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Observación e innovación sobre la práctica en el aula de educación infantil: Grupo U

Prof.: Pilar Sanz Cervera


Curso 2021-2022

SESIÓN 1.
DESCUBRIENDO LA DISCIPLINA POSITIVA

1) ¿Qué es la disciplina positiva (DP)?

2) Principales propulsores de la DP.

3) Lo que los niños/as realmente necesitan:


las cuatro necesidades básicas de la infancia.

4) Los 5 criterios principales de la DP.

5) Conceptos clave que se trabajan con DP.

6) ¿Qué aprenden los niños/as con DP?


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Observación e innovación sobre la práctica en el aula de educación infantil: Grupo U
Prof.: Pilar Sanz Cervera
Curso 2021-2022

1) ¿Qué es la disciplina positiva (DP)?


La DP es un enfoque educativo que se basa en la enseñanza de valiosas
habilidades sociales y de vida.
Jane Nelsen, una de sus principales propulsoras en la actualidad, nos plantea la
siguiente cuestión para entender las bases de la DP:
“¿De dónde sacamos la loca idea de que,
para motivar a los niños a mejorar primero tenemos que hacerles sentirse mal?
Los niños se portan bien cuando se sienten bien”.
Y es que, como afirma Rudolf Dreikurs:
“Un niño necesita aliento, así como una planta necesita agua”.

2) Principales propulsores de la DP
El enfoque de la DP se basa en el trabajo de dos psiquiatras vieneses, Alfred
Adler (1870-1937), y su colega y discípulo Rudolf Dreikurs (1897-1972).
Adler fue contemporáneo de Sigmund Freud; ambos vivieron y trabajaron en
Viena al mismo tiempo. No obstante, poseían concepciones distintas. Mientras
Freud creía que la clave del comportamiento humano era interna, generalmente
el resultado de motivaciones e impulsos sexuales vagos, Adler creía que éramos
seres sociales que adquiríamos nuestros “estilos” de vida a través de las
creencias que formamos sobre cómo encontrar pertenencia e importancia en
nuestros círculos sociales.
La teoría de Adler fue influenciada por sus primeros años de vida, en un barrio
pobre de una Viena socialmente estratificada, por sus pacientes indigentes y por
sus experiencias traumáticas como psiquiatra del ejército austriaco durante la
Primera Guerra Mundial. Adler era un observador entusiasta del comportamiento
humano y desarrolló la creencia de que, con el fin de lograr un sentido de
plenitud, las personas necesitaban igualdad, respeto y dignidad. Creía que las
habilidades de relación social se podían aprender y enseñar, y fundó las
primeras “clínicas de orientación infantil” que se conocieron.
Adler sostenía que el comportamiento humano es motivado por un deseo de
pertenencia, importancia, conexión y valía, lo cual es influenciado por las
primeras decisiones que formamos de nosotros mismos, de los demás y del
mundo que nos rodea. Él teorizó que el comportamiento humano tiene un
propósito, y que incluso el “mal comportamiento” tiene un propósito que
podemos entender. Si bien hizo sus observaciones hace más de 100 años, la
neurociencia moderna apoya las teorías de Adler, ya que estudios recientes
demuestran que los niños están “programados” innatamente para buscar
conexiones con los demás y que los niños que experimentan una sensación de

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conexión con sus familias, escuelas y comunidades, tienden a comportarse


mejor.
Hoy en día, Jane Nelsen y Lynn Lott, junto con muchos otras colegas, han
adaptado, agregado y ampliado las ideas de Adler y Dreikurs para implementar
la DP tanto en el aula como en el hogar.

3) Lo que los niños/as realmente necesitan…


Las cuatro necesidades básicas de la infancia
Existe una diferencia importante entre lo que los niños quieren y lo que
necesitan. Las cuatro necesidades básicas de la infancia consisten en adquirir:
1. Un sentido de pertenencia e importancia.
2. Poder personal y autonomía.
3. Habilidades sociales y de vida.
4. Disciplina que enseñe, que sea amable y firme al mismo tiempo.

