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Módulo 2:
La ESI con perspectiva de género
Introducción
Por otro lado, analizaremos la ESI como una política de cuidado y desde las
políticas de cuidado, atendiendo a los derechos humanos y al derecho al
aprendizaje. En ese sentido, les brindaremos algunos aportes en torno al trabajo
institucional de la ESI y al tratamiento de los emergentes que irrumpen en las
instituciones educativas que requieren de un abordaje centrado en la perspectiva
de género.
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Objetivos
1. Conocer y analizar el enfoque de género para estudiar la ESI desde sus
aspectos epistemológicos.
Contenidos
El enfoque de género
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posicionamiento teórico, es posible reconocer el carácter histórico y dinámico de
los cuerpos sexuados y, en consecuencia, advertir las desigualdades que
atraviesan a las personas respecto del género y las sexualidades.
Para esto, primero les proponemos analizar la mirada normativa respecto de las
sexualidades y luego, revisar de qué modo la perspectiva de género la pone en
cuestión.
La mirada hegemónica
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Hablamos de hegemonía porque se trata de un modo de ver y categorizar las
vidas de las personas sostenido por un grupo social con gran poder y autoridad
(por posición económica o tradición), pero que se extiende más allá de dicho
grupo. Es decir, la mirada hegemónica también habla de los otros grupos que
están en una posición o jerarquía inferior y que se encuentran en desventaja
respecto de los grupos poderosos. Lo que advertimos cuando proyectamos la
mirada de género sobre estos modos hegemónicos de entender las sexualidades
es que la experiencia social siempre es diversa y, por ende, no siempre va a
responder a los parámetros que el modelo hegemónico establece. Por eso
hablamos de opresión y de desigualdad. Veamos esta cuestión más en detalle.
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Se trata de una organización binaria que se establece como lo natural, lo
dado, lo normal. Según este ordenamiento, se espera que una persona que nace
con pene asuma el género masculino y sienta deseo por las mujeres. Si nace con
vagina, se espera que asuma el género femenino y que desee a una persona del
otro grupo que se presenta como su complementario. Así, las personas viven,
actúan y se relacionan sexoafectivamente con sí mismas y con el resto,
condicionadas por este esquema diferencial.
Por otra parte, esta disposición establece que el varón predomina sobre la mujer.
En ese sentido, se trata también de un esquema que entrama una serie de
desigualdades que se sostienen y se justifican porque se asumen como
naturales o dadas. Por ejemplo, cuando se dice que las mujeres son cuidadoras
innatas, emocionales y sensibles; o que los varones son fuertes, racionales y
objetivos se están proyectando modos esencialistas de entender a las y los
sujetos sexuados. Es decir, se establecen modos de describir diferenciados según
este esquema binario entendido como lo normal, universal y que, como “siempre
ha sido así”, no se puede cambiar.
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profesional y de clase media no sufre el mismo tipo de opresión que una mujer
negra y campesina o que una mujer con discapacidad y de clase baja. Para dar
cuenta de estos entrecruzamientos, nos resulta un gran aporte el concepto de
interseccionalidad.
Para ampliar esta cuestión, les invitamos a mirar el siguiente video. Pueden
acceder al video haciendo clic acá.
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Sobre la intersexualidad
Sobre la intersexualidad
Para seguir ampliando la mirada y/o como recurso para trabajar en las
escuelas, pueden ver la película XXY de la directora argentina Lucía Puenzo,
donde se aborda la temática que nos ocupa. Pueden acceder al video haciendo
clic acá.
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Volviendo al cuadro del modelo hegemónico, si vamos a la fila de género, vemos
que, del mismo modo, las identidades de género masculina y femenina son
sostenidas como las únicas posibilidades normales y naturales. Sin embargo, los
modos de ser mujer y de ser varón no son dados por la naturaleza, sino que son
consecuencia de los discursos hegemónicos que fundamentan los estereotipos
de género. En realidad, la mayoría de las personas no cumplen con todo lo que
se espera de ellas según lo establece este esquema y en muchos casos,
inclusive, hay una falta de correspondencia total. Por ejemplo, una mujer puede
llevar el pelo corto, no depilarse y hacer trabajos de albañilería, y esto no implica
que no sea mujer o que sea menos mujer que una que lleva el pelo largo, se
depila y es buena cocinera. Son modos de ver y de entender a las personas
fuertemente estereotipados y que refuerzan una mirada opresora y sexista a la
hora de definirlas.
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Producciones realizadas por las y los estudiantes del Liceo 4 (CABA) Educar en igualdad
MATERIAL AMPLIATORIO
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debe ser con una única persona que se presenta como lo complementario, esa
“media naranja” que nos completa y será nuestro único y verdadero amor para
toda la vida.
