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GUIA EXAMEN DE AUDIENDAS

R.P. ÁLVARO BERDEJO ROMERO


SEMINARIO REGIONAL JUAN XIII
2021

GUIA PARA EL EXAMEN DE AUDIENDAS

1. SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
1.1 De la Materia y Forma
La materia de los amantas son los elementos adecuados que se usan para
realizar el sacramento, Ejemplo en la eucaristía la materia son el pan y el vino. La
forma hace referencia a las palabras que se dicen. Ejemplo: Yo te bautizo en el
nombre del padre del Hijo y del Espíritu Santo.

1.2 De las Formulas

Penitencia
Dios Padre que reconcilió el mundo consigo por la muerte y resurrección de su
Hijo, y envió el Espíritu Santo para el perdón de los pecados, te conceda, por el
ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz.
Yo te absuelvo de vuestros pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo.

Unción de los enfermos


Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la
gracia del
Espíritu Santo.
Para que libre de tus pecados te conceda la salvación y te conforte en tu
enfermedad

1.3 Del Ministro

2. SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
2.1 Introducción General al Misal Romano
2.2 Sacrosantum Concilium
Esta es una constitución sobre la sagrada liturgia
Se habla de la naturaleza de la sagrada liturgia y su importancia en la vida de la
Iglesia (c 5ss)
La liturgia es el medio por medio del cual se ejerce la obra de la redención sobre
todo en la eucaristía.
Es necesario promover la conciente y activa participación de los files en la liturgia
(c 14ss).
Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, son acciones comunitarias (c
26ss).
La liturgia tiene que tener en cuenta las distintas culturas (c7ss).
Los sacramentos están orientados a la santificación de los hombres, a la
edificación del cuerpo de Cristo y en definitiva al culto a Dios, pero, como signos
tienen también un fin instructivo.

2.3. Redemptions Sacramentum

Esta constitución trata de la celebración de la liturgia que se centra en la


celebración de la Eucaristía.
La ordenanza de la sagrada liturgia es competencia exclusiva de la autoridad
eclesiástica.
Los presbíteros son colaboradores del Orden Episcopal.
La materia de la eucaristía debe ser pan ázimo de solo trigo (c123)
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El vino debe ser natural, del fruto de la vid puro y sin corromper, sin mezcla de
sustancias extrañas (c 127).
La unión de la celebración Eucarística con otros ritos se permite sobre todo con
los.
Sacramentos.
Se debe estar en buena disposición para recibir la comunión (c160).
La celebración de la misa se hace en un lugar sagrado, a no ser que, en un caso
particular la necesidad exija otra cosa (197).

Delitos graves ante la eucaristía


a) Sustraer o retener con fines sacrílegos, o arrojar las especies consagradas (c
281).
b) Atentar la realización de la liturgia del Sacrificio Eucarístico o su simulación (c
282).
c) Concelebración prohibida del Sacrificio eucarístico juntamente con ministros de
comunidades eclesiales que no tienen la sucesión apostólica, ni reconocen la
dignidad sacramental de la ordenación sacerdotal (c 283).
d) Consagración con fin sacrílego de una materia sin la otra, en la celebración
eucarística, o también de ambas, fuera de la celebración eucarística (284).

2.4. Sacramentum caritatis

Exhortación Apostólica Postsinodal


De Su Santidad Benedicto XVI
La Eucaristía fuente y culmen de la vida y de la misión de la iglesia
I. Eucaristía, misterio que se ha de creer
“Este es el Misterio de la fe”.
La primera realidad de la fe eucarística es el misterio mismo de Dios, el amor
Trinitario.
Eucaristía: Jesús, el verdadero Cordero inmolado
La nueva y eterna alianza en la sangre del Cordero.
El Espíritu Santo y la Eucaristía
Este gran misterio se celebra en las formas litúrgicas que la Iglesia, guiada por el
Espíritu
Santo, desarrolla en el tiempo y en los diversos lugares.
I. Eucaristía e iniciación cristiana
Eucaristía, plenitud de la iniciación cristiana
II. La Eucaristía es sacramento de la Reconciliación
III. Eucaristía y Unción de los enfermos
En el momento de pasar al Padre, la comunión con el Cuerpo y la Sangre de
Cristo se manifiesta como semilla de vida eterna y potencia de resurrección: “El
que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el
último día” (Jn 6,54).
IV. Eucaristía y sacramento del Orden
La relación intrínseca entre Eucaristía y sacramento del Orden se desprende de
las mismas palabras de Jesús en el Cenáculo: “haced esto en conmemoración
mía” (Lc 22,19).
V. Eucaristía y Matrimonio
La Eucaristía, sacramento de la caridad, muestra una particular relación con el
amor entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio.
Eucaristía y escatología
Eucaristía: don al hombre en camino
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Si es cierto que los sacramentos son una realidad propia de la Iglesia peregrina en
el tiempo hacia la plena manifestación de la victoria de Cristo Resucitado, también
es igualmente cierto que, especialmente en la liturgia eucarística, se nos da a

pregustar el cumplimiento escatológico hacia el cual se encamina todo hombre y


toda la creación (cf. Rm 8,19 ss.). El hombre ha sido creado para la felicidad
eterna y Verdadera, que sólo el amor de Dios puede dar.
Eucaristía y la Virgen María
María de Nazaret, desde la Anunciación a Pentecostés, aparece como la persona
cuya libertad está totalmente disponible a la voluntad de Dios.
Eucaristía, misterio que se ha de celebrar
“Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo, sino que es mi Padre
el que os da el verdadero pan del cielo” (Jn 6,32)

Estructura de la celebración eucarística


Ante todo, hay que considerar la unidad intrínseca del rito de la Santa Misa. Se ha
de evitar que, tanto en la catequesis como en el modo de la celebración, se dé
lugar a una visión yuxtapuesta de las dos partes del rito. La liturgia de la Palabra y
la liturgia eucarística además de los ritos de introducción y conclusión, están
estrechamente unidas entre sí y forman un único acto de culto.
Participación activa de los fieles.
El Concilio Vaticano II puso un énfasis particular en la participación activa, plena y
fructuosa de todo el Pueblo de Dios en la celebración eucarística.
La celebración participada interiormente
Catequesis mistagógica
La gran tradición litúrgica de la Iglesia nos enseña que, para una participación
fructuosa, es necesario esforzarse en corresponder personalmente al misterio que
se celebra mediante el ofrecimiento a Dios de la propia vida, en unión con el
sacrificio de Cristo por la salvación del mundo entero.

Adoración y piedad eucarística


Relación intrínseca entre celebración y adoración
Eucaristía, misterio que se ha de vivir
“El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre;
Eucaristía, misterio que se ha de anunciar
Eucaristía y misión
“Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el
Evangelio, por
Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él”.
Eucaristía, misterio que se ha de ofrecer al mundo
Eucaristía: pan partido para la vida del mundo
“El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,51). Con estas
palabras el
Señor revela el verdadero sentido del don de la propia vida por todos los hombres
y nos muestran también la íntima compasión que Él tiene por cada persona.
Conclusión
La Eucaristía es el origen de toda forma de santidad, y todos nosotros estamos
llamados a la plenitud de vida en el Espíritu Santo.

2.5 Celebrar, Binar, Trinar, Estipendios


Binar es la celebración de dos eucaristías y trinar la celebración de tres. En cuanto
a los estipendios de tres el celebrante puede quedarse con uno.

3. SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
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3.1 En el Ritual de la Iglesia
3.1.1 De la Confesión Individual

La confesión individual e íntegra y la absolución constituyen el único modo


ordinario con el que un fiel consciente de que está en pecado grave se reconcilia
con Dios y con la Iglesia;
Aquí el penitente confiesa sus pecados de manera personal y el confesor le da la
absolución después de ver en el penitente, un sincero reconocimiento de sus
pecados y el deseo de arrepentidito y conversión.
3.1.2 De la Absolución Comunitaria
Esta absolución se da solo en peligro de muerte y en ocasiones donde el
sacerdote no tiene tiempo para oír la confesión individual del penitente c 961. El
penitente debe estar dispuesto a confesar los pecados graves en otra ocasión.
3.1.3 Del Espacio, Tiempo y Decoro del Sacramento
El lugar apropiado para oír la confesión es una Iglesia u oratorio, la confesión debe
darse en el confesionario (c 964).
3.2 De la Penitencia en el CIC
3.2.1 De los Pecados Reservados
De estos pecados tenemos los siguientes: Profanación de las especies sagradas
(1367), atentado físico contra el Romano Pontífice (1370) quien absuelve al
cómplice del pecado contra el sexto mandamiento (no cometer adulterio); quien
consagra a otro Obispo sin mandato del Papa, así como quien recibe la
consagración; quien viola el sigilo sacramental; el apostata de la fe, el hereje y el
cismático.

