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UP3

Federico, de 20 años, acude a la consulta relatando malestar general acompañado de


cefalea, astenia y coloración amarillenta de la piel.

Cuando nos encontramos con un paciente con coloración amarillenta de la piel y mucosas
como parte de su motivo de consulta, estamos ante un síndrome, denominado ictericia,
que nos exige hacer un ejercicio diagnóstico progresivo para aclarar las diferentes causas.

Es importante aclarar que si la coloración amarillenta de la piel fuese un hecho aislado


también podríamos pensar en una pseudoictericia, causada generalmente por una dieta
con un contenido elevado en betacarotenos (zanahoria, calabaza, cítricos). Sin embargo,
en esta situación vemos que la coloración amarilla de la piel se acompaña de malestar
general, cefalea y astenia lo cual ya es orientador.

Para poder realizar un diagnóstico diferencial (procedimiento por el cual se identifica una
determinada enfermedad o estado de salud mediante la exclusión de otras posibles causas
que presenten un cuadro clínico semejante al que el paciente padece) entre las diversas
causas de ictericia, que pueden ser causas prehepáticas (hemólisis), hepáticas (trastornos
de la captación –sme de Gilbert-; trastornos de la conjugación –sme de Gilbert, sme de
Cliger Najjar-; trastornos de la excreción canalicular –sme de Dubin Johnson-; trastornos
generalizados de la función hepática por hepatopatías agudas –hepatitis viral, hepatitis
inducida por fármacos, hepatitis alcohólica- o hepatopatías crónicas –hepatitis viral,
esteatosis, cirrosis-) o posthepáticas (obstrucción de las vías biliares por cálculos –
colelitiasis y coledocolitiasis-, tumores de la vía biliar o de páncreas, pancreatitis, por
inflamación de los conductos producto de una infección –colangitis-) es necesario que
elaboremos una completa y cuidadosa historia clínica.

Durante la anamnesis existen puntos clave:

 De los datos personales interesa prestar atención en la edad y el sexo, dado que
existen distintas patologías prevalentes, y también en el lugar de residencia
 Dentro de enfermedad actual debemos orientar con preguntas el relato del motivo de
consulta. Así, preguntaremos sobre cuándo y cómo fue la aparición y evolución de la
ictericia y el resto de los síntomas, si es la primera vez que le pasa (si relata episodios
pasados de ictericia podríamos pensar por ejemplo en un síndrome de Gilbert o Cliger
Najjar), si presenta o ha presentado otros signos o síntomas acompañantes (coluria,
acolia, hipocolia, hipercolia, prurito, fiebre, palidez, taquicardia, vómitos, dolor en
hipocondrio derecho)
 Dentro antecedentes personales es importante preguntar si tuvo alguna enfermedad,
alguna internación u operación relacionada con el hígado y las vías biliares, o síntomas
similares a los actuales y cómo evolucionaron, además de preguntar sobre otros
antecedentes patológicos de jerarquía, ya que por ejemplo puede que por una
infección bacteriana de otro foco haya tomado un antibiótico como sulfametoxasol
trimetoprim (cotrimoxazol – lesiones de tejidos blandos causadas por estafilo o
estrepto), que puede desplazar a la bilirrubina de su unión a la albúmina y generar la
ictericia; es importante no olvidarse de las vacunas, solicitar el carnet de vacunación o
preguntarle si está vacunado contra la hepatitis A (a los 12 meses de vida) y B (12
horas de vida, o al ingreso escolar, o siendo adulto)
 En cuanto a los hábitos no debemos olvidar preguntar sobre el consumo de alcohol, ya
que podría tratarse de un cuadro de hepatitis alcohólica (cuadro agudo que se
desarrolla después de una ocasión de beber en exceso, habitual en los adolescentes
como Federico) -no pensamos en cirrosis alcohólica por la edad-; sobre hábitos
sexuales, particularmente si ha tenido relaciones sin la utilización de métodos de
barrera (preservativo) dado que la hepatitis B, D y menos frecuentemente la C son
infecciones que se transmiten por contacto sexual; sobre el consumo de drogas
inyectables, el antecedente de transfusiones, piercings o tatuajes, todo lo cual nos
hace sospechar también de hepatitis C, B y D por transmitirse por vía sanguínea;
preguntar sobre el consumo de medicamentos, como dije anteriormente algunos
antibióticos pueden desplazar a la bilirrubina y generar una ictericia a predominio
indirecto, y otros pueden causar hepatotoxicidad como el paracetamol, un analgésico
y antipirético de uso extendido (dosis terapéutica 1g a 4g/día, dosis tóxica de 7,5 a
10g/día)*; sobre la dieta, más que nada en relación al consumo reciente de una
comida copiosa, al consumo habitual de alimentos con un alto contenido en lípidos
por su relación con los cálculos de colesterol; sobre la diuresis y catarsis
principalmente preguntando sobre el color de la orina y las heces (coluria -orina color
caoba- + hipocolia o acolia -heces color macilla o blancas- orienta hacia una ictericia de
origen obstructivo; hipercolia orienta hacia una ictericia hemolítica)

