Está en la página 1de 73

Boris Loayza M.

RESUMEN DE TEORÍA GENERAL DEL ACTO JURÍDICO


VÍCTOR VIAL DEL RÍO

CAPÍTULO I: LA TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO

I. GENERALIDADES

1. Conceptos generales

En principio, lo único que podría relacionar al testamento o al pago de una obligación es que ambos
surgen como consecuencia de la voluntad del hombre. Sin embargo, partiendo de dicho elemento
común es posible encontrar otros: en primer lugar, tales actos surgen de una manifestación de vo-
luntad hecha con un propósito determinado; y en segundo lugar, dichos actos producen efectos ju-
rídicos, pues crean, modifican o extinguen una relación jurídica.

efectos
A estos actos
producen jurídicos,que
voluntarios se da la denominación
realiza de “actos
el hombre con un propósito definido y característico y

2. Fundamento histórico de la Teoría General del Acto Jurídico

En el siglo XVIII, y a la luz de los principios históricos de la ilustración, se consagra al hombre


libre en todo ámbito de su actuar.

Por su parte, principio


denominado de lajurídico
en el campo autonomía de la voluntad,
este concepto en virtud
tan amplio del cual
de libertad se considera
personal que el en
se manifiesta
se relaciona y se obliga con otros porque tal ha sido su De esta manera, este principio se
manifiesta en la facultad de las personas para celebrar los actos jurídicos a través de los cuales
puedan crear, modificar o extinguir derechos subjetivos.

3. La teoría del acto jurídico en el Código Civil chileno

El Código
noce el chilenoSin
Civil
incluso embargo,
no acoge el Libro
ni regula IV del Código
expresamente unaCivil
figurachileno,
generaltitulado
del acto“De las Obliga-
jurídico.
ciones en General y de los Contratos”, contiene numerosas normas que, por su carácter general,
pue- den aplicarse no sólo a los contratos, sino que también a los actos jurídicos que no participan
de esa calidad.

4. Los hechos jurídicos. Conceptos Generales


Para el estudio del curso ‘Introducción al Derecho privado’ resumo, en lo principal, a VIAL DEL RÍO (2003),
Teoría General del Acto Jurídico. Sin embargo, para complementar se añadirán otros autores, los que están
individualizados al final del presente resumen.

1
Boris Loayza M.

El término hecho tomado en un sentido amplio, es comprensivo de todo tipo de acontecimientos,


actuaciones, sucesos o situaciones de todo tipo. Son hechos, por ejemplo, la lluvia, la muerte o cual-
quier fenómeno de la naturaleza. Asimismo, tienen la calidad de hecho todos los actos que
realiza el hombre, sea cual fuere la finalidad perseguida con ellos.

Surge de lo expuesto una primera clasificación de los hechos: naturales y del


No todos los hechos interesan al derecho, pues algunos son jurídicamente irrelevantes e
indiferentes, por lo mismo, a aquél. Sólo importan al derecho los denominados “hechos jurídicos”,
esto es, hechos que tienen relevancia y que producen efectos jurídicos.

Fluye, entonces, una segunda clasificación de los hechos: jurídicos y no


efectos jurídicos. Tales efectos jurídicos consisten en la adquisición, modificación o extinción
Se define el hecho jurídico como el acontecimiento de la naturaleza o del hombre que
derechos

5. Supuesto jurídico

Para que un hecho jurídico produzca consecuencias de derecho es menester que la ley le haya atri-
buido tal virtud. De esta manera, el supuesto jurídico –o de hecho– es el conjunto de requisitos a
que el ordenamiento jurídico condiciona un efecto jurídico, o sea, el nacimiento, la extinción o
la
modificación de una relación jurídica.

El supuesto puede ser simple o complejo, según si para que se produzca el efecto previsto por la
norma basta un solo hecho o se requiere, por el contrario, más de uno.

6. Clasificación de los hechos jurídicos

A) Hechos jurídicos naturales y hechos jurídicos voluntarios: los hechos jurídicos naturales
consisten en un acontecimiento de la naturaleza, como por ejemplo el nacimiento, la
muerte
o la mayoría de edad. Los hechos jurídicos voluntarios consisten en un acto del hombre,
B) como por ejemplo la compraventa, el arrendamiento o el testamento;
Hechos jurídicos positivos y hechos jurídicos negativos: los efectos jurídicos pueden pro-
ducirse como consecuencia de que ocurra algo –un acontecimiento de la naturaleza o un
acto
humano– o como consecuencia de que no ocurra algo. En el primer caso se habla de
C) Hechos jurídicos constitutivos, hechos jurídicos extintivos y hechos jurídicos impediti-
vos:
a Hechos jurídicos constitutivos: se llaman hechos jurídicos constitutivos aquellos
que tienen como consecuencia la adquisición de un derecho subjetivo;
Hechos jurídicos extintivos: hechos jurídicos extintivos son aquellos que ponen
b fin
a una relación jurídica; y
c Hechos jurídicos impeditivos: hechos jurídicos impeditivos son aquellos que
tan a la eficacia de los hechos jurídicos

2
Boris Loayza M.

Esta clasificación importa en materia probatoria: quien alega la existencia del hecho ju-
rídico constitutivo, extintivo o impeditivo debe, por regla general, probar el hecho res-
pectivo.

7. Consecuencias de los hechos jurídicos

Hemos mencionado que los hechos jurídicos producen la adquisición, modificación o extinción de
un derecho subjetivo o de una relación jurídica, entendida ésta en un sentido amplio.

A) Adquisición: se adquiere una relación jurídica cuando la ley la atribuye a un sujeto determi-
nado como consecuencia de un hecho jurídico. En doctrina se prefiere hablar de adquisición
de un derecho o relación jurídica más que de nacimiento del mismo, por ser aquella expre-
sión más amplia que ésta;
B) Modificación: como consecuencia de ciertos hechos jurídicos es posible que una relación
jurídica sufra cambios que, sin hacerla perder su identidad, la hagan sustancialmente
diferente
de la relación adquirida, ya sea porque cambia su contenido o los sujetos de la relación. Las
modificaciones de las relaciones jurídicas pueden producirse por disposición de la ley o por
la voluntad del hombre.
C) Extinción: extinción de un derecho es sinónimo de muerte del mismo. Así, desaparece de la
realidad jurídica, acaba, muere. La extinción de un derecho puede ocurrir por disposición
de
la ley o por la voluntad del
hombre.

8. Desde qué momento se producen los efectos de los hechos jurídicos

Hemos visto que tanto la adquisición como la modificación o extinción de derechos subjetivos en-
cuentran su causa –entendida como antecedente generador de efecto– en hechos jurídicos,
considera- dos como por la ley idóneos o eficaces para producir dichos efectos.

Desde elproduce
jurídico momentolosenefectos
que seque le son todos los requisitos previstos por el supuesto legal, el
cumplen

La se
no han verificado
doctrina denominatodos los hechos
“estado que configuran
de pendencia” el supuesto
a la situación de incertidumbre que se produce

9. Retroactividad de los efectos de un hecho jurídico

Decíamos en el número anterior que el hecho jurídico produce todos sus efectos una vez que se
reali- cen los acontecimientos previstos por el supuesto.

Lo normalpor
embargo, –y excepción, los efectos
que constituye la regladel hecho jurídico
general– pueden
es que dichos producirse
efectos operen sólo para el futuro.

La retroactividad puede tener su fuente en la ley o en la voluntad de las partes.

10. Hechos jurídicos del hombre (actos humanos)

3
Boris Loayza M.

Cada vez que se habla de actos del hombre debe entenderse que tienen la calidad de tales sólo
aquellos que el sujeto ha ejecutado voluntariamente, es decir, dotado de la aptitud para darse
cuenta del acto y apreciar sus consecuencias.

Los actos involuntarios se asimilan a los hechos jurídicos naturales o propiamente tales.

11. Clasificación de los actos humanos

A) Atendiendo a que el acto puede o no conformarse con el derecho: actos lícitos y actos
ilícitos: los actos lícitos son aquellos que se conforman con el derecho. Los actos ilícitos,
en cambio, son aquellos que contravienen al derecho. El ordenamiento jurídico reacciona
en contra de los actos ilícitos de alguna de estas dos maneras: impidiendo que el acto pro-
duzca los efectos queridos por el auto o por las partes y ordenando reparar los daños
causados;
B) Atendiendo a que los efectos del acto pueden o no surgir como consecuencia inmediata
y directa de la manifestación de voluntad: negocios jurídicos y actos jurídicos: sin em-
bargo, en nuestra legislación esa clasificación enunciada [en el título] es desconocida. La
distinción que recoge nuestro derecho distingue entre actos voluntarios realizados con la in-
tención de producir efectos jurídicos y los actos voluntarios realizados sin dicha
intención,
denominando actos jurídicos sólo a los primeros.

12. Actos jurídicos y negocios jurídicos. Un problema de terminología

La denominación de negocio jurídico para los actos realizados con la intención de producir efectos
jurídicos no ha tenido fortuna en la doctrina nacional, que continúa apegada al nombre tradicional
de actos jurídicos.

13. Clasificación de los hechos jurídicos. Cuadro sinóptico

A) Atendiendo a si consisten en que ocurra un acontecimiento o en que no ocurra un


B) Atendiendo
tecimiento: ahechos
si consisten en un
jurídicos acontecimiento
positivos y de la naturaleza o del hombre:
jurídicos naturales o propiamente tales y hechos jurídicos del hombre o voluntarios:
hechos jurídicos del hombre o actos voluntarios pueden
a Lícitos o ilícitos;
b
Negocios jurídicos o actos jurídicos; o si se quiere, conservando la
tradicional, ejecutados con la intención de producir efectos jurídicos (actos
rídicos) o realizados sin la intención de producir efectos

II. NOCIÓN DE ACTO JURÍDICO

14. Concepto del acto jurídico

Se define elo extinguir


modificar derechos,
acto jurídico y que
como la produce losde
manifestación efectos queridos
voluntad hechapor
consuelautor o por de
propósito las
porque el derecho sanciona dicha manifestación de

4
Boris Loayza M.

A) El acto jurídico es una manifestación de

Todo acto jurídico requiere, en primer término, una manifestación de voluntad. Es decir, no basta
con la existencia de la voluntad interna o psicológica, que es, por esencia, variable, sino que es
nece- saria que la voluntad del autor o de las partes se exteriorice por medio de una declaración o
de un comportamiento que permita conocerla.

B) La manifestación de voluntad debe perseguir un propósito específico y


Lo distintivo del acto jurídico es que la parte o partes que intervienen en su celebración manifiesten
su voluntad con un fin o propósito determinado.

Dicho propósito, en concepto de la doctrina tradicional, debe ser jurídico, lo que significa que el
autor o las partes pretenden producir efectos de derecho, esto es, crear, modificar o extinguir
derechos subjetivos.
Sin embargo, para la doctrina moderna la manifestación de voluntad persigue solo un
práctico, denominado propósito empírico o
Nosotros penamos que el propósito perseguido, tal como lo ven el autor o las partes de un acto jurí-
dico, es eminentemente práctico. El derecho, por su parte, toma precisamente en cuenta ese
propósito o fin para regular los efectos jurídicos de la respectiva institución.

C)derecho
el la
La manifestación de voluntad produce los efectos queridos por el autor o por las partes,

Los actos jurídicos producen los efectos que les son propios, porque el autor o las partes así lo han
querido y porque el derecho lo permite o autoriza. En otras palabras, los efectos del acto jurídico
derivan en forma inmediata de la voluntad del autor o de las partes, y en forma mediata de la ley,
que permite la libertad jurídica.

15. Estructura del acto jurídico

En lo relativo a la estructura del acto jurídico es tradicional la distinción entre elementos de la


esencia
(o esenciales), elementos de la naturaleza (o naturales) y elementos accidentales.

de un acto jurídico”.
A) Elementos esencialesEstos se clasifican
del acto jurídico:ensoncomunes o generales
“los necesarios y especiales
y suficientes para ola
Los primeros son aquellos que no pueden faltar en ningún acto jurídico, sea cual fuere
especies. Los segundos son aquellos requeridos para cada acto jurídico en especial,
tituyendo los elementos de la esencia propios y característicos del acto jurídico
La doctrina tradicional señala, en tal carácter de esenciales [con relación al artículo 1445
CC), los
a La
b El objeto;
c La
El Código Civil chileno dice en el artículo 1444 que son cosas de la esencia de un contrato
aquellas sin las cuales no produce efecto alguno o degenera en otro distinto;

5
Boris Loayza M.

B) Elementos de la naturaleza o naturales: son “las consecuencias del acto que tienen lugar
por la disposición de la ley, en vista del silencio de los interesados; por tanto, no es
necesaria la voluntad de éstos para que tengan lugar, pero es indispensable para
modificarlosSe oobserva
extin- guirlos”.
que, en verdad, no existen elementos naturales del acto jurídico. Lo
por lo son
sí hay mismo, de una
efectos declaración
naturales, de aquellos
es decir, voluntadque
para existir;
la ley pero que ylas
subentiende partes,
que no si
pueden eliminar, sin alterar con ello la esencia del acto jurídico;
C) Elementos accidentales: son aquellas que las partes pueden, en virtud de la autonomía
vada, incorporar a éste sin alterar su

16. Requisitos de los actos jurídicos

Hemos mencionado que todo acto jurídico debe contener ciertos elementos esenciales para su exis-
tencia jurídica. Por otra parte, el acto que nace a la vida del derecho debe cumplir con ciertas condi-
ciones para tener una existencia sana y producir sus efectos en forma estable. De lo anterior fluye
una distinción tradicional en doctrina: requisitos de existencia y requisitos de validez del acto
jurídico.

A) Requisitos de existencia: los requisitos de existencia son indispensables para que el acto
nazca a la vida del derecho, para que exista como tal y produzca efectos. Si faltan, el acto es
jurídicamente inexistente, por lo que no produce efecto alguno. Tienen la calidad de requi-
sitos de existencia los siguientes: la voluntad, el objeto, la causa y las solemnidades [esta
última es, en verdad, una forma de manifestar la voluntad en ciertos actos jurídicos: los ne-
gocios solemnes]; y
Requisitos de validez: los requisitos de validez del acto jurídico son necesarios para que
B)
éste tenga una vida sana y produzca sus efectos en forma estable. Son los siguientes: la
voluntad no viciada, el objeto lícito, la causa lícita y la capacidad.

17. Clasificación de los actos jurídicos

A. Atendiendo al número de partes cuya voluntad es necesaria para que el acto jurídico
se forme:actos jurídicos unilaterales, actos jurídicos bilaterales y actos jurídicos
B. Atendiendo
teral a que la producción de los efectos del acto jurídico puede o no encontrarse
subordinada a la muerte del autor o de una de las partes: actos jurídicos entre vivos
actos jurídicos por causa de
C. Atendiendo a la utilidad o beneficio que reporta el acto jurídico para quienes lo ejecu-
tan: actos jurídicos a título gratuito y actos jurídicos a título oneroso;
D. Atendiendo a que el acto jurídico puede o no producir sus efectos de inmediato y sin
limitaciones: actos jurídicos puros y simples y actos jurídicos sujetos a
E. Atendiendo al contenido de los actos jurídicos: actos jurídicos de familia y actos
F. Atendiendo a que el ato jurídico puede o no subsistir por sí mismo: actos jurídicos prin-
cos
cipales, actos jurídicos accesorios y actos jurídicos ;
G. Atendiendo a que la ley puede o no exigir formalidades para su celebración: actos jurí-
H. Atendiendo a que
dicos solemnes el acto
y actos puede oconsensuales;
jurídicos no encontrarse regulado por la ley:
nominados y actos jurídicos actos

6
Boris Loayza M.

CAPÍTULO II: LA VOLUNTAD JURÍDICA

I. GENERALIDADES

18. Conceptos generales

Hemos visto que el acto jurídico se caracteriza por ser un hecho voluntario del hombre, lo que lo
diferencia de los hechos jurídicos propiamente tales.

dos requisito
El primer
reunir requisitosde
copulativos,
existencia aessaber: debe manifestarse
la voluntad. Y, para quey esta
debeproduzca
ser efectos jurídicos

19. Manifestación de voluntad

La manifestación de voluntad puede ser de dos clases: expresa y


indicacione
Es expresa aquella que se manifiesta por medio de una declaración, contenida en palabras o gestos
noaquella
Es tácita
ración, va dirigido a un se manifiesta a través de un comportamiento que, a diferencia de la
en donde

20. La manifestación de voluntad en el Código Civil chileno

Para nuestro Código Civil, por regla general, la manifestación de voluntad expresa y la tácita tie-
nen el mismo valor. De hecho, el Código de Comercio –que regula la formación del
consentimiento– señala que su artículo 103 que la aceptación tácita produce los mismos efectos y
está sujeta a las mismas reglas que la expresa.

21. El silencio

Puede ocurrir que una persona, enfrentada a un hecho determinado, adopte lo que se llama una con-
ducta omisiva, constituida por hechos negativos.
En este sentido, punto controvertido en la doctrina es la posibilidad de atribuir al silencio el signifi-
cado de una manifestación de voluntad.

La regla general es la negativa. Sin embargo, por excepción el silencio puede tener el valor de
mani-
festación de voluntad. Ello ocurre cuando así lo señala la ley, las partes o lo dispone el juez (a
propósito del silencio circunstanciado, es decir, aquel que necesariamente debe ir acompañado de
antecedentes o circunstancias externas que permitan atribuir al silencio, inequívocamente, el
valor de una manifestación de voluntad).

7
Boris Loayza M.

[Sobre este tema, BARCIA1 señala que existe un artículo particular en el Código Civil que regula la
aceptación presunta. En este sentido, está la aceptación en el mandato, la cual es
excepcionalmente
presunta. Así sucede en el caso establecido en el artículo 2125 CC, que consagra un caso de
silencio
circunstanciado.

Para que se configure esta hipótesis de manifestación de voluntad, deben concurrir los
requisito

1 El destinatario debe ser una persona que por su profesión u oficio se encargue de
nego- cios ajenos;
2 El oferente debe ser una persona ausente: así, de tratarse de personas presentes no se
aplica esta hipótesis de silencio; y
3 Debe transcurrir un término razonable sin que el destinatario responda excusándose.].

22. Reglamentación aplicable al silencio

Cabe tener presente que el silencio, en lo que le sea aplicable, está sujeto a las mismas reglas que
toda manifestación de voluntad. Así es posible, por ejemplo, que teniendo el silencio valor de ma-
nifestación de voluntad deba considerarse tal manifestación nula por algún vicio de la voluntad.

23. La manifestación de voluntad debe ser seria

Decíamos de
propósito queproducir un efecto
la voluntad, prácticoefectos
para producir sancionado por el
jurídicos, debe ser seria, es decir, que exista

II. PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD

puede hacer
El principio
que de latodo lo que no
autonomía esté
de la voluntad hace al hombre árbitro de sí mismo y de lo suyo, de

En el Código Civil chileno tiene su expresión en diversas normas, donde una de las más importantes
es el artículo 1545.

III. LA VOLUNTAD EN LOS ACTOS JURÍDICOS BILATERALES

24. El
miento es el acuerdo de voluntades de las partes, necesario para dar nacimiento al acto
bilater
La voluntad en los actos jurídicos bilaterales toma el nombre de consentimiento. Así, el

25. Formación del consentimiento en los actos jurídicos bilaterales

1
BARCIA (2007), Lecciones de derecho civil chileno. Tomo II, De las fuentes de las obligaciones

8
Boris Loayza M.

Tiene su regulación en el Código de Comercio, entre los artículos 97 y 108, y es de aplicación


general al ordenamiento jurídico chileno.

26. La oferta

Se dapropone
sona el nombrea de
otra celebrar
oferta, una determinada
policitación o propuesta al acto jurídico unilateral por el cual una

Para que se forme el consentimiento la oferta debe ser completa. Se considera que es completa la
oferta cuando se formula en términos tales que basta con la simple aquiescencia de la persona a
quien la oferta se ha dirigido para que la convención propuesta se perfeccione . En teoría se ne-
cesita que contenga, al menos, los elementos esenciales del negocio jurídico propuesto.

La oferta puede ser expresa, tácita, realizada a persona determinada o a persona indeterminada.
Esta última, en virtud del artículo 105 C.Com no engendra obligación alguna para el que las hace,
es decir, se le considera una mera proposición a ofrecer.

Los requisitos de la oferta, por tanto,


1. Completa;
2. Seria; y
3. A persona determinada.

27. La aceptación y sus diversas clases

Se define lasuaceptación
manifiesta conformidad
comocon
el acto jurídico unilateral por el cual el destinatario de la

La aceptación se clasifica en expresa (sea verbal o escrita) o tácita; pura y simple o


condicionada. Esta última es, por aplicación del artículo 102 C.Com una contraoferta.

