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sábado, 29 de abril de 2017

UN MUNDO QUE ACABA EN UN MILENIO QUE


COMIENZA
ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, en el que se contienen los artículos de
"Añoranzas, recuerdos y semblanzas". Para acceder al índice haga "clik" sobre esta
linea: http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com.es/2015/04/pulsar-sobre-las-lineas-de-enlace-hacer.html
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EL ARTÍCULO puede leerse enteramente o bien de forma resumida (siguendo las letras destacadas en rojo o negrilla).
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Fotografías de mi primo Salvador Monmeneu Santafé tomadas hacia 1970; en una serie
de imágenes para cuadra que tenía -llamada Novales-. A la izquierda, le vemos como gentleman, sobre uno de sus
caballos y antes de competir. En el centro, foto del ejemplar con el que más premios ganó (que recuerdo se llamaba
Mangangá); a la derecha, en el peso y antes de salir a correr en el Hipódromo de la Zarzuela. Era un apasionado de
los caballos, aunque esto finalmente le obligó a dejar todo deporte; debido a sucesivas lesiones, tras participar
repetidamente en la modalidad de “steeplechase” (carrera de altos obstáculos, como el Gran National). Su afición
por competir y montar los de sus cuadra, le obligaba entrenar a diario en el hipódromo; lo que suponía levantarse a las
cinco de la mañana para ir a correr antes del trabajo. Además, conllevaba el riesgo de accidentes y de grandes
intervenciones quirúrgicas. Tantas, que comentaba lo que sucedía cuando iban al Gran National el duque de
Alburquerque y él; no pudiendo pasar por el arco de control de pasajeros, pues a ambos les pitaban los
avisadores de metales -porque los dos estaban llenos de clavos y de tornillos en los huesos y caderas; debido a las
diferentes operaciones y prótesis implantadas-.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Una imagen de hace casi cincuenta años, en la que estamos delante mi primo Salvador y
yo; detrás vemos a su padre -Salvador Monmeneu Ferrer-. Esta fotografía vino a entregármela él hace algún un
tiempo; comentando que se acordaba del día y del momento en que fue tomada. Era una tarde de agosto de 1970,
mientras salíamos del puerto de Altea hacia Calpe (Peñón de Ifach). A su padre y al mío les encantaba navegar y en
ese tiempo teníamos un barco llamado Pescarus. Las dos familias pasábamos las vacaciones al unísono, viviendo
casi juntos; de lo que entre primos, invitados, amigos y padres, sumábamos más de quince. Veraneábamos así
porque mi tía Conchita (hermana mayor mi madre y muy unida a nosotros) había fallecido años atrás. De tal
manera pasábamos las vacaciones muy unidos, y de ese modo sobrellevábamos mejor aquella triste y primera pérdida.
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Tendría Salvador en esta imagen que vemos, unos veintiseis años -yo unos nueve-. Él ya había acabado la
carrera y la Mili; recuerdo que contaba que el servicio Militar lo hizo de Alférez en Maspalomas (Gran Canaria) y que el
día de la Patrona celebraron una Marathón del ejército. Le asignaron como puesto, permanecer en el extremo Sur de la
isla, avisando a los que iban llegando de que ese era el punto de retorno (para que regresaran a Meta). Así cogió un
librito y se quedó a la sombrita en aquella playa de Gran Canaria tan bonita; esperando que llegasen los corredores.
Pero tan agradable era la tarde y tan digestiva fue la celebración de la Patrona; que se durmió... . Cuando despertó solo
veía algunos competidores que estaban intentando meterse en el mar, a otros que subían en dirección contraria y a
muchos corriendo por las dunas, sin saber dónde ir. A las pocas horas ya estaba en “la Sala de Banderas”, arrestado
para el resto de la Mili. Fue al poco tiempo de regresar de allí y tras terminar su carrera de ICAI, cuando debió tomarse
esta foto.
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1- NUEVAS ERAS Y VIEJAS COSTUMBRES:
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Recuerdo que de niño me encantaban algunos relatos y películas que se asociaban al Milenarismo. La más
divertida se llamaba “Historias del año mil” y narraba lo sucedido al final de ese siglo X; cuando monjes, nobles y
plebeyos, cayeron en la desesperación al pensar que el Mundo se acabaría el 31 de diciembre del 999 (1) . Algo
semejante llegó a decirse que ocurría hace muy poco, al comenzar el tercer milenio. Pero igualmente, en este
segundo caso tampoco se produjo un Apocalipsis y menos el “Fin de los Tiempos”. Aunque a decir verdad, un
Mundo sí que acabó durante estos últimos decenios... . Al menos ese “mundo” en el que yo nací.
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Me refiero a los tiempos del metal; a las Civilizaciones del Hierro y del Bronce, que durante más de cinco mil
años habían dominado la Tierra. Pero que desde hace medio siglo han sido gradualmente suplidas por las
Culturas del Plástico y por la Era Atómica. Porque nos guste o no; quienes hemos nacido antes del “digitalismo”, los
que vimos la luz concebida como analógica, tenemos aún raíces eneolíticas. Perteneciendo en gran parte al un eje
cultural promovido por las fraguas y los crisoles; procediendo de una civilización totalmente ajena a esta que partió del
número y el dígito, del plástico y de la fisión del átomo.
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Así pues, los de antaño, los venidos a la vida mucho antes del Millenium; estábamos muy unidos al pasado y de
ello, fusionados a nuestros ancestros -nunca fisionados-. En gran parte porque desconocíamos la revolución de
progreso actual; y por cuanto no había tanta diferencia cultural entre el hijo con el padre, o entre el progenitor y el
abuelo (como actualmente sucede). Unos tiempos de innovaciones que hoy vivimos, en los que si escribimos los
grandes inventos de los veinte últimos años, superarían con creces en número e importancia todo lo creado a lo largo
de la Historia. Así pues, los nacidos antes de 1975, quienes vimos el cambió de milenio con más de veinticinco
años; también habíamos vivido una infancia muy distinta, donde casi todo se aprendía de tus parientes, tus
vecinos, los amigos más cercanos y de lo que te enseñaba tu familia. Pues en aquel tiempo en el que hasta una
llamada de teléfono era costosa (no digamos ya si se trataba de una “conferencia”); aprendíamos fundamentalmente
cuanto los más próximos nos iban transmitiendo.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Sagunto, hacia 1920. Arriba el Teatro Romano y las murallas
del castillo saguntino. Abajo, mis abuelos, junto a su hermana y los dos primeros hijos que tuvieron (Angel y
Conchita). En el centro, mi abuela (Concepción Cobo), con unos treinta años y cuyo parecido con mi madre es
asombroso. A su derecha, la hermana más pequeña de la familia Santafé (María); todavía soltera, aunque se casó
poco despúes con un militar que la hizo muy feliz -el tío Guillermo; unión de la que nació la saga de coroneles y
generales Rodríguez Santafé-. Al otro lado, los dos niños mayores de mi abuela; de los cinco que tuvo mientras estuvo
su marido destinado como ingeniero de minas en Sagunto. Vemos de pie a mi abuelo Angel, en el jardín posterior del
hogar que les asignaban y junto a la antigua vía -terminal de llegada de vagones interiores-. Se llamaba esta zona “la
casa del ingeniero” porque vivía allí el director de los Altos Hornos, un puesto que ocupaba el padre de mi madre. Por
foto creo ver que en mitad de ese jardín había una construcción muy antigua y que por su apariencia parece era un
acueducto (quizás de origen romano); que llevaría agua desde la montaña hasta el puerto.
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Tristemente, en 1936, mi abuelo fue apresado y condenado a fusilamiento por monárquico. Quizás por ser primo de
Aizpún Santafé (ministro de la CEDA); aunque a ello se unía que Alfonso XIII visitaba anualmente la fábrica que él
dirigía, para interesarse por los modelos de Hispano Suiza. Debido a que en la subida de este castillo -arriba en
imagen- un hombre que conducía un Hispano, adelantó a toda prisa al monarca, cuando este probaba un coche de otra
marca, que le habían hecho llegar allí por barco. Era tal la velocidad con la que pasó el Hispano Suiza al vehículo del
rey junto a las murallas saguntinas; que Alfonso XIII pidió uno igual. Como los aceros del Hispano se hacían en estos
altos hornos, anualmente el monarca visitaba la zona y debía recibirlo mi abuelo (todo lo que parece que le costó
la vida un 21 de agosto de 1936; siendo luego enterrado en una fosa común, en Canet). Otro de los motivos que dicen
pudo granjearle la enemistad de los republicanos fue que su hermano (mi tío abuelo Martín) al parecer preparaba los
cayos y las fabadas a Alfonso XIII, cuando salían al campo. Aunque más tarde pude saber que eso era falso, pues
como narraba el solterón Martín Santafé, lo único que hacía era comprarlos en Lhardy y echarles mucho picante;
diciendo al rey que los había cocinado para ellos... -y es que el tío Martín siempre fue muy pelotillero y bastante listillo-.
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Acerca de cuanto narro, también contaba mi progenitora que un día en una visita del rey a los altos hornos de Sagunto,
apareció Alfonso XIII en la casa de los ingenieros. Queriendo conocer todas las instalaciones y viviendas, fue a visitar
hasta las cuadras y allí encontraron (comitiva y monarca) a mi madre con unos diez años, vestida con un kimono,
adorando a las cabras y diciendo que había inventado una religión... . El castigo fue peor por herejía, que por haber
robado un kimono con el que cantaban Madama Butterfly -una ópera muy de moda en los años veinte- (2) . Mi madre
nació y vivió en Sagunto hasta la muerte de su padre, momento en que se vieron obligados a huir hacia Madrid -cuando
tenía ella doce años-. Conservaba un enorme recuerdo del clima de Valencia, del color y del calor del Mediterráneo, y
sobre todo de la horchata. Pues hasta los últimos momentos de su vida tuvo que beber a diario ese extracto de chufas;
aunque fuera en envase de plástico y con el sabor a ungüento que tienen las horchatas baratas. Su niñez le marcó
tanto, que en cuanto pudo compró una casita en el Mediterráneo; donde íbamos todos a pasar los veranos, hasta
nuestra adolescencia.
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ABAJO: Fotografía un tanto deteriorada -que pude retocar y mejorar-, donde vemos a mi madre y a sus tres
primeros hermanos, en Sagunto el año 1927 (el menor, no había nacido todavía). Mi progenitora es la más pequeña,
en primera linea y con cara de “bestia”... . Los otros tres hijos de mis abuelos, en imagen tras ella y de derecha a
izquierda: Conchita (la mayor), Isa (la mediana) y Angel (el único chico por entonces).
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2- CUANDO TODO LO APRENDÍAMOS EN EL ENTORNO:

Una de las características de los jóvenes de hace tiempo y de la formación de antaño, es que casi todo nos lo
enseñaban los más cercanos. Heredando de ese modo las profesiones, las pasiones y las aficiones. Siendo por
ello la vida tan cíclica, que a veces pasaba casi todo de padres a hijos, de un modo circular y atávico; llegando a ser
casi igual lo que unos y los siguientes sentían. Repitiéndose -por tanto- cuanto nos rodeaba y nos sucedía; de un
modo tal, que siempre se decía aquello de: “Nada hay nuevo sobre la faz de la Tierra”. Una frase que
pronunciada hoy podría provocar la carcajada de los más jóvenes; quienes tan solo han visto novedades e
innovaciones desde que han aparecido en el Mundo.
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Lo que arriba narro tenía como herida social -terrible y supurante- la injusta transmisión del analfabetismo y de
la pobreza; en una triste situación que normalmente pasaba de los progenitores a la prole. Pero también
contenía en sí mismo, una herencia de las costumbres, de las formas de vida y hasta de la sabiduría popular (en
ocasiones milenaria; pero sobre todo tan acertada como alegre y comprobada). Aunque esa situación, donde la
miseria pasaba de padres a hijos, junto a la gran filosofía enseñada en casa; pudo conjugarse y superarse en
los años sesenta. Cuando la eclosión económica permitió a los trabajadores cierta holgura y -sobre todo- liberar a sus
hijos del yugo hereditario. Momento en que nació por fin en España el “tercer estamento” (una gran clase
media). Lográndose así una situación histórica puntual, donde la vida siguió transmitiéndose de abuelos a padres y de
progenitores a hijos. Pero en un tiempo en que la pobreza ya no era hereditaria y el analfabetismo fue paulatinamente
erradicado.
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En esos días -para casi todos muy felices- viví mi infancia; que comenzó en Madrid, cuando la Naturaleza me
obligó a asomarme y a salir de mi madre -una calurosa mañana veraniega de 1961-. Momento clave en la vida, de los
dos grandes existentes en nuestra historia y que consisten en nacer y en casarse; aunque ningún hombre jamás tomará
por sí mismo decisión alguna en aquellas dos circunstancias (que realmente son elegidas y dirigidas por mujeres).
Así, de ese modo nací: Por voluntad de mis padres y obra de mi madre; como último hermano y menor de la
casa, con bastante diferencia cronológica bajo cuantos me rodeaban. Allí me crié, como un auténtico “mono de
repetición” imitando y copiando cuanto veía; al ser todos bastante mayores que yo -incluyendo a mis primos más
cercanos (los hijos de mi tía Conchita Santafé)-. Por lo tanto; me pusiera como me pusiera; fuera como fuese y me
comportase como buenamente pudiera. Siempre era “el enano”. Un “simio mimético”, que a veces se llevaba la torta por
repipi y en la mayoría de ocasiones lograba ser la mascota de todos (el centro de atención, para muchos).
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IMAGEN, ARRIBA: Otra fotografía de Sagunto (hacia 1925) en la que vemos a mi abuelo, jugando con su hija
Conchita -madre de los Monmeneu Santafé- en las vías del tren de Altos Hornos y junto al puerto. Apenas pude
conocer a mi tía Conchita, que falleció víctima de un cáncer en 1967 (cuando tenía yo unos seis años). Recuerdo
solo de ella su sonrisa y un set de “croquet” que nos regaló poco antes de morir -quizás ese juego inglés lo estuvimos
usando durante mucho tiempo después y por ello guardo memoria de aquello-. Esta hermana mayor de mi
progenitora había sido casi como una segunda madre para ella; pues cuando se quedaron totalmente huérfanos
-en 1938-, la cuidó y orientó con el mayor de los cariños. Así, la muerte de nuestra tía Conchita fue una pérdida
terrible en casa y sus hijos pasaron en parte a convivir con nosotros (sobre todo durante las vacaciones).
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IMAGEN, ABAJO: Foto del verano de 1970 “muy expresiva”, con mi prima Conchi y su marido (Luis Beloqui).
Poco después de esta imagen (en 1972) ella también sufrió un cáncer -en este caso de piel-; falleció en unos
meses, desde que le diagnosticaron esa enfermedad y que debido a su juventud fue terriblemente virulenta. Esta
segunda pérdida, en tan poca diferencia de tiempo, ya fue para todos horrible y puedo decir que muchos no la lograron
superar. Murió a los veintisiete años y tan solo cinco después que su madre (quien contaba solo con cuarenta y siete al
fallecer). Pese a todo siempre habrá algo bueno que recordar, porque nos dejó en la familia uno de los hombres más
buenos que he conocido en mi vida (su marido Luis Beloqui) y uno de los golfos mayores del Planeta -su hijo
Luisito, nacido poco antes de que la prima Conchi se nos “fuera”-.
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Por todo cuanto narraba antes de las imágenes. En mi educación, formación y recuerdos; jugaron un papel más
que especial mis padres y hermanos, pero también mis primos y tíos más próximos (como fueron los
Monmeneu). Habiendo heredado de ellos muchas de sus aficiones y pasiones, tal como hice con los de mi
casa. Ya que en esa función que me asignaba ser mono de repetición, logré mimetizar las más profundas vivencias de
cuantos me rodeaban. De tal manera, de mi madre heredé el gusto por las artes decorativas antiguas, por el
mobilario y por el coleccionismo. De mi padre, su interés por las antiguas y modernas religiones, su afición por
el flamenco, junto a la costumbre de “arreglar el mundo” escribiendo -en reuniones y tertulias-. De mi hermano
mayor (Mario) aprendí Historia y arte -en todas sus ramas-; logrando la misma ilusión que él sentía por la pintura, la
escultura y la arquitectura. Asimismo, de mi hermana mayor (Ma. Teresa) tomé la idea de estudiar Derecho; una
peligrosa opción que logré dejar justo en el momento en que todos pensaban debía ponerme a trabajar con un
familiar -famoso por su bondad y buen carácter como abogado...-. Finalmente, a través de mi hermana Ma.José
llegué a la guitarra; cuando ella comenzó a tocarla desde niña y yo decidí imitarla... .
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En lo que se refiere a cuanto tomé de mis primos más cercanos (los Momeneu Santafé), lo relataré citándolos
de menor a mayor: Así diré que de Paloma aprendí a querer a los animales; ya que ella era una apasionada de los
perros, de las mascotas y de cuanto se movía y no tenía DNI. Su hermano Vicente me transmitió el amor al arte de
navegar y a la pesca; unas aficiones que él había heredado de su padre y que yo no seguí cultivando -pero que me
han servido enormemente para comprender el Mundo Antiguo y la arqueología-. De Angel, me quedó el interés
por observar y admirar a las mujeres; pues este primo mío siempre paseó y tuvo como novias alguna de las
más bellas que por entonces se veían. De Salvador (recientemente fallecido) el interés por el caballo y los
hipódromos; un mundo que no pude seguir de cerca, pero que me enseñó de niño la disciplina y la entrega que
necesitaban quienes vivían para ello. Finalmente diré que apenas pude conocer a la mayor -mi prima Conchi- quien
murió jovencísima, en 1972; cuando apenas contaba yo once años. Pese a todo, aquella mujer nos dejó en la
familia una de las mejores personas que jamás he conocido y un hijo, que también es de los más simpáticos
que nunca he visto. Me refiero a Luis Beloqui (padre), un hombre bueno y cariñoso como nadie; a quién Dios le envió
un vástago más pícaro que el Lazarillo en las Rebajas. El hijo de Conchi, llamado igualmente Luis Beloqui y a quien
lleva al buen camino, su mujer; una santa y también arquitecto de nombre Mónica Castilla -con la que ha tenido una
niña (Ángela), que con tres años dicen que ya es relaciones públicas de la guardería a la que asiste...-.
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Tal como digo, en aquellos años (hace ya medio siglo de esto) aprendíamos unos de otros y mimetizábamos
cuanto el de al lado hacía, logrando una plasticidad imitativa que producía y reproducía continuamente las
mismas formas, pero con diferentes contenidos. Ello es en gran parte lo que se venía denominando “cultura”,
aunque más bien hubiéramos de considerarlo “civilización”; un hecho dominado por la capacidad atávica de
regenerar cada vez unos mismos comportamientos, con distinto significado y para muy diversas
ocasiones. Sea como fuere, aquello ya no existe y actualmente una gran parte de cuanto se aprende, se enseña en
las aulas, en los colegios y en las Universidades. Algo que confiere un grado de profesionalidad en todo lo
aprendido, pero quitándole una gran parte de humanidad. Para comprender cuanto escribo, bastará imaginar la
diferencia que hay entre aprender un idioma extranjero en una academia o en la calle -viviendo entre en quienes lo
hablan-. Porque en verdad hay cosas que no se pueden enseñar en en un aula; quizás, las más importantes de la
vida. Debido a ello, el Ministerio de Educación debiera llamarse de enseñanza, ya que educar es algo que ha de
hacerse en el entorno; al menos con el fin de que no seamos todos iguales y que en la Sociedad exista una
verdadera pluralidad. Pese a todo, habrá quienes no estén de acuerdo con mis ideas; aunque a esos les pregunto si
les gustaba más la música clásica antes o después de los conservatorios; la arquitectura de antaño o la que hacen los
formados en Escuelas Politécnicas; y los pintores o escultores antiguos, o los que tienen el título de la Facultad de
Bellas Artes.
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IMAGEN, ARRIBA: Fotografía de Luis Beloqui padre (a la derecha) en nuestra boda -1991-. Junto a él, su hijo
Carlos y su mujer (Ada). Como podemos ver, era enorme el parecido de este “primo político” nuestro, con Julio
Anguita. Tanto que la gente venía a darle ánimos e incluso llegó a felicitarle un día alguien que decía haber estado
de chófer con él, en el Partido... . Julio Anguita, además de ser entonces presidente del Partido Comunista, fue
alcalde de Córdoba y por ello le llamaban “El Califa de Córdoba”. Del mismo modo y como Luis Beloqui era
arquitecto municipal de Brunete, pude enterarme que los albañiles de la zona le conocían como “El sultán de
Brunete” (algo menos rico que el sultán de Brunei, pero mucho más simpático). Nunca vi un hombre con más éxito
con las féminas que este Beloqui; quien para más suceso era más fiel a su mujer, que un ciguëño en el nido. Así,
aquel que tanto gustaba tenía además el morbo de que ni pecaba de pensamiento; por lo que resultaba el centro de
todas las miradas femeninas.
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IMAGEN, ABAJO: Fotografía del verano de 1970: A la izquierda y entre rocas, Luis Beloqui de “palmero”, a su
lado (en el centro) mi hermana Ma.José con la guitarra y arriba, mi prima Paloma. A la derecha, una alemana
que teníamos de “Aupair” y que no dejaba de "tirarle los trastos" a Beloqui. Luis estaba harto y su mujer (mi prima
Conchi) ya no digamos; así que para vengarse de la alemana le enseñaron a hablar en “cheli”. Le dijeron que en
Valencia había otro idioma y que para estar a “la altura” debía aprender aquella lengua de la zona. Las frases que le
enseñaron eran terribles y cuando aquella “aupair” me regañaba, exclamaba: -“¡Te voy a soltar un soplamocos que te
van a salir los piojos bailando el pasimisí...”!- (todo ello con un acentazo teutón, horrible). O bien: -¡“Nene; te voy a atizar
un lechón que vas a dar palmas con las orejas”!-. Por lo demás, cuando tenía hambre, soltaba: “¡No veas qué Carpanta
tengo; una gusa que me rugen los entresijos!”-... . Mientras enseñaban estas frases chelis a la alemana; observaron que
aquella no comía más que fruta (para adelgazar). Así Beloqui, le convenció de que la traducción de su nombre al
español era “Fructificación”. Modo en que la llamaban todos por la zona (en la playa o donde fuera): “La Fructi” -y para
otros “La Pructi”-.
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El asunto del “ligue” por entonces estaba duro y parece que al único que miraban las mujeres era a este Beloqui
-total para qué; si ni pecaba (pensaban muchos...)-. Pero el tema de ligar mejoraba cuando en aquel tiempo nació
una nueva “opción” en el Levante; donde el “macho ibérico” conquistaba a extranjeras. Aunque debido a su
altura y a la falta de idiomas, no se comían “uno a rosca”; por lo que terminaban ligando lo que denominaban
“maduritas”. Aquellas maduritas no bajaban de los sesenta años, ni de los cien kilos; solían ser viudas o mujeres solas
-jubiladas y pensionistas- cuyo bolsillo les permitía pasar meses en las playas españolas. Un “género y número”
femenino que era “atacado” por el macho ibérico de entonces; ya que en esas lides sí lograba grandes éxitos.
Proliferando así por las playas levantinas “parejas” formadas por una señora de aspecto wikingo-normando,
acompañada de “un renegrío” hispano. Un ligón de metro y medio, con más pelo en el cuerpo que Chita y con
menos vergüenza que Tarzán conduciendo. A ellos, les llamaba Beloqui -y mi padre- los cazadores de bisontes;
siendo el “gran bisonte” la nórdica de triple papada y doble morrillo en el cuello. Así los observábamos en la
playa, comentando acerca de la cacería del bisonte y sobre esa repoblación del “gran bisonte” de Etapa Magdaleniese,
que por entonces se estaba llevando a cabo en el Levante Español.
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3- HACE YA CASI MEDIO SIGLO:
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Medio siglo hace casi, de todo cuanto cuento; y en esos cincuenta años aproximados, tanto ha cambiado la vida
que parece a veces que uno hubiera nacido en una distinta época. Recuerdo que antes prácticamente todo lo
aprendíamos del entorno y tan solo recibíamos de los profesores, las enseñanzas. Ello hacía que las personas
fueran muy diferentes, ya que cada casa era un Mundo o cada mundo una casa. De ese modo, los consejos que
antaño recibías de tus padres, hermanos o primos; eran completamente distintos a los que daban sus familias a
otros niños de tu misma edad. Así me viene a la memoria, entre algunas recomendaciones educacionales, una que
siempre comentaba mi padre, cuando me veía abrir un yogur y chupar la parte posterior de su tapa (la zona interior).
Momento en que afirmaba -tras observar el modo en que yo lamía el plástico repetidamente y con entusiasmo-:
-“Como sigas así, no vas a tener ni un duro en toda tu vida. Esa es una costumbre de `muerto de hambre´”-.
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Me quedaba reflexionando y hecho polvo, pensando si sería verdad aquello que me advertía mi progenitor, al que tanto
le molestaba verme dando lametazos a la tapa de un yogur (en la mesa). Pero después de medio siglo, puedo testificar
que tenía toda la razón; ya que en mi vida jamás logré juntar “dos duros sueltos”. Eso sí; cuando quiero vengarme de
algún rico con los que en ocasiones trabajo o viajo (principalmente japoneses que me contratan). Me basta con ir a
desayunar junto a él, a su hotel de cinco estrellas; abrir un yogur y lamer repetidamente la tapa. Pudiendo observar la
cara de susto y asco que ponen; llegando valorar de esa forma el grado de cursilería que corre por sus venas... .
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Otros consejos que recuerdo de mi padre, eran sobre el vestir; porque en su juventud, mi progenitor era “muy
pera” -tal como entonces se decía-. Así, a veces me daba referencias acerca de la moda; explicando que el nudo de
corbata debía ser “doble Windsor” desde la mañana y durante el día, pero “Windsor simple” por la noche -más
estrecho y de una sola vuelta, al caer el Sol-. También le molestaba que la corbata estuviera perfectamente anudada y
que no llevase “fuelle” o “fallo”; explicando que los lazos rectos hacían parecer que lucíamos un corbatín de fábrica -de
esos que vienen ya con el nudo hecho-. Por lo demás, su teoría acerca de la vestimenta defendía que el sastre
debía robarte siempre mucha tela al hacerte un traje; pues de lo contrario no eras un señor y no te cortarían
jamás bien la ropa. Finalmente he de anotar algo que comúnmente molestaba por entonces a todos los
hombres: Que uno se abrochase el botón final (de todo, menos de la bragueta). Así, los trajes debían tener siempre
sueltos los últimos botones de las dos mangas, y por su parte, el chaleco debía ir cerrado, menos en el último ojal. A su
vez, jamás se le podía ocurrir a un caballero cerrarse la chaqueta, abrochándose el final de ella... . Esta cosa del último
“botón libre” tuvo un simbolismo y significado que nunca llegué a entender de todo, pero que tampoco me atreví a
contrariar, sin cerrar jamás aquel ojal; llevando siempre abiertos los que el protocolo indicaba.
