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CENTRO DE ESTUDIOS SUPERIORES DE

TLAXCALA

NOMBRE DEL ALUMNO:

LEYDA ANGELICA XOCHIHUA CANDIA

MATRICULA:

3675

GRUPO:

ÚNICO EQUIVALENCIA MIXTO

MATERIA:

DERECHO PENAL II

DOCENTE:

MTRO. JORGE TORRES AGUILAR

ACTIVIDAD 1.  

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SOBRE LAS TEORÍAS:

CAUSALISMO, FINALÍSIMO Y FUNCIONALISMO

ZACATELCO, TLAXCALA., A VIERNES 27 DE AGOSTO DEL 2021


INDICE

Introducción Pág. 3

Capítulo I

Causalismo Pág. 4

Capítulo II

Finalismo Pág. 6

Capítulo II

Funcionalismo Pág. 8

Conclusiones Pág. 9

Bibliografía Pág. 10

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INTRODUCCIÓN

En un inicio, el derecho penal no era considerado una ciencia, y las disciplinas que
se desprendían de ésta pretendieron establecer de porqué el hombre delinquía, en
un momento se llego a pensar que el hombre nacía delincuente y se defendió la
teoría del delincuente nato, es por ello, que el derecho penal estableció un camino
de evolución en dónde enseñaba por qué el hombre llegaba al delito; pero en esa
conclusión no había más que indagar o averiguar, ya que se decía que el ser
humano estaba predestinado genéticamente a ser delincuente. (Cabarcas, 2014,
p.36). No fue sino hasta que el derecho penal fue considerado como ciencia, y en
esta se elaboraron teorías en donde se trataba de explicar al delito, pero con esto
fueron surgiendo diversas controversias ideológicas entre las diversas escuelas de
derecho penal de esa época.

Actualmente las diversas teorías pueden diferenciarse y no solo por los autores
quienes defendieron su propio concepto sobre el delito, sino por su metodología,
lo que permite distinguir muy fácilmente las teorías causalistas, finalistas y
funcionalistas del delito, siendo éstas temas de formación para el estudio de los
elementos del delito.

Para Welzel, la acción en el delito siempre será una finalidad determinada por el
actuar consciente del autor del delito, esto en búsqueda de un resultado propuesto
voluntariamente por él mismo. Así pues, al tratarse de una acción (tendiente a un
fin), recaerá sobre el legislador el deber de ubicar los elementos en el tipo, así
como prever todas aquellas acciones provistas de finalidad. (Welzel, 2003, p. 150)

Al haber concebido el delito bajo esta teoría finalista, aparecieron por vez primera
figuras tales como el error del tipo, error de prohibición, entre otros relacionados
con los elementos del tipo penal; tema que también forma parte de la teoría del
delito y que será desarrollado en un siguiente artículo.

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CAPÍTULO I

CAUSALISMO

Se denomina causalismo, por su compuesto binómico (causa-efecto), ya que para


ser apto a esta atribución se debe comprobar la causa y se considera efecto como
la consecuencia directa, por consiguiente, una persona siempre será culpable
cuando se acredite su acción como causa del resultado, ya sea naturalista o
valorativa. El sistema jurídico penal llamado “causalista” nace a partir de la obra de
Franz Von Liszt, apoyándose del concepto de “acción” como un fenómeno causal
natural como punto de partida del delito.

El causalismo naturalista, transformó al derecho penal, realizando un cambio en la


concepción del delito, estableciendo un nexo causal entre un movimiento corporal
y el resultado de éste. También, se introdujo el método propio de las ciencias
naturales dando lugar al aparecimiento del positivismo jurídico, que limita a la
ciencia solamente a los hechos y legalidad observable. Esta teoría comprende dos
fases la interna y la externa, la interna consiste en la ideación, deliberación y
resolución y la externa en la exteriorización, preparación y ejecución del delito.

Para Von Liszt el delito es la acción producida por el movimiento corporal que
modifica el mundo exterior, perteneciendo esto último al plano de lo objetivo.
(Larenz, 1994, p.57).

