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Módulo 6

Relación Terapéutica y Técnicas básicas


en PHI. Los 5 Niveles de Intervención

POSTGRADO EN PSICOTERAPIA Y COUNSELLING HUMANISTA INTEGRATIVO


Módulo 06. Relación Terapéutica y Técnicas Básicas en PHI. Los cinco niveles de Intervención

1. RELACIÓN TERAPÉUTICA ..................................................................................... 2


1.1. LA ESTRUCTURA............................................................................................... 3
1.1.1. Reglas de Obligado Cumplimiento ........................................................................ 3

1.1.2. El Encuadre ........................................................................................................... 5

1.1.3. Contrato Terapéutico ........................................................................................... 9

1.1.4. La Comunicación................................................................................................... 9

1.2. EL AMOR ....................................................................................................... 11


1.2.1. La Confianza........................................................................................................ 11

1.2.2. El Respeto ........................................................................................................... 12

1.2.3. El Contrato Terapéutico...................................................................................... 15

1.2.4. La Conexión Emocional ....................................................................................... 16

2. RELACIONES DE INCORPORACIÓN EN PSICOTERAPIA ......................................... 16


3. APORTACIONES DEL PACIENTE Y DEL TERAPEUTA A LA RELACIÓN TERAPEUTICA 18
3.1. EL PACIENTE .................................................................................................. 18
3.2. EL TERAPEUTA ............................................................................................... 19
4. OTROS INGREDIENTES DE LA RELACIÓN TERAPEUTICA ....................................... 22
4.1. LA PRESENCIA EN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA ................................................ 22
4.2. EL SENTIDO DEL HUMOR EN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA ................................ 24
4.3. PACIENCIA Y RITMO EN TERAPIA .................................................................... 26
4.4. LAS DIFERENTES MANERAS DE TRANSMITIR UNA IDEA EN TERAPIA................ 27
5. TÉCNICAS TERAPÉUTICAS BÁSICAS .................................................................... 28
5.1. TÉCNICAS BÁSICAS DE RECEPCIÓN ................................................................. 29
5.2. TÉCNICAS BÁSICAS DE TRANSMISIÓN. ............................................................ 33
6. ALGUNAS HERRAMIENTAS TERAPÉUTICAS BÁSICAS ........................................... 39
6.1. ESQUEMA DE LAS 5 ÁREAS. ............................................................................ 39

6.2. El “CARRO DE LAS PREGUNTAS” ..................................................................... 40

7. LOS 5 NIVELES DE INTERVENCIÓN. TEORÍA Y DESARROLLO ................................ 42


7.1. PRINCIPIO DE LA COHERENCIA Y CONGRUENCIA. ........................................... 46
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1. RELACIÓN TERAPÉUTICA

La Psicoterapia Humanista Integrativa es una forma de terapia que surge y se enfoca en una
concepción humanista de la persona. En la práctica terapéutica centramos el trabajo en el
AMOR dentro de la Relación Terapéutica y en la resolución del conflicto en el nivel
emocional.

Para acompañar a las personas a resolver el conflicto a nivel emocional profundo, desde este
enfoque, necesitaremos una relación terapéutica que sea tan segura, sólida, amorosa, fiable
y protectora que, de nuestra mano, se atrevan a abrir su corazón y nos permitan acceder a
él.

Cuando una persona llega a terapia lo primero que necesita es una acogida cálida, sentirse
respetada, escuchada y comprendida a nivel emocional profundo, experimentar que lo que
transmite es importante para el/la terapeuta. Nunca deberá recibir juicios, descalificaciones,
descuentos, ni ningún detalle que pueda vivir como falta de respeto hacia lo que trae a
terapia, o hacia su persona.

La presencia del/la terapeuta proporciona un espacio seguro, en el que puede poner


palabras a lo que le sucede y explorar a nivel emocional cómo le afecta. La protección que
ofrece la relación terapéutica desde una perspectiva humanista es esencial para que la
persona se sienta segura ante su proceso.

Por otro lado, el/la terapeuta deberá transmitir que comprende a la persona y su realidad.
El/la paciente tiene que salir de la primera sesión con la convicción de que su terapeuta
tiene suficiente capacitación profesional para ayudarle a resolver sus problemas, que se
encuentra en buenas manos y que es tenida en cuenta. Debe terminar esa primera sesión
sabiendo qué es la terapia y cómo va a ser su
tratamiento.

Como base y soporte de la Relación Terapéutica está el


Amor, que fluye en ambos sentidos: terapeuta-paciente,
paciente-terapeuta. Permite que la persona se sienta lo
suficientemente segura para poder enfrentarse a sus
miedos más profundos. Este Amor es real, incondicional y
viene de una relación de incorporación terapéutica, por
lo que lo podrá incorporar para sanar las carencias
afectivas de la infancia.

Hace años diseñamos un esquema para hacer un poco más didáctica la enseñanza de un
tema tan complejo como es la relación terapéutica, ahora lo hemos modificado y dado
mayor profundidad y contenido. En él mostramos claramente que tiene dos partes
nucleares: LA ESTRUCTURA Y EL AMOR.

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1.1. LA ESTRUCTURA

Ya sabemos que para que el niño o la niña consiga incorporar una estructura interna en su
etapa de crianza, debe recibir en su educación límites claros y firmes de sus figuras
parentales, también será importante que incorpore rutinas de higiene, de alimentación y de
cuidados. Junto a todo esto, necesita que sus padres sean modelos que muestren que tienen
incorporado lo que les están inculcando, y que lo actúan en su vida cotidiana.

Desafortunadamente es bastante frecuente que no se reciban estos aprendizajes en la


infancia y que en la vida adulta se carezca de una estructura interna sana. En la relación
terapéutica no debe pasar esto, la estructura es fundamental para que paciente y terapeuta
puedan encontrarse con seguridad y que los beneficios que obtengan de la relación sean
sanadores.

Al igual que en la crianza, necesitaremos establecer límites claros y firmes para estructurar la
relación, y esto lo hacemos con nuestras 4 reglas de obligado cumplimiento, que las
personas aceptan de buen grado antes de comprometerse con su proceso de terapia.

1.1.1. Reglas de Obligado Cumplimiento

Para dar estructura a la Relación Terapéutica, una clave fundamental será el contrato
terapéutico, que ofrece protección a paciente y terapeuta, así como a la relación; así cada
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una de las partes se puede sentir segura y saber cómo se va a regular el funcionamiento de
dicha relación. En el contrato terapéutico se explican las 4 reglas de obligado
cumplimiento de las que hablaremos en la primera sesión:

1) No violencia: que no se haga daño ni a sí


mismo/a, ni a nada, ni a nadie. Quiere decir que
ninguna de las dos partes de la relación, es decir
paciente y terapeuta, tendrá actitudes violentas ni
consigo mismo/a, ni con el otro, ni con nada.
Ningún objeto sufrirá daño, si no ha sido colocado
para ser dañado o roto. Se debe explicar que esta
regla es fundamental para asegurar la protección de
la persona, busca que mantenga una actitud
cuidadosa consigo misma. Procurará que su cuerpo
y su entorno estén libres de actuaciones violentas,
de accidentes, de enfermedades provocadas, de
boicots a sí misma o a su entorno, etc. Esta regla contractual es importante para su
protección personal y su proceso.

2) No sexualización: que no tenga relaciones sexuales, ni sexualice el contacto, con nadie


que conozca en el Instituto Galene. Quiere decir que entre paciente y terapeuta no va a
haber relaciones sexuales, ni se va a sexualizar el contacto. También que el/la paciente no va
a sexualizar el contacto con ninguna persona que conozca en el Instituto o espacio
terapéutico, durante su proceso. Esto se amplía a terapeutas que puedan entrar a formar
parte de su proceso terapéutico en talleres, y a miembros de su grupo de terapia. Facilita
que todas las relaciones que se establezcan en el espacio terapéutico dejen de lado la
intencionalidad sexual, y faciliten que sean relaciones de incorporación.

3) Confidencialidad bidireccional: que nada de lo que comparta la persona saldrá del


espacio de terapia, ni nada de lo que le confiemos de nuestra intimidad o nuestras
ilustraciones, tanto terapeutas como miembros de su grupo, saldrá de ella. Esta regla implica
que nada de lo que se hace o se habla en terapia va a salir del contexto terapéutico. El/la
terapeuta explicará a su paciente que todo lo que le cuente estará sujeto a confidencialidad,
exceptuando los casos en que necesite supervisar, explicándole que dicha supervisión es un
espacio profesional protegido también por la confidencialidad. El/la paciente se
comprometerá también a no divulgar a nadie los contenidos de las sesiones que tengan que
ver con otras personas. Puede compartir con quien quiera cómo se siente o las conclusiones
que saca en terapia, pero no debe contar nada que le sea compartido en terapia, ya sea por
su terapeuta u otras personas de su grupo de terapia. Se recomienda que tampoco comparta
fuera del contexto terapéutico, los ejercicios y los contenidos de las sesiones, pues sacados
de contexto pueden ser descalificados por quienes no comprenden este tipo de trabajo.

4) Acabar la sesión: que no salga de la sesión antes de terminar dando un portazo, sino que
ante algo que se haya podido abrir, se dé el tiempo de trabajarlo para poderlo cerrar de
manera protectora.

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Así mismo, le pedimos que cuando quiera terminar su proceso de terapia, lo comunique y
venga al menos a dos sesiones para cerrar: en la primera los temas abiertos, y en la segunda
la propia relación terapéutica.

Cuando se sienta revuelta, herida o mal durante la sesión, la persona se compromete a darse
tiempo mientras dura la sesión para trabajar el malestar, elaborarlo y resolverlo, y a no irse
abierta con la posibilidad de que pueda poner su vida en peligro. Esta regla incluye acabar la
terapia bien y que la persona no la termine sin cierre. Como en nuestro modelo nunca
damos el alta, es el/la paciente quien decide cuando finaliza el proceso, lo que le pedimos es
que lo comunique y asista a dos sesiones de cierre para cerrar bien. Así la relación
terapéutica no quedará rota, sino cerrada, de manera que pueda afrontar su vida en las
mejores condiciones y que, si lo necesita, pueda volver en otro momento. Esta regla es muy
protectora para el proceso y para el/la paciente.

Estas reglas vienen acompañadas de una máxima que dice: “Aquí NUNCA harás nada que no
quieras hacer”, lo que le da permiso a la persona para negarse a hacer cualquier cosa que no
quiera realizar, aunque sea su terapeuta quien le hace la indicación. Si la persona no quiere
hacer algo, tiene todo el derecho a negarse.

Una vez comunicadas las reglas de obligado cumplimiento, la explicación que damos
después es realmente importante. La terapia es un espacio de crecimiento personal, donde
cada persona da pasos hacia su autonomía y por tanto necesita ser lo menos dependiente
posible de la autoridad de quien le acompaña en este proceso, en este caso el/la terapeuta,
la institución y el proceso de terapia. Todo debe de estar en función de favorecer y facilitar
su autonomía y curación. Consideramos que toda persona que quiere crecer, que está en un
proceso de crecimiento, debería de ser autónoma (en su proceso) y saber qué es lo que
puede y lo que no puede hacer.

Con las 4 reglas de obligado cumplimiento claras y aceptadas, la persona sabe lo que no
puede hacer: no violencia, no sexualización, confidencialidad y acabar la sesión. Son 4 límites
muy claros. Eso quiere decir que sí puede hacer todo lo demás, aunque esté mal visto por la
sociedad, aunque sea de mala educación, aunque pueda ser desagradable. Lo importante es
que se sienta libre para elegir hacerlo o no hacerlo. Conociendo esos límites, teniéndolos
claros y asumidos, la persona va a poder crecer dentro de ese espacio y la terapia se
convertirá en un proceso productivo para el camino hacia su autonomía.

1.1.2. El Encuadre

El primer día de la terapia debemos explicarle a


nuestra/o paciente cuál es nuestra forma de
trabajar y los diferentes elementos que
estructurarán la relación terapéutica, para que
puedan producirse los cambios internos que
viene buscando.

El/la paciente es sostenida por su terapeuta a


través de la relación, y ésta a su vez estará

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apoyada en los diferentes elementos que conforman el encuadre terapéutico.

El encuadre aporta el marco de referencia que necesita la relación para que la persona sane
lo que necesite. Cuando en el transcurso de la terapia surjan dificultades, el encuadre nos va
a permitir mantener la orientación.

En el día a día de la consulta nos podemos encontrar con dificultades para avanzar en la
terapia porque se activan los mecanismos psicológicos defensivos de paciente o terapeuta.
Estos mecanismos están diseñados para mantenernos a salvo de peligros y, por lo tanto,
inicialmente su función es protectora. El problema surge porque la mayoría se desarrollan en
la primera infancia y esto hace que estén hechos con los ojos del niño o la niña que fuimos, y
no de la persona adulta que somos en la actualidad. A nivel interno siguen acompañándonos
así, aunque hayan pasado muchos años.

Activamos los mecanismos de defensa para protegernos, pero en realidad, lo que estamos
haciendo es limitarnos e impidiendo que podamos vivir plenamente.

Desde la Psicoterapia Humanista Integrativa, respetamos los mecanismos de defensa y


nuestro propósito no va a ser ir en contra de ellos, sino poner los elementos necesarios para
permitir que la persona deje de necesitarlos. Esto se consigue con una relación terapéutica
potente en la que el/la paciente pueda ir atreviéndose a mostrarse de una manera cada vez
más auténtica.

En nuestro modelo, la terapia y su eficacia van a ir íntimamente ligadas a la profundidad y


confianza que establezcamos en la consulta, que a su vez posibilitarán el proceso de
curación emocional arcaico.

Dentro del encuadre consideramos los siguientes aspectos:

a) Duración de la sesión: como norma, nuestras sesiones tienen una duración de 50


minutos, si bien es cierto que podremos alargarla 5 minutos si la situación lo
requiere. Algo menos habitual es la realización de sesiones dobles de 100 minutos…
En cualquiera de los dos casos, lo importante es que ambas partes sepan en todo
momento a qué atenerse, ya que aporta contención, en este caso temporal, al
proceso de terapia.

b) Precio de la terapia: el pago de dinero por la terapia convierte la relación terapéutica


en una relación profesional, algo esencial si queremos que se dé un proceso sano.
Con algunas personas es especialmente importante debido a que, al tratarse de una
relación en la que se comparte intimidad, pueden llegar a confundir a su terapeuta
con un amigo/a y empezar a cuestionar el precio, o directamente el pago de la
terapia.

c) Lugar donde se realiza la terapia: es importante encuadrar el espacio en el que


tendrán lugar los encuentros. Se darán dentro del centro de terapia, en nuestro caso
en cualquiera de las salas del Instituto y, siempre que sea posible, en la misma. Al
igual que el dinero, encuadra la relación terapéutica en una relación profesional.