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También nos aconsejaban acerca del color del vestido o de la corbata; que nunca debía ser marrón tras ponerse
el Sol, si estábamos en una ciudad. Tanto era así, que un día oí las siguientes palabras a mi padre, cuando una
persona que trabajaba con él le comentó:
-”Un señor con un traje marrón, le está esperando desde hace tiempo en el recibidor; no sé muy bien quién es”-.
A lo que mi progenitor respondió:
-“Si viste de marrón, a esta hora... . Nunca puede ser un señor... . Que espere”-
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotografías del mismo año, 1970: Arriba, mi padre en el verano, tras sufrir un
accidente con una hamaca que le arrancó de cuajo una falange del dedo medio. Estaba tomando “anestésicos” (como
él decía); un medicamento con el que se quitaba el dolor de la mano y que afirmaba se llamaba “JB”; que él compraba
junto a la farmacia, envasado en “frasco irrellenable” -yo, tenía por entonces nueve años y no me enteré de que aquello
que se endiñaba eran copazos-. Después de perder este trozo de su dedo, ya no pudo tocar más la guitarra con
soltura; mi padre me pidió que estudiase ese instrumento bien, para volver a escuchar diariamente lo que tanto
le gustaba (las soleares, tarantas, medias granaínas etc). Así lo hice y en unos años ya estaba yo interpretando
Flamenco “jondo” en la guitarra; una base armónica que me dio una amplia formación para dominar la música clásica.
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Abajo, en mis inicios como instrumentista; con unos ocho o nueve años, tocando la bandurria de un tuno. Eran
los años de la “Beatlemanía”, de “Hair” y de la revolución de los pelos largos, a la que yo me apunté (pese a que
no medía más de metro veinte...). Mis padres estaban hartos de verme con “la melena” de rockero (tal como me
decían) y el peluquero aún más. No había forma de que me dejase cortar el pelo y el barbero al que me llevaban,
estaba hasta el gorro de esta situación. Así que un día en que nadie lograba retocarme la melenita y colmada ya la
paciencia del pobre peluquero, este les dijo a mis padres:
-“Señores, déjenme hablar a solas con el niño, que yo sé mucho se psicología infantil y seguro que le convenzo”-.
Salieron mis progenitores de aquel lugar y cuando me quedé solo frente a Jesús Cacho (como se llamaba aquel
maravilloso barbero del Madrid antiguo); este me cogió del brazo y me dijo:
-“Mira niño. Yo vivo de cortar el pelo, no de perder el tiempo con gilipolleces. Como no te dejes cortar la melenita esa
hortera; el próximo día que te vea solo en la calle, te voy a dar una leche que vas a hacer noche en la Luna para volver
a tu casa. Así que cuando entren ahora tus papás, les dices que tengo una maravillosa psicología y que te he
convencido por las buenas para que te sentases aquí y te cortases el pelo como una persona”-.
Regresaron mis padres y yo les comuniqué que el peluquero me había convencido; que aquello de llevar el pelo largo
era anti-higiénico y que provocaba calvicie. Ellos quedaron maravillados de la psicología infantil de Jesús Cacho y a mí
-desde entonces- aquel barbero me pareció una persona con mucha gracia, con criterio y principios. Así que fuimos
amigos para siempre y me cortó el pelo hasta que sufrió un cáncer de piel, teniendo que dejar la profesión -hacia 1992,
tras casi veinticinco años de una gran amistad durante la que nadie más que él me tocó el pelo, gracias a sus dotes de
“psicología”-.
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La mesa era otro lugar de “consejos y enseñanzas”, tanto que poner un codo sobre ella era motivo de un capón
-normalmente procedente de las alemanas-. Aunque beber agua sin limpiarse antes con la servilleta, podía suponer
penas mayores (como la colleja dada mientras tenías el labio apoyado en el vaso, haciendo que se te clavase el borde
en los dientes). Asimismo, jugar allí con los cubiertos ya era motivo de que te expulsaran y pusieran tu plato junto
al del perro, para que terminases la comida con las mascotas (algo que en verdad me encantaba). Finalmente, lo
más peligroso era hacer chistes de “caca” o de “pis”, de “culos” y hasta de “pililas” en aquel recinto sagrado
llamado “la mesa”. Pues ello ya podía constituir delito de lesa revolución y suponía, además de la consiguiente
flagelación por la alemana de turno, castigos más severos (como permanecer horas encerrado). Pese a todo, si había
algún amigo divertido comiendo, nos atrevíamos a soltar algún chiste guarro (muy cerdo) como aquel que decía:
-“Marca uno un teléfono y pregunta:
¿Oiga, es el 7152973?.
Y el que coge del otro lado le responde:
No; este es el 7152974.
A lo que el que llamaba dice:
¡Pues para haber marcado con la picha... No ha estado nada mal!”-.
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Estos, en cierta manera, no eran muy punibles; pues la broma iba de “pililas” y no de “escatología mayor”. Aunque como
se le ocurriera a uno hacer una broma en la mesa con temas del WC, entonces sí que podías pasar días sin salir por las
tardes. Del mismo modo, parece que molestaba mucho ponerse a soltar allí expresiones de cabrero... . Pero a mí
eso de hablar como los pastores, me encantaba. Eran mis amigos de niño (los que más me cuidaban cuando íbamos a
las cercanías de Trujillo) y así aprendí a hablar el “castúo cerrao” antes que lograran sacarme de la boca una sola
palabra de alemán. Tendría yo siete años y cuando iba a Extremadura vivía en los chozos y entre aquellos ganaderos
que eran cariñosísimos. Tanto me querían, que pronto me enseñaron todas las expresiones en “castúo” y que yo puse
en práctica en Madrid. Así, un día que me senté a la mesa familiar y dije delante de todos -en plan gracioso- que el
gazpacho estaba “cojonuísimo”; la alemana ni se enteró y por suerte no me cayó galleta alguna. Pero mi madre me
cogió de una oreja y me dijo:
-“¿Qué es eso del gazpacho cojonuísimo?. ¡Tú a comer con el Kabul!”-.
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El Kabul era el perro de la casa; un galgo afgano tan presumido como delicado y que gruñía a todo invitado que
nos caía mal. Nunca supimos cómo, ni de qué forma se daba cuenta el can cuando alguien nos repateaba; pero el
animalito lo sabía todo. Un tío mío que era médico, afirmaba que el perro olía nuestra adrenalina y cuando percibía que
esta se alteraba, ladraba al que nos incomodaba. Jamás le dijimos que el chucho se ponía como una moto cuando
entraba su mujer, hasta que se separó. Así, durante los trámites de su anulación le contamos lo que sucedía al Kabul
con su “ex” y le trajo al perro de regalo jamón serrano (por haberla mordido). A mi madre le encantaba ese can,
porque logró que muchos no quisieran volver... . Y es que aquella casa de mis padres era la de “Tócame
Roque”; una expresión que nunca supe lo que significaba, pero que siempre usaba mi progenitora para indicar
lo que era nuestro hogar por entonces. Pues allí entraba y salía quien quería y se presentaba a comer o a cenar,
hasta el menos esperado. Tanto, que por las mañanas se encontraban a gente que nadie sabía había dormido en
casa; o a chicos que se quedaban a pasar la noche y a los que obligaban a telefonear a sus padres, para que no se
preocupasen.
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IMAGEN, ARRIBA: Mi prima Paloma y mi hermana Ma. Teresa subiendo al burro Perico en “Las Infantas”.
Pasábamos las Navidades y Semanas Santas en Extremadura, a muy pocos kilómetros de Trujillo; en una finca
que el alcalde de Madroñera nos había legado. Debido a que el primer trabajo durante la juventud de mi padre fue
ser arquitecto municipal de Coria (en Cáceres); tras lo que pasó a Plasencia y más tarde decidió ayudar a otros pueblos
de la zona -cuando le fue bien económicamente-. Colaboraba continuamente con Cáritas, pero un día decidió que mejor
era trabajar gratis haciendo fábricas, que no levantar tantas iglesias (como a veces le pedían que proyectase). Así se
fue a un pueblo de las Villuercas -llamado Madroñera- donde el alcalde (Julio) le pidió que realizase numerosas obras y
hasta que les proporcionase empresarios que las construyeran de un modo altruista. Tras regalar innumerables
proyectos y direcciones de obra; incluso llegó a pagar de su bolsillo una ermita -aunque no creo yo que fuera eso lo más
importante por allí-. Finalmente, Julio el alcalde, sin saber como corresponder; nos legó la ocupación de Las Infantas.
Lo hizo con la mejor intención, pero quizás desconociendo que las propiedades municipales no pueden cederse; por lo
que tuvimos que marcharnos de allí cuando cambió la alcaldía -tristemente abandonando la casa, que habían
rehabilitado bastante bien mis padres-.
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IMAGEN, ABAJO: Mis dos hermanas intentando subirse en el burro Perico, mientras “Melitón” las ayudaba.
“Los Melitones” eran quienes cuidaban de Las Infantas y para nosotros fueron como nuestros abuelos (ya que
tristemente nunca conocimos a los padres de mis padres). Les llamábamos “tío José” y “tía Concha” -tal como en
Extremadura se acostumbraba hacer- y vivir con ellos era una maravilla. Los conocimientos de “Melitón” sobre el
campo, el cielo y el tiempo o acerca de la vida y los animales; hubieran sido dignos de redactar en un manual
de sabiduría. El humor y las cosas de Concha (La Melitona) eran igualmente de antología -aún tengo en la
memoria muchas anécdotas y frases suyas-. Junto a ellos conservo algunos de los más cariñosos recuerdos
de mi infancia; algo que jamás perderé, al igual que el “castúo” que me enseñaron a hablar. Estos Melitones y
los pastores de la zona (uno al que llamaban “el tío Juan”) fueron los que me inculcaron el amor al pasado y el
interés por la arqueología, narrándome historias de Viriato y de los antiguos romanos. También me enseñaron
frases y expresiones antiquísimas de la zona. Algunas bastante obscenas y muchas divertidísimas; un “habla” que yo
repetía en Madrid, sobre todo cuando veía invitados cursis a casa de mis padres -para ver la cara de pedorros que
ponían, al oír esa forma de hablar tan antigua, como rica en matices-.
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Decía que lo peor que se podía hacer en la mesa de mis padres era mencionar las “cagarrutas”; pero aun más
castigado estaba soltar tacos y expresiones ordinarias en “castúo”. Así pues, para dejar en evidencia a mi madre
ante los invitados bastaba con coger la cuchara, pegar tres golpes con ella en el plato y exclamar:
-“¡Mama!.¡La sopa está cojonúa!” .
Rápidamente se oía:
-“¡Niño; no es sopa, es consomé!. Haz el favor de levantarte y marchar para tu cuarto... Que ya hablaremos tú y yo...”-.
Ni que decir tiene que de diálogo después no había nada; tan solo una recriminación o bien un -“Te has quedado sin ir al
cine el próximo fin de semana”-. Pese a poderte caer algún castigo, repetir la acción resultaba inevitable. Porque
era tan divertida la cara que ponían todos los comensales al soltar una cosa de esas -con el acento
perfectamente extremeño-; que uno, antes o después, se arriesgaba nuevamente a hacer la dichosa gracia. De
tal modo, en cuanto veíamos a un cursi entrando por la puerta; ya estábamos pensando si soltar “un cojonúo” o un
“arrihastiti palla”, al sentarnos a junto a él. Haciendo el ademán de que se echase para un lado, mientras se le increpaba
con la expresión campera: “Arrihastití pallá” -para que se moviera del asiento-.
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Ya he contado en otras ocasiones, que harta mi madre de las burradas que yo hacía y decía, me trajo una alemana
para que me “domesticase” (palabras textuales, que le escuche mientras contrataba a la institutriz). Ella tenía
por nombre Elena; pero habíamos de llamarla Tante Hella (la tía Elena). Era solterona, enjuta, arrugada y seca, como
la madre que la parió. Fumaba en pipa y vestía igual que las mujeres de las películas de los años treinta: Con un
gorro-queso en la cabeza del que caía una redecilla sobre la cara; traje de chaqueta con falda tubular, medias oscuras
con costuras y zapatos negros de tacón muy fino. Todo ello, así escrito puede parecernos muy erótico, pero es la que
Tante Hella tenía setenta y tres años alemanes; junto a una mala uva, que si se hubiera hecho vino de sus cepas,
habría salido directamente aguardiente. Soltaba unos sopapos que te dejaban K.O. y gozaba de un “arte” tal para el
capón, que siempre lograba darlo en el mismo sitio; lo que levantaba allí gradualmente un chichón, que ya no se te
quitaba nunca.
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El motivo de que me trajeran a Tante Hella, fue para que me “des-asilvestrase” (textualmente); pues consideraban que
mis correrías castúas me iban a llevar por mal camino. Así que aquella teutona de alto adiestramiento, me
sometió a su disciplina; teniéndome más “acoquinado” que a un cerdo por San Martín. Mientras fumaba en pipa,
me dictaba en alemán y había que recoger sus palabras en cursiva gótica. Una forma de escribir que te enseñaba en
unos días y “ay de ti”, como no la aprendieras... . Consistía en un alfabeto con signos que debieron ser inventados por el
pendolista de Bismarck, un día en que tenía lombrices. Porque no sabes las vueltas que llevaba cada letra gótica de
esas. Así que como yo me confundía en todo y no entendía nada, recibía mas golpes que la herradura de un
tuerto. Tantos que un día comencé a decir:
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-“No me des tanto, Tante; que me dejas tonto”-
La frase -por suerte- le cayó en gracia y le hacía reír cuando yo la repetía; siempre mientras me atizaba y para que
parase de “largarme chuzos”. Tal era la sucesión de pedreas que me soltaba la vieja, que un día oyó mi madre desde
fuera de la habitación el jaleo que se montaba en las clases de alemán... . Mis gritos, sus leches y la risa idiota que a los
dos nos daba eran un algarabío. Entró mi progenitora a ver qué pasaba allí y Tante Hella se dirigió a ella, pipa en la
mano, dando caladas y carcajadas; con un acentazo más alemán que el chucrut y explicando:
- “Ja, ja, ja. Qué buen humor tiene su hijo. Cada vez que le atizo me dice: No me des tanto Tante, que me dejas tonto.
Ja, ja, ja...”-.
Mientras, yo pensaba para mis adentros:
-“Qué mala uva tiene esta tía vieja... . La gracia que le hace lo de que me va a dejar tonto a tortas”-.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotos de Las Infantas, junto a Trujillo y hacia 1969. Arriba: mi hermana Ma.José
junto a su entonces inseparable amiga y prima Paloma. Abajo: a la derecha, mi primo Jose María Gómez-Morán
y a su lado yo -los dos con ocho años y con el perrito de mi hermana, Platón-. Recuerdo como si fuera hoy,
cuánto pasé en este lugar tan divertido; donde vivían personas tan buenas y agradables como Los Melitones o
los pastores que allí acampaban y guardaban el ganado.
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Alguna picia hicimos y una de las más graves la cometí por seguir los consejos de un niño repelente llamado Monchín
(hijo de un cliente de mi padre). Sucedió cuando a él se le ocurrió mear en una “pileta” grande, donde se guardaba el
agua para beber y usar. Aquella se recogía del pozo con cántaros; tal como vemos hacer en la foto anterior (cargándola
sobre las alforjas del burro). Así que viendo la pila de beber, el repelente de Monchín -que era varios años mayor que
yo-; me aconsejó que nos sacáramos la minga y echásemos una “caña” allí... . Dicho y hecho, nos bajamos la
cremallera, sacamos los aparatos pertinentes y cuando estábamos en pleno proceso de “vaciado”, nuestros primos nos
descubrieron, poniéndose a gritar. Todavía recuerdo la cara de Angel y de Vicente Monmeneu, espantados de vernos
mear en el agua que ellos iban a consumir; avisando a todos. El castigo que nos cayó fue terrible: Nos pusieron al
Monchín y a mí de rodillas y frente a la pared, en un pasillo oscuro y sobre unos azulejos hidráulicos, que estaban más
fríos que el mechero de un vikingo. Después de horas así, sin poder movernos, yo ya solo pensaba en que me quería
morir para que a mi familia le dieran muchos remordimientos. Rezaba y rezaba al ángel de la Guarda a ver si me
llevaba con él y a todos les entraba una pena horrible... . Pero nada; ni me morí durante el castigo, ni aquello pudo
solucionarse bien. Horas después me levantaron del pasillo, con las piernas peor que el felpudo del metro en Tokio y
todos me llamaron “cerdo” de por vida. Así que gracias al tal Monchín, caí por primera vez en desgracia en mi familia... .
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4- EL PELIGRO DE “DISTINCIÓN”:
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Cuando era yo niño, ya se decía aquello de que había que cuidar al burro, porque estaba en peligro de
“distinción”. Y aunque la especie no está del todo extinta, hoy apenas quedan algunos ejemplares (todos en
manos de románticos y “coleccionistas”). Por ello y en defensa del asno, siempre afirmaré que la mascota más
divertida que se puede tener de pequeño, es un borrico. No solo por la inteligencia de ese animal (mucho mayor
que la del caballo y casi tanta como la del perro y el cerdo); sino porque además te lleva y te trae. Eso siempre
que al burro le apetezca; pues cuando no le gusta quien lo monta, el animalico o no anda o bien termina tirando al que
lleva encima. Otros menesteres que realiza el asno -listo y bueno-, es morder al que le molesta o reírse del que le
incomoda; algo que yo pude comprobar varias veces. Pues el nuestro se despiporraba a carcajadas y se revolcaba feliz,
cada vez que veía cómo metíamos las maletas en el coche para regresar a Madrid. En las imágenes anteriores
podemos ver al pollino que se llamaba el Perico y que sabía perfectamente cuándo salíamos de regreso; teniendo plena
conciencia de que ya no tenía que aguantarnos encima durante un tiempo. Así, el día en que aparecíamos con el
equipaje y lo llevábamos al coche; cuando nos metíamos todos en él y al vernos ir hacia Madrid, al Perico le daban las
mil alegrías. Comenzando a revolcarse sobre la hierba y a reírse a mandíbula batida, soltando enormes rebuznos
cargados de sorna. La primera vez que le vi hacer eso, me dijeron los de Extremadura que se estaba alegrando y
cachondeando de que nos fuéramos. No me lo creí; pero tuve que reconocerlo después de muchas ocasiones; tras ver
que siempre -en igual momento- el Perico hacía lo mismo: Revolcarse, rebuznar de forma obscena y reírse con la
dentadura superior desencajada.
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El peligro de “distinción” llegó también a los gamusinos; una especie hoy ya extinta, pero que cazábamos
todos al ir por primera vez al campo -especialmente en el extremeño-. Así se hacía con cuantos novatos pisaban
por primera vez la tierra de Viriato; donde se les llevaba a atraparlos en su noche de llegada. Nosotros instruimos en
la caza del gamusino a todos los que nos visitaban; entre ellos a primos como Jose Marí y su hermana Loly; o a
cuantos franceses, ingleses y alemanes pisaron Las Infantas. Donde tras la puesta de Sol, en sus primeros días, se
les organizaba un bateo y gancho de aquella especie (hoy inexistente). Pues los gamusinos se cazaban en plena
oscuridad, tal como se explicaba a los neófitos; enseñándoles que se trataba de algo similar a tortugas muy
pesadas, pero rápidas.
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El individuo al que se iba a iniciar en el gamusino, era quien tendría como misión cargar con la bolsa donde se irían
metiendo las presas, una vez capturadas. Así se le entregaba un enorme saco de trigo que se echaba al hombro,
llevándole en plena noche hasta un punto de gran oscuridad y en campo abierto. Luego, los cazadores
experimentados, iban cogiendo enormes piedras que introducían a toda prisa en aquel gran fardo que portaba
el “neófito”. Sin que este se diera cuenta que eran losas lo que le cargaban y alentándole a que corriera, para poder
cazar más ejemplares. Finalmente, cuando veían agotado al iniciado, comenzaban a decir que los gamusinos
capturados eran de los que picaban y venenosos. Ante lo que aquel pobre que llevaba a hombros el fardo de
piedras, lo soltaba espantado; creyendo que en su interior había algo peligroso y comenzaba a correr como una
gacela... . A veces se daba cuenta de que en la bolsa solo había meños (al tirarla y salir despavorido); pero en
ocasiones, ni se apercibía; por lo que se podía repetir la caza del gamusino al día siguiente -argumentando que no se
volverían a capturar ejemplares venenosos...- . Así, hasta que se enterase el infeliz de que todo ello era una broma
pesada, en la que le habían cargado por las noches con decenas de pedruscos a la espaldas.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Otras fotografías de Las Infantas. Arriba, mi prima Loly Gómez-Morán con
apenas seis años, junto a mis hermanas y los dos perritos nuestros (Platón y Rufo). Pese a su corta edad, también
cazó mi prima Loly gamusinos en Extremadura, junto a su hermano Jose-María. Algo que en mi opinión, le llevó a irse a
Washington y terminar allí aleccionando norteamerianos (en la Universidad Mason).
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ABAJO: Mi hermano Mario -en primer término- y a su derecha mi prima Paloma y mi hermana Ma. José (a nuestra
izquierda). Todos, fumando sus primeros pitillos, en secreto y en la zona donde se hacía la espera nocturna de los
gamusinos. Tras ellos y arriba -a nuestra derecha-, un francés llamado Gilles al que llevaron varias veces a la
caza del gamusino, sin que jamás se diera cuenta de que cargaba con piedras -noche tras noche-. El ingenuo
Gilles -que actualmente vive en Bali- apenas entendía español al llegar a Extremadura, por lo que le gastaron una
segunda broma pesada con Concha (La Melitona). Fue en sus primeros días de estancia y cuando la tía Concha
vino con un plato de “frite de cordero”, para enseñar al gabacho la gastronomía cacereña. Ante esa receta, el francés
comenzó a alucinar con los sabores; por lo que deseando tomar más frite pidió que le trajeran otra “ración”. Mis
hermanos le regañaron, explicándole que si quería aprender español, había de comenzar por hablar lo mínimo. Así que
debía ir él mismo a la cocina y decir a Concha que le pusiera más “coños”; porque ese plato se llamaba “coños fritos”... .
Ni corto ni perezoso, se levanto de la mesa, se dirigió hacia los fogones y pidió lo que le habían enseñado; con todo el
acentazo franchurte que tenía. Y dijo en tono sobrio:
-”Por favor, quiero coños”-.
La Melitona parece que le miró con los ojos semi-cerrados, como no creyéndose lo que oía y le preguntó al gabacho,
qué venía buscando. A lo que el francés replicó:
-“Coños. Los coños están muy buenos”-.
No tardó nada la tía Concha en decir a gritos:
-“¿Y este; qué coño quiere?. ¡Porque yo no sé lo que viene buscando...!”-.
Entonces Gilles, preocupado por el enfado, comenzó a alabar la cocina de la casa -con el poco español que sabía-;
hablando de esos “coños fritos” que estaban tan buenos. Ante lo que ya aparecieron mis hermanos a toda prisa, para
llevarse al francés del lugar; antes de que le dieran un sartenazo en la cresta.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Más imágenes del mismo año 1968, (en Semana Santa o Navidades). Al lado: Mi
madre, junto a mi primas Paloma y Loly, dando de comer al Rufo; un cachorro que había contraído
“moquillo” muy grave y del que todos los veterinarios de Madrid pensaban que lo mejor era sacrificarlo. Tenían una
gran pena con el chucho (sobre todo a mi hermana Ma.José y a mi prima Paloma); así que lograron que lo tratase el
veterinario de Zurita -un pueblo cercano a Madroñera-. Les dijo que para curar al perrito había que darle de comer
solo hígado y leche; que con ello quizás volvería a andar (pues ya ni conseguía mover las patas traseras). El
milagro se obró gracias a este veterinario de Zurita, y tras un mes alimentando al cachorro con leche e hígado,
se levantó y superó las secuelas del “moquillo”.
ABAJO: Mi prima Paloma y mi hermana Ma. José, cada cual con uno de sus chuchos. Al fondo, el monte y casa
de Las Infantas.
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En “peligro de distinción” también estaban quienes por entonces querían distinguirse o eran distinguidos, ya
que se comenzó a poner de moda el jersey de lana hasta la rodilla (una tendencia que finalmente terminó en el
modelo chandal). Pues parece que después de la España machadiana, de “charanga y pandereta”; vino la otra España
de chandal y camiseta; aunque el camino hasta llegar a ello fue arduo y tortuoso. Ya que si bien vemos a casi todos
los poetas de la Generación del 98, del Modernismo o “del 27”, vestidos con sus corbatas y su traje de
chaqueta. Apenas volveremos a observar otro artista -o intelectual- encorbatado y bien acicalado tras la década
de los ochenta. Pareciendo que el mal vestir es síntoma de inteligencia, cuando solo es signo de indisciplina o una
falta de atención hacia los demás. Pero el hecho cierto fue que tras los años setenta, aquellos que deseaban ser un
poco distinguidos, eran catalogados de “pijos” -o de tontos-. Aunque vestirse correctamente, en verdad, nada tiene
que ver con las ideas de izquierdas o con el progresismo. Como se muestra en los líderes de estas tendencias
socialistas, quienes fueron siempre perfectamente arreglados: Desde Marx a Lenin o de los miembros del Kremlin a
los dirigentes chinos.
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Pero identificaron el “malvestir” con el progresismo; pese a que esa moda del desarreglo surgió directamente del
mundo rockero y de la estética norteamericacana, donde se identifica al oficinista con aquel que se encorbata y
al “moderno” con el que va en camiseta y pantalón vaquero. Todo lo que finalmente ha desembocado en una
empanada social que trajo la España de “chandal y camiseta” como sustitutivo de la machadiana Hispania de
“charanga y pandereta”. Considerando la cutrez como una modernidad; una moda “libre” que realmente indica la
decadencia de una Sociedad, en la que ni siquiera se exige aseo y buena presencia en la calle. Algo que incluso
ha llevado a que muchos miembros de las nuevas generaciones huelan a “zorruno”; lo que creíamos ya
habíamos superado, logrando que la ducha y el baño se instalase en todas las casas. Pero parece que la traición
medieval cristiano visigoda pesa mucho en nuestra nación; un país que gracias a los romanos y a los árabes se había
poblado de baños públicos, de acueductos y de vías libres para agua. Balnearios donde las féminas y los hombres se
desnudaban, por cuanto repugnaba a los cristianos viejos de esa Hispania profunda con tradición goda, sueva y vándala
-quienes huían del baño como gato escaldado-.
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Lo que en el párrafo anterior narro, son hechos históricos que podían probarse y comprobase cuando llegábamos a la
mili; pues allí agradecíamos enormemente que nuestros compañeros de litera fueran naturales de zonas bien
romanizadas y de influjo musulmán. Porque cuando te tocaba al lado un colega de cuartel procedente de áreas ajenas
al mundo latino-árabe... . Aunque sabías que ibas a lograr hacer un amigo buenísimo y muy cariñoso, también tenías
por seguro que el único modo de conciliar sueño junto a él, era con usando la mascarilla antigases... .