La aceptación debe ser:

1. Pura y simple: para que se forme el consentimiento el destinatario de la oferta debe


aceptarla
2. tal como se le formuló, sin introducir a ésta modificaciones;
Aceptación en tiempo oportuno: esto ocurre cuando se manifiesta la aceptación dentro
del
plazo que eventualmente se hubiera señalado o, a falta de plazo estipulado por las partes, en
el tiempo establecido por la ley. A falta de plazo convencional, la ley distingue entre si la
oferta es verbal o escrita. En el primer caso, el artículo 97 C.Com señala que debe
realizarse
en el acto de conocer la oferta; en el segundo, dentro de 24 horas (siempre que las partes
vivan en el mismo lugar) o a la vuelta del correo (si viven en lugares distintos).Finalmente,
se denomina aceptación extemporánea la que se da una vez vencido el plazo. Esta no
tendrá
3 efecto alguno, sin perjuicio de que el oferente tiene la obligación de comunicarle al destina-
tario que su aceptación fue extemporánea so pena de responsabilidad (art. 98 C.Com); y

9
Boris Loayza M.

retractación, la muerte y la incapacidad legal del oferente. En principio, el oferente


puede
arrepentirse, salvo que se hubiere comprometido a esperar la contestación o a no disponer
del objeto del contrato (casos en que no se puede retractar) (art. 99 C.Com). Ahora bien, la
retractación tempestiva genera responsabilidad: indemnizar los gatos de confianza. La re-
tractación intempestiva no genera efecto alguno, pues ya se perfeccionó el negocio
jurídico.

28. Momento en que se forma el consentimiento

Hay diversas teorías que explican esto: la teoría de la declaración de voluntad; la teoría de la
expedición; la teoría de la recepción; la teoría del conocimiento.

El Código deseComercio
sentimiento forma en recoge
el momento en que
la teoría el aceptación
de la destinatario(arts.
acepta
99 yla101
oferta, da la es
C.Com), aceptación,
decir, el
que esta sea ignorada por el

29. Lugar en que se forma el consentimiento

se entenderá
Dispone
res, celebrado
el Código el contrato,
de Comercio sobre elpara todos los
particular efectos
que, legales,
residiendo loseninteresados
el de la residencia del
en distintos
hubiera aceptado la propuesta primitiva o la propuesta

IV. LOS VICIOS DE LA VOLUNTAD

30. Conceptos generales

apta que
Hemos visto
voluntad y eficaz para desplegar
la voluntad consecuencias
es el primer requisitojurídicas es aquella
de existencia queactos
de los no sejurídicos
encuentray que
[primer requisito de validez del acto .

El artículo 1451 del Código Civil establece que los vicios de que puede adolecer el consentimiento
son el error, la fuerza y el dolo.

Si bien el precepto citado habla de los vicios de que puede adolecer el consentimiento –término que,
como se ha dicho, designa a la voluntad en los actos jurídicos bilaterales– ello no significa que
sola- mente en los actos bilaterales pueda encontrarse viciada la voluntad de una de las partes, ya
que cabe también dicha posibilidad en los actos jurídicos unilaterales, como lo reconoce el CC para
el testa- mento.

SECCIÓN PRIMERA: EL ERROR

Se define el error como la falsa representación de la realidad determinada por la ignorancia o


la

Las clases de error son dos: error de derecho y error de hecho.

1
Boris Loayza M.

31. El error de derecho

El error de derecho es la falsa representación de la realidad jurídica por la ignorancia de una


norma o bien por la equivocada interpretación o aplicación de la misma en un caso concreto. Este
tipo de error no vicia el consentimiento, lo que significa que no puede alegarse para impedir las
consecuencias jurídicas de los actos lícitos ni para exonerarse de responsabilidad por los actos
ilícitos,
salvo en los casos expresamente exceptuados por la ley.

32. El error de hecho

de la
Es la falsa
cuencia ignorancia o que se tiene de una cosa, de un hecho o de una persona, como
representación

En la lo
entre querido
teoría se haydistinguido
lo declaradoentre
y noelhabría
erroracuerdo de uvoluntades;
obstáculo obstativo, yeneldonde
errorexiste
vicio, una
en donde
una manifestación de voluntad, pero

33. La teoría del error en el Código Civil chileno

El CC chileno se ocupa del error entre los arts. 1452 a 1455, donde se reglamenta al error como un
vicio del consentimiento.

34. El error de derecho

Señala el artículo 1452 CC que el error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento. Lo
anterior es producto de la ficción de la ley que supone que las normas jurídicas son conocidas por
todos, sin que nadie pueda alegar su ignorancia después de que hayan entrado en vigencia (art. 8
CC).
Además, en ciertos casos se considera de mala fe a la persona que alega un error de derecho (art.
706
CC en materia de posesión). De esta manera, el error en materia de derecho constituye una presun-
ción de mala fe.

No obstante lo expuesto, la doctrina nacional coincide en atribuir el carácter de excepción a la regla


general de que el error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento a los artículos 2297 y
2299 del CC, ubicados entre las disposiciones que reglamentan el pago de lo no debido.

Señala
es decir,el exigir
art. 2297 que inclusode
la devolución quien haya
lo que o pagó. uneste
diocometido sentido,
error el errorpodrá
de derecho en la repetir
creencialode una
obligación que en realidad no existe impide que el pago produzca el efecto anotado [extinguir la
obligación] y sirve como fundamento para la denominada acción de repetición, que es la que la ley
franquea a quien paga lo que no debe para exigir la restitución de lo pagado.

[Al respecto de esto, MARÍA MARTINIC y RICARDO REVECO2 sostienen que las supuestas
excepciones de los artículos 2297 y 2299 CC no son sino excepciones Lo aparentes.
anterior es debido a que
realidad se aplica otra institución distinta al error, a saber: el pago de losunosanción
lo que está realmente detrás es el enriquecimiento sin causa. Es más, final
debido. En no
estees –

2
MARTINIC y REVECO (2009), Acerca del error, su excusabilidad y otros tópicos.

1
Boris Loayza M.

en el caso de los vicios del consentimiento, en general– la nulidad relativa, sino que el efecto
dichas normas es conceder la acción de

35. El error de hecho

En tres artículos: 1453, 1454 y 1455 el CC describe y reglamenta las hipótesis de error de hecho
que estima irrelevantes.

chilena
Antes de entrar
normativa a no distingue
analizar entre el error
los distintos tiposobstáculo
de erroresy el
queerror
regula el CC, hay que señalar que

A) Error esencial y obstáculo

El artículo 1453 reglamenta dos supuestos de error:

1. El error que recae sobre la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra; y,
2. El error que recae sobre la identidad de la cosa específica de que se trata.

en la doctrina
El Código
que esta especie
Civil considera de error
al error impideunu vicio
obstáculo obstadel
que se forme el
consentimiento. Sin embargo, hemos

En lo que respecta a la sanción del error obstáculo existen tres


de consentimiento;
21 Nulidad absoluta:
Inexistencia: como para
no se quienes
forma el estiman que la elinexistencia
consentimiento, acto jurídicocomo sanción noportiene
sería inexistente
aplicación en la normativa chilena, la nulidad absoluta es la mayor sanción; y
3 Nulidad relativa: al ser un vicio de la voluntad la sanción sería esta, pues el art. 1682 la
dispone como regla subsidiaria a la nulidad absoluta que tiene causales establecidas.
Además, su presencia –se ha dicho– es en interés particular y no público como en la nulidad
absoluta.

B) Error sustancial

la calidad
oRegulado en esencial de1454
el artículo la inciso primero, las hipótesis que reglamenta consisten en la

esencial
Por sustancia
calidad se ha
se ha discutido,
entendido queexistiendo dos específica que constituye la cosa. En cambio,
es la materia

ElIAL
V primer criterio esobjetivo,
]; el segundo, subjetivo, y atiende
atiende a unacriterio
la intención
comúndeylas partes al
general, por tal calidad [la[opinión
tráfico opiniónde
ÍÑIGO DE LA MAZA comentando la sentencia de los camiones].
3

La sanción de este tipo de error es la nulidad


3
DE LA MAZA (2010), Contrato de compraventa y error. Corte de Apelaciones de Arica, 2 de marzo de 2008,
Corte Suprema, 19 de enero de 2010, rol Nº 1.908-2008, Nº Legal Publishing 43283

1
Boris Loayza M.

C) Error accidental

y, además,
Es aquel que
contratar este motivo
recae sobre debe ser
una cualidad conocido pero
dispensable, por la contraparte
que (art. motivo
es el principal 1454 inc.de las partes

De esta que
preciso la consideración
manera, para que el de queenlauna
error cosacualidad
tiene talno
cualidad
esencialhubiese constituido
de la cosa vicie elelconsentimiento,
motivo
nante que tuvo una de las partes para contratar, y que ello haya sido conocido por la otra

La sanción de este tipo de error es la nulidad


D) Error en la persona

intención
El inciso
tiene de del
primero contratar cuando
artículo 1455 esta consideración
lo define es error
como aquel la causa principal
acerca del contrato.
de la persona En
con quien
palabras, se da en los casos de contrato intuito

Este tipo de error vicia el consentimiento y se sanciona con la nulidad relativa. Además, una vez
declarada la nulidad del contrato por error en la persona que sufrió una de las partes, la otra tendrá
derecho a que se le indemnicen los perjuicios sufridos como consecuencia de la nulidad, siempre
que hubiere contratado de buena fe.

[DE LA MAZA4 señala que el error, más que una falsa representación de la realidad, consiste en un
dispositivo de distribución de riesgos de la información defectuosa. En este sentido, siguiendo a
FEDERICO DE CASTRO, la pregunta relativa al error vicio del consentimiento es la siguiente: ¿quién
merece protección, respecto de su propio error? ¿A quién le estará permitido aprovecharse del error
ajeno? Y la cuestión está en que entre quien se equivoca reprochablemente y quien, razonablemente,
confía en él, preferiremos proteger a este último.

Así, DE LA MAZA sostiene que tratándose del error, la pregunta correcta no es, exactamente, si el
consentimiento del errans está o no viciado. Lo determinante consiste en determinar quién merece
protección frente al error de quién declara su voluntad

Ahora bien, en cuanto al error, sus requisitos serían

1 Incardinación: que el error se pueda subsumir dentro de los supuestos de hecho regulado
en
el Código Civil, es decir, en las cuatro clases de error reguladas entre los artículos 1453 y
1455;
2 Excusabilidad: que el error inevitablemente ocurrirá no obstante la diligencia del errans.
En
otras palabras, el error para viciar el consentimiento debe ser excusable, pues, en caso con-
trario, si es inexcusable, es decir, si es producto de su culpa, imprudencia o supina igno-
rancia, el error no viciará el consentimiento y, por tanto, el errans no tendrá acción de nuli-
dad relativa. Este es el requisito que mejor demostraría, en opinión de DE LA MAZA, la fun-
ción del error como un dispositivo de distribución de riesgos; y
Determinante: el error debe determinar el consentimiento.].
4
DE LA MAZA (2012), El error vicio del consentimiento: entre la protección y el aprovechamiento.

1
Boris Loayza M.

SECCIÓN SEGUNDA: LA FUERZA

36. Conceptos generales

Se define la fuerza como los apremios físicos o morales que se ejercen sobre una persona desti-
nados a que se preste su consentimiento para la celebración de un acto jurídico.

Así como el error vicia el consentimiento porque se interpone en el conocimiento del autor, la
fuerza es un vicio del consentimiento porque se opone a la libertad.

La voluntad supone, por tanto, no solo una manifestación consciente del sujeto, sino que también
una manifestación libre sin coacciones.

La fuerza se clasifica en fuerza física o absoluta –caracterizada por una construcción directa y ma-
terial– y en fuerza moral o psíquica, en la cual el apremio se ejerce sobre la psiquis de la víctima
con el fin de intimidarla.

37. Fuerza física o absoluta

En la fuerza física se pretende obtener una apariencia de consentimiento de la víctima a través de


procedimientos violentos o brutales. De esta manera, la fuerza física excluye o suprime la
voluntad; no existe manifestación de voluntad: es un acto jurídicamente inexistente.

La fuerza física no es, por tanto, un vicio de la voluntad. Es, en cambio, un acto inexistente.

38. Fuerza moral

En el acto en que incide la fuerza moral existe una manifestación de voluntad del sujeto. Pero
éste no ha sido libre; la manifestación le fue impuesta por una amenaza actual de un mal futuro;
no es espontánea.

Esta voluntad está solamente viciada, porque no se ha determinado libremente, influyendo así en la
voluntad negocial. Por lo tanto, habría un vicio de la voluntad, y no divergencia entre voluntad y
manifestación.

De lo expuesto se infiere que el estudio de la fuerza como vicio de la voluntad se restringe, exclusi-
vamente, a la fuerza moral constituida por aquellos apremios que producen a la víctima miedo o
temor de sufrir un mal.

39. Requisitos doctrinarios para que la fuerza moral vicie la voluntad

La doctrina exige la concurrencia de dos requisitos para que la fuerza vicie la voluntad: que sea im-
portante y que sea injusta.

1
Boris Loayza M.

A) Fuerza moral importante: es aquella que influye de manera significativa en el ánimo de


la víctima. Para determinar dicha influencia se toma en consideración un tipo medio de
per- sona sensata, apreciando la edad, sexo y otras condiciones (como cultura, por
ejemplo); y
B) Fuerza moral injusta: que la fuerza injusta significa que el mal con que se amenaza debe
ser ilegítimo, es decir, contrario a derecho; o bien, no siendo en sí mismo ilícito, que se
enlace a la consecución de una ventaja desproporcionada e injusta (beneficios injustos), es
decir, ventajas a las cuales no tenía derecho.

40. De quién puede provenir la amenaza

La amenaza debe provenir necesariamente de una persona, que puede ser una de las partes en la
convención, el destinatario de una declaración unilateral de voluntad o un tercero.

Lo único decisivo es que la amenaza debe haberse realizado con la voluntad y la conciencia de
deter- minar al otro sujeto al negocio.

41. Hechos que no constituyen fuerza moral

No existe en el temor reverencial, es decir, aquel estado de sujeción en el que nos encontramos por
razones de obediencia, gratitud, respeto, admiración o devoción frente a otros.

42. La fuerza en el Código Civil chileno

El Código Civil chileno se refiere a la fuerza como vicio del consentimiento en los artículos 1456 y
1457.

El inciso primero del artículo 1456 establece los requisitos que debe reunir la fuerza para viciar el
consentimiento, tales son: que la fuerza sea importante o grave, injusta o ilícita y determinante.

A) Grave: de acuerdo al inciso primero del artículo 1456, sólo vicia el consentimiento la
fuerza que es capaz de producir una impresión fuerte en una persona de sano juicio,
tomando en cuenta su edad, sexo y condición. La víctima de la fuerza debe probar, en
primer término, la existencia de la amenaza; y, en segundo, la gravedad de la misma. Por
excepción la ley pre- sume la gravedad de la fuerza cuando la amenaza infunde en la
víctima un justo temor de verse expuesta a ella, su consorte, o alguno de sus ascendientes o
descendientes, a un mal irreparable y grave;
B) Injusta o ilícita: el apremio debe ser contrario a la ley o al derecho; y
C) Determinante: esto significa que el consentimiento obtenido con la amenaza debe ser con-
secuencia inmediata y directa de ésta, de modo que sin la fuerza la víctima no habría
cele- brado el acto para el cual se forzó. Dicho requisito se desprende del artículo 1457
CC.

43. De quiénes puede provenir la fuerza

Es irrelevante que la amenaza la ejerza una parte del contrato o un tercero ajeno al mismo. Tampoco
exige con tal efecto que la fuerza provenga de la persona que es beneficiada por ella. Así, es
necesario sólo que la ejerza cualquiera persona con el objeto de obtener el consentimiento.

1
Boris Loayza M.

Además, es menester señalar que en virtud de lo señalado en el artículo 1456 el temor reverencial
no vicia el consentimiento.

44. Efectos de la fuerza moral

Para nuestra legislación, el acto en que incide la fuerza moral que reúne los requisitos de grave,
determinante e injusta existe, pero con un vicio que lo expone a ser invalidado, mediante la acción
de nulidad relativa (art. 1682 CC).

45. El estado de necesidad

En la situación que la doctrina conoce con la denominación de estado de necesidad, el sujeto, que
se siente amenazado por un hecho de la naturaleza o por un acto del hombre, para evitar el
daño que teme en su persona o en sus bienes adopta un determinado comportamiento, que
produce un perjuicio a terceros o resulta perjudicial para los propios intereses del sujeto.

En responsabilidad extracontractual tal estado de necesidad es una causa de exoneración de respon-


sabilidad, es decir, la persona que ha actuado como consecuencia de un estado de necesidad no
queda obligado a reparar los daños que produzca a terceros.

Sin embargo, en materia de vicios del consentimiento nuestro Código Civil no dispone de
regulación. El contrato que se celebró como consecuencia de un estado de necesidad no es, por
esta causa, rescindible.

SECCIÓN TERCERA: EL DOLO

46. Conceptos generales de dolo

Hemos visto que la voluntad para desplegar los efectos jurídicos que le son propios, requiere en el
manifestante un adecuado conocimiento de la realidad, el cual, sí llegara a faltar, sea por ignorancia
o equivocación, impide que la manifestación sea eficaz.

Tanto en el error como en el dolo existe por parte de la víctima una falsa representación de la
realidad. La diferencia es que en el error, dicha falsa representación de la realidad surge de manera
espontánea; mientras que, en el dolo, es provocada por las maquinaciones o maniobras
fraudulentas fragua- das por otra persona para engañar e inducir a error al sujeto.

Así, la definición de dolo es la que sigue: maquinaciones fraudulentas destinadas a que una per-
sona preste su consentimiento para la celebración de un acto o contrato.

De esta manera, el dolo constituye un vicio del consentimiento distinto al error.

47. Clasificación del dolo

A) Dolo bueno y dolo malo: el dolo bueno consiste en el comportamiento lícito, realizado con
astucia, malicia, halagos, jactancia, propaganda. En otras palabras, son las exageraciones
que

1
Boris Loayza M.

son normales en el comercio. El dolo malo, en cambio, supone un comportamiento ilícito


constituido por el engaño que una persona hace a otra para inducir a esta última a una mani-
festación de voluntad que sin el dolo no habría efectuado, o habría efectuado en condiciones
menos onerosas;
B) Dolo positivo y dolo negativo: el dolo positivo es aquel en que el engaño se realiza a través
de razonamientos o actos tendientes a representar como verdaderas circunstancias falsas o
suprimir o alterar las verdaderas. El dolo negativo es aquel en que el engaño consiste en
ocultar sagazmente hechos verdaderos. El autor del dolo se escuda en una ‘omisión’ de acti-
vidad como es el silencio o reticencia; y
C) Dolo determinante y dolo incidental: dolo determinante, principal o inductivo, es aquel
que induce en forma directa a una persona a realizar una declaración o manifestación de
voluntad. El dolo incidental, en cambio, no es determinante para la manifestación de
voluntad, que la víctima hubiera formulado de todas maneras, aunque, de no existir el dolo,
la hubiera formu- lado en condiciones menos onerosas.

48. El dolo en el Código Civil chileno

El legislador conoce el término dolo con tres acepciones o significados diferentes:

1. Como uno de los vicios que puede adolecer el consentimiento;


2. Como una circunstancia agravante de responsabilidad contractual (art. 1558); y
3. Como uno de los elementos que integran el supuesto de hecho del delito civil (art. 2284).

El dolo está definido en el artículo 44 CC como la intención positiva de inferir injuria a la


persona o propiedad de otro.

49. El dolo como vicio del consentimiento

El Código Civil reglamenta el dolo como vicio del consentimiento en los artículos 1458 y 1459.

El inciso primero del artículo 1458 establece que el dolo no vicia el consentimiento sino cuando es
obra de una de las partes, y cuando además aparece claramente que sin él no habrían
contratado. De este artículo se desprenden sus dos requisitos copulativos: que sea determinante y
que sea obra de una de las partes. Sin embargo, este último requisito sólo es posible en los actos
(o contratos) bilaterales, y no en los unilaterales, en donde el dolo puede provenir de un tercero
siempre y cuando sea determinante.

Entonces, el dolo vicia la voluntad cuando es determinante y obra de una de las partes, siempre que
el acto jurídico sea bilateral, pues si es unilateral basta que sea determinante.

El dolo como vicio de la voluntad se sanciona con la nulidad relativa o rescisión (art. 1682 CC).
No reuniendo los requisitos necesarios, no vicia el consentimiento ni afecta a la validez del acto
jurídico. Sin embargo, da derecho a la víctima que sufrió el dolo a accionar de perjuicios contra
quien fraguó el dolo, por el total; o bien, puede demandar a quien se aprovechó del dolo
fraguado por un tercero, por el provecho que le reportó (art. 1458 inciso 2°).

