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INSTRUCCIONAL
GUÍA DEL ESTUDIANTE
Competencias
● Saber: Distinguir cada uno de los roles y las
competencias que debe tener un oficial de
cumplimento en una entidad, empresa u organización
● Saber Hacer: el estudiante tendrá la capacidad de
identificar los medios y tipos de lavado de activos,
las diferencias entre lavado de activos y financiación
del terrorismo, identificando los factores de riesgo,
las amenazas y las penalidades tipificadas en la ley.
● Saber ser: incentivar en el oficial de cumplimiento
valores como la honestidad, la ética, transparencia
para el desempeño de sus funciones.
● Saber convivir: los valores y conocimientos
adquiridos lograra la aplicación de la ley según el
tipo de delito sin dejarse llevar por la corrupción. g
ABREVIATURAS
FT Financiación del terrorismo
ALA Antilavado de activos
CFT Contra la financiación del terrorismo
ROS Reporte de Operaciones Sospechosas
AROS Ausencia del Reporte de Operaciones Sospechosas
OCDE Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico
UIAF Unidad de Información y Análisis Financiero
PTEE Programas de Transparencia y Ética Empresarial
OF Oficial de Cumplimiento
GAFI Grupo de Acción Financiera
GAFIC Grupo de Acción Financiera del Caribe
GAFISUD Grupo de Acción Financiera de Sudamérica
OI Operaciones Inusuales
SARLAFT Sistema de Administración del Riesgo de lavado
de Activos y Financiación del Terrorismo
SIPLAFT Sistema Integral para la Prevención del Lavado de
Activos y la Financiación del Terrorismo
CICAD Comisión Interamericana para el Control de Abusos
de Drogas
OEA Organización de Estados Americanos
ONU Organización de Naciones Unidas
Bibliografía Código Penal Colombiano [CP]. Ley 599 de 2000.
Arts. 323, 343 y 345. Julio 24 de 2000 (Colombia).
• FATF. International Standards on Combating Money
Laundering and the Financing of Terrorism & Proliferation,
FATF 2012 (Paris, France).
• UNODC. Guía para Colombia sobre el régimen
jurídico contra el terrorismo y su financiación. Primera
edición. Julio de 2014 (Bogotá, Colombia).
• Ley 526 de 1999. Por la cual se crea la Unidad de
Información y Análisis Financiero. Agosto 15 de 1999. DO
43667 (Colombia).
• NTC-ISO 31000:2018. ISO/TC 262.
Administración/Gestión de Riesgos – Lineamientos guía.
Segunda Edición. 2018.
• GAFILAT. Recopilación de Tipologías Regionales
2009 – 2016 (Argentina).
•https://www.supersociedades.gov.co/nuestra_entidad/
normatividad/SitesPages/Circulares.aspx.
• Circular Externa No. 100-000016 [Superintendencia
de Sociedades]. Modificación integral al Capítulo X de la
Circular Básica Jurídica de 2017. 24 de diciembre de 2020.
Unidad de aprendizaje 1.
La expansión del Derecho Penal resulta en sí misma interesante, no sólo por sus
manifestaciones sino también por sus causas, la globalización económica, el desarrollo de
los medios de comunicación y de transporte, el avanzado proceso de tecnificación de
diversos ámbitos de la vida diaria y otras tantas características de nuestra sociedad actual
pueden ayudar a explicar ese fenómeno, un sector de la sociología contemporánea ha
calificado acertadamente nuestra sociedad actual, como una “sociedad del riesgo”. Una
sociedad que, gracias al mejoramiento de su capacidad para comprender los fenómenos, ha
desarrollado la habilidad de identificar las causas de los sucesos, a predecir los eventos
desafortunados y hasta cierto punto, a prevenirlos. Esta preocupación por identificar y
prevenir la realización de riesgos es evidente en prácticamente todas las áreas del
conocimiento y resulta esencial para entender el cambio de paradigma que venimos
presenciando: el aumento de nuestro conocimiento y, por consiguiente, de nuestra
sensibilidad frente a los diversos riesgos a los que estamos expuestos, la preocupación por
la ineficacia del Derecho Penal, sumada al exacerbado sentimiento de inseguridad desatado
en la última década por el crecimiento de la amenaza terrorista en los países desarrollados,
impuso la necesidad de redefinir la política criminal: el Estado ya no puede esperar la
lesión de los bienes jurídicos para recurrir al Derecho Penal, sino es necesario aplicar el
conocimiento en materia de prevención de riesgos para producir un adelantamiento en la
esfera de protección de los bienes jurídicos. De esta manera se produjo un vertiginoso
avance en la política criminal moderna, que pasó de estar enfocada en la represión del
delito a poner el acento en la prevención. Por supuesto, la política no podía ser ajena a esta
realidad, y mucho menos la política criminal. Durante años se sostuvo que como el Estado
tiene la obligación de proteger la vida, honra, bienes y creencias de los ciudadanos, la única
finalidad legítima que puede tener el Derecho Penal en el marco de un Estado social y
democrático de Derecho es la protección de los bienes jurídicos. Sin embargo, al amparo
del principio de lesividad, la facultad sancionadora del Estado sólo se activaba cuando el
bien jurídico ya había sido lesionado, porque se consideraba que sólo entonces la
imposición de una pena resultaba legítima. Esta circunstancia sustentó durante años el
cuestionamiento de que el Derecho Penal siempre llegaba tarde a cumplir su función, y que
por lo tanto no la cumplía verdaderamente, en tanto que la imposición de la pena tenía un
valor más simbólico que real a la hora de proteger los bienes jurídicos lesionados: la pena
no devuelve la vida, la salud, la honra o la libertad arrebatadas con el delito.
Colombia ha avanzado enormemente en los últimos años en la lucha contra el fenómeno del
terrorismo. El éxito de sus políticas en materia de seguridad y de lucha contra el terrorismo
y sus amenazas relacionadas, es puesto como un ejemplo a seguir y forma parte de una
política de cooperación internacional en materia de seguridad crecientemente apreciada, no
obstante, es necesario seguir avanzando en la lucha contra este flagelo tanto a nivel
internacional, como a nivel interno de todos los Estados que compartimos valores y
principios democráticos, así como en el fortalecimiento de un enfoque común en la lucha
contra el fenómeno terrorista y su financiación. Entre los avances logrados, destaca sin
duda la aprobación en 2006 de la Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el
Terrorismo, estrategia que se fundamenta en cuatro pilares: hacer frente a las condiciones
que propician la propagación del terrorismo; impulsar medidas para prevenir y combatir el
terrorismo; aumentar la capacidad de los Estados para prevenir el terrorismo y luchar contra
él; y asegurar el respeto de los derechos humanos para todos y el imperio de la ley en la
lucha contra el terrorismo. Asimismo, en el marco del trabajo desarrollado por la Oficina de
las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), se ha creado la Subdivisión de
Prevención del Terrorismo, centrada en la promoción de ratificaciones por parte de los
Estados miembros de los instrumentos internacionales en la materia, la formación de jueces
y fiscales, o el fomento de la cooperación legal y judicial entre los Estados (entre otras
iniciativas).