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, mi padre tal como gustaba vestir -con capa española- junto a su hija
mayor, mi hermana Ma.Teresa (ella con mantón de Manila). Antaño el vestir era un modo de identificarse consigo
mismo y con los demás, siendo normal que las personas cuidasen mucho la presencia con el fin de agradar a los otros.
Hoy en día el ir bien arreglado es signo de ser tonto o de presumido, algo que muchos creen procede de ideas
progresistas, aunque muy por el contrario se debe al Rock y a los norteamericanos (donde quienes llevan corbata son
oficinistas o trabajadores, mientras los artistas y famosos van con camiseta y jeans). Abajo: mi hermana Ma.José con
unos diez años montando en burro: Una especie en “peligro de distinción”.
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5) LAS AFICIONES HEREDADAS:
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Dicen que casi todo se hereda, pero actualmente ya no es así; pues en la conformación de la personalidad el
ADN juega apenas un pequeño papel, mientras la gran mayoría de ella se forja a través de nuestras vivencias y
educación. Debido a ello, en un mundo donde los padres apenas pasan unas horas a la semana con los hijos, y en
una Sociedad que promueve aprender todos lo mismo, en común y en las aulas. Los chicos serán cada vez más
iguales y sus aficiones más idénticas; no habiendo diferencias entre unos y otros. Un hecho que -a mi juicio-
afecta tremendamente al mundo laboral; ya que la falta de pluralidad y de rasgos que nos distingan, hace que
tan solo los muy destacados interesen al mercado. Provocando que únicamente los “fuera de serie” sean
contratados y que el resto no puedan salir adelante con unos mismos estudios. Pues aquella falta de matices entre unos
y otros, junto a la carencia de una formación diferente y la apenas distinción de caracteres o gustos -generada por una
educación tan igual e igualada-. Hace que todos sean tan semejantes, que tan solo los genios tengan un sitio laboral
(los enormemente dotados; o en su caso los enchufados). Mientras el resto, al tener una educación tan semejante ala
de los demás, pero carecer de talento -o de relaciones-,;jamás encontrarán quienes se interesen por ellos. Esto es la
consecuencia de la unificación de los métodos de enseñanza y de la “globalización” en la formación; algo que
provoca centenares de miles de personas idénticas, en un mundo laboral que tan solo puede admitir o
absorber, unos miles de ellas.
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Verdad es que en los años sesenta y setenta había grandes diferencias sociales todavía en España; todo lo que
suponía una lacra. Pero también es una realidad que por aquel entonces comenzó una etapa en que los hijos de
los más pobres ya podían acceder a estudios superiores. Un momento durante el cual, quien tenía un padre iletrado
y paupérrimo, llegaba a hacerse doctor o catedrático; a la vez que aquellos que eran hijos de eminencias, muchas
veces no llegaban a completar sus estudios. Todo ello confirió a nuestra Sociedad unos matices y una riqueza
magnífica (por entonces), pues aquellos que habían logrado estudiar procediendo de hogares muy humildes,
aportaban unos valores y una formación social y popular de enorme importancia. Este hecho ya se había
producido en la España del Regeneracionismo -antes y durante La Restauración (entre 1850 y 1900)-; un momento
histórico en que los señoritos de pueblo lograron formarse mejor que los hijos de los poderosos en las
ciudades y así acceder a los puestos de mayor responsabilidad en nuestra Nación. Hechos que sucedieron de nuevo
en España, entre los años 1960 y 1980; momento en que todos lograban estudiar si se lo proponían y cuando
infinidad de personas, procedentes de los más diferentes estratos sociales, consiguieron hacer del nuestro un país
europeo y de enorme relevancia.
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Cuanto narro se debía -en gran parte- a la educación recibida en el entorno; una forma de ser que nos iba dando
nuestra familia y que nos hacía a todos muy distintos. Ello propiciaba unas diferencias de pareceres y de
formas de ver la realidad, que resultaban cruciales; pues al afrontar un problema -en la empresa o en el
trabajo- podías oír tantos pareceres y soluciones, como personas a las que preguntabas. Ya que al margen de
cuanto habían estudiado (en las escuelas, colegios, academias o universidades); conservaban los consejos y
opiniones de sus padres, de sus familias, de su pueblo o de su lugar de origen. Lo que suponía un compendio
de sabiduría popular, ancestral y social; que añadía y confería un doble valor a cuanto una persona conocía.
Algo que hoy, tristemente se ha perdido en gran parte por ese empeño en hacernos a todos iguales. Una
igualdad que uniforma las mentes, a veces de manera tan radical que no respeta ni el pasado, ni los orígenes de
las personas (despreciando las tradiciones y olvidando los conocimientos ancestrales del pueblo).
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Pese a ello, los chicos jóvenes piensan que ser libre, es eso de ser tan iguales en pensamiento, sentimiento y
formación. Debido a lo que hoy hacen todos casi lo mismo y muy contentos. Divirtiéndose como la gran mayoría: En
discotecas o convirtiendo las fiestas de pueblo en discomovidas; yendo al fútbol y cantando o bailado todos la misma
música -principalmente de origen anglosajón-. Sin pensar que el uniforme militar no es tan riguroso como aquella
uniformidad de mentes que ahora imponen, al “exigir” que a unos y otros les gusten artes idénticos y el mismo
modo de vivir o divertirse. Pero sobre todo, sin percatarse de que cuando en el Mundo todos canten, esculpan,
escriban o pinten “a la moda”; la cultura y tradiciones de su pueblos quedarán olvidadas (por no decir
aniquiladas). Pues en verdad, no son conscientes del modo en que están siendo colonizados culturalmente, por
movimientos llegados de Estados Unidos y con una bajísima calidad artística.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías del “Pescarus” un barco que teníamos en Altea en los años
sesenta. Arriba, imagen de 1968, en la que vemos el barco en Calpe y su salida de él en chinchorro. Al lado y en
un cuadrado, tenemos a Luis Beloqui junto a mi tío Salvador Monmeneu Ferrer (su suegro) en la proa. Mi tío
Salvador era de origen ibicenco y procedía de una familia valenciana; desde niño estaba tan acostumbrado a navegar,
que nos contaba como diariamente iba al colegio en su balandro. Su familia, además de aficionados a los barcos,
guardaba en el recuerdo proceder de San Vicente Ferrer; por lo que tenían como costumbre que uno de los hijos se
llamase Salvador y otro Vicente (tal como ocurría entre mis primos). Debido a este origen de mi tío, creían que los
Santafé -como judíos conversos- descendían del famoso Josúa Ha Lorquí. Nacido también cerca de Valencia (en Lorquí
-Lorca; Murcia-) y que fue médico del papa Luna, a la vez que compañero de andanzas de San Vicente Ferrer. Pese a
ello, pude descubrir mi familia Santafé procedían de Pedro de Santafé, poeta y literato que fue hijo de Esperandeo de
Santafé; quien era rabino de Tarazona con el nombre de Ezequiel Azamel, antes de convertirse al cristianismo en la
Conferencia de Tortosa (bautizado allí por Vicente Ferrer).
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Abajo: Salida de Altea con el Pesacarus una mañana del verano de 1969. En la bañera de popa, mi primo
Salvador Monmeneu junto a mi padre; en medio, mi madre (de espaldas) y sobre la capota, colocando la
bandera: Mi hermana Ma.José, mi prima Paloma y su amiga “C” (de la que más tarde hablaremos).
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Como iba narrando, antaño la educación y las aficiones se heredaban. Así me inicié yo en la pasión de mi padre
hacia el mar, que a él le había transmitido su cuñado (Salvador Monmeneu). Aunque el amor a navegar
definitivamente me lo “contagió” mi primo Vicente Monmeneu. Este último, era un entusiasta de los barcos y su
peor frustración fue no poder llegar a completar durante su juventud la carrera de ingeniero naval. Unos estudios de
“navales” cuya dificultad era tal por entonces, que cuando dejó aquella facultad, se licenció como biólogo en “dos
patadas”. Aunque la ilusión de mi primo Vicente hubiera sido dedicarse a la marina y a los barcos; un sueño que
procedía de su progenitor y de su familia paterna. Por su parte, ya dije que esa afición por los barcos se la inculcó mi
tío a mi padre; quien pronto se sacó el título de capitán, para patronar el Pescarus y salir con todos a divertirnos por el
mar en verano. Unos estíos cargados de felicidad y donde aprendíamos miles cosas; regresando al invierno, cargados
de experiencias y de nuevos conocimientos transmitidos por nuestros mayores.
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Como venía escribiendo, mi tío Salvador era un entusiasta de la navegación; aunque él había adquirido gran parte
de los conocimientos de su hermano (Manuel Monmeneu), quien fue marino y era amigo cercano del “almirante
de Altea”. Aquel último era un militar afamado y afincado en una preciosa villa, sita entonces entre Benidorm y
Altea; cuya finca se conocía como “La casa del Almirante”. Hasta allí íbamos muchas tardes, para visitar a este
conocido lobo de mar -amigo íntimo de mi tío- que narraba mil historias, mientras nos enseñaba sus enormes
salones (llenos de maquetas y de objetos interesantísimos, procedentes de la Marina). Recuerdo como aquel
almirante era un libro abierto de Historia naval de España; ante el que yo me quedaba escuchando con ocho
años, boquiabierto y descubriendo el magnífico pasado marítimo de nuestra nación (algo que ya a nadie
preocupa y ni siquiera se conoce). Ese militar -junto a Manuel y Salvador Monmeneu-, hablaba de sus batallas o de
Trafalgar y de la conquista de Indias, como si hubiera sucedido ayer. Narrando pormenores y anécdotas, llegando a
inculcarme un tremendo amor por la Historia de España.
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Recuerdo como me contaron ellos que todos los marinos llevaban la corbata negra en recuerdo y honor del almirante
Nelson; que murió en Trafalgar y que fue metido en un barril de brandy, para trasladar su cuerpo a Londres -sin que se
corrompiera-. Luego, cuando Nelson llegó a Inglaterra, la masa que se acercó a rendirle honores, al percibir el olorcillo a
alcohol que desprendía, creyeron que había muerto de la castaña que se pilló antes de entrar en batalla y no durante
ella... . También me enseñaron que pese a que los españoles perdieron aquella confrontación, en respeto a tan insigne
marino, siempre les veríamos con corbata negra en las naves de guerra nuestras. De igual manera, contaban que la
Marina usaba en sus uniformes determinados adornos en forma de grilletes, colgando siempre sus insignias en el lado
izquierdo; por tradición de los caballeros cruzados, que ataban sus caballos a sí mismos en los barcos y que llevaban la
cruz en el lado del corazón.
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Estas y otras historias contaban el “La casa del Almirante” (de Altea), aunque las anécdotas de los Monmeneu con la
Marina eran más divertidas de lo que nadie pudiera imaginar. Entre ellas recuerdo como en el año 1971 se celebraba
el aniversario de la Batalla de Lepanto y les encargaron que fueran hasta el Museo de Viena a recoger el
“mandoble” espada de Don Juan de Austria, para exhibirlo y desfilar con él. Con tan fin se llegaron en coche
hasta la capital austriaca, de donde trajeron ese verano de 1970 el famoso espadón de Juan de Austria, que
guardaron en su casa durante unas semanas (en espera de dejarlo en el Museo Naval). Pero durante esos días en
que tenían el mandoble en su chalet -llamado el Oasis y sito también entre Benidorm y Altea- nos invitaron varias
veces a tomar melón cortado con el espadón de Don Juan de Austria... . Enorme fue mi sorpresa cuando meses
después pude ver expuesta en Madrid, esa pieza con la que habíamos preparado los melones. Pero mayor fue mi
impresión al observar que el desfile del 1 de abril de 1971 estuvo encabezado por un infante, que portaba y presentaba
aquel gran mandoble con ambas manos. Finalmente, cuando hice la mili en el año 1982, tuve que servir algunos días
como chófer del capitán general en el Regimiento Inmemorial (hoy en Paseo Moret y fundado tras Lepanto); al cual
finalmente fui destinado en la “reserva”... . ¿Quién me iba a decir todo esto cuando de niño yo veía cortar melones a
Manuel y Salvador Monmeneu, con la espada de ese hermano de Felipe II?.
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IMAGEN, ARRIBA: Una foto mía de 1969; con ocho años patronando el Pescarus. Esta afición heredada hacia la
navegación me ha servido mucho para los estudios sobre el Mundo Antiguo; habiendo podido deducir el modo
de orientarse y de navegar hace cinco o seis mil años. Una época en la que tuvieron que guiarse principalmente por
las aves y a través de las sombras (o por la altura de las estrellas, de forma muy simple). Todo lo que repetidamente he
ido exponiendo en diferentes estudios que fui publicando. Para los interesados en ello, pueden consultar mis artículos:
-PUNTOS GEODÉSICOS Y PIEDRAS MEGALÍTICAS: OMPHALOS Y MARCAS DE ORIENTACIÓN. VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/08/nuevo-articulo-anadido-secretos-de-los.html
- SECRETOS DE LOS ORÁCULOS. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015_07_01_archive.html
- EUROPA ATLÁNTICA EN LA EDAD DE BRONCE
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2017/01/europa-atlantica-en-la-edad-de-bronce.html
- METROLOGÍA EN EL MUNDO ANTIGUO: Sobre ponderales y modelos de logitud; hipótesis peninsulares
prerromanas. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/05/metrologia-en-el-mundo-antiguo-sobre_3354.html
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ABAJO: Fotografías del mismo año, en la que estamos todos arreglando el aparejo del velero para salir al mar.
La imagen está compuesta por dos fotos, donde junto a la popa estamos a mi hermana Ma.José, mi prima
Paloma y yo; de espaldas, mi hermano Mario. En la proa (a la derecha) mi primo Angel Monmeneu -también de
vuelto- y de nuevo yo -cotilleando-.
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La ilusión por navegar nos llevó a apuntarnos al primo Vicente y a mí, para regatear los domingos en Benidorm. Ello
obligaba a levantarse a las siete, estar a las ocho en el puerto y salir a las nueve a competir con aquellos otros que
llevaban un balandro perfectamente equipado. Nosotros navegábamos en ese trasto pesado y antiguo que vemos en la
foto, que nos habían comprado con el fin de que no volcase nunca. Así que aquello pesaba más que el reloj de un
macarra y era más torpe en el mar que un alemán bailando flamenco. Por ello, mi primo Vicente decidió que
compitiéramos sacando orza (a mitad), pese a lo que suponía de riesgo. Para que no volcásemos, se le ocurrió
fabricarme a mí un “trapecio” y que así yo me mantuviese con medio cuerpo fuera de borda, haciendo contrapeso (pese
a mis pocos kilos y estatura). Como no teníamos ni un duro, fabricamos aquellos “trapecios” con cintas de persiana,
atadas con tornillos al barco. Una chapuza tal, que el primer día que me colgué, las ataduras se rompieron y salí
disparado por la borda. Caí al mar (con apenas ocho años) atado por un pie con las churretosas cintas de persiana y
gritando a mi primo Vicente, para que parase el barco -porque me ahogaba-. Tras varios minutos bajo el agua,
amarrado al velero como un salmonete recién pescado, bebiendo muchos litros de agua y después de aguantar
arrastrado centenares de metros (sin saber qué iba a ser de mí); vi que aquello se paraba y podía volver a subir de
nuevo a bordo. Así lo hice y nada más encontrarme dentro del balandro dije:
-¡Vicente... Me he caído!-.
A lo que mi primo exclamó:
-Angel, no se te ocurre algo más interesante que decir...-.
Él se echó a reír, sin parar y quería volverme a montar en “el trapecio chapucero aquel” para que yo me colgase de
nuevo... . Creo que desde aquel día perdí mucha afición por navegar.
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Otra de las cosas que antaño se potenciaban era la enseñanza desde muy niño de las artes y artesanías; fuera
donde fuese y lo que se hiciera o hiciese. De tal manera, en todo pueblo o ciudad, los adolescentes y menores
aprendíamos a pintar, a tocar instrumentos musicales, hacer maquetas o a fabricar cerámica. A unos nos
enseñaban cuanto sus padres consideraban formativo y a otros especialidades de su lugar o zona (como el Flamenco,
las danzas regionales, la cestería, cerámica, taracea etc). Especialmente se aprendía música, porque por aquel
entonces no había buenos tocadiscos -tal como se llamaban los platos con amplificador para oír “vinilos”- y los
transistores portátiles tenían una calidad acústica penosa. Así pues, una enorme parte de la población sabía hacer
sonar una guitarra o una bandurria, tanto como la gran mayoría cantaba y bailaba melodías de viejo origen (siempre
al son de aquel que tocaba el instrumento). Aunque a comienzos de los años setenta, la tecnología discográfica
avanzó tremendamente y en apenas un lustro se extendió hasta el “cassette” (magnetofón); pudiendo escuchar
todos la música que deseaban, en cualquier momento o lugar -hasta en el coche-. Algo que fue un enorme
avance técnico, pero que supuso un terrible retroceso cultural, por dos motivos: Primeramente, porque ya no
necesitaban alguien que tocara un instrumento y cuando querían cantar o bailar, bastaba con poner “el
loro” (que repetía las canciones “enlatadas”). En segundo lugar, porque cuanto se comenzó a comercializar ya no
era arte ni artesanía melódica, sino “un producto” en gran parte importado y en muchas ocasiones de un bajísimo
nivel artístico -para cuantos piensen de un modo distinto, les invitamos a escuchar la totalidad de las cancioncitas
“modernas” que en los años setenta se comercializaban; entre las cuales tuvieron calidad artística menos de un diez por
ciento-.
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Como narraba, en los años sesenta todavía la gente no escuchaba la “música en lata” y cuando querían oír
“algo”, debían asistir a un local con profesionales de carne y hueso -no electrónicos-. De ello y por la afición de mi
padre al Flamenco, en verano visitaban por las noches “tablaos” (lo que en Andalucía llaman Peñas
Flamencas). Salía de juerga normalmente acompañado por Luis Beloqui y para demostrar que no iban a la “caza
del bisonte” (3) , me llevaban de “carabina”. Pues a mi madre no le gustaba nada ir al Flamenco y hasta se dormía
en los Tablaos. Tanto se aburría ella en esos “saros”, que le pidieron “los artistas” que no fuera por allí, ya que se
quedaba dormida. Tan poco le animaba el tema a mi progenitora, que una “bailaora” le dijo un día:
-“Señora, a mí en escena me han hecho de `to´... . Me han `tirao´ tomate, me han `silbao´ y hasta me quisieron tirar un
gato muerto. ¡Pero dormírseme!.¡`Dormío´ no `ze´ me había `quedao´ nadie!”-.
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Así, tal como decía, a mi padre le encantaban los Tablaos y me llevaba a mí de carabina, por lo que me fui
aficionando al Flamenco. Recuerdo que en Benidorm frecuentaba un garito llamado “Los Tarantos”, sito
entonces en la calle de subida al castillo. Un local que regentaba René; un hombre culto, “bien plantao” y que hablaba
perfectamente francés (al ser de origen “pied-noir” -argelino-). Aquel dueño del local, realizaba un intervalo entre los
Palos y cantes que otros tocaban; de ese modo, para crear un momento artístico diferente, interpretaba “Granada” y
melodías “mas serias”. Lo hacía a pulmón libre y a falta de micrófono se ayudaba con un vaso de tubo, vacío, en el que
producía la reverberación -vibrando ese vidrio de caña larga, apoyándolo junto a su boca, como si fuera el mástil de un
violoncelo-. El resultado era magnífico, el sonido precioso y de ese modo René bordaba las canciones; creando magia
con esta una acústica “vasera” y cristalina, inigualable. Ello, unido a su aspecto franco-norteafricano, junto a su camisa
abierta hasta el ombligo y su vestimenta siempre negra... . Provocaba que tras terminar de cantar, René fuera atacado
por decenas de “bisontes,” que pretendían una aventura con aquel especimen pied-noir (quien, en verdad, superaba
con mucho a cualquier macho ibérico y sobre todo a los cazadores de bisontes “hispanoenanos” que acechaban presas
por el litoral levantino) -ver cita (3) si desconocemos la extensión del “bisonte” por entonces-.
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De estas lides y por esos motivos me aficioné yo tanto a la guitarra; aunque a mis hermanas me enseñaron su
vertiente clásica. Por su parte, mi hermano Mario me dio siempre mil lecciones de pintura (un arte que marcó
toda su vida). Sea como fuere, gran parte de la cultura que adquirí, procedió de aquellas aficiones y
entretenimientos de otros; de la inexistencia de tocadiscos durante mi niñez y de la necesidad de divertirse sin
apenas nada (con una guitarra y dos pinceles). Algo común a toda la Sociedad por entonces; pues -tal como digo- no
había ni televisión, ni música enlatada con un sonido de calidad (menos aún sistemas de reproducirla que merecieran la
pena). Por cuanto los discos que se escuchaban y divulgaban en los años sesenta, eran reproducidos en
costosos equipos y principalmente de música clásica; lo que provocaba que la gente tuviera un enorme gusto
artístico. En los pueblos, al igual que en las ciudades; porque una gran mayoría se interesaban por melodías con
cientos de años de historia y con un alto nivel cultural (fueran de folklore, de clásica o música moderna; ya que
tan solo grababan “los grandes”). Hoy, muy por el contrario, todos pueden tener acceso al mercado, y quien más
vende se considera el mejor. Algo que traducido a la gastronomía supondría elegir como bebida más exquisita a los
refrescos gaseosos azucarados; o la comida de mayor calidad, a la hamburguesa, las patatas fritas y los chuches -lo
que más se vende y consume...-.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: En el patio de nuestra casa de Benidorm en 1970; tocando la guitarra y
pintando. ARRIBA, derecha a izquierda: Mi primo Vicente, yo (en una hamaca) y mi hermana Ma.José, guitarra
en mano. ABAJO: En el centro de nuevo, mi hermana Ma.José, a su lado Alfredo (el cura que vivía en casa) y
Jose Ma. Díaz Mozaz, trabajando un cuadro. Este último, era un sacerdote “navarrico” al que le encantaba pintar y
que veraneaba con nosotros; del cual también tengo algunas anécdotas divertidas. Díaz Mozaz fue un hombre muy
culto, que compraba y leía cuantas publicaciones se ponían a su alcance. Pero vivía con su madre, a quien le
preocupaba el enorme gasto que su hijo tenía en librerías. La progenitora, que era navarra de pura cepa y nacida en
Caparroso (lugar de origen de los Santafé); siempre que le veía entrar con ejemplares nuevos, le decía: -“Hijo mío; no
compres más libros...¡Repasa los que tienes!”-.
Querían hacerle obispo, pero él se negaba y un día que me escondí detrás de una puerta pude escuchar una
conversación entre mi padre y Díaz Mozaz, donde mi progenitor le preguntaba:
-“Bueno, Jose María. ¿Cuándo te hacen obispo?”-
A lo que él contestó:
-“Nunca, porque cuando te nombran obispo, te dan una silla episcopal que tiene un tornillo. Ese tornillo lo ponen
inmediatamente y cuando te sientas allí, se te mete por el culo a rosca; por lo que ya no te puedes ni mover, ni menos
levantarte...”-.
Yo, que tenía por entonces unos siete años y que escuchaba esto a escondidas; me quedé muy pensativo y
preocupado. Pensando cuán peligrosa era la Iglesia... . Pues si le metían por “ese sitio” un tornillo a los obispos, qué no
haría con los feligreses... .
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Mi hermano Mario, pintando en Alemania, en casa de los Sres. Shmidt, con unos trece
años (hacia 1965). La pasión de él fue la pintura, desde niño hacía retratos y paisajes; tristemente, al estudiar
arquitectura le hicieron perder la afición por este arte, pues nada hay peor a que nos “examinen” de nuestras ilusiones.
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6- EL DESPERTAR:
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Fue en verano de 1970; ella diré que se llamaba “C” -para preservar su intimidad- aunque recogeré fotos suyas,
por cuanto creo es importante que todos conozcan su belleza. La vi de cerca por primera vez en un mes de julio,
casi cincuenta años atrás; yo regresaba de Giengen y ella pasaba unos días en casa de mis primos. Era la íntima
amiga de mi prima Paloma; me la presentó una mañana cuando entraban en nuestra casa, diciendo: -“Mira, este
es mi primito Angel que acaba de llegar de Alemania-”. Escuché aquello y me volví para verlas; me quedé
asustado porque ante mí tenía una verdadera diosa... . Como antes narré, se llamaba “C” y era lo más bello que
había visto en mi vida. Más bonito aún que el campo de Extremadura y más impresionante que el Mediterráneo, o las
playas por la mañana. Era lo más bello que jamás conocí hasta entones. Además vi como aquella canéfora de nombre
“C” sonrió al saludarme, con una mirada de Afrodita recién nacida. Yo, caí en un trance de locura... . Pues el mayor
problema consistía en que ella tenía quince años y yo solo nueve.
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Así el verano de 1970 fue el de mi despertar y el de sufrir la peor de las melancolías, al ver que aquella que yo
tanto amaba, me superaba casi en cuarenta centímetros de altura y en más de un lustro. Pese a ello, nada había
imposible en la vida y yo era docto en esas lides; habiendo realizado numerosos intentos de conquistar
“mujeres mayores”. Primero, con mi tata Ramona -que “se me” casó, dejándome más solo que a Crusoe en un día
festivo-. Después, con su hermana Jose; una fémina guapísima pero que tenía su carácter. Tanto, que cuando se
le daban besitos de más, soltaba un par de cachetes diciendo: -“Este niño está pegajoso; yo creo que necesita una
novia (está peor que el pico de una plancha)”-. Además, aquella Jose era tan preciosa como impaciente y cuando
no se obedecía, aplicaba una disciplina férrea. Así recuerdo un día en que hurté un anillo en el suelo del
mercadillo, para regalárselo -en muestra de mi admiración-. Pero ella me obligó a devolverlo al dueño del puesto,
pidiendo perdón y luego dijo a mis padres que yo era capaz de ofrecerle cosas robadas. ¡Y qué iba a hacer! ¡Si no
tenía medios, ni dinero y quería demostrarle mi amor!. Después de aquello y de ser castigado por lo del anillo,
consideré que Jose no era merecedora de mí. Pero como la vida premia a los justos, a los pocos meses de
aquel duro golpe, encontré esa diosa llamada “C”, viviendo con mis primos durante el verano del 70; apenas a
una manzana de nuestra casa.
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IMAGEN, ARRIBA: Otra fotografía del Pescarus, saliendo de Altea. En la proa, de derecha a izquierda: Mi prima
Paloma y su amiga “C” (de pie); yo (sentado a su lado) desmembrado de pasión por ella. En el muelle -con
pantalón y camisa blanca- mi primo Angel Monmeneu; en la popa, su hermano Salvador entrando en la bañera
(detrás, su otro hermano Vicente, dentro del barco). Como digo, fueron estas las vacaciones del “despertar”,
durante las que conocí a “C”; la mujer más guapa que había visto jamás. Estuve intentando conquistarla a diario;
pasando un verano triste y compungido al ser una causa perdida, sin poder superar la enorme diferencia de edad y
hasta de talla que había entre ella y yo.