1
Boris Loayza M.

[DE LA MAZA5 ha señalado que la doctrina define al dolo in contrahendo como las maquinaciones
fraudulentas destinadas a engañar a una persona con la intención de capturar su voluntad.
Por su parte, el CC define al dolo en su artículo 44 como la intención positiva de inferir injuria a la
persona o su patrimonio.

De esta manera se desprende que el dolo tiene dos elementos: uno objetivo y uno subjetivo.

El elemento objetivo consiste, precisamente, en las actuaciones o maquinaciones de una parte.


Estas, a su vez, pueden ser tanto acciones (dolo positivo) como omisiones (dolo negativo). Es este
último caso el más interesante, pues para que la reticencia o el silencio constituya dolo se requiere
que exista un deber precontractual de información, el cual puede provenir de la ley (como aquel
requerido en el art. 1861 CC) o de la buena fe objetiva (art. 1546) de tal suerte que quien calla
teniendo el deber de informar incurrirá en dolo por omisión.

El elemento subjetivo consiste en el ánimo o intención del agente doloso de capturar la voluntad
de quien lo padece. Se ha discutido en qué consiste esta distinción, siendo las posturas las
siguientes: se busca causar perjuicio a la persona o propiedad del otro, es decir, el dolo como
ánimo de dañar (como señala el art. 44) o bien, con el dolo se busca un beneficio personal con tal
conducta, repre- sentándose la posibilidad de dañar al otro (caso de dolo eventual).].

50. Prueba del dolo

Dispone el artículo 1459 que el dolo no se presume sino en los casos especialmente previstos por
la ley (por ejemplo, el artículo 968 N° 5). En los demás casos debe probarse.

51. Condonación del dolo

De conformidad con lo dispuesto por el artículo 1465 CC, el dolo no puede perdonarse o condo-
narse anticipadamente, es decir, antes de que se cometiere, so pena de objeto ilícito (art. 1465), el
cual se sanciona con nulidad absoluta (art. 1682).

SECCIÓN CUARTA: LA LESIÓN

52. Conceptos generales sobre la lesión

La lesión es, en términos amplios, un perjuicio, un daño patrimonial que sufre una persona como
consecuencia de la celebración de un acto jurídico.

Se define la lesión como el perjuicio que experimenta una persona cuando ejecuta ciertos actos
jurí- dicos, y que resulta de la desigualdad existente entre la ventaja obtenida y el sacrificio
hecho para obtenerla.

En doctrina el campo de aplicación de la lesión se restringe a los contratos onerosos


conmutativos. En consecuencia, no tiene cabida en los contratos gratuitos ni en los contratos
aleatorios.

5
DE LA MAZA (2008), Buena fe, el reverso de la moneda. A propósito del dolo por omisión y el deber precon-
tractual de informar.
1
Boris Loayza M.

En los contratos onerosos conmutativos la lesión está constituida por la desigualdad entre las pres-
taciones recíprocas de las partes, de modo tal que una reciba más y la otra menos de lo que da.

53. La lesión en el Código Civil chileno

El artículo 1451 del CC no menciona entre los vicios del consentimiento a la lesión. Nuestro
Código limita el campo de la lesión a determinados actos jurídicos, que no necesariamente son
contratos onerosos conmutativos y algunos de ellos no son ni siquiera contratos. Se aplica un
criterio objetivo, es decir, se sanciona a algunos actos en donde una parte sufre un daño
patrimonial que la ley estima excesivo; dictando para tales casos normas que tienden a
restablecer el equilibrio.

A) Lesión en el contrato de compraventa de bienes raíces

El artículo 1888 CC establece que el contrato de compraventa puede rescindirse por lesión enorme;
precisando el artículo 1891 CC que no habrá lugar a la acción rescisoria por lesión enorme en la
venta de bienes muebles, ni en las que se hubieren hecho por el ministerio de la justicia.

Sólo cabe la lesión en la compraventa voluntaria de bienes raíces.

El artículo 1889 CC dice que el vendedor sufre lesión enorme cuando el precio que recibe es
inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende y el comprador, a su vez, sufre lesión
enorme cuando el justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga
por ella.

Así, por ejemplo, si A compra a B una casa en $100.000, en circunstancias de que el justo precio de
ésta al tiempo del contrato era $40.000, el comprador sufre lesión enorme y podrá demandar la
resci- sión de la compraventa, aun cuando hubiere contratado a sabiendas de la desproporción y
consentido en ella libre y espontáneamente.

Esto significa que basta al comprador acreditar que el justo precio de la cosa que compra es
inferior a la mitad del precio que paga por ella para que el juez declare la rescisión del contrato.

Los efectos que produce la lesión en el contrato de compraventa están señalados por el artículo
1890 CC: el comprador puede o consentir en ella [en la rescisión o nulidad relativa] o completar
el justo precio con deducción de una décima parte; y el vendedor puede a su arbitrio en
consentir en la rescisión o restituir el exceso del precio recibido sobre el justo precio
aumentado en una décima parte.

B) Lesión enorme en el contrato de permuta de bienes raíces

El artículo 1900 CC hace aplicables al contrato de permuta todas las disposiciones relativas al
contrato de compraventa que no se opongan a la naturaleza de este contrato. Por tanto, la lesión
enorme se podría aplicar.

C) Lesión en la cláusula penal enorme

La cláusula penal es una evaluación anticipada de los perjuicios que deriven del retardo en el

1
Boris Loayza M.

cumplimiento de una obligación, o del incumplimiento de la misma (arts. 1535 y ss.).

2
Boris Loayza M.

Se llama cláusula penal enorme a aquella que es excesiva o desmesurada, perdiendo, en conse-
cuencia, su carácter indemnizatorio y convirtiéndose en un lucro para el acreedor.

Está regulada en el artículo 1544 CC que regula tres hipótesis:

1. Cuando en un contrato oneroso conmutativo, en que la obligación de una de las partes


consiste en una cantidad [de dinero] determinada, como equivalente a la obligación de
la otra parte, y la pena consiste, asimismo, en el pago de una cantidad determinada;
2. Cláusula penal enorme en el mutuo; y,
3. Cláusula penal de obligaciones de valor inapreciable o indeterminado.

La cláusula penal enorme no se sanciona con la nulidad. Simplemente el deudor puede exigir que se
rebaje la pena, de modo tal de pagar, por concepto de la obligación principal y de pena, conjunta-
mente, no más del doble de la obligación principal [es enorme en todo lo que exceda el duplo de
la obligación principal].

D) Lesión en la aceptación de una herencia

Regulada en el artículo 1234 CC se señala que lesión grave es cuando la herencia disminuyere en
su valor total más de la mitad.

Por ejemplo, se creía que la herencia era de $100.000, pero con todo el pasivo queda en $20.000. En
este caso hay lesión enorme en la aceptación de la herencia.

E) Lesión en la partición de bienes

Está expresada en el artículo 1348 CC: las particiones se anulan cuando se ha perjudicado en más
de la mitad.

F) Lesión en el mutuo con intereses excesivos

Se da en los casos en que se establecen intereses por sobre el interés máximo convencional (que es
el máximo interés permitido por la ley, y que es igual al interés legal aumentado en un 50%).

Al sobrepasar el interés máximo convencional, la sanción –al menos en la Ley N° 18.010– es que se
rebaje el interés al legal o corriente.

G) Lesión en la anticresis

La anticresis es un contrato por el que se entrega al acreedor una cosa raíz para que se pague
con sus frutos (art. 2435 CC).

De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 2443 las partes podrán estipular que los frutos se com-
pensen con los intereses, en su totalidad, o hasta concurrencia de valores. Los intereses que se esti-
pularen estarán sujetos, en caso de lesión enorme, a la misma reducción que en el caso del mutuo
[en

2
Boris Loayza M.

donde al sobrepasar el interés máximo convencional y convertirse en interés usurero, se rebaja al


interés legal].

V. DESACUERDO ENTRE VOLUNTAD Y DECLARACIÓN

54. Voluntad real y declaración

Lo corriente –y la regla general– es que la manifestación o declaración coincida con la voluntad


real del sujeto.

Sin embargo, puede ocurrir que la manifestación no refleje exactamente la voluntad real. Ello
ocurre en dos hipótesis:

1. En la primera, el sujeto ha sido víctima de error, fuerza o dolo. Por tanto, existe un
vicio en el consentimiento; y
2. En la segunda, la disconformidad entre la voluntad real y la declarada ha sido delibe-
radamente buscada. El sujeto quiere en su fuero interno una cosa, pero declara otra
distinta.

Surge entonces el problema de establecer cuál es la voluntad que tiene mayor trascendencia jurídica,
si la voluntad real o la voluntad declarada.

Existen tres teorías que explican esta situación.

1. Teoría de la voluntad o dogma de la voluntad: lo que importa es la voluntad real, pues la


declaración no es más que un instrumento para exteriorizar la voluntad;
2. Teoría de la culpa in contrahendo: si una persona culpable o dolosamente formula una de-
claración que no se ajusta a su voluntad real, contrae una responsabilidad, por tanto deberá
indemnizar los perjuicios;
3. Teoría de la declaración: lo más importante es la declaración, es esta la que genera los
efectos jurídicos; y
4. Pensamiento de Hartmann: corresponde al juez, luego de analizar las circunstancias parti-
culares del caso sometido a su conocimiento y de ponderar la buena o mala fe de las partes
determinar cuál es la voluntad que debe primar.

En nuestro ordenamiento jurídico lo que parece primar es la voluntad real, lo que se desprende de
diversos artículos, por ejemplo, 1445, 1437, 1069 y 1560 CC. Sin embargo, también se ha dicho que
no corresponde al intérprete buscar la voluntad real de las partes, pues esta voluntad debió haber
sido “conocida” (art. 1560 CC), o sea, exteriorizada por algún medio. Por tanto, la voluntad que
prima sería la declarada, pues la voluntad no exteriorizada es irrelevante para el derecho.

VI. LA SIMULACIÓN

55. Conceptos generales

2
Boris Loayza M.

FERRARA distingue entre los que significa “simular” y “disimular”. Simular es hacer aparente lo
que no es; mostrar una cosa que realmente no existe. Disimular es ocultar al conocimiento de los
demás una situación existente.

En ambos casos existe un elemento común: el engaño.

Negocio simulado es el que tiene una apariencia contraria a la realidad; o porque no existe en
absoluto, o porque es distinto que como aparece.
La simulación se enmarca dentro del campo de la voluntad y, más específicamente, en el
desacuerdo entre la voluntad real y la declarada. Acá es posible imaginar tres situaciones:

1. En la reserva mental: en el que el sujeto simplemente guarda para sí una voluntad


manifes- tando otra;
2. En los actos iocandi causa: que se realizan bajo circunstancias de representación o utilidad
didáctica; y
3. En la simulación: se acuerda celebrar un acto jurídico en circunstancias que eso no es lo
efectivamente perseguido.

Se define a la simulación como la declaración de un contenido de voluntad no real, emitida


cons- cientemente y de acuerdo entre las partes, para producir con fines de engaño la
apariencia de un negocio jurídico que no existe o es distinto de aquel que realmente se ha
llevado a cabo.

De esta definición se extraen los elementos constitutivos de la simulación:

1. Existencia de una declaración que deliberadamente no se conforma con la intención


de las partes;
2. Consciencia de la disconformidad;
3. Dicha declaración ha sido concertada de común acuerdo entre las partes: lo que res-
tringe el ámbito de aplicación a los actos jurídicos bilaterales y los actos jurídicos uni-
laterales recepticios; y
4. El propósito perseguido por las partes es engañar a terceros: PEÑAILILLO6 discute este
requisito. Para él, al exigir una declaración disconforme y, más aún, un concierto de volun-
tades, es lógica la conclusión de que se busca engañar a terceros, por tanto, basta esta inten-
ción de engañar como un elemento objetivo. Así se facilita la prueba (probar la intención –
señala– sería extremadamente complejo).

56. Clasificación de la simulación

A) Simulación lícita e ilícita: la simulación lícita es aquella en que las partes no persiguen
el perjuicio de terceros (no obstante, su intención sí es engañarlos). La simulación ilícita,
a diferencia de la anterior, tiene como móvil el perjuicio de terceros o la violación de la
ley, es decir, la intención de engañar. Dicho motivo es el que inspira a las partes.
[PEÑAILILLO7 discute que la simulación ilícita se constituya con la intención de engañar,
señalando que basta el resultado: que se perjudique, efectivamente, a terceros. Así,
simulación ilícita sería

2
Boris Loayza M.

6
PEÑAILILLO (1992), Cuestiones teórico-prácticas de la simulación
7
PEÑAILILLO (1992), Cuestiones teórico-prácticas de la simulación

2
Boris Loayza M.

aquella que perjudica a terceros, y no aquella que tiene como intención perjudicar a terce-
ros. Además, expresa que esta circunstancia genera que respecto a terceros nazca una acción
de responsabilidad que se agrega a la acción de simulación];
B) Simulación absoluta y relativa: la simulación absoluta se produce cuando se celebra un
acto jurídico que no tiene nada de real y que es ficticio en su totalidad. La simulación
relativa se produce cuando se ha querido realizar un acto diferente del manifestado, sea
en su totalidad, sea sólo parcialmente.

57. Desde qué momento existe la simulación

Hay autores que señalan que la simulación sólo existe desde que se pretende hacer oponible a
terceros el acto simulado. Sin embargo, se ha estimado que en el mismo momento de la
celebración del contrato simulado existe la simulación.

58. Simulación y reserva mental

La simulación y la reserva mental –que consiste en no aceptar en el fuero interno lo que se ma-
nifiesta como la voluntad real– se asemejan en que ambas suponen una declaración de lo que no
se quiere con el propósito de engañar.

Se diferencian en que en la reserva mental existe sólo en una de las partes, mientras que en la simu-
lación existe un acuerdo. Además, se diferencian en la intención, pues en la reserva mental es con el
propósito de engañar a la otra parte, mientras que en la simulación se busca engañar –o perjudicar–
a terceros. Finalmente, se diferencian en que la reserva mental no atenta contra la validez de los
actos jurídicos: es inocua; en cambio, en la simulación sí se atenta contra la validez de los actos
jurídicos.

59. La simulación relativa

En esta especie de simulación se advierten con nitidez dos actos jurídicos: el simulado o fingido
(acto declarado) y el disimulado u oculto (verdadera intención de las partes). Por eso se ha dicho
que en la simulación relativa se simula algo, por una parte, y se disimula, por otra. En cambio,
en la simulación absoluta se simula algo y no se disimula nada.

Una vez descubierta el velo de la simulación relativa, y apareciendo el acto verdadero que se
ocultaba tras él, deja el acto ostensible o simulado de tener significación, adquiriendo relevancia
jurídica el oculto, que es el que las partes realmente celebran y que corresponde a su verdadera
intención.

Si el acto oculto no va en perjuicio de terceros ni infringe la ley, nos encontraríamos en presencia de


una simulación lícita o inocente. En tal caso, el acto disimulado que cumpliera con los requisitos
de existencia y validez produce los efectos que le son propios [se evalúa en su mérito].

Es importante tener presente que no se sanciona a la simulación en sí misma, sino que lo que
pueda estar afecto a sanción es el acto disimulado.

60. Consecuencias de la simulación

2
Boris Loayza M.

Si la simulación es absoluta, establecida ésta el acto simulado se desvanece, quedando, en suma,


inexistente.

Si la simulación es relativa, se desvanece y queda inexistente el acto simulado, que no va a


producir efectos porque carece de causa o tiene una causa falsa o engañosa. En cambio, queda a la
vista el acto disimulado, que puede tener una causa lícita o ilícita y se sancionará según los vicios
que en él se adviertan.

61. Simulación en el contenido del contrato: objeto, precio, fecha, modalidades y pactos
acceso- rios

La simulación relativa puede recaer en el objeto del acto o contrato, en cualquier calidad accidental
de la cosa, en algún pacto accesorio al contrato, al precio, etc.

Además, puede darse el caso de simulación relativa sobre las partes en un contrato.

62. Efectos de la simulación

A) Efectos de la simulación entre las partes

Recordemos que la simulación es un engaño que urden las partes con el propósito de perjudicar a
terceros. Por lo mismo, en las relaciones recíprocas de las partes el acto simulado no existe, ri-
giéndose estas por su voluntad real.

Además, es frecuente que en la práctica que las partes, en forma paralela al documento en que hacen
constar el contrato aparente, extiendan otro documento que deja constancia escrita de su voluntad
real. A este último se le denomina “contraescritura”, porque contradice lo expuesto en otro docu-
mento.

La afirmación de que entre las partes prima la voluntad real se funda en el artículo 1707 CC.

[Para PEÑAILILLO8 esta situación genera responsabilidad contractual].

B) Efectos de la simulación respecto de terceros

La situación que hemos expuesto es totalmente diversa en lo relativo a los efectos de la simulación
respecto de terceros.

Para estos solamente existe el acto ostensible, es decir, el contrato simulado que da cuenta de la
voluntad declarada por las partes. La voluntad real de éstas, que mantuvieron encubierta, no afecta
por regla general a terceros.

[Para PEÑAILILLO9 la simulación ilícita genera responsabilidad contractual para las partes, pero
extracontractual para con terceros].

8
PEÑAILILLO (1992), Cuestiones teórico-prácticas de la simulación
9
PEÑAILILLO (1992), Cuestiones teórico-prácticas de la simulación

2
Boris Loayza M.

B.1) TERCEROS QUE QUIEREN PREVALERSE DE LA VOLUNTAD REAL

Los terceros a quienes perjudica el contrato simulado pueden solicitar al juez la declaración de que
éste no coincide con lo que las partes realmente querían, y que puede ser no celebrar contrato
alguno o bien celebrar uno distinto.

Si la simulación es absoluta, la resolución judicial que deja en evidencia que el contrato simulado
es ficticio en su totalidad impide que éste pueda producir efectos respecto de terceros. En cambio, si
la simulación fuera relativa, la resolución judicial que deja en evidencia el contrato realmente
celebrado por las partes, dándose en este caso la posibilidad de que el tercero que solicitó al juez la
declaración de la voluntad real de las partes tenga interés en que el contrato antes mencionado
produzca a su respecto todos los efectos que está naturalmente destinado a producir, o bien, que no
produzca dichos efectos.

B.2) TERCEROS QUE QUIEREN PREVALERSE DE LA VOLUNTAD EN EL ACTO SIMULADO

a) Si el contrato simulado consta en escritura pública o en un documento que conste al margen de


dicha escritura (que se tomare razón de él) el tercero no podría reclamar que tal contrato no le es
oponible (art. 1707 CC).

b) Si no consta en escritura pública o en un instrumento privado del que se le ha tomado razón, el


tercero puede alegar que el contrato simulado (la voluntad declarada) se mantenga.

La doctrina, en forma unánime, señala que las consecuencias de la simulación demandada por
terceros no afectan a otros terceros de buena fe y que, por ende, la voluntad real sólo puede
oponerse a los terceros que sabían o debían saber sin negligencia de su parte que sus derechos
derivaban de un título simulado.

63. Acción de simulación

La doctrina da la denominación de acción de simulación a la que ejercen los terceros a quienes la


simulación perjudica para que el juez declare la voluntad real de las partes.

Solamente la puede demandar el tercero que tiene interés jurídico, es decir, es titular de un
derecho subjetivo o una posición jurídica amenazada por el contrato aparente.

El actor, además, debe acreditar el daño sufrido.

Con respecto a la prescripción de la acción existen dos posturas:

1. Hay autores que consideran que dicha acción no se extingue por su no ejercicio, y así
se podría ejercer en cualquier tiempo; y
2. La prescripción de la acción de simulación se rige por las reglas generales de prescrip-
ción de las acciones (art. 2515: 5 años), a menos que se estime que la acción emana de
un delito civil, caso en el cual el plazo de prescripción sería de 4 años (art. 2332 CC).

2
Boris Loayza M.

[En lo que sigue, resumo a DANIEL PEÑAILILLO.10

EL FUNCIONAMIENTO PRÁCTICO DE LA SIMULACIÓN (LA ACCIÓN)

A.1. Si se trata de una simulación absoluta, en la práctica recibe aplicación por la vía de nulidad

En primer lugar, las partes no han querido celebrar contrato alguno, de modo que solamente hay
una apariencia, y esa apariencia carece de voluntad (recuérdese que para que la voluntad produzca
sus efectos jurídicos es necesario que sea manifestada y que sea seria).

En segundo lugar, el requisito que faltaría es la seriedad.

En tercer lugar, al faltar el consentimiento [nombre que toma la voluntad en los actos jurídicos bila-
terales y que consiste en el concurso de la oferta y aceptación], con los arts. 1444, 1445 y 1682 CC
la conclusión es que el acto es inexistente o, al menos, nulo absolutamente.

Finalmente, la figura doctrinaria de la simulación absoluta, conduciendo el caso por el cauce de la


estructura del acto jurídico, parece desembocar en la nulidad absoluta. Esa es, pues, la acción que
se ejercita.