Sin duda, la mayor parte de los ciudadanos identifica el lavado de activos con la idea de
delito y, más concretamente, con el tratamiento penal de las finanzas relacionadas con el
crimen organizado y la corrupción. La amenaza penal es popular. En general, impacta
favorablemente entre la mayoría de sociedad porque todo el mundo piensa que hay que ser
duro con los infractores y que la cárcel “es cosa de otros”. Sin embargo, todos sabemos que
el Estado se encuentra sometido a límites constitucionales que le impiden desplegar su
potestad punitiva a discreción. En lo que respecta a la Ley Penal Colombiana, el LA es
clasificado como un delito, pues es el artilugio utilizado por los transgresores para
proporcionar una fachada de legalidad a aquellos dineros producidos de forma ilegal,
convirtiéndose en un problema importante que perjudica grandemente los mercados
financieros alrededor del planeta, ya que por medio de él las organizaciones delictivas
acceden a los sectores económicos legales ocultando sus ganancias, lo cual desfigura los
resultados de las actividades financieras, comerciales del sector real y empresariales
legales, originando procesos de corrupción. A nivel económico, estas actividades
representan un ingreso relevante en cualquier sistema formal, ya que diariamente
introducen en la economía grandes cantidades de dinero, el cual se convierte en impulsor de
muchas otras operaciones a nivel legal e ilegal, situación que afecta directamente el
comportamiento de los indicadores macroeconómicos, a lo que se le suma el perjuicio
ocasionado por el hecho de financiar actividades del narcotráfico y el terrorismo. El
Derecho Penal debe ser el último recurso y a él sólo se debe acudir cuando sea
verdaderamente imprescindible; cuando otros medios de control menos agresivos se revelen
ineficaces. Y ello no deber ser así sólo por el –insoslayable– respeto a las garantías
fundamentales, sino también por razones de eficacia, de orden práctico: como la economía,
también el ius puniendi puede verse afectado por el virus de la inflación, de modo que un
desmedido uso del castigo criminal devaluará su significado, permitiendo que los miembros
de la comunidad no encuentren demasiadas razones para respetarla. Si, además, nos
centramos en el terreno que aborda la presente obra, debemos partir de la idea de que la
mejor manera de construir un buen Derecho Penal económico es, precisamente, haciendo
economía del Derecho Penal. En el marco del control del lavado de activos, sabemos que la
frontera que existe entre el Derecho Administrativo y el Derecho Penal no deriva del
establecimiento de límites cuantitativos, sino de un reparto de misiones cualitativamente
diferenciadas. El Derecho Penal debe castigar a quienes blanqueen fondos de origen
delictivo, pero al Derecho Administrativo le está encomendada la tarea de hacer lo posible
para que tales actos de blanqueo no lleguen a tener lugar; debe anticiparse al reciclaje de
fondos de procedencia ilícita e, imponiendo obligaciones previas de control, cumplir con el
consejo que Cesare Beccaria defendía hace ya dos siglos y medio: “es mejor evitar los
delitos que castigarlos”. En nuestra normatividad penal, la tipificación del delito de
financiación del terrorismo, no ha resultado del todo garantía para el correcto
enjuiciamiento de miembros de células terroristas o de integrantes de grupos armados al
margen de la ley y que pueda efectivamente llevar a la desarticulación de las mismas, por
cuanto se ha evidenciado, por un lado, que en muchas ocasiones los miembros de estos
grupos son enjuiciados y condenados bajo otros delitos, tales como el de concierto para
delinquir, que no demuestran la magnitud del daño que se pretende controlar o, por otro
lado, porque se han presentado dificultades en materia probatoria, bien sea por lo complejo
que resulta demostrar la comisión del delito, o ya porque resulta necesario mejorar la
capacidad, conocimiento y experiencia de los funcionarios involucrados en las actividades
investigativas (fiscales, investigadores, peritos, policía judicial y jueces).
El lavado de activos es una figura o maniobra mediante la cual que busca darle apariencia
de legalidad a unos dineros de origen ilegal, los delincuentes mediante el movimiento de
activos y dinero buscan crear esa apariencia legal de sus ganancias, o por lo menos buscan
que sea difícil seguir o rastrear el origen ilícito de sus ganancias. Cuando se habla de dinero
ilícito no sólo se habla de dinero proveniente del narcotráfico, se incluye también el dinero
proveniente de actividades como la extorsión, el secuestro, el proveniente de la trata de
personas, tráfico de armas, la corrupción pública y privada, y demás actividades
consideradas como delito penal por nuestra legislación. El lavado de activos incluye
aspectos como adquirir, custodiar, invertir, transformar, transportar o comercializar bienes
o dinero ilícitos; sin saberlo cualquier persona puede participar en cualquiera de esas
actividades. Por ejemplo, se puede incurrir en el delito de lavados de activos cuando
aceptamos comprar un apartamento a nuestro nombre con dinero de un primo, primo que
obtuvo ese dinero de forma ilícita. Es posible que no se tenga ni idea que el primo esté
involucrado en actividades ilícitas, lo cual es una razón para ser muy cuidadosos a la hora
de prestar el nombre para actuar en nombre de terceros. Igual sucede si prestamos nuestra
cuenta bancaria para que un señor de cualquier lugar le consigne una plata a nuestro vecino
por la venta de un carro, o por lo que sea. Si esa plata resultare de origen ilegal, estaríamos
incurriendo en el delito de lavado de activos, y todo esto lo podemos hacer sin conocer la
ilegalidad que hay de fondo; de hecho, lo podemos hacer con muy buena intención. Existe
infinidad de prácticas y estrategias para lavar dinero ilícito, y todas pasan por hacer
negocios o prácticas licitas, pues se trata precisamente de convertir un dinero de origen
ilegal en uno con apariencia legal. Por ejemplo, quien tiene un dinero ilegal monta una
comercializadora que vende productos a bajo precio, lo que le permite hacer pasar el dinero
ilícito como una ganancia o utilidad producto de las ventas de su comercializadora. Es muy
común importar productos de consumo masivo para vender a precios bajos, o montar
negocios de ventas al detal como supermercados donde se vende a precios bajos, cuyo
objetivo no es ganar dinero sino lavarlo.
Otra forma de lavar dinero es invirtiendo el dinero ilícito en obras de construcción, como
viviendas, edificios, donde trabajan a pérdida o a bajo costo, y lo que pierdan lo compensan
con el dinero ilícito que lo canalizan por medio de sus inversiones. Se mueve dinero ilícito
también en productos suntuosos como obras de arte, promocionando artistas, conciertos, en
fin, cualquier evento masivo que por lo general se trabaja a muy bajo costo, a fin de dejar
un margen para introducir el dinero ilícito, se suele utilizar también los llamados
testaferros, de manera que el dinero y las propiedades se distribuyen entre terceros en
montos bajos que no llamen la atención, para que a simple vista no sea evidente un
enriquecimiento súbito y desproporcionado que llame a la atención de las autoridades.