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IMAGEN, ABAJO: Chapuzón de ilusión... . Esta foto fue tomada una mañana de playa en que el cura de casa
(Alfredo) harto ya de verme melancólico y apesadumbrado por ella, me agarró por las manos y le indicó a “C”
que me cogiera por las piernas, para “bautizarme” de una vez por todas. Así me llevaron en volandas hasta la
orilla, con la intención de tirarme hacia las olas, a ver si despertaba y se me quitaba la tontería que llevaba en la
cabeza. Pero nada, ni con esas se me fue la tontuna; es más, este detalle de agarrarme por los pies aceleró mi
imaginación pensando que ella quería acercarse a mí... . Tanto que todavía conservo en el recuerdo el momento en
que me hicieron esta foto, porque habían sido unos segundos de “ilusión”, en los que por primera vez pude tocarla.
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Desde que la vi, aquella mañana a finales de julio, permanecí pensando cómo conquistarla y cada día tramaba
una nueva estrategia. Hice todo tipo de imbecilidades, tantas como para aprender a tirar bocanadas de aros con
el humo del tabaco -intentando impresionarla-. Ensayaba a escondidas con pitillos robados al cura de casa, para
hacer las mejores onditas de humo imaginadas. Pero en el camino y antes de lograr unos aros que merecieran la pena
(para enseñárselos a “C”); fui descubierto durante aquellos entrenamientos. Me pillaron en el cuarto de baño, cigarro
en mano y en mitad de una humareda. Cuando me encontraron en ese trance, no había forma de explicar que no
fumaba, que tan solo ensayaba para hacer ondas perfectas... . Los azotes fueron meritorios y el castigo de varios
días sin ir a la playa solo me dolió por no verla; solo por eso. Aunque a los pocos días -ya perdonado- regresé a las
arenas mediterráneas, con el rostro preocupado, pero muy varonil; esperando que ella se me acercase. Aquella diosa
llamada “C” vino y me preguntó qué me había pasado; a lo que contesté:
-“Ya ves. Es que a los hombres nos gusta fumar y esta gente de mi casa no se da cuenta que soy ya un tío hecho y
derecho... . Me castigaron. Si me dejas un pitillo, te enseño las ondas que sé hacer con el humo; te van a encantar”-..
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Le dio la risa; vi todos sus dientes como perlas finas, enjoyadas y brillantes. Me di cuenta entonces de que no era solo
una mujer, era una nube convertida en ser humano... . Luego me dijo que ni se me ocurriese coger más un cigarro,
que me iba a quedar enano. Lo que me dejó preocupado, pues se refería claramente a nuestra distinta altura;
una diferencia -que unida a la edad- hacía imposible conquistarla. Pero no desistí y al poco tiempo me hice
amigo del niño más macarra de la playa, para poder impresionarla con lo que aquel chaval tan retorcido me
enseñase. Era un chico mayor que yo (de unos catorce años) que tenía un fusil de pesca submarina, con el que sabía
cazar pulpos y hasta morenas. Le prometí amistad, para que me adoctrinase con el fin de impresionar a las mujeres y él
me pidió a cambio que vigilara sus apneas desde la orilla. Así me convertí en su centinela, mientras él entraba en el mar
con sus aletas, gafas y tubo; esperando en la playa por si le ocurría algo. Mi misión era estar alerta hasta que aquel
valiente saliera de las profundidades marinas, con un pescado ensartado. Le seguía a todas partes, explicando a
unos y otros que mi nuevo amigo era un héroe capaz de atravesar de un flechazo a los tiburones. Así lograba
que me dejase tirar algunos arponazos con su fusil; practicando en el arte del submarinismo, para que alguna
vez “ella” lo viera.
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Después de hacer a ese chaval muchos días la pelota y permanecer de vigilante más de una semana, me atreví
a contarle mi verdadera historia de amor: Le narré que necesitaba su ayuda para impresionar a una bella fémina
mayor que yo; a la que quería enamorar ofreciéndole un ejemplar ensartado en un arpón, diciendo que yo mismo
lo había pescado. Por lo que él me tenía que dejar durante un momento su arma, con algo importante allí pinchado.
Aquel chico quiso conocerla y vino al toldo para que yo señalase en secreto quien era esa “C” mágica. Al verla tan
mayor para mí, le dio la risa y me dijo -“Estás `pirao´; tío”-. Algo que me dolió mucho, pero que no me hizo desistir; pues
sabía que los grandes proyectos jamás fueron comprendidos en sus comienzos (tal como había sucedido a Colón o a
Galileo). Así le convencí de que me dejara el arpón con una buena pieza allí pinchada y mi amigo el macarra,
accedió a hacerlo -entre risas y bromas acerca de mis posibilidades de enamorarla...-. En una de sus inmersiones
cazó una anguila (que por entones proliferaban en toda la zona de Sierra Helada) y me dijo que fuera a enseñársela
rápidamente a mi amada, para que la viera recién sacada del mar. Así lo hice. Corrí por la playa a toda prisa para
que aquel pobre bicho ensartado -que se retorcía en el pincho- llegase vivo hasta el toldo donde estaban todos. Pero
antes de que eso sucediera oí una voz detrás de mí, que decía:
-“¡A...ngel!. ¿Qué haces con ese arpón?”-.
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Era mi madre, que paseaba por la orilla con otras personas; quienes se pusieron a chillar al verme con un
tenedor de cinco estrellas más grande que yo y con la anguila allí pinchada (cual una mierda en un palo...). Me
quedé lívido. Aquello no podía ser verdad... . No podía volver a sucederme algo como lo del tabaco y las ondas... . Pero
tristemente fue que sí; porque en las playas todo está cerca y todo se ve. Así que pronto corrió la voz de que yo era
un gamberro, que frecuentaba amistades macarras y que me paseaba por la orilla atemorizando a la gente, con
una anguila atravesada y retorciéndose en su agonía. Ni siquiera pude llegar hasta donde estaba “ella” y enseñarle
el tesoro que le llevaba. Mis familiares me obligaron a regresar con mi amiguito el submarinista y le advirtieron que no
volviese a tratar conmigo, que yo no tenía años para andar con fusiles (ni de pesca, ni de caza). Tras ello y después
de devolver la anguila y el pincho a su dueño, me tomaron de nuevo por un brazo y fui castigado un día sin
bajar a la playa. Principalmente, para que jamás tratase con aquel niño “chorizo” que ensartaba pulpos o peces -sin
licencia ni edad para ello-, en un lugar donde la gente se bañaba y tomaba el Sol.
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IMAGEN, ARRIBA: Subido en una pelota gigante, haciendo “circo”. Como digo, aquel verano del 70, no paré de
hacer idioteces para ver si conquistaba a mi amada. Aunque ella midiera cuarenta centímetros más, o fuera seis
años mayor que yo; no desistía en mis intentos y cada día inventaba una nueva bobada. Una de ellas, esta de
subirme a una pelota y llegar a ponerme de pie, hasta que terminaba con mis “cuernos” en la arena. Las caídas eran
morrocotudas y a veces muy dolorosas, pero como “ella” se acercaba siempre para socorreme; aquello ni dolía, ni
importaba.
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IMAGEN, ABAJO: Mi padre haciendo el “pino buñolero” que había inventado. La foto es de un verano anterior
(1969) y a su lado están: Luis Beloqui -en primer término- y a la derecha, mi hermano Mario (con unos diecisiete
años). Mi espíritu circense, en gran parte lo heredé de mi progenitor; al que le encantaba impresionar con “actuaciones”
curiosas. Una de las cosas que practicaba era el “auto-yoga”; consistente en posiciones de esta disciplina,
creadas por él. La que más le relajaba era este “pino buñolero”, cuya postura perfecta debía semejarse un
buñuelo de mesa. Así le vemos, en plena ejecución de aquel pino que se hizo famoso en la playa, pues nadie lograba
imitarlo; debido a que había que sostenerse sobre un lateral del cuerpo, desparramado e inverso. Durante el invierno
también se relajaba en casa o en el trabajo haciendo el pino buñolero; en su “estudio” y sobre una alfombra
para esos menesteres.
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Acerca de esa oficina de mi padre (estudio sito entonces en Villa 1, Madrid) me contaron algunos de los que trabajaban
allí, el modo en que examinaban a las mecanógrafas -para aceptarlas-. Diciéndome que mi progenitor tomaba la
guitarra y que ayudado por Luis Beloqui, se ponían ambos a cantar flamencadas. Entonando una letra que solo decía:
-“Madre mía, madre mía... Madre mía, madre mía... Madre mía, madre mía....”-.
A su lado, la examinada iba tomando nota de lo recitado y tras acabar la melodía y el cante, contaban el número de
“madre mías” anotados a máquina. Si coincidía con los que el tempo y el ritmo mandaba... . La aspirante era aprobada
como mecanógrafa.
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Harto ya de mis fracasos y de que todo intento para encandilar a aquella belleza terminase en desastre; decidí
explicarle lo importante que iba a ser yo, cuando cumpliera unos años más. Pues visto el poco éxito que lograba
con “C” en mis pequeñas heroicidades, pensé que lo mejor sería contarle el gran futuro que le tendríamos juntos,
si ella era capaz de esperarme unos años. Para asesorarme bien, eché mano de mi primo Angel Monmeneu;
quien conquistaba a las mujeres más preciosas que yo jamás había visto (recuerdo que por entonces tenía una
novia llamada Carmen que era “de cine”). Con ese fin, en la playa hablábamos durante horas y él tenía paciencia para
aconsejarme; contándome métodos y formas para ligarse a la que te gustaba. Además sucedió que en esos días
fuimos a ver una película de Alfredo Landa titulada “Una vez al año, ser Hippy no hace daño”, en la que
explicaban que el mejor método de conquistar mujeres era ser playboy. Así que tras terminar la proyección en el
cine de verano, yo ya había decidido mi vocación futura y salí de allí comentando a “ella” que yo iba a ser el
mejor playboy del Mundo; que me esperase unos años.
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Ante aquella nueva idea mía, el cachondeo generalizado de mis hermanos y primos era de cuidado. Sin poder
parar de reírse al escuchar que yo iba a meterme a playboy para ligarme a “C” -como el que ingresa en un
convento para buscar a Dios-. De tal modo, al día siguiente no paraban de hacerme preguntas sobre mi futura
profesión... . Y es que yo no sabía nada sobre la función de un playboy; pero sin conocer en qué consistía su
labor, había oído en el cine que eran quienes más ligaban y por eso quería dedicarme a ello de mayor. Así volví a
consultar con mi primo Angel acerca de todo aquello. Él, un poco harto de mis chorradas, me dijo que parase
de hacer el ridículo. Que con esos planteamientos no iba a lograr más que llamar la atención por bobo y que no me iba
a ligar ni a “ella”, ni a ninguna otra en mi toda vida. Que me iban a tomar por idiota. Yo, sin comprender nada de lo
que sucedía, le pregunté los por qués de tantas risas a mi propuesta de ser playboy de mayor. A lo que mi primo
Angel Monmeneu contestó:
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-“Pero para ser Play Boy tendrás al menos que tener un coche bueno... . ¿Digo yo?. Un descapotable... . A ver: ¿Qué
coche crees que vas a poder comprarte en unos años?”-.
Yo le respondí rápido y con seguridad:
-“Un Seat Coupé. ¡Descapotable!”-.
Su cara de asombro fue todo un poema. Me miró, como el que observa una medusa secándose (con más asco que
interés) y luego dijo en tono adusto:
-“Sí claro. Vas a ser el primer playboy cateto. Iniciador de la saga de los playboys garrulos en España... . ¿Un Seat
Coupé?. ¡Tú estás mal, chaval!”-.
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Tras decir aquello, mi primo Angel se dió la vuelta en la playa y se puso a dormir, mientras me decía que no le
diera más la lata. Yo me quedé herido y perdido; completamente anómico y sin saber por qué no podía comprarme
un Seat Coupé, si era un descapotable y con linea aerodinámica... . Luego me di cuenta del fallo: El pescadero (José)
tenía ese coche y la gente era muy clasista en España... . Al fin y al cabo mi único error ante su pregunta fue tan solo no
saber nada de marcas; si hubiera sido algo más docto en mecánica y automóviles, seguro que le hubiese contestado
bien a mi primo. Nada, era un fallo sin importancia y yo seguí pensando en aquello de ser playboy, preguntando a otros
qué coche era el más adecuado -con el fin de ir preparándome para esa profesión-.
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ARRIBA: Una imagen compuesta, donde podemos ver a ambos lados aquella “bella” que me rompió el corazón
en verano de 1970. En medio, una foto mía que mandé me hicieran justo después de teñirme el pelo, para
gustarle. Más abajo narro los motivos que me llevaron a cambiarme de color la melena, todo lo que supuso un nuevo
cachondeo en casa. Si observamos la imagen con detenimiento, se ve que ya tengo el cabello rojizo; porque está
tomada justo antes de que se secase el agua oxigenada. La foto no tiene desperdicio, ya que para hacérmela me puse
hasta la camisa “hippy” (comprada en el puesto ibicenco del mercadillo).
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ABAJO: Junto a Platón; un perrito de mi hermana que en esos días de soledad y angustia era el único que no
se reía de mí.
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Pero pasaban los días y “ella” seguía sin venir conmigo; siquiera me miraba como yo quería. Además, me
trataba como a un niño y eso se me hacía insoportable. Así que para conocer sus preferencias y debilidades decidir
callar y escuchar cuanto hablaba con mis hermanas y mi prima, por ver si podía llegar a enterarme cuales eran sus
gustos. De ese modo fue como la oí un día comentar que le encantaban los hombres rubios... . Algo que de nuevo
me rompió el corazón; pues yo -como mucho- era castaño oscuro (y eso durante los veranos). Todo lo que otra
vez añadía un defecto en contra mía: Primero la edad, luego la altura y ahora esto de que “ella” los prefería rubios... . Se
me hacía la vida insoportable durante aquellos días y tan solo encontraba ya el amor entre los perros; pues toda mi
familia andaba cachondeándose de las bobadas que durante ese verano hacía. Día tras día, fuera donde fuese y viniera
quien viniese; era yo el hazme-reír de cuantos se acercaban a mi casa (que fueron muchos). Unos y otros preguntaban
por la última idiotez que se me había ocurrido y estaba en boca de todos historias como lo de la anguila, el tabaco o lo
de ser playbloy... .
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Así que en un último intento y a la desesperada, cuando casi terminaban las vacaciones, decidí teñirme de
rubio. Y sabiendo que las chicas se echaban agua oxigenada en los pelitos del brazo, para aclararlos y que no se
vieran. Cogí el bote de ese agua con oxígeno que había en el botiquín y me lo vertí enteramente en la cabeza.
Luego, pedí a mis hermanas que me hicieran una foto, y ellas me la tomaron -sin sospechar nada-. Aunque mi
intención con aquella imagen era perpetuarme en un estado anterior; pues sería ya la última vez de mi vida en
que tendría el pelo moreno. Tras haber decidido teñirme por siempre de rubio, para gustarle a mi amada “C”. Así lo
hice y a las pocas horas, cuando bajamos a la playa, la gente empezó a preguntarse por qué tenía yo el cabello tan
rojizo. Unos y otros me lo decían y yo afirmaba que era tan solo el efecto del Sol. Todos me miraban extrañados y hasta
pensaron que habría entrado en algún lugar del mar, donde me había manchado la cabeza. Pero al regresar a casa
descubrieron aquel bote de agua oxigenada, completamente vacío y en la basura... . Pronto supieron el origen
de mi color de melena y preguntándome por qué había hecho eso, me vi obligado a contestar que a “C” le
gustaban rubios y que me había teñido por ella.
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Mi madre ponía el grito en el cielo y mis hermanas se despiporraban a carcajadas, junto a mis primos. Lo peor
es que cuando “ella” llegó, tampoco podía parar de reír y solo comentó: -“¡Pero si tiene el pelo como una
zanahoria!”-. A mí aquello ya me pareció muy cruel y me sentí solo, abandonado y traicionado. Tanto que unicamente
los perros me resultaban seres buenos. Por su parte, mi madre dijo que así me quedaba; con la cabeza más roja
que el trasero de un mandril. Y así tuve que entrar a los pocos días en el nuevo curso del colegio; donde todos
me comenzaron a preguntar por el pelo. No había problema, a mis compañeros bastaba con decirles que había
confundido el bote de champú con uno de agua oxigenada y nadie se preocupaba por mi tono de melena. Aunque
no caí en la cuenta de que mis hermanas contarían en el colegio la verdad a sus amigas; quienes venían a mi
clase para ver mi pelo como el que visitaba a un mono de feria (cachondeándose a más no poder). Fue así como
sufrí por amor algunas de las peores calamidades que había vivido hasta entonces y el modo en que fui el
centro de comentarios para muchos. Tantos, que acabé harto. Así que el primer día en que vi a “C” ya en Madrid
y en una tarde de sábado de otoño; me acerqué a ella para comentarle -mintiendo-:
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-“¿Sabes?. Ya estoy enamorado de otra”-.
Lo dije intentando vengarme, pero tristemente me respondió:
-“Menos mal. Estábamos todos preocupados”-.
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Después de estas últimas palabras; me fui a mi cuarto a lamentarme en la más absoluta desesperación. Entre
pesadumbres y aflicciones me miré al espejo y me quedé fijamente observando como por “ella” ahora tenía la
mitad del pelo color zanahoria y la otras parte de raíz, en tono castaño. Habían pasado ya dos meses desde el
teñido con agua oxigenada... . Así fue como comprendí lo ridícula que resultaba mi persona para todos,
sintiéndome el hombre más desdichado del Planeta.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes del campo Extremeño en la zona que comprende dede Las
Villuercas al Santa Cruz de la Sierra. La foto superior, está tomada en Las Infantas hace unas cinco décadas ;
justo a la salida del portón de la casa, desde donde se veía al fondo un gran monte llamado Santa Cruz. La inferior,
tiene tan solo dos años y esta hecha desde Cabañas del Castillo -junto a Solana de Cabañas, un lugar famoso por
la estela tartessia allí encontrada-. Al fondo de esta segunda imagen he marcado el mismo monte de Santa Cruz,
donde me contaban hace cincuenta años que había sido enterrado Viriato; según afirmaban los pastores y
Melitón . Siempre me señalaban hacia aquella cumbre, diciendo que se allí encontraba la tumba del general lusitano,
que había sido pastor y que se las había hecho “pasar putas” a los romanos. Así fui aficionándome a la arqueología.
Además, pude ver como pasados los años -sobre 1980- se descubrieron en aquel lugar llamado Santa Cruz del
Puerto, varias lápidas que atestiguan la posibilidad de que en verdad estuviera allí el sepulcro de Viriato. Una
localización de su tumba que se habría conservado durante más de dos milenios, en la memoria y en la leyenda entre
los lugareños.
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7- “ASÍ TIENE QUE SER”:
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Pudiera haber terminado este capítulo de mis memorias intitulando su epígrafe último con otras palabras, como
las de: “Conclusión”, “Final” o incluso “Despedida”. Pero no he querido hacerlo, pues cuanto he escrito se
trata en gran parte del “adiós” a un familiar y a un buen amigo; a nuestro primo Salvador Monmeneu que hace
muy poco “marchó” de nuestro Mundo. De tal manera, he querido titular esta parte final con la forma que los
japoneses utilizan para despedirse; diciendo “Sayonara”. Voz nippona que realmente significa “así tiene que
ser”. Una palabra que tan solo pronuncian cuando se marchan, sabiendo que tardarán mucho en volver a verse;
pues cuando pronto coincidirán, simplemente se dan un “hasta pronto”. De tal manera, así fue y “así tuvo que
ser”, el camino hacia el más allá de nuestro primo. En una ida que emprendió ya sin retorno y en la que
esperamos algún día podamos volver a vernos (al menos coincidir).
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Mientras tanto le recordamos y recordaremos, junto a las historias que vivimos con él y los suyos. Habiendo
sido algunas de las más divertidas, aquellas que sucedieron en los veranos de Altea y Benidorm durante los
años cercanos a ese 1970, cuando la mayoría no podía parar de reír de cuantas imbecilidades yo hacía. Pese a todo,
cuanto pasé de niño me sirvió para forjarme un tipo de personalidad, que es la que tengo; plenamente de diletante, pero
con algunos matices distintos de las comunes. Tanto fue así, que a través de cuanto me contaron en Extremadura
acerca de los romanos y de Viriato, surgió mi interés y curiosidad por la arqueología. Habiendo llegado a poblar internet
con miles de páginas y centenares de artículos sobre Tartessos (4) . De igual manera, el interés de mi hermano por la
pintura, la escultura y la arquitectura; me llevó estudiar muy diferentes artistas y sus obras. Tanto como su afición y la de
mi madre por las antigüedades, hicieron que escribiera numerosos estudios sobre estos temas (5) . De mis hermanas
surgió estudiar guitarra; habiendo llegado hasta mi maestro gracias a Ma.José. El maestro Posadas, con el cual estudié
una década, para echar a componer de modo autodidacta (sobre los dieciocho) y a dar conciertos posteriormente.
Hasta el punto de estrenar mis obras en París a los veintitrés años y llegar a Japón poco después, donde presentaba ya
mi repertorio junto a Paco de Antequera (6) . Finalmente, la pasión de mi padre por el Flamenco me llevó a interpretar
ese folklore y a estudiarlo de un modo profundo (7) . Tanto como el interés de mi progenitor por las religiones; hizo que
me internase en la mitología y en la historia de las creencias; de donde nacen gran parte de mis estudios sobre
Tartessos y otras investigaciones como las que incluyo en cita (8) .
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Por último añadiré que también mis investigaciones sobre “iberismo” partieron de ese interés por la arqueología y por
Viriato que me inculcaron en Extremadura y en mi casa (9) . Aunque de mis vivencias en los pueblos, nacieron mis
LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (10) . Donde conjugo cuanto aprendí de Historia, con aquello que fui viendo
mientras viajaba de un lugar a otro -principalmente junto a mi mujer, con la que he recorrido aproximadamente millón de
kilómetros; estudiando visitando y fotografiando, casi toda España-. Para terminar, diré que algunas de las cosas que
escribo y que tienen mayor éxito proceden simplemente de cuanto vi y viví de niño, de mis recuerdos de familia
o de mis experiencias en el extranjero. Recogidas en su mayoría en este blog llamado AÑORANZAS,
RECUERDOS Y SEMBLANZAS, que ha superado los setenta mil lectores -y en otro donde incluyo tan solo
anécdotas y asuntos de humor (11) -. Debido a ello, e de agradecer a todos los que me rodearon, cuanto me
enseñaron y lo que me hicieron sentir; en especial a las personas más cercanas y a mi mujer (Chiho) que con
paciencia de japonesa ha sabido aguantar un “personaje” como yo a su lado. Todo lo que narro, hizo que un día
comenzase a escribir mis vivencias, mis conocimientos o mis ideas; en su mayoría nacidas de cuanto aprendí junto a mi
esposa o me fueron inculcando en mi casa y entre mis primos. Aunque cada vez que “se nos va” uno de los que me
enseñaron a vivir; me queda un vacío que tan solo intento suplir con estos recuerdos que aun puedo memorizar
y con cuanto redacto sobre él.
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Dos fotos recientes de Las Villuercas; la primera, un rebaño de cabras y mi mujer (Chiho)
junto a Solana de Cabañas. La siguiente, charcas en la primavera extremeña (Aldeacentenera, junto a Madroñera).
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos del río Almonte, donde íbamos de niños a pescar. La primera a su paso por las
cercanías de Berzocana (población famosa por su tesoro pretartéssico, del siglo IX a.C.). La siguiente, el paso del
Almonte por Aldeacentenera, en cuyo puente gótico pescábamos -Aldeacentenera es también conocida por hallarse allí
un famoso castro celta vettón-.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más de Extremadura: Primeramente, mi mujer mostrando frente al monasterio
de Guadalupe un “pan” típico del lugar; a continuación una de las torres de Trujillo.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotos de Trujillo: El castillo y bajo esta, vista subiendo hacia ese castillo. A lo lejos vemos la
famosa montaña de Santa Cruz, donde se dice que está enterrado Viriato. Mucho más cerca y tras la torre, las
tierras de Las Infantas, en Madroñera -a unos cuatro kilómetros de distancia de Trujillo-.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Primeramente, una vitrina del Museo Arqueológico Nacional -al que agradecemos nos
permita divulgar la imagen-. En ella podemos ver entre otros tesoros de la Edad de Bronce (final), los dos torques
hallados en Berzocana -que he marcado con una B.-. Posteriormente, una imagen mía actual tomando fotografías
de las estelas tartessias e ídolos guijarro, en el Museo Arqueológico de Cáceres (al que agradecemos nos permita
divulgarla).
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Un dibujo mío del Puig Campana; la gran montaña situada tras Benidorm, que siempre
me llamó la atención. Pues observándola desde niño, vi como parecía artificial aquel “diente” perfectamente
cortado en su centro. Con el paso de los años, me propuse estudiarlo y pude comprobar que quizás se había
horadado sirviéndose de agua y calor; rompiendo aquel trozo de la montaña con hogueras y seguramente
aprovechando una hendidura o roto inicial (una gran grieta existente en la cima). Así pudieron tallar con una forma
casi perfecta ese trozo cortado del Pico Campana; que además es el monte más alto de nuestra península,
próximo a la costa. Después supe que en sus faldas (junto a Villajoyosa) estaba uno de los santuarios ibéricos
de origen griego más importantes de mundo ibérico -el Tossal de la Madelleta-.
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Finalmente y tras algún tiempo estudiándola, deduje que se trataba de un pico sagrado y situado justo a la
misma altura que el monte Parnassos en Grecia. Cuya latitud es exactamente igual (con una diferencia de apenas
dos segundos -tres kilómetros aproximadamente-). Hubo quienes me preguntaron cómo los griegos (asentados en
su colonia de Alonis -Villajoyosa-) pudieron calcular que este punto estaba a en linea exacta de paralelo que el
Parnassos. Ante lo que contesté: Simplemente midiendo las sombras en una igual fecha; debiendo ser la longitud
de la sombra igual, un mismo día. Finalmente, nos queda otra incógnita y misterio, pues aquel diente
perfectamente tallado en el Pico Campana (Puig Campana); parece de origen megalítico y cuando menos de la
Edad del Bronce Alto. Aunque el culto al Parnassos como montaña desde la que se divisaba todo el litoral
girego, igualmente comenzó hacia el 2700 a.C. (12) .
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Pizarra del siglo V al IV a.C. encontrada en el Cabezo de Almoroquí;
Madroñera (propiedad del Museo Arqueológico de Cáceres, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).
Está inscrita con caracteres tartessios -en alfasilábico turdetano-; sistema de escritura más antiguo aparecido
en la Península Ibérica. Allí, en Madroñera y junto a este Cabezo de Almorroquí, jugué de niño y pasé mis mejores
momentos. Muchos de ellos soñando sobre Viriato y acerca del pasado, pensando que algún día descubriría algo
importante en esta tierra.
