Está en la página 1de 2

En su película “El Hombre Elefante” (1980) David Lynch relata la historia de John Merrick, un

hombre que sufría de la enfermedad congénita conocida como síndrome de Proteus, entre cuyos
signos se encuentran el crecimiento excesivo de la piel, el desarrollo anormal de los huesos y la
formación de tumores en la mitad superior del cuerpo; y a raíz de ello era llamado “El Hombre
Elefante”.
El largometraje da inicio mostrando a John Merrick, quien es expuesto ilegalmente, y en contra
de su voluntad, por un personaje llamado Bytes en un circo ambulante; paralelamente se
introduce a un médico cirujano llamado Frederick Treves, quien encuentra a Merrick tras visitar
dicho circo con el objetivo de hacerse con un sujeto enfermo del que pudiera realizar una
investigación en el ámbito médico. Dadas las condiciones inhumanas en las que John se veía
obligado a vivir, Treves toma la decisión de internarle en el Royal London Hospital donde él
trabaja. Merrick, que llevaba una vida llena de maltrato y menosprecio a raíz de su condición, al
verse recibido cálidamente y tratado dignamente en el hospital en el que Treves lo admite, ve
gradualmente la oportunidad de revelar su identidad, esto es, la de una persona sofisticada, muy
sensible y de un gran intelecto. Era un hombre que poseía un gran gusto hacia el arte, como por
ejemplo el teatro, la literatura, la arquitectura y el dibujo. Disfrutaba de leer la biblia para
aprenderse los versos y recitarlos en su mente, poseía una alta destreza en la reproducción de
obras arquitectónicas a pequeña escala, lo que le permitía hacer maquetas reproduciéndolas en
gran detalle.
En la escena más célebre de la película, Merrick, quien se ve de nuevo presa del maltrato y el
abandono, es perseguido en una estación de trenes por una muchedumbre que le acorrala y lo
hace caer, lo que le lleva a gritar de desespero las siguientes palabras: “¡No, yo no soy ningún
monstruo, no soy un animal! ¡Soy un ser humano…! ¡Soy un hombre!”
Con relación a lo anterior se considera oportuno traer a colación el concepto de identidad
descrito en el libro de Giddens, el cual define como “Aspectos distintivos del carácter de un
individuo o de un grupo que está relacionado con el sentido del «self», de sí mismo”; esto
porque el sujeto en cuestión, y como se mencionó con anterioridad, tiene un modo de
comprender su identidad y su sentido de self (concepto descrito por Cooley (1902) y
Mead(1934)), el cual va construyendo, no sin gran dificultad, a medida que transcurre la
película, y con esta, sus interacciones con la sociedad que le rodea; lo que se quiere decir es que
el protagonista comprende lo que es en tanto que individuo, y es por eso mismo que se ve
afectado por la forma en la que otras personas le tratan con base a su condición física, es decir,
al estigma con el que le desacreditan. Para ampliar el concepto de identidad se tomará el de
Jenkins (2008), quien consideraba que se dividía en tres partes: 1) un elemento individual o
personal, 2) un elemento colectivo o social y 3) la encarnación de una identidad. Con respecto a
esta última, se dice que la identidad siempre está enraizada en el cuerpo físico de la persona.

Para dar evidencia de la anterior afirmación se nombrarán dos casos específicos del
largometraje en cuestión; el primero se trata de la conducta y el comportamiento de John al ser
objeto de la exhibición de un circo, cuando era tratado como un monstruo y no como el humano
que era, lo que lo llevaba a cohibirse a un punto tal, que hacía pensar a Bytes que su condición
le impedía totalmente el comunicarse verbalmente y que por ende era “retrasado mental”, cosa
que nunca dudó en gritarle y sacarle en cara, aspecto este que vale la pena mencionar por ser un
factor social que afectaba profundamente al protagonista.
El segundo consiste en el caso diametralmente opuesto, es decir, cuando John fue tratado con la
dignidad que merecía gracias a la ayuda del doctor Treves, condición que le permitió
desenvolverse vehementemente ante la nueva red social que pudo ir formando, y que, contrario
a lo que la identidad colectiva podía decir de él dada su deformidad física, dejó que floreciera,
independientemente del estigma de desacreditación que llevaba dada su discapacidad física.

También podría gustarte