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UNIVERSIDAD POPULAR AUTÓNOMA DEL ESTADO DE PUEBLA

CAMPUS TEHUACÁN

LA INCLUSIÓN UNA COMPETENCIA DEL SIGLO XXI

Presenta:

L.A.E GRACIELA DE LA ROSA RAMIREZ

ASESOR:

DR. HÉCTOR MANUEL KERWANT ZEPEDA

Tehuacán, Pue., a 22 de Julio de 2021


La Inclusión una Competencia del Siglo XXI

Introducción

La educación en México en materia de inclusión va caminando a


pasos agigantados, ante los constantes cambios que en materia de educación
inclusiva se van estableciendo a nivel mundial; es un tema del que se habla
mucho en todo tipo de esferas, pero que aterriza en muchos de los casos manera
improvisada en los centros educativos.

Las naciones unidas Comentario General Nº 4(2016) menciona que,


“La inclusión educativa ha de ser entendida como: un derecho humano
fundamental para todos los estudiantes (en particular, la educación es un derecho
del que aprende, y no, en el caso de los niños, el derecho de un padre o un
cuidador), un principio que valora el bienestar de todos los estudiantes y un medio
de realización de otros derechos humanos.”

En este sentido también es importante mencionar que la Agenda


Mundial 2030 para el Desarrollo Sostenible Considera la equidad y la inclusión
educativa como centro del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4, el cual
busca “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover
oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todas y todos”.
México está llevando a cabo unos primeros avances en la
implementación de la Agenda 2030: desde diciembre de 2019, se cuenta con una
estrategia nacional para alcanzar los objetivos fijados.

En la declaración de Hincheon, (2015) se menciona que, “la


inclusión y la equidad en la educación y a través de ella son la piedra angular de
una agenda de la educación transformadora, y por consiguiente nos
comprometemos a hacer frente a todas las formas de exclusión y marginación, las
disparidades y las desigualdades en el acceso, la participación y los resultados de
aprendizaje. Ninguna meta educativa debería considerarse lograda a menos que
se haya logrado para todos. Por lo tanto, nos comprometemos a realizar los

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cambios necesarios en las políticas de educación y a centrar nuestros esfuerzos


en los más desfavorecidos, especialmente aquellos con discapacidad, para velar
por que nadie se quede atrás”.

Ante la aceleración del cambio social que se está produciendo en la


actualidad, se plantean nuevos retos a los sistemas educativos en todo el mundo
y, en consecuencia, la transformación de los procedimientos de enseñanza-
aprendizaje en los centros para que la respuesta educativa llegue a todos los
alumnos. Estos sistemas son cambiantes y aparece la necesidad de ofrecer una
educación de calidad a todos los alumnos, incluidos aquellos que presentan
alguna necesidad de apoyo educativo.

La presente investigación tiene como finalidad conocer los conceptos


de inclusión, educación inclusiva; y el papel que desempeña el docente en la
intervención educativa; en este sentido el docente debe conocer cómo aplicar este
apoyo en el aula, a través de las competencias necesarias, estrategias puntuales
y de qué manera como persona tendrá que hacer un ajuste a sus valores para con
los educandos.

Esto obliga a las escuelas a promover competencias del siglo XXI,


dentro de las ocho más importantes se encuentran las competencias Sociales y
Cívicas, que cuenta con cuatro diferentes esferas y una de las esferas de esta
competencia es la educación inclusiva. Una competencia que garantice el
derecho de todos los niños y jóvenes a recibir una educación de calidad basada
en los principios de igualdad, equidad y justicia social.

Datos Estadísticos

Es necesario hacer una revisión de los datos que se muestran en la


Estrategia Nacional de Educación Inclusiva; en cuanto a las desigualdades en la
cobertura educativa, donde se hace mención, que el sistema educativo ha

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La Inclusión una Competencia del Siglo XXI

alcanzado niveles de cobertura altos en la educación básica, sin embargo todavía


le resta un largo trecho por recorrer para garantizar condiciones de acceso,
permanencia, participación y logro de los aprendizajes de los alumnos.

