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INTELIGENCIA ESPIRITUAL

COMO ENTENDER LA RAZÓN Y EL PROPÓSITO DE VIDA PERSONAL


RECONOCIENDO LAS DIFERENTES INTELIGENCIAS DEL HOMBRE INTEGRAL
Los seres humanos fuimos creados en la misma imagen y semejanza de Dios,
el cual siendo Uno en su Ser, expresa la unidad de su composición de forma
plural al crear al hombre, cuando en el acto exclama: “Hagamos”.
Génesis 1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza;
Al definir su ser integral y plural podemos decir que Dios es un Espíritu, que
se manifestó en un cuerpo de carne a través del Hijo, quien es la esencia
misma del Padre hecha hombre. Los seres humanos, fuimos creados en esa
misma imagen y semejanza de Divina, lo que nos convierte de igual forma en
seres integrales compuestos de los mismos tres elementos, cada uno de los
cuales, posee diferentes capacidades, habilidades y funciones. De acuerdo a
la siguiente afirmación de las Santas escrituras, podemos definir que: “el
hombre es un espíritu, que posee un alma y vive en un cuerpo”
El libro de 1 Tesalonicenses 5:23 dice: “Y el mismo Dios de paz les restaure
completamente; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
transformado y preparado para la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Sin embargo, es solo cuando entendemos el propósito que tuvo Dios al crear
todas las cosas y cuál es nuestro papel protagónico y participación en su
cumplimiento, podemos entender con facilidad “por qué” y el “para que”
fuimos diseñados con esta composición tripartita.
Conocer enteramente nuestra composición es una de las llaves más
poderosas que un ser humano pueda descubrir debido a que le permitirá
reconocer de una forma sencilla la gracia que le ha sido otorgada de forma
inherente desde antes de la fundación del mundo para conocer cuál es el
propósito y vocación con el cual ha sido introducido en el mundo.
Conocer nuestra composición nos permite además conocer y expresar de
forma cuerda y coherente todo el potencial que nos ha sido dado por Dios
para ser parte del gran proyecto Divino por el cual fueron hechas todas las
cosas en el universo
Reconociendo el Propósito Eterno
La declaración apostólica que citamos a continuación, contiene una de las
teorías universales que expone de forma muy resumida la cosmovisión divina
acerca de su plan magistral, el cual sirve como una guía precisa del diseño
perfecto para todas las generaciones
2 Timoteo 1:9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a
nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en
Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
En esta afirmación podemos definir los siguientes elementos:
-La Salvación es el punto de partida que nos reconecta con en el plan eterno
de Dios, del cual el hombre fue excluido por un acto voluntario de rechazo a
la justicia de la gracia.
-La señal autentica que acompaña a la salvación es el reconocimiento de que
hemos sido llamados para ser parte del propósito eterno. Responder al
llamado de Dios es un acto de reconocimiento y entrega a su voluntad
perfecta que devuelve al hombre su dignidad de ser un ciudadano del Reino.
-El tercer elemento nos advierte del peligro de confiar en los planes y
proyectos humanos para ejecutar el llamado cuando estos están fuera del
diseño proyectado en el propósito
-El propósito Eterno, define la obra magistral diseñada por Dios desde antes
de la fundación del mundo, del cual explicaremos en detalle más adelante. Ó
-Por último, la expresión: “la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de
los tiempos de los siglos” nos explica como Dios otorgó una medida de la
gracia de Cristo a cada uno de los que ha llamado, la cual representa nuestra
verdadera identidad y la naturaleza de la semejanza de Dios que nos ha sido
impartida como hijos.
Los siguientes versículos, nos dejan ver claramente, como Cristo es la
plenitud de Dios y como todo nombre que se nombra, está contenido en Él.
Colosenses 2:9-10 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la
Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo
principado y potestad.
Efesios 4:7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la
medida del don de Cristo.
Reconociendo la naturaleza de Dios como fuente de identidad
Al reconocer el propósito por el cual fueron creadas todas las cosas,
podemos también entender quién es su Creador, cuál es su voluntad perfecta
y agradable, saber en profundidad su plan y entender cuál es la razón del
porque y para que existimos, esto nos ayuda también a entender en plenitud
la razón por la cual Dios nos impartió su misma naturaleza haciéndonos
según su imagen y portadores de su semejanza.
Después de reconocer el propósito Eterno de Dios, es imperativo que
también podamos conocer que nuestra naturaleza porta la semejanza de la
divina a fin de que podamos expresar todas las habilidades, dones y
capacidades que poseemos de forma inherente por causa de la composición
con la que fuimos creados. Conocer la composición de nuestra naturaleza
hecha a la imagen y semejanza de Dios, nos permite desarrollar y maximizar
todo el poder de Dios que está en nosotros.
