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UNIVERSIDAD MARIANO GALVEZ

SINDICATOS

LESTER ALEXANDER

FRANCO RODRIGUEZ

CARNE 7650-17-2488

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INDICE

INDICE................................................................................................................................................2
HISTORIA............................................................................................................................................2
El auge del movimiento obrero......................................................................................................3
Del fordismo al neoliberalismo......................................................................................................4
Las nuevas reglas del juego............................................................................................................4
Las causas del declive.....................................................................................................................5
Sindicalismo en el siglo XXI.............................................................................................................6
El movimiento sindical y las relaciones de trabajo en Guatemala......................................................7
SINDICATOS........................................................................................................................................9
Prohibición de los sindicatos........................................................................................................10
CONCLUSIONES................................................................................................................................10
BIBLIOGRAFÍA...................................................................................................................................11

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HISTORIA
Desde que surgieran en el siglo XIX, los sindicatos han sido actores fundamentales no solo en el marco
laboral, sino también a nivel social y político. A lo largo del siglo XX, el sindicalismo obtuvo importantes
conquistas de derechos y movilizó a millones de trabajadores. Sin embargo, la aparición de nuevos
factores productivos, sociales, culturales e ideológicos supone un desafío para las formas tradicionales
de sindicalismo, que deberán adaptarse a los tiempos que corren si quieren recobrar su antigua
importancia.

La historia del movimiento sindical está ligada al desarrollo del capitalismo: surge al calor de las primeras
fábricas en Inglaterra en la primera mitad del siglo XIX, y se consolida con la expansión de las grandes
empresas a finales de ese siglo y principios del XX. Por aquel entonces, las condiciones laborales eran
terribles para la gran mayoría de los trabajadores: jornadas de más de 14 horas, trabajo infantil, salarios
de miseria o falta de medidas de prevención, además de la ausencia total de servicios públicos,
provocaban que en los barrios obreros de Manchester, Liverpool o Glasgow la esperanza de vida se
situase en torno a los 26 años en 1840. 

Ante esta explotación laboral, que contrastaba con la riqueza de sus empleadores, los trabajadores
comenzaron a colaborar entre ellos para cubrir algunas de sus principales necesidades. Así aparecieron
las primeras asociaciones obreras, gérmenes de los sindicatos, que tomaron la forma de  sociedades de
socorro mutuo para atender a trabajadores enfermos o heridos y a sus familias, cooperativas de
consumo o de vivienda, o incluso funerarias para enterrar dignamente a sus compañeros, además de
otras iniciativas solidarias para combatir la pobreza. 

La industrialización requirió de la migración de cientos de miles de trabajadores que pasaron del campo
a las grandes fábricas, lo que a su vez hizo necesario urbanizar esas áreas industriales con la creación
de los barrios obreros, que proveían de viviendas otros servicios para los nuevos trabajadores. Miles de
trabajadores pasaron a compartir no solo el espacio de trabajo, sino también los de ocio y residencia.
Esto llevó a que, en la mayoría de países industrializados, fuera muy fácil para los trabajadores
identificar una serie de problemas comunes no solo en el ámbito laboral, así como la necesidad de
organizarse para conquistar mejores condiciones de vida. Había nacido la conciencia de clase.

El auge del movimiento obrero


Los primeros sindicatos se distribuían por oficios, pero rápidamente se fueron agrupando hasta formar
grandes sindicatos nacionales e internacionales en la segunda mitad del siglo XIX, consiguiendo su
legalización en la mayoría de los países occidentales y convirtiéndose en actores poderosos a principios
del nuevo siglo. En 1921 los sindicatos europeos ya contaban con 46 millones de trabajadores. Antes,

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los soviets rusos sindicatos en un sentido amplio fueron una de las fuerzas más importantes en las dos
revoluciones que vivió ese país en 1917. En Estados Unidos se consiguió fijar la jornada de ocho horas
en 1886 gracias a la huelga del 1 de mayo, origen del Día Internacional de los Trabajadores.
Precisamente, la jornada de ocho horas fue una de las primeras consignas del movimiento sindical a
nivel internacional, así como las vacaciones pagadas o la seguridad social, entre otras que acabaron
plasmadas en el derecho laboral gracias a la actividad sindical.

Con el desarrollo de los sindicatos, sus reivindicaciones tomaron un cariz cada vez más político,
exigiendo no solo mejoras económicas sino también una mayor participación de los trabajadores en la
gestión de las empresas y del Estado. La presencia de la Unión Soviética fue muy importante en este
sentido, puesto que ofrecía a los trabajadores de todo el mundo una alternativa real al capitalismo, y su
influencia obligaba a los Gobiernos occidentales a ser más prudentes si no querían provocar una
revolución en sus países. También los partidos comunistas fortalecieron significativamente los sindicatos,
impulsando la creación de muchos de ellos como Comisiones Obreras en España y fomentando el
movimiento obrero.

La respuesta de varios países capitalistas a las reclamaciones de los sindicados fue la creación de un
estado del bienestar inspirado en las teorías del economista británico John Maynard Keynes. Este
modelo recogía varias de las demandas de los trabajadores, como educación y sanidad públicas, o
servicios sociales, a la vez que integraba a los sindicatos en las estructuras políticas y
empresariales, acabando con su autonomía política e institucionalizándolos. Con ello se buscaba
una “paz laboral” que, mejorando las condiciones de trabajo, permitiera mantener la producción en masa
y dotara a los trabajadores de mayor capacidad de consumo para dar salida a esa producción. 

El máximo exponente de este modelo llegaría con el capitalismo fordista a principios y mediados del siglo
XX. El fordismo que toma su nombre del modelo productivo utilizado en las grandes fábricas de
automóviles Ford de Estados Unidos se caracterizó por la producción a gran escala y la organización
técnica del trabajo. También por lo que los economistas neoliberales denominarían “rigidez” de la fuerza
de trabajo: contratos indefinidos; mayor seguridad ante despidos, accidentes o enfermedades; y
condiciones reguladas por la negociación colectiva entre el empresario y los representantes de los
trabajadores, no individualmente con cada trabajador. Los sindicatos contaban con mayor capacidad de
influencia que a principios de siglo, pero su independencia se veía perjudicada por la burocratización de
sus estructuras.

Del fordismo al neoliberalismo


Gracias a su estricta organización, una de las principales características del fordismo era su capacidad
para predecir la evolución de la producción a medio y largo plazo. Sin embargo, estas predicciones se

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basaban en la estabilidad de la demanda y de todos los elementos productivos: trabajadores, medios de
producción y materias primas. Si uno de ellos experimentaba grandes cambios en poco tiempo, las
empresas fordistas no podían reaccionar rápidamente para adaptar el resto de elementos a los cambios
por ejemplo, a través de despidos o reducciones de jornadas y evitar una caída drástica de sus
beneficios. 

En ese contexto, la repentina subida del precio del petróleo durante las crisis de 1973 y 1979 provocadas
por la guerra del Yom Kipur y la guerra entre Irán e Irak, respectivamente tuvieron un efecto devastador
sobre la economía mundial. Economistas liberales y empresarios se convencieron de que la rigidez del
fordismo debía ser reemplazada por un nuevo modelo, el neoliberalismo, que primara la “flexibilidad” de
todos los elementos productivos, permitiendo a los empresarios reaccionar rápidamente a cambios
bruscos. Así, el nuevo modelo neoliberal devolvió a la patronal el poder de decisión que le habían
arrebatado los sindicatos. 

La flexibilidad neoliberal se aplicará de dos formas: por un lado, deslocalizando, trasladando o


subcontratando la producción en lugares donde las condiciones sean más favorables, como ocurrió con
el traslado de gran parte de la industria occidental a China y otros países asiáticos, donde los salarios
son más bajos. Por otro, recortando derechos laborales, que se traducían en costes laborales fijos, para
priorizar contrataciones menos estables y más precarias que den a la empresa un mayor control sobre la
fuerza de trabajo.

El neoliberalismo comenzó en los años ochenta en EE. UU. con Ronald Reagan y el Reino Unido con
Margaret Thatcher, y pronto sería adoptado por la mayoría de los países de la OCDE. A través de
múltiples reformas laborales se impusieron modelos laborales flexibles que eliminaban en gran medida
las relaciones permanentes o de dependencia con el empleador, ya fuera mediante contratos
temporales, a tiempo parcial o directamente por la vía de la subcontratación. Sin embargo, el
neoliberalismo no trajo únicamente un nuevo régimen de relaciones laborales, sino que introdujo toda
una nueva concepción sobre estas.

Las nuevas reglas del juego


Mientras que el fordismo primaba la negociación colectiva entre el empresario y el conjunto de
trabajadores, reconociendo hasta cierto punto un conflicto entre los intereses de ambos, el
neoliberalismo proyecta un mundo formado por individuos libres en el que la negociación es directa entre
el empresario y el trabajador. Se trata del clásico “divide y vencerás” aplicado a las relaciones laborales.
Bajo este modelo, el juez que regula la relación entre ambas partes es el mercado, que se presenta
como un ente abstracto pero también racional y justo, y que ofrece oportunidades para crecer a todo el
mundo. 

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Sin embargo, para que ese mercado libre permita prosperar a los individuos, es necesario que estos
adopten su racionalidad, basada en tres principios: rentabilidad, eficiencia y competitividad. Para ello,
también es preciso que el mercado sea verdaderamente libre; es decir, que esté lo más desregulado
posible. La flexibilidad se convierte en un elemento fundamental del mercado, puesto que permite
adaptar cada aspecto de la empresa a la racionalidad de mercado. 

Este discurso rechaza las regulaciones estatales del derecho laboral, pero también va en contra de las
intervenciones que pueden alterar el funcionamiento “natural” del mercado, como la actividad sindical.
Según esta lógica, si los trabajadores quieren mejores condiciones laborales, deben adaptarse
correctamente a la racionalidad del mercado y ascender profesionalmente o emprender y montar su
propia empresa, no unirse a sus compañeros para exigírselas al empresario ni esperar que la legislación
laboral establezca unos mínimos de protección. De esta manera, se individualizan las responsabilidades
tanto del éxito como del fracaso laboral, se fomenta el individualismo y se favorece la competición entre
los trabajadores.

Los sindicatos jugaron un papel importante en la transformación de un régimen a otro, aunque más por
su pasividad que por su respuesta. Su integración en el estado del bienestar convirtió a muchos
sindicatos en un actor más del sistema económico que buscaba conciliar las posiciones de empresarios
y trabajadores más que representar exclusivamente a estos últimos, lo que provocó que muchos
trabajadores empezaran a desconfiar de los sindicatos. Prueba de ello es que el grueso de las grandes
movilizaciones obreras de estos años, como el Mayo del 68, el Otoño Caliente italiano de 1969 o las
grandes huelgas en Polonia, España o Estados Unidos las componían trabajadores ajenos a los
sindicatos, aunque contaran con su apoyo formal. 

Además, su actitud conciliadora encajaba en el discurso neoliberal de la desaparición de las clases, y la


mayoría de sindicatos mayoritarios asumieron las teorías que proclamaban la necesidad de contener los
salarios y flexibilizar el empleo para protegerlo. Muchos sindicalistas lo consideraron una traición y
abandonaron los sindicatos: la afiliación sindical se desplomó generalizadamente a medida que el
neoliberalismo se iba implantando, con caídas cercanas al 50% en la mayoría de países
occidentales entre 1970 a 2003. Es un número demasiado importante para atribuirlo a una sola causa,
por lo que cabe preguntarse: ¿a qué se debe esta pérdida de atractivo de los sindicatos entre los
trabajadores?

Las causas del declive


La bibliografía especializada clasifica tres tipos diferentes de afiliación sindical según las motivaciones
del trabajador: instrumental (búsqueda de protección o servicios), identitaria (proximidad a los valores y
propuestas de la organización) y de sociabilidad (relaciones personales y de grupo). La desregulación de

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las relaciones laborales y el nuevo contexto ideológico y económico supusieron un golpe tremendo a
todos ellos.

Por un lado, la alta rotación laboral, la división de la cadena de producción entre múltiples empresas y
países, o las diferencias en materia de contratos dificultan la asociación en torno a objetivos comunes e
impiden que los trabajadores se conozcan y compartan experiencias. Todo ello desmotiva la acción
sindical, puesto que los trabajadores no esperan permanecer en sus puestos el tiempo suficiente para
disfrutar las posibles mejoras que pudieran conseguir. Además, el individualismo lleva a los trabajadores
a concebir sus trayectorias laborales como un proyecto personal, sin que aprecien intereses o proyectos
comunes con sus compañeros. En general, el neoliberalismo proyecta una imagen de la empresa como
una familia en la que todos deben remar en la dirección que marca el empresario, donde la iniciativa para
exigir mejores condiciones se puede considerar una falta de respeto o de confianza hacia el empresario.
Y no solo eso, sino que en muchas ocasiones se reprime directamente con despidos o prácticas
antisindicales.

Por otro lado, el nuevo marco de relaciones laborales ha supuesto una disminución considerable del
poder de los sindicatos, ya que cuentan con menos herramientas que antes para ejercer su influencia en
la negociación colectiva, reforzando la percepción de muchos trabajadores de que el sindicalismo no
sirve para sus intereses. La desindustrialización de países con gran presencia sindical también ha
afectado a su relevancia, dando lugar a la proliferación de trabajos en el sector servicios que no tienen la
tradición sindical de las grandes fábricas, ahora deslocalizadas.

Otro asunto importante es la aparición de otros movimientos sociales como el feminismo y el ecologismo
que, sin ser incompatibles con el movimiento obrero, sí han adquirido cada vez mayor relevancia entre
los trabajadores. La lucha de los trabajadores ya no es el único movimiento de masas reivindicativo,
como ocurrió en gran parte del siglo XX, y esto ha supuesto en muchos casos la  fragmentación de la
identidad de clase trabajadora que es tan básica para el sindicalismo.

Sindicalismo en el siglo XXI


El nuevo régimen ha mermado la capacidad de intervención de los sindicatos y las condiciones que
facilitaban la participación sindical de los trabajadores, pero ello no significa que los sindicatos estén
heridos de muerte. El neoliberalismo es hegemónico a nivel mundial, pero no todos los países adoptaron
sus medidas por completo. Por ejemplo, la negociación colectiva sigue siendo fundamental en buena
parte de la UE y hoy constituye la principal razón por la que muchos trabajos no cualificados conservan
condiciones laborales superiores a las mínimas legales. 

Aún debilitados, los sindicatos siguen siendo uno de los factores principales que marcan la diferencia
entre la precariedad y el empleo de calidad. En Estados Unidos, en puestos de trabajo equivalentes,  los

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salarios en empresas con presencia sindical son un 13,2% más altos de media que los de las empresas
que carecen de ella. Lo mismo sucede en el Reino Unido, donde son superiores en un 5%. El
sindicalismo permite a los trabajadores aumentar su participación tanto en las decisiones de la empresa
como en los resultados de la misma, lo que además favorece una distribución más justa y equitativa de
la riqueza.

Casualidad o no, el declive de los sindicatos ha coincidido con el despegue de la riqueza de los más
ricos, hasta el punto de que el 1% más rico controla actualmente más del 45% de la riqueza mundial. No
sorprende tampoco que los países que menos respetan los derechos sindicales sean también los que
peores condiciones laborales ofrecen. Al mismo tiempo, los países con mayor número de afiliados y
convenios colectivos son también los países con una mejor calidad laboral.

La fortaleza del movimiento obrero y sindical a principios del siglo XX permitió que los trabajadores de
medio mundo consiguieran derechos hoy considerados básicos, como la jornada laboral de ocho horas.
Sin embargo, cien años después los derechos laborales están prácticamente igual o incluso peor en gran
parte del mundo, lo que demuestra que queda mucho por hacer. Para ello, los sindicatos deberán
adaptarse a los nuevos desafíos económicos, laborales e ideológicos, y desarrollar formas de acción
sindical que les ayuden a superar los obstáculos a los que se enfrentan.

El movimiento sindical y las relaciones de trabajo en Guatemala

El sindicalismo desde sus comienzos, así como también durante el difícil desarrollo del mismo ha tratado
de alcanzar procesos unitarios tanto de orden nacional como internacional para el mejoramiento de las
condiciones de vida de los trabajadores, así como también para el fortalecimiento de las luchas por
alcanzar la justicia social, concertando para el efecto acciones programáticas y unitarias. Aunque han
existido a lo largo de la historia bastantes dificultades en lo relacionado al movimiento sindical en
Guatemala, existe un hecho histórico que comprueba y demuestra el interés que tienen los obreros de
compartir sus difíciles experiencias laborales desde la Revolución Industrial, y que además da a conocer
el proceso tan difícil relativo a la solidaridad y unidad entre los distintos trabajadores del mundo, o sea
la vocación natural del movimiento obrero a la internacionalización de sus principios, valores, objetivos,
fines y problemática. Los sindicatos han sido de importante ayuda para el fortalecimiento del vínculo
entre las diversas organizaciones, concretándose los mismos primero en un apoyo moral y solidario y
posteriormente en un apoyo legal, económico y material.

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Durante el transcurso de las décadas, las actividades llevadas a cabo a través de las organizaciones se
encontraron bien influenciadas por las diversas corrientes del pensamiento tanto político como
económico de la época, generándose con ello diferencias bien profundas en lo relacionado a los
sindicatos y sus relaciones tanto nacionales como internacionales. Aunque se considera que la clase
obrera obtuvo su madurez organizativa durante los años de 1880 a 1914, a raíz del desarrollo capitalista
de las fábricas y bajo los estímulos de la necesidad urgente de la constitución de diversas instancias
propias de los empleados que se pronunciaran por la problemática existente. Tres fueron los
antecedentes de importancia que han acompañado las estructuras del movimiento sindical nacional,
regional, continental y mundial, siendo los mismos los siguientes:

 El primer antecedente es aquel referente al resultado de la transición del sistema productivo del
país, el cual generó la acumulación originaria de capital o precapitalismo, el cual ocasionó un
cambio en la sociedad bien radical, formando un mercado laboral nuevo con grupos bien
grandes de personas quienes emigraron del campo a la ciudad conformando ejércitos de
empleados con sueldo, con jornadas de trabajo insalubres y agotadoras, sin garantías, y con
niños, niñas y mujeres laborando. El mismo es el capitalismo salvaje que se difundió a través de
la iglesia católica.
 El segundo antecedente de importancia es el relativo al pensamiento económico
internacionalizado como consecuencia de los cambios existentes en la organización de la
sociedad y del surgimiento de las clases sociales, lo cual genera conflictos entre sí, proponiendo
para el efecto la creación de un sistema de producción de tipo socialista.
 El tercer antecedente es el relacionado con la Iglesia Católica al reaccionar la misma ante los
cambios existentes, ya que pone en duda el capitalismo salvaje, considerándolo completamente
inhumano ya que atenta contra el ser humano quien es hecho a total semejanza de Dios, y que
contraviene totalmente a la Iglesia Católica.

La Asociación Internacional de Trabajadores también conocida como la primera internacional


sindical, permitió que los trabajadores organizados y los partidos políticos de obreros se organizaran,
contando entre sus principios ideológicos la lucha de las clases, ya sea en el campo sindical o político.
Después, durante el año 1876, fue disuelto debido a las fragmentaciones de los anarquistas,
marxistas y socialdemócratas. También, otra de las acciones unitarias de importancia es llevada a
cabo en el año 1871, con la participación de sindicatos pertenecientes al mismo sector productivo.
Después, durante el año 1890, a solicitud de los sindicatos de los países mayoritariamente

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industrializados de Europa, se convoca a una reunión que se llamó primera conferencia de Berlín.
Posteriormente, durante el año 1900 es constituida la asociación internacional para la protección de
los trabajadores.

SINDICATOS

El término sindicato deriva de la voz latina syndicus que significa con justicia, siendo dicho término
designado a la persona que tiene a su cargo la representación de los intereses de un determinado
grupo de personas. De toda relación de trabajo se desprenden obligaciones que cuentan con
carácter fundamental como el pago del salario y la prestación del servicio o bien la ejecución de la
obra, y claro es que de dichas obligaciones anotadas también se desprenden determinadas
condiciones en las cuales se debe llevar a cabo el servicio o la ejecución de la obra, y de allí que el
representante de los empleados encargado de plantear las solicitudes de todos los trabajadores lo
lleve a cabo no únicamente desde un punto de vista de equidad, sino del mejoramiento de las
condiciones para alcanzar la justicia y la equidad.

