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Apreciada Ester.

A pesar de no conocerte físicamente, he tenido la posibilidad y la fortuna de


imaginarte, crearte y recrearte a través de un lenguaje que me ha permitido
acercarme a tu realidad, a tu sentir y que ha emergido de mí ser aquel dolor tan
tuyo, tan nuestro y que muchos sienten y sentimos ajeno. Me aterra imaginar lo
que viviste y sentiste de aquello que tal vez para ti fue aberrante y doloroso; la
incertidumbre que produce no saber del hombre que acompaña tu vivir, aquel vivir
que has tejido con tu saber de la tierra y supersticiones; con tu paciencia y darte a
los demás. Eres representación fehaciente de muchas mujeres en este país, de
mujeres entregadas a sus hijos, a su esposo, a su casa y a su comunidad.
Alcanzó a imaginar, y creo que hasta sentir; tu incertidumbre al no saber si todo
aquello que auguraba y presentía Pablo al encontrar en la puerta aquellos
animales se convertiría en realidad, aquello que perturbó el vivir y desvivir de
muchos. Admiró en ti la encarnación del dolor que tus ojos vieron dibujados en la
piel y la carne y que quedaron tatuados en el cuerpo y en el alma de los tuyos.
Me inquieta profundamente el no poder explicar y sobre todo explicarme a mí
misma, cómo es que, en un país, que digo país, en un mundo habitado por seres
“humanos”, y encierro en comillas humanos, para diferenciarnos de las bestias y
los animales; suceden cosas tan inexplicables, tan insensibles, tan grotescas. Te
confieso que al leer este poema siento un frio que cala en mis huesos pues en
cada palabra, en cada verso, en cada párrafo comienzan a crearse en mi mente
escenas de cómo pudieron ser esos momentos de incertidumbre antes de la
matanza, aquellos momentos a los que no le encontrabas sentido ni razón de ser;
a los instantes interminables de miedo que sentiste durante la crueldad y que
hicieron que salieras a las inmensas tinieblas que deja el dolor, como esa
oscuridad descrita en el poema donde los árboles altos con su follaje no permiten
que la luz del sol traspase. Lloro al imaginarte dándole explicaciones a lo
inevitable y a la realidad; una realidad que arrebata al ser amado, a la tierra que
con tanto sacrificio y esfuerzo labraste para darle un futuro digno a tus hijos, te
arrebata tu vejez, tu esperanza, tu bondad, tus ganas de vivir.
Es conmovedor, aunque no desconozco tú suplicio, cómo en medio de la barbarie
dibujabas en tu mente una explicación menos dolorosa a la realidad, a lo que
escuchabas, a lo que veías y a lo que en lo profundo de tu ser sabias que estaba
sucediendo.
Vivimos en un país donde por muchas décadas ha reinado la violencia, la
desigualdad, el hambre, la inestabilidad; pero sobre todo un país indiferente al
dolor tuyo y el de muchos; un dolor que nos trastoca a todos. Tal vez en mis
palabras no encuentres las respuestas a tus incertidumbres cuando quizás te
cuestionas el porqué de tu dolor. Solo me queda invitarte a soñar, como lo sueño
yo, un país justo, equitativo, tolerante; un país donde reine, eso que hasta premio
nobel tuvo uno de los presidentes de nuestro país, la paz y todo lo “humano” que
converge en ella.
Me despido, no sin antes decirte y citando a Mercedes Sosa cuando interpreta La
Cigarra, que a pesar de lo tortuoso que fue aquel momento que cambio tu vida y
mato tu ser, siempre como seres humanos seremos resilientes ante las
adversidades y resurgiremos de las cenizas como el ave Fénix.:
“Tantas veces me mataron
Tantas veces me morí
Sin embargo estoy aquí
Resucitando
Gracias doy a la desgracia
Y a la mano con puñal
Porque me mató tan mal
Y seguí cantando

Cantando al Sol
Como la cigarra
Después de un año
Bajo la tierra
Igual que sobreviviente
Que vuelve de la guerra

Tantas veces me borraron


Tantas desaparecí
A mi propio entierro fui
Solo y llorando
Hice un nudo del pañuelo
Pero me olvidé después
Que no era la única vez
Y seguí cantando

Cantando al Sol
Como la cigarra
Después de un año
Bajo la tierra
Igual que sobreviviente
Que vuelve de la guerra
Tantas veces te mataron
Tantas resucitarás
Cuántas noches pasarás
Desesperando
Y a la hora del naufragio
Y a la de la oscuridad
Alguien te rescatará
Para ir cantando

Cantando al Sol
Como la cigarra
Después de un año
Bajo la tierra
Igual que sobreviviente
Que vuelve de la guerra.”

Te comparto estos cortos versos adornados de sonoridad, para que comiences a


gestar, desde tu desconsuelo y desde aquel paisaje que dibujaron aquellos donde
sus pinceles eran metralletas, sus acrílicos la sangre que corría de tu prójimo y los
lienzos la piel, la carne y el alma de los vivos y los muertos, tu resurrección; por
qué a pesar del horror, el pánico y la tortura con el cual pretendieron apagar la
vida nace la esperanza de que tal vez en algunos años o quizás ya esos años se
convirtieron en presente, pueda emanar, desde lo profundo de tu ser, las palabras
que expresen que ya estas de vuelta, comenzando de nuevo; poniéndote en pie,
que en aquella grieta quedaron ellos. Que vamos a sumarnos en un solo abrazo,
en el anhelo del país y el mundo que mereces y merecemos.

Con aprecio

Elizabeth Hómez Varón.

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