Como veremos en detalle más adelante, el secreto de todos los grandes
hombres que marcaron la historia bíblica hasta nuestros días, radicó en
reconocer primeramente que eran portadores de una naturaleza hecha
conforme a la semejanza de Dios y posteriormente llegaron a la expresión
máximo de todo su potencial cuando invocaron el nombre con el cual Dios se
revelo a sus vidas. Como veremos más en detalle a continuación, Dios nos ha
hecho a su semejanza, pero a cada uno de nosotros, se revela con un nombre
para impartirnos la identidad de propósito por el cual existimos y somos en
Él.
Cuando miramos en contexto la vida de aquellos grandes hombres de Dios,
cuyas historias contienen el testimonio de hechos asombrosos, podemos ver
claramente que existe una misma regla en cada uno de ellos: “invocaron el
nombre de Dios” aunque eran personas comunes y corrientes, sujetos a
debilidades, la fuerza y el poder que les llevó transcender se fundamentó en
reconocer que sobre ellos estaba una naturaleza dominante de Dios revelada
a través de su nombre, lo cual les permitió reconocer su verdadera identidad
para cumplir de esa manera el propósito de Dios para sus vidas y llegando a
ser efectivos. El capítulo 11 del Libro de los Hebreos deja una clara evidencia
cómo el secreto de fe de los grandes héroes fue el conocer la gracia
especifica de la semejanza de Dios que habitaba en ellos, siendo esta su única
fuente de poder y confianza.
Colosenses 1:9-11 Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no
cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento
de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis
como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena
obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder,
conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad.
Tomando en cuenta que el hombre es un ser integral, hecho a la semejanza
de Dios quien es Espíritu, concluimos que el punto de partida para formar y
educar integralmente de una forma legítima y eficaz a un ser humano debe
iniciarse desde el órgano del espíritu. El espíritu humano tiene la
composición que lo convierte el alguien semejante a Dios, lo cual lo hace
partícipe de su vida, y de atributos únicos en toda la creación frente a los
demás seres. Una de las frases bíblicas que mejor define este atributo de la
semejanza de Dios en el hombre es: “Inteligencia espiritual”.
En reiteradas ocasiones, las escrituras enfatizan como la inteligencia o
sabiduría espiritual cuando es aplicada, se destaca preeminentemente en
todo lo creado. Veamos algunos testimnios
Daniel 6:3 Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores,
porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo
el reino.
Juan 3:31 El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es
terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos.
1 Corintios 2:7-8 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría
oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, 8la que
ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran
conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.
1 Corintios 2: 14-15 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque
se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual juzga todas las
cosas; pero él no es juzgado de nadie.
Génesis 41:38 y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre
como éste, en quien esté el espíritu de Dios?
Como podremos ver en detalle más adelante, los sistemas humanistas de
educación, se enfocan en formar al hombre intentando solo con transmitir
conocimientos a la “psiquis”, llamada así, al órgano intelectual del alma,
también conocida como “mente del hombre natural” desconociendo con ello
la composición integral humana y como es el espíritu, el recipiente del
verdadero conocimiento y la fuente donde emerge el poder prevalente que
le permite al individuo, no solamente reconocer su verdadera identidad, sino
poder cumplir el propósito por el cual fue hecho por Dios y habita en la
tierra.

Un detalle muy importante de señalar en torno a lo que venimos planteando


es el hecho de reconocer las habilidades innatas que poseía el primer
hombre cuando fue creado, sus funciones en el huerto, demuestran como su
ser integral estaba en completo orden por lo que poseía una inteligencia con
una capacidad ilimitada, una evidencia de ello es que Adán, fue quien le puso
el nombre a todas las cosas que fueron creadas por Dios, elementos que
demuestran como el hombre está dotado de una capacidad de inteligencia,
tanto biológica como espiritual únicas. La comunidad científica reconoce que
para recopilar todos los nombres de la especie animal existente, se requiere
tener una base de datos muy poderosa instalada en un ordenador con una
gran capacidad, tanto de procesamiento como de memoria.
La inteligencia humana, posee habilidades que ninguna computadora puede
alcanzar. Un hecho que comprueba tal afirmación al comparar una
computadora con la mente humana. El procesador digital con mayor
capacidad y velocidad en el presente, cuya velocidad del procesador se mide
por el número de ciclos por segundo, el cual es en el presente es de 5000
millones de ciclo por segundo. Según un estudio reciente, el ojo humano
tiene la capacidad de procesar una imagen en una milésima de segundo con
una resolución equivalente a 576 megapíxeles, donde existen alrededor de 6
millones de procesadores o células sensibles a la luz en cada retina y entre 90
y 126 millones de bastones, todo en una milésima de segundo. Algo
imposible para un ordenador digital.

LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL
En el desarrollo de este manual, estaremos estudiando las diferentes
dimensiones donde opera la inteligencia, debido a que ello nos permitirá
conocer en cierto nivel cómo funciona la plenitud de la composición del
hombre creado a la imagen y la semejanza de Dios, en la primera parte
definiremos como opera la inteligencia espiritual.
