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Bécquer, Rosalía de Castro.

Nada que se compare a Co-


leridge, Leopardi o Holderlin; nadie que se parezca a
Baudelaire. A fines de siglo, con idéntica violencia, todo
cambia. Sin previo aviso irrumpe un grupo de poetas; al
principio pocos los escuchan y muchos se burlan de ellos.
Unos años después, por obra de aquellos que la crítica
seria había llamado descastados y «afrancesados», el ¡dio-
El caracol y la szrena l ma español se pone de pie. Estaba vivo. Menos opulento
(Rubén Darío) I 1 que en el siglo barroco pero menos enfático. Más ace·
lrado y transparente.
El último gran poeta del período barroco fue una mon-
ja mexIcana: or uana nes e a ruz. os slg os mas
.. .la tal.l
tar e, en esas mismas tierras americanas, aparecieron los
que vida con los números pitag6ricos crea, primeros brotes de la tendencia ue devolvería al idioma
.su vitalidad. La importancia e mo ernismo es o e:
R. D.
por una parte,. dio cuatro o cinco poetas que reanudan i
la f.ran tradici611 hispánica, rota o detenida al finalizar el
Nuestros textos escolares llaman siglos de oro al XV! sil( o XVII; por otra, al abrir uertas ventanas reanim6 2
y al XVII; Juan Ram6n Jiménez decía que eran de cart6n aridioma. El modernismo ue una escuela poética; tamo
dorado; más justo sería decir: siglos de la furia española. . bién fue una escuela de oalle,u;;Campo d~ entrena'miento
Con el mismo frenesí con que destruyen y crean naciones, físico, un circo y una mascarada. Después de esa expe-
los españoles escriben, pintan, sueñan. Extremos: son los riencia el castellano pudo soportar pruebas más rudas y
- primeros en dar la vuelta al mundo y los inventores del aventuras más peligrosas. Entendido como lo que real-
quietismo. Sed de espacio, hambre de muerte. Abundante mente fue -un movimiento cuyo fundamento y meta
hasta el despilfarro, Lope de Vega escribe mil comedias rimordía} era el movimiento mismo- aún no termina:
y pico; sohrio hasta la parquedad, la obra poética de San a vanguar ia e 1925 y as tentativas de la poesía con-
Juan de la Cruz se reduce a tres poemas y unas cuantas temporánea están Íntimamente ligadas a ese gran co·
ca;,ciones y coplas. Delirio alegre o reconcentrado, san. mIenzo. En sus días, el modernIsmo suscitó adhesiones
gnento o pío: todos los colores y todas las direcciones . fervientes y oposiciones no menos vehementes. Algunos
. Delirio lúcido en Cervantes, Velázquez, Calder6n; labe. espíritus lo recibieron con reserva: Miguel de Unamuno
rInto de conceptos en Quevedo, selva de estalactitas ver- no ocultó su hostilidad y Antonio Machado procur6 guar-
bales en G6ngora. De pronto, como si se tratase del es. dar las distancias. No importa : ambos están marcados por
pectáculo de un ilusionista y no de una realidad hist6rica el modernismo. Su verso seria otro sin las conquistas y
el escenario se despuebla. No hay nada y menos qu~ hallazgo de los poetas hispanoamericanos; y su dicción,
nada: los españoles viven una vida refleja de fantasmas. sobre todo allí donde pretende separarse más ostensible-
- Sería inútil buscar en todo el siglo XVIII un Swift o ~n mente de los acentos y maneras de los innovadores, es
~ope, un Rousseau o un Lacios. En la segunda mitad del una suerte de involuntario homenaje a aquello mismo que
SIglo XIX surgen aquí y allá tímidas manchas de verdor : rechaza. Precisamente por ser una reacci6n, su obra es in-
1 Fragmento sobre el modernismo.
separable de lo que niega: no es lo que está más allá, sino
lo que está frente a Rubén Darío. Nada más natural: el
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modernismo era el lenguaje de la época, su estilo rustó- mortaL Tampoco aparece la alianza entre sueño y vigi~i~;
. rico, tOdos los creadores estaban condenados a respIrar ni el presentimiento de que la realidad es una conste!aclOn
su atmos era. de símbolos; ni la creencia en la imaginación creadora
• Todo lenguaje, sin excluir al de la libertad, termina como la facultad más alta del entendimiento. En suma,
por con::ertirse en una cárcel; y hay un punto en el que falta la conciencia del ser dividido y la aspiración hacia la
