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la incertidumbre)
Demián Revart
El collage de ejemplos va así: los grandes terratenientes a inicios del siglo XX, las
empresas intermediarias para la exportación de los productos del campo, la
megaminería y la burocratización del Instituto Mexicano del Café (INCAFE) –de
1
La principal fuente del texto proviene de la información directa recogida en entrevistas y diálogos
realizados los días 2, 3 y 4 de enero de 2017 con pobladores e integrantes de la Policía Comunitaria que han
preferido guardar el anonimato.
1975 durante las heladas en Brasil que volcaron a México como una nación
caficultora en potencia, hasta su liquidación en 1989, provocando la reducción del
precio del café a la mitad durante la crisis de la sobreproducción-. Estos y más
ejemplos han dejado las puertas abiertas a elementos intermedios que se han
aprovechado de las condiciones territoriales y de marginación de la gente para
instalar sus negocios que van desde el control económico de la producción de
marihuana, aguacates, drogas sintéticas, el “cobro de piso”, los impuestos en las
actividades ganaderas, pesqueras y artesanales, así como su colusión directa en
los puestos gubernamentales (entendida, más popularmente, con los hashtags de
#FueElNarcoEstado) dándole a los mexicanos una visión prima de que “el
gobierno y el narcotráfico son la misma cosa”. Así es, el jugoso fetiche del poder
económico se inyecta en cualquier individuo o colectividad que tenga disposición
de explotar al-otro y los-otros. El caso del narcotráfico es que lo percibimos como un
fenómeno de barbaries, cuando necesita de toda nuestra sapiencia socio-política: no lo hemos
analizado como una extensión del Estado, transfigurándose por lo tanto en una extensión de las
contradicciones de clase, ¡es un enemigo de la emancipación de los pueblos! Basta visitar parte de
la frontera norte del país y las zonas guerrerenses que describiré para entender lo que es un
“imperio territorial”.
Dialogando con los pobladores, ellos recuerdan que los grupos criminales –antes
de la insurrección- “cobraban cuota por pescar, les quitaban 2 pesos por cada
kilogramo de mojarra a los pescadores, nos dificultaban el trabajo, nos sentíamos
acorralados”, lo que es necesario interpretar como una desmesurada
cuantificación del crimen, donde estos grupos no se conforman con un impuesto
contabilizado por persona, sino por la cantidad exacta de la producción, para
“cobrar más a quien pesque más”.
La fecha en la que comenzó esta “película” tiene una respuesta lógica con base en
la explicación económica que di previamente: una gran minera multinacional = un
gran flujo de capitales. La Minera Media Luna –subsidiaria de la empresa
canadiense Torex Gold- arribó a Cocula en 2008 con tan sólo unas 15 personas,
entre geólogos y personal de recursos humanos dedicados durante 3 años a
inspeccionar los cerros que han ‘pelado’ por la actividad a cielo abierto y también
de los recursos minerales que aguarda esta rica zona orográfica. Además de
dividir a las comunidades de La Fundición, Real de Limón, Atzcala y al propio
Balsas3 por la inapelable contaminación ambiental y la doble afectación –primero
2
El robo de ganado.
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Todas ellas, claves en la formación de la Policía Comunitaria y su lucha contra el narcotráfico,
tanto por los sucesos del 7 de febrero de 2015 descritos en el siguiente apartado, la coordinación
táctica entre los órganos de seguridad independiente a las policías y el ejército, y en última
instancia, por su ubicación geográfica.
a las condiciones de trabajo de los pescadores, y en segunda, a la vida,
preservación y fauna del Río Balsas-, ha propiciado que el concepto “extracción de
oro” no se refiera únicamente al extractivismo de este metal precioso, sino a una
oportunidad colosal para el narcotráfico y los gobiernos locales de enriquecerse a
costa de las ganancias de la mina.
Uno de los factores para la futura insurrección fue la humillación machista que
engendraban los integrantes del cártel contra las esposas de sus víctimas,
diciéndoles literalmente cosas como “está muy buena tu hija/esposa, me la alistas
porque mañana me la voy a llevar” o “qué rica está tu vieja, me la preparas porque
ahora es mía”, afectando tanto el tejido familiar como las relaciones afectivas en la
comunidad.