4) Los 5 criterios principales de la DP


1. Crear un sentido de conexión (pertenencia e importancia).
Todos nacemos con la necesidad de pertenecer y de contribuir. Todos los
días poseemos muchas oportunidades para que los niños contribuyan de
manera real y valiosa en las aulas. Invitarlos a ayudar no solo ayuda a
construir su sentido de pertenencia y contribución, sino que también mejora la
cooperación, la empatía y la resiliencia. Los adultos a menudo estamos
tentados a hacer cosas en nombre de la conveniencia y la eficiencia.
Teniendo en cuenta la necesidad de contribución, en cambio, debemos evitar
hacer por un niño pequeño lo que puede hacer por sí mismo.

2. Invitar a los niños a descubrir sus capacidades (fomenta el uso


constructivo, el poder personal y la autonomía).

3. Enseñar valiosas habilidades sociales y de vida para un buen carácter


(respeto, preocupación por los demás, solución de problemas, cooperación,
contribución).

4. Ser amables y firmes al mismo tiempo (respetuoso y alentador).


Los adultos con frecuencia somos “agradables” o “amables” con los niños (lo
que generalmente se ve como permisividad) o somos duros y punitivos. A
veces, vacilamos entre ambos extremos. La investigación, en cambio,
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demuestra que el enfoque más efectivo para la crianza es el que equilibra el


respeto y la conexión (amabilidad) con firmeza (límites razonables).

5. Es efectivo a largo plazo (el castigo y los premios pueden “funcionar” en


el corto plazo, pero tienen resultados negativos en el largo plazo).
Con demasiada frecuencia, la vida con niños se basa en luchas de poder y
retos de la vida cotidiana: comer, compartir, desafiar, pegar, golpear,
morder… son muchas las cosas que nos enfrentan con los niños. La DP, en
vez de poner el foco en tratar de erradicar estos enfrentamientos, se basa en
buscar soluciones respetuosas que tengan en cuenta las habilidades que nos
gustaría que los niños desarrollasen en el largo plazo.
El castigo y las recompensas, el enfoque con el que nos hemos criado la
mayoría de los adultos, dependen de que una autoridad externa observe el
comportamiento e infrinja unas “consecuencias” (castigo mal disfrazado) al
agresor, u ofrezca un incentivo o soborno para hacer lo que el observador
quiere. Esto conduce a un locus de control externo, comportamiento que
depende de la reacción de una autoridad externa.
La DP ayuda a los niños a desarrollar un locus de control interno, esto es, la
capacidad de hacer lo correcto con independencia de si alguien está presente
para ofrecer un castigo o recompensa.

5) Conceptos clave que se trabajan con DP.


✓ Conexión antes que corrección. Crear un vínculo de apego seguro con
cada niño del aula es la base. La conexión se establece cuando los adultos
somos capaces de ponernos al nivel de los niños, ser empáticos con sus
sentimientos, nos comunicamos con respeto y demostramos fe en su
capacidad para aprender y crecer. La conexión siempre es lo primero en las
relaciones humanas.
✓ Respeto mutuo y dignidad. La DP parte de que todas las personas,
independientemente de su edad o posición en la vida, tienen el mismo
derecho al respeto y la dignidad. Esto no significa que los niños tengan los
mismos derechos que los adultos, pero sí significa que tienen derecho a ser
tratados con la misma dignidad. Avergonzar o humillar a un niño nunca nos
permitirá ganar nuestra confianza o cooperación. La enseñanza respetuosa
construye una conexión fuerte y mantiene la dignidad y el respeto por
adultos y niños.
✓ Comprender el mundo del niño (entender la creencia detrás del
comportamiento). Los niños pasan por diferentes etapas de desarrollo que
debemos conocer. Cuando entendemos el modo en que perciben el mundo,
podemos elegir mejores respuestas a su comportamiento. Según Dreikurs:
“un niño que se porta mal es un niño desalentado”.