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d) Frecuencia de las sesiones: nuestras sesiones son semanales, lo que permite que se
dé un proceso de avance constante y que dicho proceso no se detenga en ningún
momento. Eventualmente puede haber alguna semana que, por imposibilidad de
alguna de las dos partes, no se tenga sesión y en la mayoría de las ocasiones no
ocurre nada, porque el vínculo fuerte no permite que las defensas produzcan el
alejamiento del/la paciente. De hecho, uno de los problemas que puede existir es
que, si esto sucede con frecuencia, el vínculo terapéutico se debilite y la persona
acabe cerrando su proceso de forma prematura.

e) Horario de atención: no existe un horario mejor que otro, porque cada situación vital
es diferente. Pero sí es importante tener claro lo que para cada profesional está bien
y respetarlo. Hay muchos profesionales que atienden pacientes en horas a las que les
gustaría no estar trabajando y bajo mi punto de vista, hacerlo así es un error, porque
es probable que inconscientemente estemos generando una deuda emocional.

f) Contrato terapéutico: para que las dos partes implicadas en el proceso de terapia,
paciente y terapeuta tengan claro lo que pueden esperar, tanto del otro como del
proceso en sí, puede ser bueno dejar el encuadre reflejado en un contrato de terapia.
Al estar por escrito hay menos probabilidad de malentendidos, lo que nos evitará
situaciones conflictivas a lo largo del proceso.

Como ya hemos dicho, excepto las normas de obligado cumplimiento que, como su
nombre indica, es obligatorio que la persona las acepte para poder iniciar un proceso
de terapia, las demás patas del encuadre deben ser sólidas y estables, aunque
contamos con poder flexibilizarlas en caso de que sea necesario.

Eso sí, ante cualquier cambio en el encuadre propuesto por cualquiera de las partes,
deberemos tener claro por qué y para qué lo hacemos, y ante la más mínima duda, es
mejor mantener el encuadre original para evitar caer en juegos psicológicos.
Inicialmente es mejor dar por hecho que un cambio de encuadre a mitad de una
terapia es una mala idea…

g) Encuadre y reencuadre: a lo largo de la terapia, puede suceder que tengamos la


sensación o directamente la comprobación de que el/la paciente está poniendo a
prueba el encuadre inicial. Como terapeutas, es posible que sintamos miedo por la
pérdida de parte de la estructura que protege el proceso de terapia. Sería un miedo
totalmente lógico.
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Cuando suceda esta situación, habrá que reencuadrar a la persona, es decir, volver a
encuadrar de forma explícita la parte del contrato que sintamos que se está saltando.

Para hacerlo deberemos apoyarnos en el vínculo existente, procurando que la


vivencia de nuestro/a paciente sea protectora.

Como es fácil que sintamos miedo, también es fácil que tengamos la tentación de
esperar a reencuadrar más adelante, lo que supone un error terapéutico claro. De
hecho, ir procrastinando el reencuadre es lo que puede poner en riesgo la terapia, ya
sea porque la persona no avance, o porque directamente decida concluirla al sentir la
desprotección.

Como es fácil de entender, es un proceso que se dará en la parte inconsciente de


ambas partes, y es por ello por lo que, como profesionales, resulta imprescindible
supervisar los procesos.

h) Encuadre de un grupo terapéutico: cuando hablamos de terapia grupal, hay algunas


diferencias respecto a la individual que, aunque pueden resultar obvias, es
importante tenerlas en cuenta al encuadrar tanto a cada paciente como al grupo en
sí.

Por ejemplo, las normas de obligado cumplimiento de las que hemos hablado
anteriormente resultan imprescindibles para las interacciones de cada participante
del grupo. Si son importantes en terapia individual, cuando incluimos a más
personas, precisamos de ellas para que se produzca el ambiente protector necesario
para trabajar a un nivel profundo.

El mantenimiento de la confidencialidad de TODO lo que sale en el espacio grupal


permitirá que quienes participan no tengan que estar pendientes sobre lo que
cuentan o no. Cuando quienes integran un grupo dejan de protegerse del juicio
ajeno, el avance de sus procesos personales es enorme.

Lo mismo ocurre respecto al contacto físico y la norma de no sexualización. En el


momento en que está clara, los vínculos se hacen fuertes y profundos, lo que permite
que los/las integrantes del grupo puedan apoyarse y sentirse protegidos/as.

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1.1.3. Contrato Terapéutico

Se trata de un elemento fundamental para dotar de estructura a la relación, que solemos


ofrecer en la cuarta sesión. En el Instituto Galene facilitamos un contrato de terapia escrito,
que estará firmado por el director del Instituto, por la persona que acompaña y por la/el
paciente, así queda claro lo que pueden esperar del otro y del proceso, sin posibilidad de
que se den malentendidos. Lo hacemos después de un mes de trabajo para evitar que el/la
paciente lo firme desde su angustia y/o necesidad, y que ya tenga conocimiento tanto del
proceso y del enfoque como de quien la acompaña, para que su adulto esté ya disponible
para firmar ese compromiso.

En el contrato irán especificadas las 4 reglas y las normas administrativas de funcionamiento


de manera que la persona sepa, acepte y firme las cláusulas que regulan la relación, que
siempre deben ser claras y entendibles. Se llevará una copia a su casa para tener siempre a
mano, lo que significa una protección de la relación.

Estos tres elementos, que sirven para dar estructura a la Relación Terapéutica, deben estar
soportados por una buena comunicación entre terapeuta y paciente.

1.1.4. La Comunicación

La comunicación es un elemento fundamental en la estructura del proceso terapéutico.


Debe ser clara y fiable entre ambas partes. El/la terapeuta se asegurará de que haya un buen
entendimiento, que comprende de forma precisa lo que la persona le cuenta y también de
que ella entiende bien lo que le explica o le dice. Hará falta buena dosis de paciencia y de
pulcritud en el diálogo. La experiencia profesional, la formación de quien acompaña y la
supervisión van a ser buenas aliadas para lograr una comunicación efectiva.

Una relación terapéutica suficientemente segura, nos permitirá realizar una indagación
fenomenológica e histórica respetuosa en el tema que estemos tratando, validando y
acompañando a la persona desde el amor para que, al conectar con vivencias dolorosas, que
puedan implicar rabia, tristeza o miedo, se sientan seguras de que ahora están siendo
escuchadas y comprendidas, más allá de lo que sus palabras expresan. Valorando sus
experiencias de vida y sus decisiones de supervivencia.

Bloqueos en el Diálogo

Hay muchos errores en la comunicación que pueden interferir


en el proceso terapéutico. Entre ellos están los bloqueos del
diálogo, cuando alguno de los dos polos de la conversación
incurre en alguno de ellos, la comunicación se interrumpe y
será fácil entrar en confusión, equívocos e incluso juegos
psicológicos.

Descuento: quitar importancia a lo que está viviendo, o a sí mismo, para evitar contactar con
la emoción.

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Sobredetallamiento: tendencia a dar muchos detalles, con la finalidad de permanecer en los


alrededores y no profundizar en la herida, es un modo de evitar el contacto, de interiorizar.

Racionalización: se trata de mantenerse en un discurso cognitivo, de contenido intelectual,


que permite mantener el control de la situación y bloquea la expresión de las emociones.

Redefinición: responder a una pregunta distinta de la que se realizó. La persona, al escuchar


una pregunta realiza en su cabeza una nueva
definición de esta (como mecanismo defensivo, para
no enfrentarse al contenido de la pregunta realizada)
y responde a la pregunta redefinida por su cabeza.

Falta de compromiso: el/la paciente no se implica en


su proceso, espera que el cambio venga del otro o
que las cosas simplemente cambien, pero sin poner de su parte, o poniendo de una forma
inestable.

Sobreemotividad: alguien que, por ejemplo, se pone a llorar sin control o se ríe y rompe el
diálogo. A veces la persona está tan pasada de emoción que llora o ríe por todo. Las
expresiones sobreemotivas bloquean el diálogo: alguien que grita, por ejemplo, está
agrediendo y bloqueando la verdadera expresión de la emoción. En estas ocasiones es
conveniente confrontar a la persona: "cuando me cuentas esto ¿qué emoción estás
expresando?"

Hay personas que han aprendido a hablar muy alto por supervivencia, por necesidad de
decir que estoy aquí. En terapia hay que explicar que es bueno modular el tono para alcanzar
un nivel de intimidad adecuado.

Sobregeneralización: es cambiar el todo por la parte, sucede sobre todo cuando la energía
está puesta en el Niño: "todo, nada, siempre"... habla un niño/niña y está generalizando.
Desmontar esta generalización.

Falta de ser directo: es irse por las ramas. Si la persona que tengo enfrente me acompaña
por todo lo que le estoy contando, entonces me quiere. Es una necesidad imperiosa de
demostrar que quien cae en mis redes, me quiere.

Falta de Honestidad: en la relación terapéutica es fundamental la honestidad por ambas


partes, no hay lugar para las mentiras piadosas. El/la paciente necesita confiar y si una vez
mentimos, se acabó... Cuando pregunten cosas para las que no tenemos respuesta, es mejor
decir “prefiero no contestarte en este momento” a mentir.

La honestidad da pié a una relación de confianza estable, es clave para la terapia. Hemos de
procurar que esto lo entienda también la/el paciente, y si intuimos que le está faltando
honestidad con nosotros será necesario llevarlo a terapia y confrontarlo.

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No terminar las frases: cuando en una conversación alguien deja las frases sin terminar, lo
que hace es evitar responsabilizarse de lo que está diciendo y obliga a su interlocutor a
adivinar o a poner contenido de su cosecha.

1.2. EL AMOR

“El Amor, en la relación terapéutica, es el soporte


necesario para poder eliminar el miedo y a la vez
incorporar el amor parental incondicional, que hace
que la evacuación del miedo no tenga vuelta atrás y
que la curación sea definitiva”.

Como base y soporte de la Relación Terapéutica


estará el Amor, que en el proceso de terapia fluye en
ambos sentidos: terapeuta-paciente, paciente-
terapeuta. Este Amor es real, incondicional y se transmite en una relación vertical lo que
permite su incorporación, por lo que la persona acompañada lo podrá hacer suyo rellenando
las carencias afectivas de la infancia. Se apoyará en tres puntos: el respeto, la confianza y el
contacto terapéutico.

La importancia del amor en psicoterapia

1.2.1. La Confianza

Establecer una relación de confianza profunda con su paciente es una tarea difícil para quien
acompaña. Si nos permitimos generalizar, la inmensa mayoría de las personas que vienen a
terapia traen una herida de confianza en su pasado. Esto hará todavía más difícil generar la
confianza necesaria, que nos permita acceder a los orígenes de su conflicto.

Una de las características que podemos observar con mayor frecuencia en las personas que
llegan a terapia es la poca confianza que tienen en ellas mismas; y para crearla y/o
aumentarla seguiremos el mismo orden que se da en la relación madre / hija/o

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1. La madre se siente segura de sí misma como persona y confía en ella como madre.

2. La madre confía en su bebé.

3. El/la bebé confía en su madre.

4. El/la bebé aprende a confiar en sí mismo.

En nuestro trabajo acompañando a las personas, replicaremos el modelo de la madre


suficientemente buena. Como psicoterapeutas o counsellors con la formación necesaria,
confiaremos en nuestra capacidad y recursos para sostener y contener la angustia y
ansiedad de las personas que acompañamos; confiaremos también en sus capacidades y en
que pueden lograr lo que se propongan. A través del vínculo de apoyo y confianza que
hemos creado, la persona aprenderá a confiar en ella misma y a gestionar mejor sus
emociones y sus recursos.

1.2.2. El Respeto

El respeto en psicoterapia, José Zurita (Publicado en la revista Bonding 1/9/2015)

Cuando estamos trabajando con un paciente es absolutamente necesario establecer una


relación de respeto a él y a su mundo. Y es importante definir qué entendemos por respeto
en este contexto en el que nos vamos a mover.

Existen acepciones de la palabra respeto que tienen que ver con el miedo que nos da algo o
alguien que tenemos enfrente. Aquí nos referiremos a un valor que permite que la persona
pueda reconocer, aceptar y valorar las cualidades del otro y sus derechos, es decir, el
respeto sería el reconocimiento del valor propio y de los derechos del individuo y de la
sociedad. En términos más coloquiales, el respeto así entendido sería tener en cuenta al otro
y a su mundo, en el más amplio sentido de la palabra.

Respetar a una persona es ponerla frente a ti de igual a igual, y no por debajo. Significa
decirle siempre la verdad, aunque nos cueste. No hacerle esperar, no defraudarla. No forzar
a que tome un camino que no haya elegido.

Todo el material que el paciente trae a terapia es importante. El terapeuta debe respetar
cada punto de su historia y tener en cuenta sus carencias para acompañarlo a resolver los
problemas que éstas le provocaron. Es importante que un paciente sienta que su terapeuta
respeta sus opiniones, sus ideas, sus decisiones, para poder acompañarlo también en su
proceso de cambio.

Nuestra ayuda se basará en un acompañamiento afectivo de amor incondicional, desde la


relación terapéutica, que le facilite la seguridad suficiente para enfrentarse a cambiar sus
decisiones arcaicas. Utilizaremos señalamientos, preguntas, indicaciones y otras técnicas
terapéuticas adultas para que vaya descubriendo por sí mismo una vía alternativa, que le
pueda llevar a unos resultados diferentes.

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El respeto, junto con el amor, va a posibilitar que el paciente descubra nuevas formas de
vivir su vida, sin peligrar su seguridad afectiva. Debemos tener en cuenta que muchos de los
caminos erróneos que tomamos en nuestra vida, pudieron ser debidos al miedo del Niño a
quedarse solo. El acompañamiento afectivo facilita probar otros caminos, antes
impensables.

Respetar su ritmo y sus tiempos es fundamental: muchas de las decisiones arcaicas que
necesita replantearse fueron tomadas por ser o sentirse apremiados por sus figuras
parentales. Si en el curso de la terapia, el terapeuta respeta de forma continuada el ritmo
del paciente, éste se atreverá a replantearse ciertas decisiones.

Cuando descubrimos alguna carencia que el paciente trae del pasado podemos
proporcionarle aquello que le faltó. Al provenir de una relación terapéutica segura y
amorosa, podrá incorporarlo sanando en este aspecto.

Como ejemplo podemos contemplar el caso de una


paciente que no fue querida por sus padres: lo que
opinaba no era tenido en consideración, nunca recibió la
celebración de sus éxitos, ni fue preguntada por sus
sentimientos. Necesitará que el terapeuta construya
para ella una relación terapéutica sana y potente, con
una base de amor incondicional que le aporte la
seguridad afectiva necesaria, y le permita empezar a
confiar. En ese contexto, a través de una llamada del
terapeuta para saber cómo le ha ido en un examen o
ante un reto importante de su vida, por ejemplo, podrá
incorporar que “ella es importante”. Recibir una simple felicitación por su cumpleaños, un
detallito tras un viaje o un Whatsapp interesándose por ella irá llenando carencias arcaicas,
fundamentales para reconstruir su autoestima e ir sanando sus heridas y descuentos del
pasado.

En mi práctica profesional he tenido muchos pacientes con la herida “de no ser tenido en
cuenta”. Es primordial ser tremendamente respetuosos con ellos. Tenerles en cuenta ante
cada paso que damos es muy importante, pues serán extremadamente sensibles a esos
detalles que “confirmarían” su decisión primaria de “no soy importante” o, dicho de otro
modo, “no soy digno de ser tenido en cuenta”. Un padre que no presta atención a su hijo,
que no piensa en su vida ni en los acontecimientos importantes, que se olvida de ir a
buscarle al colegio o de una promesa hecha con anterioridad… Pueden ser muchos los
detalles que inciden en el Niño y que van ayudando a crear la herida. No importa que la
causa real de la figura parental que descuenta al hijo sea “de fuerza mayor”, como un
problema laboral grave o una enfermedad. El Niño no está juzgando la actuación parental
sino tan solo acusando sus consecuencias. Si el padre no cumple con lo prometido o lo
necesitado, es suficiente.

