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https://elpais.com/ciencia/2021-01-18/las-matematicas-que-surgieron-de-las-pandemias.html
Siglos antes de la crisis del COVID-19, Europa vivió otras terribles pandemias que
diezmaron su población, como la peste negra y la gran peste de Londres. En aquellos
periodos comenzaron a desarrollarse las matemáticas que hoy son fundamentales en la
modelización de enfermedades infecciosas: la noción de crecimiento exponencial y el
cálculo diferencial.
Los europeos que sufrieron la peste negra en el siglo XIV, especialmente entre 1347 y
1353, creían que la enfermedad era un castigo divino. Algunos de ellos se refugiaron en las
iglesias y otros corrieron hacia los lupanares, que conocieron un desarrollo inusitado en la
época; los primeros tratando de salvar sus almas y los segundos con el deseo de disfrutar
por última vez de sus cuerpos. Los más pudientes huyeron a sus casas de campo, alejadas
de los núcleos urbanos, buscando aires más puros y sanos. Algo parecido ocurrió en la gran
peste de Londres en el siglo XVII, magníficamente descrita por Daniel Defoe en su Diario
de la peste.
Bradwardine, conocido también como Calculator, usó esta teoría para establecer una
relación entre la velocidad que adquiría un cuerpo al aplicar una fuerza F teniendo en
cuenta la resistencia R. Observó que la velocidad era proporcional al cociente F/R pero de
una forma particular, que se correspondía al logaritmo de F/R. Aunque el concepto de
logaritmo y su inversa, la función exponencial todavía no existiera en esa época, anticipó
tres siglos la idea que después desarrollarían algunos miembros de la familia Bernoulli y
Leonhard Euler.
El crecimiento exponencial es un incremento que crece cada vez más rápido según se
avanza, por ejemplo, una cantidad x que se duplica en cada intervalo de tiempo; al poco
tiempo, en n pasos, habrá crecido de una manera prodigiosa a (2^n)x. Eso es lo que ocurre
en una epidemia con las personas contagiadas o en un cultivo de bacterias.
Más de 300 años después de los calculadores, la gran peste de Londres asedió la capital
inglesa. Entre aquellos que huían al campo estaba un joven Isaac Newton, que abandonó la
Universidad de Cambridge para refugiarse en la granja familiar. Allí desarrolló la mayor
parte de sus grandes contribuciones científicas sobre la mecánica, la gravitación y sentó los
cimientos del cálculo diferencial. Los actuales modelos matemáticos de epidemias se basan
mayoritariamente en ecuaciones diferenciales que dictan la evolución de los contingentes
de susceptibles, infectados y recuperados desde la noción de derivada.
Todos estos avances han modificado la vida de los habitantes del planeta de una manera
espectacular y, en particular, nuestra respuesta a las epidemias. También ha cambiado la
situación poblacional, determinante en el avance de una pandemia. Si en la Edad Media la
propagación de la enfermedad era lenta ―se dice que dos kilómetros por día― y saltaba de
un lugar a otro principalmente por barcos ―infestados de ratas y pulgas transmisoras―,
hoy en día, una persona infectada puede trasladarse en cuestión de horas a miles de
kilómetros de distancia tomando un avión. Además, el extraordinario crecimiento de la
población mundial ―de unos 300 millones de habitantes en el año 1000, a los 7.800
millones actuales― también ha contribuido a que el virus encuentre auténticas autopistas
de propagación en cuestión de días.
Otras reacciones no han cambiado tanto. Y, así, hemos visto cómo las autoridades han
tenido que dictar medidas de confinamiento para evitar la huida de los ciudadanos de las
ciudades a las zonas rurales. También asistimos a las fiestas de los más jóvenes practicando
el carpe diem, tal y como hicieron muchos de nuestros antepasados en otras épocas.
ACTIVIDADES
leído https://www.youtube.com/watch?v=SukBYyQOReM