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Texto: "Identidad de las organizaciones”

Aut.: J. Etkin – L. Schvarstein

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Texto: "Identidad de las organizaciones”
Aut.: J. Etkin – L. Schvarstein

CAPÍTULO 1

CONCEPTO DE AUTOORGANIZACIÓN

Utilizamos el concepto de autoorganización para referirnos a una capacidad


de las organizaciones sociales, consideradas como sistemas. Se trata de
una capacidad compleja, que incluye múltiples elementos constitutivos del
sistema. Los componentes básicos de esta capacidad son los siguientes:

a) producirse por sí sola dado que el sistema social selecciona


internamente y realiza las actividades que él necesita para
seguir operando, incluyendo la elección de sus objetivos;

b) mantener los rasgos de identidad frente a perturbaciones del


medio circundante;

c) capacidad de operar en condiciones diferentes de las de origen,


sin perder continuidad ni cohesión entre las partes,

d) autonomía en el sentido que el sistema dispone como


elementos constitutivos a sus propias unidades de gobierno;

e) presencia de procesos internos de control mediante los cuales


se regulan las operaciones el sistema y se delimitan las
fronteras de la organización;

f) capacidad del sistema para realizar su propia renovación


estructural cuando se producen situaciones de crisis y
catástrofes.

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Como vemos, el concepto de autoorganización no se relaciona con las


políticas de conducción o estrategias de la dirección. Se trata de una
referencia a la realidad, una visión complementaria de otros modos de
explicación. La autoorganización no debe confundirse con la creencia en la
naturalidad o espontaneidad de los procesos organizacionales. Las
organizaciones sociales son creadas por actos intencionales, y la lógica y
racionalidad están presentes en las acciones individuales. Pero también es
cierto que estas acciones, en el marco de un sistema particular, son
congruentes con las pautas de interacción instaladas en ese sistema y con
sus rasgos de identidad.

La autoorganización incorpora en el análisis la idea del cierre en los


sistemas, pero no lo hace de manera absoluta como si se tratara de un
aislamiento. Las organizaciones operan en un medio social más amplio, y
las instituciones del contexto están presentes en las decisiones cotidianas
de los participantes. Pero autoorganización significa que el sistema dispone
de capacidades propias para articular nuevos comportamientos en el marco
de su identidad y su autonomía. Significa que las organizaciones sociales
no están determinadas desde afuera, que su realidad también debe
comprenderse desde la óptica de su lógica interna, de sus propias leyes de
funcionamiento.

El aspecto distintivo de nuestra definición de autoorganización consiste en


que la vinculamos a la preservación de los rasgos de identidad del sistema
social. Sostenemos que los cambios en la organización preservan ciertos
rasgos que distinguen a cada sistema, y esta invariancia permite al
observador afirmar que dicho sistema existe, que es diferenciable de otros.
Estos rasgos no son una propuesta, un atributo asignado por el observador,
sino que resulta de la presencia de invariancias en el funcionamiento de la
organización a lo largo del tiempo.

Hablar de autoorganización requiere entonces tener en claro los


fundamentos de la invariancia y del cambio en el sistema. La invariancia es
la permanencia de los rasgos de identidad a pesar de las modificaciones
estructurales a través del tiempo: el carácter represivo de las prisiones, la
solidaridad en las cooperativas, la urgencia en el quirófano, el tamaño en el
astillero, el dogma en la Iglesia, la especulación en la bolsa de valores, la

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jerarquía en el ejército. Son todos ejemplos de identidad en el sentido


genérico; en cada organización los rasgos tendrán una manifestación
específica. Así, un banco puede ser público o privado, mayorista o
minorista, regional o nacional, y éstas son sus especificidades.

El tema básico que los procesos de autoorganización ponen de relieve es la


relación que existe entre la invariancia y las transformaciones estructurales
en el sistema. Éstos son fenómenos que coexisten, cuyas explicaciones
tienen una base común, no opuesta ni conflictiva. La invariancia y el cambio
se requieren mutuamente para explicarse, y el concepto de
autoorganización sirve como explicación. Es entonces un concepto
articulador.

La autoorganización es una propiedad emergente del funcionamiento del


sistema social. Es un concepto que se ubica en el nivel del sistema pero no
debe entenderse como algo inmanente o trascendente, como una condición
global que se impone a los participantes, como un requisito que todos
deben satisfacer para sostener el sistema. En los hechos, son las
interacciones entre participantes las que construyen las condiciones de
autoorganización, las invariancias. Esta construcción no es deliberada sino
emergente. La capacidad de autoorganización no implica que lo normal sea
el consentimiento y la adhesión de los participantes. La continuidad de la
organización y su cohesión interna admite múltiples formas de acuerdos y
de desacuerdos. Las crisis internas son señales de desajustes, pero
también muestran la capacidad de la organización para compensar
perturbaciones.