Un detalle muy importante es que el Niño no incorpora el descuento o la agresión


directamente, sino que necesita confirmarla una y otra vez hasta que la integra como un
aprendizaje. Esto es importante, ya que un error parental puntual no genera una herida
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mientras el Niño no la confirme repetidamente. Eso sí, ante las primeras confirmaciones va
sensibilizándose y viviendo las escenas posteriores con una visión sesgada que tiende a
confirmar su aprendizaje primario. Que no lo confirma, lo irá diluyendo. Que lo confirma, irá
cada vez ahondando más la “protoherida” hasta que la fija definitivamente como tal.

Una forma de respeto es la tolerancia. El ser tolerante va a ser uno de los elementos que van
a formar parte de las habilidades profesionales de un buen psicoterapeuta humanista
integrativo. También la flexibilidad. El paciente, para sentirse respetado por el terapeuta,
debe encontrarse con un acompañante flexible y tolerante con él y con su proceso. Todo
signo de rigidez podría abrir viejas heridas.

El paciente debe sentirse seguro en su terapia. Si no se siente respetado, su seguridad se


puede ir a pique. Cuántas veces hemos ido a un médico u otro profesional que nos ha hecho
esperar. Te han citado a una hora y ves cómo pasa el tiempo y sigues esperando. Cuando
pasas a la consulta ya entras con una vivencia de haber sido descontado que te tragas para
no causar una pelea que, según pensamos, no “va a ninguna parte”. El caso es que la
relación terapéutica se resiente al comprobar y confirmar que ante el otro tú no eres
importante. Esto en Psicoterapia no debe pasar. Al menos en PHI, pues el respeto al paciente
es prioritario.

Debemos respetar al paciente integralmente. Sus ideas y valores. Su filiación política y


religiosa. Su raza y su orientación sexual. Su forma de vida y sus costumbres. Será nuestro
trabajo ayudarle a ver lo que no es funcional, lo que no es adecuado, y que surjan de su
interior los deseos y decisiones de cambio. Siempre desde la relación respetuosa y segura.

Debemos respetar su cuerpo. Antes de tocar a un paciente le preguntamos si nos da su


permiso para tocar. Aun recibiendo una respuesta afirmativa, estaremos muy al tanto de su
comunicación no verbal, de sus reacciones y de la forma que tiene de asumir y aceptar el
contacto. Iremos trabajando con nuestro paciente, como parte de su terapia, la relación con
su propio cuerpo y sólo desde una actitud de máximo respeto podremos acompañar en
cambios profundos y sanadores.

Nosotros no cambiamos a nuestro paciente, no podemos hacerlo. Nosotros tan solo los
acompañamos desde la relación terapéutica, basada en el amor y el respeto.

El cierre de la terapia y de la relación terapéutica también debe ser un ejercicio de respeto.


Nosotros planteamos que no se debe dar el alta al paciente. Que solamente él o ella están
capacitados para decidir cuándo es el momento para terminar su terapia. En muchos casos
estaremos de acuerdo, en otros no será así. Cuando el paciente explicita su deseo de
terminar su proceso, debe encontrarse con un absoluto respeto a su planteamiento, aunque
podamos pensar que no ha terminado su tratamiento, esto sólo es nuestra idea. El respeto
al otro estará por encima. Sólo así el paciente, cuando se dé cuenta, quiera y/o lo necesite,
podrá decidir volver a terminar su tratamiento. Si se sintió respetado durante todo el
recorrido, sentirá que tiene la puerta abierta para solicitar la ayuda que pueda necesitar
durante el resto de su vida.”

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1.2.3. El Contacto Terapéutico

El contacto es importante y fundamental en la relación, que la persona note que lo que nos
está contando nos llega, que nos lo quedamos, que lo acogemos. Esto lo podemos transmitir
con la cara, con la expresión, con nuestra postura corporal. No se trata de que literalmente
nos quedemos con su dolor, pero sí que la persona experimente que lo que nos cuenta nos
importa y que lo acogemos incondicionalmente.

El contacto es una de las principales necesidades psicológicas del ser humano. Sin él, la
personalidad se desajusta y, en casos extremos, puede llevar a la muerte.

En el vientre materno, desde el momento de nuestra concepción, todo se nos dio hecho:
comida, calor, seguridad... Con el nacimiento perdimos esa simbiosis y pasamos a la absoluta
dependencia de los primeros meses de nuestra vida. Dependencia que progresivamente
vamos perdiendo a través de los años y la maduración.

Podríamos definir el contacto como ese pasaje que se establece entre la unión y la
separación: es el punto mismo en que pasamos de una situación de separación a otra de
unión, y viceversa. A través del contacto, cada ser humano tiene la posibilidad de
encontrarse en forma nutricia con el mundo exterior, realizando una incorporación o
intercambio de alimentos, afectos, informaciones... El encuentro acaba inmediatamente y es
sustituido por el retiro, de forma más o menos voluntaria, ya que la decisión puede ser
nuestra o de la otra parte.

El ritmo contacto-retirada es necesario para el buen funcionamiento del organismo. El


contacto solo puede darse entre personas que están separadas, que necesitan
independencia, y que a la vez necesitan contacto, sin quedar enganchadas en esa relación. El
contacto supone un riesgo porque conlleva exhibirse, exponerse, retirar nuestras defensas,
pero también es la base del crecimiento y de la maduración. El cambio se da necesariamente
a través del contacto.

El contacto no sólo se hace con personas, sino


que va más allá y se realiza con cosas
inanimadas como puede ser mirar una puesta
de sol, escuchar una cascada, mirar un paisaje.
Estas son formas de contacto que pueden
despertarnos multitud de sensaciones. Como
dijo Perls (1976): "El contacto empieza a
funcionar cuando se encuentra el sí mismo con
lo que le es ajeno."

El contacto se da también consigo mismo y


puede estar orientado al propio crecimiento, a
desarrollar la relación con otras personas o, también, puede tener una función
perturbadora, como ocurre en el caso de la hipocondría, que fija en el cuerpo una atención
excesiva desviando hacia la persona el curso de su conciencia en vez de dejarla fluir hacia un

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foco exterior. La energía así estancada provoca una serie de síntomas en los que podemos
ver que sus órganos están supliendo al mundo exterior.

Interesante la fase de A. Schnake (1995), al respecto: "Las personas creen que pueden
obligar al cuerpo no sólo a hacer proezas increíbles, sino además a cargar o contener dentro
de él lo que se les ocurra, desde siliconas a personas enteras".

1.2.4. La Conexión Emocional

El hilo conductor de la relación terapéutica desde el enfoque humanista integrativo será sin
duda “La conexión Emocional”. Debe existir un flujo constante de emociones entre paciente
y terapeuta. Debemos estar muy presentes y pendientes de que el flujo emocional esté
abierto y no haya bloqueos. Como terapeutas, para poder trabajar a nivel emocional
profundo, necesitamos poder querer a nuestras/os pacientes y debemos permitir que ese
flujo emocional nos abra las puertas de los lugares más recónditos de su historia.

Para que esta conexión se dé, será fundamental la HONESTIDAD, como protectora de la
relación. Durante el proceso terapéutico transitaremos zonas en las que nunca hemos
estado antes. La honestidad será una guía para no perderse. Todo el mundo sabe lo que es
honesto y lo que no, aunque sea algo nuevo o desconocido. Será más fácil tomar decisiones
desde la honestidad. Me puedo preguntar: ¿esto es honesto?, si la respuesta es sí…. lo hago.
Si la respuesta es no… no lo haré.

2. RELACIONES DE INCORPORACIÓN EN PSICOTERAPIA

Una de las bases de la función parental es aportar a los hijos e hijas todo lo necesario para
que se conviertan en personas adultas autónomas. Esto se puede lograr gracias a que la
relación parental permite que las hijas e hijos hagan suyo lo que obtienen de sus padres y
madres, de forma que puedan crecer hacia la autonomía. A lo largo de la historia se han ido
creando diferentes tipos de relaciones, buscando cubrir la necesidad de transmitir ciertos
conocimientos y aprendizajes, de la misma manera que se realiza entre padres/madres e
hijos/hijas. Así aparecen distintas relaciones (aprendiz –
profesional, alumno/a – maestro/a, etc.), que permiten que una
persona aprenda de la otra y que esa enseñanza quede para
siempre, como parte del bagaje experiencial
de quien lo recibe. Estas relaciones son reguladas por, al menos,
dos reglas que protegen tanto a sus integrantes como su finalidad:
el Tabú del Incesto y la Intencionalidad.

En función de la posibilidad de la incorporación existen tres tipos


de relaciones:

Relaciones verticales: se establecen entre personas que están en dos niveles diferentes.
Incluyen las relaciones padre/madre - hijo/hija, médica(o) - paciente, psicoterapeuta -
paciente, profesora/profesor - alumna/alumno etc. Regulación: por un lado, están sometidas
al tabú del incesto (prohibición de sexualidad entre sus integrantes) y por otro la
intencionalidad de la actuación está dirigida siempre hacia el del nivel inferior, es decir, las
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actuaciones irán destinadas al beneficio de la persona que recibe (la madre actuará en
función del beneficio de su hijo, la profesora para que el alumno aprenda, el médico para
que la paciente sane, etc.) Permiten la incorporación de los elementos trasmitidos dentro de
la relación, que quien está abajo haga suyo lo que le transmite quien está arriba.

Nosotros necesitamos que el/la paciente haga suyo lo que le damos en terapia. Hay una
diferencia tremenda entre lo que te puede decir un amigo o el terapeuta. Con el amigo o la
amiga puedes aprender, pero no incorporar como una introyección, que es lo que hacemos
en la infancia con nuestras figuras verticales.

Si el hijo, por ejemplo, tiene carencia afectiva de un padre, puede buscarla en la pareja, pero
no lo está curando, lo está cuidando, entonces lo que establece es una simbiosis, mientras
dura funciona, pero si la relación se acaba, el vacío afectivo permanece.

Para que se produzca una incorporación tiene que acatarse el tabú del incesto porque si no,
la relación vertical se convierte en horizontal.

Relaciones horizontales: son las establecidas entre individuos que


están al mismo nivel como pareja, amistad, miembros de un
mismo equipo, grupo de clase, de trabajo, de juegos, etc.
Regulación: en este tipo de relaciones sí está permitida la
sexualización y la intencionalidad se dará en ambos sentidos.
Aunque se comparte información y vivencias, no se produce una
verdadera incorporación (desde el otro) del aprendizaje. Aquí se
puede aprender con la otra persona pero, en teoría, no de ella,
salvo excepciones (dentro de una pareja, entre amigos o en
cualquier relación horizontal, se pueden dar momentos puntuales en los que ésta se altera,
convirtiéndose ocasionalmente en una relación vertical funcionalmente hablando).

Relaciones mixtas: representadas fundamentalmente por el vínculo entre hermanos y


hermanas, son en principio relaciones horizontales, ya que pertenecen al mismo nivel. Al
estar sometidas también al tabú del incesto, permiten el cambio de función cuando es
necesario. Pasan a convertirse en verticales en situaciones concretas de necesidad, dirigidas
desde la intencionalidad de la transmisión, pudiendo así incorporar lo que se comparte en la
relación. Por lo tanto, también las consideramos relaciones de incorporación. En el contexto
del grupo de psicoterapia, al estar prohibida la sexualización entre quienes lo integran,
convierte a sus miembros en “hermanos y hermanas”, es decir en relaciones mixtas que
permitirán dar y recibir unos de otros e incorporar lo recibido.

Las relaciones de incorporación permitirán que, dentro del contexto que sea (familia,
terapia, trabajo, etc.), la persona que recibe vaya incorporando todo el aprendizaje que se le
ofrece, haciéndolo suyo. Lo más importante que necesita incorporar, tanto para el niño o la
niña dentro de su familia como para el/la paciente dentro de su psicoterapia, es el AMOR
incondicional que recibe que, una vez integrado, le permitirá vivir y relacionarse sin
dependencias.

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3. APORTACIONES DEL PACIENTE Y DEL TERAPEUTA A LA RELACIÓN TERAPEUTICA


3.1. EL PACIENTE

Partimos de la base de que la responsabilidad para que se produzca el cambio es de cada


persona. Nadie puede cambiar al otro, tan solo una o uno mismo puede hacerlo. Los
cambios sólo los puede llevar a cabo la persona que está realizando el proceso, el/la
terapeuta será solo su acompañante para ofrecer las herramientas y sobre todo la
protección que pueda necesitar. Cada persona es la que más y mejor sabe sobre sí misma y
lo que ha vivido.

Quien inicia un proceso de terapia, lo hace a través de una primera decisión de pedir ayuda,
a la que tiene que sumar su constancia, su energía y hacerse cargo de su propio proceso con
responsabilidad y con una actitud activa.

En algunas ocasiones puede conectar con angustia y miedo, y no atreverse a seguir


avanzando. Como consecuencia de ese miedo, bloquea el proceso. El/la terapeuta deberá
darse cuenta de lo que está pasando y no exigirle nada, sino que buscará cual puede ser el
foco de su miedo y le ayudará a que lo resuelva lo mejor posible.

Ante el miedo las tres reacciones instintivas de cualquier persona pueden ser:

Enfrentamiento: cuando el miedo surge de un peligro externo, a veces la solución es


enfrentarse a él. En el caso de los miedos arcaicos la forma de enfrentarnos será a través de
trabajarlos en terapia.

Huida: muchas veces ante una situación que nos da miedo la solución es huir. Ante miedos
internos la huida no sirve para resolver, sólo será una
forma de calmarse, pues se distrae del mismo miedo.
(Por ejemplo, ante un miedo profundo alguien decide
cambiarse de ciudad y se lo justifica de varias maneras.
Las actuaciones que conlleva el cambio la distraerán
del miedo que lo motivó, que quedará oculto. Tras
unos meses, cuando la persona se encuentre asentada
en el nuevo espacio, el miedo volverá a aparecer)

Pasividad: es otra forma de enfrentar el miedo, ya que


nos da una sensación calmante. Sirve para gestionarlo
de alguna manera, pero no lo resuelve. Puede manifestarse de cuatro formas:

• Paralización: No hacer nada, significa emplear la energía psíquica para inhibir las
respuestas y el pensamiento (por ejemplo, permanecer de pie con aspecto triste,
cuando se le pide que recoja algo que se le ha caído).
• Agitación: Hacer cosas sin productividad. Es utilizar energía en actividades sin
objetivos ni metas y sin productividad (paseos erráticos, cambiar las cosas de lugar
sin orden, hacer zapping, juegos de ordenador o móvil continuos, navegar sin rumbo
por internet, etc.)

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• Sobreadaptación: hacer lo que cree que los demás esperan de él o ella. Hay ansiedad
por agradar e identifica a los otros como figuras parentales con más importancia,
cuyas necesidades y deseos tiene la responsabilidad de calcular (por ejemplo, la
persona que necesita que la abracen, pero no lo pide porque supone que la otra
persona no lo querrá, o la persona que dice o hace algo porque cree que es lo que el
otro espera de él o ella)
• Agresión pasiva: con la finalidad de que el entorno se haga cargo. Pueden incluir
fumar, enfermarse, olvidos en relación con una misma o con otros, “accidentismo”,
drogarse, desmayarse, etc. y en casos extremos: volverse loco o loca, atacar a
alguien...