Significado de Inteligencia
¿Qué es Inteligencia?
Según la Real academia de la Lengua Española (RAE) Inteligencia es la
capacidad o facultad de entender, razonar, saber, aprender y de resolver
conflictos o desafíos. En este sentido el termino inteligencia se asemeja a la
capacidad de entendimiento.
La terminología griega Sunesis, define la inteligencia como la capacidad del
entendimiento para comprender y asimilar el conocimiento.
En Psicología, inteligencia es la capacidad cognitiva y el conjunto de
funciones cognitivas como la memoria, la asociación y la razón.
Se puede entender también como la habilidad o destreza para hacer que una
idea que es concebida en el intelecto pueda ser ejecutada.
En relación al termino inteligencia desde una perspectiva bíblica, podemos
definir la inteligencia espiritual, como la habilidad impartida al hombre al ser
creado a la semejanza de Dios. Cuando el hombre pecó en el Huerto, perdió
la imagen de Dios, pero ni el pecado ni el mal pudieron destruir por completo
la semejanza de la naturaleza divina. Aunque debido al Pecado y la maldad
los seres humanos expresen características antagónicas a la composición de
su creación, ello nunca invalida el hecho que todo hombre en la tierra posee
de forma inherente los atributos de la semejanza de Dios.
Alguien podría cuestionar este principio afirmando: “como pueden ser
portadores de la semejanza de Dios gente que de solo está habituada al mal”
este pensamiento puede ser aparentemente valedero hasta que el poder de
la honra y el honor son revelados. La honra y el honor son la cultura del Reino
de Dios. En una breve definición el honor significa el sello de Dios que está
presente en todo lo creado. Honra en cambio es el poder que nos permite
reconocer el honor para darle el tributo que merece.
En nuestro libro “la escuela de la honra” exponemos con detenimiento como
la honra es un principio donde se fundamenta el Reino de Dios, por causa de
que los creyentes ignoran o menosprecian el poder de la honra, el
cristianismo se ha convertido en una religión más en el mundo. Solo a través
del poder de la honra podremos tener una inteligencia espiritual capaz de
discernir y edificar la semejanza de Dios que está presente en el hombre.
Otro de los sinónimos que pudiéramos encontrar en la Biblia relacionados
con la inteligencia espiritual es la palabra sabiduría. Mientras la inteligencia
espiritual es el recipiente, la sabiduría es el contenido. La inteligencia
espiritual tiene la capacidad de poder entender la sabiduría. La Bliblia define
la sabiduría como el conocimiento revelado por Dios que nos da acceso a las
codigos secretos del reino, por medio de las cuales Dios fundó la tierra y todo
lo que en ella existe. Proverbios 3:19 dice: “Jehová con sabiduría fundó la
tierra; Afirmó los cielos con inteligencia”
Hasta este punto surge una pregunta: ¿Cómo podemos acceder a la
inteligencia espiritual?
ENTENDIENDO Y RECONOCIENDO LA SEMEJANZA DE DIOS.
Para entender y conocer los atributos y la naturaleza de Dios que poseemos
por haber sido hechos participes de su semejanza, debemos obviamente
conocer primeramente quien es Dios. La grandeza del amor de Dios como
Padre, se hace claramente palpable debido a que el deseo de su voluntad es
que todos le conozcan. A través de toda la historia de la humanidad, Dios se
ha dado a conocer al hombre de muchas maneras para que todos le
conozcan.
Los siguientes versículos nos enseñan claramente como Dios se mostró a los
antiguos a través de la revelación de su nombre. De una forma progresiva
pero individual Dios fue mostrando a diferentes personas por medio de
darles a conocer su nombre.
Éxodo 33:12 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo;
y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo
te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.
Salmos 9:10 En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh
Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.
Salmos 91:14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le
pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Juan 17:26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para
que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Al estudiar detenidamente las escrituras podemos encontrar que Dios se
reveló a través de 12 nombres, cada uno de estos nombres expresa una
naturaleza, naturalezas que curiosamente están relacionadas con atributos
propios de gobierno que debe poseer un Rey para ejercer el dominio de su
influencia en su Reino.
La mayor manifestación de la revelación de Dios para la humanidad se
consumó al mostrarse por completo a través de Jesús. En Jesús habitó
corporalmente toda la plenitud de Dios, lo que quiere decir que todos los
nombres a través de los cuales se mostró en la antigüedad estaban en Jesús,
por lo cual heredo un nombre que es sobre todo nombre. Curiosamente,
Jesús nació como Rey, murió como Rey y resucito para Reinar bajo un nuevo
orden sacerdotal con una naturaleza de Rey. El hecho de que Jesús heredó un
Reino nos enseña que la semejanza de Dios que poseemos, es un atributo
que nos ha sido dado para reinar en vida juntamente con Cristo.