Existen mecanismos mucho más sofisticados que implican operaciones internacionales de
comercio y financiación; operación es criptomonedas, Forex, inversiones en bolsa, etc., que
se hacen muy difíciles de rastrear. El lavado de activos como delito está tipificado en el
artículo 323 del código penal colombiano, que contempla una pena de cárcel entre 10 y 30
años, Se incurre en el delito de lavado de activos cuando se adquiera, resguarde, invierta,
transporte, transforme, almacene, conserve, custodie o administre bienes que tengan su
origen mediato o inmediato en las actividades ilegales, y quien ayuda en su gestión,
administración, ocultamiento o le dé apariencia de legalidad, está incurriendo en el delito
de lavado de activos.
En los últimos años se han impulsado propuestas tendientes a neutralizar las organizaciones
criminales mediante la intercepción de sus vías de financiación. En ese sentido, primero se
identificó al delito de lavado de dinero y, posteriormente, al del financiamiento al
terrorismo como herramientas importantes para conseguir ese fin. Los dos fenómenos
coinciden en gran medida al idear su marco preventivo en torno al principio general de
“conozca a su cliente” por parte de las entidades financieras y no financieras. La gran
diferencia estriba en que con el lavado de dinero es importante investigar el origen de los
fondos, mientras que, con el análisis del financiamiento del terrorismo, es esencial
identificar el destino del dinero. Finalmente, el financiamiento al terrorismo puede ocurrir
con bienes lícitos o ilícitos, mientras que para el lavado de dinero el origen de éste es
siempre ilícito.
La expresión lavar dinero constituye una acción ilegal que produce beneficios económicos
ilícitos. Por tanto, la principal motivación del blanqueo de capitales consiste en lucrarse de
las actividades criminales. Por su parte, el financiamiento del terrorismo se refiere a una
acción futura ilegal: no se trata de esconder el origen de fondos producidos por acciones
ilegales pasadas ni de disfrutar en el futuro de las ganancias, sino de recaudar dinero de
cualquier manera, legal o ilegal, para realizar actos terroristas en un futuro próximo. Por
eso, la motivación de la financiación del terrorismo es más ideológica que lucrativa.
Las etapas del lavado de activos se entienden como un proceso por medio del cual se
integran recursos ilegales en el sistema financiero. Ese dinero se incorpora a la economía
formal a través de movimientos múltiples: compra de empresas fachada, inversión en
inmuebles o proyectos comerciales. De esta manera, los narcotraficantes burlan a las
autoridades y disfrutan de los beneficios de sus acciones criminales. Por eso, su intención
principal es ocultar dinero ilícito con el único fin de producir más dinero. Entre tanto, la
financiación del terrorismo no busca esconder dinero producido de forma ilícita, sino
encontrar recursos para financiar hechos criminales que pretenden intimidar a un Estado o a
una población a través del miedo, de la violencia y de la coacción.
En la financiación del terrorismo el ciclo de vida es lineal: se consiguen los fondos, estos
se colocan en el sistema económico, se ocultan y se integran al sistema financiero con el fin
de que luego sean usados con fines terroristas. Es decir, que los recursos no necesariamente
se reinvierten para generar mayores ganancias, sino para utilizarlos prácticamente en las
actividades de la organización. Y si bien estos dos fenómenos se diferencian en muchas
formas, a menudo se concretan a través de las mismas vulnerabilidades del sistema
financiero. Tanto los terroristas como los narcotraficantes usan técnicas de anonimato para
evadir la atención de las autoridades y para proteger la identidad de sus patrocinadores o
beneficiarios. De cualquier forma, las transacciones asociadas con la financiación del
terrorismo tienden a llevarse a cabo en pequeñas cantidades. Por eso, cuando los terroristas
recaudan dinero de fuentes legítimas, el rastreo del origen de estos recursos se hace muy
difícil. Sin embargo, existe un conjunto de buenas prácticas de prevención de lavado de
activos y de la financiación del terrorismo, como la segmentación de clientes, el registro de
clientes o la gestión de operaciones inusuales que permiten controlar y monitorear cualquier
transacción sospechosa.
1.4. Modalidades y tipos de lavados de activos.
Los instrumentos internacionales referidos, junto con las resoluciones del Consejo de
Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, componen el cuerpo jurídico
internacional del cual surge para Colombia la obligación de combatir el terrorismo y la
financiación del terrorismo en sus diversas manifestaciones, así como tipificar de manera
específica los comportamientos que en el ámbito internacional se consideran constitutivos
de tales fenómenos criminales. De los instrumentos internacionales ratificados por
Colombia, ocho asignan la obligación de reprimir los delitos definidos en el texto de cada
instrumento; mientras que el Convenio sobre las infracciones y otros actos cometidos a
bordo de las aeronaves no contiene definición de delito alguno y se limita a indicar la
adopción de medidas de diversa naturaleza, orientadas a prevenir y combatir eficazmente
este flagelo. El delito de lavado de activos, a diferencia de los delitos más clásicos
(homicidio, robo, etc.), es de tardía aparición. Una de las primeras referencias
internacionales a este fenómeno la encontramos a finales de los años 70 del siglo pasado,
cuando el Consejo de Europa abordó los graves problemas que en el marco de los países
miembros planteaba el lavado de activos de origen delictivo. Esto llevó a la aprobación de
la Recomendación Nº R(80)10 del Comité de Ministros del Consejo de Europa de 27 de
junio de 1980. Las recomendaciones dirigidas a sus Estados miembros tienen como
objetivo garantizar que el sistema bancario colabore y preste asistencia a las autoridades
judiciales y policiales en la lucha contra el lavado de activos, en diciembre de 1988, el
Comité de Basilea sobre Reglas y Prácticas de Control de las Operaciones Bancarias
promulgó una declaración de principios urgiendo a los bancos y otras instituciones
financieras a tomar medidas para impedir que puedan ser utilizados para el lavado de
activos. Estas medidas incluyen: obtener información sobre la identidad de sus clientes,
adoptar medidas para averiguar la verdadera titularidad de las cuentas y bienes, rechazar la
realización de negocios con clientes que se nieguen a proporcionar información sobre su
identidad y a cooperar con las autoridades, rechazar la realización de transacciones
sospechosas, y adoptar acciones legales apropiadas en respuesta a las transacciones
sospechosas. Las normas de prevención del lavado de activos tienen su origen, en los
Estados Unidos de América. De allí pasaron al ámbito internacional, siendo su expresión
más elaborada la expresada en las 40 Recomendaciones del Grupo de Acción Financiera
Internacional (GAFI) del año 1990, que han sido modificadas en 2012. Estas
recomendaciones constituyen el modelo a seguir en materia de lavado de activos. Tras los
ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el GAFI publicó otras nueve
recomendaciones centradas en la lucha contra la financiación del terrorismo.
2.3.CONPES 4042
1. Cada país debería tomar medidas inmediatas para ratificar y aplicar sin restricciones
la Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y
sustancias sicotrópicas (Convención de Viena).
4. Cada país debería tomar las medidas necesarias, entre ellas las legislativas, para
poder tipificar como delito el blanqueo de capitales tal y como se prevé en la
Convención de Viena. Cada país debería ampliar el delito de blanqueo de capitales
procedente del tráfico de estupefacientes al blanqueo de capitales procedentes de
delitos graves. Cada país determinaría qué delitos graves deben ser considerados
como delitos subyacentes al blanqueo de capitales.
