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Nuevo Balsas, el pueblo rebelde que le declaró la guerra al narcotráfico (y a

la incertidumbre)

“A la memoria del camarada Rogelio Hurtado, asesinado el 10 de enero de 2014


en una cobarde emboscada de La Familia Michoacana”.

Demián Revart

El origen de la palabra Cocula es trifascético, la acepción con mayor uso es


“cocolli/cocollán”, viene del náhuatl y significa “riña” o “discordia”, por tanto, el
lugar se traduce en “el sitio de las riñas o las discordias”. Esto sonará algo cliché.
Cocula apareció en el mapa nacional hasta que la versión de la Procuraduría
General de la República señaló a este municipio como pieza clave en el asunto de
la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, argumentando
“científicamente” que fueron incinerados en el basurero municipal - ubicado a 3.7
km. de la cabecera coculeña- por integrantes del cartel de Los Guerreros Unidos.

Este punto-cliché me servirá para explayar en el artículo 1 las características más


visibles del imperio territorial del narcotráfico en el norte de Guerrero, y que en una
de las comunidades más azotadas por dicho imperio, se gritó valerosamente
“¡QUE SE VAYAN TODOS!”, esquematizando una resistencia que sigue vigente
por la fundación de una Policía Comunitaria en coordinación permanente con los
pobladores de Nuevo Balsas. “Nos sentimos seguros en nuestra propia tierra, pero
la lucha contra el narco sigue”, y en efecto, si bien el lienzo de la violencia está
casi pintado de blanco, permanece aún la huella y la zozobra de las células
delictivas.

Algo es claro: el miedo logró cambiar de bando.

I: La guerra contra el narcotráfico es la guerra generalizada contra los


pueblos

Guerrero ha sido dominado sistemáticamente por grupúsculos del capital en


alianza con todo tipo de políticos profesionales que nacen desde las oligarquías
del cielo, hasta las montañas, riberas y desiertos del México pobrista.

El collage de ejemplos va así: los grandes terratenientes a inicios del siglo XX, las
empresas intermediarias para la exportación de los productos del campo, la
megaminería y la burocratización del Instituto Mexicano del Café (INCAFE) –de

1
La principal fuente del texto proviene de la información directa recogida en entrevistas y diálogos
realizados los días 2, 3 y 4 de enero de 2017 con pobladores e integrantes de la Policía Comunitaria que han
preferido guardar el anonimato.
1975 durante las heladas en Brasil que volcaron a México como una nación
caficultora en potencia, hasta su liquidación en 1989, provocando la reducción del
precio del café a la mitad durante la crisis de la sobreproducción-. Estos y más
ejemplos han dejado las puertas abiertas a elementos intermedios que se han
aprovechado de las condiciones territoriales y de marginación de la gente para
instalar sus negocios que van desde el control económico de la producción de
marihuana, aguacates, drogas sintéticas, el “cobro de piso”, los impuestos en las
actividades ganaderas, pesqueras y artesanales, así como su colusión directa en
los puestos gubernamentales (entendida, más popularmente, con los hashtags de
#FueElNarcoEstado) dándole a los mexicanos una visión prima de que “el
gobierno y el narcotráfico son la misma cosa”. Así es, el jugoso fetiche del poder
económico se inyecta en cualquier individuo o colectividad que tenga disposición
de explotar al-otro y los-otros. El caso del narcotráfico es que lo percibimos como un
fenómeno de barbaries, cuando necesita de toda nuestra sapiencia socio-política: no lo hemos
analizado como una extensión del Estado, transfigurándose por lo tanto en una extensión de las
contradicciones de clase, ¡es un enemigo de la emancipación de los pueblos! Basta visitar parte de
la frontera norte del país y las zonas guerrerenses que describiré para entender lo que es un
“imperio territorial”.

El narcotráfico no se contenta con pequeños y medianos espacios de


cooptación económica, necesita concentrar sus cobros en donde se
producen más ganancias, a lo que lógicamente, deberá generar mayores
niveles de violencia y estrategias de intimidación territorial para avasallar a
quien se le cruce por el camino.

