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Una nueva forma de masturbación masculina mediante la sonoridad

Demián Reyes

Introducción

Nuestros cuerpos son máquinas autogestivas de placer, pilares de una sexualidad que poco hemos
experimentado como hombres, ya que desde pequeños se nos ha implantado una educación basada
en la inhibición de la sensibilidad, a la par de una cultura de masas que convierte al hombre en una
autoridad dominante en lugar de una masculinidad que domine sus sensaciones corporales, estén
ocultas o no.

La gran mayoría, necesita imperativamente la imagen o el cuerpo de una mujer para ejercer la
masturbación, ya sea en un video pornográfico, en una revista “para hombres” o con la simple
imaginación de alguna persona que le provoque excitación.

Este artículo, además de crear una ruptura con estas prácticas tan comunes –y que pecan de
monótonas-, es un llamado a los hombres para emplear la potencia de su imaginación y convertir el
trato erótico de su cuerpo en un acto onírico, logrando aislar la dependencia de la mujer como objeto
de deseo. Querámonos y entendámonos como cuerpos individuales para así poder compartirnos de
forma más placera con nuestra o nuestras parejas.

Consideraciones sobre la masturbación masculina y la pornografía

Para la sociología y la estadística, los hombres se masturban en mayor cantidad que las mujeres,
variando enormemente según el país, la edad y las condiciones materiales. La auto-exploración en
esta práctica se transfigura mas bien como una costumbre cotidiana que dirige su atención hacia la
eyaculación, disfrutada como la única forma de consolidar un orgasmo y a su vez como un objetivo
que se antepone ante las paredes de las demás zonas erógenas y la imaginación.

La primera referencia para la masturbación es la pornografía, viralizada desde la década de los 90’s
en internet, y que hoy contempla el 14% de las temáticas buscadas en la web 1. En síntesis, este
sistema virtual de símbolos sexuales hermetiza las formas de placer masculino en tres: penetración
(vaginal y anal), sexo oral y algunas escenas de fetiches como el footjob, bondage, etc. En todas ellas,
es inherente la participación de una segunda persona (ya sea hombre y mujer) para que el
protagonista disfrute el acto sexual.

1
En 2010, el mundo académico volcó su interés hacia algunas estadísticas publicadas por la firma de análisis de internet
Optenet, que contemplaba para ese entonces que el 37% de los sitios web contenían material pornográfico. De un grupo
de académicos que afirmaba que las estadísticas no podían comprobarse, se dio el argumento de que “los sitios porno
tienen enormes archivos pero el número de páginas que la gente realmente ve es relativamente pequeño”, dando a
conocer que sólo el 4% de los sitios e internet son destinados a la pornografía y que el 14% de las búsquedas en los
distintos navegadores, hacen referencia a contenidos pornográficos. (Ward, Mark, “En internet hay menos porno de lo
que se piensa”, BBC, 02 de Julio de 2013).
Como acto fisiológico y que ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, entre un 41 y
50% de los hombres que participaron en un estudio reciente con 751 personas en el Centro de
Estudios Sexuales y Maritales de Long Beach, California, en EE.UU, afirmaron masturbarse una vez
por día y sentir algo de culpa como si de una “adicción se tratase”. He aquí la importancia de romper
con las formas de masturbación vacía para entendernos como seres activamente sexuales desde el
nacimiento hasta la tumba. Adicionalmente, los participantes expresaron a través de cuestionarios
que desearían mucho más conseguir una pareja para tener relaciones sexuales.

La dependencia sexual (que en términos concretos, también se transmite a la dependencia


emocional y económica en las parejas de la sociedad moderna) resta toda alternativa de erotización
que provenga desde uno mismo y su imaginación. Con esto no quiero decir que sean eliminadas las
demás personas de nuestra imaginación, sino que ampliemos el recuerdo de las huellas de nuestras
experiencias incrustadas en nuestra memoria por dichas percepciones, para utilizarlas como
herramientas secundarias en nuestros ejercicios de masturbación. “La masturbación es una antología
sexual, una compilación de los mejores coitos” diría el cantautor Facundo Cabral, y en ese sentido
camina esta propuesta. ¿Provoca mayor satisfacción el recuerdo de una sensación que se haya
experimentado, el imaginar una nueva o la mera imagen de una mujer desnuda con la que no
tenemos una interacción directa?

La sonoridad de los cuerpos durante el acto sexual y la relajación por ondas binaurales

Para esta experiencia, vincularemos el poder de la sonoridad como elemento autónomo y físico de la
música, en relación a los distintos referentes sexuales que tengamos como los sonidos de los besos,
los gemidos, los cuerpos frotándose durante el coito, el sexo oral, etc. En la pornografía se juntan lo
que es la imagen y el sonido, predominando esta primera sobre todas las propiedades del sonido.

En un lugar cómodo y sin ruidos molestos en lo cercano, escucharemos con auriculares cualquiera de
las siguientes pistas sonoras del proyecto Binaural Beats, que combinan sonidos reales de actos
sexuales y una progresión de ondas binaurales que al final de artículo explicaré su utilidad.

https://www.youtube.com/watch?v=wo5ii7Xvwv8 (este es el más recomendable, a partir de ahí sale


la lista de reproducción de otras pistas)

En el mayor estado de relajación posible, cerraremos los ojos para comenzar a controlar nuestra
respiración por la nariz y enfatizaremos la sensación de la exhalación por nuestra boca. Con los
sonidos reales trataremos de imaginar una situación que nos provoque afinidad erótica, es decir, que
logremos afinar nuestro pensamiento con algún modelo de persona (o alguna ya conocida) para
lograr excitarnos más que en

Acariciando suavemente todas las partes del pene y de las zonas donde tengamos mayor sensibilidad,
iremos aumentando gradualmente la frotación y el ritmo a la par con la pista, para no cometer los
mismos errores de masturbarnos como si fuese una línea vertical ascendente que culmine con la
eyaculación. Hagamos este ejercicio cual si fuese una línea irregular con altos y bajos. Demos a
nuestro cuerpo distintas intensidades para conocer cuales prefiere y cuales le disgutan.

El promedio mundial de la duración de los relaciones sexuales es de 19.16 minutos 2, tienen una
duración, aunque no hay consideraciones estadísticas

Las ondas binaurales

2
“¿Cuánto tarda un hombre en eyacular?”, El Mundo, 02 de Junio de 2006. En línea en:
http://www.elmundo.es/elmundo/2006/06/01/sexo/1149151111.html

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