3.2.1.1 De cómo actuar con los pecados reservados


Al sacerdote solo le toca orientar al penitente a la autoridad competente que
puede dar la absolución.
3.2.2 Del sigillum del Sacramento (c 983)
Este sigilo es inviolable, el sacerdote tiene la obligación de mantener el secreto,
_ “la única manera de rebelar algo podría ser por autorización del penitente”
3.2.2.1 De la excomunión Latae Sententiae
Se cae en esta excomunión cuando se comete un pecado de los reservados a la
Santa Sede
Apostólica. Es una pena medicinal ante delitos graves.
-El excomulgado no puede tener participación ministerial ni celebrar los
sacramentos
No cae en esta excomunión menores de16 años, quien obra por violencia, por
miedo, por defensa, quien desconoce estas normas.
3.2.3 De la actitud del Ministro
El ministro es Juez y médico, da una sentencia pero no condena porque Jesús
nunca condenó. El ministro debe manifestar al penitente la misericordia divina,
debe hacer que el penitente se sienta en confianza para confesar sus pecados.
3.2.4 De los posibles abusos en el sacramento.
El hacer uso del sacramento para ejercer el poder externo de autoridad.
Los maestro de novicio o rectores de seminarios o de otras instituciones no deben
confesar a sus alumnos.
El hacer uso de la confesión en prejuicio del penitente
3.3. De la relación penitencia-Conversión
La conversión es un elemento indispensable, porque la confesión exige el deseo
de
Cambio, de volver a la comunión con Dios y con la comunidad
3.4 De la relación Penitencia-Eucaristía
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La eucaristía es uno de los sacramentos donde se nos perdonan los pecados,
porque en ella celebramos la vida muerte y resurrección de Cristo, por medio de la
cual hemos sido perdonados e invitados a la comunión con Dios.
3.5. De la relación penitencia- Unción de Enfermos
Este sacramento es reservado al sacerdote por el mismo hecho de que en él se
perdonan los pecados a la persona que lo recibe. Es un sacramento de sanación.

EXAMÉN PARA EL EJERCICIO DEL MINISTERIO SACERDOTAL


DERECHO CANÓNICO

1. ¿Cómo definiría Ud. la Iglesia?


Son los fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se
integran en el pueblo de Dios y, hechos partícipes a su modo por esta razón de la
función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición,
son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en
el mundo. (CIC. 204,1)

2. ¿En qué se distingue una comunidad de una sociedad?


La comunidad se hace suponiendo un bien dado, para los cristianos el bien es el
llamamiento de Jesucristo y la respuesta que debemos dar para seguirlo. Se trata
de vivir el mensaje de Cristo, vivir y hacer real la caridad y el servicio.
Por otro lado, la sociedad nace con el fin de conseguir algo, nace en razón de un
bien a conseguir. Todavía no existe un bien dado, pero se busca.

3. ¿En qué consiste la estructura interna de la Iglesia como comunidad?


4. ¿En qué consiste la estructura externa de la Iglesia como comunidad?
5. ¿En qué principio fundaría Ud. el origen de la Potestad en la Iglesia?
El Obispo de la Iglesia Romana, en quien permanece la función que el Señor
encomendó a
Pedro, primero entre los Apóstoles, y que había de transmitirse a sus sucesores,
es cabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia
universal en la tierra; el cual, por tanto, tiene, en virtud de su función, potestad
ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede
siempre ejercer libremente. (CIC. 331)

6. ¿Quién representa el término activo de la relación de la potestad?


Lo representa el orden episcopal

7. ¿Quién representa al término pasivo de la potestad?


Lo representa los fieles laicos

8. ¿De qué potestades está integrada la Potestad sacra?


De la potestad de orden, de jurisdicción, legislativa, administrativa, judicial y civil

9. ¿Cuáles son las funciones de la Potestad de ministerio de vida y de


palabra?
C386 P1 El Obispo diocesano debe enseñar y explicar a los fieles las verdades de
fe que han de creerse y vivirse, predicando personalmente con frecuencia; cuide
también de que se cumplan diligentemente las prescripciones de los cánones
sobre el ministerio de la palabra, principalmente sobre la homilía y la enseñanza
del catecismo, de manera que a todos se enseñe la totalidad de la doctrina
cristiana.
P2 Defienda con fortaleza, de la manera más conveniente, la integridad y unidad
de la fe, reconociendo no obstante la justa libertad de investigar más
profundamente la verdad.
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10. ¿Las funciones de la potestad sacra en la Iglesia son separables entre


sí?
C135 P1 La potestad de régimen se divide en legislativa, ejecutiva y judicial.
P2 La potestad legislativa se ha de ejercer del modo prescrito por el derecho, y no
puede delegarse válidamente aquella que tiene el legislador inferior a la autoridad
suprema, a no ser que el derecho disponga explícitamente otra cosa; tampoco
puede el legislador inferior dar válidamente una ley contraria al derecho de rango
superior.

P3 La potestad judicial que tienen los jueces o tribunales se ha de ejercer del


modo prescrito por el derecho, y no puede delegarse si no es para realizar los
actos preparatorios de un decreto o sentencia.
P4 Respecto al ejercicio de la potestad ejecutiva, obsérvense las prescripciones
de los cánones que siguen.
C136 Se puede ejercer la potestad ejecutiva, aun encontrándose fuera del
territorio, sobre los propios súbditos, incluso ausentes del territorio, si no consta
otra cosa por la naturaleza del asunto por o prescripción del derecho; también
sobre los peregrinos que actualmente moran en el territorio, si se trata de
conceder favores o de ejecutar las leyes universales y las particulares que sean
obligatorias para ellos según la norma del can. 13, P2, n.2.
C137 P1 La potestad ejecutiva ordinaria puede delegarse tanto para un acto como
para la generalidad de los casos, a no ser que en el derecho se disponga
expresamente otra cosa.
P2 La potestad ejecutiva delegada por la Sede Apostólica puede subdelegarse,
tanto para un acto como para la generalidad de los casos, a no ser que se haya
atendido a las cualidades personales, o se hubiera prohibido expresamente la
subdelegación.
P3 La potestad ejecutiva delegada por otra autoridad con potestad ordinaria que
fue delegada para todos los asuntos sólo puede subdelegarse para cada caso;
pero si fue delegada para un acto o actos determinad os, no puede subdelegarse
sin concesión expresa del delegante.
P4 Ninguna potestad subdelegada puede subdelegarse de nuevo, a no ser que lo
hubiera concedido expresamente el delegante.
C138 La potestad ejecutiva ordinaria, así como la delegada para la generalidad de
los casos, se han de interpretar ampliamente, pero todas las otras deben
interpretarse estrictamente; sin embargo, se entiende que quien tiene una
potestad delegada tiene también concedido todo lo necesario para que esa
potestad puede ejercer se.
C139 P1 Si el derecho no establece otra cosa, la potestad ejecutiva, tanto
ordinaria como delegada, de una autoridad competente, no se suspende por el
hecho de que alguien acuda a otra autoridad también competente, aunque sea
superior.
P2 Sin embargo, la autoridad inferior no se inmiscuya en una causa que ha sido
llevada a la autoridad superior, si no es por causa grave y urgente; en cuyo caso
informe inmediatamente del asunto a la autoridad superior.

11. ¿Cómo cumple la Iglesia su función de santificar?