la velocidad se confunde con la inmovilidad_ Los grandes .[unidad. La pobreza de nuestro romanticismo resulta aún
poetas modernistas fueron los primeros en rebelarse y en más desconcertante si se recuerda que para los poetas ale-
~9bra, de madurez van máSallá de! leng~ue ellos manes e ingleses España fue la tierra de elección del es-
mismos habían creado. Preparan así, cada"uno aSU' ma- píritu romántico: el grupo de Jena descubrió a Calderón;
-nera;-rasüEVernúnde li vang"uardia: Lugones es el ante- Shelley tradujo algunos fragmentos de su teatro; uno de
. cedente Inmediato <1el;¡- i1üeva poesíá ~ex]cana (Ramón los libros centrales del romanticismo alemán, el poderoso
López Velarde) y argentina (Jorge Luis Borges); ~ y alucinante Titán, ~stá impregnado de ironía,. ~agia y
__ R~e'óviménez fue e! maestro de la generación de Jorge otros elementos fantasucos que Jean,Paul recoglO proba-
GUIllen y Federico García Lorca; Ramóll del Valle-lnclán blemente de una de las obras menos estudiadas (y más
está presente en el~? moder¿ü y lo estair más cada modernas) de Cervantes: Los trabaios de Persiles.y Se-
día ... .1~IJ.'!ll!'EAeJ:J?aríoUes central, inclusive si se cree, gismunda ... Cuando la ola del romanticismo se ~etlra, el
,~om~()creo, "q,!~.~, eI,.;;:;~nciS-=,¡cttÍ"Cde:ro'¡' graú-de's' mo- paisaje es desolador: la literatura. española ,oscIla entre
}t~.t.:~ist~s. , No es un influencia viva, sino' un término de la oratoria y la charla, la AcademIa y el cafe.
referencia: un punto de partida o llegada, un límite que Francia había sido la fuente de inspiración de nuestros
hay que alcanzar o traspasar. Ser o no ser como él: de románticos . Aunque en ese país el romanticismo no cuen-
ambas maneras Darío está presente en el espíritu de los ta con figuras comparables a las de germanos y sajones
poetas contemporáneos. Es el fundador. (si se exceptúa a Nerval y al Víctor Hugo del Fm de
La historia del modernismo va de 1880 a 1910 y ha Satán), la generación siguiente nos ha dejado un . grupo
sido contada muchas veces. Recorderé ]0 esenciaL El ro- de obras que, simultáneamente, consuman la tentatIva ro-
~ manticismo español e hispanoamericano, con dos o tres mántica y la trascienden. Baudelaire y sus grandes descen-
:; excepciones menores, dio pocas obras notables. Ninguno dientes dan una conciencia -quiero decir: una forma SIg,
de nuestros poetas románticos tuvo conciencia clara de nificativa- al romanticismo; además, y sobre todo? hacen
• la verdadera significación de ese gran cambio. El .roman- de la poesía una experiencia total, a un tiempo verbal y
ticismo de lengua castellana fue una escuela de rebeldía espiritual. La palabra no sólo dice al mundo, sino que ~o
y d:c1amación, no una visiÓn=eú ersentidoque daba funda -o lo cambia. El poema se vuelve un espacIO
Armm a esta palabra: «Llamamos videntes a los poetas poblado de signos vivientes: animación de la .escritur.a
sagrados; llamamos visión de especie superior a la crea- por el espíritu, por el ánima. En el último tercIO del SI-
ción poética». Con estas palabras el romanticismo pro- glo XIX las fronteras de la poesía, las fronteras con lo
clama la primacía de la visión poética sobre la revelación desconocido, están en Francia. En las obras de ~us poetas
n:li~iosa. Entre nosotros falta también la ironía, algo muy la inspiración romántica se vuelve sobre sí misma y se
dIstInto al sarcasmo o a la invectiva: disgregación del contempla. El eniusiasmo, origen de la poesía para N<;va-
objeto por la inserción de! yo; desengaño de la concien- lis se convierte en la reflexión de Mallarmé: la conClen-
cia, incapaz de anular la distancia que la separa del mun- ci; dividida se venga de la opacidad del objeto y lo anula.
do ~xteri?r; diálogo insensato entre el yo infinito y el es- Pero los escritores españoles, a pesar de su cercanía de
pacto fimto o entre el hombre mortal y el universo in- ese centro magnético que era la poesía francesa (o tal vez
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por eso mismo), no se sintieron atraídos por a aventura La in'fluencia francesa fue p~edominante, pero no ex-
de esos años. En cambio, insatisfechos con) garrulería clusiva. Con la excepción de(José Ma!.~i) que c~~'