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Como decíamos, este capítulo es en gran parte una despedida. Aunque en la vida todo es un adiós constante.
Pues el mismo hecho de escribir acerca de un momento y unos recuerdos, significa que aquellos ya han
cristalizado y hemos de abandonarlos -allí redactados-. Que al menos yo, ya no podré volver a narrarlos; so
pena de quedar como un pesado. Todo lo que hace de esta parte de mi vida, una materia ya petrificada. Como si
aquella resina que hasta no hace tanto todavía fluía, se hubiera endurecido y detenido definitivamente;
quedando convertida en ámbar. Una parte momificada ya de mi pasado, donde inevitablemente los recuerdos
permanecerán por siempre aprisionados y ni siquiera podrán cambiarse. Por todo ello, lo mejor es regresar al
presente; al día a día, que al menos provoca el sueño de los justos y no el despertar de los enajenados:
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Siendo así, recordaré aquel viaje en que Salvador mi primo apareció en Japón; junto a su sobrino, Luis Beloqui
y la mujer de este último -Mónica Castilla-. Decidieron ir por su cuenta haciendo turismo y tras unos días de
experimentación recibí una llamada de Luis. Me comentaba que estaba todo muy bien, pero que tenía algunas
dificultades de adaptación. Le aconsejé que no se preocupase, que se hiciera con un teléfono móvil y que en cualquier
circunstancia o situación difícil, se pusiera en contacto; hasta si no encontraba un WC. Rápidamente me contestó que
no tenía problemas para saber dónde estaban los baños, pero lo que no llegaba a acertar era cómo se “hacía aquello”,
en un agujero de esas características y proporciones. Pronto me di cuenta que se habían ido a un lugar totalmente
japonés, de montaña; donde los lavabos eran a la antigua usanza. Careciendo de retrete común y teniendo el sistema
nippón clásico, a modo de boquete en el suelo (todo lo que a un occidental puede horrorizarnos). Así, le expliqué cómo
había de ponerse de cuclillas, mirando precisamente al lado contrario del que uno pensaba; pues esos WC diabólicos
parece que están diseñados al revés. Al rato volvimos a hablar y me comunicó que como mide casi dos metros y no
entraba en el habitáculo, se había agarrado a lo que parecía un pasamanos. Pero que la barra había comenzado a
ceder, soltando agua y tuvo que salir corriendo... . Evidentemente, aquello no era era un asidero sino la tubería del
agua. Yo no me atreví a preguntar si cuando salió huyendo del Titanic, se acordó de tirar de la cadena... .
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Debido a ello, le aconsejé que comentase cuantas dudas tenía -o lo que no supiera-, con las personas del alojamiento
donde estuvieran. Ante lo que me dijo que no tenía costumbre de dar la lata en los hoteles. Extrañado, le pregunté por
qué y contestó que unos amigos suyos habían protestado una vez durante un viaje -de manera un tanto exagerada- y
tuvieron un triste percance. Me contó que les sucedió cuando todavía las máquinas de fotos eran de papel y había que
revelar las imágenes. Viajaban junto a estos que se enfadaron con una persona que limpiaba el apartamento y a quien
la dirección del aparthotel amonestó gravemente, por la queja que sus amigos presentaron. Al regresar a España, todos
revelaron sus carretes y apareció entre las fotos una en que aparecía un culo desconocido; en primer plano, de lado y
con varios cepillos de dientes dentro... . Tardaron unos minutos en entender qué significaba aquello; hasta que
comprendieron era la venganza del amonestado por sus amigos. Así que él prefería hacer amigos en los hoteles. Lo
comprendí perfectamente; además me acordé de unos conocidos de mi madre que siempre presumían de que sus
empleadas domésticas eran encantadoras y educadísimas. Que aquellas chicas extranjeras jamás ponían una mala
cara, ni se quejaban (aunque se las regañase). Pero que tras varios años en la casa y después de una fuerte bronca a
gritos de la señora; las encontraron meando silenciosamente dentro de la sopera -eso sí; muy calmadas y sin un mal
gesto-.
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Por cuanto narro, no quise enterarme de muchas de sus correrías y de los problemas que sufrían por Japón,
esperando que llegaran a visitarnos. Fuimos a pasar con ellos un par de días a Kawaba, un balneario famoso de
la zona y Luis Beloqui pudo conversar con mi cuñado japonés durante horas... . Ello sin necesitar utilizar una
sola palabra; bastando hacer gestos con el taponcito del vino, cada vez que abrían una nueva botella. Después,
tras cuatro o cinco horas de conversación hispano-japonesa gestual, fuimos a dormir. Lo hicimos en las
clásicas habitaciones de tatami con futón, donde los ronquidos de vino y marisco se oían más que los pajaritos
del alba nippona. Finalmente, regresaron a España; tras varios días de viaje y una noche de karaoke, en la que
Luis Beloqui (hijo) terminó muy disgustado porque alguien le dijo que no cantaba nada bien... . Y eso... . ¡Eso le
llegó al alma...!.
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IMAGEN, ARRIBA: Una fotografía que ya había publicado y en la que estamos en Kawaba, hace unos diez años. De
derecha a izquierda: Primero, mi cuñado japonés (Ishizeki); tras él, Luis Beloqui (esperando al vino para darle
consejos sobre qué hacer con el corcho); al fondo, su mujer (Mónica Castilla). A la izquierda y frente a Mónica,
mi primo Salvador; finalmente yo con unas pinzas sobre la bandeja. Por cierto, el tono coloradito de todos se debe al
calor del balneario... .
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IMAGEN, ABAJO: Ángela, la hija de Luis Beloqui y Mónica Castilla, con su madre mirándola mientras la viste de
japonesa. La niña tenía en esta foto apenas tres años y ya iba a la guardería contratada como relaciones
públicas de la empresa. Famosa por quedarse menos quieta que el precio de la gasolina, creemos que es el
futuro de la familia. Un futuro de España incierto; tanto que cuando me preguntaron un día en Japón cómo se
arreglaría nuestro país, me quedé pensativo y dije:
-“Con un presidente de gobierno chino; porque me parece que los chinos son los únicos que trabajan”-.
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CITAS:
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(1): MILENARISMO (Diccionario RAE):
1- Creencia en que existirá sobre la Tierra, antes del día del juicio final, un reino de paz establecido por Jesús que durará mil años y será benéfico y
pacífico.
2- Creencia según la cual el fin del mundo iba a tener lugar en el año 1000 de la era cristiana.
PARA LOS INTERESADOS, VER: http://www2.uned.es/temple/milenarismo.htm
(2): Esta historia sobre Alfonso XIII y los Hispano Suiza me fue relatada por mi madre. Quien contaba que un día en una visita del rey a los altos hornos de
Sagunto apareció luego en la casa de los ingenieros. Queriendo conocer las instalaciones, fue a visitar hasta las cuadras y allí encontraron (comitiva y
monarca) a mi madre, con unos diez años y vestida con un kimono, adorando a las cabras diciendo que había inventado una religión... . El castigo fue
peor por herejía que por haberle robado un kimono a su madre, con el que cantaban Madama Butterfly
(3): Recordemos que se entendía por “bisonte” aquella mujer “nórdica” (inglesa, del centro o norte de Europa) con más de sesenta años y ochenta kilos de
peso; que pasaba grades temporadas en esta zona de Levante. Viviendo sola -o con amigas- y con bastantes recursos económicos, tras haber enviudado,
haberse jubilado o separado. Un especimen que el "macho ibérico" de los años sesenta "cazaba" y capturaba en las playas y terrazas de lugares
veraniegos, con el fin de beneficiarse de sus carnes y de sus rentas... .
(4): PARA LOS INTERESADOS EN VER MIS ESTUDIOS ACERCA DE TARTESSOS, PULSAR:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/
O BIEN EL ÍNDICE DE ENTRADA EN TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/03/indice-de-articulos.html
(5): Tengo varias publicaciones dedicadas a vida y obra de pintores, destacando mi biografía de Pedro Berruguete. PARA LOS INTERESADOS VER:
http://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com.es/
(6): PARA QUIENES DESEEN ESCUCHAR MI OBRA, INTERPRETADA POR MÍ;
RECOMENDAMOS PULSAR:
https://www.youtube.com/watch?v=Nw1g-OKTqyQ
IGUALMENTE PODEMOS OIR HESPERIS I, II Y III, BASADA E INSPIRADA EN TARTESSOS:
https://www.youtube.com/watch?v=zs75YCxbad4
https://www.youtube.com/watch?v=jRVNaGa3wx0
https://www.youtube.com/watch?v=M6EzpQyy2Qc
Tras lo que invito a mis lectores a oir, la primera parte de MAEBASHI (LUZ); una de mis últimas obras. Suite de guitarra que también consta de doce
movimientos, compuesta entre 2010 y 2011, dedicada a la ciudad en la que vivo (en Japón). En grabación semidirecta en Japón, pueden escuchar las tres
piezas de la primera parte: LUZ (Atardecer, Amanecer y Luz de Maebashi).
PULSAR SOBRE SUS ENLACES:
https://www.youtube.com/watch?v=NV8uqxKW434
https://www.youtube.com/watch?v=oM_vIP7Ryyk
https://www.youtube.com/watch?v=oM_vIP7Ryyk
(7): -FLAMENCO, ARQUEOLOGÍA Y PRE-FLAMENCO
(antes que el pueblo gitano desarrollase este folklore)
http://historiasdelflamenco.blogspot.com.es/
(8): Ver: DE CNOSSOS A TARTESSOS pulsando:
http://decnossosatartessos.blogspot.com.es/
(9): Ver: SOBRE LOS TEXTOS IBÉRICOS (dos blogs):
http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/
http://sobrelostextosibericos.blogspot.com.es/
(10): Ver: LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS más de 29.000 lecturas
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/
(11): Ver: DEL CIPANGO AL SPANGO
http://delcipangoalspango.blogspot.com.es/
(12): PARA TODOS LOS INTERESADOS EN CONOCER MIS ESTUDIOS SOBRE EL PUIG CAMPANA VER:
ALTARES TARTESSIOS, CULTOS CTÓNICOS Y CRISOLES (Capítulo 103 de: "Los bueyes de Gerión en el Tesoro de El Carambolo")
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/05/altares-tartessios-cultos-ctonicos-y.html
SECRETOS DE LOS ORÁCULOS (Capítulo 106 de: "Los bueyes de Gerión en el Tesoro de El Carambolo")
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/07/aviso-de-nueva-entrada-omphalos.html
SMITHING GODS: HERRREROS, ALQUIMISTAS Y DIOSES ENJOYADOS (Capítulo 104 de: "Los bueyes de Gerión en el Tesoro de El Carambolo")
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/05/smithing-gods-herrreros-alquimistas-y.html
OMPHALOS, MERIDIANOS Y PARALELOS EN LA ANTIGÜEDAD -los santuarios ibericos y su situación en el Grado 38,5º Norte- (Capítulo 105 de: "Los
bueyes de Gerión en el Tesoro de El Carambolo")
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/06/musica-para-celebrar-haber-alcanzado.html
PUNTOS GEODÉSICOS Y PIEDRAS MEGALÍTICAS: OMPHALOS Y MARCAS DE ORIENTACIÓN (Capítulo 107 de: "Los bueyes de Gerión en el Tesoro
de El Carambolo")
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/08/nuevo-articulo-anadido-secretos-de-los.html

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


viernes, 16 de marzo de 2018

ANTE EL KRONOS DE MÉRIDA

ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, en el que se contienen los artículos de
"Añoranzas, recuerdos y semblanzas". Para acceder al índice haga "clik" sobre esta
linea: http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com.es/2015/04/pulsar-sobre-las-lineas-de-enlace-hacer.html
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EL ARTÍCULO puede leerse enteramente o bien de forma resumida (siguendo las letras destacadas en rojo o negrilla).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías de una estatua de Kronos, procedente del Mitreo de
Mérida, propiedad del Museo romano de esta Ciudad -al que agradecemos nos permita divulgar nuestras
imágenes-. La escultura, de tamaño natural y tallada en mármol (del siglo II d.C.); representa al joven dios desnudo,
luciendo un cardiofilax en su pecho con el símbolo de la Legión (el león). Sobre su cuerpo se cierne una gran
sierpe que lo envuelve, mientras a su lado y a la altura de los pies, aparece una cabeza de carnero. Como ya he
narrado varias veces, de niño pasaba las Navidades y Semanas Santas en un lugar llamado Las Infantas; situado
entre Trujillo y Madroneña (en Cáceres, a unos ochenta kilómetros de Mérida). Recuerdo perfectamente cuando
me llevaron por primera vez a visitar aquella ciudad romana: Emérita Augusta, capital de Lusitania -aunque por
aquel entonces estaba sin excavar en su mayor parte (hace de esto casi medio siglo)-. Unos veinte años más
tarde volví repetidamente a Mérida; ya junto a mi mujer, estudiando y fotografiando las bellezas de España para
mostrarlas en Japón. Por entonces ya habían avanzado mucho las excavaciones emeritenses y se encontraba abierto
su famoso Museo Romano (realizado por Rafael Moneo). Allí fue dónde hace unos treinta años, me encontré por
primera vez frente a la escultura en imagen; y cuando por entonces la observaba, reflexionaba sobre el extraño
simbolismo que contenía. Pensando: ¿Qué podría ser aquel chico atrapado por una serpiente, con una cabeza de
carnero a sus pies?. Mucho después, descifré su significado explicándolo en un artículo sobre
arqueología (1) ; comprendiendo el sentido verdadero de este Kronos. El Tiempo, representado como un Tifón.
Una tormenta serpentina; el peor tiempo que existe y que tristemente a todos nos envuelve, para irnos devorando
poco a poco -con su paso cíclico y silencioso; que como un reptil, atrapa y engulle-.
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1- MI INFANCIA SON RECUERDOS:
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Comenzaba el poeta narrando su vida, diciendo: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, donde
madura claro el limonero”. Describiendo en unos de sus más bellos versos, el sentido pleno de la memoria del
niño. Para quien el primer golpe de belleza y la realidad inicial, señalará gustos sobre colores y olores; incluso
marcando las tierras y los campos que nos atraerán de por vida -generando hasta patrones en el sabor-. Del
mismo modo, la arquitectura que de pequeños habitamos; esos muros infranqueables que vivimos, serán los
que nunca olvidaremos. Guardando en la memoria aquel recinto que en la infancia vimos, desde el suelo al cielo; lo
que nos enseñara de un modo definitivo, para apreciar las artes y el espacio vivo. Exactamente, todo ello se produce
del modo en que el poeta describe, al decir: “mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla”. Fotografiando
con una sola frase cuanto el niño Machado amaba, olía, escuchaba, veía, sentía y observaba: Los muros de
Sevilla, la tierra y el cielo de Andalucía, el clima cálido del Sur atlántico, el frío suelo de un patio, el duro verano andaluz
y el cobijo en ese jardín interior, cargado de belleza y vegetación. Donde el sonido de su fuente, el color de las hojas y
los frutos que allí se cultivaban, marcaron sus recuerdos, de un modo ineludible. No pudiéndose desprender Machado
jamás de aquellos olores del húmedo azahar (en las noches); que durante el día se convierten en el sabor amargo y
cítrico de una Sevilla tórrida estival, o de un puerto invernal con olor a río (junto al Guadalquivir estancado).
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Así es también mi infancia, ya solo recuerdos... . Pero tan poderosos y marcados, que a estas memorias debo
recurrir de continuo para poder entender cuanto siento y comprender lo que pienso. Y como aquel que consulta
un diccionario, mientras está traduciendo; voy yo excavando en mi niñez por ver qué puede significar cada cosa de las
que hoy elucubro, digo o intuyo -conforme a lo que fui a comienzos de mi vida-. Pues hemos de pensar que nuestras
reacciones -en gran parte- nacen del esa “tábula rasa” que la experiencia y la suerte, fueron grabando (hasta
imprimiendo). Concediéndonos así el carácter definitivo que cada uno tenemos y que se forja como el acero: Al fuego y
al agua, al calor y al frío; pero sobre todo, a golpes de vida y muerte. Por lo que ante todo, para no convertirnos en
gélido acero, ni en mugriento hierro; conviene conocer bien qué intuíamos del Mundo y de la vida, cuando aún no
teníamos en la mente los prejuicios y los conocimientos que el tiempo nos impuso.
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Siendo así, comprenderá el lector que no me es fácil volver a estas páginas; menos después de tanto tiempo y
tras haber dedicado los últimos artículos a familiares que ya no están con nosotros. Pues en el anterior texto
tuve que parar sucesivamente de escribir; algunas al reírme redactando bobadas, pero las más, cuanto lloraba
recordando lo que ya se había perdido. Sonrisas y lágrimas que me llevaron a recordar el Kronos de Mérida; de
aquella ciudad eterna que por primera vez vi de niño y frente a la cual parece que solo envejecemos los
humanos. Porque Emérita Augusta, cada día renace más de sus cimientos; mientras los vivos avanzamos devorados
por aquel cíclico reptil que señala un infinito imposible. Tal como enseña esa escultura de culto mitráico, donde vemos al
joven envuelto por un gran ofidio, que simboliza el movimiento de la Vía Láctea y el transcurso del Tiempo. Ceñido por
una espiral que marca los días, los meses y los años; mientras a los pies del Kronos aparece el carnero (Aries),
señalando el primer “mensis”. Todo lo que me lleva pensar, que esa religión de Mitra quizás iniciaba a sus fieles
adoctrinándolos con una ceremonia similar a la que vemos representada. En la que se mostraba cómo “el fuerte”, “el
joven” y hasta el invicto legionario -por muy valeroso que fuera-; inevitablemente sería también engullido por el
tiempo. Un ciclo imparable, que a modo de reptil trepa por nuestro cuerpo, hasta convertirlo de nuevo en
partículas siderales.
-Pero... Después de todo... . ¿Los recuerdos...?. ¿Dónde irán a parar los recuerdos?-.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías con los primos-sobrinos (Salvador Monmeneu Santafé; Luis
Beloqui Monmeneu y yo). Al lado, hace unos doce años, cuando vinieron a verme a Japón; abajo, en España,
tomando los tres una copita. En ambos casos, estoy yo en el centro (entre Luis y Salvador) y en la foto japonesa nos
encontramos vestidos de yukata, en un “on-zen” (balnearios nippones que son allí una alternativa de ocio, semejante a
ir a la playa en el sur de Europa).
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2- MI PRIMER RECUERDO:
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Es difícil saber cuál es tu memoria más antigua, aquello que se te grabó en la cabeza por primera vez. Pues
cuando intentas reflexionar para encontrarlo en lo más profundo de tu pasado, surgen infinidad de hechos, imágenes o
voces en el olvido -impidiendo dilucidar lo más antiguo que se fijó en nuestra mente-. En todo caso, la solución para
solver y resolverlo, es solo una: Elegir lo que más te guste rememorar, entre cuanto primero memorizaste en
toda la vida -por lo menos, yo así lo hice-.
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De tal manera, mi primer recuerdo creo que es el que se refiere al tíoabuelo Eloy Cobo; fue el único hermano
que tuvo mi abuela materna, quien debió fallecer en 1965 -mientras yo tenía cuatro años-. Cuando supieron que se
encontraba en estado terminal, mis padres decidieron ir a visitarle dos o tres veces por semana (en su casa de
Madrid, donde vivía ayudado por unas monjitas). Aquel hombre, que por entonces debía tener algo más de setenta
años, me parecía mayorcísimo. Cuando lo conocí estaba muy enfermo y todo lo que recuerdo de él es como
arrugado y blanquecino: Una calva canosa, una barba también color estaño, unos pijamas plateados, unas mantas
como de enjabonado y las sábanas plisadas, en tono hueso... Además, siempre junto a él, unas monjas igualmente
vestidas de blanco; como todo lo que allí había. Viejo, isabelo y mal planchado.
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Antes de que se muriera necesitaba un cura para confesar y tomar la extremaunción; así que un día fuimos a
recoger al sacerdote para que le suministrase los santos óleos al pobre tío Eloy. A mí no me dijeron nada de lo
que ocurría, pero también fui acompañando a mis padres en esta ocasión; seguramente para animar un poco la escena,
pues me dejaban jugando y entreteniendo a las monjas en la habitación contigua. Tan triste debía ser todo, que ese
día se produjo mi primer recuerdo; del cual mantengo aún en la memoria al sacerdote cambiándose de ropa y
entrando con solemnidad en el cuarto del enfermo. Debía de estar yo muy preocupado porque aquel cura era lo
único negro que había visto hasta entonces junto a la cama del tío Eloy -quizás pensando que esa mácula oscura, en
aquel cuarto, era una señal de lo que le ocurriría muy pronto-. Luego, cerraron la puerta; pero al rato, todos salieron
riendo. Algo que me contentó, pues indicaba claramente que el enfermo había mejorado. Pero nada de eso
ocurrió y por lo que oí comentar a mis padres, no era la sanación del tío el motivo de las risas; sino lo que el
pobre viejecito había dicho en su última confesión:
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Años más tarde pude saber lo que pasó, cuando el cura entró en el cuarto del tío y estaban todavía allí mis
progenitores. Mi madre fue la primera que habló, diciendo:
-Tío Eloy, te hemos traído un sacerdote; tienes que confesar ahora lo juerguista que de joven fuiste. Debes
decirle eso que nos contabas; que a cada chica que “te beneficiabas” en Cuenca, le regalabas unas cabras.-
Ante tan rigurosa afirmación de mi madre, parece que el oficiante se quedó parado y le replicó que no fuera tan exigente
con el moribundo; que le dejase a solas con él, que bien sabía un sacerdote lo que debía preguntar. Pese a ello, el tío
Eloy no se sintió agraviado por las palabras de mi progenitora; muy por el contrario, tomó al cura sujetándole
por una manga y le dijo:
-Déjela padre; deje a mi sobrina; son fantasías... ¡Es todo mentira!. No tengo nada que confesar porque lo de las
cabras es imposible... Si hubiera regalado una chivita a cada chica con la que tuve un “afair” de joven, no habría
habido cabras en todo Cuenca-.
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Parece que este fue el motivo de las risas que yo desde fuera oí y que dejaron grabados en mi recuerdo esos
momentos. Un día que jamás pude olvidar, sobre todo porque muchos años más tarde me lo recordaban; siempre que
mi padre hablaba del pobre tío Eloy y de lo simpático que era (hasta en sus últimos momentos). Pese a todo, su vida fue
muy triste; y aunque en su juventud vivió un camino de rosas, todo se le tornó gris un día de Febrero. Por una simple
imprudencia y debido a que era muy aficionado a las carreras de coches o a la velocidad; teniendo un terrible accidente
automovilístico en el que murieron algunos de sus hijos y personas que trabajaban en su casa. Como exitoso abogado
se compró un enorme Hispano Suiza, con el que le encantaba correr; aunque un 20 de febrero de 1928, viniendo de
viaje junto a sus hijos (y dos encargados de cuidar a los niños), chocó contra un camión de madera. El accidente se
produjo a la altura de Aravaca; volcando y muriendo varios de los ocupantes, tal como describen las páginas de ABC.
No resumiremos cuanto narra el periódico, que termina añadiendo terribles datos sobre los hechos; aunque, por si algún
familiar estuviera interesado en conocerlos, en cita (2) incluimos los enlaces con la Hemeroteca ABC. -pero deseando
recordar a los parientes en su etapa más alegre y feliz, vamos a recoger a continuación algunas fotos del tio Eloy,
de mis abuelos, sus padres y hermanos-.
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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, algunos recortes que encontré buscando la referencia en
periódicos del accidente antes mencionado. Salía en EL LIBERAL y en ABC, la reseña de licenciatura y la pedida
de mano de Eloy Cobo (en 1912 y 1913 respectivamente). Por aquel entonces, la vida debía ser todavía feliz para
casi todos, tal como vemos en las fotos que más abajo recojo.
Al lado: Veraneando en Zarauz (1915), poco después de prometerse mis abuelos y casarse el tío Eloy. En primer
término, a la derecha; Eloy Cobo (recién casado y con unos veinte años), a su lado y en el centro Luisa Portillo (su
mujer; embarazada). Al lado de ella, mi abuela Concha Cobo (con unos veinte años) a la que le encantaba tomar baños
de sol y de olas, aunque también tenía como afición heredada el buen comer de Zarauz. A su lado, la hermana de mi
abuela (Ma. Teresa Santafé, con pamela y chaqueta); detrás y por orden de izquierda a derecha: Martín Santafé
(hermano de mi abuelo Angel), Manuel Cobo Canalejas (padre de mi abuela) y Jaime Santafé (hermano menor de mi
abuelo).
Abajo: Otra foto, del mismo verano en Zarauz. A la izquierda, Luisa Portillo (mujer de Eloy Cobo, de luto y
embarazada). A su lado, de nuevo, Ma. Teresa Santafé; junto a ella, mi abuela Concepción Cobo, a su lado, mi abuelo
(Angel Santafé). De pié y con bastón mi bisabuelo (Manuel Cobo Canalejas, padre de la abuela Concha); a su lado, su
hijo Eloy y al final el pequeño de los Santafé (Jaime).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado: Fotos similares y del mismo verano; en Zarauz 1915, de izquierda a
derecha: Angel Santafé (mi abuelo) Eloy Cobo (hermano de mi abuela) Concepción Cobo (mi abuela) Ma.Teresa
Santafé (hermana de mi abuelo) -entre ambas, asoma la cabeza detrás Jaime Santafé (hermano pequeño de mi
abuelo); a su lado, Luisa Portillo (mujer de Eloy) y Manuel Cobo Canalejas (padre de mi abuela).
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Abajo: En el Monte Igueldo, ese mismo verano. De izquierda a derecha: Luisa Portillo Mendiati (mujer de Eloy Cobo),
Ma.Teresa Santafé (hermana de mi abuelo), Sra. Mendiati (suegra de Eloy Cobo), Manuel Cobo Canalejas (padre de mi
abuela), Concepción Cobo (mi abuela), Angel Santafé (mi abuelo), María Santafé (hermana pequeña de mi abuelo),
Eloy Cobo (hermano de mi abuela), Sr, Portillo (suegro de Eloy Cobo), Jaime Santafé (hermano pequeño de mi abuelo).
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotos tomadas hacia 1927; recordemos que al año siguiente (1928) el tío Eloy
Cobo tuvo un accidente automovilístico, donde murieron algunos hijos. Pero poco antes ya había fallecido
también de en un accidente de tráfico el hermano pequeño de los Santafé: Jaime, al que hemos visto en
fotografías arriba con unos quince años (en 1915). Acerca de las fotos que aquí comentamos; en anteriores
ocasiones no pude localizar bien quién era esta persona que aparece en algunas imágenes, esculpiendo en un estudio
o junto a mi abuelo sobre un tejado (en la casa La Fuente). Más tarde me di cuenta que debía tratarse de su hermano
pequeño (fallecido en 1927): Jaime Santafé, que estudió arquitectura y se casó con Rosario Mira hacia 1925 (con
la que tuvo dos hijos Ma. Francisca y Jaime). Tras licenciarse como arquitecto, construyó su primera casa en la
calle Serrano (un edificio que todavía se conserva). Pero poco después de acabar la obra y regresando de viaje
con su coche, también sufrió un terrible accidente (muriendo con unos veintisiete años y dejando dos huérfanos
-uno de meses y la mayor con apenas un año-).