C834 P1 La Iglesia cumple la función de santificar de modo peculiar a través de la
sagrada liturgia, que con razón se considera como el ejercicio de la función
sacerdotal de
Jesucristo, en la cual se significa la santificación de los hombres por signos
sensibles y se realiza según la manera propia a cada uno de ellos, al par que se
ejerce íntegro el culto público a Dios por parte del Cuerpo místico de Jesucristo, es
decir, la Cabeza y los miembros.
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P2 Este culto se tributa cuando se ofrece en nombre de la Iglesia por las personas
legítimamente designadas y mediante actos aprobados por la autoridad de la
Iglesia.

12. ¿Quién es el ministro de los sacramentos en la Iglesia?


Es el sacerdote y el obispo
13. ¿Pueden los fieles cristianos de rito latino recibir los sacramentos de los
ministros de rito oriental?

14. ¿Qué haría Ud. con un invitado para padrino de bautismo que nos es
católico?
Se admite sólo en calidad de testigo
C872 En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar
un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se
bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el
bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el
bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo.
C873 Téngase un solo padrino o una sola madrina, o uno y una.
C874 P1 Para que alguien sea admitido como padrino, es necesario que:
1º. Haya sido elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por quienes
ocupan su lugar o, faltando éstos, por el párroco o ministro; y que tenga capacidad
para esta misión e intención de desempeñarla;
2º. Haya cumplido dieciséis años, a no ser que el Obispo diocesano establezca
otra edad, o que, por justa causa, el párroco o el ministro consideren admisible
una excepción;
3º. Sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el Santísimo Sacramento de la
Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión
que va a asumir;
4º. No esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada;
5º. No sea el padre o la madre de quien se ha de bautizar.
P2 El bautizado que pertenece a una comunidad eclesial no católica sólo puede
ser admitido junto con un padrino católico, y exclusivamente en calidad de testigo
del bautismo.

15) Indique las condiciones para dar una absolución general en el


sacramento de la penitencia.
C960 La confesión individual e íntegra y la absolución constituyen el único modo
ordinario con el que un fiel consciente de que está en pecado grave se reconcilia
con Dios y con la Iglesia; sólo la imposibilidad física o moral excusa de esa
confesión, en cuyo caso la reconciliación se puede tener también por otros
medios.
C961 P1 No puede darse la absolución a varios penitentes a la vez sin previa
confesión individual y con carácter general a no ser que: 1º. Amenace un peligro
de muerte, y el sacerdote o los sacerdotes no tengan tiempo para oír la confesión
de cada penitente; 2º. Haya una necesidad grave, es decir, cuando, teniendo en
cuenta el número de penitentes, no hay bastantes confesores para oír
debidamente la confesión de cada uno dentro de un tiempo razonable, de manera
que los penitentes, sin culpa por su parte, se verían privados durante notable
tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comunión; pero no se considera
suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa sólo de
una gran concurrencia de penitentes, como puede suceder en una gran fiesta o
peregrinación.
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P2 Corresponde al Obispo diocesano juzgar si se dan las condiciones requeridas
a tenor del
P1, n. 2, el cual, teniendo en cuenta los criterios acordados con los demás
miembros de la
Conferencia Episcopal, puede determinar los casos en los que se verifica esa
necesidad.
C962 P1 Para que un fiel reciba válidamente la absolución sacramental dada a
varios a la vez, se requiere no sólo que esté debidamente dispuesto, sino que se
proponga a la vez hacer en su debido tiempo confesión individual de todos los
pecados graves que en las presentes circunstancias no ha podido confesar de ese
modo.

P2 En la medida de lo posible, también al ser recibida la absolución general,


instrúyase a los fieles sobre los requisitos expresados en el P1 y exhórtese antes
de la absolución general, aun en peligro de muerte si hay tiempo, a que cada uno
haga un acto de contrición.
97
C963 Quedando firme la obligación de que trata el can. 989, aquel a quien se le
perdonan pecados graves con una absolución general debe acercarse a la
confesión individual lo antes posible, en cuanto tenga ocasión, antes de recibir otra
absolución general, de no interponerse causa justa.

16) ¿En caso de necesidad se puede celebrar con una sola especie?
C924 P1 El sacrosanto Sacrificio Eucarístico se debe ofrecer con pan y vino, al
cual se ha de mezclar un poco de agua.
P2 El pan ha de ser exclusivamente de trigo y hecho recientemente, de manera
que no haya ningún peligro de corrupción.
P3 El vino debe ser natural, del fruto de la vid, y no corrompido.
C925 Adminístrese la sagrada comunión bajo la sola especie del pan o, de
acuerdo con las leyes litúrgicas, bajo las dos especies; en caso de necesidad,
también bajo la sola especie del vino.
C926 Según la antigua tradición de la Iglesia latina, el sacerdote, dondequiera que
celebre la
Misa, debe hacerlo empleando pan ácimo.
C927 Está terminantemente prohibido, aun en caso de extrema necesidad,
consagrar una materia sin la otra, o ambas fuera de la celebración eucarística.

17) Indique los tres esquemas construidos en la Historia sobre el


matrimonio.
A partir de los primeros escritores de la Iglesia, con respecto a la institución del
matrimonio, tratando de comprender la naturaleza del mismo, se van a elaborar
tres estructuras de pautas organizacionales bien definidas en razón de las cuales
el principio regulador de la institución del matrimonio responderá a los problemas
que se fueron suscitando a través de la Historia de la Iglesia con respecto a la
actividad de la sexualidad del creyente.
1) El Esquema de los Bienes.
Este esquema va a ser el resultado de la doctrina de los primeros escritores del
Cristianismo identificados como los Padres de la Iglesia. Con respecto a estos el
aspecto que más les interesa y que va a determinar la estructura del matrimonio
cristiano con nuevas pautas organizacionales definidas es el aspecto moral, no
obstante el carácter rigorista que tenían del mismo, no libre de distorsiones y de
prejuicios gnósticos y maniqueos. Pero esta estructura de pautas organizacionales
definidas siempre estuvo hegemonizada por el fin de la procreación.
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El contexto social y cultural es el mundo greco-romano, donde el matrimonio se
concibe como la asociación de dos personas que no tienen en el plan jurídico y
moral la misma dignidad y valor. El hombre escoge a las esposas, mientras que la
mujer está destinada a las nupcias por el padre. El matrimonio es visto en función
de la buena gestión del patrimonio y de la procreación de los hijos. El amor y la
comunión de las personas no es ignorado, pero el aspecto esencial y jurídico del
matrimonio está constituido por la creación.
El ambiente moral está caracterizado por la decadencia de una sociedad en caída.
Ante esto los padres se empeñan en exaltar la belleza de la castidad con un
acento fundamentalmente ascético. Con respecto al matrimonio ellos lo ven en
una perspectiva de espiritualidad cuyo ideal supremo está representado por la
virginidad y por la elección del celibato. Aunque hay que admitir que muchos de
ellos se mueven en un contexto ideológico caracterizado por el dualismo platónico
en el cual la materia está opuesta al espíritu y el ideal moral señalado por una
desconfianza