Cuando el/la terapeuta observa que su paciente entra en pasividad, deberá buscar el origen
del miedo que está intentando gestionar de este modo y le acompañará a que se enfrente a
él, ayudado de la relación terapéutica.

3.2. EL TERAPEUTA

Para lograr una buena Relación Terapéutica desde el enfoque Humanista Integrativo, el/la
terapeuta deberá preparase bien a través de un proceso personal y profesional, para
conseguir tener una buena aptitud, una adecuada actitud y así establecer una estupenda y
efectiva relación profesional.

Aptitud: para acompañar bien se requiere tener una buena formación profesional y un buen
proceso personal a través de una terapia profunda, también contar con el apoyo de la
supervisión. La importancia de la terapia personal de quien acompaña está fuera de toda
duda: es imprescindible. La efectividad, eficacia y éxito de quien acompaña dependerá de su
proceso personal y de su salud psicológica.

La Actitud de quien acompaña debe ser lo suficientemente buena para que el/la paciente,
de su mano, se atreva a realizar un camino que a priori puede antojarse imposible. Habrá
numerosas cualidades que irá adquiriendo en su proceso de formación para acompañar a
cada persona en si individualidad hasta donde quiera llegar.

• Empatía. Quien acompaña debe ser capaz de


ponerse en los zapatos de la otra persona y
comprender lo que ésta puede estar viviendo.

• Estimulación. Una de nuestras misiones como


terapeutas es la de estimular a cada persona
para que mueva algo en su interior, generando
un cambio. Y esa transformación debe ser
desde ella, por ella y para ella. Nuestra
aportación va a ser importante para que ese cambio se inicie en algunas ocasiones y
en otras simplemente se agilice. Los estímulos pueden ser verbales y no verbales.
Puede ser a través de preguntas, de exclamaciones, de gestos, etc. A modo de
ejemplo: “A veces se pueden repetir las últimas palabras que ha dicho la persona, o
alguna que resulte significativa, con intención de que profundice en el tema, para
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confirmarla”. Cuando alguien está expresando algo profundo, se puede repetir la


última frase:

Paciente: "fue una experiencia de mucho dolor"


Terapeuta: repite "mucho dolor"

Expresando el impacto que nos ha producido lo que narra, hacemos que se permita
experimentar la emoción, entrar en ella. Es un modo de acompañar en el
sentimiento. En otras ocasiones se puede apoyar con una frase del tipo: “Cuánto
dolor” o “debió ser muy duro vivir eso”

• Conexión emocional. El/la terapeuta debe ser capaz de conectarse emocionalmente


consigo mismo/a y con su paciente, en cada momento del proceso terapéutico.

• Honestidad. Quien acompaña debe relacionarse con honestidad, tanto en su vida


cotidiana como en su vida profesional. Es un modelo para su paciente.

• Confiabilidad. Quien acompaña debe mostrar con su comportamiento y trato diario a


su paciente que merece su confianza.

• Coherencia. Quien acompaña debe ser coherente en su manera de relacionarse y


mostrarse, tanto dentro como fuera de las sesiones, su vida, sus pensamientos, sus
emociones, etc. La coherencia es importante para que cualquier paciente sienta
seguridad en la relación.

• Sinceridad. Quien acompaña jamás debe mentir a su paciente. Es fundamental que,


en la construcción de la relación terapéutica, no exista ninguna sombra o duda sobre
lo que el/la terapeuta dice o hace.

• Accesibilidad. El/la paciente debe sentirse importante para su terapeuta, saber que
en un momento de emergencia puede contar con su ayuda sin obstáculos.

• Firmeza. Quien acompaña debe mostrarse firme en los límites que establezca en
terapia. No es bueno para el acompañamiento ni la rigidez ni la excesiva laxitud. La
firmeza transmite consistencia y cierta tolerancia sin llegar a la laxitud. Límites, en
Bonding 01/06/2011

• Positividad. Una persona que solicita ayuda necesita a alguien que le aporte luz.
Vivirá momentos difíciles y oscuros durante el proceso de terapia, y en muchos casos
con negatividad. Quien la acompañe deberá poder aportar un punto de vista
positivo, un soporte amoroso y optimista que le permita encaminarse hacia una
solución.

• La frustración como compañera de viaje. Muchas personas no han desarrollado


durante su niñez una adecuada tolerancia a la frustración. Quien las acompañe
tendrá que ayudarlas a que aprendan a gestionar la frustración y a considerarla una
compañera de viaje.
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La frustración en Psicoterapia, en Bonding 01/05/2011


• Claridad. Quien acompaña debe mostrar claridad en su comunicación. No debe
facilitar que se produzcan malentendidos ni confusiones. Para ello debe entender de
forma precisa lo que su paciente le está transmitiendo y si surgiera algún
desencuentro en la relación, deberá buscar la forma de aclararlo de la mejor forma
posible. El/la terapeuta resolverá las dudas de su paciente desde una posición clara y
auténtica.

• Validación. El/la paciente necesita validación de sus actitudes, sus decisiones, sus
ideas, sus sentimientos y su persona.

• Cercanía afectiva. Desde el enfoque Humanista Integrativo, acompañamos desde la


cercanía, la amabilidad y el amor, que será el salvoconducto para poder superar los
miedos que impiden crecer a la persona.

• Separación del Yo profesional del Yo personal.


Cuando el/la paciente pide algo inadecuado, se
queja o te descalifica: “No te lo tomes como algo
personal”. Poniéndonos en nuestro Yo profesional,
podremos mantener al margen a nuestro Yo
personal, que puede tener aún heridas sin resolver y
arrastrarnos a un juego con él o ella.

• Responsabilidad. El hecho de ser terapeuta no nos


hace infalibles, por eso también es posible meter la
pata, y lo importante en estos casos es reconocerlo,
supervisarlo, saber pedir perdón y reparar el daño,
en la medida de lo posible: "si te he herido lo siento,
no era mi intención... ¿puedo hacer algo para que te
sientas mejor?"

Habrá ocasiones en las que no sea posible trabajar con alguna persona, entonces es
bueno poder derivarla y no dejarla desprotegida, explicándole amorosa y
cuidadosamente que no crees ser quien mejor puede ayudarle en este momento.

El/la terapeuta es el responsable de la relación terapéutica desde su posición


profesional. Cuando cometa un error debe asumirlo y actuar en consecuencia:

▪ Darse cuenta de su error


▪ Pedir perdón
▪ Reparar el daño en la medida de lo posible
Los errores en psicoterapia, en Bonding 27/04/2012

• Seguridad. Quien acompaña debe trabajar en su proceso personal sus miedos e


inseguridades, para poder aportarle a la otra persona y a la relación terapéutica, la
seguridad necesaria para conseguir los objetivos terapéuticos.

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• Profesionalidad. Quien acompaña se encargará de que la relación sea profesional. Lo


primero es cumplir todas las premisas anteriores y enmarcarlas dentro de un
contexto de trabajo, es decir que se realice un intercambio económico a cambio de la
actuación profesional, para potenciar su valoración y evitar los juegos psicológicos
entre paciente y terapeuta. El dinero que se paga por cada sesión de terapia permite
que la relación esté equilibrada y la protege. El dinero siempre debe estar a un lado y
nunca entre paciente y terapeuta.

Esta es la base para que el encuentro interpersonal se convierta en una relación terapéutica
humanista integrativa.

4. OTROS INGREDIENTES DE LA RELACIÓN TERAPEUTICA

4.1. LA PRESENCIA EN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA

El/la terapeuta proporcionará con su presencia un espacio seguro en el que la persona, al


sentirse respetada, protegida, reconocida y validada, puede permitir que aparezcan en su
memoria experiencias tempranas que le han podido causar un trauma, y a partir de esa
memoria empezar a poner palabras a lo que le sucedió y dejarse acompañar en las
emociones que vayan surgiendo. La protección que ofrece la relación terapéutica es esencial
para que las personas se sientan seguras en sus procesos.

Escucharemos lo que nos cuenta desde la primera sesión, mostrando interés para que el/la
paciente sienta que nos importa lo que nos
está contando, sin juzgar ni querer
demostrar que ya sabemos lo que le pasa.
Que como psicoterapeutas le transmitamos
“tus necesidades son normales y
aceptables para mí”, implica una total
aceptación, protección y estima
incondicional. Que la persona se sienta
entendida y tenida en cuenta, por alguien
que ha podido vivir una experiencia
parecida, o haber trabajado con otras
personas que han pasado por experiencias similares, le va a dar la seguridad de estar
acompañada por alguien que le comprende.

Para profundizar un poco más en este tema puedes leer el siguiente artículo de Pepe Zurita,
publicado en la revista Bonding, 6/12/2011, La Presencia en Terapia

“Si le preguntamos a cualquier terapeuta sobre la importancia de la presencia en terapia,


creo que una abrumadora mayoría diría que es fundamental, pero ¿qué contenidos hay
detrás del término presencia?

¿Cuáles son las derivaciones más importantes que para la terapia tiene el término
presencia?
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En una primera instancia significa estar presente. Una persona que viene a la sesión de
terapia a resolver los problemas de su vida, a disminuir su sufrimiento, necesita que su
terapeuta esté presente.

Primero estar, es decir, la persona necesita que su


terapeuta esté con él o ella, en el aquí y ahora y con
su atención plena en lo que está pasando en la
sesión. Que se centre en la comunicación verbal y
en la no verbal, en las emociones de la persona a la
que acompaña y contratransferencialmente en las
suyas, siguiendo el sentido de lo que está pasando, y
sabiendo el por qué y el para qué de sus
intervenciones terapéuticas.

Y después, estar en el presente. La sesión se realiza


un día y a una hora, en el presente. Nuestro
contrato es con un Adulto, con el que nos
relacionamos en el presente, y ese debe ser el punto
de anclaje a la realidad, para así poder “viajar” hacia
el pasado, a revisar y/o resolver lo que pasó o hacia
el futuro a planificar objetivos hacia los que
caminar.

Presencia según la R.A.E. significa asistencia personal. Asistimos personalmente a quien


tenemos enfrente. Curiosamente si buscamos “asistencia” en una de sus acepciones dice:
acción de prestar socorro, favor o ayuda. Y de eso se trata. Prestamos un servicio de ayuda
con nuestra presencia. Atendemos estando presentes con ella o él.

Lo contrario de presencia es “ausencia”, y una de las funciones más importantes en el


proceso de terapia es la de acompañar a la persona a que resuelva las carencias afectivas o
las ausencias significativas de su vida y, fundamentalmente, de la infancia. Y le ayudamos
estando presentes, junto a ella, en su proceso, siendo un soporte afectivo que le permita
afrontar ciertos retos a los que no se atrevería sola.

También podemos hablar de acompañar con presencia de ánimo, es decir, poder aportar
serenidad a la persona que sufre o que sufrió un trauma, sobre todo cuando no contó con un
soporte afectivo que la contuviera. Como terapeutas, necesitamos ser capaces de mantener
nuestra presencia en cualquier situación que atraviese la/el paciente, al margen de lo que
esté pasando. Y esto no quiere decir que no nos emocionemos, sino que mantengamos
nuestro soporte, suceda lo que suceda: sólo así podrá sentirse segura en su camino.

Una de nuestras funciones en terapia es la de presenciar lo que sucede en la persona, tanto


en su interior como su exterior, y también en su entorno. Debemos mantener una
observación atenta para, más adelante, poder devolverle lo que vemos o el resultado de
nuestra elaboración.

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Otra de nuestras funciones es ayudar a la persona a que aprenda a estar presente en su vida.
Nuestro modelo va a ser fundamental en este proceso de aprendizaje, pero habrá muchas
más intervenciones importantes que le podrán ayudar.

Cada vez que formamos un grupo nuevo de terapia, ya sea por la nueva incorporación de
alguien a un grupo en marcha o porque comenzamos la actividad, siempre iniciamos con una
presentación. Animo a presentarse de manera individual y les explico que esto significa
mostrarse en el presente, es decir enseñar al resto quien soy yo hoy, profunda y
honestamente. Y es esta apertura la que permite formar un grupo de calidad para poder
trabajar intensa y profundamente de forma segura.

Presentar o dar presentes a quienes acompañamos. A lo largo de nuestro trabajo


terapéutico presentamos u ofrecemos a las/los pacientes muchas frases, muchas preguntas
u otras intervenciones que, a veces, son verdaderos regalos, o al menos pretenden serlo.
Cuando alguien se encuentra con una intervención que consigue hacerle “click” en su
interior y le proporciona un “darse cuenta” que inicia un proceso de cambio, yo lo considero
un maravilloso regalo.

Estoy convencido de que lo más importante en una terapia es la relación terapéutica, y


dentro de ella, como pilar fundamental, está la presencia vincular, que permite a la persona
sentirse segura, confiar, cambiar y crecer; el vínculo terapéutico será lo que le permita
atreverse a enfrentarse a sus más temidos fantasmas y a vivir durante el proceso. Debemos
conseguir que lleve consigo ese vínculo presente, aunque no estemos físicamente con él o
ella, que nos lleve dentro; que sienta seguridad porque cuenta con esa presencia vincular
que le protege.

No sé si esta frase es original suya, pero yo lo aprendí de mi maestra Muriel James: “El
pasado no existe pues ya pasó, el futuro es una fantasía. El presente es un regalo y por eso
se llama presente”

4.2. EL SENTIDO DEL HUMOR EN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA

La utilización del humor en terapia, en muchas ocasiones, puede servir para establecer la
relación terapéutica de manera adecuada, para orientar el diagnóstico, para facilitar la
expresión de las emociones y el trabajo emocional, y para ayudar a la persona a observarse.

Puede ayudar a establecer una vía distinta de comunicación, permitir a él/la paciente
observarse de una manera más objetiva y distanciada sin sentir amenaza, ayudándole a
superar su drama y verlo desde el punto de vista cómico.

Quien acompaña debe asegurarse de que la persona no se sienta herida por una mala
interpretación de la intervención, que podría entenderse como una burla, ridiculización, o
descalificación. También debe tener cuidado, ya que el humor puede emplearse para evitar
la comunicación de sentimientos dolorosos, inhibiendo o estancando el progreso
terapéutico.

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En nuestro acompañamiento no dirigimos con consejos, interpretaciones o pautas de


modificación de conducta, sino que apoyamos y acompañamos psicoemocionalmente el
proceso que está viviendo la/el paciente.

Citamos aquí un fragmento de un artículo de Pepe Zurita publicado en la revista Bonding el


1/1/2011: El sentido del humor

“Quiero hablaros del sentido del humor en psicoterapia. ¿Quién dijo que tenemos cinco
sentidos?, por supuesto que son muchos más, y el sentido del humor es uno de los más
preciados para que la persona y su entorno se sientan mejor.

En la profesión más maravillosa del mundo, la psicoterapia of course, el poder desdramatizar


lo que nos trae nuestro paciente es fundamental para poder acercarnos a los contenidos sin
rompernos. Nos interesa que ninguno de los tres elementos que interaccionan en la terapia,
el paciente, el terapeuta y la relación terapéutica, sufran en demasía con el material que se
esté tratando. El sentido del humor va a realizar una función lubricante y protectora para
que todo fluya mejor.