Los doce nombres con los que Dios mostró su semejanza a los hombres en la
antigüedad son solo puntos referenciales que nos ayudan a entender la
naturaleza que cada uno posee para avanzar en el conocimiento de nuestra
verdadera identidad a fin de conocer el propósito por el cual fuimos creados
fluyendo en su cumplimiento en el poder de la inteligencia espiritual.
Los 12 nombres de Dios y su significado
Mientras todos los dioses falsos, subsisten en una atmosfera de oscuridad y
ocultismo, el deleite de la voluntad de Dios ha sido mostrar su naturaleza y su
carácter en toda su creación. Dios siempre se ha revelado a todo aquel que le
invoca y le busca por la fe.
Uno de los grandes fracasos que el hombre tiene en su búsqueda por saber
quién es Dios, es desconocer que, en una vez consumado el nuevo pacto,
Dios se relaciona y se revela al hombre desde su espíritu y no desde el
mundo exterior. En realidad, esta era la forma como Dios interactuaba con
Adán en el Huerto, de hecho, cuando Adán dijo: “oí tu voz en el huerto” fue
el acto que confirmó que el hombre había pecado y desfigurado su diseño
original
2 Corintios 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como
en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Lo que explica el apóstol a través de este versículo es un principio de
revelación que nos lleva a conocer y a ver la semejanza de Dios en nosotros,
a Dios solo se le puede ver y conocer en nosotros mismos. En otras palabras,
lo que quiere decir es que para ver a Dios debes mirarlo en un espejo a través
de ti. Podemos mirar y reconocer la semejanza de Dios que habita en
nosotros, solo cuando podemos discernir su naturaleza manifestándose en
nosotros.
Mateo 16:16-20 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo
de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en
los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré
mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré
las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado
en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el
Cristo.
La historia que tuvo lugar en Cesárea de Filipo y que relata el evangelio de
capítulo 16 del libro de Mateo, es un testimonio acerca de lo que venimos
diciendo. Aunque Simón pudo tener una revelación externa acerca de Cristo,
cosa que se puede entender debido a que Jesús no había venido a vivir
todavía en ninguno, el ver a Cristo transformó por completo su vida.
Notemos por ejemplo que cuando Simón vio la imagen de Dios que estaba en
Jesús, recibió una nueva identidad: ! tu eres Pedro!!, en realidad Simón, no
solo recibió un nuevo nombre, sino que realmente reconoció su verdadera
identidad. Este es un principio vital para el hombre: “Para realmente saber
cual es nuestra verdadera identidad, debemos conocer primeramente su
imagen y semejanza en nosotros.
Al continuar estudiando el relato anterior, podemos ver la promoción que
experimentó Pedro debido a que los ojos de su entendimiento se abrieron al
tener la revelación de Cristo y reconocer la imagen y semejanza de Dios que
estaban en Jesús, de inmediato, la vida de un simple pescador tomo otro
sentido siendo incluido en el propósito eterno de Dios a través de su iglesia y
recibiendo el poder y la autoridad celestial como embajador del Reino. Esto
nos lleva a concluir que para poder entender nuestra verdadera identidad y
descubrir el propósito por el cual hemos sido creados por Dios debemos
primeramente reconocer la semejanza de Dios que habita en nosotros. En
este manual, te estaremos dando algunas llaves para descubrir la forma
como Dios se revela a través de tu vida.
Antes de comenzar a estudiar los nombres de Dios para entender y discernir
la semejanza de Dios que nos habita y reconocer nuestra identidad y
propósito en la tierra, debemos estar convencidos que solo en Jesús y en
nadie más en toda la historia de la humanidad, habitó por completo toda la
plenitud de Dios. Cristo era el único que podía contener toda la gracia, la
verdad y la vida plena de Dios. Una de las más grandes causas de la
bancarrota espiritual es la mentalidad hegemónica que produce el engaño de
hacernos pensar que somos una réplica de Dios que contiene todos los
ministerios, los dones y todos los nombres de Dios a la vez. Esta mentalidad
individualista es la plataforma del egocentrismo religioso, el orgullo y la
orfandad espiritual. Debido a esto el autor de Apocalipsis expresa:
Apocalipsis 3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete
espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que
tienes nombre de que vives, y estás muerto.
El objetivo de esta declaración es advertir de que alguien puede adoptar una
identidad falsa acerca de su verdadera naturaleza, pero en realidad sus obras
no producen fruto. El Apóstol Pablo advierte de una forma más clara, como
podemos caer en el engaño de pensar que somos la plenitud de Dios en si
mismos o pensar que somos lo que realmente no somos:
Romanos 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener,
sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno.
