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Centro de estudios tecnológicos industrial y de servicios no.

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La felicidad

▪ Nombre: María Fernanda Miranda Garcia


▪ Profesora: Yolanda Cázares
▪ Materia: filosofía
▪ Especialidad: electrónica
▪ 6gm
introducción

Para una gran parte de personas una gran parte la felicidad es un activo
material una vida segura.

Para las personas espiritualmente ricas, una posibilidad de crecimiento


espiritual es de gran valor. A pesar del significado que esa persona incluye la
felicidad ocurre por accidente; siempre tiene que ser creada descubierta y
producida.

La felicidad es el propósito principal de la vida del ser humano, un anhelado


bienestar que, sin embargo, no admite un único camino o interpretación posible.
Por consiguiente, en el siguiente texto se hablará sobre la felicidad desde la
perspectiva de filósofos como Nietzsche, Slavoj, Aristóteles y Platón.
Nietzsche y la critica sobre la felicidad

Para Nietzsche, la felicidad (comúnmente entendida) es un camino inventado por


aquellos que mienten y que nos es impuesto. La felicidad no es algo externo,
algo que se descubra afuera del hombre (de la mujer); no es un mandato. Puede
ser, en ciertos casos, sólo una recomendación, que depende de nuestra voluntad
realizar o no, pero nunca una norma.

Estas direcciones externas, apunta Nietzsche, van generalmente en contra de la


felicidad individual, de manera que “[l]as normas que se llaman «morales» están,
a decir verdad, dirigidas contra los individuos y no tienden, en ningún caso, a su
felicidad”. La felicidad es posible cuando surge de las leyes propias del individuo,
y será proporcional a “su tamaño”. ¿Qué quiere decir con esto? Que nombres
pequeños (es decir aquellos que siguen la doctrina de la felicidad y la virtud y no
sus propias leyes) tendrán felicidades pequeñas, y viceversa.

Sin embargo, apunta Nietzsche que:

“[muchos hombres no son capaces más que de una felicidad insignificante […]
Ojalá que todas las personas de buena fortuna encuentren la concepción de la
existencia que pueda realizar su más elevada concepción de la felicidad: incluso
así su vida puede seguir siendo lamentable y poco envidiable”.
Felicidad colectiva vs. Felicidad individual

Puedes ir o no por la felicidad, es irrelevante, pues puedes no buscarla y ser


dichoso o, por el contrario, buscarla, creer encontrarla y eso no quita que se
pueda ser desgraciado. A lo anterior, podríamos decir que para nuestro
pensador la felicidad no es el destino de la vida. Inclusive la misma concepción
de destino es puesta en entredicho por Nietzsche.

La felicidad para Nietzsche (la felicidad individual) está comúnmente basada en


leyes desconocidas para todos los otros, donde los preceptos exteriores no
pueden hacer más que dificultarla, pues éstos sólo apuntan a “la felicidad de la
mayoría” y no a la propia.

“Muchos hombres no son capaces más que de una felicidad ... Ojalá que todas las
personas de buena fortuna encuentren la concepción de la existencia que pueda
realizar su más elevada concepción de la felicidad: incluso así su vida puede
seguir siendo lamentable y poco envidiable”.

Puedes ir o no por la felicidad, es irrelevante, pues puedes no buscarla y ser


dichoso o, por el contrario, buscarla, creer encontrarla y eso no quita que se
pueda ser desgraciado. A lo anterior, no es la felicidad el destino de la vida. El
mismo destino es puesto en entredicho por Nietzsche.

Nos parece entonces que, Nietzsche critica la idea de felicidad que, más que a la
realidad, se obsesiona con apuntar al conocimiento de esa realidad, es decir, al
realismo, ese intento exagerado de representar fielmente la realidad (actitud
que tanto criticaba a Platón), que elimina las sugerencias que ésta —la realidad
en sí— muestra sin mostrar.