Ni que decir tiene que el paciente debe ser tratado con el máximo respeto, y que en ningún
momento se debe sentir menospreciado, descalificado, ni avergonzado por esa
desdramatización de lo que nos está trayendo a terapia.

El sentido del humor es más una actitud, que se puede y debe instalar en la relación
terapéutica, y que permitirá fortalecer el vínculo, disfrutar mejor los intercambios positivos y
agradables de la relación, y ayudará a soportar mejor los desagradables.

Uno de los principales peligros que aparecen cuando una persona sufre un trauma es la
victimización, y será fundamental nuestra
actuación para que el paciente no entre, o en
su caso salga lo antes posible, de ese estado de
víctima que sólo serviría para empeorar las
cosas. El humor juguetón del terapeuta
romperá en muchos casos ese proceso de
victimización, tan frecuente como negativo, en
la que la realidad desaparece y el escenario
donde transcurren las transacciones es el
triángulo dramático (Salvador, Víctima,
Perseguidor)

El problema es que el sentido del humor no es fácil de aprender en la vida adulta.


Generalmente, se gesta en la infancia, en un entorno familiar que lo usa y lo permite;
cuando es así, lo que debemos hacer es favorecerlo y que se instale como parte importante
de la relación terapéutica. En algunos casos estuvo presente y en algún momento se
reprimió, por lo que el terapeuta deberá trabajarlo en su proceso personal para
desbloquearlo y comenzar a usarlo de nuevo. En los casos en los que no se dio en la familia,
intentaremos mostrarlo como elemento importante en la formación profesional (será el
maestro quien lo deberá aportar durante la formación) y dar los permisos a sus alumnos
para utilizarlo en la práctica profesional.
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En cualquier caso, me gustará animaros a reflexionar sobre la importancia del sentido del
humor en psicoterapia, un elemento muy preciado, que facilitará cada paso del proceso
sanador y de crecimiento del paciente, y mejorará la calidad de vida del psicoterapeuta.”

4.3. PACIENCIA Y RITMO EN TERAPIA

José Zurita, Revista de Psicoterapia Bonding 02/04/2012: Paciencia y ritmo en terapia

“El proceso de terapia es un acompañamiento más o menos prolongado del terapeuta al


paciente hacia los objetivos terapéuticos previamente acordados. Para tener éxito en este
cometido, el terapeuta requiere de muchas habilidades personales y profesionales.

En su proceso de formación profesional irá aprendiendo teorías, técnicas y estrategias


terapéuticas, practicando mucho para poder hacerlas suyas. Así, el terapeuta podrá fluir con
el paciente en ese viaje maravilloso hacia su curación y autonomía.

Una característica fundamental de la Relación terapéutica es que, al ser una relación vertical
la intencionalidad, debe ser siempre hacia abajo, es decir, hacia el paciente. El protagonista
es él. Todo el proceso debe ser para beneficio del paciente. Cada paso será por y para él. Y
para la actuación profesional del terapeuta esto no es fácil, no sale solo. Hay que cultivarlo.
Es una de las dificultades añadidas al ya de por sí difícil aprendizaje de esta maravillosa
profesión.

Al principio cuesta hacerse a la idea de que ese foco está en él. Actúo para estimular algo en
su interior. Le acompaño hacia donde vaya. Le acepto haga lo que haga. Le quiero por ser él.
Él decide los objetivos. Cada paso debe ser aceptado por él. No le curo, se cura.

Al hablar de la paciencia podríamos pensar que la debe tener el paciente, pues a ésta le debe
su nombre, que viene de la medicina. Si vemos la definición de la Wikipedia: “La paciencia es
la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para
conseguir algún bien”. Sin embargo, yo quiero hablar de la paciencia como habilidad del
terapeuta, algo imprescindible si queremos acompañar a nuestro paciente en todos los
vericuetos de su proceso. Podemos entenderlo mejor si nos vamos a su opuesto, la
impaciencia para ver que sería muy difícil ser un buen terapeuta mostrando signos de
impaciencia ante las dudas, los bloqueos, subidas y bajadas de los estados de ánimo del
paciente.

La paciencia va unida al respeto del ritmo del paciente, fundamental para que el proceso sea
suyo y no del terapeuta. Es necesario llenarse de calma y de paciencia para, aun viendo e
intuyendo cual va a ser el camino, esperar a que nuestro cliente resuelva y decida por sí
mismo sin adaptarse al terapeuta. Darle tiempo para que elabore por sí mismo los pasos de
su camino. Que aprenda a resolver de forma autónoma los conflictos del allí y entonces que
vaya descubriendo, siempre bajo nuestra protección y acompañamiento.

Para desarrollar sus destrezas profesionales, el terapeuta tiene dos procesos paralelos: la
formación profesional y su propia psicoterapia personal. Será en esta última donde irá
incorporando ciertas habilidades de su propio terapeuta, aprendiendo por modelaje a la vez
que experimentará desde dentro todo el proceso de cambio. Hará consciente el proceso por
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el que va resolviendo a su ritmo. Madurará y favorecerá la incorporación de ciertas


habilidades necesarias para una buena práctica profesional, como por ejemplo la paciencia.

Y si volvemos al apartado de la paciencia de la Wikipedia, veremos que lo que dice es muy


interesante, ya que es un texto general, pero parece que está escrito específicamente para
el terapeuta: “La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes
saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto
hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas
sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que
darles tiempo”.

4.4. LAS DIFERENTES MANERAS DE TRANSMITIR UNA IDEA EN TERAPIA

José Zurita, Revista de Psicoterapia Bonding, 05/11/2011: Las diferentes manera de


transmitir una idea en terapia

En nuestra sala de terapia, cuando estamos frente a nuestro paciente, muchas veces
necesitamos explicar un concepto y con toda nuestra mejor intención le hablamos y
pretendemos que lo entienda. Pero … a veces, frente a nosotros no está el Adulto capaz de
comprender, sino un niño asustado al que las palabras que buscan explicar la idea no le
llegan bien o le confunden, con lo que el problema se hace un poquito más grande.

Una de las necesidades del terapeuta es tener una estructura profesional que le permita
saber qué está pasando en cada momento de la sesión, quién está sentado en frente y cuál
es su Estado del Yo, qué está sintiendo y en qué situación cognitiva se encuentra para
encajar nuestra siguiente intervención. Y esto, no es nada fácil.

Cuando detectamos alguna dificultad cognitiva, lo más conveniente será hacer llegar el
mensaje a quien está frente a nosotros a través de otra vía, que no requiera la disponibilidad
adulta. Existen algunas opciones válidas que a mí me parecen de verdadera utilidad en
terapia.

Ilustraciones, anécdotas, cuentos, metáforas, ejemplos, historias o narraciones son algunas


de estas posibilidades de las que podemos recibir ayuda en nuestra misión de ayudar al
paciente a cambiar.

Dependiendo del momento, del paciente, de su estado y del mío, del concepto a
transmitir…, usaré una u otra forma de comunicación para conseguir que esta llegue a su
destino. Después deberé comprobar si efectivamente ha llegado, y en un tiempo
comprobaré si dio resultado.

Después de 25 años como psicoterapeuta, he ido atesorando muchos conceptos realmente


importantes que quiero transmitir a mis pacientes para que cada uno pueda entender
claramente cómo es una parte de su proceso terapéutico. Algunos de ellos irán en forma de
ilustración, es decir crear literal o metafóricamente una imagen comprensible y asimilable
por el paciente. Mi función será que en su mente se vaya configurando una imagen que le
encaje, y pase a ser una base para su proceso de cambio.

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A veces yo le haré un dibujo, otras se lo iré describiendo para que él se lo imagine, en


ocasiones le diré: “imagínate un ….” y así en su cabeza se irá formando el cuadro necesario
para dar el paso requerido. Y lo mismo que la tecnología avanza, a veces no se trata de
conseguir que se forme una imagen en su cabeza, sino un vídeo. Haré una referencia a que la
foto es un instante en el tiempo, y que un vídeo representa el continúo en el proceso,
cuando interese remarcar el efecto del tiempo en la idea a transmitir.

Uno de los pilares de nuestra profesión al margen de la formación, práctica profesional,


supervisión, psicoterapia personal, …es la experiencia de vida, que va a ser muy importante
en cada sesión de terapia que afrontemos en nuestro desarrollo profesional.

De nuestra propia experiencia de vida y profesional, iremos entresacando multitud de


anécdotas que ayudarán a ilustrar a nuestro paciente una idea determinada. Además, el usar
material personal reforzará el vínculo y estimulará la confianza en la relación terapéutica.

Muchas veces sacaremos algún fragmento de la historia de un antiguo paciente, y con sumo
cuidado para no facilitar la identificación de este, iremos explicando, apoyándonos en su
historia, el paso de cambio o el tramo del proceso que nos interesa mostrar.

Una de las cosas que habitualmente les cuento a mis pacientes, buscando mostrar la
importancia que tiene cada paso de nuestra vida, es mi experiencia cuando era estudiante
como profesor de medicina a estudiantes de auxiliar de clínica, que además de permitir
mantener a mi familia nada más casarme, me hizo un verdadero experto en explicar
conceptos médicos complejos a estudiantes que contaban solo con estudios primarios. Este
aprendizaje fue estupendo para mi posterior trabajo como psicoterapeuta, y las necesarias
explicaciones a los pacientes de “cómo funcionamos” tanto psíquica y como anímicamente.

En terapia de grupo podemos utilizar una narración o cualquier intervención explicativa con
un paciente, y que el destinatario efectivo sea otro miembro del grupo que está
simplemente escuchando y al que le puede llegar el mensaje indirectamente. Así podrá
cogerlo y si quiere, hacerlo suyo para que la idea nazca dentro de él. Seguro que es mucho
más poderoso para el cambio.

Existen por tanto multitud de posibilidades para hacerle llegar una idea a nuestro paciente,
deberemos estar plenamente atentos para utilizar una u otra y que el mensaje llegue a su
destino con éxito”.

5. TÉCNICAS TERAPÉUTICAS BÁSICAS

En Psicoterapia es muy importante tener claro nuestro punto de interés, porque eso nos va a
llevar a un determinado modo de actuar. Hay terapias que buscan el porqué e investigan el
pasado, otras buscan el cómo y lo que trabajan es el cómo hace la persona para estar
enferma; en nuestro enfoque lo que nos interesa es el para qué, es decir la función de la
patología, qué consigue actuando así, para qué le sirve vivir así. En nuestro trabajo lo que
existe es el presente, (formado por el instante presente, el pasado inmediato y el futuro
inminente) y entendemos la psicoterapia como un proceso, en el que un paso, aunque
aparentemente sea microscópico, siempre es importante.

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Para ello contamos con numerosas técnicas y cuidamos, sobre todo, el establecimiento del
vínculo terapéutico, pues sin él no se podrá dar el proceso terapéutico tal y como lo
entendemos.

Actividad

Mi metáfora del proceso terapéutico

5.1. TÉCNICAS BÁSICAS DE RECEPCIÓN

Son los medios que ayudan a recoger y acoger todo lo que la/el terapeuta recibe de la
persona a quien acompaña. En este proceso de recepción intervienen todos los sentidos, y la
comunicación no verbal será tan importante como la verbal. De aquí la importancia de
entrenarse bien en los siguientes aprendizajes:

Una escucha activa

Hay una diferencia clara entre oír y escuchar. Escuchar tiene un matiz de actividad, "me
preparo" para escuchar. La escucha es activa, toda mi vida la dejo aparte para estar con esta
persona y escucharla desde la dedicación, la apertura, poniendo todo mi ser a disposición de
recibir lo que me llega de ella.

Prestaré muchísima atención a lo que me está transmitiendo, no sólo diciendo. El qué es


importante, también el cómo: si el tono es enfadado, con miedo, intranquilo... La
comunicación no verbal nos va a dar muchísima información, la persona nos cuenta su
historia con su postura, con su tono, con sus gestos....

Recibimos la información como posibilidad, no con una actitud cerrada


de que necesariamente ha de tener un significado concreto. En este
sentido, es mucho mejor no afirmar categóricamente, sino hacer
devoluciones abiertas o pedir aclaraciones, por ejemplo: "esto podría
significar..." "¿ese movimiento de pié mientras decías esto representa
algo...?"

Quien acompaña tiene que aprender a ser además artista de la


pregunta, sobre todo cuando siente que no está entendiendo lo que le cuentan. No puede
quedarse con dudas. Es fundamental que paciente y terapeuta hablen el mismo lenguaje y
que el/la terapeuta rellene con sus preguntas las posibles lagunas, siempre teniendo en
cuenta la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra la otra persona. También tiene
que aprender a tomar nota con respeto y sensibilidad.

Cuando el que escucha oye, sabe que ha establecido un buen contacto, y cuando el que habla
sabe que es oído también su contacto se reanima. (Polster’s)

Desde el enfoque de la psicoterapia de la Gestalt podemos considerar que hay dos tipos de
escucha: interna y externa. La interna es la capacidad de la persona de mirarse hacia dentro,

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de tomar conciencia de sí. Es una buena herramienta para acompañar usar las propias
sensaciones y emociones al servicio de la mejor comprensión y escucha del otro. La escucha
externa es afinar los sentidos. Qué dice y cómo lo dice, qué le pasa a su cuerpo. Decía Perls:
La comunicación verbal es una mentira... No escuchen las palabras, escuchen lo que la voz
dice, los movimientos, postura, imagen...

Por lo tanto, a la hora de poner en práctica la escucha será importante tener en cuenta:

• El contenido del discurso


• El tono de la voz
• El lugar
• Cómo es la respiración
• El tono de la piel
• La vivacidad
• La profundidad o atonía de la mirada
• Las rupturas en el ritmo del discurso
• La armonía
• Los gestos
• La presencia de movimientos que pueden estar enviando un mensaje
diferente al mensaje verbal que estamos escuchando.
• La actitud
• La emoción
• Los silencios
• Las frases inacabadas
• Su impasibilidad
• Su conducta

Partiendo de la escucha empática de Rogers1 y la escucha activa de Gordon2 estaremos


pendientes del manejo interno de la energía detectando los puntos más vivos del discurso y
los puntos en que se interrumpe:

- ¿Qué sospechamos que está sintiendo el otro?

- ¿Con qué nivel de energía lo está sintiendo?

Prestaremos atención al nivel verbal y al no verbal para conseguir crear un buen vínculo: el
contenido cognitivo lo dan las palabras, el emocional el cuerpo.

La respuesta de quien acompaña se da también en dos niveles: verbal y no verbal. Por lo


tanto, será importante haber mantenido una tención adecuada para que nuestra respuesta
le llegue a la persona a través de su canal preferido, kinestésico, visual, oral, y nos centremos
en su demanda.

1
C.R. Rogers (1902-1987). La psicoterapia rogeriana se dirige a facilitar la emergencia de una imagen de sí
mismo que sea congruente con la experiencia o vivencia orgánica personal. La tarea fundamental de terapeuta
consiste en crear las condiciones idóneas para que el cliente pueda crecer y desarrollarse.
2
Thomas Gordon, discípulo de Carl Rogers, el padre de la empatía.
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En muchas ocasiones haremos de espejo y en otras enfocaremos nuestras respuestas en que


él o ella descubran qué es lo que hay detrás de sus preguntas. Entonces pondremos la
emoción al nivel de la emoción y los hechos al nivel de los hechos, como si fuéramos un
espejo que está delante de la persona. Es activa, no es devolver las mismas preguntas, sino
buscar lo que hay detrás de la pregunta y cómo lo siente.