5. De acuerdo con lo previsto en la Convención de Viena, el delito del blanqueo de
capitales debería aplicarse al menos a las actividades intencionales de blanqueo,
entendiendo que el elemento intencional podrá inferirse de circunstancias de hecho
objetivas.
6. En la medida de lo posible, las empresas mismas, y no sólo sus empleados, deberían
estar sujetas a responsabilidad penal.
7. Los países deberían adoptar, en caso necesario, medidas similares a las previstas en
la Convención de Viena, entre ellas las legislativas, para que sus autoridades
competentes puedan decomisar los bienes blanqueados, el producto de los mismos,
los instrumentos utilizados, o que se pensaba utilizar, en la comisión de cualquier
delito de blanqueo de capitales, o bienes de valor equivalente, sin perjuicio de los
derechos de terceros de buena fe.
8. Estas medidas deberían permitir: (1) identificar, localizar y evaluar los bienes objeto
de decomiso; (2) adoptar medidas provisionales, tales como el congelamiento y el
embargo, para impedir cualquier comercialización, transferencia o disposición de
dichos bienes, y (3) adoptar las medidas de investigación pertinentes.
9. Además del decomiso y de las sanciones penales, los países deberían contemplar
también sanciones económicas y civiles, y/o procedimientos judiciales, incluyendo
los de tipo civil, con objeto de anular los contratos concluidos entre las partes,
cuando éstas sabían o deberían haber sabido que el contrato dañaría la capacidad del
Estado para conseguir reclamaciones económicas a través, por ejemplo, del
decomiso o la imposición de multas y otras sanciones.
b. Comprobar que las personas que pretenden actuar en nombre del cliente están
debidamente autorizadas, e identificar a dichas personas.
11. Las instituciones financieras deberían tomar medidas razonables para obtener
información acerca de la verdadera identidad de las personas en cuyo nombre se
abre una cuenta o se realiza una transacción, siempre que existan dudas de que esos
clientes podrían no estar actuando en nombre propio; por ejemplo, en el caso de las
empresas domiciliarias (es decir, instituciones, sociedades, fundaciones,
fideicomisos, etc., que no se dedican a operaciones comerciales o industriales, o a
cualquier otra forma de actividad comercial en el país donde está situado su
domicilio social).
12. Las instituciones financieras deberían conservar, al menos durante cinco años, todos
los documentos necesarios sobre las transacciones realizadas, tanto nacionales como
internacionales, que les permitan cumplir rápidamente con las solicitudes de
información de las autoridades competentes. Esos documentos deberían permitir
reconstruir las diferentes transacciones (incluidas las cantidades y los tipos de
moneda utilizados, en su caso) con el fin de proporcionar, si fuera necesario, las
pruebas en caso de procesos por conductas delictivas. Las instituciones
financieras deberían conservar, al menos durante cinco años, registro de la
identificación de sus clientes (por ejemplo, copia o registro de documentos oficiales
de identificación como pasaportes, tarjetas de identidad, permisos de conducir o
documentos similares), los expedientes de clientes y la correspondencia comercial,
al menos durante cinco años después de haberse cerrado la cuenta.
Estos documentos deberían estar a disposición de las autoridades nacionales
competentes, en el contexto de sus procedimientos y de sus investigaciones penales
pertinente.
13. Los países deberían prestar especial atención a las amenazas de blanqueo de
capitales inherentes a las nuevas tecnologías o tecnologías en desarrollo, que
pudieran favorecer el anonimato y tomar medidas, en caso necesario, para impedir
su uso en los sistemas de blanqueo de capitales.
14. Las instituciones financieras deberían prestar especial atención a todas las
operaciones complejas, a las inusualmente grandes, y a todas las modalidades no
habituales de transacciones, que no tengan una causa económica o lícita aparente.
En la medida de lo posible, deberían examinarse los antecedentes y fines de dichas
transacciones; los resultados de ese examen deberían plasmarse por escrito y estar a
disposición de los supervisores, de los auditores de cuentas y de las autoridades de
prevención y represión.
15. Si las instituciones financieras sospechan que los fondos provienen de una actividad
delictiva, deberían estar obligadas a informar rápidamente de sus sospechas a las
autoridades competentes.
16. Las instituciones financieras, sus directores y empleados deberían estar protegidos
por disposiciones legislativas de toda responsabilidad civil o penal, por violación de
las normas de confidencialidad, impuestas por contrato o por disposiciones
legislativas reglamentarias o administrativas, cuando comuniquen de buena fe sus
sospechas a las autoridades competentes, aun cuando no sepan precisamente cuál es
la actividad delictiva en cuestión, y aunque dicha actividad no hubiese ocurrido
realmente.
17. Las instituciones financieras y sus empleados no deberían advertir a sus clientes o
no debería autorizarse que les avisasen, cuando hayan puesto en conocimiento de
las autoridades competentes informaciones relacionadas con ellos.
18. Las instituciones financieras que comuniquen sus sospechas deberían seguir las
instrucciones de las autoridades competentes.
19. Las instituciones financieras deberían elaborar programas contra el blanqueo de
capitales incluyendo, como mínimo, lo siguiente:
a. Procedimientos y controles internos comprendiendo el nombramiento de las
personas responsables a nivel de dirección y los procedimientos adecuados de
selección de empleados para asegurar que ésta se realiza de acuerdo con criterios
exigentes.
b. Un programa continuo de formación de los empleados.
c. Un sistema de control interno para verificar la eficacia del sistema.
Medidas para hacer frente al problema de los países cuyas disposiciones contra el
blanqueo de dinero son insuficientes o inexistentes
20. Las instituciones financieras deberían asegurarse de que los principios mencionados
anteriormente se aplican también a sus sucursales y filiales situadas en el extranjero,
especialmente en los países donde estas Recomendaciones no se aplican o se hace
de modo insuficiente, en la medida en que lo permitan las leyes y los reglamentos
locales. Cuando dicho ordenamiento se oponga a la aplicación de esos principios,
las instituciones financieras deberían informar a las autoridades competentes del
país donde esté situada la institución matriz que no puede aplicar estas
Recomendaciones.
21. Las instituciones financieras deberían prestar especial atención a las relaciones de
negocios y a las transacciones con personas físicas y jurídicas, incluidas las
empresas e instituciones financieras residentes en países que no aplican estas
Recomendaciones, o que lo hacen de forma insuficiente. Cuando estas transacciones
no tengan una causa lícita o económica aparente, deberá examinarse su trasfondo y
fines, en la medida de lo posible; los resultados de este examen deberían plasmarse
por escrito y estar disponibles para ayudar a los supervisores, a los auditores y a las
autoridades de prevención y represión.
22. Los países deberían considerar la adopción de medidas viables para detectar o
vigilar el transporte transfronterizo de dinero en efectivo e instrumentos negociables
al portador, siempre que el uso de esa información se limite estrictamente y no se
restrinja de ninguna manera la libertad de los movimientos de capital.
