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CAP 4 "

EL MUNDO DE ROBERTO ALCAZAR.


Si existe un título representativo tanto del modo de hacer de una época como de lo que
so n los cuadernos de aventuras en el tebeo español sin duda es Roberto Alcázar y Pedrín. Se
trata de la colección de este tipo más longeva del mercado -se prolonga desde 1941 hasta 1976-
sin contar además que cuando deja de publica rse en su tamaño clás ico comienzan las reedi cio-
nes en otros formatos que abarcan otros diez años más. En los sesenta se publica una revista que
lleva su nombre y varias aventuras suyas ven la luz en Jaimito y en dife rentes suplementos de
prensa. Junto al Guerrero y al Capitán Trueno referirse a él es tanto como decir tebeo.
Masivamente aceptado por el público, su éxito popular ha sido encarado por la crítica con des-
concierto y hostilidad, llegánd ose a decir que es una historieta"nefas ta en todos los sentidos . Desde luego si se mira
con ojos carentes de prejuicios no es así ni mucho menos; además su categoría de fenómeno social exige un análisis
detallado que nos haga ver sus insuficiencias, bastante evidentes, y sus enca ntos, que también los tiene. Forma parte

I¿¿un reaulles .p i 4 da?"m/r aira s/esfecila .' 113


de la memoria colectiva de varias generaciones -las tiradas llegan a
alcanzar hacia 1958 más de cien mil ejemplares semanales- y ha
adquirido e! status de símbolo de los tiempos en que se da a cono-
cer: la posguerra española_

No deja de resultar curiosa esa identificación de! producto


con una etapa en la que si bien alcanza su popularidad masiva no
representa en total ni siquiera un tercio de su dilatada existencia.
Existen diversos factores que pueden darnos la clave de este hecho.
Creado en 1940, constituye una de las primeras series de cuader-
118- Jin d"d" es el cOllliellZo de II/Ia gran
nos, siendo sin duda la primera autóctona en lograr un importan- alllistad ( 11" 1 )
te éxito de público. Su forma de entender la historia -simple en su
concepción, apenas profesional en su ejecución-, su temática, here-
dera directa de la desarrollada por e! folletín de aventuras en déca- dada por e! sistemático recurso a la violencia
das anteriores; su mismo aspecto de producto pobre -mal papel, para la resolución de los problemas, debemos
toscos dibujos- e incluso su rotunda declaración de españolidad, recordar en primer lugar que tal actitud
afirmada desde su título: Roberto Alcázar, el intrépido aventu- nunca ha sido específicamente fascista y que
rero español, propia del período totalitario del régimen (recor- aunque así se creyese, es compartida por la
demos que según decreto ley deben desaparecer todos los nombres totalidad de los héroes de papel de! momen·
extranjeros de establecimientos, publicaciones, etc.: son tiempos de to tanto españoles como extranjeros, con lo
patriotismo exaltado) son algunas de las causas que explican esta que resultaría que todas las creaciones del
identificación entre e! producto y los tiempos que le ven nacer. período deben de colocarse bajo sospecha
Otras más circunstanciales se refieren al papel de chivo expiatorio por quienes gustan de erigirse en guardianes
que la serie tiene para la crítica durante la transición. Una vez más de nuestras conciencias. Dejemos de una vez
debemos expresar lo insuficiente y parcial de una interpretación de repetir lugares comunes y vayamos al aná·
únicamente política de estas historietas: en absoluto existe en ellas lisis, ejemplar en mano, de la serie. No
intención adoctrinadora -que sí podemos encontrar en otra pren- encontraremos nada más-y nada menos- que
sa de la época, como Flechas y Pelayos. Frente a la torpe acusa- la visión del mundo que las clases poco ins·
ción de" fascista" de que tantas veces ha sido objeto, puede afir- truidas tienen según los conocimientos, pro-
marse con rotundidad que no existe una sola frase en los mil dos- pagandas, informaciones ... que recibidas por
cientos diecin ueve episodios en los que quede patente la adhesión muy distintos medios, desde e! cine a la
de los héroes a esta ideología política: no hay ultranacionalismo, prensa pasando por las novelas, constituyen
ni afán totalitario, ni culto a las jerarquías, ni sumisión de! indi- el magma, el humus que forma la cultura
viduo frente al las estructuras del estado. Si la imputación viene popular. Así si este título, como tantos otros,

114 IObedezca.flaberlo. o me fendr.i que /levar flores al cemenferio.


es colonialista o socialmente reaCCIOnarIO,
antes de cargar contra sus autores hay que
recordar que ese es el enfoque que sin excep-
ción proyecta el cine más comercial de la
época, mucho más difundido y prestigiado.
No culpemos por tanto a Alcázar de ser ins-
tigador de esos valores. Es difusor de los mis-
mos, desde luego, pero de ningún modo su
inspirador ideológico.
Más allá de sus caracteres intrínsecos, 119- El clladerno 28 eJ tilla adaptación msi literal delji/lit de Nevi/le
la serie presenta un enorme interés sociológi- La torre de los siete jorobados, ciudad JllbterrtÍlIea incluida.
co. Abarca casi cuarenta años de la vida espa-
ñola y representa más ejemplarmente que altas del noventa por ciento de clientes del detective; la óptica más
cualquier otro cuaderno un reflejo de las interesada -y realista- de Pedrín respecto al dinero frente al aparen-
ideas de la sociedad en que la colección se te altruísmo de Alcázar, el etnocentrismo que impregna toda la
crea y se consume. En este caso sus autores se serie, etcétera. Por otra parte, nos encontramos frente al paradigma
limitan a traspasar al papel una serie de valo- del cuaderno de aventuras, pues a lo largo de sus más de mil ejem-
res morales y de sentimientos imperantes a plares aparecen representados todos los géneros populares, desde el
los que entonces es muy dificil- especial- westem a la ciencia-ficción, de la historia policial a la peripecia
mente desde la pertenencia a una clase popu- exótica. Es también más que ninguna otra deudora directa del
lar, que es la de los autores- sustraerse, y folletín, al que remite tanto en su temática como en su estética y
mucho menos examinar críticamente. Sea en la utilización de arquetipos y códigos narrativos, registrando al
como sea, es imposible rehuir el análisis menos en sus primeros años menor influencia del cine o de cual-
sociológico, porque el número de datos que quier otro medio. Tanto por su longevidad como por su innegable
en este sentido proporciona Roberto repercusión popular debe ser considerada como un clásico de la
Alcázar es impresionante: es espejo de modas historieta española.
einquietudes, de actitudes ante la moral, ante
la mujer, ante la ciencia, ante la juventud ...
No pueden obviarse factores como la forma
expeditiva que tiene de despachar a los delin-
cuentes, constituyéndose en juez y jurado
(reflejo de una mentalidad que aún hoy per-
vive entre muchas de las gentes llamadas «de
ordem,); la innegable pertenencia a las clases

kon eso, va que chula. 115


'l'
120- Muchas de las primeras portadas re.rpolldell a 1111 esquema silllétrico, con ti" elemento celltral en torno al ellal se
disponen dilJersas escenas del i/lterior del madenlO. ( ti" 60 )