B.1. Si se trata de una simulación relativa la situación es más compleja

Ante esta clase de simulación, la doctrina más divulgada ha propuesto el ejercicio de una acción de
simulación con la cual se solicita al Tribunal que declare que el contrato ostensible es
solamente una apariencia, que disimula a otro y que, por tanto, tenga a éste como el
verdaderamente cele- brado.

Ahora bien, ¿qué ocurre con el acto desvelado? Debe ser analizado en su mérito, es decir: deben ser
analizados sus requisitos de fondo [los de existencia y validez] y, si los cumple, el acto será
válido. Si no los cumple podrá ser anulable absoluta o relativamente (e incluso vía acción pauliana
(art. 2468 CC) siempre que se haga en perjuicios de terceros con fraude pauliano –conocimiento o
ignorancia culpable del mal estado de los negocios del deudor–).

Así, aparece la acción de simulación como una figura autónoma, independiente.

Pero, ¿qué ocurre con el acto ostensible, el simulado? Como este acto es solo apariencia, él es
inexis- tente, o si la inexistencia no se acepta, sería nulo absolutamente. Todo ello por falta de
voluntad seria [se aplica el mismo razonamiento anterior].

Entonces, salvo situaciones particulares, estimamos como lo más seguro sólo llegar a accionar de
simulación, pero siempre concluir pidiendo que el acto ostensible se declare nulo.].

CAPÍTULO III: EL OBJETO

10
PEÑAILILLO (1992), Cuestiones teórico-prácticas de la simulación

2
Boris Loayza M.

I. GENERALIDADES

64. Conceptos generales

Todo acto jurídico debe tener un objeto, pues éste es un requisito de existencia esencial sea cual
fuere la especie de acto jurídico de que se trate.

Se ha dicho que el objeto estaría constituido, precisamente, por los derechos y obligaciones que el
acto crea, modifica o extingue. Dicho de otro modo, el objeto es lo querido por el autor o por las
partes del acto jurídico.

Para otros, el objeto del acto jurídico sería la prestación, es decir, la cosa que debe darse o
entregarse, o el hecho que debe ejecutarse o no ejecutarse. Quienes así piensan consideran que son
una misma cosa el objeto del contrato y el objeto de la obligación.

Así, el objeto del negocio jurídico son las obligaciones que este genera. El objeto de la obligación
es la prestación. Y, el objeto de la prestación es aquello que se debe dar, hacer o no hacer.

El Código Civil chileno requiere para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad, dicho acto o declaración recaiga sobre un objeto lícito (art. 1445 n° 3), y establece que
toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no
hacer (art. 1460).

En doctrina se ha dicho que los requisitos del objeto consisten en la determinación, posibilidad y
licitud del objeto.

II. EL OBJETO PARA EL CÓDIGO CIVIL

65. Requisitos del objeto según el Código Civil

Hemos mencionado que para nuestro Código Civil el objeto de todo acto o declaración de voluntad
es una cosa que debe darse o entregarse o un hecho que debe o no ejecutarse.

Consecuentemente con lo anterior, el Código, al establecer los requisitos del objeto, distingue si
éste consiste en una cosa que debe darse o entregarse o en un hecho que debe o no ejecutarse. Y,
así, en el primer caso la cosa debe ser real, comerciable y determinada. Si el objeto de la
declaración de voluntad es un hecho, éste debe ser determinado y física y moralmente posible.

66. Requisitos que debe reunir la cosa objeto de la declaración de voluntad

A) Cosa real: que la cosa objeto del acto jurídico sea real significa que debe existir al
momento de la declaración de voluntad o, a lo menos, esperarse que exista (art. 1461
CC). Esto se relaciona con el artículo 1813 CC que señala que la venta de una cosa que no
existe, pero se espera que exista, se entenderá hecha bajo la condición [suspensiva] de
existir, a menos que se exprese lo contrario, o que por la naturaleza del contrato se
establezca que se compró la

2
Boris Loayza M.

suerte. Por otra parte, si se vende una cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato se
supone existente y, en realidad, no existe, la venta no producirá efecto alguno (art. 1814
CC) [un supuesto de imposibilidad originaria];
B) Cosa comerciable: se dice que una cosa es comerciable cuando es susceptible de dominio
o posesión por los particulares. O bien, cuando se encuentra en el comercio humano y
no excluida de él por su naturaleza, por su destinación o por la ley; y
C) Cosa determinada: la cosa que debe darse o entregarse debe estar determinada, a lo
menos, en cuanto a su género (art. 1461 CC). Una cosa puede encontrarse determinada
como espe- cie o cuerpo cierto o como género (art. 1508 y ss. CC). Cuando la cosa se
encuentra deter- minada sólo en el género, debe conocerse la cantidad, es decir, el número
de cosas objeto de la declaración de voluntad. La cantidad puede estar expresamente
determinada por las par- tes o, a lo menos, si éstas nada dicen, el acto o contrato debe
contener datos o fijar reglas que sirvan para determinarla (art. 1461).

67. Requisitos que debe reunir el hecho objeto de la declaración de voluntad

A) Hecho determinado: el objeto de la declaración de voluntad debe encontrarse, lo que signi-


fica que tiene que especificarse de manera tal que evite toda ambigüedad en cuento a qué
es lo que debe hacerse o no hacerse;
B) Hecho física y moralmente posible: el hecho objeto de la declaración de voluntad debe ser
física y moralmente posible. Es físicamente imposible el hecho cuando es contrario a las
leyes de la naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las leyes o contrario a
las buenas costumbres o el orden público.

68. Sanción por falta de objeto

Doctrinariamente el acto que carece de objeto es inexistente, pues falta un requisito esencial para la
existencia jurídica. Así lo da a entender el artículo 1814 CC.

Sin embargo, para quienes no reconocen la inexistencia como ineficacia jurídica en nuestro derecho,
la sanción es la nulidad absoluta, pues se habría omitido un requisito exigido por la ley para el
valor del acto, en consideración a su naturaleza o especie (art. 1682 CC).

III. EL OBJETO ILÍCITO

69. Conceptos generales

Para la validez del acto jurídico se requiere que el objeto sea lícito. Si el acto jurídico tiene objeto,
aunque éste sea ilícito, adquiere existencia jurídica. Sin embargo, el acto jurídico nace con un vicio,
la ilicitud del objeto, que lo hace susceptible de ser invalidado por la declaración de nulidad
absoluta.

Según CLARO SOLAR, objeto ilícito es el reconocido por la ley, que lo protege y ampara. A
contrario sensu, objeto ilícito es aquel que no se conforma con la ley.

3
Boris Loayza M.

En opinión de VIAL hay que preguntarse, más bien, cuándo el objeto es ilícito. Sigue el autor seña-
lando que habría objeto ilícito cuando el objeto del acto consiste en la ejecución de un hecho ilícito
o cuando el acto o contrato mismo configura una causal de ilicitud.

70. Actos que contravienen el derecho público

Regulado en el artículo 1462 CC se señala que hay objeto ilícito en todo lo que contraviene el de-
recho público chileno. En otras palabras, es en todo acto o contrato que vulnere o infrinja el dere-
cho público chileno.

71. Pactos sobre sucesión futura

Señala el art. 1463 que el derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no puede ser
objeto de una donación o contrato [con ello se abarca a todo negocio jurídico entre vivos]. Sin em-
bargo, este principio tiene una excepción: el pacto de no mejorar (art. 1204).

De esta manera, tenemos que el derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no
puede ser objeto de contrato alguno, sea gratuito u oneroso. Salvo, claro está, el art. 1204 que
regula el pacto de no disponer de la cuarta de mejoras.

De este artículo [1204] se dispone que no puede celebrarse válidamente convención alguna entre el
que debe una legítima y el legitimario relativa a la misma legítima. Y, en lo que respecta a la cuarta
de mejoras [aquella que se puede asignar a los descendientes, ascendientes y la cónyuge, que son, a
su vez, legitimarios], la única convención permitida es a no disponer de dicha cuarta [lo que debe
realizarse por escritura pública].

La sanción por la contravención de dicho pacto no es la nulidad de ese instrumento, sino que,
simple- mente, la ineficacia de la disposición de la cuarta de mejoras, pero solamente en lo que
representa el perjuicio para el asignatario que fue parte en dicho pacto, constituido por lo que
dejó de percibir si el causante hubiera cumplido su promesa.

Cabe tener presente, finalmente, que la ley prohíbe las convenciones que tengan por objeto el
derecho de suceder por causa de muerte a una persona [todavía] viva, siendo perfectamente válidas
las con- venciones relativas a derechos sucesorios ya existentes por haber muerto el causante (art.
1909 y ss.).

[Sobre el pacto de no disponer de la cuarta de mejoras, MEZA BARROS11 ha señalado que la ley
prohíbe perentoriamente, so pena de nulidad absoluta, los pactos sobre sucesión futura (art. 1463
CC). Sin embargo, el causante puede convenir que no dispondrá de la cuarta de mejoras. Este pacto
sobre sucesión futura es válido, por excepción, en los términos del artículo 1204 CC.

Dicho pacto debe seguir los siguientes requisitos:

1. Es un pacto solemne: se hace mediante escritura pública;


2. Impone una obligación de no hacer: la estipulación deberá consistir en no disponer de la
cuarta de mejoras. En otras palabras, se debe dejar la distribución de los bienes a la ley; y

11
MEZA BARROS (2008), Manual de la sucesión por causa de muerte y donaciones entre vivos.
3
Boris Loayza M.

3. El pacto debe celebrarse entre el causante y con el cónyuge, o alguno de sus


descendien- tes o ascendientes que tengan el carácter de legitimarios.

La sanción en caso de contravención al pacto es que el favorecido (aquél con el que se pactó) con
ésta tendrá derecho a que los asignatarios de esa cuarta le enteren lo que le habría valido el
cumpli- miento de la promesa, a prorrata de lo que su infracción les aprovechare.

Por ejemplo, supóngase que el causante tenía tres hijos, A B y C. Prometió a A no disponer de la
cuarta de mejoras y dispuso de ella totalmente en favor de B. A tiene derecho para demandar a B el
tercio de la referida cuarta. Así, si el acervo líquido es de $120.000; la mitad legitimaria asciende a
$60.000 y las cuartas a $30.000. A tendrá derecho a demandar $10.000, es decir, un tercio de la
cuarta, que es lo que le hubiere aprovechado el pacto.].

72. Enajenación de las cosas enumeradas en el artículo 1464

La voz enajenación admite dos sentidos: uno amplio y uno restringido. El primero consiste en la
transferencia del dominio o la constitución de cualquier otro derecho real sobre la cosa. El se-
gundo, en cambio, sólo es la transferencia de dominio.

La doctrina ha estimado que cuando la ley dice enajenar no necesariamente restringe el alcance de
este término a la tradición que permite la transferencia de dominio, y que el artículo 1464 CC es
uno de los casos en que dicha palabra debe tomarse en un sentido amplio.
En consecuencia, en los casos enumerados por el artículo 1464 CC adolece de objeto ilícito la tradi-
ción de las cosas que en ellos se señala, sin que tenga para tal efecto relevancia alguna que la
tradición se haya hecho con la intención de transferir el dominio o de cualquier otro derecho real.

La cuestión se complica en el caso especial de la compraventa: ¿Se pueden vender las cosas cuya
enajenación adolece de objeto ilícito según el artículo 1464 CC?

Veíamos que la ley considera la enajenación de ciertas cosas que menciona en el artículo 1464 CC
adolece de objeto ilícito, de lo cual cabe inferir que la convención que juzga reprochable es la tradi-
ción y no los contratos que pudieran tener por objeto tales cosas, como sería el arrendamiento, por
ejemplo.

La cosa se complica con la compraventa, pues el sólo contrato de compraventa no transfiere el


domi- nio de la cosa vendida, sino que constituye el título o antecedente que justifica la adquisición
del dominio por el modo de adquirir, que es la tradición.

Sin embargo, la compraventa que tuviera por objeto alguna de las cosas que señala el artículo 1464
CC adolece de objeto ilícito al igual que la enajenación de las mismas, no en virtud de dicha
disposi- ción, sino porque constituye un contrato que la ley prohíbe, lo que resulta de concordar el
artículo 1810 –que establece, a contrario sensu, que no pueden venderse aquellas cosas cuya
enajenación esté prohibida– con el art. 1464 –que menciona las cosas cuya enajenación está
prohibida– y el artículo 1466 –que dice que hay objeto ilícito en todo contrato prohibido por las
leyes–.

Sin perjuicio de lo anterior, hay autores –como E UGENIO VELASCO– que disienten en parte de esta
interpretación, porque, a juicio de éstos, el artículo 1464 no tiene el alcance de norma prohibitiva en

3
Boris Loayza

relación con la enajenación de todas las cosas que enumera. Sólo los n° 1 y 2 serían prohibitivos,
mientras que los n° 3 y 4 serían imperativos, puesto que se pueden enajenar cumpliendo ciertos
requisitos, como si el juez los autoriza o el acreedor consiente. De esta manera, la enajenación en
dichos números es válida y no adolece de objeto ilícito.

[CARLOS PEÑA12 explica de mejor manera la cuestión. Sostiene que la palabra ‘enajenación’ puede
ser entendida en dos sentidos. Primero, en un sentido restringido, es decir, toda transferencia o
traspaso en la titularidad del dominio. Segundo, en un sentido amplio, es decir, no solo aquellos
actos que importen transferir o traspasar la titularidad del dominio, sino, también, todos
aquellos que imparten una desmembración o limitación del dominio (como la constitución de
una servi- dumbre).

De estos dos modos se entender el concepto enajenación ha de preferirse la interpretación amplia.


Cabe, por tanto, preguntarse ¿qué actos equivalen a enajenación, o sea, qué actos resultan compren-
didos en las hipótesis de objeto ilícito del art. 1464 CC?

Al respecto, cabe establecer que los contratos no son actos que equivalgan a enajenación, y por con-
siguiente, la mera contratación sobre alguna de las cosas enumeradas por el precepto no adolece
de objeto ilícito.

Así pues, sólo es posible enajenar, esto es, transferir el dominio o constituir cualquier otro derecho
real sobre la cosa (lo que importa una limitación del dominio) a través de un modo de adquirir
cuyo antecedente es el título traslaticio, por ejemplo, la tradición precedida de una compraventa.

Sin embargo, surge el casos especial de la compraventa y así, nace la pregunta siguiente: ¿adolece
de objeto ilícito la venta de las cosas enumeradas en el artículo 1464?

En principio, tendríamos que responder que al no ser la compraventa un modo de adquirir, es decir,
al no constituir una enajenación, la respuesta debiera ser negativa. Sin embargo, la cosa se complica
con el artículo 1810 CC señala –a contrario sensu– que no pueden venderse aquellas cosas cuya
enajenación esté prohibida, es decir, no podrían venderse las cosas enumeradas en el artículo 1464
CC pues su enajenación está prohibida, so pena de objeto ilícito, pero ya no por el artículo 1464
sino que por el artículo 1466 CC que señala que hay objeto ilícito en todo contrato prohibido por
las leyes.

De esta manera, con una interpretación armónica de los artículo 1810, 1464 y 1466 se podría
entender que pese a que la compraventa no constituye enajenación, de todas formas la venta de
alguna de las cosas enumeradas en el artículo 1464 adolece de objeto ilícito.

Esta solución se atenúa si se piensa en la tesis del profesor E UGENIO VELASCO, quien señala que el
artículo 1810 indica que no se puede vender aquello cuya enajenación está prohibida, lo que no
ocurre en todas las hipótesis del artículo 1464, sino que solo en los numerales 1 y 2, pues los nume-
rales 3 y 4 serían imperativos (se puede enajenar cumpliendo ciertos requisitos).

Siendo así, solo la venta de las cosas señaladas en los dos primeros números del art. 1464
impor- taría objeto ilícito por infracción de una norma prohibitiva].

14
CARLOS PEÑA, Memorándum de Derecho acerca del artículo 1464 del Código

3
Boris Loayza

IV. ESTUDIO PARTICULAR DE LOS CASOS ENUMERADOS POR EL ARTÍCULO 1464

73. Enajenación de las cosas que no están en el comercio

Hemos dicho que las cosas que no están en el comercio son aquellas que no son susceptibles de
dominio o de posesión por los particulares, como por ejemplo, las cosas comunes a todos los
hombres o los bienes nacionales de uso público.

El artículo 1461 CC señala, dentro de los requisitos del objeto [si es un dar, debe ser determinado –o
determinable–, real y comerciable; si es un hecho, debe ser determinado –o determinable– y física y
moralmente posible] que este sea comerciable, lo que permite inferir que no puede constituir objeto
de un acto o contrato la cosa que no está en el comercio, pues falta un requisito o cualidad esencial
del objeto.

Sin embargo, de acuerdo al N° 1 del art. 1464 CC, la enajenación de las cosas incomerciables
adolece de objeto ilícito. Esto revelaría una falta de armonía en el código, pues la sanción producto
de la enajenación de una cosa incomerciable no sería la inexistencia, sino que la nulidad absoluta.
A nuestro juicio, si la cosa no existe o no se encuentra determinada o está fuera del comercio, falta
un requisito o cualidad esencial del objeto, lo que implica que el acto, sea cual fuere su
naturaleza, no puede tener por objeto de la cosa que se encuentre en alguna de estas circunstancias,
ya que care- cería de objeto, y como tal, no produce efecto alguno. La sanción es, entonces, la
inexistencia.

[PEÑA13, a diferencia de VIAL, sostiene que la sanción es la sanción no sería la inexistencia por
faltar un requisito de su existencia, sino que la nulidad absoluta por establecerlo así el artículo
1682 CC.].

74. Enajenación de los derechos y privilegios que no pueden transferirse a otras personas

El Código se refiere en el N° 2 del artículo 1464 a los derechos personalísimos, que son aquellos
que no pueden transferirse a otras personas, como por ejemplo, los derechos de uso y habitación
(art. 819 CC) y el derecho a pedir alimentos (art. 334 CC).

Hay quienes consideran que esta disposición es redundante, porque tales derechos personalísimos
están fuera del comercio, bastando el N° 1 del artículo 1464. Sin embargo, nos parece que esta im-
presión es errónea, porque los derechos personalísimos sí están dentro del comercio, toda vez que
son susceptibles de dominio o posesión por los particulares. Lo que ocurre es que son inalienables,
es decir, no se pueden transferir a otra persona.

[Otra vez PEÑA14 discrepa con VIAL. Para el primero existe redundancia, porque los derechos perso-
nalísimos estarían fuera del comercio; en cambio, para el segundo los derechos personalísimos no
están fuera del comercio, sino que pueden ser objeto de una titularidad por parte de particulares, no
obstante que no se pueden transferir entre privados, por ser inalienables].

75. Enajenación de las cosas embargadas por decreto judicial

14
CARLOS PEÑA, Memorándum de Derecho acerca del artículo 1464 del Código

3
Boris Loayza

13
CARLOS PEÑA, Memorándum de Derecho acerca del artículo 1464 del Código Civil

14
CARLOS PEÑA, Memorándum de Derecho acerca del artículo 1464 del Código

3
Boris Loayza

Se define embargo como la aprehensión compulsiva que el juez de la causa hace de determinado
bien del deudor, y desde el momento en que se verifica, tales bienes quedan sujetos a la autoridad
del referido juez.

Tanto la doctrina como la jurisprudencia coinciden en que tiene calidad de embargada no


solamente la cosa con respecto de la cual se ha trabado el embargo en un juicio ejecutivo, sino
que también aquella que se encuentra afectada por una medida de prohibición de celebrar actos y
contratos o de gravar y enajenar.

Ahora bien, la cosa se entenderá embargada, entre las partes, desde el momento en que notificada
la resolución que ordena requerir de pago al deudor y embargable de bienes suficientes si no paga
en el momento del requerimiento, el ministro de fe a quien corresponde efectuar la diligencia del
em- bargo practica éste sobre bienes específico del deudor.

Con respecto al tercero, se debe distinguir:

1. El embargo que recae sobre bienes muebles: existe con respecto de terceros sólo desde el
momento que ha tenido conocimiento del embargo; y
2. El embargo que recae sobre bienes inmuebles: existe con respecto de terceros sólo una
vez que se ha inscrito en el Registro de Interdicciones y Prohibiciones del CBR.

Cabe destacar que la enajenación de un inmueble embargado adolece de objeto ilícito aunque no se
haya inscrito el embargo. Lo que ocurre es que la sentencia que declara la nulidad absoluta de la
enajenación por la causal de objeto ilícito no produce los efectos respecto de terceros si a la fecha
en que se realiza ésta el embargo no se encontrara inscrito.
De lo dicho se infiere que la sentencia es oponible a terceros cuando el embargo se encuentra ins-
crito.

El embargo o prohibición debe existir en el momento de la enajenación para que ésta adolezca de
objeto ilícito.

¿Hay objeto ilícito en la enajenación forzada de una cosa embargada?


