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TEMA 69:

REGÍMENES POLÍTICOS Y SUS CONFLICTOS INTERNOS EN EL MUNDO


ACTUAL. PRINCIPALES FOCOS DE TENSIÓN EN LAS RELACIONES
INTERNACIONALES.

1. INTRODUCCIÓN.

El final de la Segunda Guerra Mundial dio paso a una nueva configuración del sistema
internacional. El surgimiento de dos grandes potencias, como fueron los Estados
Unidos y la Unión Soviética, significó la fragmentación de Europa, por un lado, y la
toma de posiciones con respecto de uno de los dos bloques para los países
anteriormente colonizados y que, tras la Conferencia de Bandung, comenzaron a
actuar como países independientes. La división del mundo en dos bloques y la
situación de guerra fría llenaron de una amenazante tranquilidad los años cincuenta,
sesenta y setenta. Sin embargo, a finales de los ochenta el mundo empezaba a
moverse otra vez. Nuevos fenómenos asomaban detrás de la puerta de la década de
los noventa. Tal vez el más destacado haya sido el hundimiento del bloque comunista,
un gigante que demostró tener los pies de barro a causa de su ineficacia económica y
la carencia de unas mínimas libertades. El resurgir del mundo árabe arropado por una
ideología islamista ha sido otro de los acontecimientos más destacados. No podemos
olvidar, por otra parte, hechos como la consolidación de la unidad europea o el
desmoronamiento del continente africano, arrasado por las epidemias, el hambre y la
guerra. El mundo en el que vivimos ha abandonado la bipolaridad anterior y se ha
sumido en una confusión que aún hoy trata de encontrar una vía para entender los
complejos problemas que nos atenazan, pues las viejas explicaciones e ideologías ya
no nos son válidas. En el seno de esa confusión, nuevos actores salen a la luz. Desde
el renovado papel hegemónico de los Estados Unidos hasta el impulso europeo, el
mundo trata de encauzarse por otras sendas. Es de destacar la importancia que las
organizaciones supranacionales tratan de adquirir en la configuración contemporánea
del panorama internacional. Independientemente de su eficacia, tanto las
intervenciones de la OTAN o al creación, por poner un ejemplo, del UNPROFOR,
como las acciones de la ONU, responden a una nueva forma de entender y de afrontar
los conflictos.

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2. LAS DEMOCRACIAS OCCIDENTALES.

La caída del muro de Berlín y el hundimiento del bloque comunista ha traído consigo la
hegemonía del mundo capitalista, que se ha erigido en modelo a imitar por los demás
países. Por lo que respecta a los sistemas políticos, la democracia parece haberse
consolidado como forma de gobierno generalmente aceptada. La economía de
mercado, por otra parte, se ha impuesto como norma, y los países subdesarrollados o
en vías de serlo, dependen para la obtención de préstamos de los dictados que en
este sentido les obligan a aceptar los organismos internacionales.

2.1. Europa.

La Europa que entraba en la década de los ochenta iba a dar paso a una
transformación ideológica de primera magnitud. Las tendencias izquierdistas que hasta
el momento habían predominado, y que habían creado el estado del bienestar, fueron
sustituidas por el conservadurismo de Margaret Thatcher, quien arribó al poder en
1979.

La victoria tory en Gran Bretaña fue algo más que una anécdota, pues con ella nuevas
ideas y nuevas formas de entender la economía empezaron a generalizarse:
privatizaciones, reducción del gasto público, etc. En Alemania, la victoria conservadora
se retrasó unos años más, pero en otoño de 1992, los democristianos (CDU-CSU)
accedieron al poder de forma rotunda. Tanto Francia como Grecia, España y Portugal
mantuvieron gobiernos socialistas, aunque la necesidad de efectuar ajustes
económicos en sentido restrictivo, obligó primero a los gobiernos socialistas y después
a los conservadores que llegaron después a ir limando poco a poco los logros del
estado del bienestar. Como es obvio, la influencia estadounidense se dejaba notar.

Después de 1981, punto más bajo de la recesión económica en Gran Bretaña,


Thatcher consolidó su poder y mantuvo alejados del poder a los laboristas durante
años. La llegada de Tony Blair al partido laborista y su victoria electoral no fueron, sin
embargo, un retorno a las viejas ideas de la izquierda europea. El éxito de Blair marca
también un hito en la evolución política de Europa, pues ha puesto de manifiesto la
necesidad de una profunda renovación en los planteamientos políticos de la izquierda.
Sus ideas, en gran medida bolsas de aire, fueron muy bien acogidas por otros
pretendidos renovadores como el alemán Shröder. Otra más interesante perspectiva la
ofreció desde Francia Lionel Jospin, con un mayor énfasis en la vertiente social a la

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hora de plantear su programa político. Blair, con su tercera vía ha cedido en gran
medida a los requerimientos de una economía de mercado globalizada, dejando al
margen las enormes diferencias sociales que se están creando (lo que a la larga
pondrá en peligro a la propia democracia). Si quisiéramos resumir la actual tendencia
de la política europea, podríamos hablar de una obsesión por marchar hacia un centro
escasamente definido. Tanto la izquierda como la derecha buscan ubicarse en el lugar
que les proporcione la mayor cantidad posible de votos.

Ésta parece ser la vocación de los políticos que más recientemente alcanzaron el
poder, como Rodríguez Zapatero en España (PSOE) o Angela Merkel (CDU) en
Alemania. Aparte de cuestiones puntuales relacionadas con asuntos de tipo ético, en
líneas generales los gobiernos europeos actuales abogan por una vía que incide sobre
todo en la liberalización del mercado. La implementación de políticas sociales (de
menor alcance que en épocas anteriores) queda condicionada por el talante del
partido político victorioso, pero siempre limitada por el temor al déficit público.

Los problemas con los que ha de enfrentarse la Europa contemporánea incluyen


también la llegada de emigrantes de los países pobres, en una medida que
difícilmente puede ser asimilada sin conflictos. Las dificultades para lograr que estas
personas accedan al mercado de trabajo en condiciones de no explotación y su
inserción en la sociedad europea manteniendo sus peculiaridades culturales y
religiosas están siendo uno de los grandes retos del momento, y sin visos de solución
en años venideros. Cuestión añadida a ésta es el auge del racismo. Hace unos años
vimos alcanzar altas tasas de votantes en las elecciones al partido del austríaco
Haider; con anterioridad, asistimos a los éxitos de Jean Marie Le Pen en Francia. Los
precedentes no permiten contemplar esta situación con el menor optimismo. A esta
cuestión se añade, por algunos analistas de la actualidad, el peligro que la crisis de
2007 puede suponer ante una gran masa de inmigrantes parados, en la perspectiva de
la paz social.

Determinantes en nuestra historia europea reciente fueron los atentados terroristas


causados por islamistas de Al Qaeda en ciudades como Madrid o Londres que han
trasladado los conflictos del mundo árabe a territorio occidental. Las consecuencias de
tales hechos han sido varias. Las más importantes giran alrededor de estos aspectos:
el recelo de la opinión pública hacia los musulmanes y los recortes a las libertades que
estados como Gran Bretaña han considerado necesarios para mantener la seguridad.
El viejo dilema entre la libertad y la seguridad se ha presentado de nuevo ante los

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europeos. Por otra parte, la aparición de nuevas formas de terrorismo masivo islamista
han llevado a contemplar de otra manera los problemas terroristas que de forma casi
endémica padecía Europa. El caso del IRA parece hallarse en vías de resolución tras
arduas negociaciones que finalizaron en 2001 con un acuerdo para la destrucción de
sus armas (acuerdo de difícil cumplimiento, por otra parte), pese a que una de sus
facciones, “El Ira auténtico” siga queriendo mantener hoy día vivo el conflicto. No
puede decirse lo mismo de la banda terrorista ETA, encastillada en sus posiciones
desde hace décadas.