116 I¡Ese fía quiere tamar las de Vtlladie [{a.'


Roberto í"L o y-ue /e Ila locado es
121 - Lo.f contundentes métodos
Alcázar, el intrépido e/pordo de NaVidad'
de Pedrfll para cortar de raíz los
aventurero español, sl/eifos de ¡IJI aspirante a dlluio
comienza a publicarse, de/mllndo ( ,,' 65 ).
como ya hemos dicho,
en 1940. Su creador
sin tregua a los malhechores.
gráfico es Ed uardo
Su físico, muy esque-
Yañó Pastor, un dibu-
máticamente trazado, se
jante nacido en Bocairent en 1911, licenciado
corresponde más con el
en Bellas Artes en Valencia y que colabora ya
patrón estético de señor [or-
en la etapa prebélica de la Editorial
mal de su época (pelo peina-
Valenciana con ilustraciones para sus novelas
do hacia atrás y engomina-
por entregas: Soledad, nacida entre el
do, invariables trajes corbata
fango o Rosalía, la hija maldita entre
que jamás se arrugan) que
otras, además de publicar esporádicamente
con el prototipo de héroe juvenil, más desenfadado y épico. Yañó
en las páginas de KKO" El guionista de los
sIempre negó- coincidimos con él- que se inspirase en el rostro
primeros episodios es el editor Juan Puerto,
del fundador de la Falange para crear su personaje. El aspecto de
pasando después este trabajo a José Jordán
Roberto corresponde más a las convenciones estéticas menciona-
Jover, un militar republicano represaliado
das. El éxito que conoce desde su aparición hace que la serie se
que envía sus guiones desde la cárcel.
prolongue con altibajos en su repercusión popular nada menos
Posteriormente entran en la serie otros profe-
que durante treinta y cinco años a lo largo de mil doscientos die-
sionales, como Federico Amorós, Pedro
cinueve ejemplares (cifra record en el tebeo español), desaparecien-
Quesada o Vicente Tortajada. En ciertas épo-
do en enero de 1976. Es imposible por tanto referirse a ella como
cas se escoge un guión entre tres presentados
una unidad monolítica, puesto que lógicamente su misma dura-
simultáneamente, según recuerda Soriano
ción comporta una serie de cambios más o menos conscientes pero
Izquierdo, director artístico de la editorial.
lDeVItables. GUIándonos por algunas características formales temá-
El intrépido aventurero español nace
ticas, de condiciones de mercado, e incluso ideológicas, podemos
en tiempos de exaltación patriótica, en el
dlstlDgUlf algunas etapas, la primera de las cuales abarca los pri-
período totalitario del franquismo, poco pro-
meros noventa y tres cuadernos.
picios para la frivolidad; por eso no tarda en
. El dibujo de Yañó resulta entonces tan ingenuo como
abandonar el poco definido calificativo de
IDdudablemente eficaz, sobre todo en la composición de las por-
aventurero por el más serio de detective y se
tadas. Sus IDfluenCJas más notorias son la historieta de didascalias
dedica, acompañado de PedrÍn -niño de unos
de los años treinta, publicada en España a través de semanarios
catorce años- a recorrer el globo persiguiendo
como KKO, IBO o La alegría infantil; la estética del folletín,

liAhara me toca dar a mi.' 117


especialmente de sus cubiertas, herederas de las realiza- za expresiva, y conservan el poderoso atractivo de un
das en décadas anteriores por autores como Niel, modo de hacer prácticamente olvidado, que busca crear
Donaz, Toullot, etc; y las ilustraciones de cromos y en e! lector un efecto que presumiblemente ha tenido
libros didácticos, de donde más de una vez "saca" las lugar ya en e! ánimo de! propio dibujante. Es la visión
figuras de animales que se ve obligado a mostrar. Como de quien cree efectivamente en aquello que dibuja. El
sucede con todas estas referencias, nunca usa más planos lector aprehende esto sin hacerse ningún tipo de refle·
que e! general y e! medio. Los escorzos son inexistentes, xión intelectual, lo capta instintivamente porque es su
la profundidad y e! sentido de la perspectiva, nulo, y la misma manera de interpretar las cosas. De ahí una de
sucesión de las viñetas resulta de una linealidad asom- las claves de su éxito, que hace publicitar otra serie de
brosa. Pero en el fondo no es esto lo que al autor le Vañó (Milton el Corsario) como ... " ilustrada por el
importa. Su mirada de dibujante no se proyecta sobre admirado dibujante de Roberto Alcázar "; admiración
el mundo que le rodea, sino hacia el universo eterno del que desde un punto de vista únicamente técnico no se
tópico, del lugar común de un imaginario colectivo que justifica por ninguna parte. En su imperfección franca·
bebe de las fuentes de una fantasía arcaica, plasmada mente naif reside sin duda su mayor atractivo. Por eso
meridianamente en las claves del folletín: son los arque- con el tiempo, cuando gracias a los progresos técnicos
tipos de la narrativa popular de Occidente fijados en de su dibujo abandone su acercamiento de creyente
imágenes en un proceso lento y continuo que abarca hacia sus referentes, sus cubiertas ganan en perfección
varios siglos pero que se acelera con la creación de los académica todo lo que pierden en fuerza y personalidad
medios masivos de difusión de! pape! impreso. Vañó, y si no nos asusta la palabra, en belleza.
por su acercamiento ingenuo a los mismos tiene el don
de mostrarlos sin disfraz ... No busquemos por tanto rea-
lismo ni intención de reflejar e! entorno, porque no es
lo que se pretende. Se trata más bien de hablar al lector
en un lenguaje gráfico que le resulte inmediatamente ROBERTO ALCAZAR
reconocible, compuesto de referentes que éste ha visto el in~repjdo avent urero Qspañol
en innumerables ocasiones y que aquÍ se le muestran en
la forma más pura. A un nivel más técnico diremos que
se fija únicamente en las figuras, desatendiendo fondos,
ambientación, cualquier detalle, etc. En e! interior de
los cuadernos este desaliño resulta indisimulable. Las
portadas, sin embargo, encaradas desde un punto de
vista narrativo -representando las escenas o personajes
más peculiares del cuadernillo- poseen en su ingenuidad
una belleza casi salvaje, son primitivas, de enorme fuer-

118 lil~",,,ICon dos forfds le haqlllfada el resuella.'


Los modelos narrativos que inspiran los guiones A partir del número
están tomados también en gran parte de elementos pro- noventa y cuatro se inicia el que
pios de la literatura popular de principio de siglo (así, será momento más afortunado de
Los vampiros del aire, colección de folletines de los la colección. Estamos en 1946 y
años treinta, inspira El diabólico Doctor Pat -número por primera vez Roberto se va a
40-, La Torre de los siete jorobados ,novela de Emilio enfrentar con un enemigo de su
Carrere, a El torreón de los jorobados -número 28-, El misma talla, Svimtus, el Hombre
prisionero de Zenda, novela de Anthony Hope a El Diabólico, que lo mantiene en
calabozo secreto -número 29-, ete.) y el universo de jaque durante veintisiete cuadernos consecutivos - más
Edgar Wallace ( con novelas como La puerta de las de un año de la publicación-y constituye el único perí-
siete cerraduras, El arquero verde, Los cuatro hom- odo estructurado como una larga aven tura. El guión se
bres justos, La serpiente amarilla, ete.) con abun- debe a Pedro ~esada, que urde una trama bien cons-
dancia de bandas de enmascarados, científicos locos, truida, con cierto grado de complejidad y dinámica
piratas chinos, toda clase de exotismo africano y orien- hasta el frenesÍ.
tal, etc. empapa toda esta primera época. El esquema de Los verdaderos protagonistas de esta época son
desarrollo de las aventuras es invariable: alguien acude excepcionalmente los malvados. Por primera y única
reclamando ayuda de los héroes -a veces son ellos quie- vez los personajes secundarios gozan de cierta entidad,
nes intervienen espontáneamente ante asaltos, secues- de caracteres que los personalizan y hacen atractivos,
tros o cualquier otra tropelía-, se sigue una búsqueda o enriqueciendo y variando el pobre esquema de las aven-
investigación, siempre muy sencilla, a veces resuelta en turas del detective español. El trío maldito -como se
un par de viñetas, y se ocupa el resto del cuaderno en autodenominan sin modestia alguna y con cierto senti-
interminables secuencias de golpes y persecuciones con do de la poesía estos villanos- está constituido por tres
los malvados de turno, que acaban en la cárcel o muer- personalidades prototípicas de lo que suele ser la figura
tos, en una época en que la censura no repudia la vio- del «malo» en la serie. En primer lugar está Svimtus, el
lencia en nombre de una buena causa. Violencia que por Hombre Diabólico, un hipnotizador de poder extraor-
cierto es omnipresente. Este esquema se mantiene inva- dinario con un físico vampiresco ataviado con anacró-
riable, con muy ligeros cambios en función del lugar nicas capa y sombrero, trasunto del Bela Lugosi enton-
donde se desarrolla la acción, durante aproximadamen- ces presente en las pantallas de cine a través de las series
te los mil primeros episodios. B de la Monogram; su propósito, claro está, es el de
adueñarse del mundo. Para ello se vale de la ayuda de
Graham, arquetipo del científico desalmado concentra-
do en crear malignos inventos como el rayo de la muer-
te, capaz de electrocutar a distancia ejércitos enteros:
ambos cuentan además en sus malvados planes con el