23. Los países deberían estudiar la viabilidad y utilidad de un sistema en el que los
bancos y otras instituciones financieras e intermediarios declararían todas las
transacciones de moneda nacionales e internacionales por encima de un
determinado umbral, a un organismo central nacional que disponga de una base de
datos informatizada a la que tengan acceso las autoridades competentes en materia
de blanqueo de capitales, y cuya utilización esté estrictamente limitada.
24. Los países deberían promover de forma general el desarrollo de técnicas modernas y
seguras de gestión de fondos, incluyendo un mayor uso de cheques, tarjetas de pago,
abono automatizado de sueldos y anotación en cuenta de operaciones de valores,
con objeto de estimular la sustitución de los pagos en efectivo.
25. Los países deberían prestar atención a las posibilidades de uso abusivo de las
sociedades ficticias por los autores de operaciones de blanqueo y deberían
considerar si hay que adoptar otras medidas para prevenir el uso ilícito de dichas
entidades.
32. Cada país debería esforzarse por mejorar el intercambio internacional, espontáneo o
"previa solicitud", entre las autoridades competentes, de la información relativa a
las transacciones, personas o empresas involucradas en transacciones sospechosas.
Deberían establecerse estrictas garantías para asegurar que ese intercambio de
información respete las disposiciones nacionales e internacionales sobre derecho a
la intimidad y protección de datos.
33. Los países deberían tratar de asegurar, sobre una base bilateral o multilateral, que
los diferentes criterios tomados en consideración en las definiciones nacionales
respecto al conocimiento del acto cometido, es decir, los criterios diferentes sobre el
elemento intencional de la infracción, no afecten la capacidad o disposición de los
países para prestarse asistencia legal mutua.
34. La cooperación internacional debería estar apoyada en una red de convenios y
acuerdos bilaterales y multilaterales basados en conceptos jurídicos comunes, con el
objeto de ofrecer medidas prácticas que se apliquen a la asistencia mutua con la
mayor amplitud posible.
35. Debería alentarse a los países a ratificar y aplicar los convenios internacionales
pertinentes sobre blanqueo de capitales, tales como la Convención del Consejo de
Europa de 1990 sobre blanqueo de capitales, investigación, incautación y decomiso
del producto de delitos.
Especial atención deben prestar las entidades a aquellas operaciones que, por su
complejidad, por su cuantía o por cualquiera otra circunstancia resulten inusuales. La
entidad debe evaluar los antecedentes de estas operaciones, asentar las conclusiones por
escrito y dejar la información correspondiente a disposición de los auditores y las
autoridades. Las entidades financieras deben adoptar sistemas para el monitoreo
permanente de sus operaciones. Estos sistemas deben permitir identificar plenamente al
ordenante y al beneficiario, determinar hasta dónde sea posible el origen y destino de los
fondos, y evaluar la normalidad de la operación. Igualmente, los sistemas de monitoreo
deben permitirles a las entidades identificar las operaciones sospechosas, para reportarlas a
las autoridades competentes. Los Estados deberían crear un organismo o agencia
gubernamental de inteligencia financiera. Así mismo deberían incluir en sus legislaciones o
reglamentos, la obligación de reportar las operaciones sospechosas a dichas unidades de
inteligencia financiera, quienes deberían estar encargadas específicamente de analizar esa
información. Este organismo debe tener acceso a toda la información financiera necesaria
para investigar oportuna y eficazmente operaciones de lavado de activos
4.3. Narcotráfico.
4.4. Terrorismo.
Hablar del blanqueo o del lavado de capitales supone referirse implícitamente a la previa
negritud o suciedad de los mismos. Normalmente vinculados al dinero, los calificativos
“negro” y “sucio” son empleados en la jerga económica y financiera para expresar el
carácter irregular de unos determinados bienes. Resulta frecuente ver cómo ambos vocablos
son utilizados como si fueran sinónimos. Sin embargo, conviene establecer desde un
principio ciertas precisiones que nos permitan delimitar el contenido de unos términos a los
que vamos a atribuir diferente significado a lo largo de la exposición, uno de los rasgos
esenciales que definen al blanqueo de capitales es su carácter progresivo. El lavado es un
proceso a lo largo del cual se distancia paso a paso una masa patrimonial de su origen
delictivo. En desarrollo de esta idea, también entonces se adoptó la segmentación de ese
proceso en una secuencia de fases o etapas: la primera, de colocación u ocultación; la
segunda, de conversión, control o intercalación; finalmente, la tercera, de integración o
reinversión. Ciertamente, la experiencia nos demuestra que la validez de esta forma de
compartimentación debe de contemplarse dentro de sus justos límites. Las distintas etapas
se solapan en muchas ocasiones e incluso coinciden, posibilidad que se dispara en el caso
de las formas más características de la criminalidad económica, ámbito en el que los
instrumentos que son utilizados para obtener cualquier clase de enriquecimiento ilícito
también pueden ser empleados como medios con los que facilitar la circulación de ese
patrimonio, distanciarlo de su origen delictivo o procurar su reintroducción en el mercado
legal. Con todo, aun reconociendo las limitaciones del modelo, parece sensato abordar el
estudio de los modos a través de los cuales se blanquean capitales empleando esta
secuencia. La gran variedad de técnicas y procedimientos conocidos hasta el presente exige
contar con criterios de ordenación que, aunque sepamos que no son perfectos, nos permiten
analizar las tipologías dentro de unos límites conceptuales adecuados para analizar una
realidad realmente compleja.
Unidad de aprendizaje 2.
Metodología para gestión del riesgo de lavado de activos y financiación del terrorismo.
Las políticas de “buen gobierno corporativo” (BGC) están orientadas hacia la transparencia,
eficiencia y probidad en el desarrollo de los negocios. Constituyen un presupuesto para
actuar competitiva y éticamente en los mercados cada vez más integrados. Sin embargo, la
falta de transparencia empresarial y la ausencia de buenas prácticas mercantiles, generan
obstáculos para el crecimiento y la competitividad de las compañías. El estudio del
concepto “buen gobierno corporativo” (BGC) es relativamente reciente y a principios de la
década de los noventa se profundizó en él por los procesos de privatización en Europa
Oriental. No obstante, con ocasión de los escándalos de compañías tales como Enron,
WorldCom y Parmalat, el tema adquirió relevancia y llamó la atención de los analistas
especializados. En términos generales, el BGC está constituido por un conjunto de prácticas
comerciales que se dan en las relaciones entre los administradores sociales y todos aquellos
que invierten recursos en la empresa; igualmente, con las prácticas que se deben observar
con clientes, proveedores, empleados y órganos de supervisión y control. De este modo, su
buen ejercicio conduce a asegurar la transparencia de la administración social, el uso
óptimo de los recursos y la probidad de la información financiera y contable.
