo especulando con ello, ya sea patrimonio, dinero
o valores, y contactos, otros para trabajar para los que viven muy bien de sus posibles heredados, y
otros pocos para observar la vida y reflexionar para luego escribir, como hago yo. Mi papel es ser
espectador, escudriñar el comportamiento de los demás, y ahora veo imposible salirme de mi papel, y
liberarme de él. Cada uno tiene su cometido prácticamente inamovible, los papeles ya están repartidos
de partida, como las cartas que te reparten cuando juegas a los naipes, aunque nos repitan
continuamente que somos libres para elegir nuestro futuro, y el éxito y la riqueza está solamente en
nuestras manos, pero únicamente unos pocos son capaces de escapar de sus orígenes. Si tus
progenitores son pobres y asalariados de un escaso nivel económico, lo más probable es que acabes
siendo lo mismo que ellos, igual con un poco suerte y currándotelo mucho, te puedes hacer con un
sueldo un poco más alto y un piso un poco más grande y algo mejor situado que tus padres.
El futuro de una persona depende en un porcentaje alto de lo que ya tiene de orígen como he dicho,
pero también de su salud, de sus capacidades, y luego de la suerte, y el factor trabajo y valía, son facetas
secundarias, en este sistema totalmente manipulado. Nunca tanto como ahora, y durante toda la
historia de la humanidad, se teme tanto la pobreza como en la actualidad, porque es sinónimo de
vasallaje, es decir de falta de libertad y de enajenación, en el que se creó mucho empleo pero en
precario, por el crecimiento económico especulativo del ladrillo, con unos puestos de trabajo que en
una crisis tan profunda, han desaparecido expeditamente, como estamos viendo en la actualidad. Pero
es a través un crecimiento productivo sano y no especulativo, donde se puede garantizar una mejor y
mayor redistribución de la riqueza lucrativa por medio del trabajo. Porque la pobreza significa en todo
caso, marginación, abstinencia afectiva y sexual, rechazo, marginación, frustración, soledad,
inestabilidad, enfermedad mental, desesperación y una muerte prematura. Ser pobre es vivir
condenado a ser un juguete manipulable que cae en manos de los más opulentos. Ya no hay altruismo
en ser un desgraciado, no existe nobleza por ello. Pero si lo analizas la pobreza, es como un duro
aprendizaje para preservar la salud, un estímulo para superarte, en esos intentos muchas veces estériles
para dejar de serlo, porque cuando no se tiene un futuro por delante, ni tampoco posibilidades de
progresar, se tiene que utilizar mucho la imaginación para poder sobrevivir.

Hay excepciones de quienes logran salirse de su camino marcado de nacimiento, y la única posibilidad
de lograrlo es a través de la función política con vínculos muy directos dentro del poder. Porque el móvil
fundamental de la actividad política, es el agradecimiento por haber recibido dinero o trabajo a cambio,
que es lo que les permiten a los dirigentes de cualquier formación u organización ideológica el apoyo
ajeno para mantenerse en sus puestos, por una decisión que permite a sus afiliados conseguir lo que
tienen de trabajo y de sueldos óptimos, debido a que sería de canallas no ser agradecidos o no mostrar
gratitud por ello. Es lo que provoca que personas que no tenían previsto por sus principios o inicios
llevarse algo más de dinero de lo que tenían predestinado, logren de esa manera cobrar una cantidad
superior que les permita situarse en un escalón social un poco superior al de su familia de procedencia
inicial.

La mayor parte de la gente no es libre de verdad, porque está sujeta lo primero a sus necesidades, y
hace y consigue lo que le quieren dar en la mayor parte de los casos. Si no te dan nada por ahí porque
no conoces a nadie, lo más lógico es que tengas que montar un bar y además endeudándote hasta las
cejas, y si curras 15 horas al día, dejándote la salud y la vida, lo mismo tienes suerte y te puedes forrar,
pero lo normal es que la mayoría fracase en un negocio así, con la crisis cerraron más de cien mil bares.
No hay alternativas donde elegir, todo es sota, caballo y rey… Es el dinero lo que te da capacidad de
elegir, y millones de personas carecen de él o tienen muy escasos recursos, luego no pueden elegir gran
cosa más que el plato de comida que se toman todos los días, y a veces ni eso siquiera pueden hacer.