Los antecedentes en Nuevo Balsas se dan principalmente en las actividades


económicas desde finales del siglo XX. Al estar regulada la economía por
mercados que atienden el flujo del capital antes que las necesidades regionales y
locales, los “coyotes” (especuladores de la mercancía) interceden fácilmente en
las comunidades más alejadas de las cabeceras municipales, en este caso,
regulando los precios de la pesca de mojarra y huachinango. La misma limitación
comunicativa y de las vías de transporte en la zona del Río Balsas dificultan en
gran medida la posibilidad de ejercer la autonomía el comercio de sus productos,
por eso, la entrada de estos ‘especuladores’ es muy común en zonas como
laderas, barrancas, montañas, ríos extensos o desiertos semipoblados.

La ubicación geográfica no es una mera deducción abstracta, ha influido


enormemente en la configuración del delito en Guerrero. Antes de los 80’s, el
pueblo se llamaba únicamente “Balsas” –ahora nombrado como “Viejo Balsas”,
tras la construcción de la presa hidroeléctrica Ingeniero Carlos Ramírez Ulloa,
mejor conocida como “El Caracol”, el pueblo se fue desplazando hacia la zona de
Cruz Labrada. El “Nuevo Balsas” fue un centro de readaptación territorial de otras
comunidades como Campo Arroz y Tecomapa. Los pobladores más seniles dan en un punto
estratégico en esta topografía delincuencial con una de sus memorias, recordando que “la parte
del tren porfirista del Viejo Balsas siempre fue camino de paso del abigeato 2 y ahora lo es del
narcotráfico por su fácil salida por el Río Balsas (la parte de la laguna) en lanchas hasta la Presa del
Caracol, y de ahí acercándose a la salida hacia Apaxtla de Castrejón, Cuetzala del Progreso,
Oxtotitlán, y Teloloapan, sitios de dominio de La Familia Michoacana, los Guerreros Unidos y el
grupo delincuencial que protegió al exgobernador Aguirre Rivero”.

Dialogando con los pobladores, ellos recuerdan que los grupos criminales –antes
de la insurrección- “cobraban cuota por pescar, les quitaban 2 pesos por cada
kilogramo de mojarra a los pescadores, nos dificultaban el trabajo, nos sentíamos
acorralados”, lo que es necesario interpretar como una desmesurada
cuantificación del crimen, donde estos grupos no se conforman con un impuesto
contabilizado por persona, sino por la cantidad exacta de la producción, para
“cobrar más a quien pesque más”.

A partir de 2009, inicia una “película” de terror en el poblado; el cártel de La


Familia Michoacana mostró su presencia con una ola de secuestros a pescadores
y campesinos con indómitas técnicas de terror como la extorsión, el homicido y las
violaciones a mujeres. Reducidas células delictivas de Los Guerreros Unidos
también se adentraron, y aunque poseen un enorme potencial armado debido a su
reciente creación por la ‘liberación’ de plazas del extinto Cartel Beltrán Leyva, La
Familia Michoacana es mucho más ambiciosa gracias a su rápida extensión desde
Tierra Caliente. A la cabeza de la organización va el famoso sicario Uriel Wences
Delgado, alias “La Burra” o “El 50”, operador mediano del cártel y originario de
Nuevo Balsas, principal encargado de realizar las llamadas telefónicas y elegir a
las víctimas que el grupo ha secuestrado.

La fecha en la que comenzó esta “película” tiene una respuesta lógica con base en
la explicación económica que di previamente: una gran minera multinacional = un
gran flujo de capitales. La Minera Media Luna –subsidiaria de la empresa
canadiense Torex Gold- arribó a Cocula en 2008 con tan sólo unas 15 personas,
entre geólogos y personal de recursos humanos dedicados durante 3 años a
inspeccionar los cerros que han ‘pelado’ por la actividad a cielo abierto y también
de los recursos minerales que aguarda esta rica zona orográfica. Además de
dividir a las comunidades de La Fundición, Real de Limón, Atzcala y al propio
Balsas3 por la inapelable contaminación ambiental y la doble afectación –primero
2
El robo de ganado.
3
Todas ellas, claves en la formación de la Policía Comunitaria y su lucha contra el narcotráfico,
tanto por los sucesos del 7 de febrero de 2015 descritos en el siguiente apartado, la coordinación
táctica entre los órganos de seguridad independiente a las policías y el ejército, y en última
instancia, por su ubicación geográfica.
a las condiciones de trabajo de los pescadores, y en segunda, a la vida,
preservación y fauna del Río Balsas-, ha propiciado que el concepto “extracción de
oro” no se refiera únicamente al extractivismo de este metal precioso, sino a una
oportunidad colosal para el narcotráfico y los gobiernos locales de enriquecerse a
costa de las ganancias de la mina.