Tomemos el caso de una explotación agropecuaria familiar, una pequeña


granja. En ella las actividades cotidianas y las pautas recurrentes de
interacción entre los componentes del grupo tienden a consolidar la imagen
del padre de familia. Las actividades en la granja son múltiples, con diversos
roles y funciones, pero esta diversidad no cambia la noción de familia y la
relevancia de la figura paterna. A lo largo del tiempo pueden aparecer crisis
en el trabajo, situaciones que son compensadas y neutralizadas por las
regulaciones de la propia familia. También ocurren perturbaciones
ambientales, por ejemplo la pérdida de cosechas, los cambios imprevistos
de precios en el mercado. Todo ello lleva a redefinir los esquemas
estructurales de la granja, tales como las relaciones de poder entre los

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participantes. La autoorganización explica que estas transformaciones serán


de índole estructural, producidas por la misma organización.

Otros cambios en la granja bajo la perspectiva de la autoorganización se


consideran destructivos, con pérdida de identidad. Por ejemplo, la fusión
con otra explotación agropecuaria. Visto desde afuera este cambio es
evolutivo porque la granja se convierte en una organización más
desarrollada. Debe entenderse que la calificación de cambio destructivo es
válida en cuanto a los rasgos preexistentes, pero no implica que la situación
sea mejor o peor. El enfoque de la autoorganización explicará el colapso
como una limitación en la capacidad de la granja para mantener su
singularidad y continuar produciéndose a sí misma como una explotación
agropecuaria familiar.

Como puede observarse, para explicar el cambio no necesitamos referirnos


a la falta de adaptación. Desde la perspectiva de la autoorganización no
tiene sentido poner sus invariancias en función de las necesidades o
demandas de otros sistemas externos. Cada organización se explica por
sus propias leyes de funcionamiento y no por los cambios ambientales.
Existe una correlación pero no una relación causal. El concepto de
adaptación es el argumento de un observador externo cuando su ubicación
le permite analizar la evolución y el acople a través del tiempo entre varios
sistemas. Por ejemplo, en una corporación, la Dirección puede afirmar que
no hay adaptación entre el sistema de producción y el de comercialización.

Otra característica del enfoque de autoorganización consiste en que la


noción de propósitos ya no es necesaria para explicar la racionalidad de las
conductas en la organización. Ello también implica abandonar toda visión
determinista o finalista de las actividades y procesos internos de la
organización. Estamos cambiando el dominio en el cual nos ubicamos para
realizar el, análisis. Esto implica pasar desde la perspectiva externa (o
dominio de los propósitos del observador), hacia el dominio de la lógica
interna de la organización. A continuación explicamos cómo este enfoque se
refleja en la definición de tres conceptos utilizados en el análisis
organizacional: la noción de tiempo, el concepto de control y la idea del
cambio organización como efecto de las fuerzas que intervienen en su
funcionamiento.

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Respecto de la noción de tiempo, bajo el enfoque de la autoorganización se


trata de una dimensión y no de un recurso, porque el tiempo no produce
nada en sí mismos Tomamos el tiempo en el sentido del reloj, como una
magnitud y una forma de medición, es decir como indicador de la duración y
el momento de los eventos. Decimos que los procesos organizacionales se
producen según sus propias leyes, según sus ciclos internos. Para
promover atrasos o aceleraciones se requiere de otras actividades llamadas
inhibidoras o activadoras. En la autoorganización no hay una flecha del
tiempo, no hay una dirección inevitable, y los procesos se degradan por su
propia naturaleza, pero también se enriquecen por la propia capacidad de
cambio de la organización. El tiempo puede asociarse con un rasgo de
identidad organizacional, y en este caso hablamos de ciclos internos como
una de las condiciones que distinguen a la organización. En el caso de las
bodegas, el cuerpo de bomberos o el transporte en ambulancia, el tiempo
no es sólo reloj sino también una manifestación de la identidad. No sólo
permite medir, comparar y ubicar sino que también distingue un sistema de
otro.

Respecto del concepto de control, el enfoque de autoorganización no lo


toma como un dispositivo adicional, ni orientado por el logro de una meta
externa al sistema. Se entiende el control como un sistema interno que, al
igual que los restantes, opera frente a perturbaciones. Es el observador
quien califica a estas perturbaciones corno errores, desvíos o metas
incumplidas. Es también el observador quien afirma que este sistema hace
comparaciones. En los hechos, las perturbaciones activan las acciones que
llamamos de control, y su efecto es compensar directamente la perturbación
o bien provocar cambios compensadores en otros sistemas afectados por la
fluctuación.