Con respecto a la carne y al mundo en favor de una orientación espiritualista y


desencarnada.
Los padres construyeron su doctrina sobre el matrimonio y la virginidad como una
respuesta a los errores que entonces pululaban sobre el matrimonio y el sexo.
1) La honestidad y sacramentalidad del matrimonio: Con el objeto de defender la
honestidad humana y cristiana del matrimonio, S. Agustín habla de los bienes y
valores intrínsecos de las nupcias. Si con el matrimonio se consiguen resultados
positivos quiere decir que es una cosa buena. Los bienes objetivos hacen al
matrimonio bueno y le dan valor al matrimonio mismo. Estos bienes son: Prole,
fidelidad y sacramento (Prolis, fides, sacramentum).
a) Bonum proles: La prole hace digno, en el plan moral, al matrimonio procreación
y a la misma generación, como un compromiso de los esposos. La procreación
tiene un valor y dignidad humana por la orientación social que ella misma reviste,
en cuanto que la prole es un hijo. De ahí las condiciones para una procreación
digna en el plano humano y cristiano.
La prole es un bien en cuanto que es un fin, es decir, el término inmanente al cual
está ordenada la unión a nivel de los sexos. Y también es un fin objetivo que
caracteriza la estructura de la unión y está a la base del matrimonio-procreación,
como institución natural.
Por eso ella está reconocida, no solo por el derecho de todos los pueblos, sino
también por la revelación cristiana. Para S. Agustín el matrimonio a partir del sexo
no tiene otro fin o razón objetiva que pueda justificarlo que la procreación, lo cual
justifica también la razón de ser de la mujer creada para ayuda del homhre.
Evidentemente, esta concepción pone a la sexualidad en un sentido desfavorable.
Es decir, el bonum prolis hegemoniza la unión de los sexos, presentándose como
el único valor capaz de dar sentido humano y valor moral a la relación sexual y al
matrimonio en cuanto realidad encarnada en el sexo. La procreación de los hijos
es la causa primera, natural y legítima de las nupcias. O sea, que el valor primario
del matrimonio como instituto natural son los, hijos y no otros valores quizá más
importantes para los cónyuges y más dignos para la pareja.
b) Bonum fidei (el bien de la fidelidad).Este bien nace de la reflexión sobre el
matrimonio como comunidad conyugal. Para San Agustín la sociedad es una
comunidad de personas, es decir, una amistad, y el matrimonio procreación no
representa una comunidad conyugal, aunque sí funda la familiar. No obstante esto,
el matrimonio procreación tiene una dimensión social y exige un contexto humano
de la vida asociada. Sólo así será honesto, O que los matrimonios tienen su propio
bien, no por la procreación de los hijos, sino porque los procrean honesta, lícita y
socialmente. Pero la sociedad conyugal auténtica-comunidad de personas- es la
que se construye sobre la base de la comunión y de la solidaridad de los
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cónyuges, los cuales se reconocen y se aceptan como personas. El matrimonio
como al no solo es un pacto jurídico-moral, sino una comunión de vida en el amor,
aún a nivel estrictamente conyugal. Por eso afirma que las nupcias son por
amistad. Y dado que se trata de una comunidad de personas, ella se caracteriza
con las propiedades de la fidelidad y de la indisolubilidad. Teniendo presente el
texto de 1 Cor. 7, 4. San Agustín determina concretamente que la fidelidad es
sobre todo una exigencia de justicia en el orden al
“debitum congiugale”. Ella expresa los deberes de justicia y por tanto los derechos
que los cónyuges tienen recíprocamente en el orden de la sexualidad, derivándose
de la exigencia de la comunión conyugal que ellos están comprometidos a
construir. O sea que pertenece la fidelidad a la misma naturaleza del matrimonio
entendido como sociedad conyugal expresando la voluntad de Dios que los
instituyó.
c) Bonum sacramenti (el bien del sacramento): Este bien está representado por la
función que la unión de los esposos asume en el plan eclesial y en su relación con
Cristo. O sea que es el valor del cual se reviste la unidad conyugal como signo
manifestativo de la unión

Cristo-Iglesia. Es decir, que en cuanto signo de una realidad trascendente, el la


adquiere una intangibilidad que no tendría en el orden natural, resultando así que
el sacramento no es más que una inviolabilidad misteriosa que el vínculo conyugal
contrae como signo del misterio cristiano. Con respecto a la sexualidad, en el
cuadro del Nuevo Testamento. San Agustín entiende el matrimonio como una cosa
lícita y honesta, pero no por la procreación que era el motivo que le daba sentido y
valor en el orden salvífico, sino por ser un remedio de la concupiscencia. Para él la
concupiscencia es un estado patológico que no pertenece de por sí a la naturaleza
de las cosas y del matrimonio, pero parte de la condición histórica del hombre y de
la pareja, y tiene significado en el plan salvífico. En el Nuevo Testamento el
matrimonio no representa el ser obsequium legis, sino solo una concesión como
remedium infirmitatis.
Con respecto a la sacramentalidad del matrimonio San Agustín la considera como
una realidad misteriosa que se refiere sobre todo, no al matrimonio y ni siquiera a
la indisolubilidad del vínculo, sino a la unión de Cristo con su Iglesia. Esta unión
mística de carácter indisoluble, encuentra su imagen en la indisolubilidad de la
unión matrimonial. Por esa razón el vínculo conyugal puede llamarse sacramento.

2) Esquema de los Fines


Con el cambio de la época del tiempo de los Padres a la época de los teólogos del
siglo X en adelante, la institución del matrimonio cambia también. Es, un principio
regulador de la actividad sexual de los cristianos de acuerdo a nuevas pautas
organizacionales definidas que son la naturaleza del matrimonio y la dimensión
cristiana del mismo.
En la primera época, la de la elaboración del esquema de los bienes se vivía una
situación dada donde no se discutía la posibilidad y la naturaleza de las cosas,
sino que se daban como situaciones dadas. No se discute la posibilidad y la
existencia de Dios y de los dioses, sino que se parte de una situación divina, tanto
en el mundo hebreo como en el mundo griego. El hombre solo debe estar atento
para poder atender a esta situación con una mejor respuesta en sus acciones. Lo
mismo pasa con la institución del matrimonio. En la primera época no se discute
su realidad en sí, sino que se le toma como una realidad creatural con la cual
habría que contar y a la cual habría que responder. Sin embargo a partir del siglo
IX se comienza con los cuestionamientos sobre la posibilidad de la misma
institución, sobre su naturaleza, en qué consiste, y sobre su dimensión cristiana
que no es más que su funcionamiento, es decir su sacramentalidad.

3) El esquema de la Comunidad de Vida y de Amor conyugal


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a) La doctrina del Magisterio
La doctrina del Magisterio sobre el matrimonio toma su punto de partida en el
Concilio De Trento. Pío V en 1566 en su catecismo romano la formula
definitivamente y es consagrada por el Código de Derecho canónico de 1917 en el
c. 1013 & 1. La doctrina oficial del
Magisterio se focaliza sobre la esencia y la jerarquía de los fines del matrimonio
con la finalización de la relación sexual en la procreación: fin primario del
matrimonio es la procreación y la educación de la prole y el fin secundario es la
ayuda de los cónyuges el remedio de la concupiscencia. En realidad el Conc. De
Trento se limitó a condenar las sentencias protestantes que negaban la
indisolubilidad y la sacrametalidad, mientras que las intervenciones más
importantes para el desarrollo de la doctrinal han tenido lugar en estos últimos 60
años. Desde Pío IX hasta Pío X los Pontífices apelan a la naturaleza misma del
matrimonio. De ahí que Pío XI y Pío XII tuvieran la conciencia de ser los custodios
de derecho natural, declarando que la unión conyugal está destinada por su
naturaleza a la procreación de nuevas vidas, deduciendo de ahí normas morales
muy precisas.

b) El Matrimonio en la renovación conciliar.