MATERIAL AMPLIATORIO
La mirada de género
Cuando nos colocamos los anteojos de género “multicolores” (en referencia a los
colores representativos de las disidencias sexuales y los feminismos), vemos que
este esquema dicotómico que establece genitalidades, identidades de género y
deseos “normales”, “naturales” y “universales” no responde a las reales
experiencias vitales de cada ser humano. Dicho de otro modo, los cuerpos y las
sexualidades de las personas no son dados por naturaleza, sino que se van
configurando en un entrecruzamiento de dimensiones que determinan
experiencias particularizadas y diversas. Así, debemos entender a las
sexualidades como transitorias, contingentes y con un “carácter fragmentado,
inestable, histórico y plural” (Lopes Louro, 1999). En este sentido, desde la
perspectiva de género decimos, entonces, que no hay cuerpos normales, sino
normalizados de acuerdo a aquello que el discurso hegemónico determina.
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Desde la perspectiva de género, advertimos no solo que las categorías del
esquema binario no son consistentes sino que, además, la correspondencia entre
el sexo asignado, la identidad de género y el deseo tampoco es tan lineal como
se la plantea. Por ejemplo, hay personas que tienen vagina pero no se sienten o
perciben como mujeres, es decir, que su identidad de género difiere del sexo que
les fue asignado al nacer. De la misma manera, una persona que se identifica
como varón puede sentirse atraído sexualmente por otros varones, es decir, que
su deseo no se corresponde con las categorías lineales que determina el
esquema binario.
Las y los invitamos a mirar este breve video donde las y los jóvenes comparten
sus miradas sobre la normalización de los cuerpos y la diversidad sexual.
Pueden acceder al video haciendo clic acá.
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En general, la mayoría de las personas presupone que el resto es heterosexual.
Esto también sucede en los ámbitos educativos: ¿cuántas veces nos dirigimos
hacia algún estudiante presuponiendo que si se autopercibe como varón gusta
de una chica? ¿Cuántas veces pensamos que porque una colega se expresa
como mujer está en pareja con un varón?
Cuando desde los Estados, las instituciones sociales, las familias, los medios de
comunicación, etc. se sostienen los discursos fundamentados sobre la matriz
binaria como la única válida, todas aquellas personas que no se ajustan a esa
norma pueden padecer la estigmatización social, la patologización avalada por el
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discurso médico que habilita la medicalización de los sujetos y la criminalización
de ciertas identidades. Esto, muchas veces, conlleva el rechazo y la violencia
hacia las personas que no se adecuan a lo que se espera de ellas en cuanto a la
identidad de género (transfobia) o a la orientación sexual (homofobia y
lesbofobia).
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El enfoque de derechos
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Murales alusivos a la campaña Niñas no madres en el Colegio Nacional de Azul
Así, la ESI establecida como un derecho hace posible que puedan garantizarse
otros derechos sexuales como la salud sexual y reproductiva (Ley 25.673) y la
eliminación de la discriminación contra la mujer (Ley 26.061). Pero, además,
significa un aval legal de gran importancia para las y los docentes. De esta
manera, se legitima su trabajo sobre temáticas vinculadas con los estudios de
género y las sexualidades y se les facilita el acceso a materiales y herramientas
para proyectar sus intervenciones pedagógicas. Sobre esta cuestión
profundizaremos en los siguientes módulos.
Por otro lado, es importante que reparemos en otros derechos que, aunque
plasmados en leyes posteriores a la sanción de la ESI, inciden de forma
significativa en los desarrollos de una educación sexual integral y con perspectiva
de género: la prevención de la violencia contra las mujeres (Ley 26.485), el
matrimonio igualitario (Ley 26.618) y la identidad de género (Ley 26.743). La
aprobación de estas leyes amplió el marco de derechos vinculado con las
sexualidades, por lo cual debemos tomarlas en consideración y reflexionar acerca
de su incorporación a nuestro trabajo con la ESI. Esto permitirá desarrollar
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modos de enseñanza actualizados en materia de género y sexualidades,
respetuosos de las demandas de los movimientos de la diversidad sexual y,
en ese sentido, justos e igualitarios.
¿Recuerdan qué sucedió en sus propias escuelas en 2018, durante los meses
en que este debate estaba aconteciendo? ¿De qué manera se hicieron visibles
las diferentes posturas sobre la IVE hacia el interior de los espacios
educativos? ¿Qué conversaciones se dieron en las aulas con sus estudiantes?,
¿y con sus colegas? ¿Qué situaciones emergentes pueden recordar que hayan
ocurrido en sus clases y/o instituciones que las y los llevaron a reflexionar
personalmente acerca de este tema? ¿Qué diferencias identifican respecto de
los debates del 2018 en el marco del nuevo tratamiento de la ley en el 2020?
¿Les parece que la situación de ASPO y DISPO afectó los modos de
visibilización y debate en las escuelas? ¿De qué modo?