Los siguientes datos reflejan las condiciones de desigualdad que


persisten; en el ciclo escolar 2018-2019, la educación básica ofreció formación
académica a 25.5 millones de alumnos, con el apoyo de 1.2 millones de docentes
en 233 mil 163 escuelas. La tasa de cobertura fue 94.6%, lo que indica que
existen al menos 1.5 millones de niños y adolescentes fuera de la educación
básica.

De manera más puntual, es importante analizar algunos datos que


reflejan la desigualdad de oportunidades que existe en el sistema educativo de
acuerdo a la condición de vulnerabilidad de las niñas, niños, adolescentes y
jóvenes:
• Más de 2.8 millones de estudiantes de 3 a 17 años se encuentran en rezago
educativo.
• Más de 19.5 millones de estudiantes se encuentran en situación de pobreza y
más de 3.9 millones en condición de pobreza extrema.
• Más de 841 mil personas en edad escolar trabajan y no asisten a la escuela.
• Más de 270 mil niñas, niños y adolescentes jornaleros agrícolas no van a la
escuela.
• El 21.3% de la población de 3 a 17 años hablantes de lengua indígena no asisten
a la escuela.
• El 24.7% de la población de 3 a 17 años con discapacidad no asiste a la escuela.
El 31.47% de la población en edad escolar con discapacidad y hablante de lengua
indígena no asiste a la escuela.
• El 2.6% de la población nacida en otros países residente en México, no tiene
ninguna escolaridad o sólo primaria incompleta. (Estrategia nacional de educación
inclusiva, SEP.2019, pp 27-31)

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El impacto que esto trae consigo, es que aun considerando que se


ha alcanzado una alta cobertura a nivel nacional, es de cuestionarse, ¿Qué
porcentaje de estos educandos están inmersos en una educación inclusiva?, para
dar respuesta a esta pregunta será necesario definirla.

Desarrollo
Es por tanto que daremos inicio a la investigación estableciendo las
diferencias entre la integración educativa y educación inclusiva, debido que en
ocasiones se piensa que se está hablando de las mismas definiciones; pero antes
debemos definir el significado de la palabra inclusión: Del lat. inclusio, -
ōnis.. f. Acción y efecto de incluir.. f. p.
us. Conexión o amistad de alguien con otra persona. (Real Academia Española,
s.f., definición 1 y 3).

La distinción entre la integración educativa y la educación inclusiva


se complica conceptualmente porque, mientras la integración busca ofrecer al
alumno apoyos en su sistema familiar (orientación familiar, escuela para padres),
en el sistema escolar (mejor preparación de los docentes, eliminación de barreras
físicas y actitudinales) y en el sistema personal (adecuaciones de acceso y
curriculares), en la inclusión se da apoyo en los dos primeros sistemas y puede no
proporcionarse en el sistema personal .(García Cedillo, 2018)

Y se puede observar aun en estos días el significado del término


“educación inclusiva” o “inclusión educativa” continúa siendo confuso. En algunos
países, se piensa en la inclusión como una modalidad de tratamiento de niños con
discapacidad dentro de un marco general de educación. A escala internacional, sin
embargo, el término es visto de manera más amplia como una reforma que acoge
y apoya la diversidad entre todos los alumnos.

El concepto de inclusión educativa ha seguido también un proceso


de redefiniciones progresivas. Su marca principal es un altísimo valor positivo que

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lo hace indiscutible. Con un significado más preciso en un comienzo, fue luego


ampliando también su alcance.
En otros estudios como lo menciona Arnaiz Sánchez, (2012). “La
inclusión entendida como participación centra su interés en que los alumnos estén
escolarizados en las escuelas ordinarias, participen en la vida de las mismas,
tengan un proceso de enseñanza-aprendizaje acorde a sus características y cuál
debería ser el resultado de dicho aprendizaje.”(p, 30)

El concepto de inclusión cada vez adquiere mayor prominencia tanto


en el ámbito académico como en el debate público; sin embargo, no siempre
quedan claros su significado, implicaciones y alcances. Existen cuatro acepciones
principales:
1. Inclusión como escolarización de educandos con discapacidad.
2. Inclusión como respuesta a los problemas de conducta.
3. Inclusión como atención a los grupos en mayor riesgo de exclusión como
indígenas, migrantes o comunidades rurales aisladas.
4. Inclusión como desarrollo de una escuela común, no selectiva, organizada para
acoger la diversidad y asegurar el logro educativo de todas las personas.

