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Qué es y cómo escribe eso que llamamos

“Felicidad”

La felicidad: un tesoro que, aunque en ocasiones la vida nos haga creer lo


contrario, no nos es en absoluto ajeno. Desde la antigua Grecia se viene ya
debatiendo y tratando de descubrir el significado de este concepto tan
abstracto como infinito en matices, tan difícil de contestar como fácil de
preguntar porque, ¿quién no se ha cuestionado alguna vez qué es la Felicidad y
qué puede hacer para conseguirla? La respuesta a estas preguntas depende –y
valga la redundancia- de un “depende”, que vamos a tratar de desentrañar en
este estudio que, quizás para muchos, por tratarse de este tan ansiado como
inabarcable concepto, pudiera parecer una osadía. Así quizás osada será
también la aproximación grafopsicológica a la escritura de la “persona feliz”,
que no por aventurada es menos curiosa ni cierta.

"La felicidad es como una mariposa que,


cuando la persigues, siempre está fuera de tu
alcance: pero si te paras y te sientas en
silencio, podría posarse encima de ti."
(Nathaniel Hawthorne)

¿Qué es la Felicidad? Los filósofos de la antigua Grecia ya se retorcían el


cerebro tratando de responder a esta cuestión. Para unos, los hedonistas, la
felicidad consistía en sentir placer y evitar el sufrimiento, y así lo expresaba
Epicuro en su “Carta a Meneceo”: “(...) el placer es principio y culminación de la
vida feliz”. Para otros, los eudemonistas, la felicidad sólo se alcanza gracias a
la autorrealización personal, es decir, la consecución de la metas propias de
cada ser humano según la virtud más excelente y a través de una actividad
continua:
“ (...) y si esto es así, el bien humano es una actividad del
alma conforme a la virtud, y si las virtudes son varias,
conforme a la mejor y más perfecta, y además en una
vida entera. Porque una golondrina no hace verano, ni un
solo día, y así tampoco hace venturoso y feliz un solo día
o un poco tiempo”
(Aristóteles, “Ética a Nicómaco”)

Por otro lado, los estoicos y los cínicos contemplan la felicidad como
autosuficiencia y a ésta como cualidad innata del hombre sabio, que es aquel
que vive según su naturaleza. Para los estoicos, la autosuficiencia se entiende
como serenidad; para ellos entonces, sabio es todo el que sabe vivir en paz y
equilibrio con la vida, controlando sus emociones y sin hacerse ilusiones con
respecto al futuro. En cambio, los cínicos identifican la autosuficiencia con la
libertad, y para ellos el sabio es el que se aleja de los convencionalismos
sociales y vive libremente, ajeno a reglas y dominándose a sí mismo.

Cuentan que Alejandro Magno, admirado por la fama del filósofo Diógenes, se acercó
un día a conocerlo; lo encontró durmiendo al sol plácidamente:
-“Yo soy Alejandro, el Grande”-
- “Y yo Diógenes, el cínico”-
- “Te permito que me pidas cualquier cosa que desees”-
- “¿Cualquier cosa? Pues entonces ¿podrías apartarte para no quitarme la luz del sol?
Es la única cosa que necesito”-
Y también cuentan que entonces Alejandro Magno se marchó murmurando para sí: “Si
no fuera Alejandro hubiera querido ser Diógenes”.
Está claro. Como ya hemos comentado aquí, la felicidad depende de muchos
“dependes”. Está claro que depende de una actitud personal; también es claro
que depende del instante, ya que es imposible que podamos ser felices de una
forma constante; también depende de las motivaciones y metas que cada uno
guarde en la mochila de su vida, porque no a todos nos hacen felices las
mismas cosas ni los mismos momentos. Kant afirmaba que la felicidad no es un
ideal de la razón sino de la imaginación porque “(...) nadie es capaz de
determinar con plena certeza, mediante un principio cualquiera, qué es lo que
le haría realmente feliz, porque para eso necesitaría una sabiduría infinita.”