Así que no es solamente la educación la que nos permite escalar social y económicamente, que no tiene
que ver nada con la equidad de promoción y la igualdad de salario, si no con la política. Con el poder,
compras a los demás con el dinero de todos los ciudadanos para tus propios fines o necesidades
personales, y con el mismo dinero compras circunstancialmente la voluntad ajena, para el amor, la
compañía, y el sexo, pero lo haces coyunturalmente hasta que se termina, lo que dure, nada es para
siempre, porque el precio va subiendo con el pasar del tiempo, pero siempre tiene que ser tuyo el poder
para poder hacer cosas.

Por lo tanto, no depende nuestro destino exclusivamente de nosotros mismos, sino de lo que nos vamos
encontrando de forma imprevista y aleatoria. Vamos teniendo encuentros no planificados con ese
porvenir incierto e ignoto, como inconscientes descabezados. Además la vida no tiene manual de
instrucciones que nos enseñe el camino a seguir en cada momento, en ninguna escuela te enseñan
cómo vivir, ni el hilo conductor a aplicar en toda ocasión, te lo que tienes que crear tú mismo. Como
decía muy bien el todavía actual poeta sevillano Antonio Machado, «caminante no hay camino, se hace
camino al andar…», algo necesario para dar conciencia, concordancia y significado a los hechos vividos y
para poder explicarlos y digerirlos.

ARTURO KORTAZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA©

Arturo Kortazar
23 mayo, 2018, 13:39
Wao, es técnicamente con este texto, me has hechado una cubeta de agua para yo reaccionar y darme
cuenta, es un gran reflexión para sociedad, es un texto genial, gracias

Elías Ezekiel
24 julio, 2019, 07:47
Ya desde el comienzo diciendo: «el consumismo no es algo malo» pues paré de leer esta garcha. Jajajaja,
patético consumista el autor de esta mierda.

Yoise
19 abril, 2020, 18:10
tarea de ética en la cuarentena :v

jodace
7 junio, 2020, 21:04
re sisiiiiiiiiiii jejejejeje.

elber galarga
7 junio, 2020, 21:11
Hoy en día el sistema económico pone al alcance de las personas todo tipo de productos y bienes para el
consumo, desde lo más básico, como alimentos o prendas de vestir, hasta lo más extraño, como gorras
que pueden sujetar latas de refrescos.

El consumo como concepto no hace referencia a nada malo ni perjudicial. Podemos definirlo como el
simple hecho de consumir para satisfacer necesidades o deseos. El problema llega cuando esta actividad
se vuelve patológica. Entonces ya no hablamos de ‘consumo’, sino de ‘consumismo’. La Real Academia
Española (RAE) define el consumismo como “la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir
bienes, no siempre necesarios.”

El modelo de bienestar de la sociedad actual se basa en la posesión y acumulación de bienes, lo cual


sirve de justificación para que prolifere el consumismo entre las personas. Si el objetivo de la vida es
tener muchas cosas, la principal actividad que se ve beneficiada es, lógicamente, el consumo. La
posesión y acumulación de bienes suele darse siempre de forma inmoderada, tal y como apunta la
definición de la RAE.

