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8. Relación del escritor con su editorial: cosas que debes saber.

Quizá tenemos una idea muy “americana” de cómo es la relación entre el escritor y su
editor o editores, así que vamos a comentar cómo se desarrolla esta relación laboral en
España, y por qué la tradición de los agentes literarios no es igual aquí que en otros
países.

En primer lugar, existen editores y editores de mesa: el editor es el dueño de la


editorial, publica libros. Los editores de mesa son los que trabajan con los autores
dando apoyo psicológico (ej. Por si está bloqueado, síndrome de la página en blanco) y
con sus textos. Valoran y proponen el ajuste de los textos (asesor literario / valoración
y ajuste de originales). Así, convierte el original en un producto comercial, coordinando
también tareas de pre-edición, edición y producción de la obra. Es también
responsable de ordenar el tiraje (número de ejemplares y demás, mucha
responsabilidad). Se piensa que el editor de no ficción es más sencillo, aunque se
demanda más la ficción.

Dicho esto, la relación con los editores de mesa es mucho más cercana, mucho más
humana, algo que no pasa con los editores normales, que pueden tener a su cargo a
más de 80 escritores. Normalmente, el editor decidirá tu futuro a partir del segundo
trabajo que le envíes.

Hay polémicas en las cuales, debido al pasotismo de algún editor, un escritor de su


grupo o editorial acepta la oferta de una editorial de la competencia, lo que se
percibe como una traición, más si tiene éxito. Para solucionar esto, es mejor ser
sinceros, presentar la oferta que nos han hecho e intentar que nuestro grupo iguale la
oferta (siempre que queramos seguir con ellos). Los cambios en el mercado hacen que
las editoriales sean más frías porque tienen más autores, y gasten menos en
marketing, haciendo menos esfuerzo y enfriando la relación con los editores, algo que
merma la confianza de los autores en su propio grupo.

Por último, os traigo lo mejor: las supuestas traiciones de dos escritores a sus
editores. El primero ha sido el adorado George R.R. Martin, autor de Juego de Tronos,
que se ha pasado pidiendo porcentaje hasta tal punto que Gigamesh, la editorial que le
ha publicado en España, ha decidido cortar la relación por lo sano. ¿Se debe esto al
cansancio que siente el autor respecto a su propia obra? No sería de extrañar.

Pero más llamativo ha sido el caso de Louise Glück, la flamante ganadora del Premio
Nobel de Literatura. Al parecer, dos días después de ganar su inesperado premio cortó
la relación de quince años con sus editores españoles, la editorial Pre-Textos,
exigiéndoles además destruir todo su stock. Algo que ha sido orquestado por el agente
literario más famoso del mundo, apodado El Chacal por sus agresivas negociaciones. La
editorial, molesta, hizo público lo que ocurrió y consiguieron hacerse virales, pues se
supone que tienen el derecho a igualar oferta y desde luego, no tener que destruir sus
ejemplares. Confesaron que llevaban perdiendo dinero con esta poeta desde hacía
tiempo, pero la confianza en su talento les había hecho continuar. El Chacal, por su
parte, alegaba incumplimientos por parte de los editores valencianos, aunque todo
Internet se solidarizó con ellos.

En un giro inesperado, nos enteramos hace unos días de que ninguna editorial grande
en nuestro país quiere publicar a Glück, ya que la polémica afectará a las ventas, que
ya son bajas de por sí en poesía. Llegados a este punto, no tenemos claro si estamos
ante una traición avariciosa del autor y su agente, ante una simple jugada de mercado
o ante el fruto de una dejadez por parte del editor. Lo que está claro es que todos
debemos algo y nos necesitamos. No creo más en los códigos éticos oficiales que en
los personales, pero quizá estas polémicas arrojen luz sobre el funcionamiento del
sector.
Si habéis oído hablar del “dumping” normativo (el positivo), sabréis que el buen hacer
de unos va obligando a otros a comportarse como Dios manda. Aun así, no tengo claro
que todo esto haya valido la pena, pues estamos perdiendo la oportunidad de valorar
a una excelente poetisa, mujer y ganadora de un Nobel… un éxito para el género
literario, el feminismo y lo que parecía un triunfo para una editorial humilde y
especializada. Pero el éxito de Glück tan solo ha quedado desdibujado, no
desmerecido.

¿Quién es El Chacal?