“Con frecuencia, algunos buscan la felicidad


como se buscan las gafas cuando se tienen sobre la nariz”
Gustavo Dorz

A veces, no podemos evitar plantearnos la felicidad como una meta a la que


llegar, como un fin que conseguir y, otras veces, no podemos evitar pensar que
nuestra felicidad depende de circunstancias externas a nosotros mismos y
ajenas a nuestro control. Quizás no podamos evitarlo pero, esos pensamientos
nos vuelven ciegos y no nos hacen percibir la auténtica realidad: que la
felicidad no está al final del recorrido sino en cada pasito de la senda, y que la
felicidad no está allá afuera sino latiendo en nuestro propio interior.
Desde esta perspectiva, todas las afirmaciones tales como “para ser feliz
necesito...”, “si tuviera ... sería completamente feliz”, “sólo me falta ... para ser
feliz”, etc, carecen de sentido y se reducen a que para ser feliz no necesito
tener, necesitar o desear algo externo a mi; simplemente he de serlo. Feliz. No
hace falta nada más; el resto, lo que venga y tenga, es completamente
accesorio.

“La felicidad es íntima, no exterior;


y así no depende de lo que tenemos sino de lo que somos”
Henry Van Dyke

Si entendemos pues entonces la felicidad como un estado vital, innato a


nuestro ser, y no como un ocasional estado de ánimo, podemos determinar
cuáles son las características psicológicas de la “persona feliz”, de la persona
que es consciente de su felicidad, que intenta mantenerla a flote y que, cuando
ésta se hunde, procura echar mano de todos sus valiosos recursos personales
para reflotarla de nuevo. También analizaremos los rasgos grafológicos de la
“escritura feliz”, con la que sería una suerte que tú te identificases.
Felicidad es optimismo: “La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado
importante” (Antonio Gala)
Las personas que saben observar la vida desde una mirada positiva, que gozan
de sentido del humor, son abiertas, expansivas, y son capaces de relativizar los
sucesos problemáticos o causantes de dolor, siempre consiguen ser más felices
cuando son felices y menos desgraciadas cuando son desgraciadas. Las
personas optimistas miran de frente al futuro, y actúan, no se quedan
estancadas ni se achantan ante situaciones adversas sino que las aprovechan
como trampolín para el cambio; las personas positivas encuentran felicidad en
las pequeñas cosas, que siempre son muchas; así también su felicidad es
mayor y más duradera.

Felicidad es motivación: “El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo


que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace” (Leon Tolstoi)
La motivación es también una forma de optimismo; consiste en tener a babor
un objetivo y fijar el rumbo, es saber lo que se quiere en la vida, y amar cada
cosa que se hace y cada paso que se da en el camino para conseguirlo.
Lo que motiva, y por tanto hace feliz a cada persona, pueden ser cosas bien
distintas; y es aquí donde el qué me hace feliz se pierde entre millares de
opciones, pero da igual: hay muchísimas variedades de bombones, pero el
ingrediente principal de todos y cada uno de ellos es el chocolate.
Felicidad es serenidad emocional: “La felicidad sobreviene cuando lo que
piensas, lo que dices y lo que haces está en armonía” (Mohandas K. Gandhi)

El equilibrio emocional es un estado perfecto


para poder percibir las situaciones de una
forma más objetiva, ser más receptivos a
nuestro entorno y ser capaces de vivir el
momento presente en toda su plenitud, sin
impaciencias ni desasosiegos.

Felicidad es generosidad: “Miles de velas pueden encenderse con una sola vela y
la vida de esa vela no se acortará. Así la felicidad nunca disminuye si es compartida”
(Buda)
Necesariamente hemos de partir de la base de que somos seres sociales.
Quizás uno puede elegir la opción de ser feliz solo, pero quiera o no recibirá
una interacción por parte de los demás que deberá encajar dentro de su
soledad. Los otros están ahí, y una felicidad apoyada, compartida, contagiada,
regalada, multiplica sin duda sus efectos y su intensidad.