Fue solo en Jesús que Dios habitó plenamente pero después de morir y
resucitar, Jesús vino a vivir en la iglesia, repartiéndose en todos los miembros
para convertirnos en miembros de su cuerpo y de esa manera ser la
expresión plena de Dios en la tierra, es por ello que el Apóstol afirma:
Efesios 4:7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la
medida del don de Cristo.
Cada uno de nosotros es portador de una medida de Cristo, el don de Dios y
nuestro mayor compromiso consiste en reconocer que gracia que nos ha sido
dada a cada uno a fin de reconocer la semejanza de Dios que habita en
nosotros entendiendo nuestra verdadera identidad, la cual está relacionada
enteramente con el propósito eterno por el cual hemos sido creados
llegando a ser luminares en un mundo donde hemos sido establecidos como
embajadores del Reino de Dios.
El principio de la identidad, Dios te ha hecho único.
Una de las maravillas que podemos encontrar en la creación y que confirman
la individualidad de nuestra identidad y naturaleza, está comprobado por la
ciencia forense, según estudios realizados, no existen dos personas en toda la
creación con las mismas huellas dactilares. Algo como esto confirma que
todos hemos sido creados por Dios como seres únicos. El mayor obstáculo
que existe para reconocer nuestra identidad y propósito es tratar de ser una
copia. La razón por la que las personas intentan parecerse a alguien se debe a
que desean alcanzar la fama o el éxito de quien imitan. Esto parece ser una
buena idea, sin embargo, es importante saber, que esta mentalidad nunca te
permitirá descubrir la imagen y la semejanza de Dios que te fue otorgada y
que te dan una identidad y un propósito de vida. Intentar ser una copia,
jamás te llevara a superar el original, aunque alcances el éxito, permanecerás
toda tu existencia viviendo una vida que nos es la tuya. El apóstol escribió el
siguiente aviso:
Gálatas 6:3 Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se
engaña.
Uno de los frutos que produce el reconocer la medida de la gracia de Dios
que nos ha sido dada por ser la semejanza de Dios, es la innovación. Todos
los hombres que invocaron el nombre de Dios reconociendo su identidad y su
propósito fueron personas influyentes en su entorno, estableciendo
conceptos y principios que transformaron la sociedad donde existieron,
fueron exaltados y reconocidos como personas únicas.
El nombre de Dios y la realidad de los tiempos proféticos
Uno de los elementos proféticos que la iglesia no debe desconocer y que
enmarcan la venida del Señor a la tierra es que Dios restaurará previamente
todas las cosas que fueron señaladas por los profetas en el Antiguo
Testamento.
Hechos 3:19 al 21 dice
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados;
para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a
Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el
cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que
habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo
antiguo”
Los hijos de Dios, debemos entender que estamos viviendo los mejores
tiempos de toda la historia de la humanidad, debido a que se acerca l
consumación del plan perfecto de Dios. Vivimos los tiempos donde toda la
tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios como las aguas cubren
la mar y donde toda la creación será redimida de la esclavitud por la
manifestación de los hijos de Dios. En realidad, vivimos el tiempo de una
profunda y total reforma antes de la venida del Señor Jesucristo y su plena
manifestación en la tierra.
Uno de las profecías que fueron dadas y que están en pleno desarrollo fue
dada por el profeta Amos.
Amós 9:11-12
En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus
portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para
que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de
Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto.
El tabernáculo de David, es un símbolo y figura de la iglesia que Cristo
estableció para expresar su reino en la tierra. (Vea Hechos 15:16) Dios
prometió que lo volvería a levantar como era originalmente. En cuanto a ello
podemos dedicar por completo varios capítulos, pero en esencia lo que el
profeta está señalando es que Dios restauraría el verdadero diseño y el
propósito por el cual fue fundada y establecida la iglesia. En resumen
podemos afirmar que lo que Jesús tenía en mente a través de su iglesia, no
era expandir un sistema religioso de creencias y practicas culticas, sino más
bien una nación que pudiera entender, contener y expresar su reino en toda
la tierra.
Ahora bien, cuando leemos la promesa de restaurar el tabernáculo de David,
encontramos que su objetivo era crear un escenario para que la iglesia
cumpliera su propósito en la tierra, poseyendo todas las naciones con el
poder de la influencia y la transformación de su Reino. ¿Cómo se haría esto?
A través de los que invocan el nombre de Dios.
En este contexto, el invocar el nombre de Dios, no es una simple confesión
mecánica que por muchos años y por ignorancia, algunas personas piadosas
utilizan como una muletilla religiosa. El apóstol afirma:
Romanos 10:14
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en
aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
Podemos conocer a Dios de una forma mental a través de la historia, pero
solo podemos conocer la naturaleza de su nombre por revelación. Es
imposible poder invocar el nombre de Dios sin tener una revelación de su
carácter. Uno de los principios que hicieron del tabernáculo de David un lugar
único en la tierra era la atmosfera de revelación profética allí fluía haciendo
que Dios fuera conocido de una forma palpable. (1 Crónicas 12:32).