Teoría del causalismo valorativo

El concepto naturalístico de la acción introduce el elemento humano de la


voluntad, postula la existencia de los elementos normativos y subjetivos del tipo,
con lo que se separa de la concepción objetiva, estableciendo la necesidad de
analizar en el tipo un contenido de valor o de intencionalidad. Se concibe a la
antijuridicidad ya no sólo como una oposición formal a la norma jurídica, sino,

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además de forma material según el daño que causara a la sociedad, de donde se
abre la posibilidad de graduar el injusto de acuerdo con la gravedad del daño
causado y de establecer nuevas causas de justificación. Por lo que respecta a la
culpabilidad se considera como un juicio de reproche al autor del delito y no
solamente desde el punto de vista psicológico.

El concepto natural de acción es creación de Von Liszt y Beling, quienes son los
fundadores del “sistema clásico del delito”. Von Liszt define el concepto de acción
como una conducta voluntaria hacia el mundo exterior; más exactamente:
modificación, es decir, causación o no evitación de una modificación (de un
resultado) del mundo exterior mediante una conducta voluntaria.

Posteriormente, Beling sostiene que existe acción cuando alguien a ha


emprendido cualquier movimiento o no movimiento, a lo que subjetivamente ha de
añadirse la comprobación de que en ese movimiento corporal o en esa falta de
movimiento animaba una voluntad, es decir, que la acción debe afirmarse siempre
que concurra una conducta humana llevada por la voluntad.

A diferencia del causalismo naturalista, esta teoría reconoce la existencia de los


elementos normativos y subjetivos del tipo, con lo que se deslinda de la
concepción naturalista – objetiva introduciendo el elemento humano de la
voluntad, estableciendo la necesidad de analizar; en donde Liszt formuló su
concepción enunciando que:

El delito se trata de una acción voluntaria hacia el mundo exterior, causando o no


dicha modificación al mundo exterior.

De lo anterior, puede demostrarse que la figura de la omisión, con respecto a


Beling afirma que:

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Existe acción si objetivamente alguien a emprendido cualquier movimiento o no
movimiento, subjetivamente tendrá que comprobarse si en ese movimiento o no,
existió una voluntad.

Limitándose de esta forma a solo verificar la existencia de una voluntad en la


acción sin adentrarse en las razones o el contenido de este. (Almanza y Peña,
2014, pp. 35-36)

CAPITULO II

FINALISMO

A partir de la década de los treinta se produce Estado social de derecho y la


consecuente búsqueda de criterios materiales que limiten la actuación del
legislador. Es en este intento que encontramos el pensamiento de Hans Welzel,
quien a su vez es el autor más reconocido de la escuela finalista. Así, Welzel
encuentra en las estructuras lógico-objetivas los límites a la actuación del
legislador, y, a su vez, éstas están constituidas por la naturaleza misma de las
cosas.

Esta teoría inició con la propuesta de abordar al delito partiendo de la concepción


de la acción como algo ontológico (que estudia la naturaleza del ser), y ya no
como algo físico; Y a su vez, abordar su finalidad en lugar su causalidad, esto
debido a que la causalidad según Welsel es ciega, mientras que la finalidad es
vidente; el hombre se propone fines en base a su conocimiento de las leyes
naturales, por ende, puede anticipar el curso y resultados de su actividad.
(Fernández, 1995, pp. 268-269)

Lo citado anteriormente permite enunciar que el hombre antes de exteriorizar su


voluntad, persigue una finalidad con la exteriorización de esta, entendiendo esto,
se podrá también distinguir los medios que lo conducirán a la realización de su
objetivo.

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La acción es entonces la acción final, con un claro contenido subjetivo con lo cual
se produce una importante consecuencia en el injusto, que es realmente lo más
importante del finalismo, pues con la subjetivización de la acción y su inclusión
dentro de lo injusto, adquiere su carácter ético-valorativo.

A su vez, la acción se divide en:

a) Acción interna: comprende la elección del fin y de los medios, así como la
consideración de efectos concomitantes.

b) Fase externa: superado lo anterior, se inicia la ejecución de la conducta punible,


dando inicio a los actos preparatorios que serán impunes salvo que la ley los
sancione de manera independiente, pasando por los actos ejecutivos y terminando
en la consumación del hecho.