A la delincuencia organizada no le bastó con hacer cobros millonarios para


permitir la operatividad de la mina, el ingreso de camiones de carga, las unidades
de exportación-importación y de sus mismos trabajadores, multiplicó también los
secuestros y extorsiones contra los mismos residentes de la región.

Uno de los factores para la futura insurrección fue la humillación machista que
engendraban los integrantes del cártel contra las esposas de sus víctimas,
diciéndoles literalmente cosas como “está muy buena tu hija/esposa, me la alistas
porque mañana me la voy a llevar” o “qué rica está tu vieja, me la preparas porque
ahora es mía”, afectando tanto el tejido familiar como las relaciones afectivas en la
comunidad.

Pobladores han denunciado ante diversos medios que la mesa directiva de Media
Luna pagaba hasta 1 millón de pesos por mes a “La Burra” para permitir que “los
dejaran chambear”. Esta declaración nos hace pensar que el poder logístico de La
Familia es tan grande para que un grupo armado tenga a sus pies a una
multinacional de tal envergadura. En varios tramos de los caminos de terracería
que llevan a la entrada de la minera, se pueden observar distintos letreros y
señales de tránsito balaceados como una “alegoría identitaria”, el narco dice con
estos balazos: “¡este negocio también es mío!”.

Elevemos el pensamiento a un plano estatal; el 38% del territorio hidalguense es


explotado por empresas mineras que extraen minerales metálicos y otros no-
metálicos, por lo que debemos entender que la incidencia del narcotráfico con
dichas empresas se reproduce parasitariamente en otros poblados. ¿De cuánto
serán sus ganancias netas?

II: De la rabia y la desesperación a la reapropiación de la vida comunitaria: la


conformación de la Policía Comunitaria en Nuevo Balsas

En los principios básicos de la psicología moderna se dice que es sugestivo


afirmar que el ambiente condiciona totalmente el comportamiento humano. La
cuestión de la violencia ha llegado a una normalización descomunal como
fenómeno social, donde el ambiente –biológico y social- ya no responde a este
principio relacional ambiente-individuo. Pienso que es otro principio psicológico el
que determina, en un panorama más amplio, al comportamiento y las actitudes: la
motivación. En el caso de esta resistencia, el acto de insurrección fungió
como un acto de configuración y motivación psicológica al mismo tiempo.
¿Qué podían perder los pobladores si se encontraban al borde de la
desesperanza?

¿Cómo se dio la insurrección de Nuevo Balsas? Por la tarde del 13 de diciembre


de 2013, un grupo de sicarios asesinó a sangre fría a un muchacho que buscaba
la ayuda desesperada de un grupo de militares, a los cuales cruzó en su lancha a
una de las laderas más retiradas del lago del pueblo donde se supuestamente se
encontraban integrantes del cártel. La venganza fue hacer correr su sangre.

La noticia –y la imagen del cadáver- corrió de casa en casa, de voz en voz. Por la
noche, entre la rabia y la desesperación, un grupo de hombres de la localidad
sacaron sus escopetas tlaxcueras, rifles calibre .22, revólvers 4 y palos. En la
explanada, justo en la parte trasera de la Comisaría Municipal, tocaron las
campanas con enjundia y llamaron con bocinas –conectadas por cables casi
improvisados- a que la población se congregara y en un acto de reapropiación
comunitaria, pudiera requisar el control de sus vidas. Así se fundó la Policía
Comunitaria de Nuevo Balsas, literalmente, en un santiamén que superpuso a la
valentía sobre la incertidumbre del “¿qué podría pasar si nos rebelamos?”.

Durante esa insurrección armada, la gente desterró a Uriel Wences Delgado “La
Burra” y a cada uno de las personas ligadas a La Familia Michoacana. Se dieron
jaloneos y percances en los límites del pueblo con la policía estatal, federal y el
ejército mismo. En sí, el proceso de conformación de la PC ha sido interpretado
por sus integrantes como un “pleito-diálogo”. No existe confianza plena en el
gobierno, porque “el gobierno no nos aceptó del todo porque se supone que ellos
salvaguardan el orden”, comenta en entrevista el actual comandante de la PC.

