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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE HONDURAS

Facultad de Humanidades y Arte


I PAC 2022
Trabajo: El Klesmer
Asignatura: Música del mundo
Sección: 1300
Grupo # 2

1. Breyli Adoni Rodríguez Fonseca # de Cuenta: 20211022312.


2. Dariela Velásquez # de Cuenta: 20221004026.
3. Jennifer Andino Ávila # de Cuenta: 20111010728.
4. Obed Eduardo Sánchez Montes # de Cuenta: 20161032623.
5. Ovilzon Abimael Alvarado Navarro # de Cuenta: 20211021163

Tegucigalpa M.D.C 13 de marzo del 2022


El Klezmer, género musical cargado de historia
La música es el lenguaje universal por excelencia.
Personas de distintas culturas, etnias, idiomas e
ideologías se conectan a través de este recurso que
mediante el sentido auditivo logra despertar
sentimientos y emociones. El klezmer, género judío
asquenazí, ha renacido durante las últimas décadas
adaptándose al mundo contemporáneo.
En el mundo coexisten distintos géneros musicales que tienen sus raíces en distintas
tierras; algunos son relativamente nuevos, otros han perdurado a través de muchos años,
en ocasiones siglos. Este último es el caso de la música judía asquenazí klezmer.
El término klezmer combina dos palabras hebreas: kli (herramienta, utensilio) y zemer
(para hacer música). Su lengua es el idish, nacida a comienzos del siglo VIII entre
Alemania, Polonia, Ucrania, Rumania, Rusia y países circundantes.

Sin embargo, fue en el siglo XX cuando se reconoció al klezmer como un género en sí


mismo. The Klezmorim fue primer grupo de “revivalismo” klezmer, y pionero en realizar
grabaciones utilizando dicho término. La música klezmer es actualmente un boom en
varias partes del mundo.

Historia
Tras la destrucción del Segundo Templo de
Jerusalén y el inicio de la diáspora, se estableció
entre los judíos un gran luto, razón por la cual
varios rabinos, haciendo uso de las indicaciones
halájicas, prohibieron los instrumentos musicales,
salvo el shofar que se emplea en las fechas de
Rosh Hashaná y Yom Kipur. En las sinagogas, la
música instrumental fue sustituida por el canto del
jazán.

Estas medidas provocaron que el uso de la música


fuese disminuyendo cada vez más en eventos públicos. Asimismo, el Holocausto fue un
acontecimiento que demolió gran parte de la cultura asquenazí. Reconocidos y
destacados músicos fueron víctimas de esta catástrofe, ocasionando que valiosas
partituras y grabaciones se perdieran para siempre.

La música klezmer clásica contaba en ocasiones con la compañía de un marshalik


(cómico) o un cantante de temas populares; posteriormente estas melodías fueron
adquiriendo matices folklóricos según el país o región, creando una relación más cercana
con el sentir y alma de las personas que la escuchaban y bailaban.
Joachim Stutchewsky, en su libro Klezmorim, señala: "La cuna de la música klezmer no
está en las cortes de los nobles, ni en los salones de los aristócratas y ricos, ni en las
aulas junto al piano y, por supuesto, tampoco lo está en las partituras". Es decir, es una
compilación de sonidos y registros de cada pueblo, cada región en que los judíos tenían
su hogar. Esto generó gran variedad de influencias y que el repertorio musical sea muy
extenso, desde canciones religiosas, melodías populares, temas en idish y hasta piezas
clásicas.

Trágicamente, la tendencia europea del klezmer ha escasa oportunidad de crecer, porque


poblaciones enteras de músicos idish y su público desaparecieron en la Shoá.

Ritmo y sonido
La música klezmer es bailable. No obstante, su
ritmo no siempre es animado y exaltado; los temas
pueden ser muy melancólicos y a la vez muy
alegres.
Los músicos que la interpretan son llamados
klezmorim, y se caracterizan por dejarse llevar por
el ritmo de la melodía, lo que significa que no
siempre se rigen por un patrón.
Durante el siglo XIX, una orquesta klezmer estaba compuesta instrumentalmente por un
violín (encargado de la melodía), un segundo violín o viola, un címbalo, un chelo y una
flauta. Sin embargo, al pasar los años esta composición ha ido cambiando. Por ejemplo,
algunos grupos incluyeron entre sus sonidos la trompeta, el piano y hasta un teclado
eléctrico.
El sonido klezmer sufrió alteraciones con la migración de muchos judíos a Estados Unidos
a partir del siglo XIX; por ello, precisar el sonido y melodía original de la música de aquella
época resulta un poco difícil para los expertos. Lo que actualmente conocemos como
klezmer es el resultado de la fusión con el jazz, adquiriendo un ritmo bohemio.