Su nombre en Andrew Wylie y su forma de cerrar negocios, un tanto agresiva, le ha


valido el mote. Hijo de un editor, siempre ha mamado de este mundo, conociendo sus
entresijos más comerciales, aunque también es licenciado en literatura por Harvard.
Durante mucho tiempo, adquirió derechos para publicar obras clásicas y libros de
grandes autores universales, sobre todo en cuestión de derechos para herederos,
para pasar más adelante a gestionar la carrera de autores incipientes que estaban
haciéndose muy famosos, como Milan Kundera, Salman Rushdie o Bolaño, pero
también de otras personalidades como Al Gore o David Bowie. “Wylie explica que su
manera de trabajar es bastante simple: si el escritor está vivo él es quien decide
respecto a la reproducción y distribución de su obra. Hay periódicos que han llegado a
catalogarlo como “el mejor agente literario de la historia”. Los años involucrados en el
mundo literario y editorial le han traído el apodo de “El chacal”, asimilando su
comportamiento sigiloso del cánido salvaje y depredador […] Explicó que los negocios
de las publicaciones se dividen en dos: frontlist y backlist. La primera son los nuevos
títulos publicados, donde suele fijar su radar el mundo literario y editorial. Pero su
agencia se enfoca en la segunda, libros ya publicados que se siguen imprimiendo,
donde considera que la perdurabilidad es prácticamente un hecho. […] El 27 de mayo
del 2014 firmó una intención de acuerdo con su prestigiosa colega española Carmen
Balcells, representante de importantes autores del boom latinoamericano como
Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa y el propio José Ángel Mañas. Aunque
luego se separaron y Wylie fundaría la Wylie Agency España”.

Fuente: https://www.latercera.com/culto/2020/11/18/andrew-wylie-el-mas-
poderoso-y-polemico-agente-literario/

Sobre Carmen, Mañas escribe que “Su humor era igual de voluble que su
conversación. Podía pasar en segundos de mostrar un aspecto afable, de abuela
cariñosa, a convertirse en ese monstruo arrogante que aterrorizaba a los editores.
[…] boom latinoamericano: Cien años de soledad (1967) profundizó en la misma veta
faulkneriana que Benet y deslumbró al planeta con su poderoso realismo mágico. La
ciudad y los perros (1962), un perfecto rompecabezas, nos sedujo con su virtuosismo
narrativo. Y la fragmentaria Rayuela (1963), con esa apertura absoluta y esa sensación
de que cualquier cosa cabe en una novela, fascinó a más de un creador. Todavía en
2014, la influencia de Cortázar puede notarse en trabajos de autores actuales.”
http://www.pliegosuelto.com/?p=14065

El Chacal / Carmen Balcells (en el centro) junto a (de izda. a dcha.) García Márquez,
Jorge Edwards, Vargas Llosa, Donoso y Muñoz Suay en casa de la «superagente»
(1974)
LOS EDITORES QUE CONVIRTIERON A SHAKESPEARE EN UN FENÓMENO
GLOBAL

https://lapiedradesisifo.com/2021/12/07/los-editores-que-convirtieron-a-
shakespeare-en-un-fenomeno-global/

GENERACIONES DE ESCRITORES

- Literatura clásica: antes del siglo XIX la novela de caballería, la picaresca del
Siglo de Oro o la novela epistolar del XVIII.
- Generación perdida: en el contexto de la primera guerra mundial. Se refiere al
espíritu desorientado, errante, sin dirección de muchos de los supervivientes
de la guerra. Destacan Fiesta, de Hemingway o el Gran Gatsby de Fitzgerald.
- Generaciones del 98, 27 y 36 + Las “Sin sombrero”: Azorín, Unamuno, Pío
Baroja o Machado, afectados por la guerra hispano-estadounidense y la
pérdida de colonias / en homenaje a Góngora, destacaron Alberti o Miguel
Hernández, junto con las Sin sombrero como María Zambrano / el 36 fue la
generación de la Guerra Civil, con Miguel Hernández también en este grupo o
Carmen Laforet, flamante ganadora del Nadal después de Emilia Pardo Bazán.
Después de esta vendría la generación de los 50, con Goytisolo, Marsé o Ana
María Matute.
- Generación del boom latino: ya tratada.
- Generación beat: representaban la contracultura en EEUU, en época de los
hippies. Destaca En el camino, de Jack Kerouac.
- Generación Kronen: la lideró Mañas con Historias del Kronen, y otros
coetáneos como Etxebarría o Ray Loriga.
- Generación Kindle: autores digitales, en relación con la autopublicación
también, pero los que prometen y acaban teniendo éxito.