La escucha es importante:

• Al iniciar la terapia para construir la relación y comprender la visión del mundo de


quien solicita nuestra ayuda.
• A lo largo de toda la terapia, es el telón de fondo que revela la energía disponible y
para qué.
• En momentos de impasse de la terapia permite reorientar la misma.
• Cuando ha tenido lugar una experiencia
humanamente significativa: a veces es la única
tarea para quien acompaña.
• Permite observar el “continuum de conciencia”
de un modo encubierto.
• Especialmente adecuada para detectar el
conflicto y nombrarlo utilizando el lenguaje de la
persona a la que acompañamos.
• Fuera del marco terapéutico, es importante para
personas que necesitan desahogarse y sentirse
comprendidas.
• En situaciones de conflicto relacional, para clarificarlo y comprender qué le sucede a
la otra persona.

Aun cuando el discurso se pueda referir tanto a hechos como a experimentos, nos
centraremos primordialmente en la escucha de sentimientos.

Se trata de actuar como un espejo de los sentimientos de la otra persona. Esto implica la
empatía que es la comprensión de sus sentimientos, no significa que me tenga que contagiar
de sus sentimientos, pero sí entenderlos, sintonizar con él o ella. La persona tiene que saber
que estamos cerca y que humanamente nos tiene, debe sentirse acogida, escuchada,
entendida, comprendida tanto desde un punto de vista emocional como intelectual.

No debemos adivinar el pensamiento, pero sí hay que


poner nuestra intuición al servicio de la terapia. A la vez
debemos ver los aspectos descriptivos de lo que le está
pasando para entender dónde está esa persona.

Es importante tener en cuenta:

• Mantener una pequeña pausa tras la comunicación


de la otra persona: dar tiempo a que diga todo lo
que tiene que decir, antes de empezar a hablar.
• Respetar su ritmo.
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• No hacer interrupciones largas.


• No repetir mecánicamente o en forma hueca.
• Dar una respuesta variada.
• Tener en cuenta el lenguaje y tono de la otra persona: vibrar en la misma frecuencia;
que haya sintonía.
• En la escucha tienen que estar los tres estados del Yo: un Adulto que observa, un
Niño que intuye y un Padre que acoge.

Posibles Respuestas Inadecuadas

 Investigar, catalogar, comparar con otros casos, ordenar.


 Amenazar.
 Aconsejar, dar soluciones: ir al autoapoyo mejor que aconsejar.
 Argumentar, razonar, dar lecciones.
 Juzgar, criticar.
 Cumplimentar, halagar, simular que se está de acuerdo.
 Analizar, diagnosticar.
 Preguntar.
 Asegurar, consolar, tranquilizar.
 Insultar, ridiculizar, bromear, despistar.
 Moralizar, culpar.

Observación con fuerza de atención

Vamos a prestar mucha atención a todo lo que nos llega de la otra persona, también a lo que
no nos dice. Poner mucha energía en todo lo que nos está transmitiendo, aunque no se vea,
implicar todos nuestros sentidos, incluido el de la intuición. Recoger todos los datos que nos
llegan, conscientes e inconscientes y darles sentido, potencia interna. No se trata de
interpretar, sino de hacer confluir todos los datos y darles un sentido desde la persona.

La fisiognomía es la ciencia que estudia el rostro humano: la cara da


muchos datos de identificación. También el aspecto físico, igual que el
modo de vestir, complementos, si usa o no perfume, si se presenta o no
aseada, la postura de su cuerpo, si tiene cicatrices.... Toda esta
información nos va a ir diciendo rasgos de la personalidad, algo de su
historia, de sus heridas, de sus defensas...

El material de la intuición no se puede contrastar, pero es bueno confiar en él, siempre


teniendo en cuenta los límites que la experiencia nos irá dando. No se puede trabajar con
alguien si no hay conexión emocional con esa persona, será la intuición la que nos diga si el
trabajo con una persona puede o no funcionar.

Vía de entrada

Un dato que puede ser relevante a nivel profundo es identificar la vía de entrada de la
agresión. A veces se utiliza el nombre de esfínter ya que es algo que abrimos y cerramos,
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que sirve como punto de entrada o de salida. El cuerpo tiene muchas vías de entrada y
salida, también con relación a las sensaciones y emociones. Es interesante saber por qué vía
entró la herida, porque se quedará sensibilizada y habrá que sanarla. Por ejemplo, un niño o
una niña que ha oído amenazas de muerte tendrá más sensibilidad en sus oídos. Es diferente
también quien ha sido abusado sexualmente con contacto, con penetración o por vía oral,
por ejemplo.

Procesamiento de la información

La forma de tratamiento de información generalmente es la misma que la manera en que la


persona procesa los alimentos. El aparato digestivo es un tubo abierto en contacto con el
exterior, en sus dos extremos. Por su origen embriológico común reacciona muy en relación
con nuestro aparato psíquico. Cuando nos llega algo que nos sienta mal, funcionamos de la
misma manera que cuando tomamos un alimento en mal estado. Hay personas que vomitan
(que no pueden enfrentarse con lo que les molesta), otras que tienen diarrea (que expulsan
lo que les sienta mal, pero mostrando consecuencias), otras se indigestan, pero les resulta
imposible vomitar y tardan un tiempo en digerirlo pasándolo mal mientras tanto... Conocer
los hábitos digestivos de una persona, nos da una información importante de cómo procesa
la información que le llega y que a veces es la causa de sus traumas.

5.2. TÉCNICAS BÁSICAS DE TRANSMISIÓN.

A Través de la comunicación no verbal:

• Postura
• Distancia
• Gestos
• Cercanía
• Calidez
• Adecuación

Es importante preparar la sala de una manera adecuada para recibir a la persona que vamos
a acompañar. Nosotros solemos utilizar esta posición de las sillas:

Nos permite acercarnos como dejar más espacio. El eje central facilita que podamos adecuar
la distancia con cada paciente y, sobre todo, que él o ella pueda acercarse o separarse según
se sienta mejor.

Cuando hablamos de distancia óptima, no nos referimos a algo fijo, depende del momento
de la relación, y en ella siempre manda el/la paciente. El sitio de quien acompaña
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normalmente es fijo, para que en la sesión pueda estar ubicada. Importante tener siempre
un reloj a la vista.

En la recepción es muy importante que el tono sea cálido, de intimidad. Es bueno asentir con
la cabeza acompañando de algún sonido, para hacerle notar a la otra persona que la
estamos siguiendo y que nos importa lo que nos dice, pero no de una forma automática.

Nuestra comunicación no verbal dice a veces más que nuestras palabras, por eso es
importante hacernos conscientes de ella y cuidarla, no sólo lo que vamos a decir sino cómo
lo vamos a hacer.

Necesitamos, sobre todo, transmitir calma. A veces podemos estar reflejando nuestros
problemas o nuestra ansiedad, y el/la paciente no viene a llevarse lo nuestro sino a resolver
lo suyo.

Es importante que seamos flexibles, que no mantengamos una estructura demasiado rígida,
cada paciente es una realidad única y es bueno mantener la apertura a lo que nos trae,
desde su propia idiosincrasia. Podemos contemplar incluso la posibilidad de hacer
actuaciones terapéuticas fuera de la consulta, aunque lo habitual sea tenerlas en ella.

Con el tema de “tocar” hemos de tener especial cuidado, sabiendo que


hay aprendizajes que sólo se incorporan a través de la sensopercepción,
pero mostrando mucho respeto con los ritmos de los/las pacientes, con
sus espacios personales de intimidad y sus necesidades. Son muy
diferentes las formas en que podemos sentir la agresión, la invasión o el
respeto en las relaciones. Para entrar en este espacio tenemos que contar con el permiso de
la persona, ya sea explícito o implícito.

Vamos a transmitir: Presencia Vincular

• Sintonía
• Empatía
• Acompañamiento afectivo
• Acogimiento
• Impacto

Presencia vincular es unir el vínculo terapéutico con la presencia, con el estar ahí, ser una
figura para el/la paciente que le dé seguridad. Para esa presencia vamos a tener en cuenta la
empatía, la sintonía, el acompañamiento afectivo, el acogimiento, ser nosotras y nosotros
mismos en terapia.

Trabajaremos con la persona para ayudarle a resolver sus conflictos fundamentales, y a ir


desmontando las opciones de supervivencia que ya no le sirven. Cuando se tocan estos
puntos se ponen en marcha mecanismos muy primarios y la sensación de la persona es que
corre peligro su vida, más aún su integridad existencial: no es simplemente morir, se trata de
caer en el vacío existencial, que es mucho más terrible todavía, por eso es necesario

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construir un vínculo muy potente. Hasta que no tenga seguro el amor terapéutico, no
conviene poner límites que la asusten pues peligraría la terapia.

Hablamos de sintonía cuando estamos en la misma onda, en


conexión, cuando no se dan chirridos o separaciones que
interfieren la relación. Se da la empatía cuando la otra
persona puede decir que se siente entendida, comprendida
y acompañada, y para ello es vital que hablemos el mismo
idioma, que las palabras tengan el mismo significado para
ambas partes.

Tenemos que contar con la posibilidad, muy probable, de


que el/la paciente proyecte sobre su estado del yo padre
sobre su terapeuta, y que desde ahí interfiera o interprete
lo que le dice.

También es bueno que haga consciente a su paciente de la posibilidad de que los cambios
que incorpore puedan afectar a otras personas, y que eso les vaya a obligar a su vez a hacer
cambios. Una de las máximas de nuestra profesión es: "Nadie puede cambiar al otro”.
Puedes cambiar tú, y tu cambio puede ejercer un cambio en el otro, si el otro se adapta para
no romper la relación.

A Través de la Comunicación Verbal:

• Palabra
• Tono de voz
• Ritmo

Otras técnicas:

Otras técnicas terapéuticas de intervención que podemos utilizar en el proceso de terapia


son:

• Identificación: para establecer un buen vínculo, el/la terapeuta tiene que poder
identificarse con su paciente y eso significa poder ponerse en sus zapatos, no
entender las cosas en abstracto sino como su paciente las vive desde su propia
realidad. Para ello el que cada terapeuta haya realizado su propio proceso personal
es una buena ayuda, pues cuando realizamos nuestra propia terapia en algunas
ocasiones pasaremos por situaciones similares a las de quienes acompañamos.

• Indagación: en nuestro trabajo como terapeutas las preguntas van a ser


herramientas básicas con las que también acompañamos. Para preguntar
necesitamos primero escuchar con todo interés, para después hacer la pregunta
adecuada y así facilitar que encuentre soluciones, se permita conocerse mejor o ver
otras opciones, y por lo tanto tomar decisiones más adecuadas. En este preguntar es
importante que tengamos en cuenta a la persona con la que estamos trabajando,
para que no se sienta ofendida, ni descalificada, sino que note con nuestras
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preguntas que nos importa. A la hora de preguntar es fundamental tener en cuenta


lo siguiente:

• Que sean preguntas directas, para que encuentren la respuesta más


adecuada.
• Que no vivan la pregunta como una acusación, sino con respeto a su opinión.
• Que se haga de tal forma que permita a la persona aclararse.
• Que facilite su comunicación con otras personas, aclarando datos que pueden
ser confusos.
• En ocasiones preguntaremos para que nos confirmen que estamos
entendiendo lo que nos están contando.
• Preguntar de forma concreta facilita la respuesta.
• Preguntaremos sobre lo que ha ocurrido o sobre cómo lo ha vivido en función
de lo que estemos trabajando.
• Daremos tiempo para que respondan, escuchar su respuesta y formular otra
pregunta teniendo en cuenta esa respuesta.
• Podemos hacer preguntas para romper una línea de discurso que
consideremos que no es adecuada para el objetivo terapéutico. Por ejemplo
“llegué tarde y mi amiga ya se había ido... es que resulta que me olvidé de la
cita y entonces... ¿para qué llegaste tarde?
• Realizaremos preguntas abiertas cuando descubrimos que el estado del Yo de
nuestro paciente es el NA (Niño Adaptado). De esta forma potenciamos que
energetice al Adulto para contestar.
• Además de las preguntas, hay muchos tipos de estímulos que ayudan o que
buscan provocar un cambio en el proceso como, por ejemplo:
▪ Si me levanto y toco la espalda de mi paciente...
▪ Cogerle la mano en un momento determinado también estimulará
para provocar un cambio.
▪ O si se está enrollando desde la pasividad y le digo: "sigue con lo que
estás, yo voy a desconectar un rato y si hay algo interesante me
avisas..." Esto generará un impacto y le estimulará a que salga de la
pasividad.
• Señalamientos: la técnica más sencilla, como el señalamiento, puede ser
importantísima para que la persona se dé cuenta de algo que nunca había percibido
antes. Se trata tan solo de señalar algo que está ocurriendo, a veces bastaría con
decirle: "has movido un ojo, está pasando esto, acabas de quedarte callado..." con
eso estamos fijando la atención en lo que está sucediendo. Es importante sólo
señalar lo que se ve, sin explicaciones ni porqués, es como decirle “me estoy dando
cuenta de algo y lo comparto contigo”, “estoy interesada en ti y en tu proceso” y
además sirve para que la persona pueda darse cuenta de algo de sí misma que le está
pasando desapercibido.

• Sugerencias: podemos ofrecer también sugerencias, pero no dar consejos, el consejo


va al Niño Adaptado, y en su adaptación podría decir:
"Vale" desde el NAS, para más tarde consumar el consejo o no.
"Vete a la mierda" desde el NAR y hacer todo lo contrario a lo aconsejado.

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Los consejos frecuentemente acaban formando parte de juegos psicológicos y con los
roles del triángulo dramático repartidos.

No nos interesa activar el NA, nos interesa el A o el NL. Lo que buscamos en terapia
es el cambio y no la adaptación. Por eso no decimos “haz esto” o "mejor que hagas
esto" sino: "yo haría esto" o “yo veo estas opciones" (no más de 2 ó 3). Se trata de
abrir posibilidades, pero sin dirigir, permitiendo que la persona elija y tome sus
decisiones libremente. Como excepción puede haber situaciones comprometidas en
las que se debe decir: "ahora mismo lo que tienes que hacer es esto" o "ahora tú y yo
vamos a ir de la mano para..." dejando claro la importancia del momento y de la
acción a realizar.

• Utilización de anécdotas, metáforas e ilustraciones: en el transcurso del proceso


terapéutico una de nuestras misiones más frecuentes será la de propiciar que una
idea o una decisión surja en el interior de la persona que acompañamos. Si se la
damos hecha la apartará y todo el trabajo previo habrá quedado inservible y esa vía
inútil. Debe nacer de él o ella, y nuestro trabajo es preparar el terreno. Para lograrlo
usaremos multitud de recursos desde contar anécdotas, usar metáforas, ilustrar con
relatos, libros o películas que sabemos pueden resultarle accesibles y que le sirvan
para que en su interior aparezca la idea y se forme el razonamiento que la sacará de
su encrucijada. En ocasiones utilizamos resúmenes de trabajos terapéuticos de otras
personas que, sin identificar, servirán de ilustración al problema que está resolviendo
en ese momento.