y la tiesura imperantes en España, los his ano ericanos amaba las literaturas ingle~a y neReámericar;a, y(de Silva,
comprendieron que nada personal podía de,,' se en un «lector apasionado de Nietzsche, Baudelaue y -
.Ienguaje que había perdido el secreto de la metamorfos!s mé» " los primeros modernistas. pasaro~cl~1 culto de los
• y la sorpresa. Se sienten distintos a los españoles . )I se románticos franceses'l "de ·los ' pai:nasianos-:-:.r:_,,-_s"g-"n~.
vuelven, casi instintivamente, hacia Francia . . Adiviñañ generación, en plena · marcha;-(,agreg.- ¡¡-¡as maneras par-
~ue allá se 'testa no un mundo nuevo, sino un nuevo - nasianas , ricas en visión; las maneras simbolistlls-;-ticasen--
. ,énguaje. Lo arán suyo para ser más ellos mismos, para musicalidad» 2. Su curiosidad era muy extensa ' e intensa,
decir mejor lo que quieren decir. Así la reforma de los pero su mismo entusiasmo nublaba con frecuencia su jui-
• modernistas his anoamerícanos consiste en rimer térmi· cio. Admiraban con .fervor igual a Gautier y a Mendes, a
.no, en apro iarse asimilar a oesía mo erna europ~~ Heredia y a MaIlarmé. Un índice de sus preferencias es
Su mOde o inm lato ue a poesla rancesa no so o por· la serie de retratos literarios que Rubén Darío publicó
._~t:ra la m~.ól.~~.<:.si@e, sino porque velan enel!a;·con - en un diario argentino, casi todos recogi(Josen! Los raros J
._razQº,la .e2'l'Ec:sión más exigente, audaz y comPíei:"_aelas' (1894). En esos artículos los nombres de Poe, VilIiers de
tendencias de la época. I'Isle Adam, LeónBloy, Nietzsche, Verlaine, Rimbaud y
En su primera etapa el modernismo no se presenta ,',l.. Lautréamont alternan con los de escritores secundarios
como un movimiento concertado. En lugares distintos, '1'f y con otros hoy totalmente olvidados. Aparece únicamen-
casi al mismo tiempo, surgen personalidades aisladas: 19§f te un escritor de lengua española: el cubano José Martí;
Martí en Nueva York, Julián del Casal en La Habana, y un portugués: Eugenio de Castro,el i~ici~dQf_ d<:.l v<:~(J_..
Manuel Gutiérrez Nájera y Salvador Día:" Mirón en Mé· libre] En ciertos casos, es asombroso el mstmto oe Dano:
-;", xico, José Asunción ' Silva en-Bogotá, Rubén Darío en fue elprimero que se ocupó, fuera de F!a[lci",Ae J.au: ..
+i Santiago de Chile. No tardaoenc:onocerse entre ellos tréamont. (En lamisrriá-Francia, si no recuerGo mal, sólo
ie': y en advertir que sus tentativas individuales forman parte IlOñ-BIoy y Rémy de Gourmont habían escrito antes so-
. , de un cambio general en la sensibilidad y el lenguaje. bre Ducasse. Sospecho, además, que es el primer escritor
,-1, Poco a poco se forman pequeños grupos y cenáculos;4 de lengua castellana que alude a Sade, en un soneto de-
:, brotan las publicaciones periódicas, como la Revista Azul, I dicado a Valle-Inclán.) A esta lista hay que agregar, claro
de Gutiérrez Nájera; las tendencias difusas cristalizan y está muchos otros nombres. Bastará con mencionar a los
se constituyen dos centros de aCtlVldad, uno en Buenos más' salientes. En primer término. Baudelªire.y, en segui-
. Aires y otro en MéXiCO. Este perlodo es el de la llamada r.~L da, J!11es Laforgue, ambos decisivos para la segunda ge-
• segunda generad6n mooernista .. Rubén Darío es el punto ' e'1'l neraciónmodCiriista' los simbolistas belgas; Stefan Geor-
de unión entre ambos momentos. La muerte rematu· ge " Wilde Swinburrie v, más- c()moejemplo y eslÍmwü-
. Whitman.
ra e a mayOtla e os InICia ores, y sus ones ~ críti.co _ _ ... que como modelo directo, Aunque no todos sus
-ya¡:;:ímador, lo convierten en la cabeza visible del movi- ídolos eran franceses, DarÍo dijo alguna vez, quizá para
-'nuenTo~Cün mayor claridad que los precursores, los nue· irritar a los críticos españoles que 10 acusaban de «gali-
- vos poetas tienen conciencia de ver la primera expresign cismo menta],,: _«El modernismo no es otra cosa que el
realmente inde endiente de la literatura his anoamerica-
na. No es asusta que os escasta os: sa n que 1 Max Henríquez Ureña, Breve historia del modernismo, Mé-
xico, 1962.
nadie se encuentra a sí mismo si antes no abandona el 2 Enrique Anderson Imbert, Historia de la literatura hispano-
lugar nataL americana~ México, 1962.