VVal{:i' marrón.' ¡<;e han hecho miRas! 119


mecenazgo del príncipe Sher-Sing, prototipo de la perfi- dudosas tabernas, fumaderos de opio y mansiones de
dia orienta l, que se repite muy a menudo en la colec- indefinidos sabios; o el estado de Baldekán, al estilo de
ción. Será éste quien, vestido con su sempiterno smo- la India de las últimas creaciones de Fritz Lang (El
king y su turbante, acoja en su reino a sus camaradas del tigre de Esnapur y La tumba india, 1959) donde
trío maldito. Otros secundarios, como Baker, clásico entre exóticos templos, sectas religiosas y palacios de
hampón de los que predominan en el universo Alcáza r, opereta encuentra el trío maldito su castigo .
la señorita Zóe o Jaffar, el desertor, completan el cuadro. La historia tiene lugar en un clima de violencia
salvaje e incesante que no carece de atractivo, en la que
Los escenarios donde se desarrolla la acción son los héroes parecen encontrarse en su ambiente. Las pele·
muy sugerentes, aunque debido a lo pobre de la realiza- as y muertes se suceden sin interrupción en una espiral
ción gráfica de Vañó quedan siempre sin definir: tanto constante que alcanza su cumbre con el fallecimiento de
da que nos encontremos en el laboratorio de Graham - todos y cada uno de los personajes negativos que van
definido por un par de poleas que parecen flotar en el apareciendo. En este sentido resultan antológicas las
aire- como en el palacio del hindú, del que lo más que escenas del asalto a la prisión de Norfold por parte de
se muestra es un cortinaje o un fragmento de ventana. Svimtus, donde se suceden los tiroteos yametrallamien·
Debemos confo rm arnos con imaginarlos, con "sentir- tos hasta el paroxismo (números 96 y 97). No se
los" a través de las palabras de Quesada. Quedan para encuentra censurable el uso de la tortura contra el delin·
el recuerdo lugares tan memorables como el Castillo cuente, como ilustra gráficamente el momento de la
Maldito, con sus mazmorras, pasadizos y su túnel de los acción en que Pedrín aplica corriente eléctrica a las
vampiros; la estancia de Svimtus en un Londres nebli- esposas de un prisionero -práctica que se repite por dos
noso heredero del creado por Edgar Wallace, lleno de veces- con el inspector de policía presente. El texto de

122- UI/a Jarillo


d¡recla de colI/enzar la
acción: prillJeras ftiñr-
las de E l Hombre
Diaból ico ( 11' 94).

120 ¡Tendremos que Ilevar/e al marlicamia.


tLRflYO PlI/J /fUtRlt

123- &iberto ji Ped¡in nentra/izan a los semaces de! Hombre Diabólico, mientras é.rte se entrega a más altas tareas ( n' 95 ).

V:4h/16' esa figura dt: porce/ana/io b¡¡rbuda! 121


apoyo dice: "Pedrín conecta un cable a
las esposas del bandido, el cual se estre-
mece y contorsiona bajo una descarga
eléctrica, no mortal pero continua ",
mientras Roberto interroga:" ¿Hablaras
ahora o continuamos la función) ", y
Pedrín, orgulloso del resultado de su
invento, apostilla:" ¡Ya sabía yo que can-
taría mejor que Jorge Negrete!", En este
sentido no tiene desperdicio tampoco el
final del trío maldito (n 124): cuando
Roberto ha acabado con Graham y se
presenta ante los otros malhechores, el
príncipe asiático dispara, hiriendo mor-
talmente al Hombre Diabólico -ante lo
124- Un enloquecido clima de Ilio/encia preside /0 acción
en la saga del HOl/lbre D iabólico ( n' 100 ).
cual Alcázar ríe satisfech9:" ¡Le has aho-
rrado trabajo al verdugo! " para luego
suicidarse arrojándose por una ventana,
perdida la razón entre atronadoras carca-
jadas, En estos primeros tiempos es habi-
tual que el detective dé muerte a sus ene-
migos de forma ejemplar; más tarde, con
el recrudecimiento de la censura contra
la violencia, esta actitud desaparece de
todos nuestros tebeos, El lenguaje utili-
zado contribuye a subrayar el clima fre-
nético de la acción: expresiones como
"aborto de Satanás", "muere, hijo de un
perro", "por los clavos de Cristo " Y,
sobre todo, los comentarios con que
Pedrín apostilla, entre el sadismo y la
burla, la muerte de los delincuentes se
125- Dtlrante IOJ atios cuarenta la labor del béroe indtl)le el exter- suceden casi sin interrupción, Muy grá-
lJIil/io de JIIJ enemigoJ ( n' 101 ),
ficos, casi dotados de una extraña poesía

122 Id Oe verds Pi4a!rcate,5/ eres flameReo,'


son en este sentido los títulos de algunos de los episodios: El último gesto
de Buda, El túnel de los vampiros, La secta de los adoradores, El rayo de la
muerte, que resultan tremendamente plásticos: una vez más se constata el
poder del tópico.
Sin duda es esta aventura la parte más destacable de la colección,
pues salen a relucir en ella todas sus características más positivas: violencia,
simplicidad, recreación ingenua de ambientes misteriosos, exotismo de car-
tón piedra: dominio, en fin, de lo irracional, de lo pasional por encima de
toda verosimilitud. Con una mayor capacidad de Vañó para reflejar en las
imágenes interiores los elementos más atractivos del guión se hubiese pro-
ducido una obra maestra. A la misma altura de diversión se mantienen las
dos siguientes peripecias del detective, desarrolladas cada una en cuatro cua-
dernos: El enigma del hombre malla y Los cuatros gestos de Buda. La pri-
mera recrea un clima de película de terror no exento de cierto surrealismo
(iese gorila con gafas que deambula sin rumbo por el cementerio donde yace
Svimtus!). El guión es modélico, con un a trama algo más compleja de lo
126- Se illrCllta crear el ambiellte /¡ígu-
habitual y con algunos apuntes muy sugestivos: el cadáver del Hombre
vrl de los jilms de terror de la Ullio,,"al
Diabólico es robado por un misterioso científico, inexplicablemente disfra-
.' eljisico de .1vimtus es deudor det rostro
de /lela Lugosi ( 11' 10 1 ). zado de gorila (!) que utiliza el cerebro del criminal para inocularlo macha-
cado en sus víctimas que quedan poseídas de una furia homicida ... cuando
sale la luna. No es dificil ver aquí el carácter casi mágico que la ciencia des-
empeña a los ojos de los autores del cuaderno, así como las curiosas con-
clusiones filosóficas que pueden extraerse sobre el bien y el mal en base al
hecho de que la maldad del Hombre Diabólico se aloje en su cerebro y sea
transmisible por inoculación. Esta corta saga representa una de las pocas
incursiones de la historieta clásica española en los terrenos del terror gótico.
Se repite la actitud de rechazo y desconfianza ante la ciencia por parte de
los protagonistas, muy clara en dos secuencias de la aventura. Al exponer el
sabio-gorila sus planes a un Alcázar prisionero: "... He usado el cerebro del
Hombre Diabólico y toda la maldad que éste poseía pasa a las personas a las
que inyecto mi preparado. Lo único malo es que sólo surte efectos al influ-
jo de la luz de la luna. Pero ya lo perfeccionaré '; Roberto responde:" Eres un
gran sabio. Te prometo una hermosa horca en premio a tu ciencia" (n 122).
/27- La inteligellcia ti! serviúo de/ lila! : Un poco más adelante, al descubrir el laboratorio abandonado del Hombre
ti raJo de la 1I111e/1e ( 11' 102 ). Mono, Alcázar y Pedrín arremeten contra él a la voz de" iFuera mierosca-