Revivalismo” klezmer
En los años 1970 se produjo un
redescubrimiento del género klezmer, y varios
personajes tuvieron trascendencia, como Giora
Feidman, The Klezmorim, Zev Feldman, Andy
Statman, y la Klezmer Conservatory Band,
gracias a su trabajo e inquietud por rescatar
esta melodía, ya casi inexistente para ese
entonces. Ello sirvió de inspiración a otros
músicos, entre ellos algunos no judíos,
motivados a probar nuevos sonidos y
melodías.
Para el llamado “segundo revivalismo”, en las
décadas de 1980 y 1990, destacaron Joel
Rubin, Budowitz, Khevrisa, Di Naye Kapelye, Yale Strom, The Chicago Klezmer
Ensemble, New Klezmer Trio y The New Orleans Klezmer All-Stars.
El resurgimiento del klezmer se difundió velozmente en Estados Unidos y Europa,
originando la formación de cuantiosos grupos orquestales multiculturales. Los músicos
judíos se integraron a esta corriente de nuevas bandas, logrando revivir poco a poco ese
valor cultural y musical casi olvidado.
A diferencia del rock y la música de influencia africana, el klezmer se baila tomándose de
las manos, en grupos o en pareja.

El legado klezmer
“Klezmer”, “klezmeruke” y “klezmeriwke” eran
términos empleados de forma despectiva hacia esos
músicos en tiempos antiguos, pero poco a a poco
lograron ganarse una buena reputación que los
llevaría a ser muy solicitados.

Los músicos judíos viajaban con sus instrumentos


por toda Europa Oriental para tocar en eventos
religiosos como la introducción de un nuevo Séfer
Torá, en la inauguración de una sinagoga, en
circuncisiones y en casamientos.

La mayoría de los músicos a principios del siglo XIX, que vivían recluidos en guetos,
aprendían a tocar de oído, trasmitiendo los temas y estilos de generación en generación
por medio de una jerga en idish denominada klezmerloshn, llena de anagramas y dobles
significados. Entre colegas constituyeron gremios, a fin de ejecutar presión ante las
autoridades.

Posteriormente, desde su resurgimiento, se han destacado tres tendencias de ritmo del


klezmer. En primer lugar, están los músicos que se presentan en los eventos festivos de
la comunidad judía; por otra parte están los tradicionalistas, que hacen uso de arreglos
antiguos y los traen a nuestros tiempos de forma actualizada. No obstante, para los
klezmorim contemporáneos, el género consiste en expresar las ideas fusionándose con
ritmos como el jazz, el pop, el rock y tendencias étnicas tales como la música india,
bhangra, árabe y céltica, entre otros. Sin duda, esta música en todas sus facetas sigue
permaneciendo junto al pueblo judío como uno de sus legados culturales más
perdurables.

La mayor colección de música klezmer


La colección más amplia de este género se
encuentra en Charlottesville, en el estado
norteamericano de Virginia, hogar de algunas de las
mejores canciones country. Christopher King,
productor discográfico y experto en restauración de
sonido, está encargado de esta colección. Él logró
rescatar más de 9000 grabaciones originales a lo
largo de siete años, algunas de las cuales se
consideraban perdidas.
A pesar de las dificultades que se presentan para la
restauración de estos viejos discos, Christopher
King considera que aplicar la tecnología digital
sobre estas reliquias no es suficiente. “Cuando alguien toma un disco de 78 revoluciones
por minuto, lo pone en el tocadiscos y coloca la aguja sobre él, la mayoría no tiene ganas
de probar y afinar el sonido, o tratar de descubrir cómo habrían sonado los músicos en el
estudio; simplemente ponen la aguja. Luego lo trasfieren a un CD y ello debería ser
suficientemente bueno, pero yo no trabajo de esa manera”.