Felicidad es creatividad: “La felicidad se apoya en dos pilares fundamentales:


tomar la vida como un juego y prodigar amor a los demás” (Robert Baden-Powell)

La genialidad, la creatividad en su sentido


más positivo, constituye un recurso
personal, una virtud valiosísima a la hora
de enfrentar la vida. Las personas
creativas son capaces de ver en la nada un
universo, de hacer de la vida un juego y de
disfrutar al máximo del más insignificante
momento, de sacar su varita mágica ante
la adversidad para hacerse resurgir de sus
propias cenizas con una lección aprendida.
Felicidad es autoestima: “Nadie puede ser feliz si no se aprecia a sí mismo”
(Rousseau)
El tener un buen autoconcepto, seguridad en uno mismo y confianza en los
propios valores y decisiones provoca que nuestros pasos en la vida pisen
terreno más firme. La autoestima sana implica vivir la vida propia sin
comparaciones y sin dependencias, implica aceptación y también implica
fortaleza interior. Por el contrario, el autorrechazo y los complejos conllevan
celos, envidias y egoísmo, y nos conducen a vivir una felicidad oscura que se
ampara en la desdicha de los demás.

Felicidad es autorrealización: “La felicidad consiste en tener siempre algo que


hacer, alguien a quien amar, y alguna cosa que esperar” (Thomas Chalmers)
Autorrealización es autonomía, libertad, confianza en uno mismo y capacidad
para autogestionar los propios recursos personales y una disposición a
proyectarlos e impulsarlos hacia las metas soñadas. Autorrealizarse implica
iniciativa, implica espíritu de acción, implica movimiento, implica no estancarse
y caminar mirando al frente con actitud positiva, confiando en aprender de los
errores y en enriquecerse con cada pequeño logro.
¿Y cómo escribe la felicidad? Pues de todos los aspectos de la “persona
feliz” podría deducirse un tipo de escritura que tendría, más o menos, las
características gráficas que hemos ido viendo en las muestras; esto es:

Escritura clara, legible, sin choques entre líneas


Escritura de tamaño normal o grande sin excesos, expandida
Escritura de forma curva o mixta, con predominio de guirnaldas
Escritura de inclinación vertical vibrante o ligeramente hacia la derecha
Escritura cohesionada de forma agrupada o ligada
Escritura de velocidad ágil, suelta y vivaz
Escritura de dirección ligeramente ascendente
Escritura dinámica y espontánea
Coherencia entre firma y texto. Firma ligeramente ascendente, sin
rúbrica o con rúbrica leve.

“Con la libertad, las flores, los libros y la luna, ¿quién no sería completamente feliz?”
Oscar Wilde

Felicidad es ver salir el arco iris después de una tormenta, es el aroma del café
recién hecho por la mañana, es una caricia inesperada, es caminar sobre la
nieve, es acurrucar la nariz fría bajo una mantita amorosa, es un abrazo
inmenso y tierno, es la sonrisa de un bebé, es mirar al mar, es una alfombra de
flores, es música, es el murmullo de un río, es la mano de un amigo, es olor a
hierba mojada, es una gaviota surcando el cielo, es la risa compartida, es el
silencio en compañía, es un ramo de rosas amarillas, es soñar despierto, es una
voz amiga al otro lado del teléfono, es un atardecer, es ...
Felicidad es sentir y no olvidar que somos felices siempre. La felicidad no es un
deseo o un anhelo, es un tesoro que ya poseemos y no hemos de buscarlo
aquí o allá. La felicidad está siempre latente, y son las circunstancias y
acontecimientos externos los que provocan que aflore o no. Sólo de nosotros
depende ser y sentirnos felices, ser conscientes de que la felicidad no está al
final del camino: es el camino.