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Las políticas de cuidado y la ESI como política de cuidado
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Mural por los derechos de las personas transgénero, Escuela Secundaria 11 de San Pedro
Entender la ESI con perspectiva de género como una política de cuidado nos
conduce a reforzar que la implementación de esta política permite la construcción
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de pautas, habilidades y estrategias de autocuidado en quienes aprenden; por
ejemplo, estrategias para comprender y respetar el propio cuerpo y el de las y
los demás. También, permite la construcción de entornos de cuidado en donde se
habilita la palabra, se orientan las situaciones de conflicto y se generan acciones
para la protección de las niñas, los niños, adolescentes y jóvenes, promoviendo
derechos y garantizando su satisfacción. De este modo, el trabajo con la ESI
permite, por ejemplo, enseñar qué secretos pueden ser guardados y cuáles, no;
posibilita el reconocimiento y la detección de situaciones de abuso, maltrato y
violencia y, a su vez, vehiculiza el pedido de atención, contención y ayuda ante
situaciones que vulneran derechos y ponen en riesgo a quienes aprenden. En
este sentido, la ESI es una estrategia, pero también, un instrumento para
garantizar el derecho básico a la educación y al aprendizaje de las y los
estudiantes.
Para que la ESI se desarrolle como política de cuidado desde una perspectiva de
género, es necesario que las instituciones educativas se transformen en
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escenarios de cuidado. En otras palabras, entendemos que no hay proyecto
institucional posible –ni vida– sin el cuidado del otro.
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lineamientos también tienen que ver con la subjetividad profesional de quienes
enseñamos.
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un trabajo grupal que no se realiza en soledad y que siempre implica el
respaldo y el apoyo de otras y otros, ya sean pares o autoridades. En este
sentido, la respuesta y las enseñanzas a las familias se presentan como un
conjunto de acciones que son institucionales y educativas y que permiten
la construcción de discursos diferenciados entre escuela y familia, pero
bajo el mismo propósito de garantizar el derecho a la educación.
● Cuando trabajan desde una perspectiva de ESI en sus clases y las y los
estudiantes reconocen y manifiestan situaciones de acoso, abuso,
violencia y vulneración de derechos: ¿cómo resuelven su abordaje?
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¿Cómo han procedido? ¿En quiénes se han apoyado? ¿Qué dudas se les
han generado a partir de sus intervenciones? ¿Siempre han intervenido?
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¿Conocen qué es el movimiento social y político NI UNA MENOS?
Las y los invitamos a mirar los siguientes videos y uno de los capítulos de la
serie Valores humanos, de la Televisión Pública, en donde se mencionan los
antecedentes históricos, los reclamos políticos y los testimonios de mujeres
víctimas de violencia de género y/o de sus familiares.
Pueden acceder a este material haciendo clic en los siguientes enlaces:
Para pensar el trabajo con la ESI desde los emergentes sociales es importante
destacar que el emergente que irrumpe siempre debe ser atendido desde la
práctica institucional y pedagógico-didáctica pero, a su vez, nunca debe concluir
en ese tratamiento puntual y situado. Es decir, se espera que el emergente
habilite un campo de problematizaciones escolares que construyan una
planificación futura y la producción de acciones con continuidad, reflexividad y
mirada crítica.
Por otro lado, el trabajo con los emergentes sociales nos exige que agudicemos
la escucha docente ante las demandas de las niñas, los niños, adolescentes y
jóvenes. Es decir, nos insta a posicionarnos desde “un enfoque que ‘deseduque’ y
promueva la escucha de las/os adultas/os” (Morgade, G. y Alonso; G.; 2008:
36). De esta manera, nuestra escucha docente tiene que ser cuidadosa y debe
interpelar nuestras seguridades y certezas para dar lugar a las dudas, las
inquietudes y las demandas de las y los demás, más allá de las lecturas de las
necesidades que como docentes vislumbramos, reponemos e imponemos.
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Múltiples actividades para abordar la ESI en la Escuela Secundaria N° 69 de General
Villegas
Para finalizar esta clase, nos parece importante rescatar que la ESI se constituye
como un marco de derechos y una política de cuidado que se sustenta en el
respeto por la multiplicidad de experiencias y vivencias sexuales y de género. Se
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trata de una política, una perspectiva y una pedagogía que se resiste a las
jerarquizaciones y apunta a problematizar los discursos y las prácticas
estigmatizantes y patologizantes que se reproducen desde la norma binaria
hegemónica para los géneros y las sexualidades.
Para ello, y a partir de ese ejercicio de memoria, les pedimos que repongan, a
través de una imagen, alguna práctica, discurso, ritual, recurso escolar o
material didáctico que consideren problemático porque refuerza la mirada
hegemónica sobre el género y las sexualidades.
¡Nos leemos!
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BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
REFERENCIAS
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Baéz, J. y González del Cerro, C. (2015). Políticas de Educación Sexual:
tendencias y desafíos en el contexto latinoamericano. Revista del IICE, N° 38.
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