El término inmoderado parece ser un adjetivo demasiado subjetivo. ¿Qué es ser un consumidor
inmoderado? ¿cuántos iPods hay que comprar para considerarlo algo inmoderado?. Las definiciones de
la Real Academia destacan por ser objetivas y rigurosas, así pues, que incluya el adjetivo inmoderado en
la definición de ‘consumismo’ puede sorprender. La RAE define moderar como evitar el exceso, por lo
tanto inmoderado es algo que no lo hace.
La utilización del calificativo inmoderado encuentra su explicación con la siguiente pregunta: ¿Hasta qué
punto necesitamos lo que compramos? ¿Es nuestro consumo necesario para nuestras vidas? Todo
aquello que se consume sin ser realmente una necesidad puede considerarse como un exceso, en tanto
en cuanto excede las necesidades básicas para la vida de un individuo. Así pues, decir que el consumo
actual es inmoderado ya no es algo subjetivo, sino que se ha convertido en algo objetivamente cierto:
todos consumimos inmoderadamente, porque consumimos en exceso. No necesitamos todo lo que
compramos. La mayor parte de nuestras compras son excesos que se nos antojan necesarios.

Necesitamos lo que compramos en la medida en que nos auto-convencemos (o nos convencen) de que
el producto en cuestión nos va a ayudar a ser más felices y a vivir mejor. En ese sentido, con la sociedad
de consumo el individuo tiene como principal actividad consumir.

Para muchos autores que la defienden, la sociedad de consumo es reflejo de un alto nivel de desarrollo
socioeconómico, que se manifiesta en el incremento de la renta de cada individuo. Consideran también
que este tipo de sociedad basada en el consumo constante ofrece a las personas la posibilidad de
adquirir bienes y servicios cada vez más diversificados, y que eso contribuye a mejorar la calidad de vida
y produce una mayor igualdad social, ya que son muchos los individuos que pueden hacerse con una
gran cantidad de productos que, según las tesis de los defensores del sistema, contribuirán a hacer sus
vidas mucho mejores y más felices.

Así pues, el principal argumento para la defensa de la sociedad de consumo se apoya en que el consumo
contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas y que ayuda a las sociedades a desarrollarse. Lo
autores pro-consumo olvidan que en esta sociedad ideal donde las personas pueden comprar cualquier
cosa que quieran, hay muchos que no pueden consumir, ya que el principal requisito para disfrutar de la
sociedad de consumo, moderna y desarrollada, es tener dinero. En la sociedad actual sigue habiendo
millones de pobres, incluso en países desarrollados, que no pueden participar en la sociedad de
consumo.

Aunque quizás no es tan importante que participen, ya que el consumo de hoy en día no se puede
entender como la actividad que permite sobrevivir a las personas.

La principal característica que diferencia al consumo de masas tal y como lo conocemos hoy del
consumo tradicional en otras épocas de la historia es el objetivo que motiva a las personas a consumir.
Si antes se consumía para cubrir necesidades básicas (comprar comida, ropa…), actualmente la mayor
parte de la actividad consumista tiene como objetivo satisfacer los deseos de los consumidores, que
consideran necesarios los bienes que demandan.

Uno de los rasgos del sistema económico y del consumo actual es que crea necesidades artificiales.
Mediante la constante publicidad y otras técnicas, convencen y atrapan a las personas en el círculo
vicioso del consumo, del que es muy complicado salir una vez se ha entrado.

Una vez dentro del ‘circo del consumo’, un sinfín de productos, anuncios, ofertas y posibilidades se
aparecen ante los ojos del individuo, que, abrumado por todas esas luces, sonidos e imágenes, se siente
incapaz de evitar comprar alguno de los productos que tiene ante él. Muchas veces incluso, la falsa
necesidad se crea segundos después de ver por primera vez un producto. Verlo en el escaparate de la
tienda y darse cuenta de que es indispensable para poder seguir caminando por la calle. ¡¿Cómo he
podido vivir sin esto?! Pocas semanas después, el objeto en cuestión estará olvidado en algún baúl, o
quizás estropeado y tirado a la basura.

En definitiva, el fenómeno del consumismo depende cada vez más del deseo que de la necesidad.

Pero el consumo actual no sólo tiene como objetivo cubrir necesidades o satisfacer deseos, además
sirve para distinguir a las personas entre sí, evidenciando aun más el sistema de clases sociales que
forma nuestra sociedad hoy en día.