“Esta vez dejadme


ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle,
soy feliz”.
(Pablo Neruda)

Sandra Mª Cerro
Grafóloga y Perito calígrafo
www.sandracerro.com
ARTÍCULO
Apunt. DE2015;
cienc. soc. REVISIÓN
05(01) Apunt. cienc. soc. 2015; 05(01)
DOI: http://dx.doi.org/10.18259/acs.2015002

La idea de la felicidad

The idea of happiness

Reynaldo Alarcón Napurí1


Universidad Ricardo Palma
reynaldo.alarcon.n@hotmail.com

RESUMEN ABSTRACT
El objetivo de este artículo ha sido revisar desde The aim of this article has been to review from a
un enfoque teleológico y dinámico la idea de la theological and dynamic approach the idea of
felicidad. Se ha analizado información del pasado, happiness. Previous information has been analyzed
en la reflexión filosófica del mundo griego -cientos from the philosophical reflection of the Greek
de años antes de cristo- hasta la actualidad. Los world hundreds of years before Christ, until today.
bienes que hacen la felicidad son de naturaleza The goods that make happiness are of varied
variada, materiales, éticos, estéticos, psicológicos, nature, materials, ethical, aesthetic, psychological,
religiosos, sociales y políticos. La idea de la felicidad religious, social and political. The Greeks conceived
considerado desde los griegos como la sabiduría, el happiness as wisdom, pleasure or a combination
placer o la combinación de ambos. El reduccionismo of both. The materialistic reductionism, points out
materialista, señaló que toda filosofía de la vida that life philosophy should be based on our senses
debe basarse en la armonía de nuestros sentidos. harmony. Currently, happiness is considered a kind
Actualmente la felicidad es considerada como un of long lasting state of satisfaction that an individual
estado de satisfacción, más o menos duradero, que experiments subjectively when in possession of a
experimenta subjetivamente el individuo en posesión desired good; however, the road to happiness is often
de un bien deseado; sin embargo, el camino hacia full of obstacles, some depending on external factors
la felicidad a menudo está poblado de obstáculos, beyond the personal control, others depend on
unos dependen de factores externos que escapan self: low personal self-worth, lack of toughness, low
al control personal, otros dependen de uno mismo: motivation, and low optimism. The article concludes
escasa autovaloración personal, falta de tenacidad, that the idea of happiness is a goal towards which
escasa motivación, bajo optimismo. El artículo a person consciously and selectively moves, striving
concluye en que la idea de la felicidad es una meta, to possess it, some people get it while others remain
hacia la cual consciente y selectivamente se dirige frustrated. It is the lack of deep suffering, life
una persona, se esfuerza por poseerla, algunos la satisfaction, self-fulfillment and joy of living, and
consiguen, otros se quedan en el camino, frustrados referring quite optimism that life is wonderful.
en obtenerla. Esta es la ausencia de sufrimiento
profundo, satisfacción con la vida, realización Palabras clave: Happiness, hedonism, Epicurus,
personal y alegría de vivir, que refiere optimismo Socrates.
franco y reposado de lo maravillosa que es la vida.

Palabras clave: Felicidad, hedonismo, Epicuro,


Sócrates.

Historial del artículo:


Recibido: 18 de marzo de 2015. Aprobado: 12 de abril de 2015. Disponible en línea: 30 de junio de 2015
1 Psicólogo, doctor en Filosofía y Psicología. Docente investigador de la Universidad Ricardo Palma. Propulsor del desarrollo teórico de la
psicología en Perú e iniciador de los estudios e investigaciones sobre la psicología positiva, especialmente de la psicología de la felicidad.
Profesor emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y doctor honoris causa de la Universidad Ricardo Palma.