Existe una discusión al respecto. Algunos autores (entre ellos C LARO SOLAR) señalan que la enaje-
nación forzada de la cosa embargada es válida, pues el objeto ilícito sólo se aprecia en las enajena-
ciones voluntarias. Otros, en cambio, señalan que es inválida, porque la ley no distingue entre
enaje- nación voluntaria y forzada.

¿De qué manera se podría enajenar válidamente una cosa embargada?

Finalmente, hay que mencionar que el N° 3 del art. 1464 establece dos maneras en que la
enajenación es válida: la autorización judicial y el consentimiento del acreedor.

Esto se relaciona con la renuncia a los derechos (art. 12 CC), es decir, la posibilidad de renunciar a
un derecho siempre que este derecho esté establecido en el propio beneficio del renunciante y
que la renuncia no esté prohibida por la ley.

3
Boris Loayza

Es importante tener presente que tanto la autorización como el consentimiento del acreedor deben
prestarse con anterioridad al acto de enajenación.

[Para CARLOS PEÑA15, la voz embargo es posible entenderla en un sentido restringido y en un sen-
tido amplio. Por el primero se entiende una actuación judicial que acaece en el proceso ejecutivo
y que consiste en una aprehensión real o ficta de los bienes del deudor que practica un ministro
de fe y que tiene por objeto realizarlos con posterioridad para así satisfacer un derecho que consta
en un título ejecutivo.

En cambio, el sentido amplio se entiende no sólo comprensiva de la aprehensión de bienes del


deudor en un juicio ejecutivo, sino también comprensiva de cualquier medida que adoptada por
el juez –que conoce el litigio– que tenga por objeto retener bienes del deudor, aprehenderlos o
impedir su disposición a fin de asegurar el resultado del juicio o cumplimiento de una
obligación (lo que incluye las medidas precautorias, art. 290 CPC).

Ahora bien, para que la orden judicial que constituye el embargo sea objeto ilícito, esta debe ser
conocida.

Entre las partes será conocida la resolución cuando esta sea notificada. Y, respecto de terceros, hay
que distinguir entre bienes muebles (en el momento en que tengan conocimiento efectivo del em-
bargo) y bienes inmuebles (cuando el embargo se haya inscrito en el Registro del Conservador
de Bienes Raíces).

Por lo mismo, no hay embargo oponible a terceros ni tampoco objeto ilícito, si el acto celebrado
por ellos recae sobre una cosa de cuyo embargo judicialmente decretado no han tenido
conocimiento al tiempo de celebrar el acto.].

76. Enajenación de las especies cuya propiedad se litiga

Especies cuya propiedad se litiga son aquellos cuerpos ciertos muebles o inmuebles, cuyo
domi- nio o propiedad se discute en juicio.

No hay que confundirlos con la enajenación de derechos litigiosos que es el evento incierto de la
litis, cuya enajenación es válida (art. 1911 y ss.).

Para que las enajenaciones del art. 1464 N° 4 adolezcan de objeto ilícito, además se requiere de que
el tribunal decrete una prohibición respecto de ellos (art. 296 CPC). Además, el art. 297 agrega que
para que esta prohibición sea oponible respecto de terceros debe inscribirse en el registro del CBR.

Finalmente, el art. 1464 N° 4 establece que la enajenación de la especie cuya propiedad se litiga no
adolece de objeto ilícito cuando ha sido autorizada por el juez que conoce el litigio.

V. OTROS CASOS DE OBJETO ILÍCITO

77. Actos contrarios a la ley, a la moral o a las buenas costumbres

15
CARLOS PEÑA, Memorándum de Derecho acerca del artículo 1464 del Código Civil

3
Boris Loayza

Los casos de objeto ilícito contemplados por el art. 1465 y 1466 CC se agrupan bajo la
denominación común de actos contrarios a la ley, a la moral o a las buenas costumbres.

A) Condonación del dolo futuro

Dice el art. 1465 CC que la condonación del dolo futuro no vale. Sin embargo, esto no obsta a que
el dolo pueda ser condonado una vez que se haya ejecutado el engaño o la infracción de la
obli- gación dolosa, siempre que la persona que condona haya conocido el engaño o dolo del
deudor de que fue víctima.

[En lo relativo a este artículo resumimos a FABIÁN ELORRIAGA DE BONIS.16

El artículo 1465 del Código Civil contiene dos hipótesis ilícito: una, es el perdón anticipado del
dolo futuro; otra, diferente es la que se configura cuando un finiquito contractual es obtenido con
dolo. La regla según la cual el pacto de no pedir más o finiquito no valen en cuanto al dolo en él
contenido, contiene un caso particular y específico de objeto ilícito, y no es una mera hipótesis de
consentimiento contractual viciado, por lo mismo, la sanción para él es la nulidad absoluta del ne-
gocio y no la nulidad relativa.

Fundamentos de la prohibición de condonar el dolo futuro

El fundamento de la prohibición de dolo futuro radica en la inmoralidad involucrada en la condo-


nación anticipada de conductas ilícitas. Al legislador no le parece posible que puedan autorizarse
de antemano actuaciones fraudulentas, dolosas o efectuadas de mala fe, pues ello repugna a la
noción ética envuelta en el ordenamiento jurídico.

En este sentido, es posible citar a LUIS CLARO SOLAR, quien señala que “es contraria a las buenas
costumbres y al orden público la condonación anticipada del dolo”.

Se protege, así, la buena fe y la responsabilidad por los actos ilícitos, según VÍCTOR VIAL.

Fundamentos de la invalidez de un finiquito respecto del dolo contenido en él

La justificación de la invalidez del pacto de no pedir más en razón del finiquito de una cuenta, en
cuanto al dolo contenido en ella, subyace en el principio general de la buena fe y en la
imposibili- dad de aprovecharse del propio dolo o de la propia culpa.

Se impide que quien ha rendido fraudulentamente una cuenta que fue aprobada por el destinatario
de la rendición, en la ignorancia del engaño, se pueda excusar de la posterior demanda que éste
interpu- siere en su contra, invocando la aprobación del finiquito que presentó dolosamente. Eso
sería tanto como aceptar que quien engaña a otro puede invocar su propio ardid para eludir los
reclamos que se dirijan en contra de él.

Por esta razón, si el que aprobó el finiquito descubre después que ha sido engañado, puede
demandar lo que se le deba o los perjuicios que se le han causado, sin que el que rindió la cuenta
esté habilitado para invocar en su beneficio el finiquito y el pacto de no pedir más, ya que en ello
existe objeto ilícito.

16
ELORRIAGA (2009), Las dos hipótesis de objeto ilícito contenidas en el artículo 1465 del Código Civil.
3
Boris Loayza

Esto es producto de la vieja máxima nemo auditur propriam torpitudinem allegans, lo que está
reco- gido en distintas normas de nuestro código, por ejemplo, 1468, 1683, 1566, 1859, 1685, 1842
CC.

En consecuencia, la buena fe contractual y el principio nemo auditur impiden que quien dolosa-
mente ha rendido una cuenta que ha sido aprobada gracias a estas maniobras, pueda en el futuro
excepcionarse de la demanda deducida por el perjudicado en su contrato, sobre la base del finiquito
que él mismo obtuvo gracias a su propio dolo. Sencillamente, el pacto de no pedir más otorgado en
estas condiciones, no vale.

Dos casos indiscutidos de objeto ilícito

Como es ampliamente sabido, el Código Civil no dice lo que es el objeto ilícito, sino que, por una
parte, señala que el negocio debe tener un objeto (art. 1445) y, por otra, indica ciertos casos de
objeto ilícito (arts. 1462 a 1466 CC).

Así, indiscutidamente existe objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público chileno
(art. 1462), en los pactos de sucesión futura (art. 1463), en la enajenación de ciertas cosas (art.
1464), en la condonación del dolo futuro (art. 1465), en el pacto de no pedir más en razón de
una cuenta aprobada que contenga dolo (art. 1465) y, en general, en todo contrato prohibido
por la ley (art. 1466 CC).

Y, al ser hipótesis de objeto ilícito, se sancionan con la nulidad absoluta (art. 1682).

La doctrina, por su parte, ha señalado en que existe una especial calificación de objeto ilícito por
parte del legislador en cada una de las situaciones previstas entre los artículos 1462 a 1466 CC.

La regla primera del artículo es un caso de objeto ilícito y no un mero vicio del consentimiento
contractual

En el sentido antes descrito, la regla de invalidez absoluta que establece formal y expresamente el
artículo 1465 CC, en relación con el artículo 1682 CC, se configura como una excepción a la
nulidad relativa con que se castigan a los actos viciados con dolo, pues en este caso se enfrenta
una hipótesis de objeto ilícito que produce nulidad absoluta.

En el caso de la primera parte del artículo 1465 CC, el fraude no produce nulidad relativa del pacto
de no pedir más en razón de la cuenta aprobada [que es lo que produce el dolo in contrahendo, con-
siderado un vicio de la voluntad], sino que su nulidad absoluta. De esta manera, la nulidad relativa
se aplica sólo cuando no se esté en presencia de objeto ilícito tipificado en la ley. Por lo tanto,
habiéndose indicado por la ley que la conducta descrita en la primera parte del artículo 1465 es un
supuesto de objeto ilícito, no cabe aplicar como sanción la nulidad relativa, sino que, necesaria-
mente, la nulidad absoluta prevista en el inciso primero del artículo 1682 CC para este tipo de
vicio.

En otras palabras, se puede entender el asunto así: no es posible afirmar que siendo el dolo vicio
involucrado en la regla de la primera parte del artículo 1465, debiera sancionarse el acto con nulidad
relativa, pues, lo que en este caso ocurre es que el vicio del acto no es el dolo sino que el objeto
ilícito.

Amplitud del artículo 1465 del Código Civil

En ambas hipótesis del artículo 1465 CC está presente la idea de la condonación del dolo, en un
3
Boris Loayza

caso lo condonado es el dolo presente o pasado y en el otro el dolo futuro.

4
Boris Loayza

Ahora bien, la frase “el pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada” que usa la primera
parte del artículo 1465 CC, es equivalente a un finiquito contractual. Como señala LEÓN BRAI-
LOVSKY mediante la cláusula de finiquito se pone término a una relación contractual ajustándose
las cuentas que puedan existir entre las partes, quedando el deudor liberado de las obligaciones
que le imponía el contrato. De esta manera, esta regla (art. 1465) no sólo se aplica a los actos que
por antonomasia imponen la obligación de rendir una cuenta, como las guardas (art. 415 CC), el
mandato (art. 2155 CC) o la agencia oficiosa (art. 2287 CC), sino, también a cualquier negocio
jurídico por el que las partes dan por terminada y finiquitada una relación contractual, dándose por
liberadas y de- clarando no adeudarse nada.

Como consecuencia de lo anterior, no cabe más que concluir:

1. La situación planteada en la primera parte del artículo 1465 del Código Civil, es un
caso particular de objeto ilícito; y
2. Esta primera parte del artículo, no sólo queda reducida a la rendición de una cuenta
en la que media dolo, sino que se extiende a cualquier finiquito contractual que haya
sido otorgado con dolo por una de las partes.

Sentido y alcance del artículo 1465 del Código Civil

A) La condonación del dolo futuro

Acaso lo más evidente sea su segundo apartado del artículo 1465 CC, de acuerdo con el cual la con-
donación de dolo futuro no vale. Cualquier estipulación que de una u otra forma tenga por
objetivo restringir el grado de responsabilidad de una de las partes en una convención,
reconoce como límite esta disposición legal.

En este sentido, no podrán, anticipadamente, exonerar al deudor de la prestación de responder del


dolo o de la culpa grave, dado que en materias civiles la culpa grave se equipara al dolo (art. 44
CC). Y, si lo anterior se realiza, la disposición no valer por adolecer de objeto ilícito.

B) El finiquito obtenido con dolo

En cuanto al primer apartado del artículo 1465 CC, la situación no es muy diversa a lo ya señalado.
No vale el pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada en cuanto al dolo
contenido en ella, si no se ha condonado expresamente.

Acá se trata de evitar que quien rinde cuenta o extiende el finiquito se aproveche de su propio dolo.

La aprobación de un finiquito contractual se entiende efectuado con base a la buena fe, por lo que
quien lo extiende lo hace en la convicción de que la cuenta que se le ha rendido es correcta y está
exenta de fraude y de todo otro vicio. De esta forma, el perjudicado tiene la facultad de exigir el
pago que se le deba o la indemnización que le corresponda y que con el fraude o dolo se intentó
ocultar.

Condiciones para la condonación del dolo pasado

El dolo sólo puede ser remitido cuando ya ha tenido lugar y siempre que ello se haga en forma
expresa.

1. La condonación debe ser expresa; y


4
Boris Loayza

2. Que se extienda en el cabal conocimiento de los hechos que constituyen dolo.].

4
Boris Loayza

B) Deudas contraídas por juegos de azar

Art. 1466 CC.

C) Venta de libros cuya circulación se encuentra prohibida o de determinados objetos cuyo tráfico
atenta contra la moral o la ley

Art. 1466 CC.

D) Contratos prohibidos por las leyes

El art. 1466 CC terminan señalando una causal genérica de objeto ilícito, a saber: todo contrato
prohibido por las leyes, como por ejemplo, la compraventa entre cónyuges o la compraventa de
cosas cuya enajenación está prohibida.

CAPÍTULO IV: LA CAUSA

I. GENERALIDADES

78. Conceptos generales

La doctrina clásica considera que todo acto o contrato requiere como elemento esencial para su
exis- tencia jurídica no sólo la manifestación de voluntad [siempre que sea completa y seria] y un
objeto, sino que también una causa y que requiere para la validez del mismo que dicha causa sea
lícita. Tal es el pensamiento de la doctrina llamada causalista.

A) Causa eficiente: se llama causa eficiente al elemento generador del efecto, al elemento
que da la vida a lo que antes no existía;
B) Causa final: como dice un autor, “la causa final es el fin inmediato o invariable de un
acto; y
C) Causa ocasional: está constituida por el fin lejano y variable de un acto y es de carácter
estrictamente personal y psicológico.

II. CRITERIOS O DOCTRINAS ELABORADAS EN RELACIÓN CON LA CAUSA

79. Doctrina tradicional o clásica de la causa

Se centra en la causa de las obligaciones que emanan de los contratos.

La pregunta que se forma la teoría clásica es ¿por qué se obliga una de las partes que celebra un
contrato? La respuesta a dicha pregunta es lo que constituye, precisamente, la causa de la
obligación.

Así, se distingue entre contratos bilaterales, reales y gratuitos.

4
Boris Loayza

1. Bilaterales: la causa de la obligación de una de las partes en el contrato bilateral es la obli-


gación correlativa de la otra parte. Las obligaciones de las partes se sirven recíprocamente
como causa;
2. Reales: la causa de la obligación de restituir la cosa que contrae la parte obligada en el con-
trato real es la entrega que de la misma se le hizo por la parte en virtud de un título que
obligaba a su restitución. Así, la entrega de la cosa constituye la causa de la restitución; y
3. Gratuitos: la causa de la obligación de una de las partes en el contrato gratuito se encuentra
en la mera liberalidad, en la intención liberal, es decir, el propósito de hacer una liberalidad.

80. Doctrina italiana

Se basa en un criterio objetivo: la función económica-social que caracteriza al tipo de negocio.

81. Doctrina del móvil o motivo determinante

La causa del acto sería el móvil o motivo determinante que se impulsó al autor o a las partes de
su celebración.

82. Doctrina anticausalista

Critica a la doctrina clásica porque piensan que las obligaciones que recíprocamente se sirven de
causa, en negocios jurídicos bilaterales, nacen al mismo tiempo por lo que mal puede ser una causa
de la otra. En los negocios reales, la entrega de la cosa no es la causa, sino que es un requisito
esencial para que el contrato se perfeccione. Y, finalmente, en los contratos gratuitos, la teoría
clásica con- funde la causa de la obligación con los motivos que han impulsado al disponente.

III. LA TEORÍA DE LA CAUSA EN EL CÓDIGO CIVIL CHILENO

Se refieren a la causa los artículos 1445 N° 4, 1467 y 1468 CC.

Se ha señalado que la causa se requiere para las obligaciones o para los actos o contratos, habiendo
normas para una u otra interpretación.

En opinión de VIAL para determinar la causa en el CC chileno hay que distinguir entre la causa del
acto o contrato y la causa de las obligaciones. Por la primera, se entiende el motivo que induce a la
celebración del acto o contrato; mientras que para la segunda se debe seguir un criterio objetivo.

V. CAUSA REAL Y LÍCITA

83. Conceptos generales

La ley señala que no es necesario que el autor de un acto jurídico o las partes de una
convención expresen la causa, esto es, el motivo que los induce al acto o contrato. Y ello porque, a
nuestro juicio,

4
Boris Loayza

la ley presume en todo acto o contrato tiene una causa, constituidos por los motivos que normal
y ordinariamente inducen a celebrar las diversas especies o tipos de actos jurídicos.

En nuestra opinión falta la causa en dos casos: en los actos jurídicos simulados y en los actos que
tienen como único motivo la creencia errada de que existe una obligación, que constituye, por
lo mismo, una causa falsa.

De esta manera, los requisitos de la causa sería que esta sea real y lícita. Es ilícita la contraria a la
ley, al orden público, a la moral y a las buenas costumbres.

84. Sanción para la falta de causa y para la causa ilícita

El acto jurídico en que falta la causa es, doctrinariamente, inexistente, pues se ha omitido un requi-
sito esencial para su existencia jurídica. Y para los autores nacionales que no reconocen la
inexisten- cia como una causal de ineficacia, la sanción es la nulidad absoluta.

Cuestión distinta es que la causa ilícita tiene como sanción expresa la nulidad absoluta (art. 1682
CC).

CAPÍTULO V: LAS FORMALIDADES

I. GENERALIDADES

85. Conceptos generales

Las formalidades son ciertos requisitos que exige la ley para la forma o aspecto externo de
ciertos actos jurídicos.

Se encuentran los siguientes grupos:

1. Solemnidades: son los requisitos externos que exige la ley para la celebración de ciertos
actos jurídicos, sin los cuales el acto no se perfecciona ni produce efecto alguno. Estas so-
lemnidades constituyen un requisito esencial para la existencia del acto jurídico (para los
actos solemnes). Las solemnidades no se presumen, sin embargo, las partes les pueden otor-
gar el carácter de solemne a un acto que, en principio, no lo es (art. 1802 CC). En caso de la
omisión de una solemnidad de existencia, la sanción es –doctrinariamente, al menos– la
inexistencia. En cambio, en caso de que se omita una solemnidad de validez (aquellas en
donde por faltar la solemnidad el acto adolece de un vicio anulable) la sanción es la nulidad
absoluta;
2. Formalidades habilitantes: son los requisitos exigidos por la ley para completar la
voluntad de un incapaz, o par a protegerlo. En caso de su omisión su sanción es la nulidad
relativa;
3. Formalidades por vía de prueba: son aquellas en que la ley, para los fines de prueba de
un acto no solemne, requiere un documento cuya omisión no impide que el acto nazca ni
que produzca válidamente sus efectos, sino que pueda ser probado. Su sanción, en caso de
omi- sión, es que tales actos no podrán probarse mediante testigos; y

4
Boris Loayza

4. Formas o medidas de publicidad: son aquellas solemnidades que tienen por objeto
proteger a terceros que pueden verse alcanzados por los efectos del acto jurídico. Su
sanción es la inoponibilidad.

CAPÍTULO VI: EFECTOS DE LOS ACTOS JURÍDICOS

I. GENERALIDADES

86. Conceptos generales

Se ha dicho que los efectos corresponden al fin práctico perseguido por las partes, pero traducido al
lenguaje jurídico por el legislador: la conversión del fin práctico en un fin jurídico.

Dichos efectos pueden clasificarse –tal como en los elementos que componen al acto jurídico– en
esenciales, naturales, y accidentales. También se pueden clasificar en efectos directos y efectos
indirectos. Los primeros son aquellos que surgen como consecuencia inmediata y directa de la
celebración de un acto jurídico. Los segundos, los que no surgen como consecuencia inmediata y
directa de la celebración de un acto jurídico, sino que resultan de ciertas relaciones o situaciones
jurídicas que son producto, a su vez, de un acto jurídico.

II. PERSONAS CON RESPECTO DE LAS CUALES SE PRODUCEN LOS EFECTOS DE LOS ACTOS
JURÍDI- COS

87. Efectos de los actos jurídicos entre las partes

Los actos jurídicos producen efectos, por regla general entre las partes que los hicieron nacer. Esto
se conoce como el efecto relativo de las obligaciones.

Por lo mismo es que los efectos de los negocios jurídicos se pueden revocar siempre que: emane
del autor o las partes que dieron vida al acto y que se haga observando las mismas formas y
requi- sitos del acto que se pretende revocar.