Como hemos comentado, para consumir sólo es preciso una cosa: tener dinero. A partir de ahí, todo
depende de la cantidad de dinero de que se disponga. A más dinero, más productos. O, también, a más
dinero, productos más caros.

Cuanto más caro es un producto menos gente lo puede poseer. Esta regla básica explica el sistema de
clases. No es lo mismo una falda de la tienda del barrio que un vestido de Chanel, por lo tanto, no es
igual la mujer que lleva esa falda a la que viste el vestido. Son dos mujeres diferentes. Diferentes
socialmente.

Pero aunque es la vestimenta el rasgo que las diferencia exteriormente, en realidad el factor diferencial
es el dinero. La cantidad de dinero. Aunque eso no se puede ver ni saber con certeza, se puede deducir,
entre otras cosas, por la manera en que visten.

Precisamente por eso la mujer que tiene más cantidad de dinero decidió no comprar la falda de la tienda
de barrio (aunque podía hacerlo). Si hubiera comprado esa sencilla falda y la hubiera llevado puesta por
la calle, nadie podría haber sabido cuánto dinero tiene en realidad. Para mostrar en qué estrato social se
encuentra, gracias a su dinero, la mujer con posibilidades compró el vestido de Chanel. Y así, cuando
pasea por la calle, no hay dudas sobre su posición. Todos pueden ver que ella es diferente a los demás.
Es más que los demás.

Con la expansión del consumo por distintos escalones sociales, esta realidad ejemplificada con la falda y
el vestido se observa también a niveles de mucha menos opulencia y riqueza. En la misma clase media
de la sociedad (incluso en algunos sectores de la clase baja) ya observamos los mismos
comportamientos entre personas que, aunque son social y económicamente parecidos, pretenden
diferenciarse a través de los productos que consumen.

Así, el joven de barrio que tiene una moto más grande es mejor que el que la tiene más pequeña, o el
que puede llevar pantalones de Levi’s es más que el que lleva un pantalón de chándal. También es mejor
tener el último modelo de gafas de sol, y llevar un teléfono móvil de gran tamaño.

Así pues, una de las funciones del consumo es proporcionar al individuo formas de distinguirse de otros
grupos de distinto nivel social. Las empresas y las marcas lo saben, y ofertan sus productos como
exclusivos, punteros e inigualables. Ante esos astutos anuncios publicitarios, es fácil rendirse a la
tentación de ser la chica o el chico más exclusivo, puntero e inigualable del barrio.

Lo curioso es que, en el afán de distinguirse de los demás mediante la compra de objetos y productos
aparentemente únicos, las personas, en esta sociedad actual, caen en la paradójica situación de que
cada vez son más parecidas entre sí.
Con el consumo de masas desenfrenado se avanza hacia una progresiva pérdida de identidad personal,
ya que los ciudadanos (que en realidad ya no son ‘personas’, sino ‘consumidores’) responden ante
modelos de consumo idealizados mediante las efectivas técnicas de marketing. Es decir, hay un gran
número de personas que consumen sintiéndose especiales y que realmente forman parte de un mismo
grupo social, en el que todos los individuos tienen un comportamiento y una cultura similar.

El consumidor de clase media español tiene los mismos hábitos que el consumidor de clase media
italiano, y ambos se parecen cada vez más a sus semejantes brasileños, coreanos o saudíes. Todos ellos
consumen las mismas marcas de ropa, escuchan las canciones de los mismos ídolos juveniles, llevan en
las orejas los mismos cascos de música, utilizan los mismos teléfonos móviles y ven las mismas películas
en el cine.

La globalización cultural puede considerarse en realidad una occidentalización. Aun sumido en crisis
económicas, políticas y sociales, Occidente sigue siendo el centro del mundo, muy especialmente en lo
que a cultura y consumo se refiere. Es en Occidente donde nacen las marcas y las empresas que venden
sus productos alrededor del mundo.
Regresando a la homogeneización que fomenta el hecho de consumir masivamente, hay que añadir otro
apunte interesante: el consumo connota socialización. En la medida que un individuo se reconoce con
determinadas marcas, se reconoce con los otros consumidores de esas marcas y se distingue de otros
que no son como él.