Entonces, la felicidad para Nietzsche (la felicidad individual) está comúnmente


basada en leyes desconocidas para todos los otros, donde los preceptos
exteriores no pueden hacer más que dificultarla, pues éstos sólo apuntan a “la
felicidad de la mayoría” y no a la propia.
La felicidad en la infelicidad

La pregunta por la felicidad se torna abstracta si se la separade la pregunta por


la infelicidad, porque para los hombres no existe la felicidad sin sombras. Es
impensable que para el hombre sólo exista lo beneficioso y falte lo perjudicial.
Incluso quien duda de la existencia de otro mundo –en una eternidad o en el
futuro–, donde la felicidad sea completa, puede apreciar que la pura felicidad no
es de este mundo. Porque “en este mundo”, en el mundo de la vida de los
hombres, la felicidad –la propia, la de los demás o ambas, si están unidas–
siempre está junto a la infelicidad, a pesar de la infelicidad o directamente por la
infelicidad. Dicho de manera sencilla: la felicidad humana es, siempre, felicidad
en la infelicidad. Sí este dato elemental no fuera tenido en cuenta debido a tanto
correr tras lo imposible, debería preocuparnos la posibilidad de perder la
capacidad para la felicidad, la aptitud del alma para la felicidad humanamente
posible. De ahí el peligro de tratar el temade la felicidad separándolo del tema
de la infelicidad. Por eso considero pertinente que en una Jornada dedicada a
hablar filosóficamente de la felicidad se preste atención a la infelicidad.

Felicidad en la infelicidad es infelicidad relativizada: tenemos la felicidad de que


la infelicidad no sea una condición absoluta, no sea una cuestión de última
instancia. Por eso, y a pesar de la primera impresión –también presente en
Schopenhauer–ésta es la desdramatizante, la significativa y consoladora res-
puesta. Pero ¿cómo puede relativizarse algo no relativizable como la infelicidad?
Si no me equivoco en filosofía, desde la Patrística, la respuesta cristiana radical
a esta pregunta es la siguiente: en este mundo la infelicidad es tan
irrelativizable que no es posible relativizarla en este mundo sino, en todo caso,
con este mundo. Por lo tanto, también hay que relativizar el mundo, con sus
diagnósticos de infelicidad, y la causa central de la infelicidad –el pecado–en
favor del mundo de la salvación prometido por Dios. Aquí, en nuestro mundo,
domina la infelicidad; pero allá triunfará la felicidad. Algunas posiciones
extremas sostienen que en este mundo corrupto la única felicidad posible es el
consuelo de la felicidad eterna: ésta es la consolatio por la Fe, y, en filosofía, la
interpretación por un cristiano radical de la felicidad humana en la infelicidad.
Slavoj Zizek y la felicidad como paradoja

Slavoj indica que la felicidad es un asunto de opinión y no un asunto de verdad.


La considera un producto del capitalismo, que implícitamente prometen la
satisfacción eterna a través del consumo.

Sin embargo, en el ser humano gobierna la insatisfacción porque en realidad


está lleno de dudas y no sabe muy bien lo que desea. El ser humano piensa que
si alcanza algo (comprar una cosa, subir su estatus, etc.) podría ser feliz. Pero,
en realidad, inconscientemente, lo que quiere alcanzar es otras cosas u de otra
manera y por eso permanece insatisfecho.

“si logra construir su vida de acuerdo con sus deseos, será feliz”.