Los asuntos que abarca el BGC tienen estrecha relación con la vigilancia en la preparación
de los estados financieros, la independencia de los auditores, la revisión de las
compensaciones para los altos ejecutivos, las formas como los individuos son nominados a
las altas posiciones, el manejo de los recursos a disponibilidad de los directores y las
políticas de distribución de dividendos, entre otras, todo ello en procura de un manejo
honesto en la administración de las empresas. Precisamente, cuando las compañías públicas
o privadas no adoptan políticas de BGC se suscitan fallas en su información financiera,
abuso en los derechos de las minorías, falta de independencia en los órganos de auditoría y
de control interno, contratación de personal no idóneo o acuerdos restrictivos de la
competencia
Para la realización de las diferentes fases que componen el SARLA/FT se hace necesario
que la entidad adquiera una infraestructura especialmente dedicada a la administración del
riesgo de lavado de activos y financiación del terrorismo. Esta infraestructura debe
comprender todo lo necesario para realizar adecuadamente las diferentes etapas del
SARLA/FT, especialmente los recursos humanos, físicos, económicos y tecnológicos
requeridos en cada una de ellas. La Circular Externa 022 de 2007 contempla una regulación
en la que se prevé cuáles son los elementos mínimos que debe tener el SARLA/FT,
agrupándolos en ocho categorías a saber: políticas, procedimientos, documentación,
estructura organizacional, órganos de control, infraestructura tecnológica, divulgación de la
información y capacitación.
El punto de partida para entender el SARLA/FT es el artículo 102 del Estatuto Orgánico del
Sistema Financiero (D. 663 del 2 de abril de 1993, modificado por la L. 1121 de 2006(5)).
Este artículo dispone como obligación de todas las instituciones sometidas a la inspección,
vigilancia y control de la Superintendencia Financiera adoptar medidas de control, que
contribuyan a prevenir que puedan ser utilizadas para movilizar, adquirir, administrar,
depositar, aprovechar, invertir, manejar, ocultar o encubrir el origen de recursos
ilegalmente obtenidos, o destinados a financiar organizaciones terroristas. Así mismo, este
artículo también señala que las medidas adoptadas deben consistir en mecanismos y reglas
de conducta de obligatoria observancia por parte de todos sus directivos, administradores y
funcionarios. Estos mecanismos y reglas de conducta deben además estar diseñados de tal
forma, que existan procedimientos específicos que permitan a la entidad conocer
adecuadamente a los clientes, conocer suficientemente el mercado en el que actúa y
reportar oportunamente las operaciones sospechosas. Con el fin de asegurar el adecuado
funcionamiento del SARLA/FT, se proponen las siguientes políticas generales que son
reglas de conducta y procedimientos para orientar la actuación en cuanto a la gestión del
riesgo: En la empresa se reconoce que la materialización de un evento de riesgo relacionado
con el LA/FT atenta contra la empresa al generar pérdidas que afectan el logro de sus
objetivos corporativos. En la empresa el SARLA/FT tiene como objetivos la prevención de
que no sea utilizada para realizar cualquier tipo de operación de lavado de dinero y detectar
y el reporte oportuno de esas operaciones cuando acontezcan. La prevención y el control se
refieren a las dos fases consideradas por las normas de la Superintendencia Financiera de
Colombia.
Los países deben asegurar que las instituciones financieras estén sujetas a una regulación y
supervisión adecuadas y que implementen eficazmente las Recomendaciones del GAFI.
Las autoridades competentes deben tomar las medidas legales o normativas necesarias para
prevenir que los criminales o sus cómplices tengan, o sean el beneficiario final de, o que
tengan una participación significativa o mayoritaria en, o que ostenten una función
administrativa en una institución financiera. Los países no deben aprobar el establecimiento
u operación continuada de bancos pantalla. En el caso de las instituciones financieras
sujetas a los Principios Centrales, las medidas de regulación y supervisión que se aplican
para propósitos prudenciales y que son relevantes también para el lavado de activos y el
financiamiento del terrorismo, deben aplicarse de una forma similar para propósitos
ALA/CFT. Esto debe incluir la aplicación de una supervisión de grupo consolidada para
propósitos ALA/CFT. Las demás instituciones financieras deben recibir licencia o ser
registradas y reguladas apropiadamente, y estar sujetas a la supervisión o vigilancia para
propósitos ALA/CFT, teniendo en cuenta el riesgo de lavado de activos o de financiamiento
del terrorismo en ese sector. Como mínimo, los negocios que presten un servicio de
transferencia de dinero o valores, o de cambio de dinero o moneda, deben recibir licencia o
ser registrados, y estar sujetos a sistemas eficaces de monitoreo y asegurar el cumplimiento
con los requisitos nacionales ALA/CFT. Los supervisores deben contar con facultades
adecuadas para supervisar o monitorear las instituciones financieras y asegurar el
cumplimiento por parte de éstas con los requisitos para combatir el lavado de activos y el
financiamiento del terrorismo, incluyendo autorización para realizar inspecciones. Deben
estar autorizados para requerir la presentación de información por las instituciones
financieras que sea relevante para el monitoreo de dicho cumplimiento, e imponer
sanciones, de acuerdo con la Recomendación 35, por incumplimiento con dichos requisitos.
Los supervisores deben tener la facultad para imponer una gama de sanciones disciplinarias
y financieras, y potestad para retirar, restringir o suspender la licencia de la institución
financiera, donde corresponda. Los países deben establecer una Unidad de Inteligencia
Financiera (UIF) que sirva como un centro nacional para la recepción y análisis de: (a)
reportes de transacciones sospechosas; y (b) otra información relevante al lavado de
activos, delitos determinantes asociados y el financiamiento del terrorismo, y para la
comunicación de los resultados de ese análisis. La UIF debe ser capaz de obtener
información adicional de los sujetos obligados, y debe tener acceso oportuno a la
información financiera, administrativa y del orden público que requiera para desempeñar
sus funciones apropiadamente. Los países deben asegurar que las autoridades del orden
público designadas tengan responsabilidad para desarrollar las investigaciones sobre lavado
de activos y financiamiento del terrorismo dentro del marco de las políticas nacionales
ALA/CFT. Al menos en todos los casos relacionados a delitos que produzcan gran volumen
de activos, las autoridades del orden público designadas deben desarrollar una investigación
financiera de manera proactiva en paralelo a la persecución del lavado de activos, delitos
determinantes asociados y el financiamiento del terrorismo. Ello debe incluir casos en los
que el delito determinante asociado ocurre fuera de sus jurisdicciones. Los países deben
asegurar que las autoridades competentes tengan responsabilidad en la rápida
identificación, rastreo e inicio de acciones para congelar y embargar bienes que están, o
puedan ser o estar, sujetos a decomiso, o que se sospecha que son producto del crimen. Los
países deben utilizar también, cuando sea necesario, grupos multidisciplinarios
permanentes o temporales especializados en investigaciones financieras o de activos. Los
países deben asegurar que, cuando sea necesario, se lleven a cabo investigaciones
cooperativas con las autoridades competentes apropiadas en otros países.
Uno de los temas que más controversia suscita en nuestro medio tiene que ver con los
efectos que provoca en Colombia la inclusión de una persona en la Office of Foreing Assets
Control’s SDN List (“Lista OFAC”, también conocida como “Lista Clinton”), y los riesgos
potenciales que pueden surgir para quienes efectúen operaciones comerciales con quienes
se encuentran en ella. Sobre el particular, se aclara que la Orden Ejecutiva 12978 dictada
por el presidente de Estados Unidos constituye una decisión soberana adoptada por un
gobierno extranjero, cuyo ámbito de validez se encuentra reducido a los ciudadanos y
sociedades estadounidenses. El propósito de esta normativa es suministrar la información
necesaria para evitar el establecimiento de relaciones jurídico-comerciales con personas
extranjeras de quienes se sospecha, pueden estar involucradas en la ejecución de conductas
calificadas como crímenes que atentan contra la seguridad de Estados Unidos de América.