• Interrogación: la utilizamos para clarificar puntos que no está bien definidos, y


haremos una transacción desde nuestro Adulto a su Adulto.

• Confrontación: haber creado una buena y potente Relación Terapéutica nos


permitirá que cuando observemos una contradicción entre los pensamientos y las
conductas que nos muestran, podamos utilizar la confrontación desde el más
absoluto respeto, lo que permitirá a la persona realizar un proceso de Introspección y
reflexionar sobre ello.

• Explicaciones didácticas: hay momentos en los que el/la terapeuta puede explicar el
esquema de los cinco niveles, el triángulo dramático para ver en qué rol se sitúa, los
juegos psicológicos, los estados del yo, etc. Todo esto ayuda a comprenderse, a
buscar objetivos, a comprender también su entorno.

• Ejemplos: cuando explicamos algo necesitamos que lo entiendan, para ello contamos
con múltiples recursos, el más frecuente va a ser utilizar ejemplos que faciliten la
comprensión. Debemos ir adquiriendo experiencia en el uso de ejemplos. A veces un
ejemplo bien elegido será crucial para que la persona “vea la luz”

• Trabajos frente al espejo: en ocasiones vamos a llevar a quien acompañamos frente


al espejo (tenemos uno en cada despacho para estos momentos) para que se
enfrente a su realidad, para que se mire, que nos trasmita lo que ve en el espejo y así
poder apreciar lo que se mueve en él o ella ante esa experiencia. Otras veces lo
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podemos utilizar para que vea ciertos aspectos que distorsiona o que no quiere ver
de su propia ralidad.

• Hacer de espejo: el espejo nos devuelve una imagen real y verdadera de quienes
somos. No perfecta, sino verdadera. Para conocer nuestras partes ocultas
necesitamos un espejo especial que no existe en las tiendas, y esa función la puede
realizar quien acompaña. En multitud de ocasiones debemos hacer de espejo para
señalar aspectos que la persona no puede ver por falta de distancia de enfoque (está
demasiado implicada consigo misma o demasiado cerca). El otro ve en mí lo que yo
no puedo o no quiero ver, por lo tanto, cuanto más preciso sea "el espejo", más
detallada y fiel será la imagen que perciba.

• Elaboraciones: con los datos obtenidos de la sesión, o de un período de terapia, la/el


terapeuta puede devolver a su paciente material que ha ido elaborando para que la
persona lo evalúe y decida si se lo queda. No sirve de nada si el/la paciente no lo
acepta como propio, por lo que es una intervención delicada.

• Conclusiones: consiste en un comentario o idea final que resume los aspectos más
importantes tanto del tema que se ha estado trabajando en la sesión, de una
temporada de trabajo terapéutico o de la terapia. Puede servir de cierre o para que
la persona reflexione sobre ella. Es importante que, en cada sesión, si es posible, la
persona que acompañamos se lleve algo. Podemos aportarlo nosotros o el/la
paciente. Una buena forma de terminar la sesión es con la pregunta “¿qué te llevas
de la sesión?”

• Tareas terapéuticas: utilizamos esta sencilla técnica para promover una actitud
activa frente al cambio y, de paso, chequeamos y exploramos las resistencias que
aparecen en la persona. Las tareas son propuestas simples para realizar un trabajo
entre sesiones. Que escriba algo, que prepare un paso del proceso, que realice algún
acto simbólico, etc.

A lo largo de más de 30 años de profesión hemos sugerido multitud de tareas que


preparaban a la persona para los pasos que estaba dando en su terapia. Os doy un par de
ejemplos para ilustraros:

• Sugerir a una paciente que está trabajando su autoestima, que no se quiere y no


se ha cuidado hasta ahora, que todas las mañanas después de la ducha (ya
incluimos una ducha matutina diaria) se dé crema en el cuerpo. Le iremos
preguntando cómo se siente mientras se da la crema y cómo se queda después, y
así iremos acompañándola a incorporar ese ritual afectivo que será tan
importante para ella. Si vemos que se le olvida o tiene tendencia a dejarlo,
podríamos proponerle realizar un contrato (que fija un compromiso) para que la
actitud de autocuidado se asiente más en ella.
• Proponer a un paciente que escriba un mensaje positivo para él, tipo “yo puedo
conseguir lo que quiero” o “soy importante” y lo pegue en el espejo del cuarto de
baño, así lo leerá al menos un par de veces al día.

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• Trabajo con modelos: en terapia vemos a muchas personas que, o bien no han
tenido un modelo sano en su infancia, o bien los que tuvieron no les sirven para lo
que quieren en el presente. Le pedimos a nuestro/a paciente que busque a dos o tres
personas que son como él o ella quiere ser, o bien que tengan alguno de los aspectos
que quieren conseguir, y que los fijen como modelos para copiar esos aspectos. En
muchas ocasiones estos modelos eran personas cercanas e incluso alguien de su
grupo de terapia y les pudimos proponer que hablasen con esa persona sobre cómo
consiguieron ser así, de las dificultades que tuvieron para lograrlo, etc. y esa
conversación puede ser muy buena para lograr sus objetivos

• Desconfusión de los Estados del Yo” (Berne 1961; --b.D. Clark, 1991; Clarkson y Fush,
1988), facilita que el paciente sea consciente del estado del Yo en que se encuentra.

Actividad

Analiza el papel del terapeuta

6. ALGUNAS HERRAMIENTAS TERAPÉUTICAS BÁSICAS

6.1. ESQUEMA DE LAS 5 ÁREAS.

Desarrollamos a continuación el esquema de las 5 áreas vitales que ya habéis trabajado en el


primer módulo para la presentación inicial al grupo. En PHI lo utilizamos precisamente en
trabajo de grupo, como dinámica en la sesión inicial, para que los miembros de este se
presenten y se inicie una primera interacción personal, también lo usamos en terapia
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individual para, en la primera sesión, recoger la mayor cantidad de información posible. O en


algún momento de la terapia para ver cómo va evolucionando la persona y su proceso.

Área de Trabajo: en esta área, fuera del círculo incluimos todo lo referente al mundo
profesional, todo lo que tiene que ver con el trabajo, cuál es y cómo se desarrolla la
ocupación profesional.

Y dentro del círculo está lo referente a la persona que se está presentando con relación a su
trabajo, cómo se siente en este trabajo, si lo ha elegido o no, si se siente realizada en él...
Cómo se trata a sí misma en el trabajo y cómo deja que le traten sus compañeros, jefes,
otras personas relacionadas con él.

Área de Ocio: aquí incluimos, fuera del círculo, todas las actividades que tienen que ver con
el tiempo libre, la relación con amistades, hobbies, etc. y dentro del círculo todo lo referente
a la persona que se relaciona con amistades, que practica deportes, hobbies..., si se pone en
peligro, si se trata mal, si disfruta... y cómo vive todo lo que concierne a esta área.

Área de Familia: incorporaremos toda la actividad relacionada con su familia de origen. Y


dentro del círculo todo lo referente a la persona que se está presentado, como parte de esa
familia: cómo se siente, cómo se relaciona..., si se mete en juegos psicológicos con sus
familiares, si entra en regresión, ...

Si ya tiene familia propia, se trata de que haga lo mismo también con su familia formada.

Área de Pareja: incorporaremos todo lo relacionado con la pareja, y dentro del círculo todo
lo referente a la persona que se está presentando como parte de esa pareja, el lugar que
ocupa en la relación, cómo se trata a sí misma dentro de la relación y cómo deja que la trate
su pareja.

Área Personal: en el esquema es un círculo central que contiene tres divisiones:

• Una verde que representa al núcleo fisiológico, sobre el que en principio no tenemos
poder para interferir: ahí estarán todas las funciones de nuestro cuerpo (digestión,
respiración, formación de orina, etc.).
• El círculo amarillo intermedio, que se refiere a nuestra parte más íntima: todo lo que
la persona hace por y para ella misma, que no está en relación con ninguna de las
otras cuatro áreas.
• Y por último, el círculo amarillo más exterior, que representa lo que hay de personal
dentro del resto de las áreas (que ya hemos visto dentro de cada una de ellas). Por
ejemplo: cómo me trato en mi trabajo, cómo me protejo ante los riesgos, si practico
deporte, cómo me cuido en mis relaciones familiares, etc.

6.2. El “CARRO DE LAS PREGUNTAS” COMO HERRAMIENTA PARA EL ANÁLISIS


ADULTO

Vamos a utilizar algunas preguntas que ayudan a la persona a hacer un análisis Adulto de
cualquier problema, o tema que estemos trabajando en sesión.

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Para ello sugerimos el siguiente esquema, como una regla mnemotécnica que nos ayude a
recordar las 9 preguntas adultas básicas: qué o cuál, por qué, para qué, cómo, cuándo,
dónde, cuanto, quien y para quién.

Vamos a utilizar el siguiente ejemplo (la decisión de estudiar una carrera determinada) para
explicar cómo se realiza un análisis adulto de un tema. Identificaremos primero el problema
a tratar y ese será el objetivo del análisis:

¿Qué o cuál? ¿Qué carrera estudio? A continuación, utilizamos todas las demás
preguntas con el contenido que nos encaje a la pregunta.

¿Para qué quiero estudiar...? (las respuestas las iremos apuntando y nos irán
descubriendo pistas para resolver el enigma).

• ¿Por qué quiero estudiar...? (aquí irán saliendo respuestas que nos orientarán sobre
las motivaciones por las que queremos estudiar determinada carrera)
• ¿Cuándo quiero estudiar...? ¿Cuándo quiero acabar?... (iremos viendo el momento
adecuado para poner en marcha esta decisión y también nos ayuda que la decisión
final se adecue a nuestros tiempos)
• ¿Dónde quiero estudiar...? ¿Dónde quiero vivir mientras estudio? ¿Dónde quiero
trabajar? (nos ayudan a situar en el espacio el tiempo del estudio y el del objetivo
cumplido)
• ¿Cuánto? Todo lo cuantificable lo podremos analizar en este punto: dinero, tiempo,
energía, etc.
• ¿Cómo? Se refiere al proceso. ¿cómo queremos estudiar? ¿Cómo queremos que sea
nuestro trabajo?
• ¿Quién? Aquí buscaremos todos los protagonistas en el objeto de análisis, en este
ejemplo solo soy yo, en otros ejemplos puede haber más protagonistas.
• ¿Para quién? Para beneficiar a qué persona (conocida u oculta) tomamos la decisión.
Esta pregunta es especialmente importante en terapia, ya que por debajo de muchas
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decisiones existe un deseo oculto de satisfacer a alguien, generalmente sus figuras


parentales.

Una vez que ya se han respondido a todas las preguntas del carro, leyendo las
respuestas, habrá varias que podamos afrontar nuevamente, dando un paso más en
el análisis.

7. LOS 5 NIVELES DE INTERVENCIÓN. TEORÍA Y DESARROLLO


Notas del: Dr. José Zurita Díaz

Comencé el desarrollo del esquema de los cinco niveles hace más de 20 años, cuando estaba
empezando en psicoterapia. En aquel momento trabajaba con toxicómanos, especialmente
heroinómanos, y necesitaba tener un esquema de trabajo con mis pacientes que me
permitiera clarificar desde mi cabeza cómo hacer el tratamiento. Empecé a buscar modelos
que me sirvieran para trabajar y encontré el Diagrama de la Comunicación de Graham
Barnes, (transaccionalista del norte de Europa), de tres niveles: nivel social, psicológico y
existencial y con él busqué el modo de comprender la profundidad que había en las
intervenciones terapéuticas con mis pacientes.

Nivel Social
Nivel Psicológico
Nivel Existencial

Como aquello no era suficiente para mí, porque me faltaba sitio para meter los contenidos
que iba trabajando con mis pacientes, lo enfrenté al esquema de los tres niveles de
actuación del Análisis Transaccional: acción, pensamiento y emoción, como señala Richard
Erskine en el artículo ABC de una Psicoterapia efectiva (TAJ, abril 1975)

Acción
Pensamiento
Emoción

Y al enfrentarlo con el Diagrama de Graham Barnes descubrí que no coincidían los niveles y
quedaban acabalgados. Al juntarlos me di cuenta de que se formaban 6 niveles distintos, y
aquello empezó a tener sentido para mí, y empecé a poder clasificar contenidos en este
esquema.

Inicié la tarea de darle nombre a cada uno de los seis niveles que aparecieron y el primero,
una acción a nivel social claramente es donde está la conducta. A continuación, en la franja
de pensamiento y todavía a nivel social, está el pensamiento social, que es el procedimiento
del proceso cognitivo para llevar a cabo acciones a nivel social y está íntimamente ligado con
el nivel superior, la conducta, ya que es necesario para llegar al movimiento, a la acción. Por
ejemplo, si yo quiero hacer una paella tengo que comprar el arroz, tener el recipiente y
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seguir los pasos de la receta para los ingredientes, tiempos de cocción, etc., todo eso está en
mi cabeza y van a ser una serie de procesos mentales que me van a llevar a realizar una
acción, eso es el pensamiento social.

Acción
CONDUCTA
...................................................................................................................................................
Nivel Social
PENSAMIENTO SOCIAL
...................................................................................................................................................
Pensamiento
PENSAMIENTO PROFUNDO
...................................................................................................................................................
Nivel Psicológico
EMOCIONES BÁSICAS
...................................................................................................................................................
Emoción
EMOCIONES PROFUNDAS
...................................................................................................................................................
Nivel Existencial
ESPIRITUALIDAD
...................................................................................................................................................

Si continuamos en la franja de pensamiento, ya en el nivel psicológico, está el pensamiento


profundo que corresponde a una profundización del proceso cognitivo, emergen los ideales,
creencias, valores, principios, aquí empiezan a aparecer elementos importantes que
conforman la psicopatología de las personas como prejuicios, fantasías, mandatos,
impulsores, programas de guion, etc.

En la banda de la Emoción vamos a distinguir dos niveles diferentes, que más adelante
explicaré, Emociones básicas y Emociones profundas.

Y por último quedaba un hueco vacío que durante algunos años dejé en interrogante. Salía
un nivel más, pero no tenía datos para darle un contenido y llamé a este esquema “el
esquema de los 5 niveles” porque yo trabajaba en estos 5 niveles y me quedaba el último
con una interrogación; después empecé a poner tímidamente espiritualidad y más tarde
trascendencia, para terminar, volviendo a denominarle Espiritualidad, y poco a poco he ido
confirmando que este nivel es muy importante para todo el esquema. Incluye los contenidos
más profundos del ser humano que tienen ver con la espiritualidad. Durante el proceso de
terapia se producen cambios en él ya que, de alguna forma, hemos visto que está presente
transversalmente a través del sentido que la persona le da a su vida y desde la escala de
valores que sustentan su visión del mundo.

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Cuando intervenimos desde la aceptación incondicional, comprendiendo y respetando su


realidad, validando y amando su existencia, de alguna forma les estamos poniendo en
relación con la dimensión transcendente de su vida, pero como no actuamos directamente
sobre él, hemos preferido seguir hablando de cinco niveles de intervención.

Para trabajar con el E5N lo que miramos es la coherencia y la


congruencia. Coherencia sería nivel a nivel. Congruencia sería
coherencia entre todos los niveles.