La verdadera función del ministerio profético en el nuevo pacto es contribuir
para que los hijos de Dios puedan tener una revelación acerca de la gracia
que le ha sido otorgada a cada uno en particular, enseñarles a conocer el
nombre de Dios que nos hace participes de la semejanza que nos da la
identidad del propósito.
Uno de las practicas que tradicionalmente la iglesia ha desarrollado por siglos
es la presentación de los niños, existen dos teorías que sustentan la
continuidad de esta tradición, la primera se debe a una interpretación de la
ceremonia Judía de presentación de los recién nacidos en el templo y donde
se practicaba la circuncisión, solo en ese acto era conocido públicamente el
nombre del niño y se hacían toda clase de profecías acerca del niño. (Vea
Lucas 1:57-63) como es sabido, en la cultura judía, el nombre es una
identidad que está relacionada con el la naturaleza y el propósito que la
persona cumpliría en la tierra.
Aunque parezca un tanto penoso, la mayoría de congregaciones de cristianos
que reúnen en el mundo, ni tan siquiera se acercan en lo más mínimo a esta
práctica que pertenece al viejo pacto, muy a pesar de que hoy vivimos en el
cumplimiento de una herencia. Hemos convertido un acto de suprema
importancia para marcar el destino profético de las nuevas generaciones es
una práctica religiosa sin profundidad y sin sentido de propósito.
El otro elemento bíblico que sustenta la práctica de la presentación de los
niños de forma tradicional es extraído de Mateo 19:13 que dice:
Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos
sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron.
Cabe aclarar que la práctica de la imposición de las manos, era una
ceremonia netamente sacerdotal donde una persona recibía una unción para
cumplir un llamado y después de orar recibía la autoridad delegada por quien
imponía las manos. Lo que realmente Jesús hacía con los niños que le
presentaban era afirmar la identidad de su propósito para que pudieran
operar en su Reino. Esto debe ser el objetivo que debe buscar la iglesia al
presentar las nuevas generaciones, declarar proféticamente por la unción y la
revelación del Espíritu Santo, que gracia de la semejanza de Dios le ha sido
otorgada a cada hijo desde el mismo momento de su nacimiento.
Salomón, el hombre más sabio que ha existido, nos dejó escrito el siguiente
principio que representa una máxima en cuanto a lo que venimos
exponiendo:
Proverbios 22:6 Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se
apartará de él.
En estas cortas líneas Salomón nos transmitió el secreto que lo convirtió en
uno de los hombres más exitosos que han habitado en la tierra, desde que
era muy niño tuvo una identidad que lo conectó a un propósito de vida. El
primer lugar fue sellado con la semejanza de Dios al recibir el nombre de
Salomón, cuyo significado es una forma hebrea de Shalom, uno de los doce
nombres de Dios que traduce: “Dios de Paz”. La referencia de instruir al niño
en su camino, se interpreta sencillamente de que todo niño debe tener
trazado un camino por donde conducir su vida, notemos que no dice: “guía al
niño en su desierto” sino “instruye en su camino”, ningún camino fue
construido para ir a “cualquier parte” todo camino que se emprende tiene un
destino específico. Esto nos ayuda a entender, cuanto hemos avanzado o
cuanto nos falta por llegar a la meta. El Apóstol Pablo conocía claramente
cualquier era camino y cual su destino cuando escribió: He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. (2 Timoteo 4:7)
Debemos esperar que antes de la venida del Señor, sean restauradas todas
las cosas que fueron profetizadas en la antigüedad, estamos entrando como
iglesia en un tiempo de madurez y crecimiento sin precedentes por causa de
la revelación del propósito de Dios y su consumación. Ha llegado el tiempo en
que cada hijo de Dios debe invocar el nombre de Dios, reconociendo la
medida de la gracia que hemos recibido en Cristo para ello debemos dar por
terminado el tiempo donde los niños, los hijos del pacto, vivan
desconociendo la razón por la cual han sido creados como semejanza de
Dios.
Una de las practicas paganas más abominables en la incurrió Israel, fue la de
ofrecer a sus hijos a Moloc. Levíticos 18:21 dice:
“Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el
nombre de tu Dios. Yo Jehová”
Según un descubrimiento arqueológico realizado en Cartago en 1935 y
después de un exhaustivo estudio, se llegó a la conclusión que en los escritos
púnicos, la palabra Moloch identificaba a un verbo y no como se ha creído
tradicionalmente que era un dios. Esto quiere decir entonces que Moloc era
un rito pagano donde los niños eran ofrecidos. Aunque la idea de Moloc
como dios fenicio queda fuera de lugar pero no la práctica pagana.