Sobre la línea personalista abierta por Pío XII el Concilio Vaticano II declara que el
amor es un componente intrínseco de la relación de los sexos y que pertenece a lo
que es más peculiares en el matrimonio, es decir, al amor que se expresa y se
hace perfecto de una manera del todo particular en el ejercicio de los actos que
son propios del matrimonio. Así mismo se indica que este amor dirigido de
persona a persona es eminentemente humano, ya que tiene la posibilidad de
enriquecer de una dignidad particular los sentimientos del corazón y sus
manifestaciones físicas y de establecerlos como elementos y signos especiales de
la amistad conyugal. El amor entra en la substancia del matrimonio ya que las
propiedades esenciales son unión fiel y unidad indisoluble son argüidas, no por
razón de la ordenación a la prole, sino por razón del hecho de que son un pacto de
amor. Con estas declaraciones el amor adquiere una relevancia jurídico-mora!
esencia! en la constitución de! matrimonio. De hecho el Concilio pone el amor en
la definición misma del matrimonio, como una institución natural que consiste en la
íntima comunión de vida y de amor conyugal, fundada por el
Creador y estructurada con sus propias leyes, el amor conyugal está referido al
sexo y se identifica con la unión sexual de tal manera que condivide la ordenación
idéntica hacia la prole. Por eso afirma que la misma institución de! matrimonio y el
amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y en
esto encuentran su coronación.
De esta manera matrimonio-procreación coincide perfectamente con el matrimonio
comunidad. Esto quiere decir que en el mismo momento de la constitución el
matrimonio en principio (in fieri) el pacto conyugal se especifica como un
compromiso de amor, y el amor cae formalmente en el objeto del consentimiento
matrimonial.
18) Diga cuál es la forma a observar para la celebración de los matrimonios de los
Católicos.
C1055 P1 La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre
sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de
los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo
Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados.
P2 Por tanto, entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no
sea por eso mismo sacramento.
C1056 Las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la
indisolubilidad, que en el matrimonio cristiano alcanzan una particular firmeza por
razón del sacramento.
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C1057 P1 El matrimonio lo produce el consentimiento de las partes legítimamente
manifestado entre personas jurídicamente hábiles, consentimiento que ningún
poder humano puede suplir.
P2 El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad por el cual el varón y la
mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituir el
matrimonio.
C1058 Pueden contraer matrimonio todos aquellos a quienes el derecho no se lo
prohíbe.
C1059 El matrimonio de los católicos, aunque sea católico uno solo de los
contrayentes, se rige no sólo por el derecho divino, sino también por el canónico,
sin perjuicio de la competencia de la potestad civil sobre los efectos meramente
civiles del mismo matrimonio.
C1060 El matrimonio goza del favor del derecho; por lo que, en la duda, se ha de
estar por la validez del matrimonio, mientras no se pruebe lo contrario.

C1061 P1 El matrimonio válido entre bautizados se llama sólo rato, si no ha sido


consumado; rato y consumado, s i los cónyuges han realizado de modo humano el
acto conyugal apto de por sí para engendrar la prole, al que el matrimonio se
ordena por su misma naturaleza y mediante el cual los cónyuges se hacen una
sola carne.

P2 Una vez celebrado el matrimonio, si los cónyuges han cohabitado, se presume


la consumación, mientras no se pruebe lo contrario.

19) Indique dos impedimentos que afecten a los sujetos del matrimonio.
C1073 El impedimento dirimente inhabilita a la persona para contraer matrimonio
válidamente.
C1074 Se considera público el impedimento que puede probarse en el fuero
externo; en caso contrario es oculto.
C1075 P1 Compete de modo exclusivo a la autoridad suprema de la Iglesia
declarar auténticamente cuando el derecho divino prohíbe o dirime el matrimonio.
P2 Igualmente, sólo la autoridad suprema tiene el derecho a establecer otros
impedimentos respecto a los bautizados.
C1076 Queda reprobada cualquier costumbre que introduzca un impedimento
nuevo o sea contraria a los impedimentos existentes.107
C1077 P1 Puede el Ordinario del lugar prohibir en un caso particular el matrimonio
a sus propios súbditos, dondequiera que residan, y a todos los que de hecho
moren dentro de su territorio, pero sólo temporalmente, por causa grave y
mientras ésta dure.
P2 Sólo la autoridad suprema de la Iglesia puede añadir a esta prohibición una
cláusula dirimente.
C1078 P1 Exceptuados aquellos impedimentos cuya dispensa se reserva a la
Sede
Apostólica, el Ordinario del lugar puede dispensar de todos los impedimentos de
derecho eclesiástico a sus propios súbditos, cualquiera que sea el lugar en el que
residan, y a todos los que de hecho moren en su territorio.
P2 Los impedimentos cuya dispensa se reserva a la Sede Apostólica son:
1º. El impedimento que proviene de haber recibido las sagradas órdenes o del
voto público perpetuo de castidad en un instituto religioso de derecho pontificio; 2º.
el impedimento de crimen, del que se trata en el can. 1090.
P3 Nunca se concede dispensa del impedimento de consanguinidad en línea recta
o en segundo grado de línea colateral.
Queda impedido para el matrimonio quien tiene impotencia, si es casado, si tiene
órdenes religiosas.
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20) ¿Quién es el ministro de la extrema unción?
C530 Son funciones que se encomiendan especialmente al párroco las siguientes:
1º. La administración del bautismo; 2º.la administración del sacramento de la
confirmación a quienes se encuentren en peligro de muerte, conforme a la norma
del can.883, n. 3; 3º. La administración del Viático y de la unción de los enfermos.
C566 P1 El capellán debe estar provisto de todas las facultades que requiere el
buen cuidado pastoral. Además de aquellas que se conceden por derecho
particular o especial delegación, el capellán, por razón de su cargo, tiene la
facultad de oír las confesiones de los fieles encomendados a su atención,
predicarles la palabra de Dios, administrarles el Viático y la unción de los
enfermos, y también conferir el sacramento de la confirmación a los que se
encuentran en peligro de muerte.
C1003 P1 Todo sacerdote, y sólo él, administra válidamente la unción de los
enfermos.
P2 Todos los sacerdotes con cura de almas tienen la obligación y el derecho de
administrar la unción de los enfermos a los fieles encomendados a su tarea
pastoral; pero, por una causa razonable, cualquier otro sacerdote puede
administrar este sacramento, con el consentimiento al menos presunto del
sacerdote al que antes se hace referencia.
P3 Está permitido a todo sacerdote llevar consigo el óleo bendito, de manera que,
en caso de necesidad, pueda administrar el sacramento de la unción de los
enfermos.

ALGUNAS PREGUNTAS EN TORNO AL DIÁLOGO AD AUDIENDAS

1. Sentido de pecado
1.1.- ¿Es verdad la (vieja) afirmación de algunos, en el sentido de “una
perdida actual del sentido de pecado? ¿Por qué?
Factores que inciden en la pérdida del sentido del pecado.
a) La secularización del mundo contemporáneo: ésta es una de las causas
fundamentales, ya que el pecado tiene relación inmediata con una concepción
religiosa de la vida, puesta radicalmente en discusión por el secularismo vigente
en diversas capas de nuestra sociedad. Los valores morales ya no se consideran
el reflejo de una ley eterna y, por tanto, ya no se conciben como fijos e inmutables.
Hoy reaccionamos instintivamente contra una presentación formalista del pecado
que no tenga en cuenta el valor de la persona y de la creación o que reduzca el
pecado a la rebelión contra el statu quo. Aunque esta reacción puede llevar
consigo el peligro de marginar totalmente a Dios de la vida del hombre y del
mundo, también nos puede ayudar a superar una concepción demasiado
«sagrada» del pecado y, concebir el pecado a partir de una relación más
consciente y personal con el Dios de la historia que se nos ha revelado en
Jesucristo y que nos invita a participar en la construcción de su Reino.
b) El desarrollo científico y tecnológico actual también ha tenido
consecuencias en la concepción del pecado. Muchos afirman hoy el pecador más
que un malvado es un enfermo, ya que las ciencias humanas han puesto de
relieve los múltiples condicionamientos que limitan la libertad la libertad humana.
Especialmente la Psicología moderna ha insistido en la importancia del
subconsciente y en el carácter patológico de ciertas inclinaciones; la Sociología ha
puesto en evidencia el influjo el influjo del ambiente y la educación en nuestros
comportamientos; la Antropología cultural ha señalado la historicidad y el
relativismo de muchas normas morales. Pero reconozcamos que también las
ciencias humanas nos pueden ayudar a tener una mejor comprensión de la
libertad fundamental del hombre y a superar una concepción extrinsecista y
cosificada del pecado.
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c) El fenómeno de la politización de la realidad: en el sentido de una vivencia
de la conciencia política, es otro factor importante en los cambios en la
comprensión del pecado. En una sociedad intimista, como la del pasado reciente,
«el sentido del pecado era vivido ante todo en formas de ascesis individual, como
ruptura de un orden inscrito en las profundidades del propio yo o como fracaso en
el camino hacia la propia perfección». El peligro hoy, es olvidar la existencia del
pecado personal y quedarse solamente con el pecado social o estructural. Sin
embargo esta tendencia puede ser buena, si nos ayuda a mirar el pecado como
falta de responsabilidad ante la sociedad y ante la historia.
d) La tentación de una mística de pecado: en las personas religiosas se
acentúa hoy la tendencia a buscar una excusa a los propios pecados en la
misericordia de Cristo, que vino por los pecadores. Todo pecado sería una feliz
culpa que nos ayudaría a comprender mejor el amor que Dios nos tiene. Este
modo de pensar es de origen luterano aquí la lucha contra el pecado no es otra
cosa que hipocresía y presunción. Esta mística de pecado convierte el amor de
Dios en un paternalismo que todo permite y que no toma en serio la voluntad del
hombre (renglones torcidos). En esta tendencia hay, sin embargo, una verdad
profunda: el pecado como experiencia personal debe llevarnos a la conversión
sincera que no podemos realizar sin el auxilio de Dios. Un sentido adulto del
pecado debe permitirnos

encontrar un equilibrio justo entre la aceptación de nuestra condición de


pecadores y la lucha seria y tenaz contra el pecado.