Una de las grandes cuestiones que no puede ser olvidada a la hora de tratar los
problemas de nuestro continente es el proceso de integración europea. El camino
quedó impulsado con el Acta Única, firmada el 17 de febrero de 1986. Su objetivo era
crear un mercado unificado y sin restricciones, un mercado que incluyera tanto las
mercancías como los capitales y los trabajadores. El principal logro del Acta Única fue,
sin embargo, un cierto reforzamiento del papel del Parlamento Europeo, asunto de
primordial importancia si se quería presentar el proceso de integración con una cara
más agradable para el ciudadano de a pie, el cual veía cómo las instituciones
comunitarias apenas rozaban los requisitos democráticos que eran exigibles a
cualquier país de la órbita occidental. Más ambicioso fue el Tratado de la Unión
Europea, firmado el 7 de febrero de 1992. Todo comenzó en la ciudad holandesa, ya
famosa, de Maastricht entre los días 9 y 11 de diciembre de 1991. Los doce miembros
que constituían la Comunidad se reunieron para establecer las etapas del proceso de
integración que ya se consideraba irreversible. La adopción de una moneda única y la
creación de un Banco Central Europeo fueron algunas de las medidas más
destacadas. Se hicieron concesiones a Gran Bretaña, que no estaba dispuesta a
aceptar las condiciones de unidad económica hasta los extremos antes mencionados.
La política social era otra de las cuestiones principales que hubieron de abordarse en
Maastricht, pues la unión no podía hacerse sólo atendiendo a los mercados. La
armonización de la legislación en materia laboral y en materia de inmigración eran los
puntales de la política social. Los acuerdos no fueron aceptados en todos los países (y
además, no todos los países tuvieron la oportunidad de pronunciarse en un
referéndum). Dinamarca se opuso, y su negativa impulsó al rechazo francés, que si
bien no impidió la ratificación, sí la puso en peligro. Tras la firma del Tratado de la
Unión, los países nórdicos solicitaron el ingreso, y firmaron el Acta de Adhesión el 24
de junio 1994. Tras diversas reuniones en las que se comentaron aspectos como el
posible ingreso de los países del este, o las reformas necesarias de cara a que los
ciudadanos se vean más implicados en el proceso, la cita del Consejo Europeo en

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Dublín acordó la firma en Amsterdam de un tratado que reforzara el papel
internacional de la Unión y que facilitara la libre circulación de los ciudadanos
europeos por su territorio, así como la defensa de los derechos de los europeos. El
Tratado de Amsterdam se firmó el 2 de octubre de 1997.

En los últimos años, la agenda política del continente se centró en los ejes
fundamentales de la ampliación de la Unión Europea, y en la combinación de ese
proceso con las necesarias reformas institucionales que posibilitaran un
funcionamiento del proyecto político comunitario. Una Unión que incluyera a la mayor
parte de los países del este, más Chipre, Malta y las repúblicas bálticas requería una
nueva articulación política más operativa. La definitiva integración de estos países
(Estonia Letonia Lituania Polonia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría,
Malta y Chipre) se produjo en el año 2004. En 2007 se aceptó la entrada de Rumanía
y Bulgaria lo que dio lugar a la llamada Europa de los 27. A este hecho fundamental se
han añadido el debate abierto sobre el nuevo marco constitucional de Europa, que ha
considerado aspectos tan fundamentales corno la naturaleza confesional del proyecto
europeo, o la aceptación de nuevas candidaturas de países como Turquía. El proyecto
presentado ante los ciudadanos europeos quedó paralizado ante los resultados
negativos obtenidos en consultas electorales de países tan significativos para el
proyecto europeo como Francia.

2.2. Estados Unidos

La reelección de Ronald Reagan en 1984, con George Bush en la vicepresidencia,


supuso la reafirmación de los republicanos en el poder. Su política económica,
radicalmente liberal, provocó en su país un profundo ahondamiento de las diferencias
sociales y una paulatina destrucción de las clases medias. Si bien no cabe hablar en
los Estados Unidos de estado del bienestar, lo cierto es que ya en su primer mandato
Reagan terminó con gran parte de ayudas estatales. Su política agresiva en estas
materias no lo fue tanto a la hora de reservar fondos del estado para el presupuesto
militar, enfrascado como estaba el Presidente en una carrera armamentística sin fin. El
hundimiento progresivo de la Unión Soviética fue obra suya, según afirmó en repetidas
ocasiones, olvidando que aquel sistema se estaba destruyendo por si mismo mucho
antes de que él decidiera dedicarse a la política. Las implicaciones de los gobiernos
republicanos en turbios asuntos de política exterior (Nicaragua, la invasión de
Granada, Panamá, por poner algún ejemplo) contribuyeron desde ese momento a la
actualidad a que la política exterior norteamericana fuera contemplada en el resto del

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mundo como esencialmente agresiva. La llamada "guerra del Golfo" puso de
manifiesto la hegemonía de los Estados Unidos como única potencia existente,
extinguida ya la URSS. Sin embargo, su éxito no ocultó los graves problemas que en
el mismo año de 1991 asolaban el país; para ello no hay más que recordar los
acontecimientos sucedidos en Los Ángeles: episodios de violencia racista y protestas
sociales.

El 4 de noviembre de 1992 el Partido Demócrata accede al poder de la mano de


William Jefferson Clinton quien prometió prestar más atención a los problemas
internos, buscando salidas para la recuperación económica. El presidente Clinton tuvo
durante su primer mandato una clara vocación reformista en el ámbito de lo social:
reforma del seguro sanitario (dirigido por su mujer, Hillary Clinton), inversiones en el
área de educación, mejoras en la política de vivienda. Todas estas innovaciones no
lograron siempre alcanzar los resultados deseados, debido principalmente a la
oposición de poderosos grupos económicos (industrias farmacéuticas o entidades de
crédito) contrarios a perder poder y beneficios económicos. En su segundo mandato
(1996), la administración demócrata, desarrolló una política cada vez más activa en el
ámbito internacional. La guerra civil de los Balcanes, dio la oportunidad a Clinton de
desplegar una política intervencionista con un marcado carácter humanitario. Al final
de su presidencia, Clinton ratificó el tratado que daba carta de naturaleza al Tribunal
Penal Internacional.

Su presidencia concluyó marcada por el escándalo al descubrírsele una relación extra


matrimonial con una joven becaria. Este hecho, así como otros derivados de su
anterior gestión como gobernador de Arkansas, fueron utilizados por sus oponentes
políticos más conservadores para hostigarlo y casi lograr su destitución a través de un
proceso de impeachment.

En enero de 2001 y tras una controvertida elección, accedió al cargo de presidente


George W. Bush, hijo del anterior presidente Bush. El ataque perpetrado por varias
células terroristas árabes de Al Qaeda contra el World Trade Center y el Pentágono,
símbolos del poder económico y militar estadounidense, marcaron la trayectoria de
esta administración. La reacción ante estos hechos fue la puesta en marcha de una
política agresiva que ha llevado a Estados Unidos a reafirmar una postura de corte
"imperial". Las invasiones de países cómo Afganistán e Iraq, o la calificación de
estados "terroristas" como Irán o Siria, dan fe de esta vocación dominadora. El
gobierno dé George W. Bush dejó como triste herencia a la actual administración una

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ocupación cada vez más empantanada de Iraq, cada vez más impopular entre los
ciudadanos norteamericanos. Los nuevos gobernantes cada vez dan más muestras de
querer desembarazarse cuanto antes del problema poniendo fechas a la retirada de
las tropas.
El 4 de Noviembre de 2008 Barack Obama fue elegido presidente de los EEUU, su
Yes, We Can ha sido visto no sólo por sus compatriotas sino por medio mundo como
una ola de nuevos tiempos de libertad y de igualdad. Su logro más importante hasta el
momento ha sido la aprobación de un nuevo sistema sanitario que cubre a 40 millones
de ciudadanos que hasta ese momento carecían de seguro médico, esto le ha llevado
a recibir grandes críticas por parte de las secciones más conservadoras de su país.
Internacionalmente su presidencia no ha tenido aún cuestiones históricamente
relevantes, pese a que sí parece percibirse cierta relajación en las relaciones de EEUU
como muchos países, que en tiempos de Bush eran claramente tensas.

3. LOS PAÍSES DEL ESTE DE EUROPA.

3.1. El fin del sistema comunista.

Cuando el general Jaruzelski comenzó a entablar negociaciones con el líder del


sindicato polaco Solidaridad, Lech Walesa, y Gorbachov llegó al poder, comenzó a ser
evidente que las cosas empezaban a cambiar en Europa Oriental. En 1989 se
reconoció a Solidaridad y se convocaron las primeras elecciones libres en Polonia. La
derrota comunista condujo a la formación de un gobierno dirigido por el intelectual
Tadeuz Mazowiec Mediante esta tranquila fórmula, Polonia entró en un proceso de
transformación que ha conocido distintas fases.

Otro país precoz en el abandono del comunismo fue Hungría, que en 1989 comenzó a
poner en duda el poder de Janos Kadar. La celebración en 1991 de los funerales de
Imre Nagy, héroe de 1956, supuso un desafío claro y una apuesta por la democracia.
En octubre del mismo año, el Partido Comunista Húngaro se transformó en Partido
Socialista; a la vez nacía la República Húngara, con clara vocación de instalarse en la
democracia y en la economía de mercado. El mismo proceso tuvo lugar en
Checoslovaquia, muy influida por el recuerdo de la primavera de 1968. Alexander
Dubcek y Vaclac Havel fueron, una vez más, los protagonistas. Pese a que el Partido
Comunista trató de dilatar el proceso, la oposición, organizada en el Foro Cívico y
liderada por Havel, logró presionar lo suficiente para que se convocaran elecciones en
1989. Estas fueron vencidas por Dubcek (presidente del Parlamento) y Havel

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(presidente de la República).

La desaparición del sistema comunista en los países balcánicos ha conocido distinta


evolución. Mientras en Bulgaria la transición tuvo lugar de forma pacífica (al ser el
propio Partido Comunista Búlgaro el que comandó el paso), las cosas en Rumanía se
sucedieron de forma violenta. Rumanía fue el único país en que la revolución de 1989
tuvo lugar con sangre. La corrupción y la megalomanía de Ceaucescu fue la causa de
que en Rumanía, más que por razones políticas, la transición se hiciera por razones
económicas. La represión de la Securitate sobre la población provocó la reacción de
ésta y su vez la huida de Ceaucescu y su mujer, que fueron capturados y asesinados.
Al no existir una oposición organizada, correspondió al Partido Comunista liderar las
transformaciones. Albania, por su parte, permaneció al margen de las revoluciones de
1989, hasta el verano de 1990 en que se produjeron éxodos masivos de población
hacia Grecia e Italia ante la pobreza en que el régimen mantenía al país. Por lo que
respecta a Yugoslavia, los episodios alcanzaron una violencia inusitada. Dada la
trascendencia de este proceso, lo analizaremos con detenimiento más adelante. En la
actualidad, como hemos visto la zona está integrada de pleno en el sistema capitalista-
democrático, aún con los consabidos problemas sobre todo de índole económico.

3.2. La caída del muro de Berlín.

Los acontecimientos sucedidos en Hungría empujaron a que en Alemania oriental se


contemplara con nuevos ojos la desintegración del régimen comunista. Las
manifestaciones populares provocaron la dimisión de Erik Honecker. Poco después, la
población se atrevió a abrir las primeras mechas en el muro de Berlín, hasta que éste
acabó derruido. Tras un breve gobierno presidido por Egon Krenz, Hans Modrow,
secretario del Partido Comunista de Dresde, alcanzó el poder y comenzó el proceso
de reunificación con Alemania occidental aprovechando la iniciativa propuesta por
Helmut Kohl desde la RFA. Sin embargo, la perspectiva de una Alemania unificada no
gustaba a los aliados de la OTAN, sobre todo teniendo en cuenta los enormes
depósitos de armamento del Pacto de Varsovia que se guardaban en la República
Democrática. La URSS acabó aceptando, movida por los acontecimientos, la
permanencia en la OTAN de la Alemania unificada.

Las primeras elecciones, celebradas el 18 de marzo de 1990, fueron vencidas por el


Partido Demócrata-Cristiano de Lothar de Maiziere (en el seno de la CDU). Puede
decirse que tal victoria reforzó las posiciones de Kohl, quien había apostado

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fuertemente por la reunificación prometiendo importantes ayudas económicas. El 2 de
junio de 1990 se firmó la unión monetaria; el 3 de octubre la reunificación de los
estados; y el 2 de diciembre se celebraron las primeras elecciones para el parlamento
conjunto, elecciones que fueron vencidas nuevamente por la CDU de Kohl.
Actualmente la Alemania de Merkel todavía no ha terminado de homageneizar sobre
todo económicamente las partes occidental y oriental, pese a que Alemania, sin duda
sigue siendo una de las principales “locomotoras” del tren europeo.

3.3. La disolución de la Unión Soviética.

La caída del muro de Berlín fue el símbolo de la enorme transformación que estaba
sufriendo el bloque socialista europeo. Dentro de la URSS, el acontecimiento supuso
un aliciente para las repúblicas que constituían la Unión pues muchas de ellas se
vieron con la suficiente fuerza como para lanzarse a la independencia. Ése fue el caso
de los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania. Junto a estos hechos, se sucedían
los enfrentamientos interterritoriales e interétnicos, particularmente violentos entre
azeríes y armenios. Más conflictos vinieron a agravar la situación de la URSS: huelgas
de mineros, manifestaciones de la oposición... Las demandas no sólo eran políticas,
sino también económicas: el sistema era insostenible, se derrumbaba por si mismo y
estaba arrastrando a toda la población con él. Con un gesto de buena voluntad hacia
el pueblo soviético y hacia Occidente, Mikhail Gorbachov decidió dar el paso definitivo
hacia la transformación del sistema. Para ello se derogó el régimen de partido único,
dándose pie a la elección de un congreso de diputados de 2.250 miembros. Fue en
este momento cuando comenzó el enfrentamiento entre el recién elegido presidente
de la República Rusa, Boris Yeltsin (por sufragio popular directo) y Gorbachov. En tal
contexto hay que situar la crítica situación del presidente de la URSS para evitar el
desmembramiento de ésta ante las presiones autonomistas. Sin embargo, la Unión
Soviética estaba encaminada a su fin. El 19 de agosto de 1991, ciertos miembros del
gobierno intentaron dar un golpe de estado apresando a Gorbachov en Crimea. Pese
a que el golpe fracasó, la presidencia de la URSS quedó tocada. Las acciones de
Yeltsin al ponerse al frente de la oposición a los golpistas le dieron tal crédito popular
que se atrevió a disponer la disolución del Partido Comunista y a confiscar sus bienes.
Poco después, el 21 de diciembre de 1991 se decretó la disolución de la Unión
Soviética en Kazajstán; unos días más tarde, el 25 de diciembre, Gorbachov se vio
obligado a dimitir de un cargo que ya no existía. El lugar de la URSS lo ocupó la CEI,
Comunidad de Estados Independientes, formada en sus inicios por once repúblicas
(las quince que constituían la Unión salvo las tres repúblicas bálticas y Georgia).

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4. CHINA.