Las tres primeras acepciones tienen en común que refieren la


atención a colectivos específicos y su incorporación a los centros escolares
generales o “regulares”. El foco está puesto en los colectivos a integrar.

La cuarta acepción, en cambio, defiende el replanteamiento de la


función de la escuela para dar cabida a todo educando, independientemente de
sus características o condiciones personales. Se sustenta en el reconocimiento de
la igual dignidad y derechos de todas las personas, el respeto a las diferencias, la
valoración de cada uno de los estudiantes, la transformación de las políticas, las
culturas y las prácticas que inhiben la adecuada atención a la diversidad de
necesidades de los educandos y su participación, el combate a cualquier forma de
discriminación, el compromiso con el éxito escolar de los estudiantes y el énfasis

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en aquellos que enfrentan mayores desventajas sociales. Esta acepción permite


hablar, ya no sólo de inclusión, sino de educación inclusiva. (ENEI, SEP.2019, pp
16-17)

Como hemos citado anteriormente definir a la inclusión no resulta


una tarea fácil, se pueden encontrar diferentes respuestas, en este sentido
“nunca hay buen viento para el navegante que no sabe a dónde va”. Por lo cual
será necesario establecer elementos con los responsables educativos para
desarrollar una definición de inclusión ya que en cada sistema o centro educativo
es único, por lo que será necesario tomar en cuenta las circunstancias locales, la
cultura y la historia.

Como lo menciona Echeita y Ainscow (2011) se presentan cuatro


elementos que sirva de bases a los que intentan examinar su propia definición
funcional al respecto, sean estos, ahora, responsables de las administraciones,
directivos de centros escolares, supervisores o profesores o profesoras en el
contexto de su acción docente cotidiana.

La inclusión es un proceso. Es decir, la inclusión ha de ser vista


como una búsqueda constante de mejores maneras de responder a la diversidad
del alumnado. Se trata de aprender a vivir con la diferencia y a la vez de estudiar
cómo podemos sacar partido a la diferencia. En este sentido, las diferencias se
pueden apreciar de una manera más positiva y como un estímulo para fomentar el
aprendizaje entre niños y adultos. Cuando se habla de proceso hay que asumir,
entonces, que el tiempo es un factor con el que hay que contar, que no se
implementan cambios “de la noche a la mañana” y que, mientras tanto, pueden
generarse situaciones confusas, contradicciones y “turbulencias”, factores todos
ellos que habremos de saber comprender y conducir para que generen cambios
sostenibles y no sólo frustraciones que se lleven por delante nuestros mejores
principios.

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La Inclusión una Competencia del Siglo XXI

La inclusión supone un énfasis particular en los grupos de


alumnos que pueden estar en riesgo de marginalización, exclusión o fracaso
escolar. Aquí, el término “presencia” está relacionado con el lugar donde son
educados los niños y con qué nivel de fiabilidad y puntualidad asisten a las clases.
La inclusión educativa se entiende muchas veces de forma restrictiva como un
asunto de localización, de lugares; “a qué tipo de centros acuden determinados
alumnos”, lo que impide el análisis sistémico que debemos realizar sobre el
conjunto del sistema educativo y al que antes nos referíamos. Los lugares son
importantes pero de manera interdependiente con las otras dos variables que
estamos mencionando: participación y aprendizaje. El término “participación” se
refiere a la calidad de sus experiencias mientras se encuentran en la escuela; por
lo tanto, debe incorporar los puntos de vista de los propios alumnos, sus “voces” y
la valoración de su bienestar personal y social. Por último, el término 'éxito' tiene
que ver con los resultados de “aprendizaje” en relación al currículo de cada país,
no sólo con los exámenes, o con los resultados de las evaluaciones
estandarizadas.