Slavoj Zizek

¿felicidad? ¡no gracias! por slavoj zizek

¿cuándo, exactamente, puede una persona decir que es feliz? –. En un país como
Checoslovaquia, a finales de los setenta y en los ochenta, de algún modo la
gente efectivamente ERA feliz: tres condiciones para la felicidad se cumplían
entonces. Sus necesidades materiales estaban básicamente satisfechas – no
MUY satisfechas, debido a que el exceso en el consumo en sí mismo puede
generar infelicidad–. Es bueno experimentar un poco de escasez en el mercado
de vez en cuando (que no haya café un par de días, luego que falte la carne,
luego televisiones): estos breves periodos de escasez funcionaban como
excepciones que le recordaban a la gente que debían estar contentos de que los
bienes estuvieran generalmente disponibles –si todo está disponible todo el
tiempo, la gente toma esta disponibilidad como un evidente hecho de la vida y ya
no aprecia su buena suerte–. Así la vida iba por un camino regular y predecible,
sin grandes esfuerzos ni sorpresas, y uno tenía permitido retirarse a su nicho
privado. Una segunda característica extremadamente importante: tenían al Otro
(el Partido) a quien culpar por todo lo que salía mal, así que uno no se sentía
realmente responsable –si ocurría la escasez temporal de algunos bienes,
incluso si el clima tormentoso causaba un gran daño, era ‘su’ culpa–. Y, no
menos importante: existía Otro Lugar (el Occidente consumista) sobre el que uno
tenía permitido soñar, e incluso visitar en ocasiones –este lugar estaba a la
distancia correcta, no muy lejos, no muy cerca–. Este frágil balance se vio
perturbado, ¿por quién?, por el deseo, precisamente. El deseo fue la fuerza que
convenció a las personas de ir más allá –y acabó en un sistema en el que las
grandes mayorías son definitivamente menos felices…–.

Por lo tanto, la felicidad es en sí misma (en su preciso concepto, como habría


dicho Hegel) confusa, indeterminada, inconsistente –recuerda la respuesta
proverbial de un migrante alemán en los Estados Unidos al que, cuando le
preguntaron «¿Es usted feliz?», respondió «Sí, sí, estoy muy feliz, aber gluecklich
bin ich nicht… (pero feliz no soy)» –. Es una categoría pagana: para los paganos
la meta en la vida era tener una vida feliz (la idea de «ser felices para siempre»
es ya una versión cristianizada del paganismo), y la experiencia religiosa o la
actividad política en sí mismas están consideradas las formas más altas de la
felicidad (ver Aristóteles) –no es una sorpresa que el Dalai Lama tenga tanto
éxito recientemente recitando el evangelio de la felicidad, y tampoco es una
sorpresa que precisamente sea en Estados Unidos donde haya obtenido más
atención este último imperio de (la búsqueda de) la felicidad…–. La felicidad
depende de la falta de habilidad y preparación del sujeto para confrontar las
consecuencias de su deseo: el precio de la felicidad es que el sujeto permanezca
atrapado en la inconsistencia de su deseo. En nuestras vidas diarias deseamos
(pretendemos hacerlo) cosas que realmente no deseamos, así que, finalmente, lo
peor que puede suceder es que Obtengamos lo que «oficialmente» deseamos.
Por ello, la felicidad es inherentemente hipócrita: es la felicidad de soñar con
cosas que en realidad no queremos.

Así que, de vuelta al punto de inicio, no solo estamos controlados y manipulados,


la gente «feliz», secreta e hipócritamente, exige ser manipulada por su propio
bien. La verdad y la felicidad no van de la mano –la verdad duele, trae consigo
inestabilidad, arruina el transcurso tranquilo de nuestras vidas–. La elección es
nuestra: ¿queremos ser felizmente manipulados o exponernos a los riesgos de la
creatividad auténtica?
Opinión personal

Buscar la felicidad es algo natural en los seres humanos, es en realidad lo que


nos impulsa a hacer casi todo lo que hacemos. Las definiciones e ideas sobre
qué es la felicidad son tantas como seres humanos en el planeta, y aunque es
obvio que a todos nos hacen felices diferentes cosas, alcanzarla es una meta
general. Pero ¿de qué depende que seamos o no felices? ¿Es acaso algo que solo
el destino puede decidir? ¿O tenemos control sobre nuestra felicidad? Yo creo
que ser feliz es una decisión, y depende de nuestras acciones y actitud.

Si hay algo en lo que la mayoría coincide, es en que la felicidad suele darse al


lograr un objetivo, cumplir una meta, etc. Esto está relacionado al sentimiento
de autorrealización de Aristóteles, y nos lleva a otro pensamiento: las personas
somos felices cuando somos autosuficientes:

“El hombre que hace que todo lo que lleve a la felicidad dependa de él mismo,
ya no de los demás, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz”. Platón (427 a.C. -
347 a. C.).