*El paracetamol es metabolizado a compuestos inactivos por conjugación con sulfato y ácido
glucurónico, siendo una pequeña parte metabolizada por el sistema del citocromo P-450. Éste
oxida al paracetamol para producir un intermedio muy reactivo, el N-acetil-p-benzoquinoneimina.
En condiciones normales, éste se genera en pequeñas cantidades y se conjuga con glutatión para
ser eliminado. Cuando aumenta la dosis consumida de paracetamol, las vías metabólicas del
sulfato y el ácido glucurónico se saturan y mayor cantidad paracetamol se desvía al sistema del
citocromo P-450 donde se produce el N-acetil-p-benzoquinoneimina. Consecuentemente, los
suministros hepatocelulares de glutatión se agotan y este compuesto puede reaccionar libremente
con las membranas celulares, causando daños y muerte de muchos hepatocitos, dando como
resultado necrosis hepática aguda.
 Dentro de los antecedentes familiares es relevante preguntar sobre un cuadro similar
en los progenitores dado que puede tratarse de una hiperbilirrubinemia no hemolítica
hereditaria, el más frecuente y que se suele manifestar en los hombres durante la
pubertad es el síndrome de Gilbert, un trastorno autosómico dominante que consiste
en un defecto en la captación -ligandinas Y y Z- (Muniagurria), según algunos autores o
en un defecto en la conjugación -déficit parcial de UDP-glucuroniltransferasa- de la
bilirrubina, según otros (Mohan), y da lugar a una hiperbilirrubinemia a predominio
indirecto de excelente pronóstico dado que las concentraciones no suelen superar los
5mg/dl (para que se produzca kernicterus se requieren concentraciones plasmáticas
superiores a los 20mg/dl). Otros posibles trastornos hereditarios son el síndrome de
Cliger Najjar, el síndrome de Dubin Johnson y el síndrome de Rotor. Además, siempre
es conveniente preguntar sobre alguna enfermedad hepática o de las vías biliares en
sus familiares dado que en muchos casos (predisposición a desarrollar cirrosis
alcohólica, predisposición a desarrollar cálculos) existe una vulnerabilidad ligada a
polimorfismos genéticos heredables.
 También es interesante tener en cuenta la noción de foco epidemiológico, dado que
existen ciertas infecciones como la hepatitis A y E que generan brotes o epidemias
transmitidas a través del agua por ejemplo por tener una vía de transmisión fecal oral,
por otra parte, al tratarse de un “adolescente” de 20 años, pensamos en una persona
más expuesta a las enfermedades de transmisión sexual y entre ellas la hepatitis
B/B+D/C, a los efectos del consumo excesivo de alcohol que constituye una
importante práctica social y de las drogas, en este caso interesarían las de
administración intravenosa por los riesgos de transmisión de infecciones que conlleva

Luego, pasaremos al examen físico. Durante el mismo nos centraremos en el abdomen y la


piel.