Dada esta circunstancia, esta orden no es válida como legislación directamente aplicable en
nuestro derecho interno, ni existe mecanismo coercitivo alguno que obligue a un nacional
colombiano –ya se trate de persona natural o jurídica, o de sucursales nacionales de
personas jurídicas extranjeras– a abstenerse de establecer relaciones jurídico-comerciales
con sujetos incluidos en la Lista OFAC. No obstante, el contenido de esta lista tiene
profundos efectos y riesgos de reputación comercial y de exposición en el ámbito interno
para las personas que mantienen vínculos comerciales con ciudadanos o sociedades
estadounidenses. Si un nacional o una sociedad colombiana, a partir del conocimiento que
tiene de la inclusión de una persona en la lista de la OFAC, lleva a cabo operaciones
comerciales con dicho individuo, corren el riesgo de que la Teasury’s Office of Foreing
Asset Control también los incluya en la lista, al asumir que estos pueden estar
contribuyendo a la realización del presunto crimen por el que fue originalmente incluido el
primer individuo. Los efectos que se generan en Colombia por la inclusión de una persona
en la lista OFAC han sido fijados por la Corte Constitucional para el ámbito de la actividad
financiera, bursátil y aseguradora, a partir de argumentos jurídicos que bien pueden
extenderse a otros ámbitos de la actividad económica, y que actualmente se consideran
criterios orientadores de buenas prácticas comerciales y de buen gobierno corporativo. En
efecto, al resolver diversas acciones de tutela originadas en el bloqueo financiero a personas
incluidas en la Lista OFAC, la Corte Constitucional colombiana ha sostenido que el
ejercicio de la actividad financiera es de “alto riesgo social”, en atención a la necesidad que
existe de preservar la confianza del público en el sistema y en su servicio, tal como se
desprende del artículo 35 de la Ley 510 de 1999. Por tal motivo y, sin perjuicio del
principio de universalidad del ahorro, las entidades vigiladas pueden rehusarse a aceptar
una persona como cliente, siempre que dicha decisión obedezca “a criterios objetivos y
razonables que impliquen un riesgo para la solvencia y/o estabilidad patrimonial de las
entidades financieras” y no a causas de discriminación o a la imposición de barreras
irrazonables para la prestación de algún servicio financiero En resumen, la jurisprudencia
de la Corte Constitucional respalda la posibilidad de que las entidades vigiladas impidan a
ciertos usuarios del sistema financiero el acceso a sus servicios, siempre que éste no resulte
injustificado
La prevención del LA/FT, este encabezada por organismos internacionales, los cuales se
encuentran liderados por el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), que es el
encargado de fijar modelos y promover la implementación efectiva de medidas legales,
reguladoras y operativas para combatir el LA/FT, así como otras amenazas al Sistema
Financiero Internacional Por tanto, la prevención se da alrededor de la construcción de una
cultura anti LA/FT, la cual se da a través de campañas audiovisuales y la generación de
normas que indican como implementar mecanismos que permitan administrar el riesgo del
LA/FT, además del deber de cada una de las empresas de acatar a la Superintendencia de
Sociedades en la Circular Externa 100 000005 del 17 de junio de 2014, en lo concerniente a
la elaboración de un manual propio de prevención del LA/FT, con el fin de ejecutar las
políticas allí establecidas para disminuir el riesgo de ocurrencia o materialización e
integrando eficientemente los cuatro ejes anti lavado que son prevención, detección,
investigación y juzgamiento, de tal forma que integren correctamente el sector público y el
privado en esta lucha mancomunada. Además, los Gobiernos deben establecer dentro de sus
ordenamientos normativos políticas claras Anti Lavado de Activos y Contra la Financiación
del Terrorismo, dando lugar a entidades estatales que han de hacer las respectivas
actividades de vigilancia y control en materia de contratación pública, seguimiento a las
personas públicamente expuestas, a los contratistas e interventores, a los ciudadanos del
común o integrantes del elemento hogar, quienes tienen la obligación de hacer participación
ciudadana en lo relacionado con la cultura anti blanqueo de capitales en sus quehaceres
diarios y en aquellas actividades socioeconómicas no reconocidas, y finalmente, las
empresa que integran el sector real y financiero tanto interno como externo.
Las señales de alerta son un instrumento importante para la puesta en marcha de un sistema
de prevención del lavado de activos y financiación del terrorismo. Actualmente muchas
señales de alerta están enfocadas en el sector financiero, por lo cual Infolaft consultó
normativas y documentos expedidos por autoridades y organismos internacionales con la
intención de suministrar un listado integral útil para varios sectores.
Cuando la contraparte es vaga o evasiva sobre la fuente de los fondos para realizar
las transacciones o actividades.
Situaciones en las que la contraparte proporciona información de contacto comercial
falsa, incompleta o engañosa.
Casos de contrapartes que tiene grandes sumas de dinero o moneda extranjera en
efectivo disponibles para la transacción o actividad empresarial y el tipo de negocio
que lleva a cabo no respalda dicha situación.
Hallazgos de información falsa de la contraparte en los procesos de debida
diligencia.
Hechos en los que la contraparte se niega a cumplir y/o acordar con el área de
cumplimiento de la empresa las leyes aplicables o las políticas de la empresa.
Cuando la contraparte busca que el pago de las ganancias se realice en una cuenta
de un país extranjero que no sea la ubicación de sus negocios.
Casos en los que la contraparte es o ha sido objeto de escrutinio por parte de las
autoridades por fraude, tráfico de drogas, tráfico de armas o actividades de
delincuencia organizada.
Revisor fiscal El revisor fiscal de la empresa debe elaborar un reporte trimestral dirigido a
la junta directiva, u órgano que haga sus veces, en el que informe acerca de las
conclusiones obtenidas en el proceso de evaluación del cumplimiento de las normas e
instructivos sobre el SARLA/FT. Además, tiene que poner en conocimiento del oficial de
cumplimiento las inconsistencias y fallas detectadas en el SARLA/FT y, en general, todo
incumplimiento que detecte a las disposiciones que regulan la materia.