La inclusión precisa la identificación y la eliminación de


barreras. El concepto de barreras es nuclear a la perspectiva que se quiere
compartir en tanto que son las barreras las que impiden el ejercicio efectivo de los
derechos, en este caso, a una educación inclusiva. Genéricamente, debemos
entender como barreras, aquellas creencias y actitudes que las personas tienen
respecto a este proceso y que se concretan en las culturas, las políticas y las
prácticas escolares que individual y colectivamente tienen y aplican, y que al
interactuar con las condiciones personales, sociales o culturales de determinados
alumnos o grupos de alumnos en el marco de las políticas y los recursos
educativos existentes a nivel local, regional o nacional, generan exclusión,
marginación o fracaso escolar. Por otra parte se trata de aprovechar las diversas
evidencias con miras a estimular la creatividad a la hora de cambiar las barreras
detectadas

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La inclusión pone particular énfasis en aquellos grupos de


alumnos que podrían estar en riesgo de marginalización, exclusión, o
fracaso escolar. Esto supone asumir la responsabilidad moral de asegurarse de
que aquellos grupos que, a nivel de estadísticas, se encuentren bajo mayor riesgo
o en condiciones de mayor vulnerabilidad, sean supervisados con atención, y de
que, siempre que sea necesario, se adopten medidas para asegurar su presencia,
su participación y su éxito dentro del sistema educativo. (pp, 32-33-34)

Al tener la definición de inclusión en el centro o plantel educativo, se


debe tomar en cuenta a uno de los actores fundamentales de la inclusión
educativa, que es el docente frente a grupo, el que lleva a la práctica las
intervenciones educativas; su práctica es de suma importancia y pieza
fundamental a la hora de satisfacer las necesidades del alumnado y propiciar la
enseñanza de calidad para todos los estudiantes.

En esta línea, han sido muchos los trabajos que se han realizado en
relación con las competencias docentes, aunque todavía hoy se desconoce qué
capacidades o competencias específicas relacionadas con la atención a la
diversidad, puedan ser utilizadas como una herramienta poderosa para favorecer
la inclusión.
Fernández Batanero, J. M. (2013). Realiza una nueva aportación al
describir diez capacidades docentes fundamentales para la atención a la
diversidad del alumnado: Capacidad reflexiva, Medial, La de gestionar situaciones
diversas de aprendizaje en el aula, La de ser tutor y mentor, La de promover el
aprendizaje cooperativo y entre iguales, La capacidad de comunicarse e
interactuar, La capacidad de proporcionar un enfoque globalizador y
metacognitivo, La de enriquecer actividades de enseñanza-aprendizaje, La de
motivar e implicar con metodología activas al alumnado, La de planificar.
Las capacidades 1, 3, 6 y 8 se consideran prioritarias para el docente
que atiende la inclusión y es importante resaltar que la capacidad de autocrítica
como la más importante que debería tener un profesor.

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Sin embargo el desempeñarse como un docente con las


competencias antes expuestas, no es un camino sencillo si se quiere transitar
hacia escuelas y aulas inclusivas; sobre todo cuando se cuenta con pocos
recursos, con grupos numerosos y en ocasiones las condiciones laborales de los
docentes son igualmente difíciles, lo que crea ambientes difíciles y emociones de
desánimo; incluso con todas las condiciones anteriores favorables esta
encomienda resulta imprescindible encontrar las razones las motivaciones y las
emociones que permitan emprender y mantener el esfuerzo sostenido que se
requiere para no detener el compromiso con todo el alumnado, sin exclusiones, a
una educación de calidad.

Ante las circunstancias anteriores surgen varios cuestionamientos


tales como: ¿Qué es lo que sustenta este proceso? ¿Cuáles son los
requerimientos más importantes para no dejarse abatir por las difíciles
circunstancias en las que habitualmente se desarrolla la tarea docente cuando se
quiere incluir a todo el alumnado en un proyecto educativo inclusivo común?; no
es de sorprenderse que las condiciones más importantes, no son del dominio
técnico, ni relacionados con medios materiales, incentivos económicos o
condiciones laborales (siendo todas ellas importantes y necesarias), sino éticas y
relativas a los valores.