Arriba: Hacia 1927 en la Fuente de Pedro Naharro (junto a Tarancón), donde tenía las tierras la familia de Manuel
Cobo Canalejas; quienes aunque procedían de Madrid y Lucena, se asientan hacia 1800 en esta zona de Cuenca. En
la imagen podemos ver a los hermanos Santafé, junto a mi abuela Concha Cobo, en la casa de La Fuente de
Pedro Naharro, ayudando a arreglar el tejado. Sobre el tejadillo, a la derecha, mi abuelo Angel Santafé y su lado,
su hermano pequeño (Jaime -en una de sus últimas fotos-). En el suelo y de izquierda a derecha: El sr. cura de La
Fuente, un familiar que no acierto a reconocer (quizás se trate del tío, Guillermo; militar que se casa luego con María
Santafé, la hermana pequeña de mi abuelo). Al fondo, Martín Santafé (al que prácticamente no vemos); delante de él,
mi abuela (Concepción Cobo) y en primer plano, vistiendo capa -tan mona y simpática como siempre fue- María Santafé
(la hermana menor de mi abuelo con unos veintiséis años).
Abajo: En el estudio de algún escultor (hacia 1927). Al fondo, tras el biombo, mi abuelo Angel; bajo él, algún escultor
o profesor de Bellas Artes, que no reconocemos. Sobre las silla y posando, Martín Santafé (hermano de mi
abuelo). Modelando, como estudiante de arquitectura o arquitecto; Jaime Santafé (el hermano pequeño de mi
abuelo, fallecido en 1927 y en la que debe ser su última fotografía). Llama la atención que el protagonista está
modelando en arcilla una mujer, todo lo que hace suponer que en la silla central y sobre la tarima, la que realmente se
sentaba era una chica... . Aunque en el archivo de fotos no están los clichés de aquella modelo y solo se conserva esta
en la que salen solo los tres hermanos, junto al profesor -o maestro de escultura-.
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3- AQUEL DÍA QUE NO DEBIÓ EXISTIR, PERO NUNCA PUEDE OLVIDARSE:
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Contrariamente a ese primer recuerdo, tan difícil de hallar en la memoria; en toda vida hay un día sombrío y
triste que no queremos nunca revivir, pero que jamás podemos borrar de nuestra mente. Una jornada en la que
nos despertaron con un terrible disgusto, o nos telefonearon comunicándonos un horrible suceso familiar. Situación
que se incrementa en su dolor y tristeza, cuando aquel fallecimiento de un ser cercano se produce
repentinamente (más aún si es una persona joven). Y aunque no quisiéramos recordar ese momento, viviremos de
continuo con su golpe martillando la memoria. Tanto que el recuerdo se suele producir a diario, incluso cada hora;
cincelando nuestra mente y quebrantando el entendimiento, como un espantoso cuco negro que sale de un
fatídico reloj, marcando aquella “hora” -que fue la del otro-. Porque ese momento nos deja tan heridos y
señalados, que desde aquel grisáceo día parece que la luz ya no regresa y que todo se convierte en oscuro y
sombrío. Convirtiendo el pasado solo en recuerdos, sin poder nunca más revivirlos. Todo lo que se intuye y se
conoce, cuando sabemos que alguien fundamental en nuestras vidas, ha dejado de vivir.
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“Aquel día que no debió existir, pero nunca puede olvidarse”, sucede en todas las familias; y tan solo toma
rango de terrible cuando quien se ha ido es “todavía” joven. Más aun, si su muerte fue inesperada. Pero mayor es
el dolor, cuando hay quienes creen que quien se “marchó de la vida” tenía enormes problemas; y que quizás por ello se
produjo el accidente o se desencadenó su enfermedad -sabido es que todos nos descuidamos con las preocupaciones-.
Pues aquel día que nunca debió existir y que sucede en todas las familias, marcará la felicidad del grupo. Porque ser
feliz consiste en que esa inevitable jornada, apenas ocurra en nuestro entorno; y que si sucede, solo sea con
personas muy mayores. Ya que aquella horrible fecha va marcando a las familias y a los amigos, hasta llegar a
convertirnos en una “Santa Campaña” triste y afligida; máxime si se repite en pocos años.
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Fue así como parece que sucedió entre los Santafé y los Cobo, en los años veinte y treinta (del pasado siglo);
una familia que hasta 1912 era totalmente feliz y con éxito, pero que desde esa fecha sufrió repetidamente el
zarpazo de la desgracia. Su éxito y bonanza la narré en artículos anteriores, contando como el abuelo de mi madre
-Nicolás Santafé Arellano- nació en 1848 en un pueblo de Navarra llamado Caparroso, donde su familia había
llegado huyendo de las epidemias de cólera -que sobre 1800 asolaban el Sur de Navarra-. Venían desde Tudela, lugar
de procedencia de los Santafé; aunque la familia era originaria de Tarazona, (marchado a Tudela a fines del siglo XV;
tras la persecución de los conversos en Aragón). Así el bisabuelo Santafé en su juventud estudió música y
matemáticas, pero decidió ir a formarse en Francia -entre otras cosas, debido a que no era Carlista- y allí entró en
contacto con españoles exiliados en París. Comenzó a trabajar para el Credit Lyonnais como “bolsista”,
ganándose la confianza de los franceses y más tarde la de sus compatriotas; principalmente de los que huyeron
en la Primera República o abandonaron nuestro país desde 1868. Llegando así a ser el financiero de personajes
como Eugenia de Montijo y regresando con La Restauración a España, para fundar en Madrid el Banco
Hipotecario (del cual fue gobernador, o vicegobernador, hasta su muerte acontecida en 1928).
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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotos de los abuelos e mi madre, junto a las personas que más les
ayudaron. Arriba: Manuel Cobo Canalejas y su hermano Julián, el 12 de noviembre de 1912 junto a su pariente y
líder, José Canalejas (fotografía recortada de la edición especial Mundo Gráfico -a cuyos propietarios en archivo
Municipal Madrid, agradecemos nos permitan divulgarla-). La imagen está tomada tras ser asesinado el Presidente
del Consejo, en la Carrera de San Jerónimo. Este atentado causó la desestabilización plena de España, al
tuncar el proyecto para que nuestro país finalmente se convirtiera en una verdadera democracia parlamentaria
(acabando con el caciquismo). Con este fin, el grupo de Canalejas se encontraba preparando una ley electoral que
prohibiera la compra de votos; aunque todo quedó parado tras el asesinato. A los interesados en este momento
histórico les recomendamos ver en la red un video que recoge las imágenes del sepelio del estadista (antes contiene la
recreación del crimen, en una escena protagonizada por Pepe Isbert en su primer papel cinematográfico -en 1912-).
Pulsar: https://www.youtube.com/watch?v=9mq8XCooL5k
Al lado (arriba): José Canalejas en 1911 y Manuel Cobo Canalejas en 1915 (fotomontaje desde archivos
periodísticos). Como podemos ver en la foto de 1915, Manuel Cobo tuvo un enorme bajón tras el asesinato de su
líder y primo. Poco después sufrió una enfermedad estomacal y en 1913 -probablemente- indica a su hijo Eloy
que se case, con el fin de poder conocer a algunos de sus nietos. Aunque tristemente murió en febrero de 1916
-tan solo cuatro años después del asesinato de Canalejas-; adoleciendo lo que a mi juicio era una úlcera de estómago
(hablo por las referencias que de su muerte me dio Gregoria Zamarra; unida los Cobo Canalejas desde su infancia).
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Al lado: Nicolás Santafé Arellano, junto a Eugenia de Montijo y sus amigos más cercanos, en 1920 (se trata de la
última fotografía de la emperatriz). La imagen está tomada en la zona de Villamiranda (Carabanchel) que Eugenia de
Montijo regalo al abuelo de mi madre ; para que veranease junto a ellos y pudieran así tener confianza y llevar los
asuntos financieros de los familiares y amigos de la emperatriz. -En imagen: Sentada en silla de ruedas, Eugenia de
Montijo; tras ella y de pié, Nicolás Santafé; a nuestra derecha -el último, también de pie- Martín Santafé (el hermano de
mi abuelo, al que me refiero como el tío Martín)
Abajo: Reunión en el Partido Liberal; foto tomada hacia 1912, donde aparece tímidamente mi abuelo Ángel
Santafé (al fondo, el tercero por la izquierda). Estuve buscando referencias sobre esta imagen y al parecer se trata de
un grupo de liberales, que seguían a Canalejas, con un líder al que no hemos podido identificar (no es García Prieto, tal
como me dijeron). Aquí vemos a mi abuelo con unos veinte años y junto al personaje central (al fondo, a nuestra
derecha; asomando apenas la cabeza, todo lo que indicaba ya su poco interés por destacar en el mundo de la
política...).
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Sobre el otro abuelo de mi madre -Manuel Cobo Canalejas- sabemos que nació en La Fuente de Pedro Naharro
(Cuenca); donde su familia paterna tenía tierras, a las cuales huyeron desde 1800 -también debido a las sucesivas
epidemias de cólera, brotadas en las ciudades a comienzos del siglo XIX-. Pero los Canalejas eran originarios de
Lucena (Córdoba) y estaban asentados en Madrid; por lo que Manuel Cobo estudió Derecho en La Complutense y
se hizo juez; a la vez que su hermano (Julián) que sacó las oposiciones a notarías. Tras ello, el abuelo de mi
madre, se casó con la hija de un constructor gallego -Concepción Da-Riva-; cuyo padre necesitaba fuertes
hipotecas para hacer edificios en una zona de Madrid que por entonces nacía, pero que hoy se denomina Barrio
de Malasaña. Así fue como al parecer, se conocieron Manuel Cobo y Nicolás Santafé, cuando el yerno de Don
Sandalo Darriba, fue a pedir dinero al Banco Hipotecario.
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Los préstamos los concedieron de inmediato, pues Nicolás Santafé y Manuel Cobo en esos años de 1880
compartían ideales y no tanto ideologías. Porque “los ideales” -desaparecidos en nuestro tiempo- por entonces eran
el fundamento de la persona y de la Sociedad. Siendo el sueño de ambos y de su grupo (el krausista): Regenerar
España. Renovar el país, que hasta entonces había caído en lo peor; reconstruyendo nuestra nación y creando
el Cuarto Estamento. Una “cuarta sociedad” que se corresponde con lo que hoy llamamos Clase Media; cuyo
nacimiento y expansión era para los regeneracionistas la verdadera solución a los problemas sociales del país.
Así, siguiendo el ideario de Joaquín Costa y tomando a Canalejas como líder, se embarcaron en este
maravilloso proyecto que recogió a nuestra nación del lodo en 1890; logrando convertir España en una de las
grandes potencias mundiales, en tan solo veinte años. Un movimiento encabezado políticamente por José
Canalejas, cuyo hombre de confianza era su primo Manuel Cobo; hasta el punto de dejar en sus manos el bufete y las
responsabilidades profesionales, cada vez que era nombrado ministro. Por su parte, el Banco Hipotecario (con Nicolás
Santafé al frente) se sumó a la causa y el éxito se logró en 1910, cuando ganaron las elecciones, siendo nombrado
José Canalejas Presidente del Consejo. Pero la felicidad, puede romperse en un solo día; y así lo hizo un
terrorista llamado Manuel Pardiñas, que decidió acabar con la vida de Canalejas y con las esperanzas de
regeneración en España. Tan solo movido por el odio y con la intención de sumir a nuestra nación nuevamente
en el caos; principalmente para llevarla a la conflagración (tal como estaba escrito en el papel que portaba en su
bolsillo este asesino, el día que mató al presidente).
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Es así la vida. Mejor sería decir, la muerte... . Que en un segundo, en un instante... . Deja todo destruido y
oscurecido. Permaneciendo tan solo ya, los recuerdos.
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Nicolás Santafé y Manuel Cobo, con algunos de sus hijos, veraneando en San
Sebastián en 1915. Manuel Cobo, en esos días estaba ya herido de muerte por su enfermedad y dejó a buen
recaudo sus hijos (Eloy y Conchita) poniéndolos en manos de su íntimo amigo, Nicolás Santafé. En febrero de
1916 murió Manuel Cobo y dos años más tarde se casaría su hija con el primogénito de los Santafé (Concepción Cobo
y Ángel Santafé, más tarde fueron padres de mi madre). -En la imagen, de izquierda a derecha: Nicolás Santafé
Arellano, Ma.Teresa Santafé, Angel Santafé, María Santafé, Manuel Cobo, Concepción Cobo, Eloy Cobo, Jaime
Santafé-. Como podemos ver en sucesivas fotos, el pequeño de los Santafé (Jaime) tenía mucho cariño a los
Cobo y en especial a Eloy, junto al que siempre posa. Ambos eran muy aficionados a la velocidad y a los
coches; pero tristemente los dos sufrieron un terrible accidente. Jaime Santafé en 1927, falleció en el coche
dejando dos hijos y viuda (R.Mira); Eloy en 1928, tuvo un choque frontal donde murieron varios hijos suyos.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Otra foto de los veranos en el Norte; en este caso en 1914. La imagen está tomada en el
mes de julio y en la frontera con Francia, cuando asistían Manuel Cobo y Nicolás Santafé a una reunión que
convocaba en Biarritz la emperatriz Eugenia de Montijo (quien veraneaba en su palacio de esta ciudad
francesa). En la mencionada convocatoria se iba a tratar acerca del problema de la guerra entre Alemania y
Rusia -la llamada Crisis de Julio de 1914-; sobre la posibilidad de que Francia interviniera. Todavía no había
comenzado del todo la Primera Guerra Mundial y la función de los españoles era intentar que el problema entre
alemanes y rusos no se extendiera a otros países; pues la orden que venía desde “arriba” indicaba que España
deseaba mantenerse neutral y no intervenir. Esta decisión salvó a toda una generación de perecer extinta en esa
Gran Guerra (como la llamaban entonces); donde desaparecieron los europeos nacidos entre 1870 y 1895, luchando en
trincheras entre ratas y muriendo del modo más inhumano -a cañonazos, balazos, ballonetazos y exterminados con
gases tóxicos o con lanzallamas; aunque también por las enfermedades que contraían viviendo bajo tierra en una
Europa gélida-.
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Al lado: De nuevo, los Santafé y los Cobo en las playas del Norte, en 1915. A la derecha, Manuel Cobo (ya en sus
últimos días de vida); a su lado (sobre una mesa) su hija Concepción (mi abuela); detrás y de pie, Ma.Teresa Santafé
(hermana de mi abuelo); sentado en la mesa, Angel Santafé (mi abuelo); detrás de pie, Eloy Cobo y Jaime Santafé, los
dos hijos menores de las familias, ambos muy aficionados al automovilismo. Delante y sentada a la izquierda, Luisa
Portillo (mujer de Eloy Cobo).

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Al lado: Camino de Francia, en 1914. Como hemos dicho, en la primeras semanas de julio de este año, convocó
a una reunión la emperatriz Eugenia con el fin de ver la posibilidad de neutralidad para Francia e Inglaterra (sin
que estos países interviniesen en el conflicto que se había iniciado entre Alemania, Rusia y los países eslavos).
Este viaje no debía parecer más que una excursión familiar, para evitar sospechas de ambos bandos -los que
apoyaban a Alemania y los partidarios del lado contrario-. En imagen, de derecha a izquierda: Eloy Cobo, Jaime
Santafé, Concepción Cobo, Ma.Teresa Santafé, Carolina Rodríguez de Santafé (mujer de Nicolás Santafé), Manuel
Cobo, Martín Santafé.
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Al lado: La tumba de Manuel Cóbo Canalejas y de su esposa, Concepción Da-Riva Lorenzo (fallecida en 1889).
El sepulcro se encuentra en La Sacramental de San Isidro (Madrid) en la zona de los Canalejas. A juicio de la
familia Canalejas, esta tumba que vemos pudo ser un regalo de José Canalejas Méndez a Manuel Cobo, cuando ellos
compraron allí varios cenotafios (el de su padre -Canalejas Casas- y el de los Canalejas Méndez, que luego no pudo
ocupar el presidente del Consejo, cuando tras ser asesinado fue enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres).
ABAJO: Verano de 1914 viajando desde San Sebastián a Deva. En el coche aparecen (de derecha a izquierda):
Manuel Cobo y Nicolás Santafé, con Jaime Santafé (última fila), Teresa Santafé y Concepción Cobo (fila segunda de
asientos); conduciendo Martín Santafé y su lado el chófer (tapado por el parabrisas). Para tomar la foto quitaron al
chófer (que verdaderamente sabía conducir o reparar un coche de este tipo) y en su lugar, pusieron al tío
Martín. Acerca del chófer del tío Martín y la relación entre ambos, podría escribirse todo un libro. Se llamaba
Antonio y tenía una enorme paciencia con su jefe, pues ese hermano de mi abuelo no solo indicaba el camino a
seguir, mandando ir por las calles y carreteras que él ordenaba; sino además consideraba que el automóvil no
debía superar con mucho la velocidad del caballo, porque era insano para la salud. Tanto, que si te veía correr en
carretera o en el interior de una ciudad, se enfadaba y cuando llegabas al primer semáforo cerrado, se bajaba del coche
diciendo “ahí te quedas” -saltando del asiento como un gazapo para buscar un taxi (aunque ya tuviera ochenta años)-.
Así sucedió un día que encargué a mi amigo Gonzaga Blanco-Cobaleda que le llevase a Madrid -era un domingo y
había venido el tío Martín a comer a casa de mis padres, que vivían en Pozuelo-. Al poco de salir ambos, recibí una
llamada desde una cabina, en la que Gonzaga me decía muy preocupado:
-Angel, tu tío abuelo se me ha escapado; iba diciendo todo el rato: Despacio, despacio... Y cuando he llegado a
Rosales, se ha escapado del coche refunfuñando algo. No me ha sido posible seguirle, porque no sabes cómo corría el
viejecito. No sé qué ha sido de él, aunque me ha parecido verlo a lo lejos, subido en un taxi...-
Así, fue y así llegó ese día el tío Martín a su casa; huyendo de la velocidad y diciendo que mi amigo era un temerario
-hay que destacar que por entonces Gonzaga no pasaba nunca de cien kmts/h y que el tío tenía unos ochenta y cinco
años-. Y es que el pobre Martín tenía más miedo a los coches que a las armas después de o que había vivido en
1927 y 1928, con los sucesivos accidentes automovilísticos familiares.
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4 – REVOLUCIÓN FRENTE A EVOLUCIÓN:
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“Todo lo que no es tradición, es plagio” podemos leer en la fachada del Casón del Buen Retiro, de Madrid; allí
donde los cuadros españoles guardan “el sueño de los justos” esperando ser expuestos algún día en El Museo de
El Prado. El axioma antes recogido, es de Eugenio D´Ors y expresa perfectamente el sentir de su generación de
intelectuales (los Novecentistas); quienes a comienzos del siglo XX se preguntaban hacia dónde caminaban el
arte, las letras y la cultura. Tras observar un mundo intelectual absurdo, donde frente a maravillosas vanguardias y
eclecticismos surgidos desde 1900; principalmente lograban el éxito los pueriles “ismos” y los
“radicalismos” (movimientos unidos a ideas autoritarias, como el comunismo y luego el fascismo). Radicales y no
intelectuales, que campaban a sus anchas, sembrando el odio social y cultural; pronunciando frases como la
de “hay que matar al arte”; o “un automóvil rugiente, que parece correr como la metralla, es más bello que la Victoria de
Samotracia".
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Este mundo de salvajismo y de incultura, en que el único arte válido era el que quería la revolución (anarquista,
comunista, y luego fascista) se produce desde comienzos del siglo XX. Siendo promovida -principalmente- por
quienes en la centuria anterior fueron la primera generación alfabetizada; cuando en la Europa del siglo XIX casi
se erradicó el analfabetismo -algo que no sucedió todavía en España-. Pese a ello, muchos de aquellos que habían
recibido la formación que sus padres y abuelos no pudieron tener; con los conocimientos obtenidos, solo
promovieron el odio social. Argumentando que había que cambiar el sistema de un día para otro, la única
intención real que tuvieron fue destruirlo y hacerse con el poder (lo que realmente deseaban). Sembrando en
Europa ideologías como el anarquismo, que por entonces tan solo buscaba derruir el orden establecido (por
cualquier medio). Todo ello, unido a la ineptitud y maldad de gobernantes -como el Kaiser Guillermo II o el Zar
Nicolas-, llevó al mayor enfrentamiento que la historia conoció hasta entonces (la Primera Guerra Mundial). En
gran parte, provocado por el militarismo romántico de los absolutismos europeos; pero principalmente buscado por los
movimientos radicales que día tras día atentaban contra las bases de los Estados continentales. Pues no hay que
olvidar que Europa vivió en una balsa de aceite, sin apenas guerras, desde la expulsión de Napoleón
Bonaparte (tras el Congreso de Viena). Todo lo que hacía ver un inmovilismo en las Sociedades del Continente;
revolucionando a esos jóvenes de principios del siglo XX, que veían cómo nunca llegaba el poder a sus
manos. Así y para alcanzar el gobierno, aquellos nacidos entre 1870 y 1890 movilizaron a todas las fuerzas
revolucionarias; azuzadas por esa generación para quienes nada era suficiente. Argumentando que lo anterior a
ellos, fue solo fruto de una corrupta Sociedad liderada por la burguesía. Debían aniquilar el sistema, porque
cuanto había existido hasta la llegada al mundo de esta generación, era pura podredumbre -siendo ellos los
únicos limpios de espíritu y materia...-.
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Así nacen las grandes revoluciones; impulsadas por quienes no creen en la evolución, ni en el método normal
de ir mejorando gradualmente. Necesitando guerras, purgas y matanzas; porque para ellos no existe evolución,
sino revolución. Esta ideología es un mal endémico del que necesita hacerse rápidamente con el poder, por cualquier
forma; del que considera que todo ha de lograrse de un día para otro y de cuantos afirman que en la vida no se va
progresando a diario, sino que todo surge por un “golpe de gracia”. Lo que suele pensar aquel que logra sus fines a
través de un momento de suerte; creyendo así que nada es justo -que el éxito no se consigue por medio del
trabajo y del esfuerzo diario-. Considerando que el único método para lograr lo que uno se propone, es “el
inmediato”; lo que se llamaba en los años ochenta “el pelotazo”, pero que a principios del siglo XIX era
denominado La Revolución. A la cual alentaban muchos; pero sobre todo, aquellos que en su mediocridad se veían
incapaces para lograr nada con sus dotes -tanto que preferían la belleza de un automóvil de carreras a la del arte
clásico (como manifestaba Marinetti)-. Debiendo así caminarse hacia una guerra o a la destrucción del sistema;
por ver si en la revuelta (la vuelta de tortilla) y cuando los grandes cayeran, les daban a ellos una parcela de
poder o de fama.
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Estas ideas e ideologías que recogemos, llevaron a Europa a varias revoluciones internas y a dos Guerras
Mundiales; provocando más de ciento cincuenta millones de muertos en tan solo treinta años... . Lo nunca
imaginado en la Historia; siquiera en la época de la Peste. Pese a ello, los filósofos de época y los ideólogos de
éxito por entonces, aseveraban que lo único útil y real era esa ruptura. Todo lo que significaba que a comienzos del sigo
XX, gran parte de los intelectuales y jóvenes, ya no deseaban mejorar el sistema en que vivían, sino solo destruirlo.
Porque para ellos, el único medio de progreso era la ruptura radical y comenzar desde cero. Pareciendo cierto la
generación nacida fines del siglo XIX y comienzos del XX, que no había más medio que la Revolución o la
guerra; sin intuir siquiera que todo proceso revolucionario, esconde uno “involucionista”. Por cuanto
decimos, una mayoría de los intelectuales progresistas de comienzos del siglo XX resolvieron que no había
evolución posible y que solo existía la revolución. Abocando por dos veces al Continente a la autodestrucción y
provocando más de ciento cincuenta millones de muertos entre 1914 y 1945.
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Poema de Ramón Ma. del Valle Peña (Valle-Inclán, creador del Marqués de
Bradomín), dedicado a Mateo Morral y a su atentado. Lo escribe y publica en 1918, durante la Primera Guerra
Mundial, contienda en la que el dramaturgo mostró su afán beligerante y un enorme espíritu de lucha (a través
de sus escritos). Esta ideología que apoyaba las guerras como un sistema de higienización, se extendía desde
los movimientos de Derecha a la Izquierda más radical, siendo los anarquistas los que más deseaban una
conflagración mundial (como finalmente sucedió). Su filosofía era entender que aquellas batallas -donde morían a
millones los pobres chicos-, servían para limpiar y mejorar las sociedades, expandir las civilizaciones superiores y
extender las ideologías mejores. Por su parte, cumplían un efecto de higienización de la Sociedad, ya que al frente y a
primera fila se mandaban a los más inútiles y pobres, mientras detrás quedaba el país entero produciendo y trabajando
para crear armas y engrandecerse.
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Valle-Inclán se autoproclamaba "comandante general" de los ejércitos (con gran sorna). Escribiendo frases como las
siguientes:
"Alemania es un pueblo que nace: Tiene la furia vital, la furia erótica, la furia de destruir y crear de todas las
juventudes. Camina ciega, llena de la idea del futuro, ciega de instintos, sin saber del pasado porque su pasado
es de tinieblas. Alemania representa el día de la ira" . Para decir en otro de los artículos: "Debiéramos haber
entrado en guerra contra Alemania. Se nos ofrecía por los aliados una compensación en el Mediterráneo
oriental; hubiera sido continuar nuestra historia y algo más que un eco sonoro el grito de Lepanto, tan
repetidamente profanado por Vázquez de Mella, pongo por orador. Pero los políticos españoles no saben a
punto fijo hacia donde cae Constantinopla" (3) .
