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SINTESIS

Las religiones, por el hecho de existir en una sociedad, van dejando permanentemente
mensajes de solidaridad, de respeto, de fraternidad y de perdón. Constantemente
aseguran que el otro ser humano es un prójimo y eso es importante en nuestro mundo
tecnificado en que vivimos.

Las personas religiosas, si son coherentes con su fe, constituyen un llamamiento a la


espiritualidad, a la trascendencia, una invitación a aquello que es profundamente
humano. El mundo se hace más humano gracias a los estados de opinión creados por las
religiones en favor de todo aquello que es humano. Hoy hay un campo en que la religión
es especialmente significativa, y es el de la fraternidad. Aquello que es propio del
cristianismo no es amar a la humanidad, sino amar al prójimo, a la persona concreta.

El filósofo socialista Karl Marx (1818-1883) defendió la cosmovisión


materialista. Según Marx, la dinámica de la sociedad está determinada por las
relaciones de producción, las relaciones en las que sus miembros deben
comprometerse para producir sus medios de existencia. Desarrolla el pensamiento de
Ludwig Feuerbach, quien vio la religión como un producto de la alienación que ayuda
a aliviar el sufrimiento inmediato de las personas, y como una ideología que oculta la
verdadera naturaleza de las relaciones sociales. Lo vio como una parte accidental de
la cultura humana que desaparecería cuando se aboliera la sociedad de clases.
Sin embargo, estas afirmaciones se limitan a su análisis de la relación histórica entre
las culturas europeas, los sistemas políticos y sus tradiciones religiosas cristianas. Los
puntos de vista marxistas han influido mucho en la comprensión y las conclusiones de
las personas sobre la sociedad, como el materialismo cultural y la antropología. La
interpretación de Marx de la religión nunca ha sido tomada en serio por los expertos
en el campo, aunque muchos de ellos admiten que la visión de Marx puede explicar
varios aspectos de la religión.
Algunos trabajos recientes han demostrado que, si bien la descripción de Marx del
análisis estándar de la religión es correcta, también es solo una parte de una
descripción dialéctica que toma en cuenta seriamente tanto los aspectos dañinos
como los positivos de la religión.
Emile Durkheim (1858-1917) entendió el concepto de
lo divino como una característica de la religión, no de la creencia en lo
sobrenatural. Creía que la religión refleja la preocupación por la sociedad. Sus puntos
de vista se basan en investigaciones sobre el culto a los tótems aborígenes en Australia.
Por totemismo entendía que cada una de las muchas tribus tenía un objeto, planta o
animal diferente, que consideraban sagrado y que era el símbolo de esa tribu.
Durkheim consideraba el totemismo como la forma de religión primitiva y
más simple. Durkheim creía que un análisis de esta forma simple de religión
podría sentar las bases para religiones más complejas. El moralismo no puede
separarse de la religión, dijo. Lo sagrado, como la religión, refuerza los intereses del
grupo que a menudo entran en conflicto con los intereses individuales.
Durkheim creía que la función de la religión era la cohesión del grupo, generalmente
lograda a través de rituales de ayuda colectiva. Afirmó que estas reuniones grupales
creaban una energía especial que él llamaba "chispeante" que hacía que los miembros
del grupo perdieran su individualidad y se sintieran apegados a los dioses y, por lo
tanto, al grupo. A diferencia de Taylor y Fraser, él no ve la magia como algo religioso,
sino como una herramienta personal para lograr algo. El método de progreso y
refinamiento de Durkheim comienza con un estudio serio de la religión en su forma
más simple en la sociedad moderna, y luego lo hace en otra sociedad. Entonces todo lo
que queda es comparar religiones entre las mismas sociedades. La base
empírica de las opiniones de Durkheim fue duramente criticada cuando se estudió
con más detalle a los aborígenes australianos. En particular, estos estudios aborígenes
no respaldan una definición de religión que se refiera únicamente a lo divino,
independiente de lo sobrenatural. Durkheim introdujo con mucha fuerza y amplitud
la idea de que la religión tiene al menos un aspecto social que se ha vuelto influyente e
indiscutible.
Las religiones, por el hecho de existir en una sociedad, van dejando permanentemente
mensajes de solidaridad, de respeto, de fraternidad y de perdón. Constantemente
aseguran que el otro ser humano es un prójimo y eso es importante en nuestro mundo
tecnificado en que vivimos.

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