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2.

Régimen de separación de patrimonios


El régimen de separación de patrimonios,  también denominado "régimen de separación de bienes", se
constituye en un régimen general y autónomo, "que se  gobierna por el  principio de la independencia  entre  los
cónyuges  en la  titularidad de los bienes y en la gestión de los mismos". Se  caracteriza  este  régimen,  pues,  por
regular las  relaciones  patrimoniales  entre los cónyuges partiendo de que no existe entre ellos una masa
patrimonial  común, de tal forma que no hay unión o confusión de patrimonios del esposo y  la  esposa, porque los 
mismos  están  escindidos  o  separados  entre  sí ,  teniendo  cada  uno  de los  esposos  patrimonio  propio,  como 
si  fueran solteros.

Es el régimen patrimonial del matrimonio en el cual cada cónyuge conserva a plenitud la propiedad, administración y
disposición de sus bienes presentes y futuros, correspondiéndole igualmente los frutos y producto de dichos bienes.
De acuerdo con esto, cada cónyuge responde de sus deudas con sus propios bienes.

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Casos en que procede:


El régimen de separación de patrimonios procede: voluntariamente judicialmente y de oficio.

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a) VOLUNTARIAMENTE: Cuando las partes están de acuerdo. Procede EN 2 CASOS antes de contraer
matrimonio y después de celebrado este, en el primer caso, los futuros esposos plasman su decisión en una
escritura pública, que luego deberán inscribir en el Registro Personal para que surta efectos jurídicos bajo
sanción de nulidad (Art. 295°). En el segundo caso, si el acuerdo al que llegan los esposos; estando ya
casados, es el de separar sus patrimonios en adelante, también se hace mediante escritura pública y se
inscribe en el Registro Personal, empezando a surtir efectos a partir de la fecha de su inscripción en el
Registro Personal (Art. 296° del C. C.). Es así, como la pareja puede haberse casado bajo el régi men de
sociedad de gananciales y después decidir por diferentes motivos pasarse al de separación de patrimonios.

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b) JUDICIALMENTE: Procede cuando las partes no están de acuerdo y solo cuando se está casado. Puede
recurrirse a este régimen a pedido del cónyuge agraviado, cuando el otro abusa de sus facultades, actúa con
dolo (mal intencionadamente) o con culpa (negligentemente) de modo que pone en peligro el patrimonio
familiar. Si existen razones fundadas en este pedido, el juez puede concederle el régimen de separación de
patrimonios, que pasa a sustituir a la sociedad de gananciales (Art. 297° y 329° del C. C.).
c) DE OFICIO: La declaración de quiebra de uno de los cónyuges, determina de pleno derecho la sustitución del
régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios. Para que produzca efectos frente a
terceros, debe inscribirse en el Registro Personal de oficio, a solicitud del fallido o quebrado, de su cónyuge o
del síndico.

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Características:
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Las principales características de este régimen son:
a. Cada uno de los cónyuges conserva los bienes que tenía antes de contraer
matrimonio.
b. Cada cónyuge se queda con sus ingresos y rentas ganados durante el matrimonio.
c. Cada cónyuge administra sus bienes con libertad.
d. Cada cónyuge responde de sus deudas particulares con su patrimonio.
e. Los cónyuges tienen la obligación de contribuir a las cargas que tenga el matrimonio.
f. Los cónyuges tienen responsabilidad por deudas que se hayan originado en la
potestad doméstica. Por ejemplo, facturas de la luz, de agua, facturas de comidas,
etc.
g. Si no hay acuerdo de los cónyuges para ver de qué manera contribuyen a las cargas
ordinarias del matrimonio, se hará de manera proporcional a sus recursos
económicos.
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 Deudas personales
Como  manifestación  de esta autonomía  patrimonial de los cónyuges,  de la  misma manera como ambos son
titulares del activo también lo son del pasivo que les  afecte; por lo  tanto,  las  obligaciones  que contraigan  por sí 
solos  serán atendidas con sus bienes propios. Sin embargo, es necesario efectuar una precisión en este
punto. Es necesario distinguir el tipo de obligación que contrae el cónyuge, en el sentido de si es en
su propio beneficio, o en beneficio de la familia. 