Ofrecer los niños a Moloc, era un rito cultico pagano contrario a la práctica
judía de la presentación de los niños. Siendo que significado de Moloc es rey,
el rito era un acto totalmente antagónico y en contraposición al deseo de
Dios de revelar su nombre y su semejanza. En otras palabras, los niños eran
entregados al designio de su propia voluntad y señorío para que
administraran su vida según el falso concepto del “libre adverbio” Ofrecer los
hijos a Moloc en nuestro contexto presente, significa darles una identidad
falsa, ignorando que fueron hechos según la semejanza de Dios para cumplir
un propósito de vida. Notemos como según está escrito en la Biblia esta
práctica pagana contaminaba el nombre de Dios, impidiendo que el nombre
de Dios pudiera ser revelado y manifestado.
Entendiendo el significado de invocar un nombre
La palabra Invocar, según la traducción literal significa llamar, clamar o
nombrar, sin embargo, en el contexto bíblico el termino es mucho más
profundo y sustancial y una muestra de ello es que la palabra griega utilizada
para invocar es epikaleo, que traduce literalmente: “sobrenombre”
Según la RAE Un sobrenombre es el nombre que se le da a una persona en
vez del suyo propio y que, generalmente, hace referencia a alguna cualidad o
característica sobresaliente de su carácter en particular que lo distingue y lo
identifica. Esto nos lleva a la conclusión que invocar es algo más que una
repetición mecánica o un acto de superficialidad religiosa de nombrar o
llamar a Dios. De hecho, nombrar a Dios era un acto de tanta solemnidad y
respeto para los judíos que no se atrevían ni aun a pronunciarlo. El
mandamiento escrito en la ley de Éxodo 20:7, dice lo siguiente:
“No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por
inocente Jehová al que tomare su nombre en vano”
Invocar el nombre de Dios es uno de los principios que nos otorga la gracia
que requieren de mayor responsabilidad y fidelidad. Solo, cuando por el
espíritu de revelación podemos entenderlo, nuestra vida transciende de la
mentalidad religiosa a la esencia de la Vida en el Reino. Jesús mismo, señalo
la superficialidad del sistema religioso al expresar en Lucas 6:46:

¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?


Lo llamaban Señor pero sus vidas estaban vacías de la naturaleza de su
Señorío. Uno de los eventos que explican con mayor claridad como el falso
concepto religioso del termino invocar pervierte la verdadera esencia de su
significado, está registrada en el libro de los Hechos 19:13-14, usar el nombre
de Dios de forma mecánica y en cierto sentido de forma supersticiosa como
si tuviera poderes mágicos es algo contrario a invocar el nombre de Dios de
forma autentica.
Algunos judíos, trataron de hacer una práctica de exorcismo invocando el
nombre de Señor Jesús, pero tuvieron un final trágico. Ellos pensaron, como
muchas personas religiosas, que invocar el nombre de Dios es una especie de
amuleto con poderes mágicos, cuando en realidad su nombre es la revelación
misma de su naturaleza que afirma y confirma la semejanza que nos ha sido
impartida, dándonos la verdadera identidad para cumplir el propósito por el
cual fuimos creados y vivimos.
Concluimos que invocar el nombre de Dios significa reconocer la naturaleza
de la vida Dios, haciendo de ella nuestra verdadera identidad.
El poder del nombre
Como ha sido demostrado por la historia, el beneplácito de Dios ha sido
darse a conocer en toda la creación de hecho, Dios se hizo hombre para
mostrar de forma visible y palpable quien es Él. Uno de las obras mas
asombrosas y admirables de Dios se revela a través de los pactos. En cada
pacto que Dios celebraba con el hombre, descendía de su grandeza y
soberanía ilimitada para someterse a todo lo acordado en el pacto. Esto
demuestra que el deseo de la voluntad de Dios es que todos le conozcan.
(Vea Jeremías 9:24)
Una de las formas en que Dios se muestra a la humanidad es a través de su
nombre. Como sabemos, Dios escogió en el pasado al pueblo de Israel para
presentarse a través de ellos al mundo y para los Israelitas el nombre era algo
demasiado importante. Escoger el nombre de los hijos, era una de cosas más
cuidadosas que podía existir debido a que en el se imprimía la naturaleza, el
carácter y el propósito de vida del individuo.
Un ejemplo de ello tuvo lugar en la presentación de Juan, también conocido
como el bautista: Lucas 1:59-63
“Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban
con el nombre de su padre, Zacarías; pero respondiendo su madre, dijo: No;
se llamará Juan. Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se
llame con ese nombre. Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le
quería llamar. Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre”
Notemos como bíblicamente, un nombre podía identificar aun a la naturaleza
de una descendencia familiar, por ejemplo, Zacarías, cuyo nombre significa:
“recordado por Dios” pertenecía a un linaje de sacerdotes cuyo carácter de
ministerio era recordarle a Dios el cumplimiento de sus promesas. Cuando
llevaron a Juan para ser presentado al templo todos pensaron que la
identidad descendiente permanecería, sin embargo, ya había sido revelado
un nuevo destino profético que sería enmarcado en el nombre del niño; el
nombre hebreo para Juan significa: El regalo de La Gracia.
