El potlatch

Era un festival practicado por grupos nativos de la costa del pacífico norte, entre los actuales eeuu y
canadá. A la llegada de los colonos, los cuales vivían en poblados liderados por lo que nosotros
llamaríamos una nobleza, sin embargo el estatus del jefe no estaba dado y pasaban la mayor parte
del tiempo rivalizando entre sí por la fama y el prestigio.

El festival consistía en lo siguiente: un jefe invitaba a otro jefe y a sus seguidores a un banquete,
estos llegaban al lugar navegando y una vez allí el anfitrión atiborraba a sus invitados con un
montón de comida y llenaba sus canoas de regalos, los invitados comían a veces hasta vomitar sólo
para después seguir comiendo. Pero esto no era como una amable comida de navidad, mientras más
regalos hacía el jefe, más se humillaba a los invitados que tenían que soportar ver como su anfitrión
se jactaba de todos los regalos que podía ofrecer, al tiempo que se reía del jefe rival.

Así el propósito fundamental de estas fiestas era ganar prestigio y humillar a los contrarios, el ansia
por presumir era tan grande que algunos jefes llegaban al extremo de quemar sus propias casas, un
gesto con el único propósito de engrandecer se socialmente delante de los invitados, lo que hoy
muchos llamaríamos ir de sobrado

Cuando todo aquello terminaba el jefe del grupo invitado herido en su orgullo, prometía que se
vengaría organizando un festival aún más generoso y humillando a su actual anfitrión cuando
tuviese la ocasión, así se pasaban todas las comunidades rivalizando entre sí para ver quién era
capaz de organizar la fiesta más ostentosa.

Los colonos por supuesto vieron este comportamiento como un absurdo y consideraron que los jefes
eran unos maníacos tan obsesionados con el prestigio que estaban derrochando un montón de bienes
valiosos de manera estúpida. Podemos comparar este caso con otros similares, en melanesia y en
nueva guinea, allí se encontraron lo que llamamos sociedades de grandes hombres, éstos organizan
banquetes y exhibiciones en las que se reparte entre los vecinos gran parte del excedente a cambio
de conseguir con ello un importante prestigio social y rivalizan con otros líderes por ser los mejores
anfitriones. Estos grandes hombres disfrutan de un elevado reconocimiento pero, por lo general
apenas dejan para sí mismo las obras.

Prestigio y bienes circulan en sentidos opuestos, allí donde se incentiva culturalmente el deseo de
convertirse en líder, los aspirantes comienzan a volverse ahorradores y a buscar personas que los
ayuden a estas personas. A su vez, saben que recibirán importantes ganancias y aumentan su
productividad puesto que ayudará al aspirantes les garantiza un trato de favor. Así el resultado que
todos trabajan más de lo realmente necesario para la subsistencia ello, tiene una ventaja bastante
práctica y es que proporciona un margen de seguridad ante posibles condiciones adversas que se
den eventualmente como por ejemplo: una mala cosecha, a esta forma de intercambio se la conoce
como redistribución y para comprenderla mejor hay que contraponer la otra forma de intercambio
presente sobre todo entre bandas de cazadores y recolectores, en la que llamamos reciprocidad. La
reciprocidad consiste en dar algo a otro sin que exista ninguna claridad sobre qué es lo que hay que
devolver y cuándo hay que devolverlo, un cazador vuelve como una presa y le da un buen trozo a
otro que no ha tenido tanta suerte. Más adelante el beneficiado puede devolverle ese favor u otro de
cualquier tipo ya sea otro trozo de carne o ayudándole en alguna tarea la característica principal, de
esta forma de intercambio es la falta de cálculo, no es como un simple trueque no hay tablas de
equivalencia. Sin embargo, está muy mal vista las personas que reciben muchos favores y nunca los
devuelven pero, esto rara vez ocurre pues en este tipo de vida los individuos dependen los unos de
los otros para sobrevivir, esto es tan así que incluso dar las gracias es de mala educación pues
desnaturaliza el intercambio al contrario de los ejemplos que hemos visto este tipo de grupos se
caracteriza por evitar a toda costa el prestigio o cualquier cosa que se le parezca.