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Problemática conceptual y clasificación de los derechos humanos

Naturaleza Jurídica de los Derechos Humanos

En primer lugar es necesario afirmar que no debe confundirse un intento de


clasificación de los derechos humanos como un criterio favorable a una
categorización jerarquizada de estos o a la aceptación de que poseen, en lo
esencial, una naturaleza diferente. Todos los derechos del hombre tienen por
razones antológicas y materiales, una naturaleza igual, aunque pueden tener
caracteres diferentes y distintos sistemas de protección. No es admisible ninguna
jerarquización entre ellos ni puede admitirse el reconocimiento de que es lícita la
violación y el desconocimiento de una categoría de derechos en base a que es
preciso dar preeminencia a otra u otras categorías. Todos los derechos humanos,
cualquiera que sea el tipo a que pertenecen, se interrelacionar necesariamente
entre sí, y son individuales e interdependientes, como certeramente lo afirmo la
resolución 32/130 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Las generaciones de los derechos humanos

Primera generación o derechos de libertad

Los derechos de la primera generación, donde se incluyen los conocidos de manera


general como derechos o libertades civiles y los derechos políticos, son producto del
triunfo del liberalismo burgués en la Revolución Francesa, plasmándose en la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y posteriormente en todos
los textos constitucionales de Occidente.

Son derechos que implican un deber de abstención por parte del Estado, cuya
actuación es, en esencia, pasiva, aunque supone no solo un deber de garantizar el
orden publico dentro del cual esos derechos pueden ejercerse efectivamente, de
manera libre y no discriminatoria, sino también de establecer y mantener las
condiciones en que el orden, dentro del cual se ejerce la libertad, exista efectiva y
realmente. El titular de estos derechos es el ser humano en el caso de los derechos
civiles, y el ciudadano en el caso de los políticos, considerados el hombre y el
ciudadano; no como abstracciones autónomas y aisladas sino como entidades que
actúan necesariamente en el complejo de la vida sociopolítica.

Segunda generación o Derechos de igualdad

Quedan comprendidos en la llamada segunda generación, los derechos de


contenido económico, social y cultural, producto de la crisis del Estado liberal
burgués; y el advenimiento de las revoluciones industriales que produjeron la
formación de una nueva clase social opuesta a la burguesía: el proletariado.
Mientras que la burguesía funda su fuerza social en la propiedad, el proletariado
obtiene su poder y fuerza del gran número de individuos que la integran y de la
cohesión entre los mismos.

Fruto de la cohesión del proletariado, la cual bien podríamos llamar conciencia de


clase, son las primeras reivindicaciones de derechos de contenido económico y
social frente a los clásicos derechos individuales, que ante la desigualdad social
resultaban negados.

Dos puntos de vista muy divergentes entre sí pretendieron dar respuesta a estas
reivindicaciones: por un lado la Iglesia Católica, con la formulación de la doctrina
social cristiana en la encíclica Rerum Novarum, por el otro la doctrina comunista de
Marx y Engels plasmada en el Manifiesto Comunista.

Estos derechos económicos, sociales y culturales, implican preceptivamente una


intervención activa, un hacer, del Estado o de otras comunidades políticas, para que
puedan realizarse.

La Declaración Universal de Derechos Humanos distingue ambos tipos de derechos


(artículos 3-21 y 22-27), los primeros están garantizados y protegidos por el Pacto
de Derechos Civiles y Políticos y los segundos por el Pacto de Derechos
Económicos Sociales y Culturales. En el ámbito americano coexisten la Declaración
de Derechos y Deberes del Hombre, la Carta Internacional Americana de Garantías
Sociales y la Convención Americana de Derechos Humanos que enumera y
protege, en principio, los derechos civiles y políticos, remitiéndose, en cuanto a los
derechos económicos, sociales y culturales, al Protocolo de Buenos Aires de la
Carta de la OEA. En Europa junto al Tratado de Roma y a sus Protocolos se sitúa la
Carta Social Europea.

Tercera generación o Derechos de solidaridad o de los pueblos

En cuanto a los nuevos derechos humanos, derechos de solidaridad o derechos de


la tercera generación se comenzó a hablar de ellos, como una nueva categoría, en
la década de los setenta.