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amor a la modernidad no es culto a la moda: es voluntad Toda revolución, sin excluir a las artísticas, postula
de participación en una plenitud histórica hasta entonces untuiÍIro que ·es-iaiñbiéñ--ui1-iegreso.·Ei1I"-Fiesta de la
vedada a los hispanoamericanos. La modernidad no es sino - Diosa. Rawn los jacoóinos···ceJebún la destrucción de un
la historia en su forma más inmediata y rica. MáS angus- presente injusto y la inminente llegada de una edad de
tiosa también: instante henchido de presagios, vía de ac- oro anterior a la historia: la sociedad natural de Rous-
ceso a la gesta del tiempo. Es la contemporaneidad . .Pe- seau. El futuro revolucionario es una manifestación privi-
cadente y bárbaro, el arte mOderno es una pluriilida~ legiada del tiempo cíclico: anuncia la vuelta de un pasado
de tiem s históricos lo más anti o lo más nuevo, lo arquetípico. Así la acción revolucionaria por excelencia
más cercano y los más istante, una tot i e presen': -la ruptura con el pasado inmediato y la instauración
cias gue la conciencia puede asir en un momento únTc:o ~ de un orden nuevo-- es asimismo una restauración: la de
y muy siglo diez y ocho y muy aotiguo un pasado inmemorial, origen de los tiempos. Revolución
y muy moderno; audaz, cosmopolita ... significa regreso o vuelta, tanto en el sentido original de
la palabra -giro de los astros y otros cuerpos- como
No deja de ser una paradoja que, apenas nacida, la en el de nuestra visión de la historia. Se trata de algo
poesía hispanoamericana se declare cosmopolita. ¿Cóm? más profundo que una mera supervivencia del pensa·
se llama esa Cosmópolis? Es la ciudad de ciudades. Ním- miento arcaico. El mismo Engels no resistió a esta incli-
ve París Nueva York, Buenos Aires: es la forma más nación casi espontánea de nuestro pensar e hizo del «co-
tr;nspare~te y engañosa de la actualidad, pues no tiene munismo primitivo» de Morgan la primera etapa de la
ínombre ni ocupa lugar en el espacio. El modernismo es evolución humana. La revolución nos libera del orden
i una pasión abstracta, aunque sus poetas ' se recrean ~n la viejo para que reaparezca, en un nivel histórico superior,
acumulación de toda suerte de objetos raros. Esos obJetos el orden primigenio. El futuro que nos propone el revolu-
son signos, no símbolos: algo intercambiable. Másca!as, cionario es una promesa: el cumplimiento de algo que
sucesión de máscaras que ocultan un rostro tenso y áVIdo, yace escondido, semilla de vida, en el origen de los tiem-
en perpetua interrogación. Su amor desmedido por las pos. El orden revolucionario es ·el fin de los malos tiem-
formas redondas y plenas, por los ropajes suntuosos y los pos y el principio del tiempo verdadero. Ese principio es
mundos abigarrados, delata una obsesión. No es el amor un comienzo, pero sobre todo es un origen. Y más: es el
a la vida sino el horror al vado el ue róliere todas esa2.. fundamento mismo del tiempo. Cualquiera que sea su
metá oras ti antes y sonoras. La perpetua búsqueda de nombre -razón, justicia, fraternidad , armonía natural o
lo extraño, a condición de que sea nuevo -y de lo nuevo lógica de la historia- es algo que está antes de los tiem-
a condición de que sea único-- es avidez de presencia más pos históricos o que de alguna manera los determina. Es
que de presente. Si el modernismo es apetito de tiempo, el principio por excelencia, aquello que rige el transcurrir.
sus mejores poetas saben que es un tiempo desencarnado. La fuerza de gravedad del tiempo, lo que da sentido a su
La actualidad, que a primera vista parece una plenitud de movimiento y fecundidad a su agitación, es un punto fijo:
tiempos, se muestra como una carencia y un desamparo: ese pasado que es un perpetuo principio.
no la habitan ni el pasado ni el futuro. Movimiento con- Aunque el modernismo canta el incesante advenimien-
• denado a ne arse a sí mismo rque lo único que ~a. to del ahora, su encarnación en esta y aquella forma glo-
es e mOVImIento, m errusmo es un mito va o, un riosa o terrible, su tiempo marca el paso, corre y no se
alma deshabitada una nostal ia de la verdadera resencia. - mueve. Carece de futuro justamente porque ha sido cer-
Ese es e tema constante y centr , el tema secreto y nun-
~ ca dicho del lodo, de los mejores poetas modernistas.
cenado de pasado. Estética del lujo y de la muerte, el
~