Pobladores han denunciado ante diversos medios que la mesa directiva de Media
Luna pagaba hasta 1 millón de pesos por mes a “La Burra” para permitir que “los
dejaran chambear”. Esta declaración nos hace pensar que el poder logístico de La
Familia es tan grande para que un grupo armado tenga a sus pies a una
multinacional de tal envergadura. En varios tramos de los caminos de terracería
que llevan a la entrada de la minera, se pueden observar distintos letreros y
señales de tránsito balaceados como una “alegoría identitaria”, el narco dice con
estos balazos: “¡este negocio también es mío!”.
La noticia –y la imagen del cadáver- corrió de casa en casa, de voz en voz. Por la
noche, entre la rabia y la desesperación, un grupo de hombres de la localidad
sacaron sus escopetas tlaxcueras, rifles calibre .22, revólvers 4 y palos. En la
explanada, justo en la parte trasera de la Comisaría Municipal, tocaron las
campanas con enjundia y llamaron con bocinas –conectadas por cables casi
improvisados- a que la población se congregara y en un acto de reapropiación
comunitaria, pudiera requisar el control de sus vidas. Así se fundó la Policía
Comunitaria de Nuevo Balsas, literalmente, en un santiamén que superpuso a la
valentía sobre la incertidumbre del “¿qué podría pasar si nos rebelamos?”.
Durante esa insurrección armada, la gente desterró a Uriel Wences Delgado “La
Burra” y a cada uno de las personas ligadas a La Familia Michoacana. Se dieron
jaloneos y percances en los límites del pueblo con la policía estatal, federal y el
ejército mismo. En sí, el proceso de conformación de la PC ha sido interpretado
por sus integrantes como un “pleito-diálogo”. No existe confianza plena en el
gobierno, porque “el gobierno no nos aceptó del todo porque se supone que ellos
salvaguardan el orden”, comenta en entrevista el actual comandante de la PC.
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En remembranza de la anécdota que cuenta el compañero historiador Víctor Hugo Sánchez Reséndiz sobre
la riña entre los pobladores adscritos a la Junta de Aguas del Amatzinac que cargaban armas simples, contra
los pobladores de la parte alta donde incursionó fuertemente el narcotráfico y daba armas largas a las
células en diversos pueblos de Tetela del Volcán.
Sin embargo, con el tiempo el asunto de la seguridad se moldeó más a la
autonomía normativa de Nuevo Balsas, por lo que la tranquilidad es la nueva
fragancia del pueblo.
Un día después del secuestro, La Burra dejó libre a una persona que transmitió,
literalmente, un mensaje para todos los que lo buscaban: “vengo por mi dinero, el
de la mina y de los pobladores”5.
5
“Suman 18 los secuestrados por comando en Cocula; culpan a operador de La Familia”, Proceso, Ezequiel
Flores Contreras, 7 de febrero de 2015. http://www.proceso.com.mx/395330/suman-18-los-secuestrados-por-
comando-en-cocula-culpan-a-operador-de-la-familia
“Parecía un pueblo fantasma, todas las escuelas cerradas (José María Morelos y
Pavón, Amado Nervo y el Jardín de Niños “Thomas Alva Edison”), no llegaban los
alimentos, sólo la gente de la mina. Los únicos activos eran los de la policía
comunitaria”.
Algunos pobladores, comentan incluso que sus hijas “ya no piden permiso para
salir de la casa, muchas trabajan más tiempo para comprarse uno de esos
celulares ‘touch’ y les agrada conversar con los trabajadores y demás personal de
la mina”.
Me hubiera gustado en demasía titular este texto como “La Policía Comunitaria de
Nuevo Balsas, el pueblo que derrotó al narcotráfico (y la incertidumbre)” pero
pecaría de optimista, sin embargo, no dejo de serlo, porque el ejemplo de valentía
que hoy impregno en estas líneas.
Recurro a la experiencia propia de pisar estas tierras. Hay una esencia muy
distinta a toda la conflictividad escrita, el bloqueo económico se ha eliminado, las
rutas de transporte pasan más seguido por el poblado y como mencioné en unas
partes, “la gente ya está en las calles y se siente segura”.
Eso sí, la guerra –simbólica- sigue latente, y desde cada entrada, calle, hogar y
rincón de Nuevo Balsas, se escucha un #NoMásUnGuerreroSinNosotros.