Instrumentos musicales
El klezmer es fácilmente reconocible por sus melodías expresivas, con reminiscencias de
la voz humana, la incorporación de risas, llantos y aullidos. Este estilo asume la propia
tradición de la música jasídica y le incorpora sonidos, instrumentos y modos de interpretar
de aquellos países habitados por los judíos de la diáspora.
Se reconocen como rasgos fundamentales de esta música la expresión lírica, la fuerza de
la emoción; el ritmo llevadero; las particularidades de las escalas musicales utilizadas; la
preponderancia de tonalidades menores sobre las mayores, incluso en piezas alegres de
baile; la esbeltez de la sensación formal siendo como son piezas musicales diminutas y
perfectas. Y, por último, y por supuesto, el movimiento pulsátil, cercano al ritmo del
corazón.
Los instrumentos básicos del klezmer
contemporáneo son tres, aunque en un principio
eran instrumentos de cuerda, viento y percusión. La
música judía, a partir del siglo XIX, dio importancia
al clarinete, el acordeón y el violín, mientras que la
gitana cambiaría el clarinete por la guitarra. Esto no
quiere decir que no pudieran ser intercambiables o
ampliables al piano, el tsimbl o cimbalón
(compartido con los gitanos de Hungría), la flauta
(fue reemplazada por el clarinete), el cello y algo de percusión.
En lo que al elemento improvisado se refiere, existe tanto en el klezmer como en los
antiguos cantos litúrgicos judíos. Su convivencia con el jazz ha hecho que su expresividad
cambie acercándose a los modos de esta música.
El mejor exponente actual de la música espiritual ashkenazí es el clarinetista Guiora
Feidman, nacido en Argentina y Radicado en los EE.UU. Su colaboración más sonada ha
sido en la banda sonora de la película "La lista de Schindler" en una partitura escrita en
parte por John Williams, autor de las melodías de "El Violinista en el Tejado".
De formación erudita, Feidman comenzó a perder la visión a la vez que descubría la
riqueza del legado klezmer, lo que le hizo variar su carrera de virtuoso clásico a mago del
sonido klezmer. En sentido contrario, son varios los ejemplos de músicos clásicos cuyas
primeras melodías salen del legado judío tradicional; entre ellos, el violinista Yasha
Heifetz, el pianista Vladimir Horowitz, el cellista Emmanuel Feuerman y los más
contemporáneos Isaac Stern, Brunoslav Huberman y Efraim Zimbalist.
Mayores exponentes de la música Klezmer
Los primeros años del siglo XX vieron un boom en otra área del entretenimiento y
consumo: las grabaciones.
El Klezmer se volvió popular en esta época en Estados Unidos. La migración masiva de
judíos a los Estados Unidos entre 1880 y 1820 coincidió con el desarrollo de la tecnología
de grabación comercial. Las grabaciones hechas entre 1912 y 1940 para el público judío
han sido la mayor fuente para el actual resurgimiento klezmer. Las primeras grabaciones
en discos de 78 RPM - que encontraron los investigadores del movimiento de
resurgimiento del klezmer - estaban llenas de rayones, saltos e incluso, errores musicales,
rasgos que eran parte de su encanto.
Desde 1899 la Gramophone Company de Londres estaba haciendo grabaciones en
Europa del Este. El sello discográfico Syrena tuvo un enorme hit con sus grabaciones del
cantor Sirota y continuó grabando pequeñas agrupaciones y grandes bandas. Una de sus
primeras grabaciones es la Rumanian Belf's Orchestra, dirigida por el sonido central del
clarinete, la melodía y segundos violines, chelo y piano. Nadie sabe quién o qué tocaba
pero se cree que la banda era probablemente de Ucrania y el nombre "rumano" era un
truco de mercadeo. Otras tempranas grabaciones klezmer fueron de Abe Elenkrig con su
Hebrew Bulgarish Orchestra, esta tenía los ritmos metálicos y el estilo moldavo y del
suroeste de Ucrania.
Aunque las grabaciones se exportaban de Europa a los Estados Unidos, el nivel de
producción en los Estados Unidos era de lejos mucho más grande y había un mayor flujo
