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TOCANDO EL MANTO DE JESÚS MARCOS 5:24-34 27-10-2012

“Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce
años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía,
y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la
multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la
fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús,
conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha
tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha
tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y
temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la
verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote”.

INTRODUCCIÓN:

Esta mujer sufría su pena y su molestia en secreto, "flujo de sangre" o sea hemorragias, y hacía ya doce
años. Después de tantos años hemos de suponer que su salud habría decaído, y que se encontraría
pálida y débil. En cambio su fe era firme y enérgica. De no haber sido así no se habría atrevido a
mezclarse con la multitud para acercarse a Jesús en público. No se atrevió sin embargo a hablarle a Jesús
de esta dolencia. Es posible que estuviera avergonzada de la misma. Por ello se acercó por detrás y tocó
el borde del manto de Jesús.

Jesús siempre tiene un tiempo para ti y para mí. No hay momento en el que él esté tan ocupado que no
pueda verte, escucharte, comprenderte. Dios siempre tiene un espacio en su agenda para ti. La
pregunta es ¿Cómo estás tú de tiempo para Jesús? Quizás hayas escuchado amigos, parientes u otras
personas y éstas te han dicho: “búscame después, ahora no tengo tiempo”. Pero Jesucristo, el hijo de
Dios y nuestro Salvador, nunca estará tan ocupado para darte un “después”, porque él mismo dice: “el
que a mí viene yo no le hecho fuera”; él está esperando que siempre podamos acudir a él, porque él
tiene un propósito especial para nuestras vidas, de tal manera que una vez que lo hayamos tocado,
nuestra vida nunca más será la misma.

En los versos que hemos leído, podemos ver entonces:

 UNA MUJER QUE NO BUSCÓ A JESÚS POR CURIOSIDAD, SINO POR NECESIDAD.

La presencia de Jesús estaba entre la multitud, pero sólo una mujer se dio cuenta de que este era el
momento de que ella se acercara y recibiera un milagro para su vida, la fe le impidió llegar al desespero.
Fue a Jesús. No pidió nada. Tocó el borde de su manto. Y quedó sanada. La fe puede realizar cosas
estupendas. Jesús se lo dijo: "Tu fe te ha salvado; vete en paz y queda sana de tu aflicción." Aun cuando
hemos de ponernos en manos del médico cuando estamos enfermos, no siempre es la voluntad de Dios
que recibamos la curación por este medio, o por ningún medio. Dios siempre nos sostendrá y aliviará el
sufrimiento, aunque no nos cure. Él da a los que sufren una visión de su compasión y amor.

¿Qué importancia puede encontrarse en el hecho de que la mujer creía que todo lo que tenía que
hacer era tocar las vestiduras de Jesús para sanarse?

Esta mujer tenía mucha fe en Jesús, la suficiente para creer que, si pudiera solamente tocar sus vestidos,
ella sería sanada. Por supuesto, no era la ropa misma lo que la curó, ni siquiera el tocarla. Era solamente
el poder de Dios que obraba en alguien que, por desesperación, vino al Señor con fe, conociendo su
propia impotencia y necesidad. El que tocara las ropas de Jesús era fe revelada en obras.
La palabra te está diciendo que ¡hoy es el momento en el que tú puedes acercarte a la presencia de
Cristo y ser transformado! Muchas personas irán a la misa, al culto, al estudio bíblico y regresaran a sus
casas para seguir iguales: Tu puedes salir de aquí diferente, bendecido: lleno de la presencia misma de
Dios.

 LA MUJER AL VER A JESÚS SUPO QUE SI HABÍA ESPERANZA PARA SU VIDA.

En el V. 27 leemos: “cuando oyó hablar de Jesús”. Ella no perdió la oportunidad buscando pretextos para
no venir a buscar a Jesús. ¿Cuáles son los pretextos que tenemos nosotros para no acercarnos a Dios,
para no asistir a los cultos, para no leer la biblia, para no orar, para no tener comunión con él, para no
servirle, para no dar el diezmo,?

 CUANDO CREEMOS LA ESPERANZA QUE HAY EN CRISTO, NO HAY OBSTÁCULO QUE NOS
DETENGA.

La mujer tuvo que superar muchos obstáculos podríamos mencionar algunos. Por un lado según la ley
mosaica era consideraba inmunda a causa de su flujo de sangre, no debía tener contacto con otras
personas a menos que superara su estado de enfermedad. Eso significaba un verdadero obstáculo ya
que no debía acercarse a los demás. Sin embargo su fe la ayudó a pasar ese obstáculo que significaba
AISLAMIENTO. Además su debilidad física de ninguna manera le permitiría abrirse paso en medio de la
multitud para llegar hasta Jesús y tocar su manto como se había propuesto en su corazón hacer. Pero
impulsada por su fe también superó ese obstáculo y logró tocar el manto del Maestro y su fe hizo una
demanda a la unción que tenía Jesús para sanar, por ello Jesús exclama ¿Quién ha tocado mis vestidos?
La mujer temerosa reconoce que había sido ella y Jesús hace una tremenda declaración honrando su
determinación “HIJA, TU FE TE HA HECHO SALVA, Y QUEDA SANA DE TU AZOTE”. Así como aquella mujer
toda persona que se propone avanzar sobre todo tipo de obstáculo será honrada por su fe, recibiendo
conforme a su necesidad. Créelo en tu corazón. Para ti también es así.
¿Quieres recibir bendición? Entonces deja todos tus pretextos a un lado, vence los obstáculos, todos los
gigantes que hay en ti y deja que Jesús te libere hoy. Tanta gente que estaba apretando a Jesús que
seguramente tenían problemas y necesidades, pero sólo una mujer supo cómo tocar a Jesús.