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- modernismo es una estética nihilista. Sólo que se trata

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versificación irregular, antigua como e! idioma mismg, natural en el fondo, la búsqueda de un lenguaje moderno,
según 10 ha mostrado Pedro Henríquez Ureña. Pero las cosmopolita, lleva a los poetas hispanoamericanos a redes-
conclusiones teóricas no fueron e! origen de la reforma cubrir la tradición hispánica. Digo la y no una tradición
métrica, sino la consecuencia natural de la actividad poé- española porque la que descubrieron los modernistas,
• tica. En suma, la novedad del modernismo consistió en la distinta a la que defendían los casticistas, es la tradi-
invenci6n de metros; su originalidad en la resurreccIón ción central y más antigua. Y precisamente por esto
del ritmo acentual. - apareció ante sus ojos como ese pasado inmemorial que
En materia de ritmo, como en todo lo demás, nuestro es también un perpetuo comienzo. Ignorada por los tradi-
• romanticismo se quedó a medio camino. Los poetas mO- e
cianalistas, esa corriente se revela universal; es el mismo
denlistas recogieron la tendencia romántlca a una mayor principio que rige la obra de los grandes románticos y
---míertad ritrnrca y la sometleron a un ngor aprendídü-¿il'"' simbolistas: el ritmo como fuente de la creación poética
_ Francia. El ejemplo francés no fue el Uíi1CO:t:as traQue: v como llave del universo. Así no se trata únicamente
ciones rítmicas de Poe, el verso germánico, la influencia de una restauración. Al recobrar la tradición española, el
de Eugenio de Castro y la lección de Whitman fueron los modernismo añade algo nuevo JI que no existía antes en
antecedentes de los primeros poemas semilibres; y al final esa tradición. El modernismo es un verdadero comienzo.
de! modernismo e! mexicano José Juan Tablada, precur- Como el simbolismo francés, el movimiento de los hispa-
sor de la vanguardia, introdujo e! hai-ku, forma que in- noamericanos simultáneamente fue una reacción contra
dudablemente impresionó a Juan Ramón Jiménez y tal vez la vaguedad v facilidad de los románticos y nuestro ver-
al mismo Antonio Machado, como cualquier lector atento if dadero roma¿ticismo: el universo es un sistema de corres-
puede comprobarlo. No vale la pena enumerar todos los ·t- ondencias re ido or el ritmo; todo está cifrado todo
experimentos e innovaciones de los modernistas: '13 resu- ~7~- . rim~_ ca a arma natural dice algo, la natura eza se dice
.' rrección de! endecasílabo anapéstko' y e! provenzal; la .s a sí misma en cada uno de sus cambios j ser poeta no es
ruptura de la división rígidade"los-henlistiquios de! ale- '" ser el dueño sino el agente de transmisión del ritmo;
jandrino, gracias al «encabalgamientü;;";la bog'adereneasí:' c; la imaginación más alta es la analogía ... En toda la poesía
labo y el dodecasílabo; los' ciúnoícisde acentuación;"'la modernista resuenauneco,felÚsVers dorés: un myslere
invención de versos largos (hasta deveiritemássíl¡': d'amour dans le mélal repose; 101/1 esl sensible.
bas); la mezcla de medidas distiritas, pero con una misma La nos tal ia de la unidad cósmica es un sentimiento_
base silábica (ternaria o cuaternaria); los versos al1letii:' oeta IDO ernista, ero tam len o es su
¿os; la vuelta a hs formas tradicionaIe,s, como el casan- ascÍnaCl0n ante aura i a en ue se mani esta: «a
te ... La riqueza de ritmos del modernismo es única eriJa ...<=.eleste unida que presupones - Ice -".!:!.Q--_. ara rotar