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Apunt. cienc. soc. 2015; 05(01) Alarcón, Reynaldo

INTRODUCCIÓN placer y sabiduría; la discusión remite a responder


¿cuál de las dos será el elemento preponderante?
La felicidad es un tema de antigua data en la Filebo volvió a sostener la superioridad del placer, en
reflexión filosófica del mundo griego. Sócrates, tanto que Sócrates se inclinó por la sabiduría. Platón
Platón, Aristóteles y Epicuro se preguntaron ¿qué es la propone que debe encontrarse en la combinación del
felicidad? Sus respuestas fueron: la sabiduría, el placer placer y la sabiduría (4).
o la combinación de ambos. Filósofos contemporáneos
como Bertrand Russell, desde un empirismo moderado, Aristóteles en su Etica a Nicómaco afirma que el
analizó las fuentes que generan felicidad. Lin Yutang, hombre feliz es el que vive y obra bien, porque la
a partir de un reduccionismo materialista, señala que felicidad es una especie de vida dichosa y de conducta
toda filosofía de la vida debe basarse en la armonía recta. Su idea central reposa en que la felicidad
de nuestros sentidos. Se revisa el concepto actual de consiste en la posesión de la sabiduría. En otro
felicidad en términos de “subjective well-being” (SWB). párrafo sostiene: ¿Qué impide declarar feliz a quien
El presente autor ha propuesto la siguiente definición: obra conforme a la virtud perfecta, y que está provisto,
“La felicidad es un estado de satisfacción, más o menos además, suficientemente de bienes exteriores, y todo
duradero, que experimenta subjetivamente el individuo esto no durante un tiempo cualquiera, sino durante
en posesión del bien deseado”. En un análisis factorial una vida completa? Aristóteles se presenta como un
de la felicidad encontramos que está integrada por hombre realista cuando sostiene que para ser feliz
cuatro factores: 1) ausencia de sufrimiento profundo; debe disponerse de bienes exteriores que permitan
2) satisfacción con la vida; 3) realización personal; y 4) dedicarse a la vida contemplativa y satisfacer las
alegría de vivir. En suma, esto es la felicidad. propias necesidades. Termina afirmando el estagirita:
“Un hombre que vive en la miseria jamás podrá ser
feliz” (5). Entonces, ¿los pobres no son felices?
Los primeros estudios sobre la felicidad
La felicidad es uno de los temas centrales de la El hedonismo
psicología positiva, esta corriente fue presentada
a la comunidad psicológica internacional por dos Epicuro desarrolló el hedonismo, una doctrina
distinguidos psicólogos, Martin E. P. Seligman, de la sobre la felicidad que sostiene que el hombre busca
Universidad de Pensilvania, y Mihály Csíkszentmihályi, la vida dichosa y placentera y que huye de todo lo
de la Universidad de Claremont, al inaugurarse el que causa dolor, pena y preocupación. El placer que
nuevo milenio (1). Sin embargo, desde años atrás, busca el hedonismo no es únicamente el que ofrecen