El pensamiento de Platón sugiere que el mejor camino para ser felices es lograr
que esa felicidad dependa enteramente de nosotros. Es con esta idea que
comienza el camino hacia el “decidir ser felices”. No, esto no es narcicismo. El
decidir ser felices y no depender de factores externos para serlo no es ser
egoístas. Puede ser considerado como parte del proceso de independización
básica. Es incluso algo inmaduro dejar que nuestros estados de ánimo o
cualidades, en este caso, dependan de lo que otros hagan o dejen de hacer. Pero,
antes de hablar de cómo podemos ser felices con nosotros mismos.
Si bien es cierto que no tenemos la capacidad inmediata de cambiar y modificar
nuestro entorno sí tenemos el poder de decidir qué personas nos rodean, a
excepción claro está de las personas con las que vivimos en caso de ser
menores de edad. En ese caso, si lo que buscamos es ser felices, debemos evitar
involucrarnos en relaciones sociales perjudiciales, como las muy conocidas
“relaciones tóxicas”, que son relaciones en las que generalmente una persona se
aprovecha de otra o intenta mantener un control total de la relación (no
necesariamente amorosa), estas relaciones existen porque existen personas que
las permiten, como los productos se venden porque hay quienes los compran.
Quienes permiten estas relaciones, según mis experiencias y encuestas a mi
comunidad, suelen ser personas de bajo autoestima, muy susceptibles a
opiniones ajenas u órdenes y sobre todo, dependientes de otras personas
(factores externos).

“El secreto de la felicidad no se encuentra en la búsqueda de más, sino en el


desarrollo de la capacidad para disfrutar de menos”. Sócrates (470 a. C. - 399 a.
C).

En lo personal, esta frase es tan cierta como que inhalo oxígeno y exhalo dióxido
de carbono. Pensemos por un momento: ¿necesito ser el o la mejor en todo para
ser feliz? ¿Necesito estar en el clímax de mi carrera profesional para ser feliz?
¿No podré ser feliz si no logro tener éxito con la publicación de este libro, el
lanzamiento de esta canción, el resultado de este examen, el resultado de las
elecciones presidenciales? a veces ponemos nuestras esperanzas y felicidad en
cosas que son inciertas, demasiado complicadas y que con facilidad se nos van
de las manos. El ser felices con las cosas más sencillas de la vida es muy
beneficioso para incrementar el porcentaje de felicidad que tenemos.
Conclusión

Si bien es cierto que la felicidad es toda una controversia, analizando cada punto
tratado en este ensayo queda a libre elección del lector que creer, ya que como
se puede observar, cada filosofo mantiene su perspectiva de una manera
distinta.

Por lo tanto, de manera general se puede definir la felicidad como la búsqueda


del propósito del ser humano, el cual claramente varia en cada persona, por ser
seres individualistas.

La “felicidad” es fuerza vital, espíritu de lucha contra todos los obstáculos que
limiten la libertad y la autoafirmación.

Ser feliz, entonces, es ser capaz de probar la fuerza vital, mediante la


superación de adversidades y la creación de modos originales de vivir.
Bibliografía

▪ Friedrich Nietzsche, Aurora, Tr. Germán Cano. Madrid: Biblioteca Nueva, 1ª


edición, 2000.
▪ Conrado, Noelia. (2018). El secreto de la felicidad, según 12 de los filósofos
más sabios de la historia. El Confidencial: Alma corazón vida.
▪ Roa, M. Gabriela, (2020). Científicamente hablando, ¿qué es la felicidad?.
Mundo culturizado.
▪ Significados.com, (2019).Significado de felicidad: Qué es felicidad.
▪ https://www.bloghemia.com/2020/03/felicidad-no-gracias-por-slavoj-
zizek.html
▪ Turner, BS (2019). Nietzsche y la felicidad. En Nietzsche y la Teoría Social
Crítica (pp. 481-497). Rodaballo.
▪ Zizek, Slavoj (2005). Bienvenidos al desierto de lo real. Ediciones: Akal.
Madrid, 2007.

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