88. Efectos de los actos jurídicos respecto de terceros

Hemos señalado que, por regla general, los actos jurídicos producen efectos solamente entre las
par- tes que los han celebrado. Excepcionalmente, el acto jurídico puede producir efectos
respecto de terceros, es decir, personas que no intervinieron en el acto jurídico.

Respecto de los actos jurídicos unilaterales que están destinados a crear, modificar o extinguir
una relación jurídica, sus efectos pueden, por lo general, radicarse en terceros.

Respecto de los actos jurídicos bilaterales se han presentado dos casos:

4
Boris Loayza

1. Estipulación en favor de otro (art. 1449 CC): el tercero es beneficiario y puede cobrar el
crédito, siempre que lo acepte; y
2. Promesa de hecho ajeno (art. 1450 CC): el tercero puede quedar como deudor solo con su
ratificación.

89. Terceros a quienes pueden afectar los actos jurídicos

1. Los herederos, sucesores o causahabientes a título universal;


2. Los sucesores o causahabientes a título singular; y
3. Los acreedores de las partes.

CAPÍTULO VII: INEFICACIA DE LOS ACTOS JURÍDICOS

I. GENERALIDADES

90. Conceptos generales

Como dice un autor, la falta de uno cualquiera de los elementos constitutivos del negocio o de los
requisitos legales del mismo o también de los requisitos objetivos o subjetivos podría determinar,
respectivamente, la inexistencia o invalidez del negocio. Pero, en realidad, el ordenamiento
procede con mucha cautela, en unos casos reconociendo implícitamente la inexistencia del negocio;
en otros sancionado la invalidez; en otros ordenando, como consecuencia, la mera ineficacia; en
otros, final- mente, limitándose a conminar con una pena a los autores del negocio irregular.

De lo expuesto podemos desprender que la reacción del ordenamiento jurídico contra el acto que no
cumple los requisitos que aquél establece puede consistir en una sanción que ora afecte a los sujetos
que celebraron el acto que no se conforma con la ley, ora afecte al acto en sí mismo.

Ahora bien, un acto jurídico puede ser ineficaz porque se omitió un requisito esencial para su exis-
tencia jurídica, lo que determina que el acto no produzca efecto alguno, pues se estima que ni si-
quiera llegó a constituirse como tal.
Esta ineficacia producto de la omisión de un requisito esencial para la existencia del acto se llama
inexistencia.

O bien, la ineficacia puede provenir de la omisión de un requisito determinado para la validez del
acto. En este caso, si bien el acto produce sus efectos, dichos efectos pueden cesar por la
declara- ción de nulidad o invalidez.
La ineficacia por la omisión de un requisito determinado por la ley para la validez de un acto
jurídico se llama nulidad.

La ineficacia puede, por último, incidir en un acto válidamente formado, pero que por
circunstan- cias o eventos coetáneos o posteriores a su celebración se va a ver privado de
efectos. El acto pierde así la eficacia propia que habría tenido si dichas circunstancias no se
hubieren verificado.

Existen numerosas circunstancias que pueden privar de eficacia a un acto jurídico válidamente
formado (que en su celebración cumple sus requisitos de existencia y validez). Por ejemplo, el

4
Boris Loayza

hecho

4
Boris Loayza

de fallar una condición suspensiva o cumplirse una resolutoria. Asimismo, pueden existir casos de
inoponibilidad (art. 2160 o 1490) o de impugnación (arts. 2468 o 1489).

[Respecto a las ineficacias, seguimos a ORREGO.17

Por ineficacia es posible entender dos sentidos. El primero, llamado sentido amplio, consiste en un
defecto intrínseco en el acto, es decir, cuando no genera sus efectos producto de una causa
intrínseca del acto; cuando hay invalidez. En otras palabras, cuando falta alguno de sus elementos
esenciales para su existencia o validez.

El segundo sentido es el estricto, es decir, cuando el acto no produce sus efectos o queda privado de
ellos, a consecuencia de un hecho posterior a la celebración o ejecución del acto; por una causa ex-
terna.

Ahora bien, dentro de este último sentido es posible encontrar las siguientes causas:

a) Suspensión

Hay suspensión del acto jurídico cuando los efectos de éste, para tener lugar, están subordinados a
la ocurrencia de un hecho, el cual aún no se ha verificado. Dicho hecho puede emanar de las partes
o de la ley.

Una suspensión convencional puede ser una condición o un plazo suspensivo. Una suspensión
legal es una condición legal, como las disposiciones testamentarias que se supeditan a la muerte del
cau- sante.

b) Resolución

La resolución consiste en que la eficacia de los efectos del acto jurídico pueden cesar y eliminarse,
si llega a sobrevenir un acto.

Por ejemplo, en los contratos bilaterales si sobreviene el hecho del incumplimiento, el acto o
contrato se resuelve (art. 1489).

Otro ejemplo es el artículo 1932 sobre la terminación en el arrendamiento, o el artículo 1814 inc. 2°.

c) La revocación

Esta especie de ineficacia se trata de una declaración unilateral de voluntad, que consiste en la
retrac- tación de un acto jurídico precedente, incluso bilateral, cuando la ley así lo autoriza.

Ejemplos de revocación en negocios jurídicos unilaterales son la revocación del testamento (art.
999) y la de la oferta (en la formación del consentimiento).

Ejemplos de revocación en negocios jurídicos bilaterales es la revocación en el mandato (art. 2163


N° 3).

d) Desistimiento unilateral

17
ORREGO (2020), Teoría del acto jurídico.

4
Boris Loayza

Esta ineficacia opera cuando una de las partes decide y comunica a la otra el término de la relación
contractual. Es excepcional y sólo puede ejecutarse cuando la ley lo establece o las partes lo convie-
nen.

Un ejemplo es el desahucio en el contrato de arrendamiento pactado mes a mes o de duración


indefi- nida (art. 3 Ley N° 18.101).

e) La caducidad

Esta causal tiene diferentes significados. Se distinguen así los siguientes:

1. Pérdida de un derecho por no hacerlo valor en el plazo legal o contractual;


2. Ineficacia de un acto jurídico, por el solo ministerio de la ley, a causa de hechos sobre-
vinientes;
3. Exigibilidad anticipada de las obligaciones; y
4. Extinción de usufructos sucesivos o de fideicomisos sucesivos.

f) Resciliación

Es un modo de extinguir las obligaciones (art. 1567 inc. 1°) en virtud de la cual, las partes, de
común acuerdo, estipulan dejar sin efecto un contrato válidamente celebrado.

g) Inoponibilidad

Consiste en la ineficacia de un acto jurídico o la ineficacia de su nulidad, respecto de ciertos


terceros, por no haber cumplido las partes algún requisito externo, dirigido, precisamente, a proteger
a los terceros, como por ejemplo las normas de publicidad del embargo o las reglas respecto de la
condición (art. 1490 y 1491).].

II. INEFICACIA POR INEXISTENCIA EN EL CÓDIGO CIVIL CHILENO

91. Conceptos generales

Tradicional en la doctrina nacional ha sido la controversia sobre si el Código Civil chileno sanciona
o no con la inexistencia los actos o contratos en que se ha omitido un requisito de existencia, perfi-
lándose dos opiniones encontradas: la de LUIS CLARO SOLAR y ARTURO ALESSANDRI.

92. Posición de Luis Claro Solar: la teoría de la inexistencia tiene aplicación en el Código Civil
chileno

CLARO SOLAR sostiene que nuestro Código Civil recoge la teoría de la inexistencia jurídica, en
términos tales que si falta una de las cosas esenciales a su existencia, el acto jurídico no puede
existir, no puede producir efecto alguno: es la nada.

Señala este autor que la nada y la nulidad son dos conceptos diferentes. La nada es la no existencia;
y su sanción es la misma inexistencia que ha hecho imposible el perfeccionamiento del acto y la
producción de algún efecto. En cambio, la nulidad es la invalidez; es la sanción del vicio de que el
acto adolece.

5
Boris Loayza

La distinción está, por ejemplo, en el art. 1444 CC según el cual si falta alguna de las cosas
esenciales al perfeccionamiento del contrato como tal, éste no produce efecto alguno (en
circunstancias que los actos que adolecen de un vicio de nulidad producen todos sus efectos
mientras la nulidad no se declare judicialmente), o en otros artículos, como el 1701, 1809, 1801 o
1814 CC.

93. Posición de Arturo Alessandri Rodríguez: la teoría de la inexistencia no tiene aplicación


en el Derecho chileno, por no estar acogida por el Código Civil

Sostiene el autor que la teoría de la inexistencia no se encuentra acogida en el Código Civil chileno,
que establece, como máxima sanción, la nulidad absoluta; con lo cual si a un acto le falta algún
requisito de aquellos doctrinariamente llamados requisitos de existencia, dicha omisión autoriza
para la declaración de nulidad absoluta del referido acto.

Los principales argumentos:

1. El CC chileno no contempla la inexistencia como sanción, no menos reglamenta sus


consecuencias. En cambio, en el Título XX del Libro IV, denominado “De la Nulidad y
Rescisión”, el Código determina los efectos que produce la omisión de un requisito exi-
gido por la ley, tanto para la existencia como para la validez de los actos jurídicos;
2. El artículo 1682 CC sanciona con la nulidad absoluta la omisión de los requisitos o
for- malidades que las leyes prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en
conside- ración a su naturaleza; refiriéndose tanto a los requisitos de existencia y
validez; y
3. Corrobora lo anterior el artículo 1682 CC, que expresamente sanciona con nulidad
ab- soluta los actos de los absolutamente incapaces: si el Código hubiera seguido la
teoría de la inexistencia, hubiera declarado tales actos inexistentes, pues la demencia del
autor o de una de las partir implica falta de voluntad.

94. RÉPLICA DE LUIS CLARO SOLAR

1. El CC reglamenta la nulidad y rescisión como uno de los modos de extinguir obligacio-


nes en el artículo 1567 n° 8, lo que explica que no se haya referido a la inexistencia si se
considera que el acto inexistente, al no producir efecto alguno, no engendra obligacio-
nes: la regulación legal de la nulidad revela que el Código parte del supuesto en que el acto
o contrato anulable existe, que produce efectos y que ha engendrado obligaciones; lo que
implica necesariamente que debe haber cumplido con los requisitos esenciales para su exis-
tencia jurídica;
2. Al disponer el artículo 1681 que es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo, no está significando que es
nulo el acto en que se omiten requisitos de existencia, pues “el valor” quiere decir
elementos de validez; y
3. Los incapaces absolutos pueden, al menos aparentemente, consentir, motivo por el cual
la ley sanciona con la nulidad absoluta.

95. Nuestra opinión

5
Boris Loayza

El problema radica, a nuestro juicio, en que el legislador chileno no formuló en términos explícitos
la distinción entre requisitos de existencia y de validez de los actos jurídicos, lo que lleva a algunos
a confundir los conceptos, como ocurre con el caso de la incomerciabilidad del objeto [el cual
puede ser falta de objeto –es un requisito del objeto– u objeto ilícito –art. 1464 n° 1–].

Creemos, sin embargo, que implícitamente el legislador distingue entre requisitos de existencia y
requisitos de validez, refiriéndose el art. 1681 a requisitos de validez.

Además, está el caso de la nulidad de pleno derecho reconocida en la Ley N° 18.046. Esta especie
de nulidad, desconocida para nuestro CC, tiene los mismos efectos que la inexistencia, es decir,
opera ipso iure, sin necesidad de sentencia judicial que la declare.

96. Principales diferencia entre el acto inexistente y el acto nulo

1. El acto inexistente, por no llegar siquiera a formarse o constituirse, no da origen a nin-


gún efecto que sea necesario destruir mediante la adecuada acción. En cambio, el acto
que adolece de un vicio de nulidad nace a la vida del derecho y produce los efectos
pro- pios del tipo a que pertenece, como si fuera válido. Solo que tal producción de
efectos es caduca o efímera;
2. Para que un acto sea inexistente no se requiere de una sentencia judicial que así lo de-
clare: se produce de pleno derecho. En cambio, la anulación de un acto jurídico no
puede hacerse sino en virtud de una sentencia judicial que declare la nulidad; y
3. El acto inexistente no puede sanearse, esto es, adquirir existencia. En cambio, el acto
que adolece de un vicio de nulidad puede sanearse o validarse. Si el vicio es de nulidad
absoluta, se puede sanear por el paso del tiempo (10 años); si es un vicio de nulidad
relativa se puede sanear por el paso del tiempo (4 años) o por la ratificación de las
par- tes.

III. LA INEFICACIA POR NULIDAD EN EL CÓDIGO CIVIL CHILENO

97. Conceptos generales

La nulidad es la sanción para todo acto o contrato a que falta alguno de los requisitos que la ley
prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la calidad o estado de las
partes (art. 1681 inc. 1° CC).

El Código Civil chileno, al igual que el francés, reglamenta la nulidad como un modo de extinguir
obligaciones (art. 1567 N° 8).

La nulidad, por su parte, puede ser absoluta o relativa (art. 1681).

Las principales diferencias entre una y otra dicen relación con las causales para invocarla, las
personas que la pueden solicitar y con el saneamiento. En lo que respecta a sus efectos, son los
mismos, para una u otra clase de nulidad.

5
Boris Loayza

La nulidad es una sanción de derecho estricto, lo que implica que no puede ser aplicada por ana-
logía.

El art. 1681 consigna la regla general en materia de nulidad: si se omite un requisito establecido por
la ley para el valor del acto según su especie, la nulidad será absoluta; por el contrario, si se omite
un requisito establecido por la ley para el valor del acto según la calidad o estado de las partes, la
nulidad será relativa.

La nulidad no puede renunciarse anticipadamente, porque en ella se protegen intereses


superiores de la colectividad (art. 1469 CC).

Cuando dos o más personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a favor de una de
ellas no aprovechará a las otras (art. 1690 CC).

La nulidad puede hacerse valer en juicio como acción o como excepción.

SECCIÓN PRIMERA: LA NULIDAD ABSOLUTA

98. Concepto de nulidad absoluta

De lo dispuesto por el artículo 1681 se desprende que la nulidad absoluta es la sanción a todo acto
o contrato a que falte alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto
o contrato, según su especie.

Las causales de nulidad absoluta están en el artículo 1682 CC y son las siguientes:

1. El objeto ilícito;
2. La causa ilícita;
3. La incapacidad absoluta; y
4. La omisión de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor del
acto o contrato en consideración a la naturaleza de los mismos.

Y, si no se estima la inexistencia como una ineficacia reconocida por el Código Civil chileno:

5. La falta de voluntad;
6. La falta de objeto;
7. La falta de causa;
8. El error esencial (no obstante, algunos lo estiman como nulidad relativa);
9. La falta de solemnidades requeridas para la existencia de los actos jurídicos.

99. La declaración de la nulidad absoluta

Hemos mencionado que para que un acto sea nulo y para que se produzcan los efectos de la nulidad,
es menester que una sentencia judicial previa haya declarado la nulidad absoluta o relativa.
An- tes de tal declaración el acto no es nulo, sino que es anulable.

5
Boris Loayza

El art. 1683 CC establece las distintas maneras por las cuales se puede llegar a la declaración
judicial de nulidad absoluta de un acto o contrato.

Las personas facultadas para solicitar la declaración de nulidad absoluta son las que tengan interés
en que se declare la nulidad absoluta de un acto o contrato, y el ministerio público, en el solo
interés de la moral y de la ley; por su parte, el juez puede y debe declarar de oficio la nulidad
absoluta, aunque nadie se lo pida, cuando ésta apareciera de manifiesto en el acto o contrato.

100. Declaración de nulidad absoluta a petición de una persona que tiene interés en ello

Lo normal, y que constituye lo más frecuente, es que el juez declare la nulidad absoluta de un acto
o contrato a petición de la persona que tiene interés en dicha declaración.

El interés debe ser pecuniario, esto es, susceptible de ser apreciado en dinero, y además, debe
existir al momento de solicitarse la declaración, es decir, debe ser actual. Así, el interés consiste en
obtener la invalidez del acto que produce efectos que perjudican al peticionario.

La ley no limita la facultad de pedir la declaración de nulidad absoluta al autor o a las partes, pues
puede solicitarla cualquier tercero que tenga interés en la declaración de nulidad, salvo aquellos
que ejecutan el acto sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba (nemo auditur, art.
1683).

Finalmente, por regla general, los herederos de la parte que celebró el acto o contrato a sabiendas
del vicio que lo invalidaba no pueden pedir la declaración de nulidad absoluta, a menos que el acto
en el cual se advierte el vicio de nulidad conocido por el causante hubiera tenido precisamente por
objeto el derecho de suceder por causa de muerte a éste y se tratara de un testamento.

[Se ha señalado que el interés consiste en obtener la invalidez del acto que produce efectos que
perjudican al peticionario. En otras palabras, que el acto o contrato sea declarado nulo.

Mientras VIAL DEL RÍO estima que el interés debe ser pecuniario, esto es, susceptible de ser
apreciado en dinero, y además, debe ser actual, para DOMÍNGUEZ ÁGUILA18 el interés, además, debe
ser perso- nal, cierto, alegado, probado, y patrimonial. A mayor abundamiento, la Corte de
Apelaciones de Chillán ha señalado que el interés debe ser “patrimonial; que dicho interés resida
precisamente en obtener que el negocio jurídico no produzca sus efectos; que sea real y no
meramente hipotético; que se funde en un derecho actual y coetáneo con la celebración del acto que
se pretende anular, mante- niéndose a la fecha en que se pide la declaración de nulidad; que el
interés tenga en la contravención que autoriza la nulidad su causa jurídica y necesaria; y que sea
debidamente probado”.

Con todo, existe un punto en donde no hay coincidencia, y es respecto a qué se entiende por interés
“actual”. Por un lado, se sostiene que es actual aquél interés que existe al momento de solicitar la
nulidad absoluta del acto. Por otro, será actual aquél interés que existe tanto al momento de ejercer
la acción, como al momento en que nace el vicio de nulidad.

En esta línea, VIAL DEL RÍO sostiene que interés actual es aquel que existe al momento de
solicitarse la declaración. En otras palabras, no requiere que exista al momento de la celebración
del acto o contrato nulo, sino nada más cuando se ejerza la acción de nulidad. En cambio,

18 DOMÍNGUEZ (2012), Teoría general del acto


4
Boris Loayza

DOMÍNGUEZ sostiene que no cabe duda que el interés ha de existir al tiempo en que se deduzca la
acción. Así, el principio

19 DOMÍNGUEZ (2012), Teoría general del acto


4
Boris Loayza

“sin interés no hay acción” exige que este exista al tiempo de accionar, pues si entonces no existiera
interés alguno, aunque hubiere existido antes, la acción debería ser desestimada, ya que la
declaración de nulidad no cumpliría, al tiempo de la sentencia, fin práctico alguno para satisfacer el
interés exigido por el demandante. Sin embargo, para el autor, eso no es todo, ya que se exige,
además, que quien alega la nulidad absoluta debe tener interés en ello en el momento en que se
ejecuta el acto o se celebra el contrato en que se comete la infracción que acarrea su nulidad.
Por consiguiente, si ese interés se manifiesta posteriormente, como consecuencia de actos
efectuados después de la cele- bración del acto o contrato nulo, debe rechazarse su nulidad. Esta
sería, por lo demás, la posición mayoritaria en la jurisprudencia.

Así las cosas, debiésemos quedarnos con la posición de D OMÍNGUEZ19, para el cual el interés actual
es aquel que existe tanto al momento de la ejecución o celebración del acto o contrato, como al mo-
mento de solicitarse su nulidad.

Otro punto respecto al interés es si se cautela o no el interés moral. Sin embargo, la Corte Suprema
ha estimado que no. En este sentido, han sostenido que “en lo que concierte al interés meramente
moral (…) cabe señalar que de la contraposición que hace el artículo 1683 del Código Civil
respecto a la legitimación del ministerio público, el que sí puede solicitar la nulidad en el sólo
interés de la moral o de la ley, se puede concluir que tratándose de los terceros no basta ‘alegar el
interés superior por el cual la ley sanciona con la nulidad absoluta un determinado acto. En tal caso,
la acción de nulidad se convertiría en una acción popular, lo que no puede ser admitido dada la
construcción de la norma (que contrapone la legitimación del interesado con el de ministerio
público, que es el autori- zado para actuar por la sociedad) y por el principio de conservación del
negocio jurídico que se vería fuertemente violentado si cualquier extraño pudiera pretender atacarlo
jurídicamente’”.].

101. Declaración de nulidad absoluta a petición del ministerio público

De conformidad con el art. 1683 CC el ministerio público puede pedir al juez la declaración de
nulidad absoluta de un acto o contrato, en solo interés de la ley o la moral. En otras palabras, se
protege el interés general de la sociedad.