Fue el Director General de la UNESCO, Karen Vasak, quien califico a estos


derechos como derechos de la solidaridad, en la lección magistral que dicto en la
Academia de Derechos Internacionales de la Haya, en 1974, expresó:

“Los nuevos derechos humanos podrían denominarse también derechos de


solidaridad; puesto que reflejan una cierta concepción de la vida en comunidad, solo
pueden adquirir existencia real mediante los esfuerzos conjuntos de todos los
componentes de la sociedad; individuos, Estado, entidades públicas o privadas. Así
ocurre, por ejemplo, con el derecho a un medio ambiente sano y ecológicamente
equilibrado, el derecho al agua pura, el derecho al aire puro e incluso al derecho a la
paz. En lo que se refiere a estos nuevos derechos humanos, la legislación
internacional es aun prácticamente inexistente, e igual sucede, por lo demás, con
las legislaciones nacionales, raras son las constituciones escritas que incorporan
uno u otro de estos nuevos derechos humanos, aunque existan propuestas en tal
sentido.”

Los derechos humanos de la primera generación son derechos atributos (porque se


pueden oponer al Estado), y los de la segunda generación son derechos de
acreedor (porque se pueden exigir al Estado).

Los derechos de la primera y segunda generación se basan en la idea subyacente


de un cierto conflicto, en que la colisión de intereses entre individuos y grupos
puede estar íntimamente relacionada con violaciones de derechos. Los derechos de
la tercera generación, que comprenden el derecho al desarrollo, a la paz, a un
medio ambiente sano y ecológicamente equilibrado, y el derecho a la posesión del
patrimonio común de la humanidad, se fundan esencialmente en la idea de la
solidaridad entre los hombres. Como esos derechos traducen una determinada
concepción humana de la vida en comunidad, solo pueden adquirir existencia real
mediante los esfuerzos conjuntos de todos los componentes de la sociedad:
individuos, Estado, otras entidades públicas o privadas.

Es evidente que la idea de la solidaridad no se aplica exclusivamente a los derechos


de la tercera generación; ni se podrían concebir los de la primera y segunda
generaciones sin un mínimo de solidaridad. No obstante, la solidaridad constituye el
núcleo mismo de los derechos de la tercera generación, que carecían de contenido
sin la existencia de un esfuerzo común. La división de responsabilidades y las
obligaciones vinculadas a la solidaridad desempeñan un papel primordial en los
debates sobre la paz y sobre el patrimonio común de la humanidad, ya que, si no se
aceptan y asumen activamente estas responsabilidades, comunes, dichos derechos
no se observaran con carácter general.

En efecto, se ha dicho, como ya vimos, que mientras los derechos civiles y políticos
suponen en lo esencial un deber de abstención del Estado, los económicos, sociales
y culturales implican un hacer estatal que brinde los servicios, las prestaciones y los
medios necesarios para que puedan existir. Los derechos de la tercera generación
combinan ambos elementos, ya que requieren un no hacer de la autoridad a efectos
de no inhibir su libre ejercicio, pero necesitan también de un hacer estatal (políticas
de desarrollo, de paz, de defensa del medio ambiente, etc.).

Sin embargo existe también una acción de la Comunidad Internacional, ya que no


puede haber desarrollo, ni protección del medio ambiente, ni paz, ni reconocimiento
del patrimonio común de la humanidad, ni por consiguiente vigente efectiva de estos
derechos de la tercera generación, sin una acción internacional correlativa.
Germán Bidart Campos, nos dice: “la tercera generación de derechos, sin extraviar
la noción de subjetivad de los derechos del hombre, la rodea más intensamente de
un contorno supra individual o colectivo, porque lo que en ese conjunto de derechos
se formula como tales muestra el carácter compartido y concurrente de una
pluralidad de sujetos en cada derecho de que se trata. No es por ejemplo como en
el derecho a la vida, en el que por más que digamos que cada hombre es titular de
él y que todos los hombres lo son de un mismo derecho, este parece nítidamente
perfilado como propiamente suyo de cada quien; en mi derecho a la vida no hay
concurrencia de otro titular, que separadamente tiene el suyo. En cambio, si
tomamos al azar un derecho que suele ahora colocar en la tercera generación,
como es el derecho a la preservación del medio ambiente, hay que decir que todos
los hombres que viven en un mismo ámbito (cuidad, región, etc.), tiene
subjetivamente ese derecho, pero como el bien a proteger es común, el derecho
personal de cada uno y el de todos, forma una titularidad que, aun cuando es
subjetiva de cada sujeto, uno por uno, es a la vez compartida por esa pluralidad en
la sumatoria de un interés común.”

