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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PANAMÁ

CENTRO REGIONAL DE AZUERO

FACULTAD DE INGENIERÍA CIVIL

Examen semestral de Redacción de informes y expresión oral

Ensayo

“La Maldición de Tutankamón”

Nombre: Lineth Del Carmen Canto Florez

Cédula: 6-726-967

Profesora: Olga Vargas

18 de julio del 2022


Introducción

Tras cerca de 2000 años desde que la civilización egipcia empezara a originarse, Egipto se ha
convertido en la civilización más importante del mundo y todo ello bajo el mandato de
Akenatón, el décimo faraón de la decimoctava dinastía de Egipto, quién impulsó importantes
reformas políticas y sobre todo religiosas, pero como ha sucedido tantas otras veces en la
historia, un reinado así de turbulento solo podía terminar de una manera. Akenatón fue
asesinado por el que consideraba su más fiel sirviente, este suceso hizo que su hijo de 9 años se
viera obligado a ocupar el trono que había dejado su padre. El nombre de aquel chico era
Tutanjatón, a quién más tarde conoceríamos como Tutankamón. Parecía que el joven estaba
destinado a convertirse en uno de los grandes faraones de la historia, pero después de tan solo
10 años de reinado todo se torció y Tutankamón con apenas 19 años falleció. Fue enterrado en
el Valle de Los Reyes, una necrópolis dónde eran sepultados los faraones del imperio nuevo en
sus emblemáticas tumbas, pero fue enterrado sin dejar constancia del motivo de su prematura
muerte, se a hablado de una infección por malaria, de un accidente con un carruaje, de una
septicemia e incluso de un asesinato, pero aunque lo parezca este no es el gran misterio
alrededor de Tutankamón, el misterio y la explicación es ¿por qué con tan solo 10 años reinando
y sin haber hecho contribuciones tan importantes como otros faraones es el nombre más
reconocido del Antiguo Egipto?, esto radica en lo que sucedió una vez muerto. Nuestra historia
continúa en el mismo Valle de Los Reyes pero más de 3000 años después de que la tumba de
Tutankamón fuera sellada.

La Maldición de Tutankamón

Era el año 1912, Theodore David, figura clave en las excavaciones arqueológicas en el Valle de
Los Reyes desde 1902, declara públicamente que la necrópolis había sido explorada por
completo y abandonó la búsqueda de nuevas tumbas y yacimientos de la civilización egipcia.
Parecía que el valle de Los Reyes iba a abandonarse y hubiera sido así de no ser porque entró en
escena alguien que cambiaría para siempre la historia de la arqueología, su nombre era George
Herbert, Conde de Carnarvon. En 1903, debido a un accidente de coche, su salud se vió
deteriorada y aconsejado por los médicos decidió buscar un lugar cálido, lejos de Inglaterra y
movido por su pasión fotográfica, eligió Egipto como un lugar para recuperarse. Ahí en un
momento en el que había mucho misterio alrededor del Antiguo Egipto, el aristócrata se
convirtió en un entusiasta de la egiptología y fue entonces cuando conoció al otro gran
protagonista de esta historia, Howard Carter. Carter era un célebre arqueólogo y egiptólogo
inglés que se negaba a creer que el Valle de los Reyes hubiera sido explorado por completo, el
sabía estudiando los árboles genealógicos de las familias de faraones que alguien importante
tenía que estar descansando bajo la arena. Quería organizar una nueva expedición al valle, tenía
el conocimiento, pero le faltaba el dinero, aquí es cuando su camino se cruza con el del Conde
de Carnarvon, quién apasionado por lo que Carter le planteaba, no dudó en financiar el
proyecto. Así Howard Carter y George Herbert reprendieron la exploración del Valle de Los
Reyes, pero las cosas no fueron sencillas y es que su primer hallazgo relevante tardaría 4 años
en llegar. En las inmediaciones de la tumba, un empleado de la expedición limpiando la entrada,
encuentra una vasija con un nombre, “Tutankamón”, Carter vio por primera vez luz en el
camino, no había ningún registro de su existencia pero tenía que ser una persona importante y
su tumba debía estar ahí, pero no la pudieron encontrar y con el estallido de la Primera Guerra
Mundial todo se detuvo. Durante todo ese tiempo Carter solo tenía una obsesión y un nombre en
su cabeza “Tutankamón”. Llegó el año 1921, tras cerca de una década donde el único
descubrimiento relevante había sido una vasija con un nombre inscrito, el Lord de Carnarvon se
sentía estafado por Carter y estaba perdiendo gran parte de su fortuna en un sueño que cada día
parecía diluirse más, decide abandonar, y Carter al recibir la noticia, viajó hasta el castillo de
Highclere, la residencia del Conde en Inglaterra, para convencerle de que no lo hiciera. Un año
más, eso es lo que le pidió y el Conde aceptó. Howard Carter regresó a Egipto sabiendo que
tenía un año para encontrar la tumba de aquel faraón desconocido. Y fue así como el 1 de
noviembre de 1922, un chico trabajando en la expedición encontró un escalón, era el primer
descubrimiento significativo en 10 años de trabajo, Carter con miedo y a la vez entusiasmo
soñaba sobre donde les iba a conducir ese escalón. Durante los días siguientes continuaron
cavando, era una escalera que desprendía hacia las profundidades de la montaña, Carter cada
vez era más consciente de que estaban dando con la entrada a la tumba intacta de un faraón y
por fin llegaron al final de la escalera para encontrarse con un muro lleno de jeroglíficos, ya no
había ninguna duda, al otro lado de esa pared tenía que haber algo. Carter envío un telegrama al
Lord de Carnarvon para que viajara de inmediato a Egipto, pues no iba a abrir esa cámara sin él.
Al llegar los excavadores pudieron por fin derribar el primer muro mostrando un pasillo que
conducía hacia un siguiente muro, fuera lo que fuera que escondía esa tumba, era importante. Y
cuando se acercaron a ese siguiente muro, Carter leyó ese nombre que lo había obsesionado
durante años, “Tutankamón”, ansioso fue el mismo quién empezó a tirar abajo ese muro.
Entraron a la cámara para descubrir un tesoro que había permanecido en la oscuridad durante
más de 3000 años, todos estaban impresionados, pero Carter no tardó en darse cuenta de que
apenas habían empezado, aquello era simplemente la antecámara de la tumba, una sala que
contenía todo aquello que de acuerdo a la religión egipcia podría necesitar el faraón en el más
allá, había que encontrar la sala, cuya entrada estaría oculta, para ello tuvieron que retirar todos
los tesoros de la antecámara, algo que representó el evento mediático más grande de los años 20
en todo el mundo.