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AL LADO: Foto tomada el 12 de Noviembre de 1912 hacia las doce del medio día, justo después del atentado de
la Puerta del Sol. En ella vemos a Canalejas tendido y muerto, junto a su primo -mi bisabuelo- Manuel Cobo
Canalejas (la imagen es parte recortada del especial que la revista del Ayuntamiento de Madrid -Mundo Gráfico- editó
el día siguiente). La escena recuerda algo que Francos Rodríguez narra en su "Vida de Canalejas" -probablemente
la mejor biografía de este estadista-. Donde escribe como tras el asesinato y hasta que el cuerpo fue enterrado,
Manuel Cobo no se separó un minuto de él. Pues sabía bien que aquella muerte era un maleficio que acabaría
con las esperanzas políticas regeneradoras; pasando a una etapa en que día a día, las gentes de España se
harían más extremistas. Quizás por ello, a partir de la muerte de Canalejas, los magnicidios y atentados contra
personajes ilustres de nuestra Nación disminuyen paulatinamente; para pasar al crimen de personas normales. Gentes
que poco a poco comenzaron a odiarse, para convertirse de rivales a enemigos; llegando a ser común matarse
entre ellos, hasta producirse la confrontación civil del 36.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotografía de Benigno Vega-Inclán tomada junto a Eugenia de Montijo y su familia, en el
jardín de la parte de Villamiranda, que la emperatriz regaló a Nicolás Santafé. Hemos marcado a Benigno Vega-Inclán,
a la emperariz y a mi bisabuelo. Traemos de nuevo esta imagen a colación porque creemos que Ramón José del
Valle Peña, firmaba como Valle-Inclán; debido a que Benigno Vega-Inclán era por entonces una de las personas
más importantes del mundo de la cultura. Mecenas del arte y creador de diferentes museos, por donaciones
personales (como la Casa de Cervantes, la Casa del Greco, el Museo Romántico y el de la Alhambra). El marqués de
Vega-Inclán fue el hombre de cultura que Canalejas y su grupo eligieron para llevar a cabo la reforma sobre
patrimonio y arte que el país necesitaba. Nombrado Comisario cultural de España, cesa en su cargo cuando es
asesinado Canalejas; pero tras ser expulsado de la administración, Benigno continúa de modo altruista en sus
obras y aportaciones al mundo cultural. Donando sus bienes para crear museos como el Romántico de Madrid, o la
Casa del Greco en Toledo y la de Cervantes en Valladolid; crea la red de Paradores desde 1928, generando todo tipo
de beneficios al patrimonio histórico de España.
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Como vemos, el caso de Valle-Inclán es similar al de tantos valiosos artistas que optan por ideologías extremas
y radicales (quizás con la intención de obtener éxito o para tener un grupo que le eleve). Su historial es tan histriónico
como singular y tan peculiar como extraño. Pues desde joven era un convencido carlista; pero tras haber escrito
repetidamente a la Casa Real, para que rehabilitase a su nombre los títulos concedidos por D.Carlos a su familia (tal
como él afirmaba). Al no recibir contestación de Alfonso XIII, se convierte en republicano sin dejar el carlismo.
Desde joven asimismo era un gran defensor de las confrontaciones bélicas (para “higienizar la Sociedad”,
eliminando a los más inútiles -del modo en que él manifestaba-). Aunque tras su asistencia a los frentes de la
Primera Guerra Mundial, como cronista de prensa; habiendo pasado terror en algunas trincheras, decide la vía
del pacifismo, adscribiéndose a otros movimientos radicales (y que nada de pacíficos tenían). Tristemente,
asimismo apoyaba al terrorismo que usaban como “propaganda por el hecho” los anarquistas, llegando a incluir
en “Luces de Bohemia”, un verdadero alegato en favor de Mateo Morral -el autor del atentado en la Calle Mayor, el día
de la boda de Alfonso XIII y que mató a más de veinte de personas-. Como decimos, Valle-Inclán es un caso típico
de algunos intelectuales de principios de siglo XX, quienes en ocasiones no distinguían entre el bien y el mal;
considerando que el “fin justificaba los medios”, adscribiéndose a ideologías aberrantes (desde el punto de
vista humano). Tal como hicieron Marinetti, Louis-Ferdinand Céline, Carl Schmitt, Pierre Drieu La Rochelle, Agnes
Miegel y largo etcétera de intelectuales con enorme talla artística y de ninguna moral.
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5 – LOS QUE RECONSTRUYERON ESPAÑA:
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Para comprender lo que fue el siglo XIX nos trasladaremos a finales del XVIII. Cuando España estaba herida de
muerte, después de Trafalgar; en manos de un valido tan sibilino como Godoy, cuya maldad era solo comparable a la
ineptitud del rey que le mantuvo -Carlos IV-. Siendo tan despreciables los gobernantes hispanos de principios del siglo
XIX; que tras la derrota con Inglaterra, deciden aliarse con Napoleón y dar paso a las tropas francesas, para que
los galos invadieran las tierras de Portugal (aliados de los británicos). Ello, sin tener en cuenta que la hija de
Carlos IV estaba casada con el rey luso y sin prever que una vez atravesaran las tierras hispanas los ejércitos
napoleónicos; decidirían invadir España, para más tarde intentar hacerse con el país vecino. Así, esa “jugada
maestra” de los mandatarios españoles, supuso la Guerra de la Independencia y la ocupación francesa. Invasión
de la que se libró el pueblo español, sin más ayuda que la brindada por Inglaterra y sin apenas apoyo de sus
nobles -menos aún de sus reyes, que vivían en Francia, confinados en castillos donde les mantenía Napoleón, tras
haber entregado la corona hispana al emperador galo-. Pero después de lograr la liberación de la nación -que
durante la Guerra de Independencia redactó hasta su primera constitución-, los españoles devolvieron el trono a
Fernando VII; un verdadero monstruo, capaz de traicionar a todos. Así comenzó el reinado este Fernando -de
sobra conocido por abusivo-; seguido por el de su triste hija, cuya corona quiso primero su tío (Carlos Ma. Isidro),
pero a la que pretendieron también suplantar en el trono: Su madre (Ma.Cristina), su hermana (Luisa Fernanda)
y sus generales más cercanos.
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Así, la inestabilidad del gobierno de Fernando VII se multiplica en 1933, tras dejar a su hija como heredera y a
su mujer (Ma.Cristina) regente -sin tener en cuenta los derechos a la corona de su hermano Carlos; con quien debía
haberse aliado-. Todo ello provocó tres guerras carlistas y varios alzamientos, que se manifiestan en conflictos
civiles bélicos (al menos hasta 1900). A estas confrontaciones que duran unos setenta años, se suman las
sublevaciones en colonias de Suramérica; tras la entrada de Napoleón en territorio español, lo que culmina en
las independencias hispanoamericanas. Ya que después de 1908, diferentes provincias españolas de ultramar van
convirtiéndose en países como: México, Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador etcétera. A estas crisis
sufridas por España tras la invasión francesa, hemos de sumarle la inestabilidad propia del reino; todo lo que culmina
con la expulsión de Isabel II en 1868 y la posterior declaración de la Primera República en 1873. Un régimen
político que dura veintidós meses y que fue tan desastroso como absurdo; cuya constitución manifestaba -entre
otras cosas- que la Nación Española la componían dieciocho países (4) . Permitiendo la “revolución cantonal”; en la que
Sevilla se declaró República independiente, tal como hicieron Alcoy, Algeciras, Almansa, Andújar, Bailén, Motril,
Torrevieja y etc.. A lo que siguieron sublevaciones como la de Cartagena, que sacó sus fragatas para bombardear la
potencia extranjera de Almería; tal como hizo Alicante, que atacó con su armada a Barcelona, mientras Málaga hacía lo
mismo con Cartagena. Todo, mientras Jumilla se intentaba proclamar Estado Independiente, porque Albacete deseaba
declarar la guerra a sus provincias vecinas... . Y mientras tanto, los carlistas se sublevan en diferentes puntos de
España.
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Después de aquel desastre y tras el fin de la Primera República, vino La Restauración; donde se llegó al
acuerdo de regenerar esta nación -que había sido una de las más poderosas de la Tierra y que llegó a convertirse
durante el siglo XIX en un verdadero detritus-. Lo que más contribuyó al consenso entre las partes, fue la
transformación del progresismo radical en un progresismo moderado y culto; capaz de pactar con los
monárquicos para sacar de la miseria cívica al país que gobernaban. Por su parte algunos de los conservadores
igualmente cambiaron hacia miras más liberales, pudiendo conformarse una estabilidad en la que muchos acordaron
que lo más importante era culturizar a las gentes y darles una capacidad económica suficiente como para que pudieran
vivir con todas sus necesidades cubiertas. Esta ideología que pretendía el nacimiento del Cuarto Estamento,
convirtiendo el proletariado en una gran Clase Media, es la que fundamentaba los cimientos del
Regeneracionismo. Ideas que eran compartidas por grupos de progresistas y de conservadores, ya que ambos
podían acordar como mejor fin enriquecer a los pobres (unos en el intento de suprimir la miseria y otros incluso en
el de aumentar sus riquezas). Sea como fuere, la idea de hacer ricos a los pobres era el principio del krausismo
regeneracionista español y distaba mucho de otros movimientos progresistas de la época, que buscaban como
fin primero empobrecer a los ricos para igualar la sociedad. Por todo ello, muchos de los más potentados y
algunos de los más nobles, se permitían ser los adalides del progresismo -entre los que se encontraban
personajes como le Emperatriz Eugenia de Montijo, los miembros de la casa de Alba o el famoso marqués de Vega-
Inclán - (5) .
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AL LADO: Fotografía de Karl Krause, el gran filósofo alemán que formó a los regeneracionistas españoles;
gracias los cuales nuestro país logró salir del lodo a finales del siglo XIX. Apenas conocido, ni menos estudiado
en las universidades; el gran “pecado” de Krause fue no estar adscrito a una ideología unida al poder. Hombre
bueno y persona inmejorable; apasionado por el estudio y el saber, tuvo que vivir de las ayudas familiares, ya
que su “grupo” le castigó al ostracismo. Ello debido a que su pasión por la sabiduría y por divulgar los
conocimientos, le hicieron difundir determinados hechos que la masonería alemana consideraba secretos de
logia. Así, de un modo similar al que fue “apartado” Mozart, el pobre Krause se vió expulsado de la masonería;
a la que tanto admiraba, a la que jamás tuvo rencor, a la que nunca traicionó ni renunció (de la que quiso
divulgar siempre su mensaje, considerando que era universal). Tanto fue su sufrimiento y soledad al vivir expulsado
del grupo, que le era casi imposible mantener a “los doce hijos que le sobrevivieron. Krause estuvo siempre falto de
dinero, no consiguió nunca conseguir una cátedra ni un cargo establemente remunerado; con un gran esfuerzo
consiguió publicar una parte de sus numerosísimos escritos, fue acusado de revolucinario sin serlo; de ateo cuando
Dios estaba constantemente en su boca y en su corazón; de perjuro, siendo así que vivió siempre con una intachable
limpieza moral. Desbordante pasión por la ciencia, desbordante pasión por la virtud moral; azaroso itinerario salpicado
de angustias, fracasos, y persecuciones” -como escribe Enrique Hernández Urueña- (6) .
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Mausoleo de Joaquín Costa, en Zaragoza; portada del Catálogo “Costa 1917-2017”,
publicación dedicada a celebrar el centenario de este cenotafio elevado en la capital de Aragón al genio del
regeneracionismo (muerto en 1911). De origen humilde y nacido en la villa de Monzón -preciosa ciudad
oscense-; gracias a su inmensurable inteligencia logró pronto doctorarse en Derecho y en Filosofía y Letras. Su
carácter rebelde le lleva a renunciar en su puesto de profesor universitario (como protesta hacia el modo de educación
española) y se centra por entonces en crear La Institución Libre de Enseñanza, junto a amigos como Giner de
los Ríos. Historiador y amante de la arqueología, con una prosa inmejorable realiza numerosos estudios en los que
establece las bases del hispanismo y de la hispanidad (relacionadas con el mundo ibérico y con otros pasajes de la
Historia nacional).
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Como jurista, redactó infinidad obras acerca del origen y significado de la moral y la justicia; junto a extensos trabajos
sobre normativas consuetudinarias en el Derecho y las costumbres del pueblo. Finalmente, para tener una autonomía
plena económica que le permitiera expresar su pensamiento, decide presentarse las oposiciones de notarías -que gana
en 1888-. En 1896, siendo ya notario de Madrid, se dedica plenamente a la política y en 1898 (tras El Desastre)
decide participar con su ideario en la transformación de nuestro país, que por entonces se había hundido de
nuevo. Sus políticas agrarias y su patriotismo, fue seguido de pleno por el grupo de Canalejas; sobre todo
cuando el partido político de Costa vira hacia la radicalización en 1901, convirtiéndose en una opción
republicana dura. Así fue como Costa, deseando liderar solo un movimiento intelectual y no una unión radical,
provoca paulatinamente la desintegración de su propio partido, que desaparecerá. Pasando el relevo y los
principios del regeneracionismo a manos del grupo de Canalejas, quienes igual que Joaquín Costa deseaban
acometer la gran reforma que necesitaba España: Acabar con el caciquismo, con la compra de votos y reformar
el sistema educativo, el agrario, el de mercado, las comunicaciones y el poder territorial español.
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AL LADO: Estado en el que quedó el acorazado norteamericano Maine, en el puerto de la Habana el 15 de
febrero de 1898. Como se puede apreciar en la fotografía tomada al poco de producirse la explosión; las
cuadernas y el casco del barco están abiertos hacia fuera. Lo de demostaría que la carga había reventado
dentro del barco, ya que las paredes y cubierta fueron dobladas desde el interior, hacia el exterior. Ello, unido a
que no había peces muertos en la bahía del puerto, ni se vió columna alguna de agua (tal como informaba el
análisis de Isaac Peral); indicaba que la bomba -de existir- habría sido puesta dentro de la nave y en una
profundidad no muy cercana al agua. Pues de lo contrario, si se tratase de una mina adherida, de un torpedo o de
una carga impactada contra el casco; habrían muerto los peces en centenares de metros, además de que la parte viva
del barco quedaría hundida hacia dentro (en dirección a la onda expansiva). Tras el informe presentado por Isaac
Peral que llegaba a estas conclusiones; los norteamericanos no las aceptan, generando una teoría y
expertización propia -muy particular- determinando que una mina se había colocado bajo la cuaderna 18ª. Todo
lo que lleva a dar ultimátum a España para que se retirase de Cuba en dos meses. Pese a culpar al ejército
hispano de haber hundido el acorazado, nuestro país estaba afligido y costernado por el suceso del Maine, tal como
podemos leer en todos los periódicos de la época. Considerando que la razón de la voladura habría sido un incendio
interior, como el análisis de los investigadores hispanos concluía. Evidentemente, este acto tuvo todas las
características de un atentado con fines muy claros, para perjudicar terriblemente a España.
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A lo sucedido en el siglo XIX, antes resumido (invasión francesa, independencia de colonias, guerras carlistas,
sublevaciones, expulsión de la corona, República etc); hemos de sumar las guerras de África y la “puntilla” que
dará a nuestro país Estados Unidos en 1898. Cuando aprovechando la absoluta debilidad de España, la acusa
de haber hundido el buque de guerra norteamericano Maine. Ello, pese a que ese acorazado estaba atracado en el
puerto de la Habana (en una Cuba todavía hispana), mientras sus oficiales bailaban en una fiesta, invitados por las
autoridades de la isla. Invitación promovida por los españoles, debido a que nuestro país necesitaba aunar lazos de
amistad con Estados Unidos; habida cuenta que no tenía intención (ni menos fuerza) para entrar en conflicto con esa
potencia americana. Pero, pese a que tras la voladura del Maine las cuadernas de su casco aparecieron abiertas hacia
fuera (tal como podemos ver en las fotos de ese acorazado después del estallido). Y pese a que Isaac Peral demostró
que ello significaba que la explosión se produjo dentro del barco y no provino nunca del exterior; decidieron culpar a
España del hundimiento. La explosión solo pudo deberse a un estallido de la Santa Bárbara interior; siendo una
segunda hipótesis (personal y mía) la de una bomba puesta dentro. Probablemente colocada por un anarquista español
-de los muchos que viajaban enrolados como tripulación en el Maine-; con la intención de provocar el conflicto bélico
que algunos norteamericanos deseaban (principalmente Rudolph L. Hearst, cuyo barco privado -El Bucanero- estuvo
atracado en La Habana, a pocos metros del Maine y unos días antes de la explosión).
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Sea como fuere, en 1898 y cuando nuestra nación comenzaba a levantar cabeza, después de lograr una
reconciliación durante La Restauración; Estados Unidos le declaró la guerra a consecuencia del hundimiento
del acorazado. El fin único de los norteamericanos era heredar el imperio español y sustituirlo en su función
hegemónica mundial (como así lograron). Pese a ello, la gran mayoría de los españoles no lo vieron; tanto que
creyeron que la etapa de su dominio en América no había terminado (sin saber que nuestro imperio llevaba muerto ya
decenios). Por lo que casi todos se sumaron a la quijotada de entrar en guerra contra Estados Unidos; mientras
tan solo Canalejas, junto a los regeneracionistas, afirmaron que aquello era una locura. Advirtiendo que Estados
Unidos tenía decenas de acorazados de acero y nuestro país una pobre armada compuesta por barcos de madera, a lo
sumo recubiertos con chapas de hierro... . Tanto era así que la famosa guerra duró unos días, en los que apenas
hubo intercambio de fuego y cuyo apelativo fue El Desastre. Un Desastre que como único buen fin tuvo
ensalzar la figura de todos aquellos españoles de “pro” y patriotas de verdad, que reclamaban una nación
nueva y regenerada. Un país con educación y alimentos para todos, olvidándose ya de gestas heroicas y del
pasado imperial hispano; para construir una Sociedad justa y bien constituida. Ideas que preconizaban
principalmente Joaquín Costa y el grupo de Canalejas (que antes del desastre se había separado de Sagasta y del
Partido Liberal Progresista, al considerar una locura la declaración de guerra a Estados Unidos).
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Un dibujo mío de José Canalejas (pintado desde una foto). El asesinato de este político en
noviembre de 1912 supuso el pistoletazo de salida hacia la Guerra Civil española; pues con él terminó toda
esperanza de regeneración de España. Ya que tras Canalejas, Alfonso XIII presiona para dejar al mando de los
Liberales Progresistas al conde de Romanones. Todo lo que significaba que el líder de la izquierda moderada fuera uno
de los hombres más ricos de España y sin ningún talante social -ni siquiera liberal-. Este “candidato real” del
progresismo llevó a que el país entrase en una deriva maximalista, en la que los partidos políticos se
radicalizaban por días, avanzándose hacia una Izquierda marxista. Finalmente y sin saber Alfonso XIII qué hacer
con aquella situación que progresaba a marchas forzadas, permitirá que Miguel Primo de Rivera le diera un
Golpe de Estado; dejando así el gobierno en manos del ejército hasta 1928. Generándose a un tremendo
descontento durante ese mandato y una gran inestabilidad al finalizar la dictadura de Primo de Rivera;
desembocando todo ello en la Segunda República del 31.
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Acerca del Krausismo, en 1929 escribía Mario Méndez Berajano (también primo y asesor de Canalejas
Méndez): “Así acosado por ambas partes, empobrecido por las defecciones, exhausto de savia por haber cumplido su
misión histórica en el medio hispano, el krausismo resignó la soberanía y buscó en la Institución Libre de Enseñanza su
monasterio de Yuste.” (…) “No se deshizo la estela de Krause en España como el hegelianismo sin dejar más recuerdo
que ciertas derivaciones socialistas. Tan en la entraña de mi generación y de la anterior ahondó su savia que,
desaparecida la individualidad de la escuela, pasaron sus doctrinas, ya sin sello de origen, al torrente circulatorio del
pensamiento general, animando explicaciones, libros y conferencias, imperando en la esfera del Derecho y enviando
desde su tumba un haz de luminosa despedida, como si estuviese vinculado a la conciencia humana por una irradiación
que jamás puede desaparecer. Est defunctus... et loquitur” (8) .
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Por cuanto narramos, después de 1898 José Canalejas forma su facción propia liberal, fundamentada en ideas
krausistas; un grupo más tarde heredará parte del ideario de Joaquín Costa (cuando La Unión Nacional de
Costa, se desintegra, después de 1902). De tal manera, la política que propone ya el grupo de Canalejas será en gran
parte paralela a las ideas de Costa, pretendiendo: Acabar con la compra de votos; reformar la educación y rescindir a la
iglesia la exclusividad de la enseñanza; abaratar los alimentos y en especial del pan; cambiar radicalmente en el
sistema de energías; reforestar zonas deforestadas; un plan de protección del Patrimonio Artístico, restauración de
monumentos y creación de museos; plan de pantanos y de irrigación, con trasvase de aguas; mejora de las carreteras;
planes de comercio y finanzas, de patentes y transportes etc.. Ideario que presentará José Canalejas en 1910,
cuando gana las elecciones y todo lo que -al parecer- llevó a su asesinato; pues estaba en contra de lo que
deseaban los conservadores y de lo que ya querían los progresistas. Debido a que en esa época los partidos de
Izquierda se habían internado las corrientes europeas que les convertían en un movimiento radical, más cercano al
anarquismo que al socialismo. Pero a la vez, la Derecha desde 1912 estaba virando hacia el extremismo nacionalista,
pleno de caciques (deseando que jamás se prohibiera la compra de votos).
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Pese a que el milagro de la regeneración se truncó cuando Canalejas es asesinado; la regeneración de España
fue “casi posible” debido a que llegó por mano de un filósofo ajeno a los poderes fácticos: Krause que no
perteneció a las corrientes de la masonería europeas. Pues aunque era miembro de sus logias -como sabemos-
será expulsado de ellas al querer abrir esta organización hacia una alianza universal; narrando su
funcionamiento (todo lo que fue interpretado como una revelación de secretos, tal como describe H. Zschokke) (7) . La
buena intención del filósofo quedó demostrada cuando finalmente y treinta años después de su muerte, los masones
rindieron homenaje a Krause; reconociendo su error por haberle considerado un traidor. Pero este estado de
alejamiento del poder en que vivió el sabio alemán, le permitió ungir a sus discípulos españoles en unos
principios que no fueron infectados por intereses políticos. De tal manera, el krausismo español quedó fuera de
intereses bélicos y económicos (lo que importó Sanz de Río junto a Giner de los Ríos y que fue fuente del “Ideario” de
Costa o de la política de Canalejas). Tanto fue así que cuando se llega a 1910 y en vísperas de la Primera Guerra
Mundial; los krausistas viven ajenos a las tensiones de Europa, sin tener que encomendarse a uno u otro bando
continental (como hacían los masones de otros países).
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Todo ello, probablemente llevó a que en 1914 se pudiera mantener España neutral durante la Primera Guerra
Mundial. Aunque aquellos que deseaban estar ajenos a los enfrentamientos europeos, fueron blanco de los
anarquistas y de movimientos que deseaban la contienda mundial. Tal como sucedió con Canalejas, cuyo
asesino -Manuel Pardiñas- portaba un papel escrito con las palabras “Conflagración Mundial” (cuando mata al
presidente; aún año y medio antes de la Gran Guerra). Debido a que el anarquismo conocía que el mejor medio de
destruir el Sistema, era lograr que todos los países europeos lucharan entre sí -provocándose el caos-. Un caos,
tras el que se impondrían los sistemas totalitarios que apoyaban a los ácratas (como el comunista). Debido a cuanto
relatamos, las fuerzas de poder europeas no pudieron evitar la Gran Guerra. Pero el motivo que permitiría a
España a no entrar en la terrible Guerra Mundial, a mi juicio fue la existencia por entonces de una izquierda
basada en el krausismo y sin apoyos de la masonería europea. Siguiendo todavía el Ideario regeneracionista, que
mantenía como principios y fundamentos: “escuela y despensa”, tanto como “cerrar con doble llave el sepulcro del
Cid” (es decir, alimentar y educar al pueblo, olvidándose de gestas y guerras).
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Una fotografía tomada hacia 1918, donde vemos mi tatarabuela, Teresa Arellano, que
nació en 1926. A su lado está Martín Santafé (su nieto, a nuestra derecha) y quien me dijeron era Rafael Aizpún
Santafé (a nuestra izquierda) -aunque pienso que la persona de la izquierda pudiera ser más bien Jaime Santafé, el
hermano menor de mi abuelo y de Martín-. Esta mujer que vemos en imagen, nació en época de Fernando
VII (llamado “El deseado”... Quizás por indeseable...) y tuvo que vivir: El reinado de ese rey felón, la independencia
de colonias, las sucesivas guerras carlistas; además de la entronización y expulsión de Isabel II, el asesinato de
Prim, la llegada de Amadeo al trono, La Primera República, La Restauración, las crisis de África y El Desastre
del 98. A ello se añadió la dificultad de que nació en Caparroso (Navarra), tierra de carlistas, aunque las familias
Santafé y la Arellano no siguieron esa ideología. Consecuentemente, sus hijos (Juan y Nicolás) se fueron a Francia muy
jóvenes y no regresaron del todo hasta llegada La Restauración; viniendo a vivir entonces a Madrid (Nicolás) y a
Alicante (Juan), donde trabajaron para el banco Hipotecario.
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Estas personas y sus hijos, fueron las que levantaron España en el siglo XIX; cuando nuestra nación se había
convertido en un detritus tras la invasión napoleónica, la independencia de casi todas las colonias americanas
y el reinado de Fernando VII. Después de ello, vinieron las sucesivas Guerras Carlistas que dejaron el país
como un erial intelectual y social, cargando de odio a los españoles, que se dividieron en dos bandos durante
más de setenta años. Pese a todo, las personas nacidas en el reinado de Fernando VII y en el de su hija Isabel II,
superaron los problemas y a comienzos del siglo XX habían logrado convertir a España en una potencia
mundial. Recuperando de un modo milagroso, una nación que dejaron unos y otros convertida en trizas.
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AL LADO: Cornelio Arellano, junto a Alfonso XIII y Daniel Múgica; foto tomada en 1912 en la inaguración del
embalse del Yesa. Cornelio Arellano (primo de Nicolás Santafé, hijo de un hermano de Teresa Arellano) fue otro
ejemplo de los hombres que regeneraron la España del siglo XIX. Nacido también en Caparroso en 1867, se formó
como ingeniero de caminos y fundó junto a su socio -Daniel Múgica- la empresa “Múgica y Arellano”, con la que fabricó
y exportó maquinaria pesada a numerosos países de Europa. Asimismo ambos ingenieros trabajaron en la
confederación hidrográfica del Ebro y crearon numerosos pantanos en la zona de Navarra. Principalmente desde 1910,
cuando España pasa a convertirse en una gran potencia económica y realiza múltiples obras públicas.
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ABAJO: Una fotografía tomada hacia 1895 en casa de mi tatarabuelo Angel Rodríguez Tejero, donde podemos
ver a mi bisabuelo Nicolás recién casado, con unos cuarenta y seis años (a nuestra izquierda), junto a su mujer y
algunos de sus hijos. En el otro lado de la imagen (a nuestra derecha) su mujer, Carolina y en medio los primeros
hijos de ambos -el niño junto a ella es mi abuelo Angel, a su lado Martín (borroso) y a la izquierda, Ma.Teresa-.
Detrás, el padre de mi bisabuela, junto a otra persona que yo identifico con Juan Santafé. La foto está hecha en
fechas cercanas al Desastre del 98, y cuando mi tatarabuelo Angel ya estaba jubilado como militar y se dedicaba a
pintar. Angel Rodríguez Tejedor fue -entre otras cosas- General de Brigada, Gobernador de Tarifa, Caballero Gran Cruz
de San Hermenegildo, Gran Cruz de Carlos III, Cruz Roja al Mérito Militar, Medalla Alfonso XIII a las Guerras Carlistas.