Los países deben tomar medidas inmediatas para ser parte de, e implementar a plenitud, la
Convención de Viena, 1988; la Convención de Palermo, 2000; la Convención de las
Naciones Unidas contra la Corrupción, 2003; y el Convenio Internacional para la Represión
de la Financiación del Terrorismo, 1999. Cuando corresponda, se exhorta también a los
países a ratificar e implementar otras convenciones internacionales relevantes, como la
Convención del Consejo de Europa sobre el Crimen Cibernético, 2001; la Convención
Interamericana contra el Terrorismo, 2002; y el Convenio del Consejo de Europa sobre
Blanqueo, Detección, Embargo y Decomiso de los Productos de un Delito y sobre el
Financiamiento del Terrorismo, 2005. Los países deben prestar rápida, constructiva y
eficazmente, el mayor rango posible de asistencia legal mutua con relación a
investigaciones, procedimientos judiciales y procesos relacionados con el lavado de activos,
delitos determinantes asociados y el financiamiento del terrorismo. Los países deben contar
con una base jurídica adecuada para prestar asistencia y, cuando corresponda, deben tener
establecidos tratados, acuerdos u otros mecanismos para mejorar la cooperación. En
particular, los países deben: No prohibir, o dar lugar a condiciones restrictivas poco
razonables o indebidas, en la prestación de asistencia legal mutua. (b) Asegurar que cuenten
con procesos claros y eficaces para la priorización y ejecución oportuna de solicitudes de
asistencia legal mutua. Los países deben también utilizar una autoridad central u otro
mecanismo oficial establecido, para la transmisión y ejecución eficaz de las solicitudes.
Para monitorear el progreso de las peticiones, debe mantenerse un sistema de
administración de casos. (c) No negarse a ejecutar una solicitud de asistencia legal mutua
por el único motivo de que se considera que el delito involucra también asuntos fiscales. (d)
No negarse a ejecutar una solicitud de asistencia legal mutua basándose en que las leyes
exigen a las instituciones financieras que mantengan el secreto o la confidencialidad. (e)
Mantener la confidencialidad de las solicitudes de asistencia legal mutua que reciben y la
información en ellas contenida, sujeto a los principios fundamentales de derecho interno,
con el objeto de proteger la integridad de la investigación o la investigación preliminar. Si
el país que recibe la petición no puede cumplir con el requisito de confidencialidad, debe
informarlo con prontitud al país que emite la solicitud.
Los países deben prestar asistencia legal mutua, pese a la ausencia de la doble
incriminación, si la asistencia no involucra acciones coercitivas. Los países deben
considerar la adopción de las medidas que sean necesarias para poder prestar un amplio
nivel de asistencia en ausencia de la doble incriminación. Cuando se requiera de la doble
incriminación para la asistencia legal mutua, debe considerarse como cumplido ese
requisito independientemente de si ambos países colocan el delito dentro de la misma
categoría de delito o denominan el delito utilizando la misma terminología, siempre que
ambos países tipifiquen la conducta que subyace en el delito.
4.1. Cooperación internacional
Los países deben asegurar que cuenten con la autoridad para tomar una acción rápida en
respuesta a solicitudes extranjeras para identificar, congelar, embargar y decomisar bienes
lavados; productos del lavado de activos, de los delitos determinantes y del financiamiento
del terrorismo; instrumentos utilizados en, o destinados para ser usados en, la comisión de
estos delitos; o bienes de valor equivalente. Esta autoridad debe incluir, ser capaz de
responder a solicitudes emitidas partiendo de procesos de decomiso sin la base de una
condena y medidas provisionales relacionadas, a menos que ello no se corresponda con los
principios fundamentales de sus leyes internas. Los países deben contar también con
mecanismos eficaces para administrar dichos bienes, instrumentos o bienes de valor
equivalente, así como acuerdos para coordinar procesos de embargo y decomiso, lo cual
debe incluir la repartición de activos decomisados.
Los países deben ejecutar constructiva y eficazmente, las solicitudes de extradición con
relación al lavado de activos y el financiamiento del terrorismo, sin una demora indebida.
Los países deben también tomar todas las medidas posibles para asegurar que no ofrezcan
refugio seguro a individuos acusados de financiamiento del terrorismo, actos terroristas o a
organizaciones terroristas. En particular, los países deben: asegurar que el lavado de activos
y el financiamiento del terrorismo sean delitos extraditables; (b) asegurar que cuenten con
procesos claros y eficientes para la ejecución oportuna de peticiones de extradición,
incluyendo la priorización, cuando corresponda. Para monitorear el progreso de las
peticiones, debe mantenerse un sistema de administración de casos; (c) no dar lugar a
condiciones restrictivas poco razonables o indebidas, en la ejecución de solicitudes; y (d)
asegurar que cuenten con un marco jurídico adecuado para la extradición. Cada país debe
extraditar a sus propios nacionales o, cuando un país no lo haga solamente por el motivo de
la nacionalidad, ese país debe, a petición del país que persigue la extradición, presentar el
caso, sin una demora indebida, a sus autoridades competentes con el propósito de procesar
los delitos plasmados en la petición. Esas autoridades deben tomar su decisión y llevar a
cabo sus procesos de la misma forma en que procede para cualquier otro delito de carácter
grave dentro de la ley interna de ese país. Los países involucrados deben cooperar entre sí,
en particular en los aspectos de procedimiento y de las pruebas, para asegurar la eficiencia
de tales procesos judiciales.
Los países deben asegurar que sus autoridades competentes puedan, rápida, constructiva y
eficazmente, prestar el mayor rango de cooperación internacional con relación al lavado de
activos, delitos determinantes asociados y el financiamiento del terrorismo. Los países
deben hacerlo espontáneamente y siguiendo una solicitud, y debe existir una base legal para
prestar la cooperación. Los países deben autorizar a sus autoridades competentes a utilizar
los medios más eficientes para cooperar. Si una autoridad competente necesita acuerdos o
arreglos bilaterales o multilaterales, como un Memorando de Entendimiento (MOU), éstos
deben negociarse y firmarse a tiempo, con una amplia gama de contrapartes extranjeras.
Las autoridades competentes deben utilizar canales o mecanismos claros para la
transmisión y ejecución eficaz de solicitudes de información u otros tipos de asistencia. Las
autoridades competentes deben contar con procesos claros y eficientes para la priorización
y ejecución oportuna de solicitudes, y para la salvaguarda de la información recibida. Los
países deben aplicar el delito de lavado de activos a todos los delitos graves, con la
finalidad de incluir la gama más amplia de delitos determinantes. Los delitos determinantes
se pueden describir mediante referencia a todos los delitos o a un umbral ligado ya sea a
una categoría de delitos graves o a la sanción de privación de libertad aplicable al delito
determinante (enfoque de umbral) o a una lista de delitos determinantes o a una
combinación de estos enfoques, Cuando los países apliquen un enfoque de umbral, los
delitos determinantes deben, como mínimo, comprender todos los delitos que están dentro
de la categoría de delitos graves bajo sus leyes nacionales, o deben incluir delitos que son
sancionables con una pena máxima de más de un año de privación de libertad, o, para los
países que tienen un umbral mínimo para los delitos en sus respectivos sistemas jurídicos,
los delitos determinantes deben comprender todos los delitos que son sancionables con una
pena mínima de más de seis meses de privación de libertad. Cualquiera que sea el enfoque
que se adopte, cada país debe, como mínimo, incluir una gama de delitos dentro de cada
una de las categorías establecidas de delitos. El delito de lavado de activos debe extenderse
a todo tipo de propiedad, independientemente de su valor, que represente, directa o
indirectamente, los activos del crimen. Al probar que esos bienes son activos del crimen, no
debe ser necesario que una persona sea condenada por un delito determinante.