Con la antecámara vacía pudieron empezar la búsqueda, pero no fue sencillo, parecía como si
aquellos que lo hubieran sepultado se hubieran encargado de que nadie pudiera despertarlo.
Carter viendo una pared resguardada por dos centinelas, tuvo una corazonada y en efecto
después de dos semanas, dieron con la entrada, era el 26 de noviembre de 1922 y detrás de esa
pared se encontraba la cámara funeraria y en el centro de la misma un ataúd. Carter sabía que
estaba a unos instantes de realizar el hallazgo más importante de su vida y con el corazón en un
puño abrió el sarcófago y ahí estaba con su máscara de oro, Tutankamón. Tenía una
inscripción que rezaba los siguiente: “la muerte perseguirá a aquel que perturbe la paz del
faraón”. Una simple amenaza pensaron, ojalá hubieran tenido razón.

Habían pasado 6 meses desde la abertura de la tumba y a pesar de que el mundo entero estaba
alabando la hazaña de Carter y su equipo, habían ciertos sectores que movidos por la
superstición creyeron que los arqueólogos se habían condenado a sí mismos, decían que al
haber perturbado el descanso del faraón, su furia y su venganza iba a caer sobre ellos. Una
noche de abril empezó el terror y tras un apagón en la ciudad de El Cairo, los trabajadores del
Hotel Continental Savoy realizaron una inspección de las habitaciones, y fue así como
encontraron el cadáver del Lord de Carnarvon, había fallecido en la habitación del hotel sin
aparente explicación, pero con unas extrañas marcas en el rostro y una inflamación de los ojos y
de las fosas nasales. La autopsia determinó que el aristócrata había muerto a causa de una
septicemia bacteriana, una enfermedad infecciosa qué afecta la piel, originada por una infección
por estreptococos piógenes, al cortarse una picadura de mosquito en la mejilla mientras se
afeitaba, la muerte del Conde, empezó a alimentar a aquellos que desde el primer momento
creyeron que Tutankamón iba a vengarse y aunque Carter consideraba que eran simples
supersticiones, cuando inspeccionando la momia encontró una cicatriz en su mejilla en
exactamente el mismo lugar donde el Conde se había cortado, su mentalidad científica empezó
a tambalearse. Las muertes iban a seguir llegando, el hermanastro del Conde, falleció por
envenenamiento, el encargado de radiografiar la momia, también fue encontrado muerto, Arthur
Mace, que abrió la cámara real junto a Howard Carter murió poco después en El Cairo, en
circunstancias extrañas, Arthur Calendar, amigo de Carter, también murió de neumonía, incluso
la esposa del Lord de Carnarvon, murió a causa de una picadura de insecto. Las supersticiones
parecían ser ciertas, era como si el faraón estuviera vengándose de aquellos que perturbaron su
descanso. Estos sucesos fueron bautizados como “la maldición de Tutankamón”, se llegaron a
atribuir más de 30 fallecimientos a dicha maldición, siendo una historia apoyada por el propio
Arthur Conan Doyle, escritor y médico británico. De repente el hallazgo de la tumba del faraón
se había convertido en una historia de horror, pero la comunidad científica no quiso oír lo que
esas supersticiones tenían que contar, todo había sido una serie de casualidades que nada tenían
que ver con la tumba de Tutankamón, pero cuando un suceso similar ocurrió tiempo después, la
casualidad dejó de ser un argumento para explicar estas muertes.