historia de la lengua y su reforma preparó la adopción en ti mundos diversos». Dispersión del ser en formas,
del poema en prosa y del verso libre. Pero lo que deseo colores, vibraciones; fusión de los sentidos en uno. Las
• subrayar es que el cosmo olitismo llevó a los aetas his a- imágenes poéticas son las expresiones, las encarnaciones
noamerÍcanos a intentar mue os in'ertos cruzamientos; a un tiempo espirituales y sensibles, de ese ritmo plural
esas ex erienc13s es reve arún a ver a era tra ición y único. Esta manera de ver, oír y sentir al mundo se
e. ~ poesía españo a: a versificació~ rítmica. El ~esc¡u­ explica generalmente en términos psicológicos: la sines-
bnm1ento no fue casual. Fue algo mas que una retorica: tesia. Una exasperación de los nervios, un traStorno de la
una estética y, sobre todo, una visión del mundo, una ma- psiquis. Pero es algo más: una experiencia en la que par-
nera de sentirlo, conocerlo y decirlo. ticipa el ser entero. Poesía de sensaciones, se ha dicho;
A través de un proceso en apariencia intrincado, pero yo diría:. poesía que, a pesar de su exasperado individua-
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lismo, no afirma el alma del aeta sino la del mundo.
De a í su in . erencia, a veces a ierta hostilidad, ante el
cristianismo. El mundo no está caído ni dejado de la
mano de Dios. No es un mundo de perdición: está ha-
bitado por el espíritu, es la fuente de la inspiración poé-
tica y el arquetipo de todo transcurrir: «Ama tu ritmo
y ritma tus acciones ... » La poesía de lengua española
nunca se había atrevido a afirmar algo semejante, nunca
había visto en la naturaleza la morada del espíritu ni en
el ritmo la vía de acceso -no a la salvación sino a la
reconciliación entre el hombre y el cosmos. La pasión
libertaria de nuestros románticos, su rebelión contra «el
trono y el altan> , son algo muy distinto a esta visión
del universo en la que la escatología del cristianismo
apenas si tiene sitio y en la que la figura misma de Cristo
no es sino una de las formas en que se manifiesta el
Gran Ciclo. Es inexplicable que nuestra crítica no se
haya detenido en estas creencias. iY esa misma crítica
ha acusado a los poetas modernistas, sobre todo en Es-
paña, de superficialidad!, El modernismo se inicia corno
una estética del ritmo v desemboca en una visión rítmica

. del universo. Revela así una de las tendencias más an-


ti guas de la psiquis humana, recubierta por sig!,os de
. cristianismo y racio"º,~~E:;mo._~~_~<:~olu~.iÓ~ tueUna re~_~

+
'¡'
-Erección. Doble descubrimiento: í~e la primera aparición

o
dela sensillffidad americana en el ámbito de la literatura
hispánica; e hizo del verso españole! punto de conlfuen-
cia entre el fondo_<l.ns.~stral aen'O!11bre americano y la
. poesía europea. Al lnismo tiempo reveló un mundo se~
pultado y recreó los lazos entre la tradición española y
el espíritu moderno. Y hay algo más: el movimiento de los

., ePoetas hispanoamericanos está impregnado de una idea


.,extraña a la tradlcrón castellar'.".C. la poesía es un,,-..~~

+ velación di~!i".t;¡.-"_J~eJlgi.osa:. Ella es la revelaci§,r:t.


originar:-er verdadero principio. No dice otra cosa la
poesía moderna, desde el romanticismo hasta el surrea-
lismo. En esta visión del mundo reside no sólo la ari-
o ginalídad del modernismo sino su modernidad.

Delhi, 1964.

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