Aunque su pasión era pintar y dejó una amplia obra de dibujos y acuarelas, donde fue recogiendo principalmente los
frentes de África. Su hija (mi bisabuela Carolina) también fue pintora, aunque se vio obligada a dejar su gran pasión al
casarse. Estas personas que vemos en imagen vieron y vivieron todos los problemas que España tuvo durante
el siglo XIX, y pese a ello, sacaron el país adelante.
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ABAJO: Juan y Nicolás Santafé, fotografiados junto a sus mujeres y los hijos de Nicolás y Carolina; imagen
tomada hacia 1902 en casa de mi bisabuelo. El niño sentado (a nuestra izquierda) y de unos once años, es mi abuelo
Angel Santafé; a su lado, su hermano Martín; detrás, su hermana María y Jaime con unos tres años (de pie); y junto a
su tío Juan (con barba) Ma.Teresa (también de pie). Sentada, la mujer de Juan Santafé y a nuestra derecha mis
bisabuelos (Nicolás y Carolina). Esta fotografía está tomada unos ocho años más tarde que la anterior (lo que
podemos ver por la edad de los niños) y en el espacio temporal entre ambas -desde 1895 a 1903- España había
pasado de nuevo por enormes crisis. Principalmente por la del 98, con El Desastre y la guerra contra Estados
Unidos, aunque también por un nuevo levantamiento carlista de 1900. Pese a todo, hacia 1903 la nación comenzó a
recuperarse a grandes marchas (gracias a la introducción en política de las ideas de Costa). Tanto fue así, que
para 1912 -mientras gobernaba Canalejas- había vuelto a ser una potencia mundial, pese a que pocos años
antes era un país paupérrimo, cargado de conflictos bélicos.
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6 – LOS QUE REDESTRUYERON ESPAÑA:
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A los países les sucede lo mismo que a las empresas o a las familias; que cuando todo les sobra y tienen
demasiados beneficios, comienzan a gastar en exceso y a tirar dinero u oportunidades; entrando así en
conflictos personales e internos (pugnas propiciadas por ese despilfarro y por la envidia que este genera; llegando al
odio entre personas que conviven o trabajan juntas). Es un mal endémico que genera la riqueza y que no se produce
tanto en momentos de penuria; pues cuando todos son pobres, no hay posibilidad de despilfarrar, ni muchas diferencias
entre unos y otros. Pero desde el momento en que existe un gran caudal de riqueza, siempre habrá quienes quieren
administrarla, quienes se llevan una gran parte de ella y quienes reciben menos -considerando que el gasto de los que
la manejan es excesivo o está mal gestionado-. Suscitando todo esto odios personales, rencores entre clases y
entre países, o malestar entre gentes y áreas vecinas; ya que quienes se suelen llevar peor son aquellos que
más cerca viven. Así, pondremos por ejemplo para entender lo que digo, la Italia del Renacimiento; donde durante las
epidemias de peste o de invasiones extrajeras, todos se ayudaban. Mientras en épocas de gran bonanza, se
enfrentaban de continuo los diferentes Estados y las distintas familias que ostentaban el poder italiano (con el fin de
robarse unos a otros las influencias sociales, comerciales y perjudicarse en los negocios).
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Cuanto he expresado en el párrafo anterior nos puede hacer entender por qué España durante los dos tercios
primeros del siglo XIX, no hizo más que entrar en guerras y conflictos. Mientras en su segundo tercio (desde
1874) decidió llegar a un acuerdo social, salir del lodo, dejar de matar y matarse; para ponerse a trabajar todos
en un país que progresara. Pues hasta 1808 nuestro país había sido un imperio, donde se vivía con bastante
holgura (gracias a las riquezas de colonias), pudiendo todo español emigrar a ellas para buscarse un futuro. Una gran
nación, que cayó paulatinamente desde la llegada de los franceses, pero sobre todo desde la aparición de Fernando VII
en la escena real. Momento en que nuestra nación se convirtió en un detritus, donde la traición era norma y donde la ley
no existía; campando la injusticia por doquier (hasta el punto que los bandoleros se hicieron héroes). Esa triste España
fernandina, donde el restaurado monarca derogó toda ley progresista y reinstauró hasta La Inquisición, permaneció
durante el reinado de su pobre hija Isabel (a quien todos odiaban y a quien quiso arrebatar la corona hasta su madre y
hermana; llegando a promover su propio marido, atentados contra su vida...). Todo ello, porque hasta 1850 todavía en
España quedaban riquezas y algún atisbo de lo que fue el imperio hispano.
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Pero pronto llegaron los días de penuria absoluta y de paupérrima realidad, donde nuestro país ya no tenía un
lugar en el Mundo, sus ciudadanos carecían de una formación suficiente -conforme a los conocimientos del siglo
XIX-; mientras el pueblo, en su mayoría analfabeto, pasaba más hambre que un soldado sin abrelatas. Ello sucedió
durante la Primera República, cuando el esperpento al que se llegó fue tal, que Jumilla se declaró Estado
independiente, antes de que Albacete les invadiera; mientras Almería atacaba con su flota naciones consideradas
extranjeras, disparando así sus cañones hacia los “países vecinos” (como Valencia). Fue entonces cuando se oyeron
en el Congreso de Diputados las sabias palabras de Estanislao Figueras, diciendo:
- “¡Señores, estoy hasta los cojones de todos nosotros!”.
Tras ello, aquel primer Presidente de la República Española, hizo sus maletas y se fue a Francia; dejando
vacante su cargo -sin dimisión, ni aviso previo-. Teniendo que ocupar su puesto Pi y Magall, ante al cachondeo
generalizado de media Europa (a los que bien informó Figueras, narrando lo que era esa Primera República
“patatérica e hispánica”).
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AL LADO: El último cuadro que pintó mi bisabuela Carolina, justo antes de casarse (es un estudio de telas). Tenía
unos veinticuatro años cuando contrajo matrimonio y por entonces aprendía a pintar con su padre, junto a los artistas
amigos de la familia (en especial con F. Domingo Marqués). Tristemente tuvo que dejar de pintar tras su boda
celebrada en 1890 (tal como exigía por entonces ser la esposa de un banquero). Ambos eran bastante mayores
al casarse -él más de cuarenta y ella más de veinticinco (que por entonces era “mucho”)-; todo lo que hace
pensar que la bisabuela Carolina quizás pensó en dedicar su vida a los cuadros, antes que Nicolas Santafé se
cruzase en su camino.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Una acuarela pintada por el general Angel Rodríguez Tejero; titulada “carga de
caballería”, mide un metro por 40 centímetros y se fecha hacia 1870 (se trata de un dibujo costumbrista en el que
vemos a los caballeros vistiendo traje corto, zahones y sombrero rondeño; haciendo huir -probablemente- a los
franceses en Bailén). Como dije, mi tatarabuelo, nació en 1837 y tuvo que vivir todas las miserias del siglo XIX español.
Destacado como militar liberal, luchó primero contra los carlistas y más tarde en África, llegando muy pronto a coronel y
a gobernador civil de Tarifa. Perteneciente a una familia de artistas segovianos (su padre era un afamado organista y
más tarde organero, descendiente de San Alonso Rodríguez); fue un militar de enorme cultura y de gran talante
democrático -en pleno siglo XIX-. Tanto es así, que en sus últimos días deseó servir a La Restauración, degradándose
de general a coronel; entrando como jefe de alabarderos en la guardia real. En esos días, conoció a Nicolás Santafé,
banquero de origen navarro también liberal y que había huido de los carlistas desde su infancia. Parece que
establecieron una gran amistad (pues no tenían tanta diferencia de edad) y su finalmente en 1890 la hija de Angel
Rodríguez (Carolina) terminó casándose ese navarrico que siempre definía al carlista como: -“Un animal de cresta roja,
que una vez confesado y comulgado ataca al hombre”- (frase que al parecer se atribuye a Pio Baroja).
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Regresando al tema que tratábamos, parece que cuando una Sociedad ha alcanzado su máximo histórico de
progreso y riqueza, tiende a retroceder. Es algo que demostraría la Historia, con casos como el de Roma, Grecia,
Francia o el imperio Español. Ello se debería primeramente a que en esa bonanza económica se produce un
retroprogresismo movido por las élites que han caído, lo que Pániker ya definió hace decenios al observar cómo los
países que progresan rápidamente, pronto añoran el pasado. Todo lo que lleva asimismo a que se produzca la
llamada “ley del péndulo” por la cual los procesos de revolución, se convierten al final en uno de involución. Tal
como sucedió en la Inglaterra de Cromwell; o en Francia, cuando tras los aires de “igualdad, libertad y fraternidad”,
llegaron a El Terror y finalmente a crear un Imperio -con Napoleón al frente-. O bien en Rusia, donde el Zar rojo
sustituyó al Zar blanco; al igual que sucedió en Alemania, cuando al intentar Europa erradicar el belicismo prusiano del
Kaiser, se produjo el Nacional Socialismo.
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Esta tendencia “del péndulo”, unida al retroprogresismo, es lo que conduce a ciertas Sociedades que han
progresado rápidamente, a retroceder como cangrejos. Lo que se produce cuando una nueva generación -más
formadas que las anteriores- llega a la conclusión de que cuanto hicieron sus padres y abuelos, ha traído unos
adelantos tan negativos, que provocan todos los problemas que su tiempo y Sociedad sufre. Siendo
consecuencia de ese progreso anterior las numerosas desigualdades y la infinidad de crisis sociales,
económicas y ecológicas que ellos viven. Llegando a culpar a sus antecesores de los avances tecnológicos
logrados y de una desmesurada riqueza fomentada de un modo egoísta (incluso de las creencias y enseñanzas
que han intentado darles).
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Un ejemplo de cuanto expongo lo tenemos en infinidad de países que tras haber avanzado, optan por regresar a
sus normas más antiguas o a sistemas gobernados por su religión, en su forma más arcáica; llegando a
cerrarse al Mundo (para no ser contaminados por el progreso). Lo que sucede sobre todo cuando una generación
mejor preparada que la anterior, quiere demostrar que sus antecesores han realizado mal las cosas; enriqueciéndose o
avanzando desmesuradamente. Unos argumentos para retroceder que los defenderán personas más “estudiadas” que
las mayores; llegando así a ser creíbles sus propuestas retrógradas -aunque estén expresadas por quienes no tienen
experiencia alguna-. De tal modo, las ideas para dar un paso atrás se suelen impulsar por quienes han estudiado
gracias al esfuerzo de sus antecesores; aunque afirman que los adelantos anteriores a su generación solo
sirven al mal. Y pese a que estos jóvenes no conozcan nada de la vida -ni tengan el más mínimo sentido
común-; cuando predican el involucionismo serán seguidos por una gran masa que les cree “superiores” a sus
ancestros (sus padres o abuelos, que no tuvieron tantos datos ni tanta maldad como ellos).
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AL LADO: Después de presentar los cuadros de mi bisabuela y mi tatarabuelo, me atrevo a recoger tres
dibujitos míos a los que les he puesto unos comentarios irónicos añadidos (son viñetas que divulgo a mis
amigos en Facebook, para divertir un poco). En el primero vemos que la tendencia a destruir es una afición muy
hispana; en el segundo la falsedad plena de la “Leyenda Negra” (que recuerda lo malos que fueron los españoles en
Flandes hace cuatro siglos, olvidando todas las guerras habidas entre los países de centro Europa y que arrasaron la
zona hace apenas siete décadas); el último define el sentido común de la nueva República Catalana, que pretenden
crear.
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Cuando expongo no creamos que solo se refiere a países del Tercer Mundo o a zonas desérticas y lejanas; pues basta
con observar la política de energías de Angela Merkel, para ver un caso de retroprogresismo. Cuando esa presidenta,
tras la crisis japonesa de Fukushima, ordenó cerrar todas las centrales nucleares alemanas; argumentando peligrosidad
sísimica (pese a que en centro Europa no se ha producido un terremoto importante desde hace siglos). Ante Angela
Merkel, nadie podrá discutir sus argumentos, ya que es ingeniero físico-nuclear. Por lo demás, el retropogresismo del
que hablo es lo que provocó esta medida, porque desde entonces Alemania produce electricidad principalmente
quemando carbón; un sistema que emite los peores gases a la atmósfera (nacidos de la combustión de antracita). Y aun
siendo verdad que las centrales nucleares sean peligrosas, mayor verdad es que al año mueren en el Mundo cientos de
miles de personas a causa de la polución -por lo que el CO2 parece un tema más que preocupante; mucho más que el
referido escape de Fukushima...-.

Por todo lo que decimos, parece que las posturas siempre deben ser moderadas y nunca radicales (menos aún
aprovechando circunstancias, tal como se hizo en Alemania tras la triste crisis de Japón). Pues de otro modo no se
toman decisiones justas, sino populistas. Algo que veremos claramente con el ejemplo presentado; porque aunque
es evidente que lo más deseable son las energías alternativas y sabiendo que el sistema eólico -o el panel solar- son
los medios por los cuales se debiera obtener toda la electricidad. Para llegar a esa renovación total de energías
alternativas se necesita tiempo; y sin dar un plazo para modificar el sistema, manifestando una actitud negativa,
solo se provocará la involución o el retroprogresismo (tal como sucede ahora en Alemania, donde queman millones
de toneladas de carbón para obtener electricidad -gaseando la atmósfera-). Ya que la energía es imprescindible para la
Sociedad y mientras se llega a la renovación del sistema, en Japón prefieren arriesgarse a un accidente en una central
nuclear, antes que someter al pueblo a pobreza energética. Manteniendo esa forma barata de obtener energía (como es
la atómica), con el fin de que las empresas y las casas puedan tener electricidad a bajísimo coste. Algo que se realiza
con un evidente riesgo, pero tomando todas las precauciones. Porque la posibilidad de accidente siempre existe,
aunque hay que evitarlo por todos los medios. No siendo un método políticamente válido culpar al avance, ni
aprovechar las desgracias, para imponer ideas retroprogresistas (tal como hemos dicho se hizo ante la triste
crisis de Fukushima; ya que nadie desea que se produzcan accidentes).
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AL LADO: En Japón, junto a mis primos y sobrinos -hijo de mi prima Conchita Monmeneu- (de izquierda a
derecha: El que escribe estas lineas, Salvador Monmeneu, Mónica Castilla, Luis Beloqui Monmeneu). Mi familia
japonesa vive en Maebashi, apenas a unos ciento cincuenta kilómetros en linea recta de Fukushima (cerca de
Tokio). Cuando se produjo el seísmo y maremoto, algunas lineas aéreas cerraron sus vuelos, impidiendo a
centenares de miles de personas salir de la isla (en momentos tan duros). Las primeras que clausuraron los viajes a
Japón fueron las de centro Europa -en especial las aerolineas alemanas-; ello provocó una crisis interior de tal magnitud
que en una semana el precio de los billetes de avión subieron un mil por cien (multiplicando diez veces su coste). Otros
países, como Inglaterra o China, mantuvieron sus aerolíneas, embajadas y colegios abiertos; generando una
sensación de normalidad y seguridad que permitió a los japoneses reorganizarse y poder afrontar esa
situación (pues si todos hubieran huido en desbandada, se hubiese producido un caos). En esos momentos de
duelo, de dolor, de confusión y horror; lo peor fue observar como en Alemania salían los ecologistas a protestar
por las energías atómicas, con más de veinte mil muertos en Japón y culpando a ese país de lo que le había
sucedido... .Todo ello, en manifestaciones organizadas desde el gobierno para aprovechar la ocasión y eliminar las
centrales nucleares germanas. Pese a ello; aún continúa la señora Merkel gobernando aquella nación y media Europa;
sin que apenas nadie exprese abiertamente que sus fórmulas son inaceptables.
BAJO ESTAS LÍNEAS: Junto a mi cuñado -Ishizeki-, en Matsumoto (uno de los castillos emblemáticos de la
zona en que vivimos, en Japón).
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El ejemplo antes de las imágenes expuesto, es un caso que ilustra el modo en el que quienes tienen más
conocimientos que los demás, pueden llevar al grupo hacia sus deseos y decisiones; incluso en contra del
sentido común. Pues en lo que se refiere a Alemania, parece absurdo que argumenten que un terremoto -menos un
maremoto- les obligaran a cerrar sus centrales nucleares; pasando a quemar carbón en las térmicas. Pero todo ello
razonado por una ingeniera físico nuclear que preside un país (como es Ángela Merkel), hará imposible que ninguna
voz discuta esos dictados. Y de un modo similar, puede justificarse cualquier decisión política; llegando a
tomarse iniciativas verdaderamente involucionistas en el nombre de la revolución -bastando para ello que uno
tenga argumentos suficientemente preparados (tal como hacían los sofistas)-. Esto fue lo que sucedió en Europa a
comienzos de siglo; cuando una generación de jóvenes -que había sido la más preparada hasta entonces-
decidió que el mundo creado por sus padres y abuelos carecía de valor social e histórico. Que aquellos
movimientos e ideologías decimonónicas anteriores a ellos, debían olvidarse o destruirse; para llegar a la modernidad
plena. Así, sobrepasando en mucho los conocimientos de sus antecesores, la juventud de comienzos del siglo
XX decidió romper con el pasado (todo él inútil y cursi). Lo que se tradujo finalmente en una fractura tal, que
provocó la Primera Guerra Mundial y la posterior revolución de Rusia. Pero tras aquella tragedia, muchos de los
que habían combatido en la Gran Guerra, debieron pensar que el verdadero progreso no había llegado todavía a
Europa; así que provocaron una Segunda Guerra Mundial.
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Algo muy parecido sucedió en España, que se salvó de las Guerras Mundiales, aunque vivió sus contiendas
civiles. Desde 1833 con los carlistas, que decidieron imponer un proceso tan involucionista que no permitía
reinar a una mujer en un país como el nuestro; donde ya lo habían hecho en el siglo XV Isabel la católica y Juana I
(mal llamada loca). Carlismo que durante setenta años provocó continuas guerras civiles, hasta que los
levantamientos “requetés” cesaron después de 1900; momento desde el que una nueva generación ya vería a los
partidarios de esa facción como “animales de cresta roja que una vez comulgados y confesados atacaban al
hombre”. Aunque quizás el carlismo desaparece -en mayor medida-, porque a comienzos del siglo XX ya habían
nacido otros nuevos dogmatismos que tenían unos rasgos más modernos. Como fueron las ideologías radicales
que en esa época preconizaban la destrucción del Sistema o dar muerte a quienes fueran adeptos al Régimen (tal como
hacía el anarquismo). Algo que escribo recordando por ejemplo a Valle-Inclán, que era anarquista y a la vez
carlista... . Sea como fuere, desde principios del siglo XX se extendieron por Europa estos movimientos
absolutamente radicales, que llevarían a la confrontación de todos los países. Cuando las monarquías absolutistas
europeas (gobernadas por bobos endogámicos) fueron cayendo en todas las las trampas que esos nuevos ideólogos
les pusieron.
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Asimismo, a España llegaron aquellos movimientos radicales “novecentistas”, aunque tras la Primera Guerra
Mundial; pues nuestro país no debía desear muchos líos después de tantos problemas como tuvo en el siglo
XIX. Pero entre 1880 y 1910 nació una generación mejor “estudiada” que sus antecesores, quienes “todo se lo
sabían”; gentes que pensaron como esa España de La Restauración era casposa o absurda y que había de
aniquilarse. Por su parte, los contrarios a esa modernización no estaban por la labor de cambiar nada, siquiera
prohibir la compra de votos. Así fue cómo se llegó a 1912, año en que un “modernísimo” anarquista llamado
Manuel Pardiñas asesinó a Canalejas y con él a la esperanza del regeneracionismo. Dejando después el rey
Alfonso XIII el Partido Progresista en manos de Romanones; dirigiendo desde entonces la izquierda uno de los hombres
más ricos del país -dueño de las minas de la Unión-. Todo lo que provocó la radicalización del socialismo español,
caminando hacia el marxismo pleno; momento en que dio un golpe de Estado Miguel Primo de Rivera -con la
aprobación del rey-. Siendo desde entonces inevitable La República (tras haberse tolerado esa traición al “sistema
de turnos”). Naciendo por entonces “Las Dos Españas” de Machado. Dos partes que hasta entonces fueron
rivales y poco después se convirtieron en enemigas.
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Y para invitar a una pequeña reflexión, terminaré este artículo con una curiosa frase de Marx; quien afirmaba
que: "La historia ocurre dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa” (9) .
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AL LADO: Cabeza de Antonio Machado, sobre un monolito, regalado por su autor (Pablo Serrano) al colegio de
Soria donde el poeta impartió sus clases de francés. Una primera versión de esta cabeza se puso en la Biblioteca
Nacional -en los años sesenta-; otra, más tarde, en la Academia de San Fernando y una después en Baeza (en la
universidad donde también fue profesor Antonio Machado). Fue este poeta un ejemplo claro de la España del
Regeneracionismo; unido a su hermano -de ideología más conservadora-, siempre respetó el pasado, aunque
deseando el progreso. Era un hombre bueno entre los buenos; como lo fue Krause, Joaquín Costa, Giner de los
Rios, Sanz del Rio o Canalejas.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: El olmo seco de Machado, que se recuerda en Soria (situado frente al cementerio). Ese
árbol fue la imagen de una España decrépita y caída, que el poeta reflejó en unos de sus más bellos versos. Un
poema donde Don Antonio expresa el sentimiento de lo que era la España hundida, que todos aprovechan para hacer
leña. A la vez que recuerda en acróstico a Leonor (su amada); cuyo nombre podemos leer en las palabras -A-L - E (l) O
- NO - será - ejército – antes que te derribe... .
Bajo la imagen recojo el poema A UN OLMO SECO. Esta poesía parece que se redacta en primavera de 1912,
cuando Machado vio un atisbo de esperanza en la política y en la regeneración de España. Tras dos años de
gobierno de Canalejas y cuando Mario Méndez Bejarano y otros progresistas andaluces (amigos del poeta)
estaban en la lista de espera para ocupar los más importantes ministerios. Así escribirá a ese árbol -que simboliza
la España de su tiempo- los versos que bajo estas lineas recojo; esperando un milagro de la primavera (resurección de
nuestra nación que se truncó con el asesinato de Canalejas unos meses después):
"olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera".
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A UN OLMO SECO
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Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
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¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
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No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
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Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
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Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
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Antonio Machado (mayo de 1912)
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ARRIBA Y ABAJO: Dos divertidas fotografías tomadas en San Sebastián. La de arriba, baños de sol en la playa
en 1915 (mi abuela, en el centro; a su derecha Ma.Teresa Santafé y al otro lado María Santafé). Abajo, fotografía
que creí se trataba de un concurso de paraguas en 1925; y que las protagonistas eran: Mi madre (con unos dos
años y a nuestra izquierda), su hermana Maria Luisa (en el centro) y su otra hermana (conchita, a la derecha).
Me comunica mi prima Ma.Sol que la fecha puede estar aliterada y debe ser 1952 (en vez de 1925). Asimismo me
dicen que las protagonistas son (de derecha a izquierda): Mari Sol Santafé Casanueva y sus hermanas Fátima y
Dolores. Se trata de unas fiestas de verano en las que su madre (Lolita Casanueva) había vestido a las niñas como de
"Las de Caín"; una obra de teatro de los hermanoz Ávarez Quintero (musicada por Solozábal) cuyo argumento narra
como los padres de varias hijas no saben qué hacer para casar a tanta niña... .
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NOTA FINAL: Muchos de los datos, recuerdos, anécdotas, sucedidos o historias que describo; me fueron
transmitidos por Gregoria Zamarra. Nacida en Tarancón, casada con el administrador familiar, vivía en casa mi
bisabuelo antes de 1910 (cuando Canalejas es nombrado Presidente). Allí, en Cuenca y en Madrid, conoció a
unos y a otros, permaneciendo siempre entre nosotros; siendo finalmente como una segunda madre para mi
progenitora y los suyos. Quienes al quedar huérfanos en la Guerra Civil, fueron recogidos por Gregoria
Zamarra, que logró traerles hasta la casa de sus familiares (Carolina y Nicolás Santafé -ya fallecido-); donde los
pusieron a cargo de su abuela y su tío Martín. Desde aquí mi recuerdo hacia ella, a su marido -Antonio López
Cabello- y a su hija -Celes López Zamarra, quien es una prima más entre nosotros-.
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AGRADECIMIENTOS: Mi gratitud especial a Javier Casanueva Muñoz (marido de mi prima Ma.Sol Santafé);
quien me ha facilitado algunas de las fotos de la familia que hemos publicado en nuestros "Recuerdos...".
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CITAS:
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(1): A LOS INTERESADOS EN LEER EL ARTÍCULO DONDE TRATO SOBRE ESTE CRONOS MITRÁICO DE MÉRIDA. Pulsar el siguiente enlace:
http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=3132
.
(2): ABC páginas 27 y 28, del 21 de febrero de 1928; Titular: “Dos muertos y siete heridos en accidente automovilista”.
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1928/02/21/027.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1928/02/21/028.html
.
(3): Texto de "Rosa de llamas" tomado desde Jesús Ma. Monge (ver cita abajo). Del mismo modo, en "Luces de Boehmia" podemos leer como Max
Estrella se encuentra con Mateo Morral en la cárcel y habla con él, tomándole y diciendo "yo te bautizo como Saulo" (en una clara referencia a San Pablo
que antes de cristiano fue legionario romano).Jesús Ma. Monge sobre Morral
ver http://www.elpasajero.com/MATEOMOR.htm
-Ramón del Valle-Inclán, En la Luz del día- Texto tomado del artículo de Jesús Ma. Monge Ver cita abajo.
TEXTO TOMADO DE IBIDEM CITA, donde menciona como fuente: "Visión cosmográfica de la Gran Guerra" España, 11 de mayo de 1916, en Dru
Dougherty, Un Valle-Inclán olvidado: entrevistas y conferencias., Espiral-Fundamentos (1982, pp. 78-82 ) Jesús Ma. Monge sobre
Morral http://www.elpasajero.com/MATEOMOR.htm
.
(4): DECÍA EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN DE DE 1873: "Componen la Nación Española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón,
Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones
Vascongadas. Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas, según sus necesidades territoriales".
.
(5): Recojo nuevamente en este párrafo palabras que escribí en otro de mis artículos; concretamente en el dedicado a Beningo de la Vega-Inclán.
.
(6): PAG 591: MASONERÍA Y PENSAMIENTO: Krause // Enrique M. Ureña. //
LA MASONERÍA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX, tomo II, 589,n Junta de Castilla y León 1987
.
(7): Tal como describe Heinrich Zschokke, en un artículo que intituló “El intento de Karl Christian Friedrich Krause de suprimir la Orden de los
masones y crear una Alianza de la Humanidad”.
Cita tomada de: KRAUSE Y SU IDEAL MASÓNICO: HACIA LA EDUCACIÓN DE LA HUMANIDAD
ENRIQUE HERNANDEZ UREÑA, Universidad de Comillas. Madrid. Estudio liberado en la red.
.
(8): MARIO MÉNDEZ BEJARANO. “Los krausistas”, pags. 393 y 480
.
(9): CARLOS MARX "Dieciocho de Brumario, de Luis Bonaparte", Capítulo I

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé

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