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LA CONSTITUCIÓN ONTO-TEO-LÓGICA DE LA METAFÍSICA

Para Hegel el asunto del pensar es “el pensamiento”, “idea absoluta “, ser que se sabe con
certeza a sí mismo. Ser en dialéctica especulativa consigo mismo que en cada época lo va
conformando hasta llegar a su tiempo, el de la resolución de su asunto. He aquí, critica
Heidegger que ese asunto de su pensar que Hegel nombra, al igual que del resto de la historia
de la filosofía del pensamiento occidental queda por debajo del ser al que Heidegger dedica su
pensamiento. Para llegar hasta aquí, explicar la disparidad entre el pensar de Hegel y el suyo,
Heidegger cree necesario abordarlo junto a la clave histórica propia del pensamiento
especulativo del mismo Hegel. Y se hace, con tal fin, tres cuestiones necesarias de responder
sobre estos extremos en todo diálogo con la historia del pensar :

1.- El asunto del pensar. Para Hegel el este es el pensamiento como concepto absoluto,
mientras que para Heidegger es la diferencia - entre ser y ente – en cuanto diferencia.

2.- La medida para el diálogo con la historia del pensar. Mientras que la norma para entrar en
este diálogo según Hegel requiere introducirse en la fuerza de lo pensado por los pensadores
anteriores para gradualmente llegar al pensamiento absoluto, Heidegger apunta que aún
siendo la norma para el diálogo con la tradición histórica la misma, no pone el acento en la
fuerza de lo ya pensado, sino en aquello que sin haber llegado a pensarse, sin embargo le
confiere espacialidad a esa tradición concreta. Pero, y he aquí la diferencia con Hegel, no se
trataría de un volver a la historia filosófica del pensamiento para integrar el mismo en un
desarrollo sistemático que lo supere y lo conduzca cada vez más a su absoluto, sino que
requiere de la puesta en libertad del pensamiento ya trasmitido para poder adentrarnos en
ese ser anterior impensado aún.

3.- El carácter de este diálogo. Si Hegel lo pone en la superación “aufhebung”, del saber que se
sabe con certeza a sí mismo, en un desarrollo que es absoluto siempre ulteriormente, en
Heidegger está en ese paso atrás hacia el ámbito de lo ya pensado, pero desde la novedad que
supone un comienzo de la búsqueda de la esencia de la verdad, de situarnos ante la diferencia
entre el ser y lo ente. Es decir, desde la metafísica, de abordar esta diferencia, hasta dar y
desvelar su esencia. Este paso atrás, si bien hay que hacerlo desde el presente desde la
actualidad a partir de la idea que nos hemos formado de ella, por eso va desde la tecnología e
interpretación tecnológica de la época, a la esencia de la técnica moderna que aún está por
pensar.

Dicho esto, cabría preguntarnos por dónde comenzar el asunto, y dice Heidegger que
el comienzo para Hegel es de “naturaleza especulativa”, ya que el ser se manifiesta para este
como movimiento que da vuelta en torno a sí, no hay un comienzo y final del ser, sino un ser
en plenitud que se despliega en sí. Pero de haber un comienzo-fin, este sin cuestión de dudas,
según él, debería ser Dios. Por lo que según Heidegger la ciencia tendría que comenzar con la
ciencia de Dios: la teología, desposeída aquí, del significado que hace referencia a cualquiera
fe, doctrina o de una iglesia, es decir, entendido como el decir mítico-poético sobre los dioses.

Ahora bien, dice Heidegger que la metafísica occidental, esa ciencia del saber y del ser
de lo ente, antes de asumir el título escolástico de ontosofía y ontología, ya era ontología y
teología, es onto-teo-logía. Sin embargo, en la actualidad – suya – este carácter onto-teológico
de la metafísica se ha tornado problema de nuevo debido a ese olvido del ser que apunta más
arriba. Apunta, igualmente, que para ver la procedencia de la esencia de la estructura onto-
teológica de toda metafísica, tenemos que tener en cuenta que no es teología sólo porque es
ontología, ya que es la filosofía la que previamente determina antes las categorías para pensar
el ente dios.

Puntualizada la pregunta, se puede dar ese paso atrás en el marco de toda la historia
de la filosofía, y particularmente mirando a Hegel. Hegel piensa el ser en lo más general, en su
plenitud totalmente consumada, y llama a la filosofía especulativa, “ciencia de la lógica” en
lugar de ontoteología, ‹‹no porque la ciencia tenga como tema el pensar, sino porque el
asunto del pensar sigue siendo el ser en tanto que fundamento que funda››, con esto sigue
Heidegger “el ser de lo ente” es pensado ya de antemano en cuanto que es el fundamentador
que funda su fundamento, lo que da razones sobre el fundamento que le es propio a cada
“ser de lo ente”, cada materia de las ciencias particulares. Pero ocurre que en el caso de la
teología y ontología ese “ser de lo ente” es el fundamento de lo ente, lo que le da sus razones
de ser, y según Hegel la lógica del logos – como razón -. De ahí que según Heidegger la
metafísica pensada conforme a su asunto es onto-teológica.

Llegado hasta aquí se está capacitado para explicar cómo entra el dios en la filosofía.
Según Heidegger para llegar al fondo en el pensamiento del ser en cuanto fundamento, hay
que acudir al asunto originario del pensar, como causa sui, y he aquí que queda nombrado el
concepto metafísico de Dios. Pero esta respuesta es incompleta porque la metafísica no sólo
es teo-lógica sino onto-lógica, más aún: es aquella porque es esta. Es más, la constitución
ontoteológica de la esencia de la metafísica no se puede explicar desde ninguna de las dos por
separado sino más bien subyace en una unidad que aún no se ha pensado: la diferencia.

Siguiendo los pasos de la trasmisión del pensamiento occidental el ser -el ser de lo
ente- solo pensamos en él cuando lo diferenciamos del ente. Sólo aquí se hace visible tal
diferencia, pero no como algo representado desde nuestra capacidad para ello; más bien ya
está ahí antes de ser captado por nuestro entendimiento. Para lo cual es preciso acercarnos
siguiendo ese paso atrás que según Heidegger se requiere para superar el olvido de tal
diferencia (ya argumentado más arriba). Debe entenderse así como un acontecimiento que se
da en el impass que va desde el desencubrimiento de lo velado al desvelado de lo encubierto,
conlleva a la vez una separación y una reunión.

Se trata de pensar el ser desde la diferencia.

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