Todos regresaron a casa con su curiosidad satisfecha, pero esta mujer logro que Jesús supliera su
necesidad. ¿Qué vas a hacer tú? Serás como la multitud y dirás: “fíjate que hoy la iglesia estuvo llena, y
que cantamos muy bonito, y que el hermano testificó, y que el sonido de los instrumentos falló…”
¿Serás uno de tantos que llega a los cultos para salir igual? O como la mujer: “si tan sólo tocare el borde
de su manto”. Toca hoy a Jesús.

HECHOS 16:31 “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa”.

MATEO 7:24 “Cualquiera pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre las rocas”.

Colosenses 3:23-25 "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los
hombres" .

CONCLUSIÓN:

No cargues más tiempo con tu pecado, con tus problemas, con tus pretextos. Ya no sigas con un
matrimonio malo, deja que en esta hora Jesús lo cambie. Ya no sigas lejos de Jesús, llénate de su
presencia. Ven acércate a este altar y toca el manto de Jesús, toca a Jesús y deja que él te toque a ti. Ya
no lleves más tu fracaso, clama a Jesús y dile: “Jesús, sálvame” “Ayúdame, sáname, límpiame, tócame…”
"Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva” (Mar. 5:28).

"¿QUIÉN HA TOCADO MIS VESTIDOS?"

Marcos 5:24 al 34 y Lucas 8:43 al 48 cuentan la historia de la mujer que “desde hacía doce años padecía
de flujo de sangre”. Además de ser una condición de salud peligrosa por sí misma, esta enfermedad, en
esa cultura, resultaba en un estigma de impureza ritual, lo que sin duda añadía a su miseria. Entretanto,
los médicos no pudieron hacer nada; estaba tan desesperada que gastó todo su dinero en ellos, y solo se
enfermaba más, lo que no es sorprendente considerando el tipo de tratamiento médico que se hacía en
ese entonces. Apenas podemos imaginarnos cuánto sufrimiento y vergüenza soportó ella por su
enfermedad. Y luego vino Jesús, aquel que hacía todos esos milagros increíbles.

Lee Marcos 5:24 al 34 y Lucas 8:43 al 48.

Esta mujer tenía mucha fe en Jesús, la suficiente para creer que, si pudiera solamente tocar sus vestidos,
ella sería sanada. Por supuesto, no era la ropa misma lo que la curó, ni siquiera el tocarla. Era solamente
el poder de Dios que obraba en alguien que, por desesperación, vino al Señor con fe, conociendo su
propia impotencia y necesidad. El que tocara las ropas de Jesús era fe revelada en obras.

¿Por qué Jesús preguntó quién había tocado sus vestidos? ( vers. 30 - )

Al hacer esta pregunta y lograr que el acto de esta mujer fuera público, Jesús la usó para ayudar a
testificar a los que lo rodeaban. Ciertamente quería que otros supieran lo que había sucedido, y
probablemente quería que ella también supiera que ningún poder mágico de su ropa la había sanado
sino el poder de Dios, que obró en ella por medio del acto de fe de su parte. Por embarazosa que
hubiera sido su condición, ella ahora estaba sana y podía dar testimonio de lo que Cristo había obrado
en ella.

¿Cómo podemos aprender a ir al Señor, como lo hizo la mujer, con fe y sumisión, conociendo nuestra
impotencia? Más aún, ¿cómo podemos mantener fe y confianza en él cuando la curación que pedimos
no se produce como queremos?

Lee Mateo 20:20 al 28. ¿Qué lección importante no habían captado todavía los discípulos, aun
después de todo ese tiempo con Jesús?

Como si las actitudes de los discípulos no hubieran sido suficientemente malas, para rematar allí estaba
Judas, el traidor, actuando como si no pasara nada malo. En medio de todo esto, cuando Jesús tenía
todo el derecho de estar disgustado con todos ellos, ¿qué hizo?

Lee Juan 13:1 al 16. ¿Qué lección está dando aquí Jesús? ¿Por qué esto es, de diversas maneras, una
clave para ver lo que significa ser un seguidor de Jesús?

Era costumbre que los discípulos hicieran provisión para lavar los pies debido a la suciedad de la calle.
Esta tarea era la de un esclavo o un siervo. Pero los discípulos no tenían siervos. Y ninguno de ellos
quería rebajarse a realizar esta tarea humillante y servil. Cuando Jesús se quitó la ropa exterior y
comenzó a lavar sus pies, sus corazones se ablandaron. Habían declarado que él era el Hijo de Dios. Que
el Hijo de Dios se rebajara a realizar la tarea de un esclavo los avergonzó. El texto dice que, antes de
hacerlo, Jesús se quitó el manto, mostrando su disposición de rebajarse y humillarse todo lo necesario
para alcanzar a sus seguidores. Y entonces, por si eso no fuera suficiente, sabiendo plenamente lo que
había en el corazón de Judas, también le lavó los pies.

¿Cuán bajo estás dispuesto a ir por el bien de otros? ¿Cuándo fue la última vez que te “sacaste el
manto” a fin de ministrar a las necesidades de quienes te rodean?

 Martes 14 de junio "NI RASGARÁ SUS VESTIDOS"


“Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y
que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus vestidos” ( Lev.
21:10 ).

De qué maneras podríamos quedar tan atrapados por nuestro sentido de justicia propia, o de
superioridad moral y espiritual, que pudiéramos estar ciegos a las verdades importantes que el Señor
quiere que aprendamos?

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