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EL SERMÓN EFICAZ
por James D. Crane
EL SERMÓN EFICAZ
POR
JAMES D. CRANE
PREFACIO
Este libro no es obra de ningún Abraham, sino más bien de un
Isaac. No pretende el autor haber cavado nuevos pozos de saber
homilético. Espera solamente haber tenido algún grado de buen
éxito en abrir de nuevo los pozos antiguos. En otras palabras, la
originalidad de este libro no es absoluta, sino relativa; es la
originalidad del descubrimiento, de la asimilación y de la
adaptación, pero de ninguna manera la de una nueva creación. Los
principios homiléticos son tan antiguos como antigua es la
predicación. Lo único que se ha procurado hacer ha sido descubrir
estos principios, asimilarlos bien y adaptar su presentación a las
necesidades de nuestro medio cristiano latinoamericano
actual. Tampoco pretende el autor ser el héroe de su historia. Nadie
puede ser más consciente que él de los defectos de su propia
predicación. Pero tal consciencia no hace más que profundizar en
su corazón en anhelo de predicar mejor. Y confía en que su
experiencia no es única. Confía en que muchos de sus hermanos
comparten el mismo anhelo. Para los tales ha sido escrito El
Sermón Eficaz. Si el estudio de este libro contribuye a ahondar más
el deseo de predicar sermones que traigan almas perdidas a Cristo
y que edifiquen la fe de los redimidos; y si sirve para impartir alguna
orientación práctica respecto a la mejor manera de lograr tan
apremiante fin, el autor dará por contestadas sus
oraciones al Señor. El lector no tardará en advertir que el libro
consigna numerosas citas de escritores que son reconocidos como
autoridades en materia homilética. Se ha procedido así con el fin de
reforzar la confianza del estudiante en la validez de los principios
que el libro sustenta. En cada caso la fuente de la cita ha sido
indicada fielmente en las notas que aparecen al calce de la página
respectiva. A las casas editoras que bondadosamente dieron
permiso para que estos
materiales fuesen empleados, el autor desea hacer patente su más
sincero agradecimiento. De manera especial deseo manifestar mi
gratitud por la ayuda recibida del doctor H. C. Brown, Jr., Profesor
de Homilética del Seminario Teológico Bautista del Suroeste en
Fort Worth, Texas, EE. UU. de A. Había empezado ya a trabajar en
mi libro cuando tuve el privilegio, en 1956, de hacer algunos
estudios especiales de posgraduado en el mencionado seminario.
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CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
A. La Primacía de la Predicación
B. Una definición de la Predicación
C. Un Análisis de la Definición de la Predicación
1. El material de la predicación
2. El método de la predicación
3. La meta de la predicación
D. NUESTRO PLAN DE ESTUDIO
1. LA PRIMACÍA DE LA PREDICACIÓN
Corría el año sesenta y seis. Desde la húmeda celda romana en
que aguardaba su proceso final, el anciano Pablo escribía a
Timoteo, su hijo en la fe. Era su última carta, y en ella vertía el alma
en palabras de consejo, de estímulo, de exhortación y de
advertencia. Ya para terminar, reunió la esencia de todo lo dicho en
un gran encargo final: “Requiero yo pues delante de Dios, y del
Señor Jesucristo, que ha de juzgar a los vivos y los muertos en su
manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a
tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda
paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la
sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus concupiscencias, y apartarán de
la verdad el oído, y se volverán a las fábulas. Pero tú vela en todo,
soporta las aflicciones haz la obra de evangelista, cumple tu
ministerio.
2. LA PREDICACIÓN DEFINIDA
Pero, ¿qué es lo que entendemos por predicación? Entre las
muchas definiciones que han sido elaboradas, la mejor conocida,
sin duda, es aquella que expuso el obispo Phillips Brooks en 1876
en una serie de conferencias ante los estudiantes para el ministerio
en la Universidad de Yale. La predicación es la comunicación de la
verdad por un hombre a los hombres. Tiene en sí dos elementos: la
verdad y la personalidad. No puede prescindir de ninguno de estos
dos elementos y ser todavía la predicación.
Por otra parte, si los hombres comunican a los demás hombres algo
que no pretenden que sea la verdad, si emplean sus poderes de
persuasión o de entretenimiento para logar que se preste atención
a sus propias especulaciones o con el fin de que sea hecha su
propia voluntad, o que sean aplaudidos sus propios talentos; eso
tampoco es predicación. Lo primero carece de la personalidad, y lo
segundo de la verdad. Y la predicación es la presentación de la
verdad a través de la personalidad. Forzosamente ha menester de
ambos elementos. Sin restar ningún mérito a esta clásica definición,
podemos sugerir la conveniencia de agregarle cuando menos dos
elementos más. Por una parte, debe ser especificado que la verdad
que constituye el material de la predicación cristiana es
preeminentemente de índole religiosa y que tiene por su centro de
referencia al Cristo crucificado y resucitado. A este respecto es
mejor la definición de Bernardo Manning. “La predicación es una
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anuncio, decía él, éste era el Cristo”. Por el momento nos interesan
en este pasaje dos términos, traducidos “declarando y
proponiendo”. El primero traduce la palabra griega dianoigon que
significa literalmente “abriendo por el procedimiento de la
separación de las partes constituyentes”, o sea “abriendo
completamente lo que antes estaba cerrado”, Se emplea en las
Escrituras en el relato del milagro de Jesús cuando abrió los oídos
al sordof29 y del descorrer del velo celestial que permitió a Esteban
ver “la gloria de Dios... y al hijo del Hombre en pie a la diestra de
Dios”.
