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123- &iberto ji Ped¡in nentra/izan a los semaces de! Hombre Diabólico, mientras é.rte se entrega a más altas tareas ( n' 95 ).
124 I¡ S/Que c¿mtando el "¡JI{. al{ di/que ya fe cantare e'''úari,por i'' .'
129~ Horror)' sllrrealismo (,,' 12 1 ).
pios, tubos de ~ ensayo y demás cacharrería! i Duro
Pedrín! iHay que romperlo todo! "(n 123).
Con todo, en este corto período en que las aven- lencia es extrema, con continuas escenas de sadismo,
turas se desarrollan en cuatro cuadernos la calidad de torturas y muertes en las que todos-héroes y villanos~
los guiones es sensiblemente mayor que en todo e! resto se complacen. Desgraciadamente en función de una
de la serie, alcanzando a veces resultados ejemplares. La mayor comercialidad pronto se pasa a desarrollar la
acción suele complicarse, se da más importancia a los acción en dos fascículos, para terminar en la simplifica-
personajes secundarios y los ambientes recreados son ción extrema al convertirlos de nuevo en autoconclusi-
muy sugerentes y van más allá de! diluvio de golpes que vos, con todo lo que tiene esto de cortapisa a la hora de
constituye hasta entonces e! núcleo de! episodio. La vio- recrearse en los delirantes hallazgos de unos guiones que
135 - Calabozos,
cadeJ1a~ a!Jfsiolles a
!lila siniestra sala de
operaciones...
(n' 178 J.
139- La lIIel/or capacidad ¡nte/edllal de la raza negra se cOlllpensa con tll1a ma),orJa!ta de esmípulos ( n' 213 )
132 li Vac¡a nube de l/os.' A cac/¡ele cada Uf/O flG de/af/ de mi ni la mues fra.
\VJ~[ñ]ffil&tID@
UNA AVtNTUQA tOMDLfTA
Los personajes se
terrestres de la inconveniencia de acercarse a nuestro pla-
reducen básicamente a los dos
neta (números 283, 384, etc.) Los viajes interplanetarios
protagonistas, a una serie de tipos
o a través del tiempo son frecuentes, aún cuando suelen
intercambiables - generalmente
resolverse como sueños de Pedrín.
de clase alta: monarcas, banque-
La simplicidad con que son tratados todos los
ros, comisarios, científicos- que
géneros roza el absurdo. Las esencias de cada uno se
no existen más qu'e para reclamar
interpretan desde un punto de vista primitivista, inten-
la ayuda de los héroes, frente al
tando plasmar códigos y hallazgos narrativos desarro-
otro grupo negativo, los «ma los», poco definidos en su
llados en otros medios. En este sentido las aventuras del
carácter y motivaciones, con un empeño mecánico en
detective español se adentran en el más puro y logrado
delinquir. Cuando unos tropiecen con otros los puños
naif
de los detectives resuelven la situación. No hay en toda
la saga -excepción hecha del Hombre Diabólico - figu·
ras que alcancen algún relieve, ni siquiera que repitan
alguna vez su aparición. Esta falta de rasgos personales
que afecta tanto a héroes como a villanos y los contl'
nuos cambios de escenario provocan una fuerte sensa·
ción de intemporalidad que no existe en otras coleccio-
nes en las que la acción se desarrolla en un continuo
espacio y tiempo.
Roberto Alcázar es el héroe más parecido a un
autómata del tebeo español, incluso por su flsico, inva·
riable a lo largo de los años y curiosamente menos defi·
142- Ul1a profesiól1 de fe ell las posibilidades de nido que el de la mayoría de figuras de la serie. Carece
la ciellcia (n' 233 J.
¡Esfaria blJenoqlJe despuesde tanto ¡aleo na existiera Eden fliflada por el esttYo.' 135
WN QOgfRTO OLC
136 1,:4rrea.'iA ver si el chasco nas lo llevamos nasotros!
k~hora si que nos han focado las narices. 137
144-
ExotisllIO
colollial
( 11' 199 J.
/45- Científico loco, gorila)' el/capuc!Jado : tl~S de los !Jabitulltes COJlll/lleS del 11JUl/do de Robe/fo Alcázar ( ,,' 263 J.
Disfruta visiblemente golpeando y matando, como en En Roberto Alcáza r sólo se vive en presente.
aquella ocasión en que ametralla entre ca rcajadas a Significativamente en el último cuaderno, cuando cree
varios indígenas a la voz de:" ¿Os gustan las peladillas muerto a su jefe, se pregunta:" .. .muerto Roberto, ¿qué
deAlcoy) Pues id tomando, que son gratis. " (n 213). En será de mi vida? " Hay que entender esta insólita refle-
ese sentido los ejemplos son muy numerosos. Su len- xión como un guiño de Amorós y Vañó antes de despe-
guaje se reduce a una serie de expresiones populares dir a su personaje más carismático que como un pen-
(" loma del frasco, Carrasco! "," ¡Veas si te gusta esta samiento literal. Pedrín nunca crecerá. Se limita a correr
peladilla!"," ¡Esa gachí es un punto filipino! " etc.) que y pega r mientras mantiene desde un aparente segundo
contrastan con la corrección oficia lista de su jefe y pro- plano el verdadero protagonismo de la saga.