Ed Diener y asociados, de la Universidad de Illinois, los sentidos o placer material, es también de orden
venían estudiando intensivamente la felicidad a espiritual, como el placer afectivo. La supresión de los
través de la denominación de “bienestar subjetivo” estados de desosiego, de ansiedad, de temor, y de
(subjetive well-being) e informaron sobre sus dolor conducen al placer sereno y duradero, material y
trabajos realizados en el curso de tres décadas (2). espiritual que es la felicidad según Epicuro. Afirma que
Posteriormente, Diener condujo un megaproyecto de los filósofos que le antecedieron, habían olvidado un
investigación transcultural, con la participación de 41 principio esencial de la felicidad: el cuerpo humano y la
países, orientado a estudiar la felicidad en relación mente que lo habita, entidades que son rescatadas por
con un amplio número de variables. El presente autor Epicuro. La salud del cuerpo y la serenidad del alma
participó en esa investigación a invitación del profesor es la culminación de la vida feliz; en razón a esto, es
Diener. Los hallazgos encontrados en Lima los dimos a que evitamos tener dolor en el cuerpo y turbación en
conocer en la revista Persona (3). el alma. Considera Epicuro que el placer, como bien
primero, es connatural a nosotros, de él partimos para
Si bien la psicología positiva se interesó vivamente, toda elección o rechazo y a él llegamos juzgando todo
desde el primer momento, por la investigación científica bien con la sensación como norma. Como el placer es
de la felicidad, desde siglos atrás, antes de Cristo, los el bien primero y connatural, precisamente por ello no
filósofos griegos reflexionaron en torno a ella. Platon, elegimos todos los placeres; así también, como todo
en su diálogo Filebo o del placer, plantea la pregunta: dolor no es un mal, no todo dolor ha de evitarse. Se ha
¿En qué consiste la felicidad? Filebo responde en el observado, hasta qué punto la evitación del dolor sea
placer, y Sócrates sostiene en la sabiduría. El placer ya un placer. Los antiguos hedonistas consideraban
por sí solo no basta para la vida feliz, porque la que el bien es el placer y el mal es el dolor, por esto, el
intensidad del placer puede provocar dolor; entonces, hombre debe buscar el primero para evitar el segundo.
el placer no es soberano bien. Por otro lado, la Aclara Epicuro que cuando sostiene que el placer es un
sabiduría reducida a la inteligencia, a la ciencia y al fin, no se refiere a los placeres disolutos y a los que se
conocimiento tampoco por sí sola hace la felicidad dan en el goce, como mal interpretan su doctrina, se
puesto que ningún hombre se consideraría dichoso sin refiere a no sufrir dolor en el cuerpo ni turbación en
placeres de ninguna clase. Los dialogantes terminan el alma. De todos estos principios el mayor bien es
por reconocer que la vida dichosa es una mezcla de la prudencia, de ella nacen todas las demás virtudes,