li f/ocorrds,<;dfdnelo,que te VO'l d ddr lusfreen las cuernas.' 123


128- El exótico reino de S ber S illg, ei tercero de los C01l;POllelltes del Tdo maldito (il' 118 J-

124 I¡ S/Que c¿mtando el "¡JI{. al{ di/que ya fe cantare e'''úari,por i'' .'
129~ Horror)' sllrrealismo (,,' 12 1 ).
pios, tubos de ~ ensayo y demás cacharrería! i Duro
Pedrín! iHay que romperlo todo! "(n 123).
Con todo, en este corto período en que las aven- lencia es extrema, con continuas escenas de sadismo,
turas se desarrollan en cuatro cuadernos la calidad de torturas y muertes en las que todos-héroes y villanos~
los guiones es sensiblemente mayor que en todo e! resto se complacen. Desgraciadamente en función de una
de la serie, alcanzando a veces resultados ejemplares. La mayor comercialidad pronto se pasa a desarrollar la
acción suele complicarse, se da más importancia a los acción en dos fascículos, para terminar en la simplifica-
personajes secundarios y los ambientes recreados son ción extrema al convertirlos de nuevo en autoconclusi-
muy sugerentes y van más allá de! diluvio de golpes que vos, con todo lo que tiene esto de cortapisa a la hora de
constituye hasta entonces e! núcleo de! episodio. La vio- recrearse en los delirantes hallazgos de unos guiones que

VDura,que (> 5 0 es sana.' 125


Hay una insistencia especial en
los cambios de escenario; Roberto y
Pedrín actúan universalmente; curiosa-
mente sólo en tres ocasiones vendrán a
España yeso en episodios de ambiente
castizo o taurino (una vez más la geo-
grana imaginaria queda defi nida a tra-
vés del tópico). Tal circunstancia es
común entre los personajes de la época:
el mero intento de sugerir la existencia
130- La maldad del gOlila par/al/te ( 11' 124 ).
de problemas en nuestro país hubiese
supuesto enfrentamiento con la censu-
ra. Por otra parte el público no tiene
ningún interés en que le cuenten aven-
turas en su entorno cotidiano y sí
muchas ganas de exotismo escapista.
Progresivamente se abandona la vincu-
lación con el folletín - que nunca des-
aparece del todo- y se evidencia mayor
influencia de las películas del momen-
to. frica, India, el Far WesL. son luga·
13 1- De Il1/eVOel ellmenlro eOIl ¡os IlIgares COIJ/tllles del tille de terror ( 11' 125 J. res difusos que los héroes visitan. Para
las nuevas aventuras «no exóticas »suele
en sus momentos más afortunados rozan una extraña y absurd a poesía: escogerse San Francisco o Nueva York
episodios como La reina del espacio (n 163), en que varios jóvenes caen - de nuevo el cine america no- o bien
en una locura de amor - de las que Alcáza r les rescata- por la figura de países no del todo definidos. El dibujo,
una mujer... ique desde una tribu etíope se proyecta sobre la superficie algo más suelto, sigue siendo incapaz
lunar! o aquel otro cuyo título hubiese causado la envidia de André de reflejar estos cambios de escenario,
Breton y que a nosotros nos deja ya sin más palabras: La novia embote- que debemos creer por lo que dice el
llada (n 165). Este largo período, que abarca hasta los primeros años guión, ya que la documentación, fon-
sesenta no reviste cambio formal alguno, y supone la estabilización del dos y demás so n casi inexistentes: un
personaje y la concreción definitiva de sus características: Alcázar es árbol si estamos en la selva, un coche si
nombrado agente de la Interpol, y con este pretexto recorre todo el globo se trata de la ciudad y unas paredes
(con una celeridad pasmosa) derrotando criminales en episodios alternos vacías si la escena se desarrolla en un
de uno y dos cuadernos. interior, sea un templo birmano, un
126 v- tlas ha bur lada. el mUI{ ladrón-'
132- Entre Ir/ ingen/lidady el amor fou: relestia! apaticiólI de la R eina del Espaáo ( ,,' 163 ).

hotel en los Alpes o la oficina de un magnate de Singapur. Lo parti-


cular de cada lugar es mostrado según los lugares comunes más reco-
nocibles y casi únicamente referidos al vestuario, pues Vañó sólo dibu-
ja figuras. Así, en la India todos llevan turbante, taparrabos en frica
y plumas, arcos, flech as y sombreros Stetsoll en el Oeste americano.
El esquema de las aventuras no varía, aunque sigue habiendo
apuntes sugerentes en los guiones, especialmente por la inclinación al
fantástico que predomina: marcianos, robots, plantas carnívoras, gori-
133- Condensación de /111 las con cerebro humano, gigantes, dragones y un sinfin de elementos
argll/JIetlfo CIl 1111 rOlto cm1/1cho más que aún de una forma muy simple hacen referencia a temáticas
de/oc/o ( n' 355 ) muy queridas y nos mantienen en una estética más propia de décadas
anteriores a los años cincuenta en que aparecen los cuadernos, con-
cretamente la de las producciones de terror de la Universal y la del
cine de jornadas. Por supuesto nuestros héroes muestran ante seme-
jantes fenómenos su frialdad habitual, lo que es causa de un humor
involuntario que a veces asoma: así, cuando son avisados de que un
monstruo prehistórico asola la ciudad (n 428) deciden comprobarlo
por sí mismos para combatirle al parecer con la sola fuerza de sus
puños. Al ver como una especie de GodzilIa destroza cuanto se pone
a su alcance Alcázar sólo acierta a decir: " Esto es más serio de lo que
creía". Lo cómico por otra parte es un ingrediente más de estos cua-
134- Inserción de lo extraordillatio f/1 /In dernos, el lenguaje chusco de Pedrín es una forma de conectar con el
II/orro cotidiano, l/na de las da"es del fo lle- público y de contrarrestar la pétrea actitud de Alcázar.
tíll ( 11' /77 ).