1. Deudas propias de los cónyuges  Las  obligaciones  contraídas  por cada cónyuge  son de  su  exclusiva 
responsabilidad,  y esta las las  asume  él solo,  y  el acreedor no puede  perseguir el  patrimonio  privativo  del 
otro  cónyuge. Todas  estas deudas  son,  pues,  personales de quien las contrajo o quedó sujeto a ellas en virtud
de acto ilícito o  de la  ley,  y  por ellas son ejecutables  todos  sus  bienes  sin  distinción,  de acuerdo
a los principios generales. 
Este  régimen patrimonial  es  frecuente  en los casos  en  que  uno de los  cónyuges desempeña
actividades empresariales es por eso que los cónyuges optan por deslindar su eventual resultado negativo del 
patrimonio del otro cónyuge, a fin de no afectar la esfera patrimonial de éste, en atención fundamentalmente 
a  la  necesidad de preservar cierta  seguridad al  sostenimiento de la familia. 
2. Deudas asumidas  para  el  sostenimiento  de la familia (en virtud de la  potestad doméstica)
No es lo mismo que uno de los esposos adquiera para su uso personal  un automóvil y  se  obligue  a  pagarlo  en
cuotas,  lo  que sin  duda será deuda  propia  y  por tanto responderá  únicamente  él  con sus  bienes  propios 
ante un eventual incumplimiento, que  contraiga una obligación proveniente,  por ejemplo, de un préstamo  o 
mutuo  de dinero para  pagar las  cuotas  de los  estudios escolares de
los hijos, o para gastos de enfermedad de uno de ellos, o  para cumplir con el pago de las mensualidades que
adeuda al arrendador del  inmueble donde habita la familia. 

Siguiendo  la  lógica de la  relativa  independencia de ambos  cónyuges  en el  régimen de separación de
patrimonios,  se da en cuanto a las  obligaciones  contraídas  en el ejercicio  de la  potestad  doméstica,  por ser
el  interés familiar el principio rector para la administración de los bienes, ambos  cónyuges  deberán responder
por ellas,  con sus  bienes  propios,  independientemente de cuál de
ellos la asumió directamente con el acreedor. 

En lo establecido por el artículo 307, que señala que las deudas de cada cónyuge anteriores  a  la  vigencia  del


régimen de gananciales  son pagadas  con sus  bienes  propios, a  menos  que  hayan sido  contraídas  en
beneficio  del futuro  hogar, en cuyo caso se pagan con bienes sociales a falta de bienes propios del 
deudor. Esta norma, si bien se refiere a la sociedad de gananciales, regula el 
pago de deudas contraídas por cada futuro cónyuge, cuando cada uno tenía un patrimonio independiente del
otro, por haber sido contraídas en beneficio de la  familia  (''futuro hogar"),  constituyendo,  por tanto, deuda 
de la  comunidad.  Asimismo, el artículo  308  dispone que los bienes  propios  de  uno  de los  cónyuges  no
responden  de  las  deudas  personales  del otro,  amenos  que  se  pruebe que se contrajeron en provecho de
la familia. 

Deudas asumidas conjuntamente por los cónyuges. 

Es posible que los  cónyuges adquieran conjuntamente un bien  y,  en consecuencia, serán copropietarios  del 


mismo, rigiendo entre  ellos  el  régimen de copropiedad,  siendo  de aplicación en  este caso las  reglas  del 
artículo 969 y siguientes y no las del artículo 301 y siguientes, por lo que cada  uno será propietario absoluto
de su cuota ideal, respondiendo con ella por sus  obligaciones propias.

Igualmente, es posible que ambos cónyuges asuman obligaciones' comunes 
en forma mancomunada o solidaria, según como se originen, para lo cual será~  de aplicación las disposiciones
contenidas en  el artículo 1182 y  siguientes; o  dependiendo del tipo de  prestación, serándivisibles  o 
indivisibles,  correspondiéndoles la regulación del artículo 1172 y siguientes.
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DOCTRINAS

Para una doctrina francesa es teóricamente el régimen más simple y goza de mucha
popularidad porque asegura la independencia total de la mujer sobre sus bienes.

 Cada cónyuge resulta propietario de los bienes que aporta y de aquellos que adquiera.
 Cada uno genera su patrimonio de manera autónoma.

 A la disolución, los bienes de cada cónyuge queda para cada uno de ellos o sus
herederos personales. En resumen, todo pasa, desde un punto de vista patrimonial,
como si no hubiera matrimonio.

Según una doctrina italiana, en este régimen cada cónyuge es exclusivo titular de los
bienes de su pertenencia y de cada adquisición que tenga que efectuar incluso durante el
matrimonio y además cuenta con el derecho de administrar su patrimonio sin injerencia
del otro cónyuge.

De acuerdo con una doctrina brasileña, la separación convencional de los bienes es un


régimen de bienes que promueve una absoluta diáspora patrimonial, obstaculizando la
comunión de todo y de cualquier bien adquirido por cada cónyuge, antes o después del
matrimonio, sea a título oneroso o gratuito. Otorgándose a cada uno independencia
absoluta con respecto a sus bienes y obligaciones en el presente y en el futuro. En fin, en
los matrimonios celebrados por separación convencional, cada cónyuge mantiene un
patrimonio particular, inexistiendo cualquier punto de intersección de bienes. (Chaves de
Farias y Rosenvald, 2015, p. 331)

En suma, el régimen de separación de patrimonios es simple, popular y libre de riesgo al


no comprometer la propiedad de los bienes de cada cónyuge por las obligaciones
presentes o futuras del otro. Pudiendo los cónyuges adquirir bienes, ya sea a título
oneroso o gratuito, incluso dentro del matrimonio y al mismo tiempo conservar todos los
atributos del derecho de propiedad (uso, disfrute, disposición y reivindicación) sobre los
mismos. 

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