Luego estaría el tipo de literatura que tiene que ver con otros conflictos bélicos, por
ejemplo los de Europa del Este o la discriminación racial en EEUU, así como momentos
históricos, como el crack del 29 en Las uvas de la ira.

Los editores son muy conscientes de todos estos cambios, que inauguran nuevas
generaciones de escritores y se estudian a través de la literatura comparada. Para
conocer todo esto y los intereses de los editores, es recomendable leer en orden y
acudir a las pocas charlas que estos puedan ofrecer en festivales y otras
participaciones. A veces también deben decidir el precio de sus libros teniendo en
cuenta gastos de taller, personal de la editorial y porcentajes que se dividen entre
distribuidores. Hace poco se publicó que subía el precio del papel y la madera porque
todo el mundo se ha lanzado a la compra online.
Fragmentos a destacar de la obra Solo el silencio es grande, de José Ángel Mañas, con
aforismos estéticos y apuntes sobre la forma novelesca - que nos interesa -, y también
interesa saber a los editores y lectores por los conocimientos generales que despliega:

“Históricamente, al ser un material más basto que la poesía, eso permitía escribir en
abundancia y captar todas esas sensaciones cotidianas que tanto enriquecieron al
género. La novela no buscaba capturar la esencia sino las mil manifestaciones de las
cosas. En eso se asemeja al diario. Así surgieron, en el siglo XIX, las obras de Balzac
(realismo, La comedia humana) y, en general, la gran novela decimonónica. Esa
novela muere cuando se flaubertiza. Es decir, cuando se poetiza. Cuando integra una
exigencia superior a la que puede asumir el género. Aunque solo sea por lo inhumano
de pedirle a quinientas páginas la misma calidad que a un poemario.

En cuanto a la novela, el momento en el que se formalizan sus cánones será el siglo


XIX, con autores como Stevenson (La isla del Tesoro) o Flaubert (Madame Bovary). A
partir de ahí empieza la novela moderna. En definitiva, hay dos maneras,
esencialmente, de entender el género:

a) una concepción clásica, que se ciñe lo más posible al relato vertebral, con un máximo
de
músculo y un mínimo de grasa. El ideal clásico es la obra cerrada a la que no le sobra
nada,
donde no hay ningún elemento ocioso.

b) una concepción moderna, la novela de la impureza bajtiniana. Esa novela abierta de


la que Baroja decía que es «un cajón de sastre donde cabe todo»; cuya esencia, según
Ortega, sería «no lo que pasa sino precisamente todo lo que no es pasar algo». Novela
informe, indefinida, sin canon fijo, capaz de imitar y caricaturizar cualquier forma
narrativa, cualquier lenguaje. Que ha muerto y resucitado ochenta veces pero que
sigue en perpetua mutación. La principal característica de esta novela moderna es la
voluntad de romper con el molde
narrativo clásico.

Proust (En busca del tiempo perdido), Joyce (Ulises o Dublineses), la novela de ideas
de Brecht y Kundera (La insoportable levedad del ser), lo que conocemos como
novela posmoderna, serían algunas de las sucesivas formas que ha ido adoptado en
los últimos dos siglos.
Stevenson captó la esencia de la novela idealista; Zola, la de la realista, también
padre del naturalismo (Germinal). Uno dignificó artísticamente la aventura, la
fantasía; el otro, el desorden de la vida.

El padre de la novela clásica es Walter Scott (La dama del lago). Sus hijos naturales,
Victor Hugo (Los miserables), Alejandro Dumas (El conde de Montecristo o Los tres
mosqueteros) y Stevenson. Los bastardos, Balzac, Stendhal, Flaubert y Zola. La
novela realista no habría existido sin el precedente de la novela histórica; es la novela
histórica de su época. Walter Scott revitalizó el género tanto como Shakespeare el
teatro. Su obra es todavía un balbuceo de la Forma. Scott es un niño talentoso que no
se preocupa de aprender el oficio.

Hay un primer brote de modernismo, en los años 20: Marcel Proust, James Joyce,
Virgina Wolf. Su modernismo se opone al realismo y supone una continuación, a su
manera, del romanticismo. No es baladí que sean coetáneos del surrealismo.
Cortázar habla de la poetización de la novela.”

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