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Las Noches de Mi Memoria

Hoy es de noche, estoy cansado, mis ojos pesados como dos bolsas de arena del desierto
Suben y bajan en la balanza del agotamiento, y nada siento, nada espero.
Amanecer, amanecer de esperanza dentro del letargo de mi tierra.
Las hojas no caen en mi país, es la única certeza fiera.
¿Cuánto más he de esperar la redención final de mis compatriotas?
¿De aquellos que por generaciones derramaron la sangre y sirvieron como ilotas?
Décadas han pasado y la historia solo sigue siendo la misma
La verdad es solo una pero se pierde mi vista
La realidad me despierta abrasadora como fuego hiriente
Me quema el sin sabor, chamusca mi juventud ardiente.
Solo recuerdo al sabio de Las Escrituras diciendo: este sol sale para buenos y malos,
Para justos, para injustos y no me cabe en el pensamiento, en el sueño liberador,
Porque ese sueño no llega, como no llega el sol.
¡Oh triste e ingenua mi niñez, tonta e inexperta mi juventud!
¡Solo sigo en el mismo sitio, día tras día, en la terrible quietud!
Se han llevado mis memorias de la noche, la lluvia y el alud
Solo queda la vaga vista de un hombre que nada dice a viva voz
Porque ese sueño no llega, como nunca llego el sol.
II
Paseo por las calles de la ciudad que me enseña
Paseo con caminar cansado y mi espíritu se empeña
En saber cuánto se pueda mientras tenga la bandera
Que me resguarda invulnerable en esta soledad ciega
De las calles perdidas de los niños sin escuela
Que van por los mercados tomando lo que puedan
De un suelo partido por el caminar de mil huellas
¿Qué si tienen padres? Pregunte para más señas
Que quizá sus engendradores cual flor de hierba buena
Han ido desapareciendo en la labor terrena
Que sin piedad exige del hombre toda, toditita su fuerza
Que desgasta, mata, enferma cuando no es lo que se sueña
¿Qué si no tienen alguien, uno quien les de la cena?
Ellos mismos son cuidadores, protectores de una decena
De otros más que trabajan en el sol de la faena
Que no paga suficiente, que medicina no deja
Y que no hay seguro, que les cubra o les proteja
Son la vida misma, la vida de una decena
De niños que por las calles llevan el alma en pena
Y que sin más que unos zapatos, un pantalón corto una franela
Van por cada calle, recogiendo lo que se pueda.
III
Sera la verdad de Sócrates
La de Platón, la de Aristóteles
Aquella cosa que me consuela
Al ver que cada hombre, mujer, niño y abuela
Se despierta en las mañanas para ver un sol de guerra
Y de pronto se calma, como un mar sin la tormenta
Y que la noche simplemente, de ignorancia la rellena
Dormir, dormir, dormir, descansar de la faena
Que no termina, no se acaba, aunque tu cuerpo envejezca
Porque el día que termine, ahí el espíritu vuela
Y en las alas de la muerte, vaga solo sin el velo
Velo delgado, unas veces roto, otras como una vela
Vela de barco muerto, cajón de alma serena
Y es entonces la labor, penosa sin querer serla
Es la muerte el descanso, cama que nadie desea
Pero el gran señor, ¡que señor ni una mierda!
Ese explotador obscuro nunca deja de venderla
Porque para él es mejor que cuando el barco esté más cerca
Se le lleven el cuerpo a uno que no su bolsa puerca
Que no su dinerillo, esa cosa sucia y siniestra
Mejor dinero en la bolsa, el cajón para la muerta
Total de ese sembradío sacare buena cosecha
Caraotas de cementerio las de Nazoa ¿recuerdas?
Que mejor le hago el cajón, pero que nada se pierda.

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