V'Ea,lwen hambre.' Dt!¡ese de lloriqueos '1 escuche. 127


Cuando llega la crisis de 1965,
Roberto Alcázar es uno de los pocos cua-
dernos que permanecen en los kioscos.
Pronto se convierte en el único y su exis-
tencia queda como una supervivencia, un
testimonio de una forma de hacer y enten-
der la historieta que pertenece al pasado. Se
da entonces en la serie un tímido intento de
mejorar el dibujo, según cánones académicos, reduciendo el núme-
ro de viñetas por página, sustituyendo el veterano Vañó por
Alberto Marcet, un dibujante enamorado de su trabajo que accede
al cuaderno cuando éste casi se ha extinguido, y recurriendo inclu-
so a copiar en las portadas figuras de comic-books americanos. La
ingenuidad del trazo y la composición de las cubiertas se va per-
diendo para dar lugar a otros patrones que se quieren más moder-
nos resultando mediocres y carentes de gracia; apenas resisten com-
paración con otros tebeos contemporáneos. Todo va revelándose
cada vez más anacrónico, especialmente a partir de 1965, año en
que se ponen de moda las" novelas gráficas" de policías y agentes
secretos que desarrollan con unas formas más complejas y elabo-
radas aventuras del mismo corte que las de Alcázar; remiten hacia
nuevas formas del imaginario popular-un mundo más "moder-
no ", más acorde con la época de los planes de desarrollo- y evi-
dencian aún más las limitaciones del detective español. Los ele-
mentos fantásticos van abandonándose, aunque siempre hay diver-

135 - Calabozos,
cadeJ1a~ a!Jfsiolles a
!lila siniestra sala de
operaciones...
(n' 178 J.

128 ¡ Menudo l¡'o.'iLualquiera entiende este jeroplí {tea"


tidas excepciones, como La mansión de los monstruos
(n 455) en la que Frankenstein, Drácula, ~asimodo, el
Hombre Sapo y otras criaturas absurdas son reducidas
por el detective a puiietazos, como sucede también en El
Hombre Jobo de Bedford (n 476). Coincidiendo con el
numero 600 aparece la revista Roberto Alcázar y
Pedrín-extra, testimonio del tirón comercial que los
personajes mantienen entre el público, con una aventu-
ra de estos héroes en cada ejemplar, más varias páginas
de humor y otras historietas. Los dibujos son del mismo
136- Los miras de Pedtill, IIl1l1ca tall a/tmislaJ COIIIO las
Vañ6, y si bien formalmente es un producto más acorde de Sil /Jielltor Akazar ( ,, ' 182 J.
con sus tiempos- se intenta un tímido aggiomamento
en la forma de tratar los temas- el contenido es muy Hacia el número mil el esquema varía ligera-
similar al que se desarrolla en los ya anacrónicos cua- mente, concentrándose el relato más en la investigación
dernillos. detectivesca que en las inevitables peleas. Esto supone
En los últimos aiios del personaje se abandona un pequeiio hito en una serie tan anquilosada como la
casi por completo la fantasía y se reducen los episodios que nos ocupa, aunque debido a la poca duración de
de ambiente exótico. Vicente Vaiió, hijo del creador grá- cada episodio la complejidad alcanzada no puede ser
fico de la saga, se incorpora como dibujante, con lo que mucha.
las portadas ganan en corrección dentro del estilo rea- El personaje se ha convertido en un verdadero
lista que se ha intentado cultivar con desigual acierto. fósil en los kioscos. Exponente de tiempos pasados, es
Por primera vez se abandona el infantilismo gráfico, despedido por Vaiió en enero de 1976. Muy curioso es
aunque permanecen los defectos narrativos -nula el último episodio de la colección, especialmente el final
ambientación, pocos cambios de plano- que son ya en el que las habituales burlas de Pedrín al delincuente
como la marca de la serie. El modelo James Bond de detenido son sustituidas por la figura de éste blandien-
agente especial, que reflejan de una u otra forma casi do un garrote y persiguiendo a su jefe:" ¡No te pongas
todos los tebeos de la época, no se asimila nunca, y los así, Pedrín!" -dice éste-" ¡Yo creí que tenías madera de
héroes persisten en sus arcaicos pero eficaces métodos, valiente!"," ¡y la tengo! El arma secreta que acariciará tus
consistentes, como explica con claridad Pedrín, en costillas te lo demostrará con creces!': Un primer tuteo
' ... una buena paliza y ¡ arreglado!». Incluso hay una y un único gesto de rebeldía tras más de treinta años de
burla expresa hacia el superagente británico en el episo- sumisión. Curiosa forma de terminar para una saga que,
dio James Pont, detective (n 872). La inmutabilidad es como si quisiera reforzar su carácter de símbolo coinci-
otro de los caracteres del universo Alcázar. de en su duración con la de la dictadura que la vio
nacer.

I¡Menuda trapéJfiestéJ estéJn armando! 129


CON ROOh lHO
137- La (/lJIbien/aúó(/ ell paises leja/lOS se logra siell/pre a través de la represen/aciólI del tópico (11' 188 ).

130 li/lola. f/o brtbonazo.'


Mi ciencia e s capaz de esro l{ de mu -
o • cho m a.s.i Ypef7sarque
iOh...!Jt;e~ aque l/os" s a/J!as"diagpos
ha vue/fa I/cara n t;ue estaba laco.
Invisible l IId Io/as . i Ah,f!.era das de
-- e/la:; l/a me las han
pap do...

138- El cientiji'·o resentido cmltra la hUlllanidad, un Itlgar


COIllIíll en la suie ( 11 ' 196 ). tan una constante a lo largo de la serie), refugiados en
guaridas más o menos pintorescos en las que viven con-
sagrados al mal. Dado la intemporalidad en que trans-
En líneas generales se curre la acción, las distancias no representan dificultad
puede asegurar que los episodios alguna, y así, estableciendo una complicidad con ellec-
de Roberto Alcázar y Pedrín tor, Alcázar y Pedrín pasan de ZanzÍbar al Polo Norte o
son la reducción por simplifica- de Tombuctú a Gobi en un abrir y cerrar de ojos. Como
ción de los elementos que defi- es habitual en este tipo de tebeos las barreras idiomáti-
nen cada género narrativo, sin ir cas son inexistentes. Todo esto propicia el desarrollo de
nunca un paso más allá del tópi- aventuras que recrean un exotismo de opereta formado
co. Todos ellos tienen cabida en en base a los tópicos más reconocibles por el lector,
la serie. La mayoría de veces se lucha contra bandas de siempre referentes tomados de otros obras escritas o fil-
gangsters que parecen impelidos a hacer el mal más por mados. Así, si la acción se desarrolla en China no faltan
imposición del destino que por su propio interés. Su mandarines, torturas, fosos con cocodrilos ... en fin, lo
tipo flsico corresponde por lo general a la manida ima- más típico del arquetipo Fu Manchú, pues para Roberto
gen de Al Capone en su vertiente más brutal o a esa mal- la China comunista no existe. En la India vemos innu-
dad algo más refinada que encarnan en la pantalla algu- merables turbantes, sectas secretas, templos y dioses
nos actores como Basil Rathbone. Buen ejemplo de ello extraños. Los habitantes del frica de cartón piedra en
son episodios como Jolú, el gangster negro, Juan Sol, que transcurren algunos episodios son negros mental-
Mister Diablo, La dama del expreso, Salvado de la silla mente inferiores ataviados con taparrabos, habitantes de
eléctrica y centenares de títulos más. La trama es muy una selva poblada por todo tipo de fieras. Los árabes,
sencilla y los lugares comunes se repiten: bandidos mal con chilaba y turbante, tienen un carácter traicionero,
encarados dirigidos por algún infiltrado en los altos aunque sin llegar a la maldad asiática, y deambulan
esferas (esto da lugar a una divertida obsesión con la perennemente por el desierto sobre sus camellos. Esta
figura de los encapuchados, que, como los gorilas, resul- visión hacia lo no europeo es siempre colonial, con