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La idea de la felicidad Apunt. cienc. soc. 2015; 05(01)

porque enseña que no es posible vivir feliz sin vivir El bienestar subjetivo
sensata y honestamente (6). El hedonismo ha sido
duramente criticado, pero también recibió muchas En la literatura psicológica actual se utiliza con
adhesiones, se crearon escuelas hedonistas, y con frecuencia el término bienestar subjetivo (subjetive
denominaciones distintas se siguieron sus principios. well-being, SWB) como sinónimo de felicidad o en
términos intercambiables, uno u otro. Para Diener,
Russell y Yutang bienestar subjetivo refiere la evaluación que hace
la gente de su vida, esta evaluación es afectiva y
Bertrand Russell (7), premio nobel en 1950, ha cognitiva. Este concepto tiene tres componentes: virtud,
abordado el tema de la felicidad a partir de un satisfacción con la vida y afectos positivos. Como
empirismo moderado, más el sentido común. Señala virtud el bienestar subjetivo señala lo que es bueno y
que la felicidad depende en parte de las circunstancias deseable, por ejemplo una excelente calidad de vida;
externas y en parte de uno mismo. como satisfacción con la vida significa la evaluación
que cada cual hace de su propia vida, según sus
El autor enumera solamente los factores personales experiencias; y, como afectos positivos, el énfasis recae
que conducen a la felicidad: 1) La felicidad depende en experiencias emocionales placenteras (9,10). Más
de lo que se puede llamar un interés amistoso por las adelante, Diener, Oishi & Lucas (11) amplían esta
personas y las cosas; es una modalidad de afecto que definición, afirman que el terreno de SWB comprende
busca una respuesta empática, amistosa en la medida el análisis científico de cómo las personas evalúan
de lo posible y no hostil. La persona con este tipo de sus vidas en el momento y en períodos pasados. Las
actitud hacia los demás será una fuente de felicidad evaluaciones incluyen reacciones emocionales ante
y de amabilidad recíproca; 2) un rasgo universal eventos, disposiciones de ánimo y juicios que se han
y distintivo de las personas felices es el entusiasmo, formado sobre satisfacción con su vida y la satisfacción
el hombre con entusiasmo por la vida tiene ventaja que experimentan en áreas como el matrimonio, el
sobre el hombre sin entusiasmo, pero el entusiasmo trabajo, la vida social. En suma, lo que se denomina
cubre diversos tipos; 3) el cariño, la persona busca “bienestar subjetivo” involucra el estudio de lo que
ser amada, una de las causas de la pérdida del la gente denomina “felicidad”; por avenencia de la
entusiasmo es la sensación de no ser querida; 4) la comunidad psicológica, ambos términos se pueden
familia, el amor de los padres hacia los hijos y de los utilizar con el mismo significado. Sin embargo,
hijos hacia los padres y el amor mutuo entre los padres, no guardan equivalencia semántica en la lengua
es una de las principales fuentes de la felicidad; y 5) el española. El vocablo “felicidad” expresa por sí solo los
trabajo como medio de sustento de la familia; cuando componentes básicos de la vida feliz señalados por los
faltan estas cosas, señala el autor, solo las personas psicólogos.
excepcionales pueden alcanzar la felicidad. La vida
feliz es, en gran medida, lo mismo que la buena vida. ¿Qué es la felicidad?
El filósofo chino Lin Yutang (8) pregunta, ¿cuál debe Conceptuamos la felicidad en los siguientes términos
ser el fin de la vida humana?, el goce de la vida misma. (12): “Es un estado de satisfacción, más o menos
Sin embargo, observa, que para las mentes teológicas duradero, que experimenta subjetivamente un
no es la felicidad humana, sino la “salvación humana”, individuo en posesión de un bien deseado”. Un análisis
frase que conlleva el miedo por la condenación final. de esta definición permite distinguir las siguientes
Él asume que la felicidad humana es sensorial y que propiedades de la vida feliz.
nuestra pérdida de capacidad para el goce de las
alegrías positivas de la vida se debe a la disminución La felicidad es un sentimiento de satisfacción que
de la sensibilidad de nuestros sentidos. vivencia una persona, y solo ella, en su vida interior;
el componente subjetivo individualiza la felicidad entre
Avanzando más en su análisis, sostiene que los las personas. El factor “subjetivo” es de relevante
placeres mentales y del espíritu se hallan conectados importancia de la conducta feliz, alude a un proceso
vitalmente con nuestros sentidos, al punto que resultan evaluativo en el que intervienen elementos afectivos y
inseparables. Al recorrer los placeres más altos de cognitivos. Al parecer, en la elaboración de este juicio
la mente podemos advertir, observar, que la música evaluativo predominan los elementos afectivos. La
es sentimiento puro y carece de todo lenguaje de felicidad, como otras conductas, se puede vivenciar en
las palabras. La poesía no es más que la verdad diferentes grados o niveles, desde la infelicidad hasta
coloreada con emoción. La pintura está basada en el los grados más elevados de felicidad.
sentido del color y la vista. Todas ellas nos ofrecen un
sentido más vital de la vida y toda filosofía de la vida La felicidad es un “estado” de la conducta; no es un
debe basarse en la armonía de nuestros instintos. Así “rasgo” o característica más o menos permanente;
llega a un reduccionismo materialista (8). la felicidad goza de estabilidad temporal, puede ser
duradera, pero también se puede perder.