El comunismo chino había tenido sus propias características que lo habían


diferenciado de la URSS, con la que, a fin de cuentas, mantenía unas relaciones
teñidas de rivalidad bajo un ocasional manto de armonía ideológica frente al
capitalismo. La época de Mao fue, en casi todos los sentidos, terrible, más cercana al
espanto que a cualquier otra cosa. Pese a los logros económicos (sobre todo si se
compara con la situación de los países del Tercer Mundo), la China de Mao padeció el
oscurantismo y la divinización de un líder que se creía insustituible. Pero su muerte en
1976 demostró la falacia de tal suposición. La mejor prueba de ello fue la detención de
la llamada "banda de los cuatro", que englobaba a los más férreos maoístas, entre
ellos a la viuda del dictador, Jing Quing. La llegada al poder de Deng Xiaoping tuvo
como primera consecuencia el reconocimiento de la necesidad de cambios en el
sistema. Cambiar para que todo siguiera igual, en cualquier caso. Pero hay cosas que
son inevitables y nuevos aires habían penetrado en China, pese a su tradicional
aislamiento. La manifestación estudiantil de 1989 fue la culminación de aquéllas que
desde 1986 los chinos se atrevían a convocar. Esto sin considerar los estallidos
antichinos en el Tíbet. Como decíamos, el 17 de abril de 1989 los estudiantes se
reunieron en la plaza de Tiananmen de Pekín para exigir la destitución de Deng
Xiaoping y de Li Peng. Asustado, el gobierno decidió proclamar la ley marcial y el
ejército recibió órdenes de disparar contra los estudiantes. Pese al inicial éxito
gubernamental, pese a los muertos y pese a la escasa apertura política que lograron
los manifestantes, las convocatorias acabaron con la dimisión de Deng Xiaoping el 9
de noviembre del mismo año. Le sustituyó Jiang Zemin. Poco después, se votaría la
legislación que convertiría a Hong Kong en una región china con una situación
particular tras su devolución por Gran Bretaña en 1997 (30 de junio). Actualmente,
China se encuentra en proceso de difícil convivencia entre lo que se ha llamado el
socialismo de mercado (buscando acoplarse a las demandas económicas
internacionales y unas tímidas reformas políticas que no son suficientes para el
camino abierto en Tiananmen. Jiang Zemin ha logrado mejorar las relaciones chinas
con Rusia (acabando con las disputas fronterizas) y con los Estados Unidos. Por otra
parte, en 1997 se establecieron relaciones con Taiwan.

China ha experimentado una extraordinaria expansión de su economía que, sin


embargo, alberga profundos desequilibrios y tensiones. Mientras el ritmo de

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crecimiento (8% anual en 2002) supera con mucho la tasa media de Occidente, su
renta per cápita sigue siendo modesta (4.600 $) Por sectores, la agricultura (18%) y la
industria (49%) siguen superando con creces al sector servicios (33%). A esto hay que
añadir la desigual distribución geográfica de sus polos de desarrollo. Su elevado
consumo energético ha contribuido a desestabilizar el mercado del petróleo. Por otra
parte, China se encuentra en una posición favorable para inundar los mercados
internacionales con sus productos, cuyos productos difícilmente admiten la
competencia. Asimismo, ha iniciado el desembarco inversor en distintas áreas del
planeta, como África y América. En un futuro China se presenta como una potencia
emergente en el ámbito internacional.

5. EL TERCER MUNDO.

Con la expresión Tercer Mundo se alude con frecuencia a realidades muy distintas, a
varios continentes, e incluso a situaciones tercermundistas en países ricos. Tercer
Mundo se ha hecho equivalente de pobreza. Sin embargo, pese a la aparente
ambigüedad del término, todos sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de
Tercer Mundo: los países subdesarrollados, o con un escaso desarrollo, que se
encuentran sobre todo en África (especialmente en el África subsahariana), pero
también en América del Sur y Central y en algunos países asiáticos. En los últimos
años, los indicadores macroeconómicos muestran cómo la separación entre los países
ricos y los países pobres se ha ahondado profundamente, por lo que el problema del
subdesarrollo parece agravarse. La globalización de la economía contemporánea ha
provocado que se produzca una suerte de especialización o división del trabajo entre
un mundo y otro, lo que a la larga condena a mantener esas situaciones de
subdesarrollo, al no poder incorporar los países pobres la tecnología necesaria para
diversificar su producción.

Por otra parte, las cifras de población nos muestran un crecimiento de la natalidad muy
elevado, aunque en el caso de África, las enfermedades (y especialmente el SIDA) y
las guerras están frenando dicho crecimiento. Más considerable es el alza de la
natalidad en países como la India o China, donde el gobierno ha tratado de detenerlo
mediante políticas autoritarias.

La evolución política de estos países es, como puede suponerse, muy diversa, pero
está marcada fundamentalmente por la inestabilidad. Algunos de ellos, como la India,
conocen sistemas representativos, otros sufren dictaduras militares aberrantes. La

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descomposición es gradual en los países africanos, de hecho hay autores que hablan
de África como el continente perdido. Desde la descolonización, las nuevas naciones
han tratado de combinar la tradición tribal con las modernas demandas del gobierno
representativo y la economía de mercado. Grupos políticos de ideología izquierdista
cohesionaron a los nuevos dirigentes surgidos de la independencia, pero en la
actualidad apenas queda nada de aquel atisbo de organización. Siendo como son la
mayor parte de ellos países con importantes riquezas naturales, la falta de estructuras
productivas y la dependencia tecnológica y educativa de las antiguas metrópolis ha
impedido su desarrollo autónomo. A ello hay que unir la mencionada inestabilidad
política, con golpes de estado frecuentes y una carencia absoluta de articulación de la
sociedad civil. Los golpes militares se han sucedido en países como Nigeria (1990) o
Uganda (1986). Por otra parte, el enfrentamiento con grupos guerrilleros, a menudo
tan poderosos como los propios estados, se ha convertido en un mal endémico. Entre
estos grupos destacaremos al RENAMO (Resistencia Nacional Mozambiqueña,
guerrilla de tendencia prosudafricana), con el que el gobierno de Mozambique entró en
negociaciones en 1990, aunque los conflictos continúan. En el caso de Angola, la
guerra civil entre sectores opuestos ha dificultado el proceso de normalización política
desde su independencia de Portugal en 1974: el Movimiento Popular por la Liberación
de Angola (MPLA), el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) ,y la Unión
Nacional para la Independencia (UNITA), son los actores del drama. Las elecciones
celebradas en 1991 dieron la victoria al MPLA, situación que no fue aceptada por la
UNITA.

Otra de las consecuencias del proceso de establecimiento de fronteras fue la brusca


separación de territorios anteriormente unidos y homogéneos por lo que a la raza se
refiere. La supervivencia de minorías en los nuevos países a menudo ha sido
problemática, produciéndose auténticas guerras civiles y limpiezas étnicas. Ése fue el
episodio del enfrentamiento entre hutus y tutsis en Ruanda (en época contemporánea
los conflictos entre ambos pueden remontarse a 1959).

A los hechos ya mencionados hay que unir el hambre que padecen de forma casi
endémica algunos países como Somalia o Etiopía. Los choques entre ambas naciones
han sido casi continuos, así como los enfrentamientos internos entre grupos
guerrilleros y los estados. En el mismo escenario, la población ve descender su
esperanza de vida, los niños enferman al nacer, y las personas mueren por
desnutrición. Las ayudas internacionales son captadas con una frecuencia por los
grupos enfrentados, que aprovechan para vender lo que llega para paliar el hambre y

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cambiarlo por fusiles. Mientras tanto, los vendedores de armas hacen dinero con el
hambre africana y la buena voluntad del mundo rico. Las Naciones Unidas,
encabezadas por los Estados Unidos y otros países como Italia (antigua metrópolis),
iniciaron en diciembre de 1992 la operación "restore hope" que pretendía desarmar en
Somalia a los grupos en conflicto y proporcionar la ayuda humanitaria. Por lo que
respecta a Etiopía, los choques con los guerrilleros eritreos, que demandaban su
independencia, han conducido a una situación de penuria similar o peor, si cabe, a la
de Somalia. En julio de 1991 la conferencia de Addis Abeba reconoció el principio de
autodeterminación de Eritrea.