liEh, mamarrachos.' 131


autoridades blancas e indígenas para los que apenas que- asedian te invisible, etc.) Los monstruos clásicos hacen
dan reservados dos papeles: de contrapunto cómico si es de vez en-cuando aparición (El monstruo del terror, El
de los "buenos »y de traidor si pertenece al bando con- experimento del Dr. Adams, La captura del Yeti, etc.)
trario. También a veces interviene algún oriundo fiel al aunque se abandonan por una larga temporada hasta
hombre blanco que ayuda a restablecer el orden estable- conocer un revival hacia el final de la serie, que coinci·
cido. Curioso es el caso del Oeste americano, donde los de con la moda del terror de los años setenta, plasmada
indios siguen siendo dueños de praderas y tierras y van en el cine inglés y español y en comics americanos,
ataviados con plumas. En correspondencia Roberto y publicados en España por las revistas Vampus y
Pedrín toman su atuendo de las películas de John Dossier negro. Son episodios pseudo-fantásticos, ya
Wayne, como si todo hubiese retrocedido cien años. que los espectros y monstruos suelen tener una explica·
El género terrorífico es tangencialmente aborda- ción natural muy a menudo más inverosímil que la
do. El patrón estético responde en este caso a los esce- numinosa, como ocurre en las novelas góticas de Ann
narios de los filmes de la Universal: tenebrosos labora- Radcliffe. La ciencia ficción, en su vertiente de space
torios instalados en castillos o sótanos de los que nacen opera, también aparece: más de una vez Roberto y
fantásticos peligros (El enigma del Hombre Mono, El Pedrín convencen con sus puños a los invasores extra-

139- La lIIel/or capacidad ¡nte/edllal de la raza negra se cOlllpensa con tll1a ma),orJa!ta de esmípulos ( n' 213 )

132 li Vac¡a nube de l/os.' A cac/¡ele cada Uf/O flG de/af/ de mi ni la mues fra.
\VJ~[ñ]ffil&tID@
UNA AVtNTUQA tOMDLfTA

140- Icollograjia de/folle/ú/. POl1ada del Cl/ademo 193.

k}h/Ya es¡} pelad/la .' 133


141- La acullIlllacióll de Iópicos JI
extravagallcias da IlIgar a secuencias
casi sllrrealistas ( 11' 227 ).

Los personajes se
terrestres de la inconveniencia de acercarse a nuestro pla-
reducen básicamente a los dos
neta (números 283, 384, etc.) Los viajes interplanetarios
protagonistas, a una serie de tipos
o a través del tiempo son frecuentes, aún cuando suelen
intercambiables - generalmente
resolverse como sueños de Pedrín.
de clase alta: monarcas, banque-
La simplicidad con que son tratados todos los
ros, comisarios, científicos- que
géneros roza el absurdo. Las esencias de cada uno se
no existen más qu'e para reclamar
interpretan desde un punto de vista primitivista, inten-
la ayuda de los héroes, frente al
tando plasmar códigos y hallazgos narrativos desarro-
otro grupo negativo, los «ma los», poco definidos en su
llados en otros medios. En este sentido las aventuras del
carácter y motivaciones, con un empeño mecánico en
detective español se adentran en el más puro y logrado
delinquir. Cuando unos tropiecen con otros los puños
naif
de los detectives resuelven la situación. No hay en toda
la saga -excepción hecha del Hombre Diabólico - figu·
ras que alcancen algún relieve, ni siquiera que repitan
alguna vez su aparición. Esta falta de rasgos personales
que afecta tanto a héroes como a villanos y los contl'
nuos cambios de escenario provocan una fuerte sensa·
ción de intemporalidad que no existe en otras coleccio-
nes en las que la acción se desarrolla en un continuo
espacio y tiempo.
Roberto Alcázar es el héroe más parecido a un
autómata del tebeo español, incluso por su flsico, inva·
riable a lo largo de los años y curiosamente menos defi·
142- Ul1a profesiól1 de fe ell las posibilidades de nido que el de la mayoría de figuras de la serie. Carece
la ciellcia (n' 233 J.

134 I¡Pum.' ése es un tio lisio.


de historia y de pasado, jamás se pregunta por el futuro, mujeres que se atreven a viajar solas suelen ser peligro-
que no es sino un eterno resolver casos, lo que suele sas." Las mujeres que no cumplen con su pape! habitual
reducirse a propinar palizas. Es extremadamente formal, de ser raptadas o de actuar como meros comparsas sue-
serio y convencional. Cualquier tipo de emoción le es len ser representadas gráficamente con el ceño fruncido
ajena: amor, nostalgia por su patria .. , nada. No se y sin excepción fumando un cigarrillo, símbolo de un
relaciona con mujeres si no es en sentido estrictamente inconformismo que según los valores de la serie equiva-
profesional, sin cruzar nunca la raya de los más esmera- le a mera maldad. Roberto se enfrenta con la misma
dos modales. No tiene como tantos de sus contemporá- impasibilidad y falta de curiosidad a gansters, marcia-
neos una prometida eterna, ni ganas de tenerla. Sólo en nos, dinosaurios, gorilas o plantas devoradoras. Ni
un episodio espacial -Viaje a Deimos, n 478- aparece siquiera le es concedida la emoción del asombro. Sólo a
recitando el Tenorio amorosamente ante una novia que veces, pocas, se deja arrastrar por la pasión de! odio.
resulta ser nada menos que una enana extraterrestre de Pedrín Fernández, huérfano de pasado desco-
gigantesca cabeza. Naturalmente todo se trata de un nocido, es la clave del éxito de la serie. Es el con-
sueño de Pedrín, quien en la última viñeta despierta con trapunto populachero a la formalidad rígida de su jefe;
un orinal colocado a modo de escafandra sideral. Con alguien con quien el lector infantil sí puede identificar-
respecto a esta actitud misógina resulta esclarecedor e! se. Aparentemente se le permite al menos verbalmente
diálogo que mantiene con su ayudante en e! n 249. cierta rebeldía contra el estricto formalismo imperante.
Dice Roberto" Eso ha estado bien. Hay que ser galante Tiene algunos rasgos que le hacen parecer también un
con las damas". Contesta Pedrín:" Sobre todo, cuando autómata, pero algo más elaborado: manifiesta un evi-
están tan imponentes como ésta. " Alcázar, asiendo al dente placer en llevar a cabo sus misiones, y muy espe-
chico:"Eres un granuja. Te has ganado otro tirón de ore- cialmente a la hora de enfrentarse con los delincuentes.
jas:' Más adelante: " Hablando en serio -dice Pedrín- no En su violencia muestra una pasión que su tutor no
me negará usted que es preciosa. " Y la réplica, que resul- posee. Posee rasgos sádicos ejemplarizados en esas frases
ta definitiva: "No te entusiasmes. En estos países las finales de cada cuaderno, eterna burla del detenido.

143- C01ltundentes métodos


de illvestigaciólI ( ,,' 244 ).

¡Esfaria blJenoqlJe despuesde tanto ¡aleo na existiera Eden fliflada por el esttYo.' 135
WN QOgfRTO OLC
136 1,:4rrea.'iA ver si el chasco nas lo llevamos nasotros!
k~hora si que nos han focado las narices. 137
144-
ExotisllIO
colollial
( 11' 199 J.

/45- Científico loco, gorila)' el/capuc!Jado : tl~S de los !Jabitulltes COJlll/lleS del 11JUl/do de Robe/fo Alcázar ( ,,' 263 J.

138 IlYefErece 'lue el Idl heredero debe ser un punfo fi¡ipino.


¡S;~;;;P~W;¡;ib=1~Oh."7}7rq;;;;*i;;;'~ ¿ ypdr~ nos - No. Peropromelo
ffosnatraer ha~rasonbuen
nada2 re&!~/o. Para Ilun
. lraje de e!7que!a.
como comp/em.
lo de la 07/:s4-ra.

146- La illgenllidad de la ra za lIegra roza la imbecilidad ( 11' 254 ).