de ventas del otro lado. En los Estados Unidos, la United Hebrew Disc and Cylinder
Record Company, grababa canciones, canciones teatrales, popurrís de klezmer y
produjeron cerca de 150 discos en 3 años. Durante la Primera Guerra Mundial el influjo de
los artistas de Europa Oriental se interrumpió, por lo que los estudios de grabación
tuvieron que buscar en el talento local para sus continuar sus producciones.
Muchos judíos dejaron Europa oriental a finales del siglo XIX en búsqueda de holgura y,
después, huyendo de las persecuciones y establecerse en Estados Unidos. Estos
emigrantes: Harry Kandel (1885-1943), Abe Schwartz (1881-1963), Joseph Frankel (1885-
1953), Dave Tarras (1897-1989), Naftule Brandwein (1889-1963), Shloimke Beckerman
(1883-1974,etc. o sus descendientes: Max Epstein (1913-2000), Pete Sokolow, Michael
Alpert, etc., permitieron que el klezmer perdurara e incluso que prosperara como música
de baile y entretenimiento. “Pero la música experimentó tan profunda transformación que
se tenía una noción sesgada de cómo sonaba en el viejo país.” (Mark Slobin).11
Abe Schwartz. Un artista prolífico de Estados Unidos del
momento, violinista, pianista, arreglista, compositor y
director, quien llegó en 1899 de Bucarest. En 1917 sirvió de
director para Columbia Records y grabó 7 discos incluyendo
Tants Tants Yiddelekh (Bailen, Bailen Judíos) uno de los
primeros y muy populares hits klezmer que fue grabado por
diferentes artistas en diferentes formas a través de los años
incluyendo una versión latinoamericana. Como muchos otros klezmorim, tocaba y escribía
para el teatro yiddish y en 1920 grabó y publicó unas 35 canciones klezmer incluyendo
shers, bulgars, freylakhs y khosidls. Algunas fueron de su propia composición como A
Glezele Vayn (Una Copa de Vino), otras eran tradicionales. También grabó con una
orquesta y otros ensambles, algunos de sus mejores discos son los de Schwartz
acompañado de su hija de 12 años Sylvia al piano. Una transcripción de la canción
Lebedik un Freylekh de 1927, una tonada del Teatro Yiddish grabada por la Orquesta de
Abe Schwartz en Nueva York da una buena idea de la instrumentación popular del
klezmer del temprano siglo XX. La melodía es interpretada por la corneta, clarinete y el
violín, mientras el ritmo es logrado mediante el trombón, bombardino, banjo y percusión.
La línea de bajo es tocada en los registros más graves del piano, contrabajo y saxofón.
También era un A & R no-oficial, identificaba y presentaba a nuevos artistas al mundo de
la grabación, entre ellos a Naftule Brandwein y a Dave Tarras.
Joseph Frankel de Kiev. Educado en conservatorio y
director de banda en el ejército zarista, recorrió Estados
Unidos en 1904 dirigiendo la banda del regimiento militar
N° 14. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, estuvo
recorriendo Sudamérica con una orquesta sinfónica rusa.
Adoptó la ciudadanía estadounidense y llegó a ser director
en el ejército estadounidense. Después de la guerra grabó
para Columbia, sus catálogos reflejan sus aires de marcha
militar. Grabó canciones tradicionales y también sus
propias composiciones contemporáneas como Yiddishe
Blues (que, sin embargo, sólo tiene blues en el título).
Harry Kandel. Originario de Lemberg, asistía al
Conservatorio de Odesa, tocó en el ejército del zar y
emigró en 1905. Tocó para vodevil y en shows del salvaje
oeste de Búfalo Bill antes de trasladarse a Filadelfia para
conformar la Harry Kandel’s Famous Inlet Orchestra que
tocaba música americana común y corriente. En 1917 firmó
con Victor12 y en el mismo año, la respuesta de este sello
Victor al éxito de Tants Tants Yiddelekh fue persuadir a
Kandel a que grabara algo de klezmer y estrenaron A
Freylakh fun der Khupe y Odessa Bulgarish. De acuerdo
con Sapoznik•,13 la orquesta de Kandel, de dos cornos,
cuatro violines, flauta, viola, trombón, tuba, piano y
clarinete, resonó y Victor obtuvo un enorme éxito.