En síntesis, podemos decir que desde que se iniciara el proceso de descolonización,


un gran número de estados de África, Asia y Oceanía han accedido a la
independencia sin lograr al mismo tiempo articular formas de organización política y
económica que les permitan encarar su futuro de forma satisfactoria. En ámbitos como
la salud, el nivel de ingresos o la educación, estos países muestran en conjunto
grandes carencias que afectan de forma considerable a su población, la cual se ve
obligada a emigrar en busca de nuevas oportunidades de subsistencia.

6. IBEROAMÉRICA.

Hablar de América Latina podría llevarnos muchas más páginas de las que aquí
disponemos. La variedad de situaciones es enorme. Unos países se hayan inmersos
en la gran contradicción de tener saneadas sus cuentas económicas, pero no tan
limpias sus cuentas políticas y sociales (y aquí mencionaríamos el lastre del pasado
reciente en Argentina y en Chile). Otros países habrían estado incluidos en el epígrafe
anterio, dedicado al Tercer Mundo. Sin embargo, no es nuestro objetivo estudiar este
subcontinente de forma separada, pues reúne características que le son comunes.
Tampoco nos es posible dedicarnos a analizar país por país, pues eso aparte de
resultar tedioso, no nos llevaría a percibir las grandes tendencias que han marcado la
historia de América en los últimos años.

América Latina se encuentra en un momento crítico en su evolución. Tanto política


como económicamente, sus dirigentes parecen haber tomado al pie de la letra las
recomendaciones dictadas desde el rico Occidente y han implantado sistemas
políticos aparentemente democráticos y sistemas económicos a los que han aplicado
las fórmulas del Fondo Monetario Internacional. Olvidados han quedado los problemas

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sociales, agravados por la dureza de un capitalismo salvaje. Se han enquistado
situaciones críticas como las padecidas en Bolivia o Ecuador, países con unos niveles
de pobreza que condenan por generaciones a gran parte de la población a la miseria.
Y ésa es tal vez una de las características más importantes de la América actual: la
enorme división social, ya plenamente aceptada, y a la que se considera como algo
aparte de la estabilidad política. Las transiciones hacia otras formas de gobierno desde
las dictaduras militares no han sido fáciles. Como ejemplo pongamos el caso del Chile,
con una democracia hasta hace bien poco secuestrada por el dictador Pinochet. Por
otra parte, son más que notorias las acusaciones de corrupción y desvirtuación del
régimen democrático en la mayor parte de las naciones iberoamericanas: Balaguer en
la República Dominicana desde su llegada al poder en 1986, Carlos Andrés Pérez en
Venezuela, Carlos Salinas de Gortari en México...

Precisamente México dio un gran paso en 1997 al desplazar del poder en las
elecciones a la alcaldía de México al Partido Revolucionario Institucional (PRI) tras
setenta años de gobierno en el distrito federal en favor de la formación
centroizquierdista de Cuauthémoc Cárdenas, el PRD o Partido de la Revolución
Democrática, aliada del conservador PAN, Partido de Acción Nacional. Este proceso
de cambio se completó más tarde al desbancar del poder en el gobierno nacional al
PRI. Vicente Fox, dirigente del PAN, accedió a la presidencia de la nación. Otro
ejemplo paradigmático de las precarias transiciones a la democracia a las que se
hacía referencia más arriba lo tenemos en Perú, país lacrado durante décadas por la
corrupción y la violencia. Guerrilleros, narcotraficantes y ejército se han enfrentado
durante años destruyendo las bases sociales y económicas del país. En junio de 1990
ganó las elecciones presidenciales Alberto Fujimori, quien pretendía acabar con la
descomposición del país por la vía del autoritarismo disfrazado de democracia.
Cuando en 1992 disolvió el parlamento y suspendió la constitución, las cosas
empezaron a quedar claras, y cuando ocupó con el ejército la embajada de Japón
secuestrada por guerrilleros, sus acciones fueron criticadas internacionalmente. Con
respecto al ejército guerrillero Sendero Luminoso Fujimori buscó un acuerdo en 1990 y
dos años más tarde, en septiembre de 1997 logró detener al cabecilla del grupo
Abimael Guzmán. Tras un complicado proceso político, el cambio de gobierno se hizo
efectivo en la persona de Alejandro Toledo, que llegó a la presidencia de la república
en medio de tramas de corrupción auspiciadas por antiguos colaboradores del anterior
presidente. La senda del populismo también está siendo recorrida por el venezolano
Hugo Chávez. Participante en el fallido golpe militar contra Carlos Andrés Pérez en
1992, Chávez ha llegado al poder por 'la vía democrática. Su mensaje político

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(democracia bolivariana) consiste en la lucha contra la corrupción y el empuje de una
sociedad hundida progresivamente en la pobreza. Su reforma de la Constitución de
1961 tiene como objetivo perpetuarse en el poder. El desarrollo de una política exterior
propia (vinculándose a Cuba y otros países exportadores de petróleo como Iraq o
Libia), y la división y polarización de la opinión pública de su país, son los rasgos
fundamentales de su conflictivo mandato.

En los últimos tiempos han accedido al poder por las urnas otros dirigentes políticos de
tendencia izquierdista como Luis Ignacio da Silva (conocido por Lula da Silva) en
Brasil o Evo Morales en Bolivia. Da Silva, que comenzó con buen pie sus proyectos
reformistas, se ha visto salpicado por la corrupción de algunos de sus colaboradores.
Morales tiene el añadido de ser un indio aimara, lo que ha supuesto todo un revulsivo
para los indígenas americanos por ser la primera vez que un indígena accede a la
presidencia del gobierno en Bolivia. Por otra parte, Evo Morales ha afirmado que
pretende representar los intereses de los cocaleros, es decir, los campesinos
plantadores de coca, lo que ha entrado en colisión -con la política estadounidense
acerca de este asunto.

De hecho, el tráfico de drogas se ha convertido en uno de los grandes problemas de


América del Sur. Los campesinos, en un lamentable estado de pobreza, se han visto
obligados a plantar coca para satisfacer a los traficantes, los cuales han formado tales
fortunas, que en algunos casos han llegado a ser más poderosos que los gobiernos.
La intervención de los Estados Unidos, especialmente afectado por las consecuencias,
no ha sido lo suficientemente eficaz. Gran importancia ha tenido el cártel de Medellín
en Colombia, con toda probabilidad la organización de narcotraficantes más fuerte. Su
principal dirigente, Pablo Escobar, se rindió el 9 de junio de 1991. En esta línea
podemos situar la puesta en marcha por parte de Estados Unidos del Plan Colombia,
consistente en el desarrollo de un programa de asistencia económica y militar a dicho
país cuyo objetivo es atacar en su raíz a la industria del narcotráfico.

Especial importancia han tenido los enfrentamientos entre guerrilleros y militares en


varios países centroamericanos, enfrentamientos que ha padecido como víctima la
población campesina. De entre los muchos episodios destacaremos la situación en
Chiapas. El Ejército de
Liberación Nacional, guerrilla surgida en 1994 en el estado mexicano de Chiapas,
mantuvo frecuentes combates con el gobierno de Ernesto Zedillo y el ejército. Las
consecuencias de esas luchas las ha pagado la propia población de Chiapas, una de

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las zonas más pobres de México. El 23 de diciembre de 1997 los paramilitares
asesinaron a cuarenta y seis personas. Días después se supo que varios detenidos
por la masacre eran miembros del PRI.