Disfruta visiblemente golpeando y matando, como en En Roberto Alcáza r sólo se vive en presente.
aquella ocasión en que ametralla entre ca rcajadas a Significativamente en el último cuaderno, cuando cree
varios indígenas a la voz de:" ¿Os gustan las peladillas muerto a su jefe, se pregunta:" .. .muerto Roberto, ¿qué
deAlcoy) Pues id tomando, que son gratis. " (n 213). En será de mi vida? " Hay que entender esta insólita refle-
ese sentido los ejemplos son muy numerosos. Su len- xión como un guiño de Amorós y Vañó antes de despe-
guaje se reduce a una serie de expresiones populares dir a su personaje más carismático que como un pen-
(" loma del frasco, Carrasco! "," ¡Veas si te gusta esta samiento literal. Pedrín nunca crecerá. Se limita a correr
peladilla!"," ¡Esa gachí es un punto filipino! " etc.) que y pega r mientras mantiene desde un aparente segundo
contrastan con la corrección oficia lista de su jefe y pro- plano el verdadero protagonismo de la saga.
tector. En su picardía llega a piropear a las damas a las También en su aspecto ¡¡sico los detectives espa-
que Roberto apenas habla, y a meter baza en las con- ñoles demuestran ser los defensores de la tradición:
versaciones ajenas, la mayoría de las veces para ridiculi- impermeables a toda moda o variación, siempre for-
zarlas descaradamente. Muestra mayor y más humano malmente trajeados (únicamente Pedrín pasa del panta-
interés ante las recompensas materiales de sus aventuras, lón corto al bombacho, y de éste al largo) manifiestan
sean dinero u otros obsequios (resulta antológico el una perpetua desconfianza hacia todo cuanto es nuevo
final de un episodio en el que Pedrín solicita para cuan- o desconocido, fuente generalmente de peligros y sinsa-
do sea mayor que le concedan" un puesto de poca res- bores. Esta actitud es muy evidente en el tratamiento
ponsabilidad y mucho sueldo") instando siempre a un que los científicos merecen en la serie: suelen ser locos
indeciso Alcázar a aceptarlos sin remilgos. malvados o sabios tontos, e invariablemente sus descu-
Supuestamente, Pedrín estudia en un colegio y brimientos constituyen amenazas para la humanidad.
da el dinero que obtiene a los niños necesitados o lo Aún los de carácter positivo se dejan arrebatar sus inven-
guarda"para cuando sea mayor». Pero todo esto no exis- tos, que se tornarán terribles en manos de los l' malos"
te. Muy pocas veces aparece su colegio o cualquier otra Estos inventores suelen ser personajes muy repetidos,
circunstancia personal más allá de la aventura en curso. resentidos contra el mundo y a los que Pedrín califica

liTe has puesta las bofas.{/aJán.' 139


de chivos o majaretas. La ciencia en general
recibe un tratamiento burdo con especial
desconfianza hacia los flsicos (aquí se les
llama siempre «sabios» o «profesores») sal-
vándose un poco de esta ridiculización los
inves tigadores espaciales ante los que se
muestra cierta admiración. Los ejemplos son
numerosísimos y su estudio detallado daría
lugar a otro trabajo. Si los científicos son tra-
tados con perpetuo recelo, los arqueólogos y
147- De IItlelJOlos elementos más insólitos delJo//etill : la es!aflla pm o
antropólogos (n um erosos en apariciones,
km!eJI la hipllosis asesina ( n' 273).
siempre como exploradores en la selva o
entre indefi nidas ruinas) son invariablemente
ridiculizados como exponentes de activida- imaginario de la aventura hasta bien entrados los años setenta (y
des tan incomprensibles como inútiles. Baste con ellos la mala conciencia europea, deseosa de hacerse perdonar
como ejemplo el n9 367 donde al explorar el pecado original del colonialismo) tanto en cine como en otros
una pirámide un egiptólogo exclama: "... esta- medios, y que Alcázar no hace sino mostrarlo si mplificado, redu-
mas a punto de realizar un descubrimiento cido a sus rasgos más básicos, repitiendo cuanto puede encontrar
que cambiará la historia", a lo que Pedrín el guionista cada vez que acude a una sala de cine para ver una pelí-
replica:" ¿y no sería mejor que descubriera cula de aventuras en busca de inspiración. De este modo quienes
una mina de polos helados?". Actitudes simi- no pertenecen a la raza blanca suelen mostrarse atrasados y torpes:
lares se repiten a menudo. En el número 327 los nativos de frica son casi deficientes mentales gobernados por
podemos ver cómo Roberto alecciona a protectores blancos que ponen freno a sus bárbaras costumbres.
Pedrín con una frase que no puede ser más Incl uso tras la maldad de algunas tribus de salvajes se oculta la
elocuente: "...Estos hombres de ciencia, a base mano de un blanco como si estos fuesen incapaces incluso de
de pensar y discurrir, suelen estar un poco
chiflados." Sobra todo comentario. 148- l ile/liSO seres de
Otro aspecto en el que se patentiza la otros /JJtmdoJ persigllell
desconfianza frente a lo desconocido es el ell vallO kl derrota de
etnocentrismo que impregna la serie, bien Robe/Jo JI Pedríll
visible en la visión estereotipada de todas las ( 11' 354 ).
razas y civi lizaciones no occidentales. En des-
carga de los autores hay que señalar una vez
más que tal característica es común a todo el

140 éflllléflqulere otra?


149- Los rígidoJ ai-
te/ios /llora/es de Jll/es-
tros IJéroes (,,' 175).

,'Esfarde! aufarde Ii/sus-


fracción Enfre estos calJeU5
de charlilaf!

150- Ro/m!o cOlltra la "fatllla parasitaria" ( ,,' 358 ).

151 - El extrmio objeto de los cifeclos de 1111 gangster (n' 375).

fsle quiere que le aticen atra pill/za. 141


152- El insólito aspecto del a/iení-
delinquir por su cuenta. Oriente, sea China, India o los países árabes, no gella en El Hombre ele Marre
reciben mejor trato y la ridiculización de sus aspectos peculiares es ( 11 ' 284 ).
constante, además de caer en los peores lugares comunes: chinos crueles,
árabes traidores, hindúes fanáticos, negros ignorantes, etcétera. De nuevo
percibimos el espejo de unas mentalidades populares no tan extinguidas
como nos gustaría considerar, confiados en nuestro definitivo asiento en
la modernidad, y que afloran muy a menudo en la vida cotidiana de
nuestras sociedades democráticas en cuanto se produce una situación de
roce con colectivos extranjeros.

142 1; Tomél tú,R¿u:nap¡ro! ¿ Na '(uer/as la herencia? ¡Pues id cobrando!


153- Clásica po/toda de la segu/lda lJIitad de los d/lC/letlla, CO/l jig/lrtls de II/a)'or tall/alio)' aba/ldo/lo de las peq/le/hu p¡¡¡elas (,,' 304 ).