El nombre y la naturaleza son inseparables en el contexto Bíblico, en el se
revela el carácter, el pensamiento y la obra. Es por esta razón que cuando
Dios se le revelo a Moisés, la primera pregunta que le hizo es ¿Cuál es tu
nombre?
Éxodo 3:13-15 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y
les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me
preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14Y respondió Dios
a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY
me envió a vosotros. Además, dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de
Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y
Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre;
con él se me recordará por todos los siglos.
El interés de Moises por conocer cuál era el nombre del Dios que le estaba
comisionando para liberar de la esclavitud a los hijos de Israel, tenía un
marco muy llamativo. En primer lugar, debemos recordar que Moisés había
huido al desierto después de matar a un egipcio en su primer intento por
librar a los hijos de Israel, 40 años atrás. Hebreos 11:24-27 Dice:
“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio
de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el
galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se
sostuvo como viendo al Invisible.
El anterior relato nos muestra como Moisés tenía un conocimiento revelado
acerca de Dios como un ser invisible y galardonador de los que le sirven,
además que al ser circuncidado Moisés fue instruido acerca del pacto que
Dios hizo con Abraham y su descendencia (Génesis 17:10) En otras palabras,
Moisés conocía al Dios generacional que se revelo a sus padres, pero él no
había tenido una revelación personal con Dios. Moisés, a quien se le atribuye
ser el autor del libro de Job, un día exclamo en Job 42:5:
”De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven”
No es lo mismo conocer a Dios por la historia que tener una revelación
acerca de Él. Para asumir un llamado y una asignación del cielo, es necesario
conocer por revelación el nombre de quien te envía.
Otro aspecto que pudo haber despertado el interés de Moisés por conocer el
nombre del Dios que le enviaba, tenía que ver con el escenario religioso
donde Moisés había pasado los últimos 40 años de su vida viviendo bajo la
cubierta de su suegro Jetro, quien era sacerdote de Madian.
Exodo 18:10 dice:

“Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la
mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios. 11Ahora
conozco que Jehová es más grande que todos los dioses; porque en lo que se
ensoberbecieron prevaleció contra ellos”
Según el contexto de la anterior declaración, Jetro, aun siendo descendiente
de Abraham, manejaba el concepto de la existencia de varios dioses. Esto
quiere decir que Moisés, muy posiblemente, experimentaba a diario, la
misma realidad de Pablo cuando visitó la ciudad de Atenas. Hechos 17:23
Dice:
“Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el
cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis,
pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”
Los atenienses tenían una innumerable colección de dioses y a cada uno de
ellos daban tributo, según la mitología griega había muchos dioses y
semidioses, entre los principales se encontraban:
Zeus, el dios del cielo.
Hera, la diosa del Olimpo.
Hefesto, el dios del fuego y de la metalurgia.
Apolo, el protector de la música y de la medicina.
Afrodita, la diosa del amor y de la belleza.
Hades, el dios de los muertos.
Poseidón, dios del mar.
Cuando Pablo encontró en uno de los santuarios la Inscripción: AÑ DIOS NO
CONOCIDO, pudo encontrar la oportunidad para presentar la naturaleza y el
carácter del único Dios que existe en toda la creación. De igual forma sucedió
cuando Dios se le revelo a Moisés, Dios se presentó como YWVH, Lo que en
esencia significa: “EL UNICO DIOS Y SEÑOR DE TODO”
Después de algunos años que Moisés tuviera la revelación del nombre de
Dios y le invocará, Jetro, su suegro, vino al desierto para visitarle y entonces
exclamo: “Ahora conozco que Jehová es más grande que todos los dioses” lo
cual nos lleva a conclusión que todos los hombres de Dios que han
transcendido en la historia llevando a generaciones a reconocer al Dios
verdadero, han invocado el nombre de Dios que se ha revelado en sus vidas,
legando a ser la identidad de su propósito de vida.
Éxodo 6:3 Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente,
más en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos.
Notemos como Dios se manifiesta a cada uno como Él quiere. Si anhelamos
ser hijos de Dios que marquen el destino de la humanidad como
embajadores del Reino de Dios, debemos asumir que nuestro mayor
compromiso, es reconocer la semejanza de Dios que nos ha sido impartida, la
cual podemos conocer y entender por la revelación del nombre de Dios para
que le invoquemos.
En las próximas lineas, estaremos estudiando los doce nombres con los
cuales Dios se ha revelado a la humanidad, los cuales fueron depositados en
su totalidad en Jesús, pero que ahora son revelados a los hijos de Dios para
que le invoquemos como imagen y semejanza, lo cual nos dará la identidad y
marcará el carácter y la naturaleza de nuestro propósito en la tierra.

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