Antes de explicar el contenido de la banda de la emoción, quiero


desarrollar cómo llegamos a las emociones con las que trabajamos, un
marco teórico con respecto a ellas que, sin entrar en que sea “la
verdad”, a nivel práctico a nosotros nos funciona.

Para llegar a las emociones profundas, vamos al bebé que sólo tiene la
posibilidad de sentir placer. ¿Cuándo lo siente? Cuando le dan de mamar, lo atienden, lo
abrazan, lo lavan. El bebé conecta con el placer cuando está recibiendo el amor parental. Ese
placer se equipara al amor parental.

Sentirá displacer cuando esté solo, sucio y no lo cambian, cuando falta el amor parental y
mamá no lo atiende. El bebé experimenta el displacer como miedo a perder el amor de
mamá. El bebé no tiene percepción del tiempo, no sabe qué es pasado, futuro... Un bebé
que tiene hambre, la tiene para siempre... y está solo para toda la eternidad... El miedo a
perder el amor de mamá conecta con un miedo profundo a nivel existencial, que es el miedo
a dejar de existir. Nos vamos al desarrollo del mundo emocional del bebé, cuando todavía no
puede sentir, sólo puede notar o experienciar dos opciones: placer/displacer.

La existencia del bebé transcurre en un continuo de AMOR y así


es como puede desarrollarse saludablemente, el continuo sólo
se interrumpirá cuando se dé alguna circunstancia de displacer
(hambre, que esté solo, etc.), que podrá ser una experiencia
momentánea de forma real, pero “eterna” para la vivencia del
niño. No pasa nada, en cuanto la necesidad del niño se ve
satisfecha éste vuelve a sentirse en el continuo de AMOR y todos
sabemos que los bebés se adaptan enseguida al instante presente. Tan solo en los casos en
los que esta vivencia de MIEDO que se va acumulando sea demasiado profunda o repetitiva,
formaría un conflicto que de momento no va a dar la cara, pero que en el
futuro probablemente ocasionará una sintomatología.

Según se produce el desarrollo emocional del AMOR en el niño,


saldrán las tres emociones básicas agradables que son: la alegría,
el amor horizontal y el poder.
 La Alegría es la reacción al placer, a algo positivo.
 El Amor horizontal es el amor a uno mismo, a sus amigos, pareja...
 El Poder es sentirse capaz, no es un poder sobre otro, sino sentirse con la capacidad
de lograr algo y revisarlo, es la emoción positiva que nos mueve hacia algo, hacia un
objetivo.
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Y del MIEDO, según evoluciona el niño, desarrollará las tres emociones básicas
desagradables: la tristeza, el miedo lógico y la rabia.

 La Tristeza es la reacción emocional a la pérdida.


 El Miedo lógico es la reacción al peligro real.
 La Rabia es la reacción ante la agresión.

Entonces en la banda emocional y a nivel psicológico estarían la alegría enfrentada a la


tristeza, el amor horizontal al miedo lógico y el poder a la rabia. Las emociones básicas están
enfrentadas dos a dos y eso nos permite trabajarlas mejor en terapia.

Alegría Tristeza

Amor horizontal Miedo lógico

Poder Rabia

Ya en el nivel existencial y en la banda de la emoción, estarán: el Amor Parental y el Miedo


Existencial.

El Amor Parental: se refiere a toda la vivencia amorosa que, desde el instante de la


concepción, permite desarrollarse al niño protegido por el vínculo con la madre o su
sustituto.

El Miedo Existencial: es el miedo a perder el amor parental, y puede ser incorporado


fundamentalmente de dos formas:

 Miedo a la Invasión: a ser tragado, manipulado o violado. Un niño va a aceptar ser


invadido para no ser abandonado.

 Miedo al Abandono: es el miedo más profundo. El niño, que necesita a sus padres
para existir, cuando siente peligrar la relación amorosa puede conectar con el Miedo
a caer en el vacío existencial.

Amor y miedo están opuestos porque cuando sientes miedo el amor te protege, y cuando
falta el amor lo que sientes es miedo.

La acción del sismógrafo puede ayudarnos a entender lo


que sucede. Si utilizamos la metáfora de un aparato de
medición de papel continuo como puede ser el sismógrafo
y equiparamos el blanco del papel al AMOR parental y la
mancha de tinta al MIEDO existencial, veremos que
cuando el bebé está con mamá o su sustituto, el papel
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aparecerá en blanco, cuando hay una ausencia de mamá, entonces la tinta empezará a
llenar la superficie del papel, según la intensidad y la duración de la emoción. El bebé está
con mamá y la aguja entintada estará levantada sin manchar el papel, cuando el bebé se
siente solo la aguja bajará y la tinta comenzará a manchar el papel. Los bebés se adaptan al
instante presente a gran velocidad y en cuanto mamá vuelve a estar la aguja se levanta y
deja de manchar, vuelve a fluir el AMOR.

Cuando pasa el tiempo y el individuo tiene


acúmulos de tinta (es decir conflictos sin
resolver) un estímulo del presente puede
provocar una respuesta desproporcionada,
motivada por la salida explosiva de la emoción
arcaica acumulada. El ser humano va
incorporando sus experiencias primarias y
construyendo sobre ellas, como el sismógrafo
va recogiendo los datos y guardándolos en el
rollo de papel. A mayor presencia de tinta más se irán emborronando las nuevas
experiencias, más conflictos se irán acumulando sobre la base de aquellas experiencias
primarias no resueltas.

7.1. PRINCIPIO DE LA COHERENCIA Y CONGRUENCIA.

El funcionamiento del esquema de los cinco


niveles se basa en el principio de coherencia
y congruencia, que quiero explicaros
brevemente.

Cuando dos niveles del esquema son


acordes, decimos que son coherentes y
cuando todos los niveles son acordes o
coherentes, diremos que hay congruencia.

La clave de este esquema es que cada elemento que está en un determinado nivel necesita
tener por debajo un contenido coherente con el concepto del nivel más superficial para
soportarlo y permitir que se asiente... entonces, si hay un elemento que no es coherente con
el anterior se producirá una falla en la columna, que la persona no puede aguantar
demasiado tiempo. El contenido del nivel inferior soporta el de los niveles superiores y va
haciendo cambiar el contenido de los que están por encima en función de la coherencia. El
nivel inferior es el que manda, si está enfermo permaneceremos en patología y en salud si
está sano. Podemos hablar de una tendencia a la congruencia, a la estabilidad entre los
niveles.

En alguien que nos cuenta su conducta problema, vamos viendo cual es el pensamiento
social que soporta esa conducta y qué material cognitivo más profundo es coherente con ese
pensamiento social y la conducta. Después exploraremos qué emociones básicas y qué
emociones profundas encontramos coherentes entre sí y congruentes con el resto de los

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contenidos de la columna. En base a ello planteamos objetivos y técnicas para llegar a un


esquema más sano.

Si tomamos como ejemplo un paciente alcohólico debemos tener en cuenta que con su
conducta está actuando su conflicto. La persona se hace adicta porque tiene una serie de
conflictos internos con los que el alcohol encaja. Es habitual que haya una madre detrás que
no le ha dejado ser él mismo. Con el alcohol intenta acallar su dolor y en la primera copa
funciona, pero la tolerancia hace que con el tiempo sea necesario aumentar el consumo.

Analizando su problema con el esquema de los 5 Niveles veremos que presenta en:

 Nivel de CONDUCTA: un consumo repetitivo y excesivo de alcohol,


probablemente otras conductas evitativas, a veces conductas violentas y con toda
seguridad otros hábitos autodestructivos.

 Nivel de PENSAMIENTO SOCIAL: habrá una justificación de “por qué bebe”,


pensamientos tipo de “necesito una copa para atreverme a enfrentarme a....”, “la
vida sin alcohol no tiene sentido o es aburrida” ….

 PENSAMIENTO PROFUNDO: aparecerán mandatos como "Sé dependiente",


"No seas sano”, “No crezcas”, "No vales", "No pienses" o incluso "No vivas". Me
siento víctima, los demás son mejores que yo, lo que piensan los demás es más
importante que lo que pienso yo. Nunca lo hago suficientemente bien, ya me lo
decía mi padre.

 EMOCIONES BÁSICAS: habrá mucha Rabia y muchísimo Miedo, que el alcohol


“ayudará” a calmar. Probablemente también sentirá Tristeza.

 EMOCIÓN PROFUNDA seguro que hay mucho MIEDO existencial a la invasión


y al abandono.

Transversalmente, podremos intuir en el Nivel ESPIRITUAL: falta de sentido de la vida,


confusión en la escala de valores, culpabilidad, dificultad para el contacto profundo consigo
mismo.

La patología tiene unos contenidos congruentes (en este caso negativos) en todos los
niveles, lo que garantiza una estabilidad que permite que se asiente en la persona y que
perdure durante mucho tiempo.

Si nuestro paciente alcohólico cambia su conducta y deja de beber, difícilmente va a


conseguir que el cambio perdure, ya que los cambios de conducta en la mitad sana de su
Esquema de los 5 Niveles no tienen soporte en los niveles inferiores. Si se incorpora a un
programa de ayuda médica o algún grupo de autoayuda, podrá colocar en el Pensamiento
Social un “tengo que dejar de beber”, o un “Yo soy capaz de dejar de beber”. Esto hará de
soporte del cambio conductual durante un tiempo, pero no será permanente mientras no
genere cambios en los niveles más profundos. A nivel práctico, un alcohólico que haya
cambiado sus dos niveles más superficiales (conducta y pensamiento social) puede vivir una
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“aparente curación”, mientras esté en tratamiento pues la relación terapéutica podría


funcionar como un soporte a los cambios superficiales, pero en el momento en que
suspendiera el tratamiento o rompiera la relación con el médico o con la asociación el
esquema se desmoronaría y no podría soportar los cambios sucediendo una recaída.

Si trabajamos con él en un proceso de terapia profunda, podrá conseguir:

 Redecidir los mandatos de su guion de vida.


 Canalizar la rabia que le está destruyendo y el miedo que no le deja vivir, para
dejar paso a sus emociones de poder, alegría y amor.
 Y en el nivel más profundo que se sienta querido y experimente que se puede
confiar en él, y por lo tanto se sienta con una base segura en la que poder apoyar
toda su columna. Entonces con un esquema congruente, el paciente sí se habrá
curado, sus cambios serán permanentes y podrá descubrir o reconectar con un
nuevo sentido para su vida.

Lo que habrá que buscar es “cómo” hacer para que un paciente se cure, es decir que los
contenidos de la columna del lado de la patología den lugar a otros en el lado de la salud, y
que construya una columna congruente.

En el proceso terapéutico, el/la paciente introduce cambios que se mantendrán si tienen


coherencia con el nivel inmediatamente más profundo, pero no es definitivo. La Relación
Terapéutica va a servir para soportar y mantener estos cambios, de forma que la persona
depende de un apoyo externo por algún tiempo, ya sea terapéutico, familiar o
circunstancial. Los cambios podrían venirse abajo cuando desaparece el apoyo, por la
necesidad de contención congruente de la columna.

Si buscamos un cambio permanente, es decir, que la persona se cure, habrá que


acompañarla a que logre un cambio en los 5 niveles, que le permitan tener una columna
congruente.

Actividad

Película: 28 días (en pareja)

PREGUNTAS QUE TE SUGERIMOS PARA TRABAJAR CON EL ESQUEMA DE LOS 5


NIVELES DE INTERVENCIÓN.

 ¿Cuál es el Problema?

Descríbeme en 5 líneas el problema que quieres analizar.

El objetivo es que la persona traiga al presente su problema, lo ordene en su cabeza en una


narración coherente y conecte todas las partes que lo conforman. También que el/la
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terapeuta escuche su narración y se haga una idea general de qué es lo que la persona quiere
analizar, para poder ordenar y orientar mejor sus intervenciones exploratorias.

 Describe cómo era la situación, qué hacías, qué pensabas y qué sentías.

 ¿Desde cuándo te ocurre?


 ¿Sucesos significativos que puedes asociar a ese momento?
 ¿Recuerdas cómo te sentías en ese momento o en esa época?
 ¿Qué pensabas de ti?
 ¿Cómo era la imagen de ti misma/o?
 ¿Cómo te cuidabas?
 ¿Qué opinabas de ti, qué opinaban los demás?
 ¿Con qué acontecimiento o reflexión asociarías este problema?
 ¿Qué consecuencias ha generado este problema?
 ¿Qué cambios piensas que se han producido en tu vida a consecuencia de este
problema?
 ¿Cuándo conectas con este problema sientes ganas de…?
 Si pudieras harías….
 ¿Qué te dices cuando conectas con el problema?
 ¿Qué caricias recibes cuando tu problema se manifiesta?
 ¿Qué te dicen o qué te hacen, qué te dices tú internamente?
 ¿Qué le dices tú a la otra persona y cómo te quedas después?
 Cuando piensas… ¿lo que sientes es…?
 Cuando está en su momento más alto de manifestación ¿lo que sientes es…?
 Cuando sientes esto ¿qué necesitas?
 ¿Este problema se repite una y otra vez?
 Relaciona el espacio donde se producen una y otra vez tus problemas, en casa, en el
trabajo, en relaciones sociales, en relación con la autoridad…
 Para dejar salir tu emoción ¿por qué esfínter intuyes que podría salir?
 Si dejas libre tu fantasía lo que harías sería…
 Rememora las dos últimas veces que te ha ocurrido ¿cómo te sentías después de
manifestarse el problema?
 Ve con la memoria a la primera vez que recuerdes que tuviste este problema, ¿cómo
fue? ¿Qué pensaste y qué sentiste?
 ¿Qué diría de ti alguien que te viera en plena manifestación de este problema?
 ¿Qué pensaría y cómo se sentiría?
 ¿A quién traicionas si solucionas el problema?
 ¿A quién recurrirías?
 ¿A quién te hubiera gustado pedir ayuda?
 La primera vez que se manifestó el problema ¿con quién podrías haber contado que
no tuviste?
 ¿Cómo se desarrolla la secuencia de pasos dentro de ti?
 ¿Cuál fue tu comportamiento la primera vez tras el problema?
 ¿Qué necesidad arcaica legítima insatisfecha (NALI) está detrás de este problema?
 Cuando tú me cuentas este problema ¿qué crees que estoy pensando yo de ti?
¿Cómo crees que me estoy sintiendo? ¿Qué esperas de mí?

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Módulo 06. Relación Terapéutica y Técnicas Básicas en PHI. Los cinco niveles de Intervención

Según vas realizando las preguntas, con las respuestas de tus pacientes irás obteniendo
datos que podrás colocar en cada uno de los 5 niveles de intervención en PHI. Del resultado
de esta clasificación de los datos saldrá una columna que reflejará la sintomatología de la
persona y resumirá su patología en los 5 niveles.

El siguiente paso consistirá en que el/la terapeuta, con la lista de psicopatología elaborada
delante, vaya explorando con su paciente los objetivos terapéuticos para cada nivel, y los
reflejará una vez concretados en la columna derecha del esquema de los 5 niveles.

El tercer paso consistirá en pensar y decidir qué técnica o intervención psicoterapéutica nos
puede ser útil para conseguir el objetivo terapéutico marcado.

Para tu proceso personal

Analizándote a través de los 5 Niveles

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