Deberemos examinar al paciente con luz natural para visualizar mejor la coloración de la
piel y las mucosas, particularmente de la esclerótica y la conjuntiva bulbar (aquí también
podemos evidenciar una anemia observando palidez a este nivel), tejidos elásticos por los
que la bilirrubina tiene mayor afinidad. La ictericia será clínicamente detectable con
niveles séricos de bilirrubina por encima de los 2mg/dl (en los neonatos a partir de los 4-
5mg/dl) aunque dependerá del ojo del observador. La inspección también nos permitirá
detectar lesiones de rascado que acompañan a los síndromes colestásicos (durante los
mismos no solo aumentan los niveles de bilirrubina en sangre sino también los de sales
biliares que estimulan a las terminaciones nerviosas y generan prurito, un nivel menor de
dolor) y otros signos más orientadores de hepatopatías crónicas, las cuales no tenemos
tanto en cuenta en esta situación dada la edad del paciente, entre ellos estigmas cutáneos
de hepatopatías crónicas como las spiders (angiomas en araña), distribución del vello
corporal, ginecomastias, forma del abdomen (abdomen globoso, en batracio indicarían
ascitis).

Después de la inspección pasaremos a la auscultación del abdomen, aquí podremos


escuchar ruidos hidroaereos aumentados ya que a veces los cuadros de hepatitis se
acompañan de diarrea, excepcionalmente podríamos encontrar la presencia de ruidos de
lucha (antes de la obstrucción) y silencio auscultatorio (después de la obstrucción) a nivel
intestinal lo que podría ser consecuencia de un íleo biliar, situación en la cual cálculos de
gran tamaño formados a nivel de la vesícula o la vía biliar pasan al estómago o al intestino
por medio de una fístula colecistoduodenal generando una obstrucción generalmente
parcial (reee infrecuente, pero para hacerse los interesantes).

Después de la auscultación, una maniobra no tan relevante en esta situación, pasaremos a


la percusión del abdomen, recordemos que la percusión normal del abdomen da un
sonido timpánico a nivel de las asas, mate a nivel del hígado y el bazo. La percusión mate
del abdomen en general, responde a la acumulación de líquido en la cavidad peritoneal, es
decir a una ascitis (detectable clínicamente con más de 500 ml en la cavidad peritoneal), la
cual puede evidenciarse con un abdomen distendido globuloso y ombligo evertido, y
detectarse también por maniobras especiales como la onda de choque líquido u onda
ascítica, la matidez en medialuna, el signo del témpano y el signo del desnivel. La ascitis es
una secuela frecuente de la hipertensión portal, comúnmente ligada a la cirrosis hepática.
La percusión además, nos permite junto con la palpación, determinar el tamaño del
hígado. El borde superior del hígado será determinado por la percusión a nivel del 5to
espacio intercostal derecho y el borde inferior será determinado por la palpación, la cual
puede ser monomanual, bimanual y siempre debe comenzar desde fosa ilíaca derecha. La
palpación no solo nos permitirá conocer el tamaño del hígado (no debe sobrepasar los dos
traveses de dedo del reborde costal, 13cm de alto – 26cm de diámetro transversal – 8cm
de diámetro anteroposterior), el cual estará aumentado en afecciones como la hepatitis,
viral o alcohólica, la colestasis y la esteatosis, sino que además nos permitirá conocer la
consistencia del mismo (disminuida en hepatitis, colestasis, aumentada en fibrosis,
tumores), la sensibilidad (doloroso en afecciones agudas como una hepatitis aguda o
colestasis de inicio repentino), las características del borde (agudo normal, romo cuando
está aumentado de tamaño, en bolsa de papas cirrosis macronodular). La palpación del
bazo también podría brindarnos algunos datos. Un bazo palpable, y por ende aumentado
de tamaño, puede responder a infecciones como la hepatitis o el paludismo que en sus
formas más graves puede también dar lugar a ictericia, a una cirrosis hepática con
hipertensión portal, a una hemólisis.
Por último, recurriremos a los exámenes complementarios. Dentro de estos el laboratorio
suele ser el que más información aporta, principalmente el hemograma y algunos
elementos del hepatograma.