En este sentido es importante conocer como lo menciona Simón,


López y Urbina, Alonso y Shalock ( 2013) El análisis de “las éticas” donde se
destacan la ética de la justicia, del cuidado, de la crítica, de la profesionalidad y
de la comunidad. En esta investigación se van a puntualizar las tres primeras.

Ética de la justicia: el criterio de justicia vinculado al progreso hacia


una educación más inclusiva enfatiza, que la mejora de la educación no puede
limitarse solo a garantizar el acceso y la permanencia, sino que debe abarcar la
igualdad de oportunidades efectivas para que todos construyan aprendizajes de
calidad. La labor de una institución educativa justa se desarrolla sobre el supuesto

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La Inclusión una Competencia del Siglo XXI

de fortalecer y ampliar las capacidades, los intereses y las motivaciones de todo


su alumnado, sobre todo cuando unas u otras no existen o son limitadas.
En este sentido no solo se hace referencia a la acción individual del
profesor, sino más bien debe abarcar toda la cultura de la institución, así como de
sus estructuras, relaciones y procesos, incluyendo la dirección y liderazgo, lo que
se puede denominar la cultura moral de los centros educativos.

Ética del cuidado: en este caso, la virtud cívica sobre la que se


basa esta ética, es la de poner la dignidad y el valor intrínseco de otros seres
humanos, en el centro de nuestras preocupaciones. Se trata, como muchos han
observado, de basar las relaciones interpersonales, en el cuidado y el amor. Con
respecto a esta última hay que resaltar, tal y como plantea Humberto Maturana,
que el amor es la emoción que permite que en nuestra interacción con otro ser
humano este sea un legítimo otro en la convivencia. De hecho, el sentido del otro
y la responsabilidad en relación con el prójimo, ha sido señalado como la base de
la ética.
En consecuencia, la ética del cuidado, lo que otros han llamado la
“acción benefactora” se vincula directamente con la educación inclusiva,
puesto que se trata de atender y hacerse cargo de las necesidades singulares de
cada estudiante y de ofrecer las respuestas necesarias a las mismas, sobre todo
ante aquellos más vulnerables al fracaso escolar, la exclusión o la marginación. El
énfasis en las relaciones debe entenderse como la reciprocidad en el respeto, la
solidaridad, la responsabilidad, el esfuerzo y la perseverancia entre profesores,
alumnos, familias, Administración y, por qué no, la sociedad en su conjunto.

Ética de la crítica: la crítica supone una actitud de vigilancia y


cuestionamiento permanente en torno a la organización, estructura y
funcionamiento del sistema educativo, con el objetivo de analizar si resulta injusto
o si solamente beneficia a algunos alumnos en desmedro de otros.
La ética de la crítica vendría a ser el sustento de la actitud de
indagación y reflexión sobre las barreras y facilitadores que limitan (o facilitan), la

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presencia, el aprendizaje o la participación de algunos alumnos. Muchas veces


tendemos a ver el funcionamiento de las escuelas como algo natural, que siempre
ha sido así, obstruyendo con ello el desarrollo de una mirada crítica y
transformadora de la educación. Por ese motivo, quizás uno de los mayores retos
de la ética de la crítica

Para finalizar es importante mencionar que se deben implementar


acciones que respondan a la actividad cotidiana de los centros educativos en
materia de inclusión en este sentido se puntualizan cinco de ellas: la accesibilidad,
el diseño universal de aprendizaje (DUA), Ajustes razonables en los centros
educativos, medidas específicas para prevenir la discriminación y Ajustes
razonables para garantizar a las personas el goce o ejercicio, en igualdad de
condiciones con las demás.

• Accesibilidad: es un requerimiento básico para evitar el aislamiento,


la exclusión, la discriminación y la segregación de las personas, en cualquier
ámbito de la vida. Es la llave que asegura el ingreso, el trayecto formativo y el
logro educativo de los educandos; por lo tanto, las medidas de accesibilidad deben
estar presentes en todos los aspectos y ámbitos educativos.

