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Este tipo de situaciones tuvieron lugar en numerosos momentos de

la historia humana. De hecho fueron la base del modelo de producción


esclavista (o esclavismo) que imperó en la Antigüedad.

La palabra esclavo proviene del latín sclavus y ésta del griego bizantino sklavós.
Ambos términos derivan de la manera en que se llamaban a sí mismos los
pueblos de Europa del noreste, o sea, los pueblos eslavos.

Aunque la práctica de la esclavitud data de la antigüedad más remota, esta


palabra se creó durante el Medioevo, dado que el feudalismo convirtió a los
antiguos servi romanos (esclavos usados en el cultivo de la tierra) en siervos, o
sea, campesinos libres sometidos a la voluntad y protección de los señores
feudales.

La esclavitud se considera hoy en día un acto ilegal e indigno, que violenta los
derechos fundamentales e inalienables del ser humano, y por lo tanto es
considerada un delito de lesa humanidad. Aunque aún no ha dejado
completamente de existir, se la persigue formalmente y los responsables de
esclavizar a otro, cosa que ocurre siempre por la fuerza, son considerados
delincuentes.

Estas disposiciones sobre la esclavitud figuran en la Convención sobre la


Esclavitud de 1926, firmada en Ginebra, Suiza, por la llamada Sociedad de las
Naciones, antecesora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Para conmemorar este evento y rendir homenaje a los millones de víctimas del
esclavismo que hubo, cada 23 de agosto se celebra el Día Internacional del
Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición

En la sociedad primitiva, el esclavo era inexistente, dado que no existían procesos


productivos. Sin embargo, con la revolución agrícola el cultivo de la tierra permitió
la obtención de alimentos suficientes para liberar del trabajo a una parte de
la población, que entonces pudo entregarse a otras actividades más placenteras o
intelectuales.

Por ello, los esclavos fueron durante toda la antigüedad el sostén económico
de los Imperios. Sin embargo, cada civilización antigua podía pensar la esclavitud
de distintas formas.

Era común someter a la esclavitud a los familiares de los derrotados en batalla,


pero también podía accederse a la esclavitud como un mecanismo de pago de
una deuda insaldable. En otro casos, los traficantes capturaban personas en
las regiones apartadas para venderlas como mano de obra.
Ya en el Código de Hammurabi, en la Antigua Babilonia (siglo XVIII a. C.) se
detallan las leyes que rigen la vida de los esclavos. Posteriormente, durante
la época clásica grecorromana, los esclavos fueron parte cotidiana de
la sociedad.

Durante el Imperio Romano, los esclavos eran comunes, tomados de las


regiones que sucumbían ante las legiones romanas. Sin embargo, la crisis
del siglo III llevó a una transformación en el modelo de esclavitud,
permitiendo el surgimiento de una especie de colonos de las tierras lejanas,
o sea, campesinos esclavos a los que se les permitía cierto margen
de autonomía y de beneficio sobre lo que producían.

Los esclavos fueron luego liberados y constituyeron los siervos libres de la


Edad Media. Durante esa época, los esclavos provenían del oriente europeo,
y eran también comunes en los califatos musulmanes, en donde a menudo
los cristianos derrotados en batalla eran reducidos a esta condición jurídica.

Sin embargo, la esclavitud recién se abolió como institución a finales del


siglo XIX, luego de la primera declaración universal de los derechos
humanos y de la caída del llamado Antiguo Régimen. Con ella cayó, además,
un negocio muy lucrativo para ciertos sectores europeos, especializados en
la captura y venta de pobladores africanos de las regiones más apartadas.

Los portugueses, en ese sentido, fueron importantes comerciantes de


esclavos. De hecho, la esclavitud de los pueblos africanos fue fundamental
en la construcción de la sociedad colonial latinoamericana.

Por un lado, los pueblos autóctonos habían sido diezmados por la


sangrienta guerra de conquista, las enfermedades llevadas a América con
ella, o los malos tratos recibidos por parte de los conquistadores. Por otro
lado, eran vistos con mayor consideración por la Iglesia Católica que a los
africanos (se les atribuía un alma, al menos).

Por eso la importación al nuevo continente de esclavos africanos fue


masiva, para obligarlos a trabajar en las plantaciones cacaoteras, cafeteras,
tabacaleras o algodoneras del Caribe. Esos antiguos esclavos suministraron
una importante herencia cultural y racial a la población latinoamericana
contemporánea.

La existencia de individuos despojados de todos sus derechos y tratados


como mercancía, que trabaja en condición de mano de obra no remunerada
(es decir, no recibe absolutamente nada de lo que produce, excepto lo
necesario para garantizar su supervivencia). Tales individuos son los
esclavos.
Los esclavos constituyen parte del patrimonio de sus amos, y por lo
tanto pueden ser vendidos, cedidos, intercambiados o castigados
físicamente. En algunos casos, la condición de esclavitud era temporaria,
hasta que la cantidad de trabajo hubiese cubierto el pago de alguna deuda;
en otras, en cambio, era para toda la vida, como ocurría a los civiles
enemigos capturados durante las guerras.
Los esclavos tenían valor únicamente en tanto propiedad, o si acaso por
la cantidad de trabajo que aún pudiera obligárseles a hacer. Así, un esclavo
joven era más valioso que uno viejo, y uno sano que uno enfermo. Había
esclavos para todo tipo de trabajos, incluso para los placeres sexuales.
Comúnmente, los hijos de los esclavos eran también esclavos desde su
nacimiento, aunque ello podía variar según el modelo de esclavitud que se
practicara. En todo caso, el tráfico y la venta de esclavos fue un negocio
lucrativo que se extendió hasta el siglo XIX.

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