 Bilirrubina total -> 0,3 a 1,3 mg/dl


 Bilirrubina directa -> 0,1 a 0,4 mg/dl
 Bilirrubina indirecta -> 0,2 a 0,9 mg/dl
 Transaminasas:
 ALT o TGP -> 7 - 41 U/L
 AST O TGO -> 12 - 38 U/L
 Fosfatasa alcalina -> 33 - 96 U/L Sirven para confirmar que la
 Gama glutamil transpeptidasa o GGT -> 9 - 58 U/L elevación de la fosfatasa alcalina
 5`nucleotidasa (5`NTD) -> 0 - 11 U/L responde a una afección
 LDH -> 100 a 200 UI/L hepática
 Albumina -> 3,5 - 5,5 g/dL
 Tiempo de protrombina (ayuda a diferenciar una ictericia hepática de una
posthepática - la administración de vitamina K a los que padecen ictericia posthepática
corrige el TP, a los que padecen ictericia hepática no, necesitan transfusión con
factores de la coagulación -) -> 12-13 segundos

Otros exámenes complementarios de utilidad podrían ser los de imagenología, siendo el


de elección en este caso, la ecografía. Por último, si sospechamos de etiología infecciosa
deberemos solicitar la búsqueda de antígenos o anticuerpos, dependiendo el caso, de los
virus hepatotropos.

Una vez obtenidos todos los datos de la historia clínica podremos llegar a un diagnóstico
certero y en caso de tratarse de una enfermedad infectocontagiosa como las hepatitis
virales o las infecciones de transmisión sexual (exudativas -candidiasis, tricomoniasis,
clamidia, gonorrea, vaginosis, mycoplasma genitalium, ureaplasma urealyticum-,
ulcerativas -sífilis 1°, chancro blando, herpes simple, linfogranuloma venéreo,
donovanosis-, proliferativas -HPV- y sistémicas -VIH, sífilis 2° y 3°, hepatitis B, C y D-),
efectuar la notificación pertinente a los organismos de control*.

*Recordar: Los casos que corresponden a una enfermedad de notificación obligatoria


(ENO) son traspasados por personal capacitado, los gestores del consolidado de la información,
en una planilla (resumen de casos) conocida como "consolidado C2", que incluye también los
datos de los libros de guardia y la información de los pacientes internados. La notificación es
una de las etapas del sistema de información por medio de la cual se ingresa la información
específica de los eventos objeto de vigilancia dentro del sistema. Consiste en la comunicación a
la instancia inmediata superior de la identificación y captación de casos y el almacenamiento
de la información para ser analizados y utilizados en la determinación de intervenciones frente
a los problemas identificados. La notificación se constituye en una voz de alerta tanto para las
autoridades sanitarias como para las instituciones de salud y la comunidad sobre la ocurrencia
de eventos que pueden modificar el estado de salud poblacional y ante el cual hay que
responder con intervenciones oportunas de prevención y de control según el caso.
En relación a los escasos datos brindados por la situación problema mi diagnóstico
presuntivo se orientaría a una hepatitis viral, es decir una causa intrahepática de la
ictericia. Los virus hepatotropos son los virus de la hepatitis A, B, C, D y E. Sin embargo,
cabe aclarar existen otros numerosos microorganismos que pueden generar un
tocamiento hepático simulando la clínica de estas hepatitis (Epstein Barr, herpesvirus,
plasmodium, fiebre amarilla, etc).

Los virus de la hepatitis A y E son virus ARN desnudos, lo que les permite la transmisión
fecal-oral (al ser desnudos son más resistentes a agentes físicos y químicos y persisten en
el medio ambiente). Las personas pueden infectarse al ingerir alimentos o agua
contaminados con heces humanas (el virus de la hepatitis E es frecuentemente
vehiculizado por el agua) cobrando real importancia en su prevención, el saneamiento
ambiental, con provisión de agua de calidad; mediante relaciones sexuales oro-anales; o
por medio de la mala higiene de las manos, frecuente modo de transmisión entre los
niños, siendo comunes los brotes de hepatitis A en guarderías, jardines.