Así, el finalismo cuenta con un componente extremadamente fuerte a nivel del


tipo, se divide en:

a) Tipo objetivo: incluye la conducta, el resultado, el nexo de causalidad, los


sujetos activo y pasivo de la conducta, el objeto material, el objeto jurídico, así
como los elementos normativos del tipo.

b) Tipo subjetivo: incluye el dolo, pero entendido como la simple intención sin que
haya lugar a valoración alguna, es decir, se reduce a un elemento cognoscitivo
referido sólo a los hechos, y a un elemento volitivo. La conciencia de
antijuridicidad pasará a formar parte de la culpabilidad.

Entonces se puede decir que el derecho penal para el finalismo, protege los
valores ético-sociales, en tanto que los destinatarios de las normas deben
introyectar sus contenidos, y de allí que la norma penal se entienda como norma
subjetiva de determinación, y el injusto se entienda como prevalentemente
subjetivo, siendo el objetivo un elemento del mismo.

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La acción es ejercicio de actividad final, que comprende: la anticipación mental del
fin perseguido; la selección de medios adecuados y la consideración de los
efectos concomitantes a los medios elegidos.

CAPITULO III

FUNCIONALISMO

El funcionalismo moderado reconoce los elementos del delito propuestos por el


finalismo (tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad), pero con una orientación político-
criminal, puesto que los presupuestos de la punibilidad deben estar orientados por
los fines del Derecho penal, por lo que estas categorías jurídicas no son sino
instrumentos de una valoración político-criminal. Sustituye la categoría lógica de la
causalidad por un conjunto de reglas orientado a valoraciones jurídicas; pues la
imputación de un resultado depende de la realización de un peligro dentro del fin
de protección de la norma. La culpabilidad se limita con la necesidad de
prevención y juntas originan el nuevo concepto de responsabilidad, que es la base
de la imposición de la pena.

Por otro lado, el funcionalismo sociológico o radical, considera al Derecho como


garante de la identidad normativa, la constitución y la sociedad, cuyo objeto es
resolver los problemas del sistema social. Al igual que el funcionalismo moderado
reconoce como punto de partida al finalismo, sin embargo, en este ya no están
presentes las tendencias de política criminal, pues las categorías que integran al
delito tienen como fin sólo estabilizar al sistema.

La acción será una "conducta humana socialmente relevante dominada por la


voluntad o que ésta puede dominar".

Siendo Roxin y Jakobs sus principales representantes, quienes aparecen a partir


de los problemas de argumentación tanto del causalismo como del finalismo y
proponen una elaboración pragmática de la teoría del delito ante la necesidad
doctrinaria de fundamentar mediante explicaciones lógicas y coherentes al
fenómeno delictivo. y, entonces, en un mundo industrializado, modernizado,
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cosmopolita, atrapado por la tecnología y la biotecnología, las actividades
peligrosas, riesgosas y el manejo de las fuentes de peligro, necesitaban una
ciencia penal con una nueva ética y con una nueva cosmovisión del actuar y del
comportamiento humano. (Cabarcas, 2014, p.42)

Reconoce los elementos del delito propuestos por el finalismo, pero los orienta en
un sentido político-criminal, apuesta por la punibilidad como presupuesto orientado
a perseguir los fines de la pena en el derecho penal, por tanto, establece su
objetivo en el deber de resolver los problemas del sistema social. Por ello, el
legislador penal debe imaginarse todos los casos posibles, hipotéticos y
eventuales y tratar de incrustarlos en una norma positiva penal, sin que ninguna
arista del comportamiento humano quede por fuera. Sin duda es una tarea
mayúscula. El intérprete y aplicador de la norma penal debe tomar el hecho
humano, el factor humano y armonizarlo y compatibilizarlo con la norma que le ha
sido entregada y de la cual, a su vez, también es destinatario. (Ibidem)

CONCLUSIONES

En la teoría causalista, Liszt enunció que la acción penal comenzaba a partir de un


accionar motriz del hombre, el cual terminaba produciendo un resultado y una
modificación en el mundo exterior que resultaba relevante para el derecho penal,
por tanto, para esta teoría, la atribución de responsabilidad consistía en acreditar
esta relación entre la causa y efecto mediante un nexo causal.

Ante las inconsistencias doctrinarias que aquejaban a la teoría causalista por no


poder explicar la tentativa en los delitos, apareció Welzel con la teoría finalista,
explicando que no hay conducta humana que no esté orientada a un fin, por el
tanto el hombre valiéndose de su conocimiento y voluntad persigue la finalidad de
su conducta delictiva.

