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¿Qué es la poesía? ¿Qué hace que el ser humano, imbuido en las circunstancias de su
cotidianidad actual y pasada, haya encontrado en la palabra y el lenguaje un mecanismo
para divulgar sus tragedias y sus éxitos, sus secretos temores?
La pregunta ha rondado en círculos sociales e intelectuales desde siempre, incluso desde las
taxonomías de Aristóteles que tensionaron poesía y narrativa, elegías y odas, épicas y
dramáticas. Y se circunscriben generalmente a la necesidad humana de contar y de cantar,
de celebrar y rememorar, de describir e interpretar.
En esas inquietudes el cuerpo se visita permanentemente, pues la poesía se hace con las
entrañas humanas, con sus sueños y sus deseos: con los cinco sentidos dirigidos hacia lo
más profundo del alma humana pero también en el pasado y el presente; en el otro amoroso
y en el enemigo detestable.
Por ello este curso acepta la idea de que la poesía no es mero divertimento ni
exclusivamente celebración, sino expresión de lo más profundo de la tragedia (incluida la
comedia) humana.
Les dejo una muestra de poetas y poesía digna de celebrar esa vinculación del cuerpo en la
poesía, de la poesía en el cuerpo, para que la lean detenidamente con sus cadencias, sus
propósitos y sus temblores, y la acompañen del visionado de dos películas, algunas ya
bastante conocidas, que podríamos ver con el signo puesto en el hecho poético y su relación
con la vida: “La sociedad de los poetas muertos” y “Paterson”.
Nos vemos el jueves.
Sueño
Recuerda cuerpo
Mi lengua, cada molécula de mi sangre formada por esta tierra y este aire.
Nacido aquí de padres cuyos padres nacieron aquí y
Cuyos padres también aquí nacieron.
A los treita y siete años de edad, gozando de perfecta salud,
Comienzo y espero no detenerme hasta morir.
Walt Whitman
La rueda
Juan Gelman
Desde la primera huella del pie descalzo, desde la mano que se eleva
y la irrupción del pelo,
desde el primer secreto del corazón, el fantasma que advierte,
y hasta el primer asombro mudo ante la carne,
el sol fue rojo y la luna fue gris,
y la tierra y el cielo fueron cual dos montañas que se encuentran,
el cuerpo prosperó, los dientes en las encías meduladas,
los huesos que crecían, el murmullo del semen
dentro de la glándula santificada, la sangre bendijo al corazón,
y los cuatro vientos, que tanto tiempo soplaron al unísono
abrillantaron mis orejas con la luz del sonido,
llamaron en mis ojos con el sonido de la luz.
Y fue amarilla la multiplicación de las arenas,
cada grano dorado salpicaba la vida en su vecino, verde era la casa cantarina.
Cuerpo presente
Despedida
Me despido de mi mano
que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.
Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
-la sal y el agua
de mis días sin objeto-
Jorge Tellier
Nocturno II
Poeta!, di paso
Los furtivos besos!...
¡La sombra! Los recuerdos! La luna no vertía
Allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía.
Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso,
Una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
El contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fue la alcoba sombría...
En aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día,
Entre las nieblas pálidas la luna aparecía...
Poeta, di paso
Los íntimos besos!
Poeta, di paso
El último beso!
Nuestros cuerpos se comprenden cada vez más tristemente, pero yo amo esta
púrpura desolada.
Ah la flor negra de los dormitorios, ah las pastillas del amanecer.
Antonio Gamoneda
Paterson: el cuerpo que recorre la ciudad, que la observa detenidamente, que la crea
en su recorrido. Una sensibilidad ensimismada, introspectiva, que intenta darle
significado al entorno individual y social. La poesía como artefacto posible para
todxs, incluso para los más humildes, con lo que la poesía se hace plural y necesaria
en la condición humana.
La sociedad de los poetas muertos: la poesía como vitalidad, como expresión del
alarido humano, una herida que se abre para conjurar la celebración o el dolor en el
temblor del mundo. Enseñar poéticamente implica hospedar al recién llegado,
permitirle desatar sus angustias y hacer presencia en el mundo. Implica también
poner el cuerpo y vivir el mundo estéticamente, pleno de vida.