Los virus de la hepatitis B, C y D (virus deficiente que requiere de una coinfección con el B
que le provee de su envoltura) son virus envueltos formados por un genoma de ADN en el
primer caso y ARN en los otros dos. Se transmiten por vía sexual, parenteral y materno-
fetal; por lo que para prevenir la infección por los mismos se recomienda el uso de
métodos anticonceptivos de barrera, el screening de la sangre para donaciones, el uso de
jeringas nuevas y estériles, entre otras medidas.

Los virus de la hepatitis pueden generar espectros clínicopatológicos diversos,


generalmente benignos cuando son causados por los virus de la hepatitis A y E (salvo en
embarazadas, complicación frecuente la hepatitis fulminante), y de peor pronóstico
cuando son causados por los virus de la hepatitis B, C y B+D: todos pueden dar lugar a
infecciones asintomáticas (se detectan casualmente por medio de la elevación de las
transaminasas séricas o la presencia de anticuerpos IgM); cuadros de hepatitis aguda
cuya clínica y cambios morfológicos (anatomopatológicos) son comunes a todos los virus
hepatotropos; o progresar a una forma grave de hepatitis aguda llamada hepatitis
fulminante.

La hepatitis aguda se manifiesta clínicamente en 4 etapas:


1. Período de incubación: varía para los distintos virus, siendo para el de la hepatitis A
de 2 semanas, para el de la hepatitis E de 2 a 8 semanas, para el de la hepatitis B
de 10 semanas, el de la hepatitis D unas 6 semanas (en el caso de la
sobreinfección) y para el de la hepatitis C de 7 semanas, en promedio. El paciente
permanece asintomático pero puede transmitir el virus.
2. Fase preictérica: el paciente presenta síntomas prodrómicos (señales o malestar
que precede a una enfermedad) que incluyen: anorexia, náuseas, vómitos, fatiga,
malestar, sabpr desagradable al fumar, artralgia, cefalea, fiebre (especialmente en
la hepatitis A); y comienza la elevación de las transaminasas (por ende comienza la
necrosis hepatocelular)
3. Fase ictérica: el paciente comienza a ponerse amarillo, es decir, se inicia la ictericia,
que puede acompañarse de un aumento de la pigmentación de la orina conocida
como coluria, heces color arcilla denominada hipocolia y prurito, estos tres últimos
signos consecuencia de la colestasis (el hígado al inflamarse puede comprometer el
flujo de bilis la cual se acumula a nivel hepático y comienza a refluir a la sangre, al
tratarse de bilirrubina directa o conjugada es filtrada por el riñón y aparece en
orina, al disminuir el paso de la misma al intestino disminuye su concentración en
las heces, y al refluir no solo bilirrubina sino también sales biliares estas estimulan
a las terminaciones nerviosas y producen el prurito). La hepatomegalia puede
generar molestias en el hipocondrio derecho manifestadas como pesadez que
contribuyen a la anorexia del paciente y la consecuente pérdida de peso. Podrán
detectarse en suero bilirrubina total, transaminasas, fosfatasa alcalina, GGT y 5
nucleotidasa elevadas, antígenos y/o anticuerpos dirigidos al virus. Esta fase dura
de 1 a 4 semanas.
4. Fase posictérica: durante esta fase el paciente comienza a recuperarse clínica y
bioquímicamente (aparición de anticuerpos IgG). Esta fase de recuperación es más
prolongada para la hepatitis B y C e incluso pueden no recuperarse y evolucionar a
una hepatitis crónica. Sólo un 1% de las hepatitis agudas progresan a la forma
grave de hepatitis fulminante con necrosis masiva o submasiva que culmina en
insuficiencia hepática aguda.

Vemos que el cuadro presentado por Federico puede tranquilamente corresponderse con
la transición entre la fase preictérica e ictérica de la hepatitis viral aguda.

Esta traducción clínica tiene una base anatomopatológica:

 Macroscópicamente -> hígado aumentado de tamaño, blando, doloroso y verdoso


(por la colestasis).
 Microscópicamente -> encontraremos:
 Lesión hepatocelular variable, más marcada en la zona 3 del lobulillo, es decir que
afecta más a los hepatocitos centrolobulillares, y panlobulillar en la hepatitis A:
o Lesión leve: degeneración en globo -> cuando la lesión es leve, los
hepatocitos se encuentran hinchados con citoplasma granular que tiende a
condensarse alrededor del núcleo. En la hepatitis C puede haber cambio
graso de algunos hepatocitos.
o Lesión intermedia: degeneración acidófila + apoptosis -> cuando la lesión
es un poco mayor, el citoplasma de los hepatocitos muestra intensa
eosinofilia, el núcleo se reduce de tamaño hasta ser picnótico y ser
expulsado de la célula (muerte por apoptosis) dejando una masa acidófila
denominada cuerpo de Councilman o cuerpo acidófilo
o Lesión grave: necrosis -> cuando la lesión es más grave se produce la
necrosis de los hepatocitos, la forma más grave de necrosis es la necrosis
en puente que se carácteriza por bandas de necrosis que unen los tractos
portales con las venas centrales, dos venas centrales entre sí o dos tractos
portales entre sí, es decir se trata de una necrosis más extensa que puede
dar lugar a una hepatitis fulminante o crónica
 Infiltrado inflamatorio mononuclear que se limita por lo general a los tractos
portales pero puede pasar a los lobulillos. El infiltrado inflamatorio es mayor en la
hepatitis A. El virus de la hepatitis C puede generar agregaciones linfoides en las
tríadas portales con degeneración del epitelio de los conductos biliares.
 Hiperplasia de células de Kupffer, las células de Kupffer son macrófagos hepáticos,
estos proliferan bajo el estímulo de citocinas inflamatorias abundantes en este
contexto infeccioso. Muchas de estas células contienen restos celulares
fagocitados, pigmentos biliares y gránulos de lipofuscina
 Colestasis: pueden aparecer gránulos de pigmento biliar intracitoplasmáticos.
 Regeneración: los hepatocitos perdidos por necrosis y apoptosis serán
reemplazados por nuevos hepatocitos que se regeneran a partir de la hiperplasia
de los adyacentes (recordemos que se trata de células lábiles con una gran
capacidad regenerativa).

Si la infección aguda está causada por el virus de la hepatitis B o C ésta puede progresar a
hepatitis crónica (es más frecuente que la hepatitis C se haga crónica) cuyas
manifestaciones clínicas son variables, desde el estado de portador (individuo
asintomático que aloja la enfermedad y puede transmitirla, a su vez puede ser un
portador sano o un portador con enfermedad crónica que sería este caso) hasta el cuadro
completo de cirrosis y sus complicaciones.

La base anatomopatológica de la hepatitis crónica es la siguiente:


 Macroscópicamente -> si la hepatitis crónica evolucionó a la cirrosis, llamada cirrosis
postnecrótica, el hígado presenta estará disminuido de tamaño y presentará aspecto
macronodular. Grandes nódulos de regeneración (más de 3mm de diámetro) con
gruesos tabiques de fibrosis

 Microscópicamente -> encontraremos:


 Necrosis erosiva: destrucción periportal de los hepatocitos en la placa limitante
(zona que limita el tracto portal con los lobulillos) con infiltrado de linfocitos,
células plasmáticas y macrófagos.
 Lesiones de los tractos portales: los tractos portales están expandidos por el
infiltrado de células inflamatorias (triaditis o portitis) y la proliferación de
conductillos biliares. En la hepatitis C pueden aparecer agregados linfoides o
folículos con un centro germinal reactivo e infiltración de más células
inflamatorias sobre las células epiteliales de los conductos biliares dañados.
 Lesiones intralobulillares: hay diversos grados de lesión:
o Cambio graso de hepatocitos en hepatitis C
o Hepatocitos en vidrio molido o vidrio esmerilado en hepatitis B (el
aspecto de vidrio está dado por la abundancia del antígeno de superficie
del VHB)
o Cuerpos acidófilos o de Councilman
o Necrosis
o Necrosis en puente
o Hiperplasia de células de Kupffer
o Regeneración de hepatocitos adyacentes a los hepatocitos perdidos por
necrosis
 Fibrosis: es una característica de cambio irreversible. La fibrosis es inicialmente
periportal (en cambio la alcohólica es centrolobulillar) y puede progresar uniendo
tractos portales entre sí o tractos portales con venas centrolobulillares, lo que se
conoce como fibrosis puente.