102. Declaración de nulidad absoluta de oficio por el juez

Una de las excepciones que sólo puede ser solicitada a petición de parte la constituye, precisamente,
el art. 1683 CC, que faculta al juez para declarar de oficio la nulidad absoluta y, más aun, lo
obliga a ello cuando el vicio de nulidad aparece de un manifiesta en el acto o contrato.

103. Saneamiento de la nulidad absoluta

Según lo dispone el art. 1683, la nulidad absoluta no puede sanearse por la ratificación de las partes;
ni por el lapso de tiempo que no pase de diez años. En otras palabras, la nulidad absoluta sólo
puede sanearse por el transcurso del tiempo, que se cuentan desde la fecha de celebración del
acto o contrato.

20 DOMÍNGUEZ (2012), Teoría general del acto


4
Boris Loayza

[DOMÍNGUEZ20 señala una discusión que VIAL omite: acerca de si el lapso de tiempo considerado
por la nulidad absoluta (10 años) o la nulidad relativa (4 años) es un plazo de saneamiento o de
pres- cripción. En el primer caso, transcurrido el tiempo señalado el vicio se sanea y, por tanto, no
es posible alegarlo como acción ni como excepción; en el segundo, lo que prescribe es la acción y,
por tanto, se podría excepcionar de nulidad. Asimismo, señala que la discusión no está cerrada, por
lo que no hay una respuesta unívoca.].

SECCIÓN SEGUNDA: LA NULIDAD RELATIVA

104. Conceptos generales

De conformidad con lo dispuesto por el artículo 1681, la nulidad relativa o rescisión es la sanción a
todo acto o contrato a que falte alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo
acto o contrato, según la calidad o estado de las partes.

Esta clase de nulidad constituye regla general en materia de nulidad, pues señala el art. 1682 que
cualquiera otra especie de nulidad [que no sea nulidad absoluta] produce nulidad relativa.

Las causales de nulidad relativa son las siguientes:

1. Los actos de los relativamente incapaces;


2. El error sustancial;
3. El error accidental;
4. El error en la persona;
5. La fuerza o violencia moral;
6. El dolo in contrahendo;
7. La omisión de algún requisito o formalidad que la ley prescribe para el valor del acto
o contrato en consideración del estado o calidad de las personas que lo ejecutan o cele-
bran; y
8. La lesión enorme en la compraventa.

105. Quiénes pueden pedir la declaración de nulidad relativa

De acuerdo con lo dispuesto por el art. 1684 CC, la nulidad relativa pueden alegarla solamente
aquellos en cuyo beneficio la ha establecido la ley, o sus herederos o cesionarios.

La nulidad relativa, a diferencia de la nulidad absoluta, no puede ser declarada de oficio por el
juez, aunque aparezca de manifiesto en el acto o contrato, ni puede solicitarse su declaración por
el ministerio público o por cualquiera persona que tenga interés en ello.

106. Situación excepcional del incapaz que no puede demandar la rescisión del acto o contrato

El artículo 1685 CC contempla una norma excepcional, que priva al incapaz relativo del derecho a
pedir la declaración de nulidad relativa de un acto o contrato en que fue parte.

20
DOMÍNGUEZ (2012), Teoría general del acto

5
Boris Loayza

Dice la disposición citada que si de parte del incapaz hubo dolo para inducir al acto o contrato,
ni él ni sus herederos o cesionarios podrán alegar la nulidad.

Así, la ley sanciona el dolo del incapaz privándolo del derecho a alegar la rescisión por su propia
incapacidad.

107. Saneamiento de la nulidad relativa

Dice el artículo 1691 que el plazo para pedir la rescisión es de 4 años, que se contará, en el caso de
fuerza, desde que esta cese, y en el caso de error o dolo, desde la celebración del acto o contrato.
Además, cuando la nulidad proviene de incapacidad legal, la nulidad se contará desde que cese la
incapacidad.

El saneamiento por el transcurso del tiempo supone que la persona que tenía derecho a demandar la
rescisión no lo hace en el lapso de 4 años. Transcurrido dicho plazo desaparece el vicio que hacía
rescindible el contrato.

Para determinar desde qué momento se cuenta el plazo de cuatro años, la ley distingue las siguientes
situaciones:

1. En el caso de violencia o fuerza, el cuadrienio se cuenta desde el día en que esta


hubiere cesado;
2. En el caso de error o dolo, el cuadrienio se cuenta desde la celebración del acto o con-
trato; y
3. En el caso de incapacidad legal, el cuadrienio se empieza a contar desde el día en que
haya cesado dicha incapacidad.

108. Situación que se produce cuando la persona que puede demandar la rescisión muere

Está regulado en el art. 1692 y se deben distinguir dos supuestos.

1. Situación de los herederos mayores de edad: si los herederos son mayores de edad y el
cuadrienio no ha comenzado a correr, éstos disponen del plazo de cuatro años para pedir la
rescisión del acto o contrato, que se cuenta desde la muerte de éste. Si los herederos son
mayores de edad y el cuadrienio ha empezado a correr, podrán pedir la rescisión en el
tiempo que falte para cumplir los cuatro años; y
2. Situación de los herederos menores de edad: al igual que en el caso anterior, se hace
nece- sario distinguir si el cuadrienio había empezado o no a correr, gozando los herederos
menores de edad del cuadrienio completo o su residuo a contar del día que lleguen a edad
mayor. Ahora, cabe señalar que la ley establece una suspensión del plazo para demandar la
rescisión del acto o contrato únicamente en beneficio de los herederos menores de edad,
para quienes dicho plazo empieza a correr una vez que lleguen a la mayoría de edad. Dicha
suspensión no beneficia a los herederos que fueran incapaces por otra causal que no sea la
de menor de edad (demencia o prodigalidad por ejemplo). Este beneficio de suspensión
opera con un límite de tiempo: no se puede pedir pasados 10 años (art. 1692 CC).

5
Boris Loayza

Opinamos que el plazo para demandar la rescisión en caso de fuerza o incapacidad, se cuenta desde
que la fuerza o incapacidad ha cesado, sin que importe para tal efecto que hayan transcurrido más
de diez años desde la celebración del contrato. En consecuencia, si la persona que tiene derecho a
de- mandar la rescisión muerte, transmite dicho derecho a sus herederos, sea cual fuere el plazo
transcu- rrido desde la celebración del acto o contrato. Y la excepción que se refiere el art. 1692 CC
aplica sólo a los herederos menores, a quienes se suspende el cómputo del cuadrienio o su residuo,
hasta que llegan a edad mayor.

109. Saneamiento por la ratificación o confirmación del acto rescindible

El acto adolece de un vicio que autoriza para demandar su rescisión puede sanearse o validarse por
la confirmación o ratificación, que es el acto jurídico unilateral por el cual la persona que
tenía derecho de alegar la nulidad relativa renuncia a esa facultad, saneando de esta manera el
vicio de que adolece el acto o contrato rescindible.

La ratificación encuentra su fundamento en el artículo 12 CC, que permite renunciar a los derechos
conferidos por las leyes, siempre que miren al interés individual del renunciante y que no esté
prohibida su renuncia.

La ratificación puede ser expresa o tácita.

La primera se produce cuando la parte que tiene derecho a pedir la rescisión de un acto jurídico, o
los herederos o cesionarios de ésta, en términos explícitos y directos, declaran su voluntad de
validar dicho acto, haciendo desaparecer el vicio que lo afecta.

La ratificación tácita es aquella que consiste en la ejecución voluntaria de la obligación contratada


(art. 1695 CC).

Ahora bien, para que se dé la ratificación tácita, debe ejecutarse voluntariamente la obligación, es
decir, libre y espontáneamente, y con conocimiento del vicio o el motivo de la anulabilidad. Ade-
más, para que exista ratificación tácita es necesario que se ejecute el contrato, al menos, una
pequeña parte.

La ratificación o confirmación tiene las siguientes características:

1. Es un acto jurídico unilateral;


2. Es un acto jurídico accesorio;
3. Es un acto irrevocable; y
4. Opera con efecto retroactivo.

Finalmente, los requisitos de la ratificación son:

1. Que se trate de un vicio de nulidad relativa;


2. La confirmación debe necesariamente provenir de la persona que tiene derecho a
alegar la nulidad relativa;
3. El confirmante debe ser capaz de contratar –capacidad negocial–;

5
Boris Loayza

4. La confirmación debe hacerse en tiempo oportuno, entendiéndose por tal el que media
entre la celebración del acto rescindible y la declaración judicial de nulidad;
5. La confirmación debe efectuarse después de hacer cesado la causa de invalidez; y
6. La confirmación, cuando es expresa, debe cumplir con las mismas solemnidades a que
por la ley está sujeto el acto o contrato que se confirma (art. 1694 CC).

110. Diferencias entre la nulidad absoluta y la nulidad relativa

1. La nulidad absoluta puede ser pedida por cualquiera persona que tenga interés en
ello, con la sola excepción de la que ejecutó el acto o celebró el contrato sabiendo o
debiendo saber del vicio que lo invalidaba (art. 1683). También la puede solicitar el
ministerio público, en el solo interés de la moral y la ley. La nulidad relativa, en
cambio, sólo puede ser pedida por la persona en cuyo beneficio la ha establecido la ley,
o por los herederos o cesionarios de esta;
2. La nulidad absoluta puede ser declarada de oficio por el juez. En cambio, la nulidad
relativa no puede ser declarada de oficio por el juez. La nulidad absoluta se sanea
trans- curridos diez años desde la fecha de celebración del acto o contrato; y
3. La nulidad relativa, en cambio, se sanea transcurridos cuatro años, que se cuentan, en
caso de error o dolo, desde la celebración del contrato; en caso de fuerza o
incapacidad, desde que estas cesan. La nulidad absoluta no puede sanearse por
voluntad del autor o de las partes. La nulidad relativa, en cambio, sí puede sanearse
por medio de la confir- mación o ratificación.

SECCIÓN TERCERA: NULIDAD TOTAL Y NULIDAD PARCIAL

111. Invalidez total y parcial

El vicio de nulidad absoluta o relativa puede afectar al acto jurídico en su totalidad o en una parte,
razón por la cual se clasifica la nulidad en total y parcial.

Existe nulidad total cuando el vicio afecta a todas las partes y cláusulas del acto jurídico. En
cambio, existe nulidad parcial cuando el vicio afecta sólo a una parte o cláusula del acto jurídico; o
cuando afecta a una parte o un elemento o cláusula [el ejemplo por antonomasia es la cláusula penal
(art. 1536) que también es citada por DOMÍNGUEZ21].

SECCIÓN CUARTA: EFECTOS DE LA NULIDAD

112. Conceptos generales

Hemos señalado que tanto la nulidad absoluta como la relativa no producen sus efectos ipso iure o
de pleno derecho, esto es, por la sola existencia del vicio de nulidad. Para que se produzcan los
efectos propios de la nulidad es menester la existencia de una sentencia judicial firme o
ejecutoriada, que declare la nulidad del acto o contrato.

21 DOMÍNGUEZ (2012), Teoría general del acto


5
Boris Loayza

Con anterioridad a la dictación de la sentencia, el acto o contrato que es anulable o rescindible por
el vicio que lleva consigo produce, no obstante, todos sus efectos, como si fuera válido. Pero dichos
efectos van a ser efímeros. La acción o excepción de nulidad tiene precisamente por objeto advertir
o llamar la atención del juez sobre la existencia de un vicio a fin de que éste declare la ineficacia del
acto, el cual, una vez declarada judicialmente la nulidad, deja de producir efectos, fingiendo la ley a
mayor abundamiento que tampoco produjo efectos en el pasado.

Los efectos de la nulidad judicialmente declarada se producen entre las partes del acto o contrato
nulo y respecto de terceros. De esta manera, los efectos, en principio, son relativos (art. 1690)
pero, bien pueden generar efectos respecto de terceros.

[En DOMÍNGUEZ22, los efectos de la nulidad son entre las partes (art. 1690) y una vez declarada
judicialmente por sentencia con fuerza de cosa juzgada (arts. 1687, 1688 y 1689 CC). Para que
la nulidad afecte a terceros estos deben haber sido llamados al juicio. Por último, el efecto general
está reglado en el art. 1687: invalidez retroactiva del negocio jurídico.].

113. Efectos que produce la nulidad para las partes que celebraron el acto o contrato nulo

El principio general que determina los efectos de la nulidad para las partes del acto o contrato nulo
se encuentra establecido en el inciso primero del artículo 1687 CC, esto es, da a las partes derecho
para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato
nulo.

Hemos dicho que el acto que adolece de un vicio de nulidad produce todos los efectos que le son
propios, no obstante la existencia del vicio, y que declarada judicialmente la nulidad, el acto deja de
producir efectos, fingiendo la ley en virtud del efecto retroactivo con que opera la nulidad que el
acto nunca existió y que, por lo mismo, no produjo efecto alguno.

La nulidad establece dos mecanismos: la extinción de las obligaciones que engendró el acto y la
obligación, correlativa al derecho antes mencionado, de efectuar determinadas prestaciones, es
decir, un efecto restitutorio.

Así las cosas, si el acto engendra obligaciones y éstas no se habían cumplido, la nulidad opera su
extinción de acuerdo con el artículo 1567 N° 8 CC, y que en los demás casos opera el inciso
primero del artículo 1687, que obliga a una o a ambas partes a efectuar determinadas presta-
ciones. En otras palabras, el derecho que se concede a las partes de ser restituidas al estado en que
se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo, de modo que si éste engendraba
obligaciones que no se encontraban cumplidas, tal derecho se satisface con la extinción de ellas,
siempre que de esta manera se pueda volver al estado anterior. En cambio, si la extinción de las
obligaciones no permite, sin más, que se produzca el efecto de tantas veces mencionado, deberá una
de las partes o ambas efectuar las prestaciones determinadas por la ley, que reciben la denominación
de restituciones mutuas.

22
DOMÍNGUEZ (2012), Teoría general del acto

5
Boris Loayza

Entre las restituciones, lo primero que se debe restituir es la cosa. Lo segundo, es que deben
restituirse los frutos naturales y civiles de la misma, aunque en la restitución de los frutos se
atiende a la buena o mala fe (art. 907 CC) distinguiendo entre poseedor de buena o mala fe.

114. Excepciones a la regla general establecida por el artículo 1687

La regla general que da derecho a las partes para ser restituidas al estado en que se hallarían si
no hubiese existido el acto o contrato nulo, presenta las siguientes excepciones.

A) Declaración de nulidad por objeto o causa ilícita

El mismo artículo 1687 señala que la regla general debe entenderse sin perjuicio de lo prevenido
sobre el objeto o causa ilícita.

La referencia debe entenderse hecha al artículo 1468 CC, que dice que no podrá repetirse lo que
se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícitas a sabiendas. En consecuencia, declarada la
nulidad absoluta de un acto o contrato por objeto o causa ilícita, quien lo celebró a sabiendas de
que adolecía de uno de los vicios mencionados no puede exigir la restitución de lo que dio o
pagó en virtud del contrato, pese a que él puede estar obligado a restituir lo que recibió, a su vez.

B) Situación del poseedor de buena fe en la restitución de frutos

La regla general de que junto con la restitución de la cosa procede la restitución de los frutos, tiene
una excepción respecto de estos últimos en virtud de la cual el poseedor de buena fe no está obli-
gado a restituir los frutos naturales y civiles que hubiere percibido antes de la contestación de
la demanda.

C) Situación en que se encuentran las partes como consecuencia de la declaración de nulidad de un


contrato por la incapacidad de una de ellas

Establecida en el artículo 1688 CC señala que el que contrató con la persona incapaz no podrá
pedir la restitución o reembolso de lo que gastó o pagó en virtud del contrato, sino en cuanto
probare haberse hecho más rica con ello la persona incapaz. Y, agrega el inciso segundo, que se
hace más rica la persona incapaz cuando la cosa recibida le es necesaria, o cuando sin serle
necesarias las cosas dadas o pagadas en virtud del contrato, estas subsisten y él quisiere
mantenerlas.

La excepción a la regla general de las restituciones mutuas que beneficia al comprador en que no
queda obligado a restituir la cosa que recibió del vendedor, a menos que éste probare que el incapaz
se ha hecho más rico. Según la ley, el incapaz se hace más rico en dos casos: cuando las cosas
pagadas o las adquiridas por medio de ellas le hubiesen sido necesarias, o cuando no siéndole nece-
sarias subsistan en poder del incapaz y éste quisiera retenerlas.

Finalmente, hay que señalar que la excepción en comento sólo se aplica cuando la nulidad del acto
o contrato se declara, precisamente, por la causal de incapacidad absoluta o relativa de una de las
partes, y no por otro vicio.

D) Situación de la persona que adquiere el dominio de la cosa por prescripción

5
Boris Loayza

No está obligada a restituir la cosa que recibió en virtud del acto o contrato nulo la parte que,
habiendo adquirido la posesión de la misma, ha ganado el dominio de ésta por el modo de adquirir
prescripción adquisitiva.

[DOMÍNGUEZ23 agrega la situación de los contratos de tracto sucesivo, en donde el efecto restitutorio
no puede operar por la naturaleza de las obligaciones de este tipo de negocio jurídico].

115. Efectos de la nulidad judicialmente declarada en relación con terceros

La nulidad judicialmente declarada da acción reivindicatoria (art. 889) contra terceros


poseedores, ya sea que estén de buena o mala fe. Así lo dispone el artículo 1689 CC.

El efecto de la nulidad contra terceros se justifica en el efecto retroactivo con que ésta opera en
virtud de la ficción de la ley de que nunca tuvo existencia el acto o contrato nulo.

116. Excepciones a la regla general del artículo 1689

A) Caso del poseedor que ha adquirido el dominio por prescripción adquisitiva: en virtud
de la tradición adquiere la posesión de la cosa, que le permite ganar el dominio por el modo
de adquirir denominado prescripción adquisitiva;
B) Caso del heredero indigno que enajena bienes de la herencia: de acuerdo al artículo 974
CC, declara judicialmente la indignidad del heredero o legatario, éste es obligado a la resti-
tución de la herencia o legado con sus acciones y frutos. Sin embargo, si el indigno ha
enaje- nado los bienes que adquirió, los herederos a quienes beneficia la declaración de
indignidad tendrán acción, pero sólo contra los terceros de mala fe. No procede, en esta
hipótesis, la acción reivindicatoria contra terceros de buena fe. Tal es el alcance del artículo
976 CC, que dice que la acción de indignidad no pasa contra terceros de buena fe;
C) Caso del comprador que es condenado a restituir la cosa cuando se ha declarado la
rescisión de la compraventa por lesión enorme: las enajenaciones o gravámenes que hu-
biera hecho el comprador sobre la cosa adquirida antes de que se pronuncie en su contra la
rescisión por lesión enorme, no quedan sin efecto como consecuencia de esta. Por ello el
artículo 1895 CC obliga al comprador que se halle en el caso de restituir la cosa, a “ purifi-
carla” previamente de las hipotecas u otros derechos reales que hubiera constituido sobre
ella. Se genera una obligación en el comprador: debe purgar los gravámenes constituidos
sobre la cosa.

CAPÍTULO VIII: LA REPRESENTACIÓN EN LOS ACTOS JURÍDICOS

I. GENERALIDADES

117. Conceptos generales sobre la representación

23
DOMÍNGUEZ (2012), Teoría general del acto jurídico

5
Boris Loayza

La ley hace posible que se encargue a otra persona la gestión de la cual el interesado no puede
hacerse cargo personalmente. Y así es corriente que una persona dé a otra poder para que contrate a
nombre y en lugar suyo.

Los efectos del acto que concluye una persona a nombre de otra se radican directamente en esta
última, como su hubiera concurrido personalmente a la celebración de dicho acto.
De lo expuesto es posible desprender que las personas intervienen en un acto jurídico lo pueden
hacer de dos maneras: a nombre propio o a nombre ajeno.

Se define la representación como la institución jurídica en virtud de la cual los efectos de un


acto que celebra una persona que actúa a nombre o en lugar de otra, se radican en forma
inmediata y directa en esta última, como si ella personalmente lo hubiera celebrado.

En la representación, como lo pone de manifiesto la definición, intervienen dos personas: el repre-


sentante y el representado.

El representante es quien celebra el acto jurídico a nombre o en lugar de otra persona. Y, el


representado, es la persona en quien se radican los efectos del acto ejecutado por el represen-
tante.

Nuestro Código Civil se refiere a la representación en el artículo 1444 CC, que dice que lo que una
persona ejecuta a nombre de otra, estando facultado por ella o por la ley para representarla,
produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo.

II. PODER DE REPRESENTACIÓN

118. Conceptos generales

El representante debe tener poder de representación, el cual es la autorización que tiene una
per- sona para concertar negocios por cuenta de otra, obligando exclusiva y directamente al
represen- tado.

El término poder designa a la potestad que tiene una persona para ejecutar con éxito actos jurídicos
que atañen o dicen relación con los intereses de terceros.

El referido poder puede emanar de la ley o de la voluntad del interesado.