• El diseño universal para el aprendizaje: se refiere a la creación de


productos y entornos diseñados de modo que puedan ser utilizables por todas las
personas en la medida de lo posible, sin necesidad de una adaptación posterior
destinada a un público específico; es decir, diseñar y construir los espacios que
consideren las diversas necesidades de las personas y el diseño para todos. En el
ámbito educativo este concepto implica la elaboración e implementación del
currículo de los diferentes tipos y niveles educativos, bajo los principios de
interculturalidad, flexibilidad y contextualización, a fin de que respondan a la
diversidad cultural, lingüística y de capacidades inherentes al alumnado; también
se enfoca en que los objetivos, contenidos, materiales y evaluación estén dirigidos

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a todos, mediante múltiples formas de representación; de acción y expresión, y de


motivación.

• Ajustes razonables: son modificaciones y adaptaciones necesarias


y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada o indebida, cuando se
requieran en un caso particular, para garantizar a las personas el goce o ejercicio,
en igualdad de condiciones con las demás, de todos los derechos humanos y
libertades fundamentales. En las escuelas y en las aulas, los ajustes razonables
pueden realizarse en la infraestructura, el equipamiento, el diseño e
implementación del currículo, los materiales didácticos, la comunicación e
información, los objetos de uso cotidiano o la organización de la jornada escolar.

• Medidas específicas: se refieren a todas aquellas acciones


necesarias para pervertir la discriminación y acelerar o lograr la igualdad de hecho
en las personas con situación de vulnerabilidad.

• El uso de apoyos: son todas las actividades que aumentan la


capacidad de una escuela para dar respuesta a la diversidad de los educandos.
Un concepto más amplio de apoyo implica reducir las BAP. La intensidad y
duración de los mismos pueden variar de acuerdo con las personas, situaciones y
momentos. Además, deben abarcar todas las áreas de vida de los educandos, sin
perder de vista que estos apoyos deben fomentar la participación exitosa en
igualdad de condiciones y en contextos normalizados. (ENEI, SEP.2019, pp 25-
26)

Todos estas acciones reforzaran el trabajo dentro del aula y el


centro educativo, y hacer de la inclusión una forma cotidiana de enseñar, de
conducirse y de caminar hacia una sociedad más completa donde nadie se quede
afuera y nadie se quede atrás.

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La Inclusión una Competencia del Siglo XXI

Conclusiones

Es importante que los involucrados en el proceso educativo tengan


presente la definición de educación inclusiva en un sentido que vaya encaminado
a labor educativa desde el contexto que se desarrolla , debido a que en la
actualidad es una palabra que se traslada de teoría en teoría y cuyo significado va
cambiando con cada contexto teórico, conforme con la concepción epistemológica
de la “variación radical del significado”; que se transforma también según la
profundidad de los problemas de los contextos sociales en los que se postula
como objetivo; y que se transforma, igualmente, de acuerdo con el carácter o
propósito del discurso argumentativo de quien emplea el término y según el
significado que le otorga su auditorio.

En este sentido, el concepto de educación inclusiva no se refiere de


manera exclusiva al tipo de educación que deben recibir las personas con
discapacidad, con aptitudes sobresalientes, la población indígena o aquellas que
pertenecen a cualquier otro grupo vulnerado por el contexto; sino que señala la
necesidad de fomentar comunidades educativas en donde la diversidad sea
valorada y apreciada como la condición prevaleciente.

La educación inclusiva debe ser lo suficientemente flexible para que,


dentro del marco de objetivos nacionales, cada escuela fomente procesos de
aprendizaje que consideren las distintas necesidades y contextos de los
estudiantes y así puedan encontrar la mejor manera de desarrollar en ellos el
máximo potencial.
.

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La Inclusión una Competencia del Siglo XXI

Las competencias del siglo XXI, específicamente las competencias


Sociales y Cívicas, con el enfoque de la educación inclusiva, debe tener en
cuenta a los docentes como pieza fundamental para su desarrollo, docentes que
tomen en cuenta las diez capacidades fundamentales para la atención a la
diversidad del alumnado; lo que le permitirá una inclusión más pertinente; y esta
no se manifieste improvisada.
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