Shloimke Beckerman (1889-1974) tocaba en un estilo


decoroso y con un ritmo pulsátil, mientras Itzikel
Kramtweiss, (fecha desconocida), clarinetista del circuito
de Filadelfia en los tardíos años 20, tocaba en Si Bemol
con un característico sonido agudo y nasal.
Otros klezmorim particularmente famosos, que grabaron,
fueron dos clarinetistas emigrantes: Naftule Brandwein y
Dave Tarras, probablemente los músicos más famosos de este período. Desarrollaron
estilos virtuosos únicos que han influido a todos los intérpretes subsecuentes, sus talantes
musicales, eran diferentes, pero simultáneamente, aceptados de igual manera, por los
amantes de la música.
Naftule Brandwein, aunque no podía leer partitura, era
admirado por su interpretación enérgica y exuberante.
Sus dotes en la improvisación eran pulidas y elocuentes.
Era excéntrico en su música y en su persona. Brandwein
parece ser el ‘muchacho salvaje’ del klezmer –vino,
mujeres y la mafia judía- es uno de los grandes
clarinetistas del momento. Henry Sapoznik entrevistó a
las personas que aún recordaban sus proezas después
de 40 años. Brandwein usaba un disfraz de luces del Tío
Sam, que una vez, casi lo electrocuta; tocaba dando la
espalda a la audiencia para ocultar sus trucos digitales,
vestía un anuncio de neón de su orquesta alrededor de
su cuello, soltaba sus pantalones cuando tocaba en
fiestas, tocaba para la mafia –las historias siguen y
siguen- y era un intérprete genial. Nació en Galitizia, dentro de una familia de músicos,
tocaba originalmente el corno con los músicos locales polacos y gitanos. Se cambió
después al clarinete, y llegó a Nueva York en 1908, se promovía a sí mismo, como el Rey
de la Música Judía y tocó en las primeras grabaciones con Abe Schwartz. Para 1922
había cambiado de sello disquero, pasándose de Columbia a Victor y dirigiendo su propia
orquesta.
Dave Tarras es otro gran clarinetista de inicios del siglo
XX. De Ternivka, Ucrania, creció tocando en la orquesta
familiar, recibió educación musical formal y fue otro
recluta del ejército zarista. Llegó a Nueva York en 1921,
primero tocaba en bodas pero después obtuvo su gran
oportunidad reemplazando a Brandwein en las bandas
de Chernaivsky. Se presentó y grabó prolíficamente
durante muchos años, con muchos artistas klezmer y
yiddish. Era famoso debido a su estilo musical grácil y refinado, su educación musical fue
esmerada y era capaz de interpretar múltiples géneros. Menos tradicional que Brandwein,
su música refleja influencias de Besarabia y fue responsable de la popularización de los
bulgars durante los años 1920 y los años 1930.
Mientras el klezmer estaba siendo influido por la cultura americana y sus interpretaciones
tradicionales pudieron haber declinado; ocurría lo contrario en el caso de la música
norteamericana. Ciertos compositores judíos que tuvieron un éxito dentro de la cultura
dominante, como Leonard Bernstein y Aaron Copland, siguieron siendo influidos por el
idioma musical klezmer oído durante su juventud (como Gustav Mahler). Muchos
consideran que Gershwin que el yiddish de su juventud sí le influenció, y que la apertura
de “Rapsody in Blue” fue un saludo al clarinete klezmer.17Y, buena parte del estilo en el
clarinete de Benny Goodman, se puede interpretar como derivado del género. Muchas de
las melodías de Benny Goodman aunque no precisamente klezmer, tenían cierto toque
sonoro distintivo. Años después su trompetista llevó música folclórica judía a la banda,18
Simultáneamente, compositores no judíos, se estaban interesando en el klezmer, en
búsqueda de una fuente prolífica de material temático fascinante. Dmitri Shostakovich, en
particular, admiraba la música klezmer por abarcar y adoptar tanto el éxtasis y la
desesperación de la vida humana y ‘citó’ varias melodías en sus obras maestras de
cámara, el Quinteto para Piano en Sol menor. op. 57. (1940), el Trío para piano N.º 2 en
Si menor, op. 67. (1944), y el Cuarteto de cuerdas N.º 8 en Do menor, op. 110. (1960).

Bibliografías:

https://sonidosclandestinos.blogspot.com/2008/06/klezmer.html
https://www.nmidigital.com/klezmer-genero-musical-cargado-de-historia/

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