El concepto de autoorganización también implica una manera diferente de


pensar sobre la existencia de fuerzas en la organización. Desde esta
perspectiva, las fuerzas son una manifestación de la trama de relaciones
internas y de acoples con el exterior. Esta trama es cambiante y también lo
son las tensiones en el sistema, de manera que no puede decirse que un
componente disponga de una fuerza que actúe en un sentido determinado,
sin considerar su interacción con otros factores. La organización es una
estructura de significados y sus estados internos no son dependientes de la
presión de factores impersonales que la modelen. Son los participantes

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quienes atribuyen sentido a las presiones de otros miembros y del contexto.


El concepto de fuerzas impulsoras y restrictivas se reinterpreta utilizando los
conceptos de debilidades y capacidades de la organización.

Cuando decimos que estos conceptos de tiempo, control y fuerzas cambian


de sentido bajo el enfoque de la autoorganización, no negamos la validez de
estas nociones en su versión física, tal como se utiliza en los modelos
mecanicistas de organización. Por ejemplo, cuando consideramos a la
organización desde una perspectiva externa o heterónoma, la vemos como
un sistema productor de bienes y servicios, y en este ambiente se considera
al tiempo, al control y a las fuerzas como recursos en sí mismos, que
además están programados para guiar la organización. La autoorganización
pone entre paréntesis estos conceptos en el sentido que no los vincula a
necesidades del sistema, propósitos de los participantes o acción de otros
sistemas ambientales. Estas ideas son redefinidas en el marco de la
invariancia, la autonomía y los procesos de cambio estructural en las
organizaciones.

1. PROPÓSITOS DEL ENFOQUE

El enfoque de la autoorganización intenta proporcionar nuevos marcos


conceptuales para: a) una mejor explicación de la realidad organizacional,
b) disponer de fundamentos teóricos que respalden las políticas de los
administradores y otros operadores organizacionales, c) disponer de nuevas
bases para las técnicas de gestión administrativa y de intervención
organizacional, para operar sobre la realidad de las instituciones, en el
sentido para el cual están preparadas y consideran apropiado sus propios
participantes.

Tomemos un caso concreto para mostrar cómo el enfoque de la


autoorganización intenta reconocer la presencia de distintas lógicas o
modos de razonar sobre la realidad según los propósitos que llevan a
estudiar los problemas de la organización. Se trata de una decisión sobre el

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reemplazo de telares en una fábrica textil, con alternativas en cuanto al


nuevo ambiente tecnológico a instalar.

En esta situación, el marco teórico de autoorganización implica incorporar


en la descripción del caso e impacto el reemplazo sobre la continuidad y
cohesión de las relaciones vigentes entre personas, grupos y la
organización como conjunto. En este nivel de conocimiento se recurre a la
lógica de la preservación de la identidad.

Pasando al nivel de las políticas, la interpretación del cambio se efectuará a


partir de los estados considerados posibles y deseables para el operador en
cuanto a la diversificación de productos o expansión de la empresa. En este
nivel del análisis corresponde extender las proposiciones utilizando la lógica
del poder hacia afuera (esto es, el desplazamiento de la competencia).
Finalmente, en el campo de las técnicas, las cuestiones se refieren a los
insumos de los telares, su producción horaria, sus tiempos de preparación,
la variedad de tejidos y en general los temas que se analizan bajo la lógica
de la productividad.

Entonces, el enfoque de la autoorganización rescata no sólo el abordaje de


la realidad desde distintas perspectivas, sino la necesidad de reconocer la
presencia de una lógica disímil para cada nivel epistemológico de análisis
de las organizaciones sociales. También se trata de demostrar que en cada
nivel de abordaje varían los tiempos de referencia. En la aproximación
técnica el tiempo es el del reloj, que rige los movimientos de las máquinas
que intervienen en el proceso productivo. En el nivel político interviene el
tiempo en el que deben satisfacerse los intereses de los sectores
involucrados en cada situación. En el nivel de la supervivencia, el
observador debe reconocer y respetar la duración de cada ciclo vital y su
enlace con las restantes operaciones de la organización cuyos tiempos
deben subrogarse a dichos ciclos vitales.

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2. VALORES SUBYACENTES EN EL ENFOQUE

La idea básica del enfoque de la autoorganización no es encontrar para los


directivos soluciones específicas a problemas de organización, -sino ofrecer
a todos los niveles del sistema un esquema conceptual y operativo a través
del cual puedan desarrollarse las políticas de gestión.