Pero la teoría finalista también era limitada para determinados problemas


doctrinarios, puesto que si todo era cuestión de cálculo e intención, resultaría
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imposible sustentar los delitos culposos que se originan en hechos que escapan a
la previsibilidad del agente. En un intento por responder a esta interrogante, se
terminó enunciando en error, que incluso la imprudencia era voluntaria.

Es así que aparece Jakobs y Roxin con la teoría funcionalista a recoger lo mejor
de las escuelas doctrinarias hasta ese momento, resuelve los cuestionamientos
sobre los delitos culposos y desarrolla otras figuras que usamos hoy en día. Le
encarga al legislador la responsabilidad de redactar la ley penal no solo ubicando
los elementos del tipo penal, sino conforme a una política criminal que realmente
resuelva los problemas de la sociedad, valiéndose de la punibilidad para alcanzar
los fines de la pena. La acción es considerada siempre con una finalidad
determinada de actuar conscientemente en función de un resultado propuesto
voluntariamente. La acción, el dolo y la culpa se ubican en el tipo, pues al ser la
acción algo final (tendiente a un fin), el legislador no puede sino prever acciones
provistas de finalidad (dolo, culpa y elementos subjetivos específicos del injusto).
Distingue entre error del tipo (excluye al dolo y a la punibilidad) y el error de
prohibición (elimina la conciencia de antijuridicidad, al ser invencible elimina la
punibilidad, y si es vencible, subsiste en distinto grado)

El funcionalismo moderado reconoce los elementos del delito propuestos por el


finalismo (tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad), pero con una orientación
políticocriminal, puesto que los presupuestos de la punibilidad deben estar
orientados por los fines del Derecho penal, por lo que estas categorías jurídicas no
son sino instrumentos de una valoración político-criminal. Por otro lado, el
funcionalismo sociológico o radical considera al Derecho como garante de la
identidad normativa, la Constitución y la sociedad, cuyo objeto es resolver los
problemas del sistema social. Al igual que el funcionalismo moderado reconoce
como punto de partida al finalismo, sin embargo, en este ya no están presentes las
tendencias de política-criminal, pues las categorías que integran al delito tienen
como fin solo estabilizar al sistema, por lo tanto determina las categorías
dogmáticas a partir de los fines del derecho penal, enmarcados dentro de un
modelo de Estado y un momento histórico determinado, no representa cambio de

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paradigma alguno frente a sus antecesores, que igualmente partían de una
formulación similar.

BIBLIOGRAFÍA

ALMANZA ALTAMIRANO, Frank y PEÑA GONZALES, Oscar(2014). Teoría del


Delito Manual Práctico para su Aplicación en la Teoría del Caso, Lima: Apecc.

CABARCAS MUÑIZ, Juan Carlos(2014). Funcionalismo, Pensamiento de Jakobs.


Pensamiento de Roxin. Cartagena: Cultural Unilibre.

LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, Jacobo(2004). Derecho Penal Parte General:


Introducción a la teoría jurídica del delito, Lima: Gaceta Jurídica.

LARENZ, Karl(1979). Metodología de la ciencia del derecho, Barcelona: Ariel.

MUÑOZ CONDE, Francisco(2002). Derecho Penal Parte General, Valencia: Tirant


lo Blanch.

OCTAVIO A. ORELLANA WIARCO. Teoría del delito sistemas causalista, finalista


y funcionalista, Ed. Porrúa, decimo cuarta edición, Mexico, 2004.

ROXIN, CLAUS, Derecho penal. Parte general. Fundamentos. La estructura de la


teoría del delito, trad. de Diego Manuel Luzón Peña, Miguel Días y García
Conlledo, y Javier de Vicente Remesal, 2ª ed., Civitas, Madrid, 1997.

ROXIN, CLAUS, Derecho penal. Parte general. Fundamentos. La estructura de la


teoría del delito, 2ª ed., Civitas, Madrid, 1997.

WELZEL, Hans(2003). Estudios sobre el sistema de derecho penal. Causalidad y


acción. Derecho penal y filosofía, Buenos Aires: B de F

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