Un caso especial en el contexto iberoamericano es la isla de Cuba, uno de los últimos


reductos comunistas del mundo. La caída en bloque de sus aliados ha afectado a la
economía cubana de forma importante: las carencias aumentan por momentos. Pese a
que en lo político Cuba permanece casi igual, económicamente ha abierto sus puertas
con más generosidad a las inversiones extranjeras, sobre todo en el sector turístico, su
principal fuente de riqueza para el futuro. El régimen de Castro alterna periodos de
mayor represión con otros de un tímido aperturismo.

Por último, y por lo que respecta al resto del mundo, Iberoamérica se ha convertido en
el territorio en el que con más claridad se manifiesta la competitividad entre el dólar y
el euro. Por ejercer su influencia en América Latina, dado su potencial económico, se
han asentado multitud de empresas, tanto norteamericanas como europeas, y en
particular españolas. Es precisamente ahí, en América, donde tiene nuestro país un
importante papel que desempeñar. Para impulsar las relaciones entre los países
americanos y España se han celebrado desde 1991 y cada año hasta la actualidad las
Cumbres Iberoamericanas.

7. PRINCIPALES FOCOS DE TENSIÓN EN LAS RELACIONES


INTERNACIONALES.

7.1. Oriente Medio.

La región del Oriente Medio, a caballo entre tres continentes, ha sido, y sigue siendo,
una de las zonas más conflictivas del mundo. Su valor no es sólo estratégico, sino
también económico pues guarda grandes reservas petrolíferas en algunas de sus
áreas. Uno de los principales elementos que han contribuido a la desestabilización fue
e! nacimiento de Israel como un estado independiente. En Palestina siempre habían
vivido judíos, pero en un pequeño porcentaje, sin embargo, la fuerza del sionismo y la
declaración de de lord Balfour en 1917 que comprometía a Gran Bretaña a apoyar la
creación de un hogar nacional judío en Palestina, provocó la emigración de muchos
judíos extranjeros. El holocausto fue, sin embargo, la causa principal que impulsó el
nacimiento de Israel.

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Incluso antes de la proclamación del estado, el 14 de mayo de 1948, los
enfrentamientos con los árabes desplazados por la resolución de la ONU (19-XI-1947:
partición de Palestina) no se hicieron esperar, dando comienzo una serie de guerras
que han continuado de forma intermitente hasta la actualidad. Los problemas se
agravaron por cuanto se vieron implicados los países fronterizos que acogieron a los
refugiados palestinos, especialmente Egipto y Jordania. Fue con motivo de la
intervencióp contra Nasser (por haber nacionalizado el canal de Suez) de Francia y
Gran Bretaña, cuando Israel adoptó el papel de agresor directo. La intervención de la
URSS y los Estados Unidos puso fin al asunto. Sin embargo, los propios países
árabes quedaron asustados del surgimiento de un sentimiento de simpatía hacia la
postura de Nasser, que llevó a la formación de la República Árabe Unida (RAU),
constituida por Egipto y Siria.

Los enfrentamientos continuaron en 1967 cuando Israel, preocupado por la política


nasserista, se enfrentó con Egipto y los palestinos organizados en la OLP
(Organización para la Liberación de Palestina) y Al Fatah (que no siempre actuaban al
unísono). La victoria de Israel fue total, y demostró su enorme capacidad técnica y de
movilización, ocupó el Sinaí y territorios de Cisjordania, donde se halla Jerusalén. La
intervención de la ONU detuvo la guerra, pero Israel se negó a abandonar los
territorios ocupados. Como consecuencia de estos hechos, los palestinos reforzaron
sus acciones terroristas, y se asentaron primordialmente en Siria y sobre todo en
Líbano. Esto, unido a una cruenta guerra civil, fue el fin de la época dorada de Líbano,
que hasta el momento había logrado mantenerse más o menos al margen del conflicto
dedicado a sus negocios y con una economía floreciente.

A la muerte de Nasser en 1970, Sadat le sustituyó al frente de Egipto. Sadat logró un


acuerdo con Siria y Jordania para lanzar el 6 de octubre de 1973. festividad judía del
Yom Kippur, una gran ofensiva sobre Israel. Tras unas iniciales victorias, Israel se
rehízo y logró, incluso, situarse a 70 kms de Damasco. La ONU impuso una tregua,
que los países productores de petróleo aprovecharon para cesar su aprovisionamiento
tanto a Israel como a sus partidarios occidentales. E! precio del barril comenzó una
escalada imparable, a lo que se unió la inestabilidad económica de los acuerdos de
Bretton Woods (1971) sobre la suspensión de la convertibilidad del dólar. La tregua
trajo consigo la reapertura del canal de Suez, y la apertura de negociaciones entre
Egipto e Israel. La actividad diplomática de los Estados Unidos logró facilitar el
acuerdo entre los dos países. Sin embargo, contra estos acuerdos, y sobre todo contra
el reconocimiento del estado de Israel, se oponían Libia, Argelia, Siria, Irak, Yemen del

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Sur y la OLP de Arafat. Con la intervención de Carter se firmaron los acuerdos de
Camp David.

Sin embargo, el problema palestino seguía estando ahí, como ha demostrado la


intifada. El 30 de octubre de 1991 se inició en Madrid una conferencia de paz entre
árabes e israelíes. En esta conferencia participaron Egipto, Siria, Jordania, Israel y, por
vez primera, la OLP. El nacimiento de la Autoridad Nacional Palestina como órgano de
gobierno en las zonas palestinas no logró satisfacer plenamente a los afectados, pues
por un lado la retirada israelí de los territorios cisjordanos ha sido lenta y problemática,
y por otra, la corrupción y la mala gestión deterioraron la imagen del gobierno de
Arafat. Posteriormente se celebraron nuevas conferencias. El acuerdo de Hebrón,
firmado en febrero de 1997 bajo la presión de los Estados Unidos, preveía una retirada
militar israelí de los territorios de Cisjordania en tres etapas, que finalizarían en mayo
de 1998. Sin embargo, el proceso se bloqueó muy pronto: construcciones israelíes en
la zona y atentados de Hamás (movimiento islámico palestino) acabaron con él. La
celebración en 1998 del cincuenta aniversario del estado de Israel no contó con
ilusiones de paz. Tras un breve periodo de tiempo, en el que el Partido Laborista, más
proclive a las tesis de coexistencia con los palestinos, tomó las riendas del poder, las
esperanzas de llevar a buen puerto un tratado de paz se han visto frustradas.

Al gobierno de Ehud Barak, le siguió el del halcón del Likud, y veterano de las guerras
árabes israelíes Ariel Sharon. En los primeros tiempos de su mandato la situación se
deterioró de forma sensible, recrudeciéndose los enfrentamientos y
desencadenándose una espiral de acción reacción en la que a atentados de
organizaciones radicales palestinas, siguen operaciones de castigo de Israel. Todos
los proyectos de acuerdo se han visto frustrados y el proceso de paz iniciado en
Madrid y continuado en Oslo se ha visto paralizado. Por otra parte, Sharon se ha
enfrentado a los judíos ortodoxos al decretar el desalojo de los asentamientos de
Cisjordania. Hace unos meses que su puesto lo ocupa Ehud Olmert a causa de una
enfermedad que lo ha puesto en estado de coma. Las próximas elecciones en Israel
tendrán una enorme trascendencia para el futuro de la zona, como la han tenido las
recientemente celebradas en Palestina (enero de 2006). La victoria del grupo islamista
Hamas ha puesto en peligro las ya de por si inestables relaciones entre ambos
territorios. Hamas, causante de numerosos atentados terroristas en Israel, no parece
muy dispuesta al entendimiento, como tampoco lo está el líder ultraderechista israelí
Netanyahu, uno de los candidatos favoritos a suceder a Sharon. La muerte de Yasser
Arafat en 2005 condujo a la presidencia de la Autoridad Nacional Palestina a Mahnud

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Abbas, que en la actualidad trata de ejercer de mediador entre Hamas y la Unión
Europea, principal colaboradora económica con la que cuenta Palestina.