El enfoque no considera que los objetivos, propósitos o proyectos de la


organización social sean un elemento más importante que otras variables
para la comprensión del funcionamiento organizacional. En cambio se
preocupa por los elementos constituyentes, por el sistema socio-cultural.
Para esta comprensión, la organización no es una creación artificial
procesadora de insumos, tal como suele presentarla el análisis de sistemas.
Los cambios en el sistema social autónomo no dependen del flujo de
ingresos, y sus respuestas no son una conducta refleja de los estímulos
externos.

Frente a las explicaciones deterministas, que parten de un orden predefinido


y explican a las organizaciones como realizadoras de objetivos, el enfoque
de la autoorganización rescata la variedad y las fluctuaciones en los
comportamientos del conjunto. De esta manera, el análisis de las
perturbaciones externas sólo tiene el sentido y la significación de un
componente histórico, pero no da certeza respecto de las futuras acciones
de la organización.

Se supone que las organizaciones mantienen su cohesión cambiando sus


formas estructurales cuando son perturbadas por eventos independientes
del entorno. Los procesos de adaptación no son una copia o asimilación ni
el reflejo interno del contexto. Son modos de relación generados y admitidos
por la propia organización a través de su variedad y no de un orden externo
impuesto o condicionante. Las organizaciones complejas están incluidas en
múltiples niveles de recursividad con otros sistemas, de manera que, antes
que un ingreso o insumo externo existe un acople específico, un intercambio
continuado con otros sistemas.

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3. TIPOS DE ORGANIZACIONES ESTUDIADAS

Los conceptos y modos de comprensión contenidos en el enfoque de la


autoorganización se refieren a un amplio espectro de agrupamientos
sociales. En todos ellos es visible la adopción de un proyecto específico en
el momento de su creación. Esta adhesión inicial se continúa en el tiempo a
través de procesos cohesivos tales como los procesos de comunicación, de
motivación y el ejercicio del poder. Los estudios sobre autoorganización
destacan la capacidad del sistema para transformar sus modos de
funcionamiento junto con las modificaciones en su entorno.

En el objeto de estudio de la autoorganización se incluyen una variedad de


sistemas, que se ubican en tres grandes categorías de análisis

a) Los denominados grupos básicos de operación, con un numero


relativamente pequeño de participantes comunicados entre si en forma
directa, actuando por ejemplo en aulas, oficina, quirófanos, equipos
deportivos, talleres, conjuntos musicales.

En este punto debe destacarse que el estudio de grupos básicos se realiza


en tanto integrantes de una organización que los contiene y que se
constituye en el referente imprescindible para su análisis. Es decir que en
un aula la perspectiva de la autoorganización estudia los procesos
inherentes a la organización, como ser el cumplimiento (o la omisión) de las
reglas de juego de la escuela, la relación entre la estructura del grupo con el
sistema mayor que lo incluye, el modo de relación docente-alumno y su
congruencia con la particular concepción del aprendizaje en esa escuela.
Con esto decimos también que no aplicamos el enfoque de la
autoorganización al análisis del aula en tanto grupo. Consideramos que el
funcionamiento del aula es un tema reservado al ámbito de quienes desean
estudiar los fenómenos desde la perspectiva de la dinámica grupal. De
cualquier manera, cabe aclarar que ambos enfoques son complementarios y
sus conclusiones pueden realimentarse mutuamente.

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b) Las organizaciones más amplias, como hospitales, partidos políticos,


cooperativas o empresas industriales, con relaciones más formales e
indirectas en las cuales aparecen interactuando entre sí grupos
especializados respecto de múltiples propósitos.

Al respecto puede observarse que el enfoque que seguimos tiene la


característica de atravesar un amplio conjunto de organizaciones del medio
social, destacando que todas ellas presentan rasgos de autonomía,
identidad y transformación estructural. Ellas pueden abordarse sin
considerar a priori los propósitos específicos que le asigna un observador
externo. Dichos propósitos —desde nuestra perspectiva— no determinan la
existencia de la organización sino que también son una consecuencia de su
devenir, como veremos más adelante.

c) Las organizaciones identificadas como metasistémicas que determinan el


conjunto de normas y valores instituidos para las entidades cuyo
funcionamiento regulan. Por ejemplo, ministerios, federaciones, cámaras,
bancos centrales, parlamentos, asociaciones profesionales. Este nivel es
abordable en el marco conceptual de la autoorganización con carácter
reflexivo, es decir, estudiando la entidad en su interioridad, considerando
sus propios aspectos organizacionales. Por lo tanto, queda excluida como
objeto de estudio la proyección política y normativa de la organización
respecto de otros sistemas en el medio social más amplio.

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