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Apunt. cienc. soc. 2015; 05(01) Alarcón, Reynaldo

La felicidad supone la posesión de un “bien”, se es depresivos, fracaso, pesimismo, intranquilidad, vacío


feliz en tanto se posee el bien deseado, es el objeto existencial. Factor 2: Satisfacción con la vida: expresa
anhelado el que hace la felicidad de una persona, complacencia con lo que ha alcanzado, la persona
según afirmara Aistóteles. Se experimenta satisfacción cree que está donde tiene que estar, o porque se
y alegría en tanto se logra obtener lo que deseamos; en encuentra muy cerca de alcanzar el ideal de su vida.
tal sentido, la felicidad es una respuesta consumatoria Expresiones como “me siento satisfecho con lo que
como consecuencia de la obtención del bien deseado, soy actualmente”, “la vida ha sido buena conmigo”.
que se expresa mediante alborozo, regocijo, alegría, Factor 3: Realización personal: expresa lo que puede
satisfacción, placidez y relajamiento. Comportamientos llamarse felicidad plena, y no un estado temporal del
opuestos a la satisfacción son la tristeza, el desagrado, estar feliz. “Me considero una persona realizada”,
la frustración y hasta el trauma cuando el fracaso “Creo que no me falta nada”, “Si volviese a nacer no
acusa un nivel tan alto e inesperado. cambiaría casi nada mi vida”. Finalmente, el factor
4: Alegría de vivir, que refiere optimismo franco y
reposado de lo maravillosa que es la vida.
CONCLUSIONES
Debe señalarse el carácter teleológico y dinámico que REFERENCIAS
encierra el proceso hacia la felicidad. Ciertamente,
a menudo habla que la felicidad se busca, o, como
BIBLIOGRÁFICAS
diría Bertrand Russell (7), la felicidad se conquista. En
1. Seligman M, Csikszentmihalyi M. Positive
el proceso hacia la felicidad está una meta hacia la
Psychology: An introduction. American
cual consciente y selectivamente se dirige una persona,
Psychologist. 2000; 55(1): 5-14.
se esfuerza por poseerla, algunos la consiguen, otros
2. Diener E, Suh E, Lucas R, Smith H. Subjective well-
se quedan en el camino, frustrados con obtenerla.
being. Three decades of progress. Psychological
El camino hacia la felicidad a menudo está poblado
Bulletin. 1999; 125(2): 276-302.
de obstáculos, unos dependen de factores externos
3. Alarcón R. Variables psicológicas asociadas con la
que escapan al control personal (v.g., enfermedades,
felicidad. Persona. 2000; 3: 147- 157.
accidentes, rechazo, marginación social); otros factores
4. Platón. Diálogos. La República. Madrid: EDAF;
dependen de uno mismo: escasa autovaloración
1962.
personal, falta de tenacidad, escasa motivación, bajo
5. Aristóteles. Ética a Nicómaco. En Obras Filosóficas.
optimismo. Conceptuada la felicidad como un modelo
México: Cumbre; 1979. p. 155-234
dinámico, lo aconsejable para evitar el fracaso se
6. Epicuro. Sobre la felicidad. Madrid: Debate
aconseja, a menudo, fijarse progresivamente metas
Editorial; 2001.
alcanzables para evitar la frustración.
7. Russell B. La conquista de la felicidad. Barcelona:
Debolsillo; 2004.
Los bienes que hacen la felicidad son de naturaleza
8. Lin Yutang. La importancia de vivir. Barcelona:
variada, materiales, éticos, estéticos, psicológicos,
Ediciones Apóstrofe; 2002.
religiosos, sociales, políticos. Se trata de bienes u
9. Diener E. Subjective well-being. Psychological
objetos a las que personas les asignan cualidades
Bulletin. 1984; 95(3): 542-575.
axiológicas o valencias positivas, en el sentido de
10. Diener E. Subjective well-being: The science of
Kurt Lewin. Esto quiere decir que una “cosa” deviene
happiness and proposal for a national index.
en bien deseado por el valor que le atribuye una
American Psychologist. 2000; 55(1): 34-43.
persona, de lo cual se infiere que la “cosa deseada”
11. Diener E, Oishi S, Lucas R. Personality, culture,
no necesariamente posee un valor intrínseco y que un
and subjective well-being: Emotional cognitive
mismo bien no siempre genera la felicidad de todos los
evaluation of live. Annual Review Psychology.
individuos. