Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
por Tutankamón
En 1922, el egiptólogo inglés Howard Carter descubrió la tumba donde reposaban los restos
de un desconocido faraón. A los pocos meses del hallazgo comenzaría una cadena de
inexplicables muertes.
El egiptólogo inglés Howard Carter llevaba más de quince años trabajando en prospecciones
arqueológicas en Egipto, pero lo motivaba una vieja obsesión. Encontrar la tumba de un
desconocido faraón de la dinastía XVIII, de quien tenía sólo una referencia: un anillo en el
que leyó por primera vez su nombre: Tut-Ankh-Amun, que traducido equivale a “más que
nunca está vivo Amon”.
Comienza la maldición
Foto: National Geographic Channel
La noche del 4 de abril de 1923, Lord Carnarvon, quien había financiado la excavación y
estuvo presente el día en que se abrió la tumba, falleció a causa de una neumonía
fulminante, detonada por una septicemia ocasionada por la picadura de un mosquito. Se
cuenta que a la misma hora de su muerte en el Cairo hubo un gran apagón que dejó a
oscuras la ciudad y, en Inglaterra, su perro aulló misteriosamente para luego caer fulminado
en su casa en Hampshire. Para abonar el terreno a las coincidencias, al proceder a la
autopsia de la momia se encontró que justo donde el mosquito había picado a Lord
Carnarvon, Tutankamón tenía una herida.
La novelista gótica Marie Corelli aderezó más la historia, afirmando poseer un primitivo
texto árabe que mencionaba las maldiciones que seguirían a la apertura de la tumba. El
escritor Arthur Conan Doyle, el creador del detective Sherlock Holmes, le echó más leña al
fuego al declararse abiertamente creyente en la maldición.
Últimas víctimas
Los textos y escritos que apoyaban la teoría de la maldición no sólo se basaban en la muerte
de Carnarvon y otras personas, sino en el hecho de que el día en que Howard abrió la
tumba, una cobra se comió a su mascota, un canario (las cobras en el antiguo Egipto
protegían a los faraones).
La presunta maldición reapareció en las décadas de 1960 y 1970, cuando algunas de las
piezas encontradas en la tumba de Tutankamón se trasladaron a varias exposiciones
temporales organizadas en museos europeos. Los directores del museo de entonces
murieron poco después de aprobar los traslados. La última víctima atribuida a la maldición
fue el actor inglés Ian McShane (famoso por personificar a Judas Iscariote en la película
“Jesús de Nazareth”, de Franco Zeffirelli), quien durante la filmación de un película en los
años ochenta sobre la supuesta maldición, sufrió un grave accidente: su coche se salió de la
carretera y se rompió gravemente una de las piernas.
Muchos autores niegan que hubiese una maldición escrita, pero otros aseguran que Carter
habría encontrado en la antecámara de la tumba un ostracon de arcilla cuya inscripción
decía: «La muerte golpeará con sus alas a aquel que turbe el reposo del faraón».
Los científicos, por su parte, prefieren apuntar a otras teorías. Los insectos o las bacterias
presentes en las tumbas de Tutankamón pudieron acelerar la muerte de Carnavon, quien
padecía diversos problemas de salud. Otro estudio arrojó que las momias antiguas pueden
portar Aspergillus Níger y Aspergillus flavus, dos tipos de moho que ocasionan reacciones
alérgicas que van de una simple congestión nasal a una hemorragia pulmonar.