1.2.- En el supuesto de que el sentido del pecado se haya perdido o se esté


perdiendo ¿Qué factores piensas son claves en el redescubrimiento de ese
sentido?
La naturaleza del pecado.
a) Ruptura con Dios: el pecado es ofensa hecha a Dios y ruptura de la amistad
con Él. Esta ruptura no se hace siempre de modo directo, al escoger a cualquier
valor creado como valor supremo al margen de Dios caemos en la idolatría, por
consiguiente, el pecado es alejarse de
Dios para volcarse a los ídolos.
b) Ruptura con Cristo: el pecado se opone a Dios y al mundo, que ha recibido de
El la gracia a través de Cristo. Lleva también una oposición a la opción
fundamental de Cristo: la implantación del Reino de Dios (el anti-Reino). El pecado
no es la mera trasgresión de una norma abstracta o de un valor ético, la ruptura de
un vínculo personal.
c) Ruptura de la solidaridad humana y cósmica: la ruptura de la relación del
hombre con
Dios lleva consigo la ruptura de las relaciones del hombre con los demás y con el
mundo, esto manifiesta su actitud contra Dios atacando al hermano y a la
naturaleza. Todo pecado hace eco en la actitud insolidaria y homicida de Caín. La
dimensión social del pecado tiene un alcance eclesial. Al rechazar a Cristo el
pecador hiere también a la Iglesia, cuerpo de Cristo. El creyente que peca falla en
la misión que ha recibido en el bautismo de ser sacramento para el mundo y por
ello se opone al dinamismo salvífico de la Iglesia y disminuye la eficacia en la
construcción y manifestación del reino de Dios.
d) Ruptura contra sí mismo: «El pecado rebaja al hombre impidiéndole lograr su
plenitud»
(GS. 13). Existe una dimensión personal del pecado, en cuanto es expresión de la
libertad fundamental del hombre. El pecado se presenta como autodestrucción del
propio yo auténtico y de la propia personalidad profunda, por lo tanto es
alineación. La dimensión personalista del pecado es inseparable de la dimensión
religiosa y social, ya que está llamado a la construcción de sí mismo en la
comunión con Dios y con los demás.
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2.- Remisión del pecado


2.1.- ¿Cómo entender la remisión del pecado en la perspectiva de una
dimensión comunitaria?
Siendo hombre o mujer como los demás seres humanos, ser social y no isla, mi
actitud egoísta, mi injusticia, mi mentira, mi odio influyen y perturban las relaciones
con la comunidad humana, con la sociedad.
Con mi pecado contribuyo a crear y mantener situaciones de pecado, "estructuras
de pecado".
Arrastro a otros a pecar; hago daño a mis semejantes.
Comparto también una responsabilidad colectiva y solidaria en los grandes
pecados de la humanidad. ¿Quiénes son los responsables de las guerras, la
violencia, el hambre en el mundo?
Por comisión, o por omisión, todos estamos implicados, en algún modo, en la cara
obscura, en el saldo negativo del cuerpo social al que pertenezcamos.
Estructuras de pecado: Se entiende por éstas la suma de factores negativos, que
actúan en contra del bien común universal en la sociedad.
Tales estructuras son siempre el resultado de actuaciones u omisiones concretas
de las personas, de pecados personales en definitiva; pero ellas (las estructuras),
a su vez, condicionan la conducta de los hombres y son causa de nuevos
pecados.

Pueden deberse también a errores históricos, a imprevisiones de los gobernantes


o de otras instituciones responsables de la vida social.
El ministerio de la reconciliación: Dios perdona siempre, incluso antes que le
pidamos perdón, (Cf. Is 43, 22-28) sale a nuestro encuentro y nos lo ofrece con
abundancia y nos da facilidades para que busquemos y aceptemos ese amor.
Entre los muchos caminos por los que Dios pudo haber ofrecido la salvación al
hombre, quiso hacerlo por su Hijo, Jesús nuestro Señor, que se encarnó e hizo
historia con nosotros los humanos. Historia de amor y perdón, que se prolonga a
través de su Iglesia; salvación encarnada, que se comunica a los hombres por un
proceso visible y sacramental.
Dice el Vaticano II: "Los que se acercan al sacramento de la penitencia abstienen
de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al
mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados.
Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones".
Encuentro con Dios por el sacramento del perdón: La Iglesia, desde sus
comienzos y de modo ininterrumpido, ha visto siempre en el sacramento de la
reconciliación el signo eclesial del perdón de Dios y lo ha convertido en el vértice
de su ministerio reconciliador. A través de las diversas formas que fue asumiendo
en la historia, se han mantenido constantes los componentes salvíficos que
manifiestan lo propio y específico de este sacramento.
Bajo diversos acentos y denominaciones han puesto de manifiesto sucesivamente
sus múltiples riquezas: Sacramento de la penitencia, por el proceso personal y
eclesial de conversión y reparación que ha de seguir el pecador; Sacramento del
perdón, por la absolución sacramental portadora de la gracia; Sacramento de la
conversión, por lo que significa de retorno, reencuentro con Dios y voluntad de
reforma en el penitente; Sacramento de la reconciliación, por propiciar la gracia y
la experiencia de reconciliarse con Dios y con los hermanos en su Iglesia.

3.- Sacramento individualizado


3.1.- ¿Por qué la confesión de los pecados y su absolución se realizan,
preferentemente, como sacramento individualizado?
Según el catecismo de la Ig. Católica, Nº 1484: "La confesión individual e íntegra
y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se
reconcilien con
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Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad física o moral excuse de este
modo de confesión" (OP 31). Y esto se establece así por razones profundas.
Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno
de los pecadores: "Hijo, tus pecados están perdonados" (Mc 2,5); es el médico
que se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de él (cf Mc
2,17) para curarlos; los restaura y los devuelve a la comunión fraterna.
Por tanto, la confesión personal es la forma más significativa de la reconciliación
con Dios y con la Iglesia.
Reconciliación de un solo penitente: Permite un encuentro más sosegado y
personalizado entre penitente y confesor; la acogida amistosa y pacificadora; la
Palabra de Dios más seleccionada y adaptada a cada uno; el diálogo más íntimo y
abierto, a la vez que confiado, clarificador y estimulante.

4.- Niveles de existencia moral


4.1.- ¿Cómo sería bueno manejamos en confesión, en relación a nuestros
niveles de existencia moral: la opción fundamental, las actitudes, los actos?

A nadie le puede pasar desapercibido que, en el momento actual de nuestras


comunidades cristianas y en lo concerniente al sacramento del perdón, aparecen
una serie de retos que implican tanto a los confesores como a los penitentes. Es
este un asunto de seria importancia pastoral.