¡Suelt<1, peda lO de ¡¡fun.' 143


Un aspecto más curioso que pone de manifIesto
el poco amor que Alcázar y Pedrín tienen ante todo lo EL EXTRA DE
nuevo es su actitud hacia las modas, especialmente a la
cultura hlppie de los sesenta. Ya en los años cincuenta, ~(Q) [ID~[R!IT(Q)
en el número 358 asistimos a una conversación entre el
detective y un comisario de policía. Ante las fotos que
&[LJQ3&~&~
le muestra Alcázar exclama éste:" ¡Vaya colección de
mamarrachos! " Responde el héroe:" Ahí hay de todo:
11~[E[Q)~
\

niños bitongos, pseudoexistencialistas y demás fauna PUBLICA QUINCENALMENTE, ADEMA S DE UN


EPISODIO COMPLETO, PROTAGONIZADO POR
parasitaria". Apostilla el policía: "Esta clase de joven-
ESTOS SIMPATICOS DETECTIVES
zuelos a veces no reparan en cometer un delito con tal
OTRAS AVENTURAS
de conseguir dinero para sus vicios ". ~'Jóvenes muy ...
CHISTES, REVOLTIJOS DE AMENIDADES, JUEGOS
"modernos" que sólo piensan en pasar el tiempo lo más Y DISTRACCIONES QUE CONSTITUYEN
alegremente posible". ~'Y que nada útil producen. Ya lo UNA PUBLlCACION
dijo usted: parásitos ". En efecto constatamos en el cua- SENSACIONAL E
derno que tales muchachos nos son presentados como INTERESANTlSIMA
cercanos al retraso mental, con nombres hilarantes SI NO LA CONOCES Y TE GUSTAN
(Polito, Pocholo ...), camisas de flores de dudosa virili- LAS AVENTURAS EMOCIONANTES
dad, enfrascados en unos diálogos ridículos ... y agaza- i COMPRALA!
pado entre ellos un criminal que aprovecha su estupidez NOS LO AGRADECERAS.
para cometer impunemente sus delitos. Menos mal que ~e vende en los puestos de periódicos y revistas
la intervención de Alcázar y Pedrín pone las cosas en su
sitio, sin que falte una reconvención a la" fauna parasi- 154- Publicidad de la revista RobertoAlcázary Pedtin
taria )' para que se decida a cambiar de vida. Es una de Extra. ( 1965 - 1971 ).
las primeras ocasiones en que se demuestra un talante
que volvemos a encontrar más avanzada la serie. Los
hippies aparecen varias veces entrados los años setenta: pasa a afirmarse " ...entre estos hippies hay muy mala
la primera vez, en Flores para un hippy (n 864) se limi- gente " (Un extraño profesor) y así quedan asimilados
tan a burlarse de ellos, presentándolos como vagos y como invariables "drogadizos " (sic) o asesinos (n 776,
tontos, enzarzados en monólogos risibles, tumbados en 1.010, 1.068). Especialmente significativo en este aspec·
el césped alabando las flores. Más adelante, en conso- to es la portada del almanaque de 1967 en el que los
nancia con la aparición en España de algunas primeri- detectives parecen disfrutar mientras reparten generosa·
zas actitudes contra culturales el fenómeno se siente más mente golpes y puñetazos a unos músicos melenudos
próximo, y por tanto más amenazante: de este modo parecidos a los Beatles ... que resultan ser unos peligrosos

144 ¡iI'Iu! 1/11 har¡ mas pranu¡as que fu '1 t adaesapafld¡'lia demaleanles !
155- Las sectas de eJ/cap"cbados, otro 1II0livo reclllnllle el/
jo serie (1/' 418)

156- Las raras visiol/es ollÍ/icas de Pedrf/l


( ,,' 426).

ilauarfa.'i Eslo se pone fea.' ¡ <;/ na escurro el bulto, me atrapan a mi tambien.' 145
157- Cllatro
voces bien dadas
SO Il capaces de

cOIgllra,. toda "'la


invasión ex/rafe·
rresf¡~ ( 11 ' 467 ).

espías internacionales, y que ejemplifica perfectamente voluntad expresa del dibujante- a estéticas conectadas
la desconfianza ante la modernidad propia de una gran con este movimiento artístico: desde la composición de
parte de la sociedad española frente a los cambios que las portadas, en las que un elemento central es rodeado
conllevan los años sesenta. de otros que definen el significado global de la imagen
- como ocurre por ejemplo en los cuadros del Equipo
Las razones del éxito de Roberto Alcázar y Límite- al uso de colores chi llones y fuertemente con·
Pedrín hay que buscarlas en el trato simplificador que trastados, con el único fin de captar la atención de
reciben los arquetipos de los géneros populares, verda- inmediato. Este recurso se usa sin complejos la falta de
dera síntesis para un lector no demasiado exigente, que inhibiciones es una de las señas de identidad de la serie·
no busca seguir una trama compleja, sino reconocer una recurriendo en casi todas las portadas a usar un fondo
vez más, semana a semana, un esquema ya sabido. amarillo sobre el que destacan las letras rojas, aSÍ, sin
Queda sin embargo otra dimensión que nunca se ha más. Ese trazo imperfecto, propio de Vañó, siempre al
apuntado y que hoy nos parece evidente, y es la consi- servicio de las imágenes más extravagantes, nos remite a
deración de Roberto Alcázar y PedrÍ n como objeto las cercanías del feísmo, del kistch, de lo que los france-
pop; reúne todas las características que se requieren para ses llaman art degeneré o los americanos bJiarre. La
ser así considerado: es un signo de su tiempo; alcanzó insistencia en la representación de arquetipos, es decir,
enorme difusión; es reconocido por varias generaciones; de imágenes vulgares que son más de lo que aparentan,
ha pasado, en suma a ser un icono de nuestro pasado, ¿no es una característica del pop? . El equipo Crónica
ha trascendido su carácter de objeto para convertirse en entendió ya en los setenta algo de todo esto, y así en la
símbolo. Incluso en su grafismo nos remite - si n la carátula de un disco de Ovidi Montllor (1969) aparece

146 ¡ Zambamba.' idqui sale(l Plr-il!as hasta en la sapa.'if'repara las wsttl/as. tia rea.'
(ON ROBERTO ALCAZAR Y PEDRIN

158- Sill cO/llen/orios ( /l ' 455 ).


160- Ulla de los escenas clIIll"re del slllTealisllJo o!c0'l!"iOIlO (11' 427 ).

¡Una lJamlJa aa/fa par el es/tia.' /5a/flamasde ac¡u/.' 147


(ON ROBERTO .
REVlSTA

16 1- Portada del cl/ademo 414.

148 k Espab,Yese, Roberlo! i tlire que columpio nos esh¡npreparando con los palas del barco.'
162- El extrolio allJor de RobeJto
Alcázar (,,' 478 ).

163- P,ilJlera apa-


lició" de "" hippie
ell la mic. Obsérvesf
e/ [Oll/el/tario (1IIIro-
pológico de Akázar
( ,,' 864 ).

G;UIER'E [;EC IR GUE


/ E5()
E6TE I<OMBRE' VINO CEL
~IO I.fACE MILES [:f'

164· hlle"los 1:j~::,-::ro~Ai<oS !


de aggiorna-
miento,' la
IIrq/le%gírJ
,{tl/lltÍstica o /0
JlOI/ Ollnike"

( 1I/lIIal/aq'" de
1976 ).

VEnhordiJuend! Juanin.' i.4hora sique vas a poder ddrle iJuefléltraca'rl de dulces .' 149
uno de los delincuentes de la portada del nO13. Si asumimos sin pre-
juicio estos parámetros esta remos preparados para sencillamente
goza r de la colección, de olvidarnos de interpretaciones políticas limi-
tadas y disfrutar de este plato de fuerte sabor a pasado, apto como la
fabada para paladares tanto exquisitos como poco exigentes.
Recreémonos, por ejem plo, en esa galería de delincuentes que apare-
cen frecuentemente en las portadas y que son perfectos retratos pop
en su resolución e intenciones, de una psicología simple y primitiva,
verdadera. Olvidemos la existencia de eso que se llama buen gusto y
dejémonos llevar por emociones sin duda poco delicadas pero since-
ras, sin sofisticación ni artificio. No en vano la colección respira inco-
rrección política por los cua tro costados: se agradece. Nos encontra-
remos al fin con Roberto Alcázar y Pedrín, una obra en todos los
sentidos irrepetible.

150 ¡¡Pobre hambre.' Está cama una cabld.

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