El cliente de una marca de gafas de sol tenderá a encontrar más afinidad con las personas que lleven
esas gafas, ya que el consumo forma parte de la cultura, y en esta sociedad actual todos aquellos que
son iguales en sus hábitos de consumo pueden considerarse también iguales en su cultura. Así pues, se
crean culturas nuevas a raíz de los productos que se consumen (principalmente por el tipo de prendas
que se visten o el tipo de música que se escucha).

Por otra parte, el consumo, además de atender a necesidades básicas, atiende a lo aspiracional. Las
personas quieren ser algo más. Y eso no se consigue usando siempre los mismos pantalones ni teniendo
siempre el mismo televisor. Siempre existe la posibilidad de hacerse con un producto nuevo y mejor, y,
como existe la posibilidad, existe también el deseo.

La sociedad se expresa a través del consumo. Como ya hemos dicho no basta con cubrir una necesidad.
Actualmente con el consumo se deben conseguir otro tipo de beneficios, como el reconocimiento en un
grupo social.

Si se tiene sed, se puede consumir agua, pero hay muchas más opciones que el agua para cubrir esa
necesidad. El mercado te ofrece cientos de bebidas y refrescos. Aunque son mucho más caros que el
agua, ésta se torna un bien demasiado simple y sencillo como para consumirlo en público. Es mejor
comprar una lata de un refresco que transmita a los demás lo activo, joven y moderno que uno es. El
agua no transmite ningún valor. Las bebidas comerciales sí.

Así, hemos llegado a convertirnos en una sociedad materialista, consumista y muy competitiva. La
competitividad tiene su reflejo también en el consumo, ya que el hecho de comprar cada año un
teléfono móvil o un bolso nuevos no responde a una necesidad real, sino a un deseo de ser mejor (o
aparentarlo) en este mundo en el que vivimos. Aquel que sólo tiene un abrigo, o que vive en un piso
pudiendo vivir en un chalet, es considerado como un perdedor.
Porque es mucho mejor tener un armario lleno de abrigos y chaquetas para poder llevar uno distinto
cada día. Es mejor tener dos coches que uno. Es mejor cambiar el teléfono por el último modelo, que
vivir siempre con el mismo móvil. Es mejor volver con bolsas del centro comercial, que volver con las
manos vacías. Es mejor tener muchas cosas que tener tan sólo las suficientes.

El que no consume no está disfrutando la vida al completo porque, hoy en día, vivir es consumir.

jodace
7 junio, 2020, 21:07
El cliente de una marca de gafas de sol tenderá a encontrar más afinidad con las personas que lleven
esas gafas, ya que el consumo forma parte de la cultura, y en esta sociedad actual todos aquellos que
son iguales en sus hábitos de consumo pueden considerarse también iguales en su cultura. Así pues, se
crean culturas nuevas a raíz de los productos que se consumen (principalmente por el tipo de prendas
que se visten o el tipo de música que se escucha).

jojojodace
7 junio, 2020, 21:09
Comments are closed.

Para poder comentar este artículo necesitas estar suscrito.

Suscríbete Inicia sesión

El Orden Mundial – EOM


El Orden Mundial es el principal medio de análisis internacional divulgativo en español. Aquí encontrarás
los temas más relevantes para comprender mejor las relaciones internacionales actuales, la geopolítica
o retos como el cambio climático a través de artículos, mapas e infografías. Creemos que los asuntos
internacionales pueden contarse de forma entretenida, didáctica y sencilla. Todo ello es posible gracias
a nuestros suscriptores, que permiten que seamos un medio independiente.

Quiénes somos
Preguntas frecuentes
Contáctanos
Recibe nuestro boletín semanal

Apúntame
Colaboradores

2022, El Orden Mundial en el Siglo XXI. Creative Commons BY-NC-ND · Privacidad · Cambiar
configuración de publicidad

-Publicidad-

También podría gustarte