En este área geográfica, estamos viviendo en la actualidad una renovación de las


hostilidades entre la comunidad internacional y el régimen libio de Gadafi que durante
cuarenta años ha dictado de manera férrea y totalmente personal los destinos de su
país. Las revueltas aparentemente en busca de libertades y democracia que en 2011
han azotado a países del norte de África y de Oriente próximo y medio, también han
afectado a Libia, donde la Comunidad internacional en una vaga resolución de la Onu
ha decidido apoyar o por lo menos defender mediante un espacio de exclusión aérea a
los rebeldes que ansían retirar a Gadafi de su situación de poder, el resultado ha sido
una verdadera guerra civil.
Mejores resultados, aparentemente, a la espera de lo que sucede en los próximos
años han tenido las revueltas en busca de libertades y mejor nivel de vida en países
como Egipto, destituyendo del poder a Hosni Mubarak, o en Túnez a Ben Alí,
asentados ambos décadas en el poder. Otros países donde en 2011 se han dado
revueltas similares han sido: Siria, Argelia, Jordania, Omán, Bahrein e incluso Arabia
Saudí e Irán. Los resultados de esta revuelta en los países árabes del Magreb y
Oriente Próximo y Medio aún deben ser analizadas y esperar a sus resultados, sin
embargo muchos estudiosos hablan de una revolución sin precedentes en este tipo de
países, hartos sus ciudadanos, de la pobreza, el inmovilismo político y la falta de
democracia. Al parecer los medios de comunicación globales, internet y sobre todo las
redes sociales parecen a primera vista ser protagonistas, como decimos de estas
revueltas sociales que han copado la total atención de todo el mundo en especial del
desarrollado. Para hablar de las consecuencias se debe tener cautela y esperar
todavía acontecimientos a día de hoy.

7.2. La reacción del mundo árabe.

Desde los años setenta, y como reacción al ateísmo marxista de los movimientos de la
época, empezaron a desarrollarse en los países árabes corrientes nacionalistas e
integristas en el terreno religioso. La revolución iraní y la llegada del coronel Ghaddafi
al poder en Libia pusieron de manifiesto la trascendencia de estos hechos.

7.2.1. Irán.
Por lo que respecta a la revolución iraní, habría que señalar que la modernización
llevada a cabo por el sha Reza Pahlevi no tenía más apoyos que los que le

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proporcionaban el ejército y los consejeros estadounidenses. La pretensión del Sha de
llevar a cabo una industrialización del país en la que el papel del petróleo jugase un
importante papel implicaba una reforma agraria que iba a arruinar a multitud de
aparceros y arrendatarios de pequeñas propiedades. Por otro lado, las limitadas,
aunque trascendentales, transformaciones en la sociedad iraní (sobre todo en asuntos
como la liberación de las mujeres) no podían gustar en absoluto en un país de
arraigadas costumbres musulmanas. La oposición, articulada por el clero chiíta, seguía
las consignas del ayatollah Jomeini exiliado. Ante la situación caótica en la que había
desembocado el país, el Sha tuvo que huir. Jomeini y sus seguidores tomaron el poder
y proclamaron cuna república islámica teocrática. excluyendo a la oposición
izquierdista. Prestigiosos analistas, como el historiador E.J. Hobsbawm han calificado
la revolución iraní cómo una de las más importantes del siglo XX. La ocupación de la
embajada de los Estados Unidos y el secuestro de su personal en 1980 fue un acto de
provocación del nuevo régimen que deparó a los norteamericanos uno de los mayores
fracasos de su historia al tratar de liberar a los rehenes y no conseguirlo. Los chiítas
seguidores de Jomeini procuraron difundir las máximas de la revolución islámica a los
demás países musulmanes.

La muerte de Jomeini, líder espiritual de la Revolución Islámica en 1989 trajo consigo


un proceso de apertura y renovación que no ha podido verse culminado con el éxito.
En el seno de la República se enfrentaron las fuerzas reformistas encabezadas por
Mohamed Jatamí, elegido democráticamente en mayo de 1997 con más del 70% de
los sufragios, y las fuerzas conservadoras de ayatolá Alí Jamenei, quien controlaba el
aparato legislativo y judicial. En las elecciones celebradas en 2005 resultó vencedor el
bando ultra-religioso en la persona de A. Ahmadinejad, antiguo "guardián de la
Revolución Islámica". El carácter confesional que pretende otorgar al régimen se une
al desafío nuclear que ha lanzado a la comunidad internacional. Irán ha sido
conminado a abandonar su proyecto del uso de la energía nuclear para unos fines
supuestamente pacíficos que resultan desmentidos por la beligerancia de sus
declaraciones sobre política exterior.

7.2.2. Irak.
Sadam Hussein, dirigente iraquí del Baath, partido socialista del renacimiento árabe,
se decidió a atacar a Irán, dado el calibre que estaban tomando los hechos. El ataque
desembocó en una guerra que comenzó en 1980 y terminó en 1988, sin vencedores ni
vencidos. Irak, de la mano de Sadam, buscaba convertirse en una potencia regional
para lo cual inició un programa de rearme que preocupó a las potencias occidentales.

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Cuando el 2 de agosto de 1990 Sadam ordenó la invasión y ocupación de Kuwait, las
potencias reaccionaron. El presidente Bush logró la condena de la ONU y dispuso su
ejército para la organización. Irak no logró, como era su objetivo, desencadenar una
guerra santa; sus únicos apoyos fueron los de los palestinos, lo que, desde luego, no
era un gran refuerzo. Las tropas aliadas evitaron la participación de Israel para sortear
una posible solidaridad árabe. La guerra del Golfo, como fue llamada, comenzó un 14
de enero de 1991 y se caracterizó, aparte de por el peligro de utilización de armas
químicas, por el impresionante despliegue tecnológico y televisivo. El 3 de marzo. Irak
aceptó las condiciones del alto el fuego impuesto por la ONU. Pese a la victoria aliada,
Sadam Hussein continuó en el poder, aunque estrechamente vigilado por Estados
Unidos y Gran Bretaña, que establecieron zonas de exclusión aérea en las zonas
norte (Kurdos) y sur (Shiíes) del país: Al mismo tiempo, y en cumplimiento de las
resoluciones adoptadas por Naciones Unidas, se decretó un férreo embargo
económico que ocasionó grandes dificultades población civil. Esta situación se vio en
parte mitigada por el programa "Petróleo por Alimentos", cuyo objetivo era dedicar
parte del beneficio de las limitadas exportaciones de crudo a la compra de alimentos.

Como consecuencia de la política agresiva desarrollada por la administración de


George W. Bush, Iraq se convirtió en un objetivo prioritario. En marzo de 2003, se
inició la invasión del país por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña, posteriormente
apoyadós por los gobiernos de Aznar y Berlusconi, siendo el resultado de la misma
todavía bastante incierto. Esta guerra, que movió en contra a una parte muy destacada
de la opinión pública internacional, ha tenido unas consecuencias desastrosas porque
ha desestabilizado el ya poco estable área de Oriente Medio, ha radicalizado al
islamismo terrorista y ha enfrentado a los países occidentales.

7.2.3. Argelia.
Desde que en 1945 Argelia comenzara a mostrar su desacuerdo respecto de continuar
siendo una colonia francesa, los acontecimientos no han parado de sucederse. La
concesión de la nacionalidad francesa a los argelinos en 1947 no fue obstáculo para
que comenzase a formarse el FLN (Frente de Liberación Nacional), que en 1954 inició
sus actividades terroristas. En 1959 el general De Gaulle, reconoció el derecho de
autodeterminación de los argenlinos, no sin despertar la fuerte oposición de los
franceses que habitaban en Argelia. Tras cruentos enfrentamientos, tuvo lugar la
entrevista de Evian entre el gobierno francés y los representantes argelinos, que no
llegó a buen puerto por la insistencia francesa en quedarse con el Sahara. En
noviembre de 1961 De Gaulle reconoció la soberanía argelina del Sahara y el 18 de

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marzo de 1962 se firmaron los acuerdos que dieron nacimiento a una Argelia
independiente, con la fuerte oposición de la OAS. A principios de julio de 1962 se
proclamó la independencia, al poco tiempo, el país ingresó en la Liga Árabe. La
constitución, adoptada en 1963, estableció una república con un solo partido: el FLN.
Cuando el coronel Boumedienne derrocó al presidente Ben Belfa, Argelia se incorporó
al grupo de los no alineados y se procedió a la nacionalización de los recursos
productivos principales.