La PC ha realizado trabajos rigurosos de autoconciencia para entender que siguen


viviendo en un estado de vulnerabilidad y por eso, entienden la importancia de la
resistencia. “Sabemos que el gobierno domina, por eso nos peleamos con ellos
porque poseen armas buenas y largas: cuernos de chivo, lanzagranadas, calibres
50 (...) que son armas exclusivas del ejército pero incluso los policías que
rondaban aquí las traían”, cuenta otro de los integrantes de la PC.

4
En remembranza de la anécdota que cuenta el compañero historiador Víctor Hugo Sánchez Reséndiz sobre
la riña entre los pobladores adscritos a la Junta de Aguas del Amatzinac que cargaban armas simples, contra
los pobladores de la parte alta donde incursionó fuertemente el narcotráfico y daba armas largas a las
células en diversos pueblos de Tetela del Volcán.
Sin embargo, con el tiempo el asunto de la seguridad se moldeó más a la
autonomía normativa de Nuevo Balsas, por lo que la tranquilidad es la nueva
fragancia del pueblo.

El comandante de la PC relata que previamente a la formación de este órgano de


seguridad, “ocurría una incursión violenta de estos grupos cada semana, y sí, la
gente sólo andaba pensando a quién le tocaría mañana ser la próxima víctima”.
En la escalada más bárbara de violencia, ocurrieron 36 secuestros y 4
desapariciones forzadas en sólo un año y medio. Las cantidades por el rescate
iban de entre 20,000 y 50,000 pesos, aunque aparentemente parezca poca
cuantía, esto figuraba meses y meses de ahorros para los pobladores.

Las estadísticas sí funcionan en este caso. Entre diciembre de 2013 e inicios de


2017, sólo se han dado entre 4 o 5 actos delictivos, yendo de delitos menores a
algunos otros graves (extorsiones e intentos de secuestro) en lo que son Nuevo
Balsas, La Fundición, Real de Limón y Atzcala, lo que demuestra que se ha
reducido drásticamente la violencia en una región entera, pero aún existe una
minúscula intención, tanto de La Familia Michoacana como de los Guerreros
Unidos, por volver a territorios insurrectos y seguir extrayendo comisiones de los
pobladores y de los dueños de la mina. Si dibujamos estos reducidos casos de
violencia en una imagen para darnos a la idea del cambio de metodología del
narcotráfico, se cuenta que “ellos nada más llegan de repente a los límites de
nuestro territorio y hacen sus cosas ‘a la malagueña’, tienen miedo porque saben
que los vamos a enfrentar”, lo que significa que existe un gran temor hacia la PC y
el pueblo organizado. ¿Cuánto habrá declinado su negocio al ser expulsados, con
todo el odio de la gente, para intentar ingresar de nueva cuenta a la localidad?

Tres sucesos para forjar carácter

De mi investigación, recobro tres eventos en los que los dos cárteles


predominantes intentaron desarticular la organización pueblo-policía comunitaria
para volver a penetrar en este territorio, mas sin en cambio, “tomaron una
cucharada de su propia medicina” y han fortalecido la autonomía de acción en
Nuevo Balsas. La memoria no debe olvidarse.

1) El cobarde asesinato de Rogelio Hurtado (principal fundador de la PC) el 10 de


enero de 2014 por una emboscada de La Familia Michoacana en los primeros días
de funcionamiento de este nuevo proyecto, es digno de ser mencionado antes de
los dos siguientes hechos.
2) El 7 de febrero de 2015 ocurrió un suceso muy polémico, un comando armado
realizó un retén en la “Curva del Dulce”, tramo de la carretera Nueva Balsas-
Cocula que conduce al poblado de Olea, secuestrando una combi con 18 civiles,
12 de ellos contratistas de la Minera Media Luna provenientes en su mayoría del
norte del país. Los medios oficiales y de “investigación imparcial”
responsabilizaron de una forma muy sosa a los cárteles culpables (diciendo con
temor en sus titulares que “los pobladores dicen que tal cartel” ó “acusan a La
Familia pero…” etc. y no mediatizando esa incuestionable verdad ante las
declaraciones del Estado) mientras que los integrantes de la PC enfatizaron una y
otra vez que esto fue un suceso perpetrado por “La Burra” –ya que conocen muy
bien sus nexos y metodologías criminales- y La Familia Michoacana.

Un día después del secuestro, La Burra dejó libre a una persona que transmitió,
literalmente, un mensaje para todos los que lo buscaban: “vengo por mi dinero, el
de la mina y de los pobladores”5.