A los hombres y mujeres más comprometidos en la evangelización se nos pide


hacer presente en nuestros ambientes el rostro samaritano de la Iglesia sanando a
tantos afectados por la violencia, la marginación, las injusticias, que causan
heridas profundas en el corazón humano, donde se fragua el rechazo, el odio y la
sed de venganza.
Hemos de practicar con generosidad la pastoral misionera de la ACOGIDA,
estando disponibles siempre para el que nos busca y necesita, para escuchar a
los demás con un corazón humilde, paciente, comprensivo. Acogida a todos, pero
de modo especial a los que están más rotos y marginados por la sociedad.
Un elemento principal en el sacramento es el ministerio del sacerdote, que es, a la
vez, médico, juez y padre. Transparentando las actitudes de Cristo ante los
pecadores, que no buscaba a los sanos sino a los enfermos. Por ello, sin omitir el
juicio acertado y sincero, procure no condenar Sino salvar, curar y transmitir la
ternura del Padre.
Los ministros de la Reconciliación han de tener cualidades humanas de prudencia,
discreción, discernimiento y firmeza a la vez que mansedumbre, paciencia y
bondad. Han de estar equipados con el saber de las ciencias sagradas y
humanas; dotados de una vida espiritual intensa, garantía de haber recorrido
primero el camino por el que va a guiar y acompañar a los hermanos.
"Desearíamos que los sacerdotes todos redescubrieran la grandeza y el servicio
precioso y sacrificado de ser ministros de la Reconciliación. La experiencia de
siglos confirma la importancia de este ministerio. Si los sacerdotes comprendiesen
profundamente cómo, a través del sacramento de la Penitencia, colaboran
estrechamente con el Salvador en la obra de la conversión, se dedicarían con
mayor celo a este ministerio"
Por nuestra parte, exhortamos y pedimos a los sacerdotes que sean testigos
gozosos del don de la gracia que brota de la penitencia y les recordamos aquellas
palabras del Concilio que dicen: (los sacerdotes) "son los ministros de la gracia
sacramental si se unen íntimamente a Cristo Salvador y Pastor a través de la
recepción fructuosa de los sacramentos, sobre todo con la confesión sacramental
frecuente, ya que ésta, preparada con el cotidiano examen de conciencia,
favorece grandemente la necesaria conversión del corazón al amor del Padre de
la misericordia"
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El sacerdote no es sólo maestro, padre, médico y juez de las almas. Es también
hermano que vive en la comunidad de los fieles aportando la contribución de
purificación y renovación no sólo con el ministerio presbiteral de la absolución,
sino también con su misma vida penitente, formando de este modo una
comunidad de penitentes, de convertidos y reconciliados que viven la experiencia
de la misericordiosa fidelidad de Dios. Harían muy bien, en consecuencia, si,
además de la confesión personal frecuente, se confesasen también en las
celebraciones comunitarias que se tengan en las parroquias y comunidades.

5.- El manejo pastoral del “acto humano”


5.1.- ¿Qué aspectos importantes debemos tomar en cuenta al analizar una
acción humana? ¿Cuál es su estructura?
El análisis atento y sutil con que los manuales estudian el obrar humano, realizado
por la interacción de facultades diversas, puede hacer perder de vista que el punto
de vista unificador es la persona en el misterio de su devenir ético. No existe
separación neta entre las funciones corpóreas, psíquicas y espirituales del
hombre; la persona humana es unidad orgánica e integrada que utiliza las
diversas funciones, las armoniza y las orienta a la consecución de su fin.
Los elementos estructurales. Para que el acto humano esté bajo el dominio de la
persona es preciso que la intimidad del yo lo impregne íntimamente, haciendo
presente en él la iluminación de la inteligencia, la decisión de la voluntad, la carga

de los sentimientos y el dinamismo que nace de la presencia del Espíritu en


nosotros.
-Conocimiento. La actividad cognoscitiva del entendimiento reconoce en la acción
que hay que realizar un bien moral, es decir, una posibilidad de conseguir un valor
ético relacionado con la plena maduración del yo. No se trata de un conocimiento
teórico frío, sino de la percepción de un valor todavía exterior a la persona, pero
que corresponde a las aspiraciones más íntimas del yo.
La intervención de la inteligencia es pluriforme y funde a la vez la ciencia moral del
sujeto, la advertencia del valor implícito en la acción que hay que realizar y el
discernimiento de las modalidades en las que se encarna el bien en el
"aquí-ahora-para mí" del horizonte existencial.
Las modalidades del conocimiento pueden ser diversas: desde el puro
razonamiento a la intuición inmediata, desde un cierto sentido innato de los
valores a la confrontación crítica realizada por la reflexión ética. También el
contenido del bien conocido puede variar desde el descubrimiento del valor ético
fundamental que constituye a la persona como personalidad ética al
descubrimiento de un determinado valor (p.ej., justicia, veracidad, humildad) o bien
a la percepción de cómo un valor puede realizarse en una circunstancia particular.
-Voluntad. Los escolásticos definían la voluntad "facultas electiva mediorum
servato ordine finis" (la facultad que elige los medios respetando el orden del fin).
El acto del querer canaliza las energías del hombre (psico-físicas, intelectivas, de
relación) hacia la realización de un fin. El agente es la persona, pues es la persona
quien enlaza la luz de la inteligencia = que descubre el fin y la relación entre
medios y fin- y la fuerza de decisión y de acción de la voluntad. Este misterioso
entrelazamiento, en el que se concentró durante siglos la reflexión moral, es la
intención que manifiesta el grado de madurez moral y del dominio de sí alcanzado
por la persona.
Se recuerdan aquí algunas distinciones escolásticas que especifican los diversos
modos de intervención de la voluntad en la acción concreta: voluntario perfecto e
imperfecto; voluntario actual, virtual y habitual; voluntario explícito e implícito;
voluntario en sí y en causa. Si el acto humano es libre, pero está condicionado por
la intervención del conocimiento y de la voluntad, todo lo que influye en una de
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estas dos facultades modificará el acto mismo, haciéndolo más o menos personal
y libre.
-Sentimientos. Un acto humano no es nunca una simple fusión de inteligencia y de
voluntad; posee siempre una resonancia afectiva más o menos amplia, profunda y
duradera.
Esta esfera de nuestra existencia no existe netamente separada de la intimidad
del hombre, sino que es el mismo hombre visto en cuanto está envuelto y
connotado por la dimensión psicológica.
Ya santo Tomás en la Summa Theologiae dedicaba un amplio espacio al tratado
de las
"pasiones" (1-Il, qq. 22-48), como precisión tanto de la actividad humana como de
la libertad y de la responsabilidad de la persona.
Hoy la aportación de las ciencias psicológicas y antropológicas es insustituible
para comprender cómo la psique humana impregna de sí misma nuestra
corporeidad, haciendo de mediación entre la intimidad del yo y la actividad
consciente y libre de la persona en cuanto individuo y miembro de una comunidad
humana. Por eso la vida afectiva, componente esencial de la estructura
antropológico-moral, nos revela no sólo una serie de condicionamientos del
voluntarium, sino que nos permite conocer un potencial riquísimo presente en toda
persona, que espera ser utilizado enteramente cuando la persona realiza sus
elecciones morales.
-Presencia del Espíritu. La nueva criatura "nacida del agua y del Espíritu" (Jn 3,5)
funda su ser y su obrar en el misterio pascual de Cristo. El dinamismo de muerte y

