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RECONCILIACIÓN Y
UNCIÓN DE LOS
ENFERMOS.
SINTESIS DE LOS SACRAMENTOS
NOMBRE:
VÍCTOR GAITÁN
CURSO:
FACILITADORA:
29 DE JULIO DE 2021
HERMANA LILIA GONZÁLES
1. ASPECTOS RELEVANTES DE LOS DIFERENTES SACRAMENTOS
PLANTEADOS EN CLASE.
EUCARISTIA
DISTINTAS POSTURAS QUE DE ALGUN MODO AYUDARON A ENRIQUECER Y
AFIJAR LA EXPEREINCIA TEOLGICA SOBRE LA EUCARISTIA.
ENTRE SIMBOLISMO Y REALISMO: CONTROVERSIAS EUCARÍSTICAS DE LA EDAD
MEDIA (S.IX-XI).
Nueva situación y factores de cambio en la concepción eucarística. Al final de época patrística se
da una nueva situación eclesial, en parte debida a los acentos teológicos de reacción (más en el
signo que en el misterio), en parte debida a la extensión de la mentalidad germánica y en parte
debido a la misma evolución litúrgica (más pasiva-estática que activa-dinámica). Junto a esto hay
que señalar los fenómenos de:
1. Un cierto distanciamiento entre las tradiciones oriental y occidental.
2. Un alejamiento del pueblo de la participación debido a que no comprende la lengua, al
acaparamiento de funciones por los clérigos.
3. Una comprensión de la misa más como consagración que como acción de gracias y
presencia memorial del misterio pascual.
4. Un construirse de la teología, no ya desde el diálogo mistagógico con la asamblea, sino
desde la reflexión teológica en las escuelas, en las que predomina lo ontológico-estático
sobre lo celebrativo-dinámico.
5. Una centralización en el tema de la presencia real, que se pregunta no sólo sobre el «qué»
se hace presente, sino también sobre el «cómo» de esta presencia.
6. Una imposición del método escolástico, en el que, más que partir de la realidad
celebrativa, se parte de la lectio propia del estilo monástico, pasando a la quaestio y a la
disputatio, como vías de clarificación.
RECONCILIACIÓN
ESE PROCESO DE ASIMILAR EN EL MINISTRO UN INSTRUMENTO DE
MISERICORDIA POR EL CUAL SE VALE DIOS PARA PERDONAR LOS PECADOS, A
PESAR DE SU CONDICIÓN.
El ministro como instrumento de Dios.
San Agustín advierte al creyente: “No escuchemos a aquellos que niegan que la Iglesia de
Dios tiene poder para perdonar todos los pecados”
San Ambrosio reprende a los Novacianos quienes “profesan mostrando reverencia al
Señor reservando sólo a Él el poder de perdonar pecados. Mayor error no puede ser que
el que cometen al buscar rescindir de Sus órdenes echando abajo el oficio que El
confirió...La Iglesia Lo obedece en ambos aspectos, al ligar el pecado y al soltarlo;
porque el Señor quiso que ambos poderes deban ser iguales” enseña que este poder es
una función del sacerdocio. “Pareciera imposible que los pecados deban ser perdonados a
través de la penitencia; Cristo otorgó este (poder) a los apóstoles y de los Apóstoles ha
sido transmitido al oficio de los sacerdotes”
San Cirilo de Alejandría “Los hombres llenos del espíritu de Dios (es decir, los
sacerdotes) perdonan los pecados en dos sentidos, ya sea por admisión al bautismo
aquellos que son merecedores o al perdonar a los hijos penitentes de la Iglesia”
San Atanasio “Así como el hombre bautizado por el sacerdote es iluminado por la Gracia
del Espíritu Santo, así también aquel quien en penitencia confiesa sus pecados, recibe a
través del sacerdote el perdón en virtud de la gracia de Cristo”
El sacramento de la Penitencia está constituido por el conjunto de tres actos realizados por el
penitente, y por la absolución del sacerdote. Los actos del penitente son: el arrepentimiento, la
confesión o manifestación de los pecados al sacerdote y el propósito de realizar la reparación y
las obras de penitencia.
El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos
los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerda tras examinar
cuidadosamente su conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la confesión de las faltas veniales está
recomendada vivamente por la Iglesia.
FORMA: «Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la
resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda,
por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»
RECONCILIACIÓN
Temor a decir los propios pecados al sacerdote.
Pérdida del sentido del pecado y de mal tanto personal como social.
La disposición de los ministros para disponer de su tiempo a este sacramento.
La no aceptación de este ejercicio por un hombre (sacerdote) en condiciones iguales.
desligándole de su misión encomendada por Jesús.
RECONCILIACIÓN
Por este medio se perdonan todos los pecados mortales y veniales. De esta manera a
los que tenían pecados graves, se puede decir que se les abren las puertas del cielo.
Se recuperan todos los méritos adquiridos por las buenas obras, perdidos al cometer
un pecado grave o se aumentan si los pecados eran veniales.
Robustece la vida espiritual, por medio de la gracia sacramental, fortaleciendo el alma
para la lucha interior contra el pecado, así evitando el volver a caer en lo mismo. Por ello,
es tan importante la confesión frecuente.
Se obtiene la remisión parcial de las penas temporales como consecuencias del
pecado. La Reconciliación perdona la culpa, pero queda la pena. En caso de los pecados
mortales esta pena se convierte en temporal, en lugar de eterna y en el caso de los
pecados veniales, según las disposiciones que se tengan se disminuyen.
Se logra paz y serenidad de la conciencia que se encontraba inquieta por el dolor de los
pecados. Se obtiene un consuelo espiritual.
UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse de manera más
íntima a la pasión de Cristo. El sufrimiento, fruto del pecado original, obtiene un nuevo sentido,
y se participa con él en la obra salvífica de Jesús. Al unirse libremente a la pasión y muerte de
Cristo, por medio de este sacramento, los enfermos contribuyen al bien del Pueblo de Dios. Al
celebrar la Unción de los Enfermos, la Iglesia, por la comunión de los santos, intercede por el
bien del enfermo. Y este, a su vez, por la gracia de este sacramento, contribuye a la santificación
de la Iglesia y al bien de todos los hombres por los que la Iglesia sufre y se ofrece, por Cristo, a
Dios Padre. La Unción de los Enfermos es un escudo para defendernos ante las últimas luchas en
nuestra vida y así entrar a la Casa del Padre. Nos prepara para dar el paso a la vida eterna.