tector. En su picardía llega a piropear a las damas a las También en su aspecto ¡¡sico los detectives espa-
que Roberto apenas habla, y a meter baza en las con- ñoles demuestran ser los defensores de la tradición:
versaciones ajenas, la mayoría de las veces para ridiculi- impermeables a toda moda o variación, siempre for-
zarlas descaradamente. Muestra mayor y más humano malmente trajeados (únicamente Pedrín pasa del panta-
interés ante las recompensas materiales de sus aventuras, lón corto al bombacho, y de éste al largo) manifiestan
sean dinero u otros obsequios (resulta antológico el una perpetua desconfianza hacia todo cuanto es nuevo
final de un episodio en el que Pedrín solicita para cuan- o desconocido, fuente generalmente de peligros y sinsa-
do sea mayor que le concedan" un puesto de poca res- bores. Esta actitud es muy evidente en el tratamiento
ponsabilidad y mucho sueldo") instando siempre a un que los científicos merecen en la serie: suelen ser locos
indeciso Alcázar a aceptarlos sin remilgos. malvados o sabios tontos, e invariablemente sus descu-
Supuestamente, Pedrín estudia en un colegio y brimientos constituyen amenazas para la humanidad.
da el dinero que obtiene a los niños necesitados o lo Aún los de carácter positivo se dejan arrebatar sus inven-
guarda"para cuando sea mayor». Pero todo esto no exis- tos, que se tornarán terribles en manos de los l' malos"
te. Muy pocas veces aparece su colegio o cualquier otra Estos inventores suelen ser personajes muy repetidos,
circunstancia personal más allá de la aventura en curso. resentidos contra el mundo y a los que Pedrín califica
144 ¡iI'Iu! 1/11 har¡ mas pranu¡as que fu '1 t adaesapafld¡'lia demaleanles !
155- Las sectas de eJ/cap"cbados, otro 1II0livo reclllnllle el/
jo serie (1/' 418)
ilauarfa.'i Eslo se pone fea.' ¡ <;/ na escurro el bulto, me atrapan a mi tambien.' 145
157- Cllatro
voces bien dadas
SO Il capaces de
espías internacionales, y que ejemplifica perfectamente voluntad expresa del dibujante- a estéticas conectadas
la desconfianza ante la modernidad propia de una gran con este movimiento artístico: desde la composición de
parte de la sociedad española frente a los cambios que las portadas, en las que un elemento central es rodeado
conllevan los años sesenta. de otros que definen el significado global de la imagen
- como ocurre por ejemplo en los cuadros del Equipo
Las razones del éxito de Roberto Alcázar y Límite- al uso de colores chi llones y fuertemente con·
Pedrín hay que buscarlas en el trato simplificador que trastados, con el único fin de captar la atención de
reciben los arquetipos de los géneros populares, verda- inmediato. Este recurso se usa sin complejos la falta de
dera síntesis para un lector no demasiado exigente, que inhibiciones es una de las señas de identidad de la serie·
no busca seguir una trama compleja, sino reconocer una recurriendo en casi todas las portadas a usar un fondo
vez más, semana a semana, un esquema ya sabido. amarillo sobre el que destacan las letras rojas, aSÍ, sin
Queda sin embargo otra dimensión que nunca se ha más. Ese trazo imperfecto, propio de Vañó, siempre al
apuntado y que hoy nos parece evidente, y es la consi- servicio de las imágenes más extravagantes, nos remite a
deración de Roberto Alcázar y PedrÍ n como objeto las cercanías del feísmo, del kistch, de lo que los france-
pop; reúne todas las características que se requieren para ses llaman art degeneré o los americanos bJiarre. La
ser así considerado: es un signo de su tiempo; alcanzó insistencia en la representación de arquetipos, es decir,
enorme difusión; es reconocido por varias generaciones; de imágenes vulgares que son más de lo que aparentan,
ha pasado, en suma a ser un icono de nuestro pasado, ¿no es una característica del pop? . El equipo Crónica
ha trascendido su carácter de objeto para convertirse en entendió ya en los setenta algo de todo esto, y así en la
símbolo. Incluso en su grafismo nos remite - si n la carátula de un disco de Ovidi Montllor (1969) aparece
146 ¡ Zambamba.' idqui sale(l Plr-il!as hasta en la sapa.'if'repara las wsttl/as. tia rea.'
(ON ROBERTO ALCAZAR Y PEDRIN
148 k Espab,Yese, Roberlo! i tlire que columpio nos esh¡npreparando con los palas del barco.'
162- El extrolio allJor de RobeJto
Alcázar (,,' 478 ).
( 1I/lIIal/aq'" de
1976 ).
VEnhordiJuend! Juanin.' i.4hora sique vas a poder ddrle iJuefléltraca'rl de dulces .' 149
uno de los delincuentes de la portada del nO13. Si asumimos sin pre-
juicio estos parámetros esta remos preparados para sencillamente
goza r de la colección, de olvidarnos de interpretaciones políticas limi-
tadas y disfrutar de este plato de fuerte sabor a pasado, apto como la
fabada para paladares tanto exquisitos como poco exigentes.
Recreémonos, por ejem plo, en esa galería de delincuentes que apare-
cen frecuentemente en las portadas y que son perfectos retratos pop
en su resolución e intenciones, de una psicología simple y primitiva,
verdadera. Olvidemos la existencia de eso que se llama buen gusto y
dejémonos llevar por emociones sin duda poco delicadas pero since-
ras, sin sofisticación ni artificio. No en vano la colección respira inco-
rrección política por los cua tro costados: se agradece. Nos encontra-
remos al fin con Roberto Alcázar y Pedrín, una obra en todos los
sentidos irrepetible.