Cuarta generación o Derechos de la especie humana

A la tradicional clasificación de los derechos humanos en tres generaciones (o


dimensiones) algunos autores añaden una cuarta generación de derechos
humanos, que incluiría derechos que no se pueden incluir en la tercera generación,
esto es, reivindicaciones futuras de derechos de primera y segunda generación y
nuevos derechos, especialmente los derechos relacionados con el desarrollo
tecnológico y las tecnologías de la información y la comunicación y el ciberespacio.

La división en generaciones de los derechos humanos para su estudio es una


creación del checoslovaco ex Director de la División de Derechos Humanos y Paz
de la UNESCO, Karel Vašák (1929 — 2015), que introdujo el concepto en su
conferencia para el Instituto Internacional de Derechos Humanos, en Estrasburgo,
en 1979, inspirado en el lema de la República Francesa «libertad, igualdad y
fraternidad», sustituyendo la última por «solidaridad».

Mientras que las tres primeras generaciones de derechos humanos, son


fundamentalmente producto de la evolución política de las sociedades nacionales y
la internacional; la cuarta generación implica a las innovaciones tecnológicas y la
globalización.

Los derechos civiles y políticos, reconocidos tras la Revolución Francesa de 1789,


los conocemos como derechos de primera generación; los derechos sociales,
reconocidos a lo largo del siglo XIX como conquistas del movimiento obreros, son
los derechos de segunda generación; y los derechos de tercera generación han sido
desarrollados tras las guerras mundiales, el derecho a la paz, a la
autodeterminación o a un medio natural sano. Los derechos humanos de cuarta
generación, desarrollados a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, protegen
el acceso a las nuevas tecnologías de la ciudadanía.

El ciberespacio, junto a las nuevas tecnologías, se presenta como un nuevo mundo,


omnipresente donde surgen nuevos derechos, o los derechos tradicionales, toman
una nueva dimensión. Nos referimos al derecho al acceso a la tecnología, la libertad
de expresión en las redes, el derecho a la libre distribución de la información. Estos
derechos nuevos se engloban dentro de la cuarta generación de derechos
humanos.

Entre los derechos de cuarta generación se pueden citar:

 El derecho de acceso a la informática.


 El derecho de acceso a la sociedad de la información en condiciones de
igualdad y no discriminación.
 Al uso del espectro radioeléctrico y de la infraestructura para los servicios en
línea sean satelitales o por vía de cable.
 El derecho a formarse en las nuevas tecnologías.
 El derecho a la autodeterminación informativa.
 El derecho al Habeas Data y a la seguridad digital.
Los contenidos de los derechos humanos de cuarta generación aún están en
discusión y no presentan una propuesta única.

El acceso a la justicia como derecho humano:


Justicia

Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada
uno lo que le corresponde.

Noción de acceso a la justicia

El acceso a la justicia es un principio básico del estado de derecho. Sin acceso a la


justicia, las personas no pueden hacer oír su voz, ejercer sus derechos, hacer frente
a la discriminación o hacer que rindan cuentas los encargados de la adopción de
decisiones.

La tutela judicial efectiva

La tutela judicial efectiva es un derecho amplio, que garantiza el indiscutido carácter


universal de la justicia y como institución jurídica constitucional engloba una serie de
derechos a saber: el acceso a los órganos de administración de justicia; una
decisión ajustada a derecho; el derecho a recurrir de la decisión

Elementos
1- El derecho de acceder a los órganos de justicia, el cual implica universalidad,
gratuidad, igualdad y debido proceso.
2- Obtener una sentencia motivada y congruente.
3- Que la sentencia se ejecute de manera efectiva.

Enfoque constitucional de acceso a la justicia

Artículo.26: Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración


de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o
difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente.

El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,


transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles (Constitución, artículo
26, segundo párrafo).

Derechos asociados a la tutela judicial efectiva

Tales derechos son los siguientes:

1- Derecho de acceso a los órganos jurisdiccionales


2- Derecho al debido proceso
3- Decisión ajustada a derecho
4- Derecho a recurrir de la decisión
5- Derecho a ejecutar la decisión

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