de resurrección hace que las facultades del hombre (entendimiento, voluntad,


esfera psicológica) experimenten un proceso de cristificación mediante la acción
continua del Espíritu Santo. "El Espíritu Santo, que habita en la mente, no sólo
enseña lo que debemos hacer, iluminando el entendimiento, sino que inclina la
voluntad a obrar rectamente" (SANTO TOMAS, Com. in
Rom. 8,2, lect. 1). La caridad, principio activo que unifica el ethos del cristiano, es
esencialmente presencia y don del Espíritu: "El amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rom
5,5). Es, pues, el Espíritu el que potencia la inteligencia con la luz de la fe e
instruye interiormente al cristiano sobre el bien que ha de hacer, guiándolo a la
verdad completa (cf Jn 14,26); el Espíritu es quien refuerza la voluntad del
creyente con el dinamismo de la caridad, que orienta la libertad del hombre hacia
la comunión perfecta con Dios y con sus hermanos; el Espíritu es quien asume los
dinamismos psicológicos de la persona para hacerlos vibrar al unísono con los de
Cristo: "Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús" (Flp 2,5). El obrar
moral del cristiano reflejará la múltiple riqueza de sus estructuras de existencia y
su unificación bajo el dominio de la voluntad, rodeada de luz y de la fuerza del
Espíritu de amor.
5.2.- La importancia de la acción en sí misma, los medios (fin interno de la acción)
y la intención (fin externo de la acción) La elección moral: opción fundamental y
elecciones categoriales. La reflexión escolástica concedió amplio espacio a la
profundización del proceso deliberativo. La posición de santo
Tomás (1-11, qq. 8-17), que establece en este proceso doce momentos
consecutivos, la hacen suya también los autores neo-escolásticos, que intentan
también penetrar más allá de la dinámica de los actos humanos hasta el
dinamismo misterioso de la conversión a la fe cristiana y a la aceptación de la
gracia divina. A. Gardeil, siguiendo a los comentaristas de santo Tomás, presenta
en paralelo los actos de la inteligencia y de la voluntad que se suceden y
entrelazan entre sí, primero en el orden de la intención y luego en el orden de la
ejecución del acto humano.
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La intención resulta de la polarización paralela del entendimiento y de la libertad
en una primera fase respecto al fin que hay que alcanzar (simplex apprehensio,
simplex volitio,
iudicium de possibilitate, intentio), en una segunda fase en torno a los medios que
hay que escoger (consilium, consensus, iudicium practicum, electio); la ejecución
une el entendimiento y la voluntad en otros cuatro momentos (imperium, usus
activus, usus passivus, fruitio) (Arte, en
DThC I, 343).
Prescindiendo del excesivo esquematismo, queda el hecho de que la escolástica
ha identificado la originalidad del proceso deliberativo, reconociendo que,
esencialmente, en el momento de la intención y de la deliberación el acto moral
reside formalmente en el entendimiento y en la voluntad, mientras que en el orden
de la ejecución se encuentran interesados otros elementos de la esfera física,
psicológica y social del hombre.
Los autores profundizan el tema del acto voluntario, bien recurriendo al análisis
fenomenológico
(Wojtyla, Ricoeur, De Finance), bien evidenciando el carácter central y el valor
unificador de la persona frente al riesgo de una excesiva fragmentación del
análisis del proceso deliberativo, causada por la contribución no siempre
convergente de las disciplinas antropológicas.
Punto de encuentro de estas reflexiones éticas, que tienen repercusiones también
en el campo de la teología dogmática, es el tema de la opción fundamental. En el
nivel de libertad fundamental, la primera decisión de la persona es una
autodecisión, un disponer totalmente de sí frente al bien considerado explícita o
implícitamente como absoluto. La tendencia hacia el bien absoluto surge de la
intuición y de la

experiencia de la condición de criatura y de los límites de la persona, que anhela


trascenderse para llegar a la plenitud de la propia personalidad.
La opción fundamental expresa enteramente las posibilidades y la ambivalencia de
la libertad fundamental; por eso la persona puede escoger la orientación
fundamental de su vida tanto en el sentido del bien y de lo absoluto como del mal
y del rechazo de lo absoluto. La opción fundamental no es, pues, un momento de
nuestra existencia que fácilmente cae en el olvido, sino que es la manera nueva y
original en que el hombre, llegado a un cierto grado de madurez ética, se unifica a
sí mismo en orden a su futuro de manera que cada una de sus elecciones libres
pueda recibir una nueva intencionalidad y orientación hacia o en contra del bien
absoluto. Algunos moralistas, para precisar que la opción fundamental no es un
acto separado de la persona, prefieren llamarla intención fundamental. Dada la
naturaleza de la opción fundamental, que traduce en orientación de decisión la
identidad moral de la persona, el cambio desde la opción fundamental negativa
por el mal a la positiva por el absoluto (y viceversa) no puede ocurrir con facilidad
y en el espacio de un corto tiempo, ya que es necesario modificar profundamente
las expresiones de la libertad fundamental antes de obtener una conversión
profunda y definitiva de la persona.

5.3.- ¿Qué papel juegan las circunstancias en la comisión y responsabilidad


humana?
LOS CONDICIONAMIENTOS DEL ACTO MORAL. Todo lo que limita la libertad y
la responsabilidad interesa, con finalidades diversas, a la reflexión jurídica,
filosófica y teológica.
Las ciencias que estudian aspectos sectoriales del misterio del hombre
contribuyen de manera eficaz e insustituible a precisar la naturaleza y el alcance
de los condicionamientos de la libertad humana. Los manuales de teología moral
al abordar este tema revelan, según el lenguaje empleado y el enfoque dado, su
capacidad para entrar en diálogo interdisciplinar con las ciencias antropológicas; el
GUIA EXAMEN DE AUDIENDAS
R.P. ÁLVARO BERDEJO ROMERO
SEMINARIO REGIONAL JUAN XIII
2021
mantenimiento hoy de rígidos esquemas escolásticos puede llevar al rechazo de la
aportación original proveniente, por ejemplo, del psicoanálisis, de la genética, de la
sociología, de la antropología cultural, de la etnología. Si, por una parte, la
reflexión filosófica y teológica iluminan el fundamento y la naturaleza de la libertad
creatural del hombre, son las disciplinas antropológicas las que precisan
existencialmente los límites y los condicionamientos que intervienen en el ejercicio
de la misma libertad [Ciencias humanas y ética].
Los condicionamientos de que se ocupa la moral son, pues, los que intervienen
directamente en la decisión libre y tienen su raíz en nuestra condición de criaturas
limitadas por las estructuras existenciales (espaciotemporales, biofisiológicas,
psicosociológicas).
Aquí se distinguen por razones de claridad los condicionamientos provenientes del
interior de la persona de los causados por el exterior, aun a sabiendas de que
unos y otros tendrán una valencia moral sólo y en la medida en que influyan
positiva o negativamente en la decisión humana, alterando bien el juicio del
intelecto, bien la libre dinámica de la voluntad.
a) Condicionamientos internos de la persona. Del interior de la persona surgen
condicionamientos, positivos y negativos, ligados a la corporeidad (salud y
enfermedad, herencia, sexo), a la esfera psicológica (temperamento, carácter,
pasión, neurosis, psicosis), a la vida intelectual (ignorancia, error) y a la dinámica
de la voluntad libre (temor, actitudes,
Hábitos).
En los manuales escolásticos se reservaba siempre un amplio espacio a la
descripción de las varias especies de ignorancia (vincibilis-invincibilis; simplicis
negligentiae-affectata), de temor (Ab intrínseco-ab extrinseco;
antecedens-concomitans; graves-levis; verus falsus; filialesserviles), de pasiones
(antecedens-

consequens), a fin de precisar el grado de libertad de la decisión humana según el


tipo de condicionamiento que la acompaña.

b) Condicionamientos externos a la persona. La persona y sus elecciones pueden


estar condicionadas por el exterior ante todo por las relaciones interpersonales.
Esto ocurre cuando las relaciones se expresan como violencia: la voluntad del que
sufre puede disentir total o bien parcialmente, o como presión social (prejuicios,
modelos ético-sociales, persuasores ocultos), o como educación recibida y
asimilada, o como proceso de inculturación en un determinado grupo humano, con
sus riquezas y sus límites éticos. La persona está también condicionada en sus
decisiones libres por las relaciones externas con el cosmos (el clima de la zona, la
vegetación, la alimentación, el hábitat de la residencia humana) y con la historia
(aceptación no siempre crítica del ethos pasado, percepción de los signos de los
tiempos, que revelan en el hoy una parte del designio divino en el que hay que
colocar la propia libre elección).
En resumen, todos los condicionamientos, internos y externos, limitarán la
elección humana, obstaculizándola, o en su misma raíz constitutiva (la libre
voluntad) o en su normal desarrollo
(p.ej., impidiendo que el entendimiento tenga un conocimiento claro del valor ético
de la acción que hay que ejecutar).
Los resultados auténticamente científicos de las ciencias humanas que describen
los condicionamientos de la libre decisión humana y descubren sus causas y sus
eventuales remedios proporcionarán a la reflexión ética un material útil para la
elaboración de los principios morales sobre la responsabilidad de la persona y
sobre la amplitud de la libertad humana, concretamente delimitada y limitada por
sus diversos condicionamientos.

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