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CAPÍTULO 4
El mundo sería un lugar mucho más sencillo si pudiéramos producir cambios sustanciales mediante la
mera exposición de una argumentación moral consistente.
Muchas veces las personas caemos en la hipocresía, y es que independientemente de que sea
más o menos correcto, tendemos a obrar de acuerdo a nuestros intereses. Esta tensión entre
nuestro egoísmo y nuestro altruismo fue demostrada por un experimento de Batson y
Thompson. En él, los sujetos debían elegir entre dos tareas; una era agradable e interesante y
la otra era aburrida y poco productiva. La que no escogieran para ellos, la realizaría otro sujeto
(imaginario). La mayoría llegaron a la conclusión de que lo más justo sería repartirlas al azar,
por lo que les fue provista una moneda. La mitad de los sujetos decidieron no tirarla, y el 80%
escogió la tarea buena para sí. La otra mitad lanzó la moneda, siendo el sujeto el único que
veía de qué lado caía. Sorprendentemente, el “azar” decidió que en el 85% de los casos, el
sujeto se quedase con la tarea buena.
Sin embargo, habitualmente también nos comportamos con amabilidad y altruismo; un claro
ejemplo es la donación de sangre y órganos. Así pues, dice Singer, ¿por qué no salvamos la
vida de los niños de los países en vías de desarrollo si nos cuesta tan poco? El desarrollo de
este capítulo lo dedica a presentarnos seis factores psicológicos que responden a esta
pregunta.
2) El provincianismo
Cierto es que algo tan simple como una imagen puede remover nuestra conciencia y
empujarnos a donar. Esto lo podemos achacar al altruismo televisivo. Un claro
ejemplo de este fenómeno es el caso de un terremoto ocurrido en Pakistán en 2005.
Este desastre no fue grabado, por lo que no hubo imágenes dramáticas que mostrar a
los telespectadores. Por lo tanto, los estadounidenses donaron unos 150 millones de
dólares para la causa, cifra que si nos fijamos contrasta enormemente con las de los
ejemplos anteriores.
3) El sentimiento de futilidad
Un estudio realizado, entre otros, por Paul Slovic, reveló que las personas nos
mostramos más predispuestas a prestar ayuda fijándonos más en la proporción de
vidas que salvamos que en la cantidad real de las mismas; es decir, que donaríamos
antes para salvar al 80% de 100 vidas, que al 20% de 1.000. Esto se debe al clásico
pensamiento de “un grano de arena en el desierto”, que por mucho que ayudemos, no
vale la pena porque no marcaremos una gran diferencia ya que “el desierto de
necesitados seguirá pareciendo tan inmenso como antes”.
4) La disolución de la responsabilidad
Un ejemplo real de este efecto es el de Kitty Genovese. Esta joven fue brutalmente
asesinada en Nueva York, y treinta y ocho personas escucharon sus gritos pero no
hicieron nada para avisar a la policía o ayudarla.
5) El sentido de la justicia
Nuestro sentido de la justicia es tan poderoso que para impedir que los demás reciban más de lo
que les corresponde a menudo estamos dispuesto incluso a recibir.
A cualquiera de nosotros nos parecería injusto que otra persona cobrase más por
hacer el mismo trabajo. De la misma forma, nuestra disposición a prestar ayuda a los
demás se ve reducida si pensamos que hacemos más de lo que nos corresponde. Este
tipo de respuestas vienen de nuestro instinto (los primates actúan de la misma forma),
y se debe a que entre los animales sociales, los que establecen lazos de cooperación
siempre obtienen más beneficios; y al ofrecer tratos justos damos la impresión de ser
unos buenos socios. Esto lo podemos apreciar hoy en día, ya que en una sociedad en la
que la mayor parte de las personas actúan de manera justa obtendrá más beneficios
que otra en la que todo el mundo esté tratando de aprovecharse de la injusticia, ya
que las personas serían más desconfiadas y menos propensas a cooperar.
6) El dinero
Ya decía Marx que “el dinero nos enajena de nuestra auténtica naturaleza humana y
de nuestros iguales”. El dinero refuerza el individualismo, y lo convierte todo en
mercancías, anulando en cierto modo el altruismo.
Conclusión:
Según el propio Singer, podríamos resumir todas las excusas para no donar en que “no está en
nuestra naturaleza.
Provincianismo: recurre a una cita de Gates en la que el magnate afirma “Suelo pensar
más en mejorar el mundo, en lugar de las posiciones relativas de quienes viven en él.
De lo contrario, se podría decir que la Segunda Guerra Mundial fue fantástica porque,
cuando terminó, los EEUU ocupaban la posición relativa más fuerte”.