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En los tiempos de las invasiones de los primeros reinos bárbaros, la gran fuente de la

esclavitud se daba por las victorias de las guerra y expediciones.


Los hombres de guerra no los reservaba para su subordinados ya que su objetivo era
comercializar con ellos. Incluso los bárbaros ofrecían esclavos.
Al ser una actividad habitual se originó una ley imperial que validaba las ventas de
personas, pero al cabo de cinco años recobrarían su libertad .
Gran Bretaña abasteceria al continente de muchos esclavos que llegaban hasta Provenza y
Roma.
Los esclavos eran la principal fuente de intercambios y uno de los productos de exportación,
servían de precio en las transacciones donde la moneda sólo era utilizada como patrón y
para saldar los picos de las cuentas.
Existían dos métodos que se le ofrecían al amo que buscaba sacar una ventaja de la fuerza
de trabajo que el derecho ponía a su entera discreción. El primero consistía en mantener al
hombre como si fuera un animal doméstico y hacer con él lo que con este se hacía, usar
arbitrariamente de su trabajo. Pero el esclavo también podía establecerse por su propia
cuenta; en este caso, el amo se veía desprendido de la carga de su manutención,
apropiándose una parte de su tiempo y de los productos de su trabajo. Será este último el
que más se difunda.
El esclavo ejercía su profesión para el público, se alimentaban y vestían con sus
ganancias, entregando el resto, bajo diversas formas que a veces se fijaban de antemano,
al amo.
La esclavitud, posterior a la decadencia de Roma, se usaba para tareas domésticas y de
taller. O también para algún intercambio entre señores feudales, no tanto para fuerza
productiva. La Edad Media nunca destruyó ni suprimió las desigualdades de hecho o
nacimiento, solo se le dio un aspecto más humano.
Al principio de la era cristiana, hubo inmensos espacios que eran cultivados por una
contingencia de esclavos, aunque hacia finales del imperio este sistema se abandonó. Los
grandes propietarios los dividían en pequeñas granjas, cuyos ocupantes debían pagar una
renta por su disfrute. La creación de pequeñas parcelas había reducido la ampliación de la
explotación directa.
Fueron a los terrazgueros a quienes se les exigía la mayor parte del trabajo, serían
pequeños propietarios habituados a vivir bajo la dependencia de un gran propietario; otros
habían ocupado los nuevos lotes hacía poco tiempo. Al abandonar una parte de la tierra, el
gran propietario se había asegurado las fuerzas humanas necesarias que el resto exigía.
El esclavo era considerado un mal trabajador; su rendimiento se estimaba muy bajo y en el
caso dd muerte o enfermedad de él provocaría una dificultad para ser reemplazados, pero
el salario permanecerá igual.
Los jefes germanos estaban dispuestos a adoptar en este momento el sistema de
arrendamiento. El noble disponía de muchas tierras sin cultivar. Para poner en marcha
estas amplias extensiones de tierra se dividían; para alimentar a hombres, y como no era
nada rentable mantenerlos en el hogar del amo, se imponía la asignación de lotes
individuales. Aunque las corveas (servicios personales) eran ilimitadas en teoría, sin
embargo, en la práctica, el amo se veía obligado a dejar al corveable el tiempo libre
necesario para trabajar la tenencia. Como tenía que vivir y pagar sus rentas se imponía a
todas luces que las corveas no ocuparan toda su jornada. Entre los esclavos casati, es
decir, proveídos de una casa y las tierras cercanas a ella, y los que no habían llegado a esa
situación, el derecho carolingio maraca una distinción que merece ser resaltada: los
primeros eran considerados como bienes inmuebles y los segundos como bienes muebles.
En los dominios señoriales de la Galia franca e Italia, la mayor parte del suelo que estaba
en manos de las pequeñas explotaciones campesinas dependientes del dominio principal
que estaban ocupadas por tenencias indivisibles llamadas “mansos”. Donde la clasificación
más aceptada tomaba al estatus personal del ocupante que podía ser libre o servil, el
manso era llamado servil o ingenuo. Cualquiera que fuera la situación política del colono, el
manso conservaba su condición primera, ingenuo o servil según los casos.
Durante el cristianismo occidental, la Iglesia mantuvo una posición frente a la esclavitud. El
problema tenía dos aspectos: había que preguntarse bajo qué condiciones era legítimo
reducir a la esclavitud a un ser humano. Por otro lado, los que fueron esclavos y ahora
libres se resumió en que la esclavitud en sí era contraria a la ley divina.
Los paganos convertidos al cristianismo podían reconocer una idea que sus filósofos y
sus jurisconsultos les habían hecho familiar y que le había dejado sentir su influencia en el
pensamiento cristiano: solo que donde la iglesia hablaba de ley divina, el paganismo había
dicho derecho natural. Aunque este principio impulsaba a dar un mejor trato a los individuos,
todas las jerarquías y hasta la propiedad,
Ante dios el esclavo era igual a su amo. Sin embargo, tanto el amo como el soberano no
pensaban abdicar de su autoridad y nadie se lo exigía, y otorgarle la libertad constituía para
el amo no solo un deber sino un acto recomendable, por el cual el creyente, alzándose
hasta imitar la vida perfecta del salvador, trabajaba por su salvación.
Existía dos cánones del concilio que prohibía al obispo, sino indemniza a su propia iglesia