El Código de Trabajo, Decreto número 14-41 del Congreso de la República de Guatemala, en su


Artículo 206 define sindicato de la siguiente forma: “Sindicato es toda asociación permanente de
trabajadores o de patronos o de personas de profesión u oficio independiente (trabajadores
independientes), constituida exclusivamente para el estudio, mejoramiento y protección de sus
respectivos intereses económicos y sociales comunes. Son sindicatos campesinos los constituidos
por trabajadores campesinos o patronos de empresas agrícolas o ganaderas o personas de
profesión u oficio independiente, cuyas actividades y labores se desarrollen en el campo agrícola o
ganadero. Son sindicatos urbanos los no comprendidos en la definición del párrafo anterior”

En varios países se les ha otorgado a los sindicatos participación política, pero para alcanzar los
diversos estadios existentes en los Estados, los sindicatos han pasado por un proceso que
comienza con la necesidad de su misma existencia, aceptación, delimitación y proyección hacia la
sociedad. “El sindicalismo es consecuencia del industrialismo cuando el desarrollo de la
producción capitalista llega al punto en que el trabajador se ve privado de toda posibilidad de
convertirse en amo, cuando comprende que está condenado a ser asalariado; en defensa propia
se asocia con sus compañeros y surgen así los sindicatos”

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“Al hablar de sindicato y del sindicalismo resulta preferible considerar al primero como la
organización de fines puramente profesionales que encuadra a personas que ejercen la misma
actividad económica; en tanto que el sindicalismo es la doctrina que orienta a los sindicatos para
formular aspiraciones que superan lo estrictamente profesional”. El sindicalismo es
definitivamente una orientación política que cuenta con un desarrollo al lado de una corriente
ideológica nueva de concepción del Estado. El aporte otorgado por las corrientes de orden
socialista a la concepción sindical no puede negarse y sobre todo cuenta con una sustentación
bastante consistente. Durante el curso de los acontecimientos de orden político, los trabajadores
de bajo rango y los sujetos desplazados por el sistema y a quienes los socialistas han denominado
proletarios y lumpen respectivamente, pueden efectivamente apreciar su valoración dentro del
sistema productivo y además visualizar sus propios derechos e ideales que se encuentran
reservados para los nobles ideales.

Prohibición de los sindicatos


El Código de Trabajo, Decreto número 1441 del Congreso de la República de Guatemala, en su
Artículo número 208 nos indica que: “Se prohibe a los sindicatos conceder privilegios especiales a
sus fundadores, personeros ejecutivos o consultores, sea por razón de edad, sexo, antigüedad u
otra circunstancia, salvo las ventajas que sean inherentes al correcto desempeño de cargos
sindicales ”.

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CONCLUSIONES

 El Derecho Colectivo laboral, surge y se desarrolla en la medida que la participación


colectiva de los trabajadores es admitida por los estados, originándose con ello la
regulación no únicamente de la forma en que se pueden integrar los trabajadores sino
también de la regulación de los compromisos y obligaciones asumidos tanto por los
trabajadores como por los patronos.
 El comienzo de los primeros movimientos de trabajadores que cuentan con una
identificación de clase ocurre precisamente a partir de la revolución industrial que es en
donde se segrega de manera bien clara una clase social mayoritaria que como riqueza
cuenta exclusivamente con su propia fuerza de trabajo.
 La finalidad de los sindicatos es plantear la problemática que aqueja el trabajador, para así
buscarle una solución rápida y eficaz en el ámbito de las condiciones factibles, y así
proporcionarle al empleado una mejor condición para su vida y la de su familia.

BIBLIOGRAFÍA

LEFRANC, Jorge. El sindicalismo en el mundo. Barcelona, España: (s.e.), 1989.

PÉREZ DEL CORRAL, Justo. Historia social del movimiento obrero. Barcelona, España: Ed. Lala,
1985.

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Constitución Política de la República de Guatemala. Asamblea Nacional Constituyente, 1986.

Código de Trabajo. Decreto número 1441 del Congreso de la República de Guatemala.

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