Se da la denominación de apoderamiento al acto por el cual una persona otorga a otra el poder de
representarla.

119. Clases de representación

A) Representación legal: la representación legal o necesaria, como también se le llama, su-


pone que una persona se encuentra en la imposibilidad jurídica de ejercer por sí sola la
autonomía privada. De esta manera, el representante es, necesariamente, el que determina
la ley. Asimismo, el representante debe ser plenamente capaz. Ya que presta su voluntad
al

5
Boris Loayza

representado al que le falta o que por la ley no puede expresarla, debe tener capacidad legal
de querer; y
B) Representación voluntaria: la representación voluntaria, a diferencia de la legal, surge
exclusivamente como consecuencia de un acto voluntario del interesado, que otorga poder
a otra persona para que actúe a su nombre. En este tipo de representación, el representante
puede ser, inclusive, una persona incapaz.

120. Mandato y representación voluntaria

La doctrina nacional considera que existe una estrecha vinculación entre el contrato de mandato y la
representación voluntaria, en términos tales que no se concibe la existencia de representación vo-
luntaria sin mandato.

En nuestra opinión, el mandato y la representación voluntaria son dos cosas muy distintas; no
siendo indispensable la existencia de un mandato para que nazca la representación
voluntaria.

El mandato es un contrato, y como tal está definido en el artículo 2116 CC. A través de él una
persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y
riesgo de la primera.

La representación voluntaria surge, como hemos dicho, de un apoderamiento, que es un acto jurí-
dico unilateral por el cual una persona confiere a otra el poder de representación frente a ter-
ceros, de tal modo que el representado llega a ser en forma directa y exclusiva el titular de los dere-
chos y obligaciones que emanan del acto jurídico.

De esta manera, para que nazca un mandato se requiere un acuerdo de voluntades; mientras tanto,
para que nazca el poder, sólo se requiere la declaración unilateral de voluntad, pues el poder es
un acto jurídico unilateral.

De esta forma, podemos concluir que:

1. La representación voluntaria no supone necesariamente un mandato, toda vez que el


poder de representación es distinto e independiente de éste y puede existir con anterio-
ridad al perfeccionamiento del mandato;
2. Si bien el apoderamiento puede existir antes que el mandato y constituir en relación
con éste un acto separado e independiente, no se puede concebir el ejercicio del poder
de representación desligado del cumplimiento del mandato. Es decir, para ejercer la
re- presentación voluntaria se debe necesariamente aceptar y ejecutar el mandato; y
3. La potestad de representar no es de la esencia del mandato, ya que es perfectamente
posible que el mandatario no represente al mandante.

III. NATURALEZA JURÍDICA DE LA REPRESENTACIÓN

121. Teorías que explican la naturaleza jurídica de la representación

5
Boris Loayza

A) Teoría de la ficción de la ley: consiste en que la ley entiende que la voluntad que fue nece-
saria para dar vida al acto o contrato no la manifiesta el representante, sino que el propio
representado, como si éste hubiera concurrido personalmente a la celebración de dicho acto
o contrato;
B) Teoría del nuncio o mensajero: considera que el representante no es más que un simple
mensajero del representado, un portador de una declaración ajena de voluntad, lo que
explica que el verdadero sujeto del acto o contrato sea el representado y justifica que en éste
se radi- quen los efectos del mismo; y
C) Teoría de la modalidad: la teoría de la modalidad, elaborada por la doctrina francesa, sos-
tiene que quien manifiesta su voluntad en el acto jurídico es directamente el representante;
no obstante lo cual, por ser la representación una modalidad de los actos jurídicos, los
efectos del acto celebrado por el representante no se radican en él, como hubiera sido lo
normal, sino que en la persona del representado. En este sentido, la representación es una
modalidad del acto jurídico, de modo que se incorpora al acto o contrato con el propósito de
sustraerse a tales efectos.

IV. INFLUENCIA DE LAS CIRCUNSTANCIAS PERSONALES DEL REPRESENTANTE O DEL REPRESEN-


TADO

122. Conceptos generales

El criterio que es posible seguir es el siguiente: el conocimiento del representante no perjudica al


principal más que cuando un interés preferente de la otra parte o de un tercer partícipe lo
exige; mientras que, por otro lado, su propio conocimiento sólo deja de perjudicarle cuando por
razones de hecho o de derecho no estuviere en condiciones de impedir al apoderado la
conclusión del negocio.

123. En relación a la capacidad

Para la plena eficacia de un acto jurídico se requiere que tanto el autor como las partes sean capaces
ex artículos 1446 y 1447 CC.

A) Capacidad del representado: en lo relativo a la capacidad del representado hay que distin-
guir, a su vez, entre la representación legal y la representación voluntaria. En la representa-
ción legal el representado es, normalmente, es un incapaz absoluto o relativo. En la
represen- tación voluntaria, el representado es una persona capaz; y
B) Capacidad del representante: también se debe distinguir entre la representación legal y
voluntaria. En la representación legal el representante debe ser una persona capaz. Mientras
tanto, en la representación voluntaria el representante que tiene la calidad de mandatario
puede ser incapaz o bien puede ser una persona capaz (art. 2128 CC).

124. En relación con los vicios del consentimiento

El error del representante vicia el consentimiento siempre que dicho error sea también relevante
para el representado.

5
Boris Loayza

La fuerza o dolo determinante que se ejerciera sobre el representante y que vicia el


consentimiento de éste, permite que el representado solicite la rescisión del contrato, pues se
presume que la fuerza o dolo hubiera, asimismo, viciado su voluntad.

En cuanto al error del representado o la fuerza o dolo que se hubiera ejercido sobre él hace que
el poder sea anulable y a través de éste, socava también el acto representativo.

Ahora, cuando la víctima de la fuerza o dolo es la persona que contrata con el representante, en
la hipótesis de fuerza es indiferente que ésta provenga del representante o del representado, pues si
es determinante, vicia el consentimiento del contratante que fue víctima de ella.

En cuanto al dolo, sea que provenga del representante, sea que provenga del representado, vicia el
consentimiento, si para la otra parte es determinante.

125. En relación con la buena o mala fe del sujeto

La mala fe del representado hace imposible que éste adquiera la posesión legal, aunque se haya
valido de un representante de buena fe.

La mala fe del representante afecta, también, al representado, aunque este se encuentre de


buena fe.

126. En relación con la disposición legal que impide demandar la nulidad absoluta al que
sabía o debía saber el vicio que invalidaba al acto y con aquella que impide repetir lo pagado
por objeto o causa ilícita a sabiendas

Es indudable que el representado que sabía o debía saber el vicio que invalidaba el contrato, o que
tuvo la calidad de parte en un contrato a sabiendas del objeto o causa ilícita, no puede alegar la
nulidad absoluta o repetir lo pagado, respectivamente.

En general, la doctrina se inclina por restar relevancia a la mala fe del representante, en


aplicación del principio que dice que la persona que es parte en un acto jurídico debe sufrir los
perjuicios que emanen de su propia ciencia, y no de la de otros.

En Chile se ha dicho que se permite al representado alegar la nulidad absoluta, aun cuando el
representante sabía o debía saber el vicio que invalidaba al contrato, porque el dolo, que es lo
que la ley castiga negando la acción de nulidad, es un acto personalísimo.

127. En relación con las impugnaciones de las enajenaciones del deudor

Para que ocurra esto es necesario que se dé el denominado fraude pauliano, es decir, el
conocimiento que tiene el deudor del mal estado de sus negocios.

Si existe fraude pauliano en el deudor representado, los acreedores podrán deducir la acción pau-
liana para revocar la enajenación efectuada por el representante del deudor, aunque no exista en
dicho representante el conocimiento del mal estado de los negocios de su representado.

6
Boris Loayza

En relación con la situación inversa, es decir, si el deudor representado no comparte el fraude


pauliano que sí existe en el representante que enajenó bienes de aquél, se dice que el fraude pau-
liano del representante debe perjudicar al representado, lo mismo que la violencia o dolo del que
el representante hiciera víctima ala otra parte del contratante.

En consecuencia, si el representante actúo fraudulentamente, es justo que el principal se vea privado


de las ventajas que el negocio pudiera reportarle, sin que los acreedores deban soportar el perjuicio.

V. REQUISITOS DE LA ACCIÓN

128. Enumeración de los requisitos

1. Que el representante declare su propia voluntad: el representante, para dar vida al acto
jurídico que celebra a nombre de otro, debe manifestar su propia voluntad. Lo anterior se
advierte con mayor claridad en la representación legal. Sin embargo, también en la repre-
sentación voluntaria el representante es quien da vida al acto jurídico con su voluntad;
2. Que dicha declaración la haga a nombre de otro: en el acto o contrato celebrado por el
representante éste debe dar a conocer la denominada “contemplatio domini”, lo que
significa que tiene que manifestar, de alguna manera, que su declaración se refiere a
otra per- sona, a nombre de la cual está obrando. La manifestación de la contemplatio
domini, o sea, de la intención de actuar a nombre y en lugar de otro, no está sujeta a
formalidades especiales, por lo que debe aplicarse, a su respecto, la reglamentación general
en lo relativo a manifes- tación de voluntad [forma expresa o tácita y, en algunos casos
excepcionales, el silencio]. La contemplatio domini, que constituye un requisito esencial de
la representación, lo que no existe en el mandato sin representación; y
3. Que el representante tenga poder de representación: hemos visto que el poder de
repre- sentación es la autorización que una persona da a otra para que actúe a su nombre, y
que dicho poder puede emanar de la ley o de la voluntad del interesado. Sin embargo, el
poder puede faltar en dos casos:
a. Agencia oficiosa: se entiende que si la gestión ha sido útil para el interesado, éste
la ha autorizado en el momento mismo en que se realizó; y
b. Ratificación: cuando con posterioridad a la celebración del acto el interesado lo ra-
tifica.
Cabe mencionar que en lo que se refiere a la extinción del poder de representación, la
doctrina señala como causales de extinción la revocación del poder, que es, al igual que
éste, un acto jurídico unilateral del poderdante; la muerte del representado y del
representante; y la incapacidad legal del representante.

129. Exceso o defecto de poder de representación

El exceso o defecto de poder tiene lugar cuando la actividad en nombre de otro no sea conforme al
poder de representación.

El artículo 2160 dice que el mandante cumplirá las obligaciones que a su nombre ha contraído el
mandatario dentro de los límites del mandato. Lo que el Código llama “límites del mandato”
equivale al contenido del poder de representación.

6
Boris Loayza

Entendida la disposición en estos términos, concluimos que lo realizado por el representante, en


exceso o en defecto del poder de representación, no afecta al representado, no lo obliga. El acto
jurídico realizado es inoponible al representado.

El artículo 2173 CC dispone que todas las veces que el mandato expira por una causa ignorada al
mandatario, lo que éste haya hecho en ejecución del mandato será válido y dará derecho a terceros
de buena fe contra el mandante. Y si el mandatario sabía de la causa, obligará al mandante ante
terceros de buena fe, sin perjuicio de la acción de perjuicios del mandante en contra del
mandatario.

Esta disposición hace excepción, pues, al principio general contenido en el artículo 2160 CC. El
acto concluido por quien actuó a nombre de otra persona, como si el poder de representación
continuara vigente, será oponible a esta última siempre que la otra parte esté de buena fe.

El artículo 2154 dice que el mandatario que ha excedido los límites de su mandato es sólo
responsable al mandante, y no es responsable a terceros, sino, primero, cuando no les ha dado
suficiente conoci- miento de sus poderes, y, segundo, cuando se ha obligado personalmente.

Finalmente, el inciso segundo del artículo 2160 CC, después de señalar que los actos concluidos
fuera de los límites del poder son inoponibles al representado, establece que será, sin embargo,
obligado el mandante si hubiere ratificado expresa o tácitamente cualesquiera obligaciones
contraídas a su nom- bre.

La ratificación es, pues, una excepción al principio general de que los actos realizados en
exceso o en defecto de poder son inoponibles a la persona a nombre de la cual se celebran.

130. La ratificación

Hemos visto que el acto jurídico que celebra una persona a nombre de otra, en exceso o defecto de
poder, no adolece de un vicio de nulidad por este hecho.

La ratificación es un acto jurídico unilateral, al igual que el poder. Además, es un acto jurídico
irrevocable. Y puede ser de forma expresa o tácita.

Para terminar el estudio de la ratificación, debemos mencionar que esta opera con efecto
retroactivo. Es decir, por una ficción de la ley se supone que el acto obliga a quien ratifica desde
la fecha de celebración del mismo, y no desde la fecha que se ratifica.

CAPÍTULO IX: LA CAPACIDAD24

131. Concepto de capacidad

24
COURT (2009), Curso de derecho civil, Teoría general del acto jurídico
6
Boris Loayza

En general, se define la capacidad como la aptitud legal para ser sujeto o titular de derechos y la
facultad legal de una persona para ejercerlos por sí mismo, sin el ministerio o la autorización de
otra.

En esta definición quedan comprendidas tanto la capacidad de goce como la capacidad de ejercicio.

1. Capacidad de goce: también se le denomina adquisitiva, porque en último término es una


aptitud legal para adquirir derechos, sin considerar si acaso el titular de esos derechos puede
o no ejercitarlos por sí mismo;
2. Capacidad de ejercicio: esta se traduce en la facultad legal de una persona para ejercer por
sí mismas los derechos de que es titular, sin el ministerio o la autorización de otra. A esta
capacidad se refiere el artículo 1445 CC cuando exige que para que una persona se obligue
a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario que sea legalmente capaz.

132. Paralelo entre la capacidad de goce y la capacidad de ejercicio

Capacidad de goce tiene todo ente o ser sujeto de derechos y, así, el concepto de capacidad de goce
se confunde con el de personalidad, en el sentido de que no se puede concebir una persona sin capa-
cidad de goce. Cuestión distinta es que carezcan de capacidad de ejercicio, es decir, que no puedan
ejercer por sí mismos sus derechos y deban hacerlo con el ministerio de otro.

La capacidad de goce es un atributo de la personalidad, mientras que la capacidad de ejercicio no


lo es y, por consiguiente, hay personas que carecen, en mayor o menor medida, de ella (art. 1447
CC).

133. La capacidad de goce en Chile

Según lo expresado, toda persona posee capacidad de goce, porque la personalidad se define, preci-
samente, como la aptitud o idoneidad para ser titular de derechos. De esta forma, no existen incapa-
cidades de goce generales. Sólo es posible, según AVELINO LEÓN HURTADO, concebir incapacidades
de goce especiales o particulares, como las prohibiciones del artículo 1447 CC.

¿Qué ocurre si existe infracción del artículo 1447 inciso final (que establece las prohibiciones)? La
respuesta es que dependerá del tipo de prohibición. Así, si es absoluta, la sanción será la nulidad
absoluta por objeto ilícito (arts. 10, 1466 y 1682 CC). En cambio, si la prohibición legal es relativa,
la sanción será la nulidad relativa del acto.

134. Capacidad de ejercicio en Chile

Cuando el legislador se refiere a la capacidad como requisito de los actos o declaraciones de


voluntad, lo hace a la capacidad de ejercicio, según se desprende del artículo 1445 CC.

La regla general en esta materia es que las personas sean capaces (art. 1446 CC). Por lo mismo, las
incapacidades son de excepción, establecidas específicamente por la ley, y son de derecho estricto.

Así las cosas, en Chile la capacidad de ejercicio se encuentra en íntima relación con el requisito de
la voluntad en los actos jurídicos, porque la ausencia de voluntad de un sujeto acarrea su
incapacidad absoluta. En efecto, para ser legalmente capaz es necesario tener voluntad seria y poder

6
Boris Loayza

manifestarla libremente.

6
Boris Loayza

De ahí que la ley declara incapaces absolutos a quienes carecen de voluntad (como los dementes y
los impúberes) y a los que teniéndola, no pueden manifestarla de un modo inequívoco (como los
sordos y sordomudos que no pueden darse a entender claramente).

En conformidad al artículo 1447 CC, las incapacidades pueden ser generales y particulares o espe-
ciales. Las primeras se refieren a la totalidad de los derechos y obligaciones y a su vez pueden ser
absolutas o relativas. Las particulares, en cambio, se refieren a ciertos derechos y para algunos au-
tores son incapacidades de goce.

1. Incapacidades absolutas: tienen lugar cuando la persona no puede ejecutar por sí misma
acto alguno, bajo ninguna circunstancia, porque para el legislador por su edad o por la enaje-
nación mental de que padece, la manifestación de voluntad no puede ser tomada en cuenta,
o por el defecto físico de que padecen no puede exteriorizar su voluntad. Es por esto que los
actos de los absolutamente incapaces no producen ni aun obligaciones naturales y no
admiten caución (arts. 1470 y 1447 CC). Las incapacidades absolutas son las siguientes:
a. Los dementes: con la palabra demencia, el legislador se refiere, en general, a los
enfermos o enajenados mentales. El demente es absolutamente incapaz por el solo
hecho de ser demente, sin necesidad de que esté declarado en interdicción por sen-
tencia judicial. Sin embargo, si bien la declaración judicial de interdicción del de-
mente no es necesaria para que sea incapaz absoluto, la interdicción tiene
importancia en lo que respecta a la prueba de la demencia (art. 465 CC) que, en
principio, corres- ponde a quien la alega;
b. Los impúberes: los impúberes se clasifican en infantes y simplemente impúberes.
Es infante o niño al que no ha cumplido siete años; y simplemente impúber al varón
que no ha cumplido doce años y la mujer que no ha cumplido catorce años (art. 26
CC). De esta forma, el legislador ha fijado límites en que atiende exclusivamente a
la edad, sin considerar la situación particular biológica de cada persona, de modo
que no se puede sostener que alguien es impúber más allá del límite que la ley
establece, ni que es púber antes de ese límite; y
c. Los sordos y sordomudos que no pueden darse a entender claramente: si bien
ellos tienen voluntad, no pueden exteriorizarla de una manera que el legislador
estime idónea, por lo que en resguardo de sus intereses la ley los declara incapaces;
2. Incapacidades relativas: éstas tienen lugar cuando los actos del incapaz pueden tener valor
y éste puede actuar por sí mismo, siempre que se llenen las formalidades, requisitos o cir-
cunstancias que la ley establece y que se denominan formalidades habilitantes. Los
incapaces relativos son los siguientes:
a. Los menores adultos: son los menores de dieciocho años que han dejado de ser
impúberes (art. 26 CC). No obstante su incapacidad, los menores adultos pueden
eje- cutar ciertos actos, a saber:
i. Pueden tener peculio profesional o industrial (art. 251 CC);
ii. Pueden otorgar testamento (art. 262 CC);
iii. Pueden reconocer un hijo (art. 262 CC); y
iv. Ser mandatarios (arts. 2128 y 1581 CC).
b. Los disipadores que se hallaren bajo interdicción de administrar lo suyo: disi-
pador es aquel sujeto que dilapida sus bienes mediante hechos repetidos que
demues- tran falta total de prudencia. El Código también los llama pródigos. El
disipador sólo

6
Boris Loayza

es incapaz en virtud del decreto de interdicción, de manera que la resolución


judicial de interdicción es la que lo convierte en incapaz y los actos anteriores a ésta
no pue- den impugnarle por este motivo;
3. Incapacidades especiales: la doctrina distingue si la prohibición es absoluta, esto es, el
acto no puede realizarse bajo ninguna circunstancia o si, por el contrario, la prohibición es
rela- tiva, porque en dicho caso el acto puede realizarse cumpliendo ciertos requisitos.

BIBLIOGRAFÍA

1. BARCIA (2007), Lecciones de derecho civil chileno. Tomo II, De las fuentes de las
obligacio- nes;
2. CARLOS PEÑA, Memorándum de Derecho acerca del artículo 1464 del Código Civil;
3. COURT (2009), Curso de derecho civil, Teoría general del acto jurídico;
4. DE LA MAZA (2008), Buena fe, el reverso de la moneda. A propósito del dolo por omisión y
el deber precontractual de informar;
5. DE LA MAZA (2010), Contrato de compraventa y error. Corte de Apelaciones de Arica, 2
de marzo de 2008, Corte Suprema, 19 de enero de 2010, rol Nº 1.908-2008, Nº Legal
Publishing 43283;
6. DE LA MAZA (2012), El error vicio del consentimiento: entre la protección y el aprovecha-
miento;
7. DOMÍNGUEZ (2012), Teoría general del acto jurídico;
8. ELORRIAGA (2009), Las dos hipótesis de objeto ilícito contenidas en el artículo 1465 del
Código Civil;
9. MARTINIC y REVECO (2009), Acerca del error, su excusabilidad y otros tópicos;
10. MEZA BARROS (2008), Manual de la sucesión por causa de muerte y donaciones entre vivos;
11. ORREGO (2020), Teoría del acto jurídico; y
12. PEÑAILILLO (1992), Cuestiones teórico-prácticas de la simulación.

También podría gustarte