El gobierno de Chadli Benjedid aportó reformas democráticas al país, reformas que


permitieron el surgimiento del FIS (Frente Islámico de Salvación). El FIS obtuvo la
victoria electoral en las primeras elecciones libres (junio de 1990), aunque fueron
marginados del poder. En las elecciones legislativas de 1991 la victoria se repitió y
comenzaron los enfrentamientos ante el peligro de islamización de Argelia. Con el
paso de los años, la situación se ha agravado por las acciones violentas del GIA
(Grupo Islámico Armado), que ha atacado poblaciones y ha matado a hombres,
mujeres y niños con total impunidad. La escasa actuación que las naciones
occidentales han prestado a este asunto (actuación activa, es decir, intervención ante
los asesinatos, como se ha hecho en otros lugares) ha sorprendido a las
organizaciones de defensa .de los derechos humanos y al público en general, que
observa atónito cómo se están cerrando los ojos ante auténticas masacres en favor de
una precaria contención 'el islamismo más radical.

7.3. Rusia.

Desde que en 1991 Yeltsin consolidó su posición como presidente de Rusia, los
problemas del país han alcanzado dimensiones nuevas. Económicamente, la
transición al capitalismo ha sido llevada a cabo sin tener en cuenta los enormes costes
sociales que estaban generando. La corrupción y la mafia se han asentado en Rusia
con bastante impunidad. Políticamente, habría que señalar el intento de destitución de
Yeltsin llevado a cabo por el presidente de la duma, Jasbulatov, en 1993. El
acontecimiento se saldó con el bombardeo del parlamento por parte de tropas afines a
Yeltsin. Durante el mandato de Yeltsin, los problemas no dejaron de acosar a Rusia,
con un presidente que se aferraba al poder pese a sus problemas de salud y al
reforzamiento de la oposición. El conflicto de Chechenia pasó de ser una forma de
distraer fa atención de la opinión pública a convertirse en un problema enquistado y de
difícil solución.

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La delicada salud del líder del ruso y los sucesivos problemas derivados de su
controvertida gestión empujaron a Yeltsin a impulsar a la cúpula del poder a un oscuro
funcionario del extinto KGB, Vladimir Putin. Tras pasar por el cargo de primer ministro
y lograr controlar en parte la crisis chechena practicando una dura política represiva
con los rebeldes, accedió a la presidencia en 1999. Su trayectoria al frente de la
Federación Rusa ha estado presidida por la pérdida de libertades públicas y por el
acoso a sus enemigos políticos y a los medios de comunicación que son críticos con
su gestión. El conflicto con la república secesionista de Chechenia ha pasado por
diversas fases en las que se ha combinado la mano dura con intentos de establecer
una administración pro rusa por la vía democrática, pero en la actualidad el problema
está lejos de ser resuelto.

7.4. Los Balcanes.

Las disgregaciones en Yugoslavia comenzaron el 20 de febrero de 1991 cuando el


parlamento de Eslovenia (una de las seis repúblicas federadas) declaró la nulidad de
las leyes yugoslavas en su territorio. La misma situación se produjo en Croacia,
mientras que en Serbia las elecciones habían ratificado al presidente Milosevic en
diciembre de 1990. Los enfrentamientos entre las principales repúblicas de la
Federación Yugoslava venían de antiguo, pues las diferencias religiosas y culturales
entre ellas son muy grandes: Serbia, ortodoxa y vinculada a Rusia, y Croacia, católica
y muy relacionada con la Alemania nazi, se habían enfrentado violentamente en la
Segunda Guerra Mundial. Los conflictos étnicos estallaron a principios de los noventa:
problemas con los albaneses de la región de Kosovo, luchas entre croatas, serbios y
eslovenos, etc. Pese a los intentos, no hubo posibilidad de acuerdo y el 25 de junio de
1991 Eslovenia y Croacia declararon su independencia. Muy pronto se pasó del
enfrentamiento guerrillero a la guerra abierta. La ofensiva contra Eslovenia finalizó en
seguida, pues apenas había minorías serbias en su territorio, no sucedió lo mismo con
Croacia, donde un 12% de la población era de origen serbio. A pesar de la mediación
de la Comunidad Europea y de la ONU, las hostilidades no cesaron hasta la ocupación
federal de los territorios habitados por serbios y el reconocimiento de la independencia
de Croacia y Eslovenia.

El fin de este conflicto dio paso a otro: el enfrentamiento de Serbia con Bosnia-
Herzegovina, región habitada mayoritariamente por musulmanes (un 50% frente a un
32% de serbios y un 18% de croatas). Sarajevo sería el centro de los enfrentamientos
entre los musulmanes y los serbo-bosnios, aunque las zonas rurales sufrirían horrores

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mayores. La intervención del ejército federal desembocó el una espantosa limpieza
étnica que fue respondida por los musulmanes bosnios con nuevas atrocidades. La
imposibilidad de frenar semejante infierno, llevó a la creación del UNPROFOR cuereo
militar .rmado por Bangladesh, Francia, Canadá, Ucrania y España para completar la
labor de los cascos azules de la ONU. Su tarea fue humanitaria, llevando alimentos a
la población y manteniendo abierto el aeropuerto de Sarajevo pese al boicoteo serbio.
Los planes de partición de Bosnia no gustaron a ninguno de los contendientes y la
tregua lograda durante el tiempo de negociación sirvió para el reabastecimiento de
armas. Los acuerdos firmados en Dayton lograron poner fin a esta espantosa guerra,
no sin contar con el IFOR, la fuerza multinacional dependiente de la OTAN creada
para asegurar el cumplimiento de los tratados.

Completado el proceso de ruptura de la antigua Yugoslavia le tocó el turno a la propia


Serbia. El dictador Slobodan Milosevic trasladó al seno de su propio territorio la lógica
de la imposición de la minoría serbia en el territorio de Kosovo. Esta pequeña porción
de terreno disponía de un estatuto autónomo que daba cierta cobertura a la mayoría
de la población de origen albanés. Esta limitada autonomía fue suspendida por
Milosevic. El conflicto entre el Ejército de Liberación Albanés y las tropas federales
yugoslavas se inició a comienzos de 1999. La presión internacional y la intervención
de la OTAN forzaron a los serbios a abandonar la provincia separatista, que quedó
bajo administración de Naciones Unidas.

El epílogo del conflicto yugoslavo fue la caída del dictador serbio y su procesamiento
en la Corte Penal Internacional de La Haya creada para tal fin. [Proceso no finalizado
por su muerte en 2006]

8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

 Anuarios de El País, varios años, Ediciones El País.


 Hobsbawm, E., Historia del siglo XX, Barcelona 1994.
 Malamud, C., América Latina, siglo XX, Síntesis, Madrid.
 Mammarella, G., Historia de Europa contemporánea desde 1945 hasta hoy, Ariel,
Barcelona 1996.
 Martín de la Guardia, R. y otros, La Europa del Este, de 1945 a nuestros días,
Síntesis, Madrid 1995.
 Solar, D., El laberinto de Palestina, Espasa, Madrid 1997.
24
 Taibo, C. La Rusia de Yeltsin, Síntesis, Madrid 1995.
 Villani, P., La edad contemporánea, 1945 hasta hoy, Ariel Barcelona 1997.

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