Si la necrosis y la fibrosis progresan se instala la cirrosis con pérdida de la arquitectura


lobulillar y formación de nódulos de regeneración rodeados de gruesos tabiques de tejido
fibroso.

Por último, podríamos preguntarnos cómo es que estos virus provocan estas lesiones, es
decir, cuál es su fisiopatogenia y cuál es la participación de nuestro sistema inmune en
ello. Paradójicamente, la mayoría de los virus de la hepatitis (excepto el virus de la
hepatitis D que podría ejercer efectos citopáticos directos), lesionan a los hepatocitos por
medio de un mecanismo inmunológico:
 El virus de la hepatitis B infecta a los hepatocitos y la respuesta inmune celular ataca a
la célula infectada para eliminar la noxa. La respuesta inmune celular innata será
mediada principalmente por las células NK y la respuesta inmune celular adaptativa
será mediada por linfocitos T citotóxicos (CD8+) específicos contra antígenos del virus
 El virus de la hepatitis C no se encuentra en el citoplasma de los hepatocitos por lo que
se cree que los lesiona al infectar a las células linfoides. El mecanismo inmune celular y
las citocinas inflamatorias liberadas lesionarían a los hepatocitos. Además se
encontraron anticuerpos dirigidos a los antígenos virales con reactividad cruzada
(reacción de hipersensibilidad de clase II) sobre autoantígenos (antígeno microsomal
hepático-renal), lo cual explica la asociación de hepatitis autoinmune y hepatitis por
HCV
 No se conoce con certeza la patogenia de la infección por los virus de la hepatitis A y E
pero se cree que también tiene una base inmunopatológica

*Otros mecanismos por los cuales los virus lesionan a nuestras células son:

 Manipulación de la muerte celular programada:


o Inducción de la apoptosis: VIH
o Inhibición de la apoptosis e inducción de la transformación celular: HPV, Epstein
Barr (inducen neoplasias)
 Lisis de la célula huésped por la replicación viral: virus de la gripe
 Inserción de las proteínas víricas en la membrana plasmática de las células infectadas
originando daño de su integridad o bien favoreciendo la fusión celular: virus del sarampión,
virus del herpes

De esta forma vemos que, si bien nuestro sistema inmune activa respuestas celulares y
humorales con el objetivo de erradicar la infección y protegernos, puede también, por
medio de las mismas, lesionarnos.

Las respuestas inmunes celulares frente a los virus consisten en la eliminación de las
células infectadas por medio de citotoxicidad directa mediada por células NK durante la
respuesta innata y por los linfocitos TCD8 citotóxicos durante la respuesta adaptativa;
mientras que, las respuestas inmunes humorales frente a los virus consisten en la
inhibición de la infección de la célula por medio de los interferones de tipo I (α y β)
durante la respuesta inmune innata y la producción de anticuerpos por los plasmocitos
que puedan unirse a los virus evitando su adhesión a nuestras células y por ende
impidiendo la infección de las mismas, pueden opsonizar a la célula infectada y mediar la
citotoxicidad dependiente de anticuerpos por parte de células NK, macrófagos y
neutrófilos.
La vacunación con una única dosis de la vacuna contra la hepatitis A (a los 12 meses) y B (a
las 12 horas de vida) (vacunas de antígenos sintéticos) nos brinda protección durante toda
la vida debido a que generamos anticuerpos y linfocitos de memoria.

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