El rescate se llevó a cabo sin la participación de las fuerzas federales ni del


ejército, limitándose estos a resguardar parte de las carreteras aledañas. Cuenta
la PC que ese día, encontraron a los rehenes en la parte alta de un cerro y que
sus raptores, al ser superados a razón de “10 a 100”, huyeron despavoridos,
pudiendo liberar a los secuestrados. Otros 2 tuvieron que pagar el rescate.

3) El 21 de mayo de 2016, cinco extorsionadores provenientes de Iguala y


adheridos a la estructura ‘de cobro’ de Los Guerreros Unidos, fueron capturados y
atados en la explanada del poblado. Fueron identificados como: Adriana
Rodríguez Fierro de 24 años, Zaira Juárez Hernández de 19, Maritza Juárez
Hernández de 25, Asahel Benjamín Ramírez García de 39 años e Isaac Soto
Estrada de 18 años. La gente les arrojó gasolina y casi los linchaba, pero
negociaron su entrega a las autoridades estatales después de varias horas de
duda, pues “casi siempre dejan libres a estos delincuentes y más cuando son del
crimen organizado”.

En venganza, el cártel inició un operativo silencioso de amenazas el 24 de mayo


contra transportistas, maestros foráneos, camioneros, comerciantes de pescado y
vecinos de otras comunidades, diciendo que “su vida corre peligro si se acercan a
Nuevo Balsas”. El grupo culminó este “plan maestro” bloqueando el paso de las
salidas del pueblo hacia el centro de Cocula, además de otros caminos rurales.

5
“Suman 18 los secuestrados por comando en Cocula; culpan a operador de La Familia”, Proceso, Ezequiel
Flores Contreras, 7 de febrero de 2015. http://www.proceso.com.mx/395330/suman-18-los-secuestrados-por-
comando-en-cocula-culpan-a-operador-de-la-familia
“Parecía un pueblo fantasma, todas las escuelas cerradas (José María Morelos y
Pavón, Amado Nervo y el Jardín de Niños “Thomas Alva Edison”), no llegaban los
alimentos, sólo la gente de la mina. Los únicos activos eran los de la policía
comunitaria”.

Con el tiempo, la vida productiva y social volvió a la normalidad, demostrando que


la perseverancia deliberativa de no dejar el proyecto de seguridad autónoma era lo
primordial.

Re-tejer lo que la violencia nos arrebató

En la ladera positiva, el tejido social se recompone poco a poco. Volvieron las


fiestas y las ferias tradicionales de a principios de enero, a lo que el comandante
expresa que “ahorita ya hay gente en la noche, hace 3 años era como un toque de
queda, a las 7pm, todos estaban en sus casas y nadie salía hasta el siguiente
día”. Al igual con la llegada de nuevos vecinos de la minera, la gente originaria se
“está poniendo a la moda”, es decir, el ingreso a la vida comunitaria de oficinistas
y profesionistas que actúan y visten de una manera más cosmopolita, permite una
interacción cultural entre ambos sectores.

Algunos pobladores, comentan incluso que sus hijas “ya no piden permiso para
salir de la casa, muchas trabajan más tiempo para comprarse uno de esos
celulares ‘touch’ y les agrada conversar con los trabajadores y demás personal de
la mina”.

La PC no tiene equipamiento oficial ni salarios, por lo que se conforma por


voluntarios de todas las edades y oficios, hay pescadores, campesinos y
estudiantes. La edad mínima de ingreso es de 16 años, con la previa autorización
de sus padres. Actualmente sigue operando noche tras noche, recibiendo a
periodistas y escritores –como nosotros- de una forma muy afable y abierta para
conocer la historia que he decidido redactar.

III: Corolario (y una pizca de optimismo)

Me hubiera gustado en demasía titular este texto como “La Policía Comunitaria de
Nuevo Balsas, el pueblo que derrotó al narcotráfico (y la incertidumbre)” pero
pecaría de optimista, sin embargo, no dejo de serlo, porque el ejemplo de valentía
que hoy impregno en estas líneas.
Recurro a la experiencia propia de pisar estas tierras. Hay una esencia muy
distinta a toda la conflictividad escrita, el bloqueo económico se ha eliminado, las
rutas de transporte pasan más seguido por el poblado y como mencioné en unas
partes, “la gente ya está en las calles y se siente segura”.

Eso sí, la guerra –simbólica- sigue latente, y desde cada entrada, calle, hogar y
rincón de Nuevo Balsas, se escucha un #NoMásUnGuerreroSinNosotros.

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