victoria para los derrotados; había consuelo y paz para los tristes y
afligidos. Con razón dijeron los apóstoles: “No podemos dejar de
decir lo que hemos visto y oído”. Proclamaron como heraldos la
regia venida del Mesías Salvador. Anunciaron la buena nueva de
que en Jesús el Reino de Dios se hacía una realidad en el corazón
arrepentido y creyente. ¡Y esto es, hasta hoy, la esencia de la
predicación cristiana! Entendemos, pues, por qué Pattison, después
de referirse a los diferentes tipos de discurso empleados por los
apóstoles, terminó su discusión con estas palabras: “La predicación
apostólica era una combinación de todos estos procedimientos,
saturada con oraciones y con lágrimas
los requisitos esenciales del sermón eficaz, así como éstos han
sido observados por competentes estudiantes de la predicación, y
de presentarlos en el orden en que el predicador necesita
dominarlos en la preparación de sus propios sermones. Estos
requisitos son siete, a saber:
a. Un predicador idóneo;
b. Un propósito definido;
c. Un mensaje bíblico;
d. Un buen arreglo;
e. Una elaboración adecuada;
f. Una comunicación persuasiva; y
g. La variedad de semana en semana.
A medida que lleguemos a comprender estos requisitos y a
ponerlos en práctica, aprenderemos a predicar con poder.
EL SERMÓN EFICAZ
DEMANDA UN PREDICADOR IDÓNEO
Como vimos en el capítulo anterior, la personalidad del predicador
constituye uno de los elementos imprescindibles de la predicación.
Es importante que hagamos hincapié a este elemento. La relación
entre el predicador y su mensaje no es mecánica sino vital. Una
relación mecánica podría ser ilustrada por la obra del telegrafista.
No importa si el carácter moral de éste es bueno o malo. Mientras
toque con exactitud sobre la llave de su aparato, el mensaje que le
ha sido encomendado será transmitido con entera fidelidad. No así
con el predicador. Sostiene con su mensaje una relación vital.
Exactamente como la limpieza del vaso influye en la pureza de su
contenido líquido, de la misma manera el carácter del predicador
afecta la pureza y el poder de su mensaje.
EL SERMÓN EFICAZ
DEMANDA UN PROPÓSITO DEFINIDO
Después de la idoneidad personal del predicador no hay factor de
mayor importancia en la preparación de un sermón eficaz que la
determinación del propósito específico que el predicador se
propone lograr con su mensaje. Esta verdad ha sido recalcada por
muchos de los príncipes de l púlpito cristiano. Las siguientes citas
son muestras de la opinión general de los que han escrito sobre el
particular. Analizando las cualidades que contribuyen a la
efectividad del sermón... Pongo en primer lugar la precisión de
propósito. Cada sermón debe tener a la vista una meta clara...
Antes de sentarse a preparar su discurso, el predicador siempre
debe preguntarse a sí mismo: ¿Cuál es mi propósito en este
sermón? Y no debe dar un solo paso más sino hasta haber
formulado en su mente una contestación definida a esta pregunta.
El primer requisito del sermón eficaz es que tenga un propósito
definido... En la preparación de un sermón el ministro debe
determinar su propósito antes de formular su tema o de escoger su
texto. ¿Qué es lo que quiero lograr este domingo próximo por la
mañana en esta congregación mediante este discurso? Esta es la
primera pregunta que el predicador debe hacerse. Antes de subir al
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Texto Tema
No os engañéis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para
su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” Gálatas 6:7, 8).
“La Ley de la Cosecha Espiritual” “Respondióles Jesús: ¿Ahora
creéis? He aquí, la hora viene, y ha venido, que seréis esparcidos
cada uno por su parte, y me dejaréis solo: mas no estoy solo,
porque el Padre está conmigo” (Juan 16:31, 32) “La soledad de
Jesús” “Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8:32)
“Libertad por Medio de la Verdad”
“El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si viene
de Dios, o si yo hablo de mí mismo” (Juan 7:17). “La Obediencia,
Órgano del Conocimiento Espiritual” “Porque el dolor que es según
Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que
arrepentirse; mas el dolor del siglo obra muerte” (2 Corintios 7:10)
“El Doble Poder del Pesar”
divino. Pero ¿por qué querría Dios obrar en la forma en que lo hizo?
¿Cuál sería el secreto del triunfo de Gedeón y sus trescientos sobre
las fuerzas superiores de Madián? Si este secreto fuera descubierto
y puesto en acción, ¿no tendríamos los cristianos evangélicos de la
América Latina esperanza de conquistar este continente para el
Señor Jesús? Ya se encontró el tema (inferido del texto por
inducción): “El Secreto del Triunfo”.
los cultos formales del Día del Señor, la lectura bíblica puede hallar
lugar. Si el pastor tiene cuidado en escoger las referencias
más importantes y en arreglarlas en un orden propio para conducir
a un clímax; si se esfuerza en dar la interpretación correcta de cada
pasaje en el lenguaje más claro y en la forma más breve posible; si
se esmera en buscar las ilustraciones más apropiadas, entonces,
con la bendición de Dios, la lectura bíblica será un instrumento
poderoso para la presentación de la verdad divina.