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✓ Comunicación efectiva. Los adultos debemos escuchar de manera activa y


reflexiva. Los niños no nacen con palabras para expresar sus sentimientos.
Las rabietas generalmente ocurren porque el niño se siente abrumado por
oleadas de emociones y no tiene manera de expresarlas. Cuanto más
incorporemos el lenguaje de los sentimientos (y los validemos), más fácil les
resultará a los niños usar palabras (en lugar de acciones) para expresar sus
sentimientos.
✓ Realizar preguntas de curiosidad en lugar de dar órdenes. Puede
parecer contradictorio, pero es más efectivo preguntar a los niños que darles
órdenes e instrucciones. A los adultos no nos gusta que nos den órdenes y a
los niños tampoco. Ordenar invita a la resistencia o a la sumisión. Hacer
preguntas que comienzan con “qué” y “cómo” invitan al pensamiento crítico,
a aprendizaje y a una mayor cooperación. Los niños están más motivados a
seguir adelante cuando encuentran una solución que han ayudado a
descubrir, tan solo hay que realizar cambios en nuestro vocabulario.
✓ Ofrecer aliento en vez de elogiar. La mayoría de los adultos cree que
elogiar a los niños por sus logros es un incentivo eficaz para un mejor
comportamiento. La investigación, en cambio, muestra que los elogios en
realidad pueden ser desalentadores en el largo plazo. El elogio es como los
dulces, un poco puede ser un buen regalo, pero demasiado puede ser poco
saludable. Generalmente, se elogia un niño solo cuando ha cumplido las
expectativas de un adulto, lo que conlleva el desarrollo de un locus de
control externo; mientras que el aliento ayuda a desarrollar un locus de
control interno.
✓ Enfocarse en las soluciones en lugar de castigar. Los niños tienen una
enorme energía creativa y una gran cantidad de ingenio cuando se les
ofrece la oportunidad de participar en la búsqueda de soluciones. La culpa
derivada del castigo nunca resuelve los problemas. Al igual que con los
elogios, el castigo conduce a un locus de control externo al derivar en un
comportamiento que depende de la reacción de una autoridad externa;
mientras que la búsqueda interna de soluciones ayuda a desarrollar un locus
de control interno.
✓ Crear rutinas juntos. El cerebro de un niño se conecta a sí mismo a través
de la coherencia y la repetición. Crear rutinas facilita el aprendizaje y el
movimiento, además de ayudar a anticipar y prepararse para lo que venga a
continuación.
✓ Ofrecer opciones limitadas. Tener opciones les da a los niños una
sensación de poder: tener el poder de elegir entre alguna de las
posibilidades. Tener opciones también da lugar al uso de las habilidades de
pensamiento del niño al contemplar qué hacer.
✓ Proporcionar oportunidades para que los niños nos ayuden. El hecho
de solicitar su ayuda para realizar diferentes tareas refuerza su sentido de
contribución y autonomía.

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✓ Considerar los errores como maravillosas oportunidades para


aprender. La DP considera que el aprendizaje requiere de práctica y que
cometer errores mientras practicamos diferentes tipos de habilidades
favorece el desarrollo de la autonomía.

6) ¿Qué aprenden los niños/as con DP?


Mediante el enfoque de DP, los niños aprenden una gran cantidad de
habilidades que les permite potenciar su autonomía y valía personal, además de
aprender a interactuar de manera respetuosa con los demás. A continuación, se
incluyen algunas de estas habilidades significativas que un niño adquiere
mediante la DP.
✓ Soy capaz.
✓ Puedo contribuir de manera significativa y soy genuinamente necesario/a.
✓ Puedo influir en lo que me sucede en la vida.
✓ Tengo la capacidad de comprender mis emociones, usar ese
conocimiento para desarrollar autodisciplina, autorregulación y aprender
de mis experiencias.
✓ Tengo la capacidad de trabajar con otros y desarrollar amistades a través
de la comunicación, la cooperación, la negociación, el intercambio, la
empatía y la escucha.
✓ Tengo la capacidad de responder a los límites y las consecuencias de la
vida cotidiana con responsabilidad, adaptabilidad, flexibilidad e integridad.
✓ Tengo la capacidad de pensar con sabiduría y evaluar situaciones de
acuerdo con los valores.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Nelsen, J., Erwin, C., y Duffy, R. A. (2018). Disciplina positiva para preescolares.
Sus primeros años; criando niños responsables, respetuosos y
competentes (3ª ed.) México: Editorial Rondine.
Nelsen, J., Erwin, C., y Foster, S. (2018). Disciplina positiva para educadores de
la primera infancia. Habilidades y conceptos de Disciplina Positiva para
aquellos que aman y trabajan con niños. Positive Discipline Association.

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