con sus propios bienes, la manumisión de esclavos, y al abad otorgar la libertad a aquellos
que habían sido dados a sus monjes. Se debe pensar que si el liberar a los esclavos era
una buena acción, pero al conservarlos tampoco era mala acción. El esclavo liberado había
sido a menudo un terrazguero; al dejar la esclavitud, conservaba su tenencia, sometida a
las obligaciones acostumbradas.
En las cartas del siglo XI y XII aparece la vieja palabra de “Servus” y en los diccionarios
aparece como “esclavo”. Desde la época post-romana los notarios de lenguas vulgares se
limitaron a acatar la idea que la gente tenía sobre los siervos: población de gentes humildes
privadas de su libertad y sujeta a la servidumbre. El término siervo engloba a colonos libres
y descendientes de esclavos y terrazgueros, que por diferentes razones (por voluntad
propia, amenazas, hambre, necesidad de protección, o por herencia) se convierten en
“libertos con obediencia”. Sin embargo, hay que diferenciarlos de los “hombres libres”: pues
lo que cambió no fue que no haya más esclavos sino que el concepto de libertad.
las causas que originaban nuevas relaciones de dependencia, podían ser: guerras civiles,
rupturas de familias, la crisis de la administración pública, militarismo, la falta de un estado
central. Todas situaciones originarias de los señoríos que nacieron de las invasiones
germánicas.
el nuevo esquema que se originó luego de las invasiones (señorío feudal) se basaba en la
confianza de un reducido grupo familiar, y las relaciones de dependencia verticales (todo
hombre sujeto a uno más poderoso que él) en una sociedad que discriminaba el origen o
linaje de una persona. Las nuevas relaciones de dependencia, se podían dar en dos
categorías. La primera, pertenecía a los hombres que se unieron voluntariamente a un
señor y debían cumplir ese compromiso de forma vitalicia (para toda la vida).
La segunda, eran relaciones obligatorias, producto de contratos que determinaban la
sucesión hereditaria; y no se podían negar, por haber nacido dentro de la familia
dependiente. En el caso de los campesinos (muchod hombres libres), podían disfrutar de
las tierras a cambio de tareas de campo pesadas, podían rotar a otros feudos si así lo
quisieran, de forma totalmente libre. Distinto era el caso de los hijos de libres (esclavos o
siervos liberados por manumisiones)
En el caso de los descendientes de esclavos terrazgueros, con la Edad Media, eran
considerados siervos; debido a la crisis de la administración pública, que no supo definir la
diferencia entre un hombre libre (ciudadano) y el esclavo.
La situación cambia totalmente ya que el concepto de esclavo favoreció las relaciones de
los siervos, que mantuvieron en común solo las manumisiones (libertad autorizada por el
patrón) y la dependencia hereditaria; sin dejar de hablar de los casos de exclusión: un
siervo, no podía participar en los tribunales de justicia ni hacer de testigo, tampoco era
admitido en las órdenes eclesiásticas.
No era ante la ley, un esclavo, poseía la tierra a título de tenencia o como propiedad propia,
la fuerza de trabajo no pertenecía a su amo y estaba reglamentado por tiempo y normas.
El esclavo había sido como un buey en el establo, el siervo en cambio, era un obrero que se
mantenía solo, que se lo veía llegar algunos días, para volver tan pronto terminara la labor
encomendada.
La nueva clasificación semántica origina en Francia, el vocablo de “vassal” (vasallo:
hombre libre obediente). Esta definición es más oscura, pero se cree que ya se utilizaba en
el siglo X, en Italia y Alemania (y su posterior difusión). Allí se comenzaba a sentir la
diferencia entre el esclavo y el siervo, pero continua justificando que la esclavitud todavía
seguía existiendo (siglos XI y XII). En aquel momento, se aplicó el rótulo de “esclavo o
slaves” a hombres privados de su libertad, aunque eran extranjeros.
se era esclavo: por causas penales, deudas, o entregados por el padre o la familia. En un
segundo momento en la Edad Media la noción de extranjero, sugería esclavitud, y estaba
amparada por la influencia religiosa. La ley de la Iglesia, no amparaba más que al vencedor
que redujo a servidumbre a su vencido que había favorecido las manumisiones, no había
atacado a al esclavitud. Podían ser sometidos de esta forma: los infieles, paganos, y
apóstatas o herejes. En la práctica, siempre se dispuso así, pues la idea de elevar a un
hombre a una condición mejor, iba en contra de las viejas tradiciones de las razzias
(guerras étnicas o incursiones bélicas) y el espíritu de lucro.
Las nuevas relaciones de dependencia (señor- siervo) se dieron recién con los reyes
francos o normandos. Las instituciones de derecho público germanas se mostraron más
ortodoxas al concepto de esclavo del antiguo imperio romano.
Esta tierra de razzias fue un depósito de esclavos, y un excelente mercado donde en Praga
se podían comprar esclavos y esposas de origen eslavo. En el caso de Francia, todo parece
que se prefería conseguir eslavos como cautivos, pero estos no eran una gran cantidad
debido a que había que traerlos desde muy lejos y era costoso.
Entre los siglos X y XI en la España Musulmana, estos esclavos eran necesarios porque los
árabes hacían uso del trabajo esclavo. Los comerciantes de Verdún acostumbraban
castrarlos para el comercio con los harenes.

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