Cracovia, Polonia, 13 de abril de 1973

Con el consentimiento del arzobispo de Cracovia, se abrió la tumba de Casimiro IV, Duque de
Lituania y rey de Polonia, fue todo un logro para la arqueología polaca, pero de nuevo estaba
apunto de desatarse una maldición, y es que 10 de los 12 científicos que estuvieron presentes en
la abertura de la tumba del Rey, fallecieron al poco tiempo a causa de infecciones o ataques al
corazón, solo sobrevivió Boleslaw Smyk, microbiólogo polaco, quien iba a ser el responsable de
revelar el misterio de la tumba, no solo de Casimiro IV, sino del propio Tutankamón. Smyk, al
abrir la tumba del rey polaco se dio cuenta de que había señales de putrefacción en la parte
interna del ataúd y fue entonces cuando una idea pasó por su cabeza ¿y si aquello que había
matado a los arqueólogos de la tumba del faraón egipcio y del Rey polaco eran unos
microorganismos que habían permanecido vivos en el interior de esas tumbas? ¿y si lo que
habíamos llamado maldición podría reducirse a una simple infección?

Poca gente apoyó esta teoría, ¿cómo iban unos gérmenes a resistir dentro de las tumbas durante
miles de años a la espera de infectar un cuerpo humano vivo?

Conclusión

Aspergillus Flavus es una especie de hongo saprófito, lo que significa que crece sobre materia
orgánica en descomposición, vive bien en espacios cerrados oscuros y con una temperatura
moderada y estable, las tumbas de Tutankamón y de Casimiro IV, serían perfectas para ellos y
como todos los hongos, se reproducen mediante la liberación de esporas, estas pueden ser
inhaladas, llegando hacia los pulmones y provocando Aspergilosis, una extraña enfermedad en
la que Aspergillus, se aprovecha de una inmune debilitación para colonizar los pulmones y
provocar una neumonía que sin tratamiento inmediato, puede resultar letal. Seguía quedando
una incógnita en esta historia, ¿cómo esos hongos habían resistido sin oxígeno y sin nutrientes
durante miles de años dentro de esas tumbas?

Debemos saber que en condiciones extremas de falta de oxígeno y de nutrientes, Aspergillus


Flavus, puede formar esporas de resistencia capaces de permanecer viables durante siglos,
manteniendo al hongo en un estado latente. Las esporas habrían esperado miles de años en esa
tumba sin oxígeno hasta que cuando los arqueólogos la abrieron, el aire entró, la cámara se
oxígeno y los hongos despertaron, se cree que, durante esta hibernación, los hongos podrían
haber incrementado su virulencia, cosa que explicaría que además de afectar a personas inmune
debilitadas como el propio Lord de Carnarvon, también podría haber ocasionado la muerte de
personas sanas. Pero el mundo quería seguir creyendo en aquella maldición, hasta que llegados
al año 2016, diversos estudios internacionales encontraron especies de Aspergillus viviendo
sobre momias en distintos museos, entonces la denominada venganza de Tutankamón no era
más que la naturaleza renaciendo de sus propias cenizas, y cuando lo pensamos en profundidad,
esto es más aterrador que cualquier maldición.

Referencias bibliográficas

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Maldici%C3%B3n_del_fara%C3%B3n

https://www.infobae.com/historias/2022/03/02/la-maldicion-de-tutankamon-que-persiguio-
al-descubridor-de-su-tumba-hasta-la-muerte/

https://artsandculture.google.com/story/eAJyYyD6emhtIw?hl=es

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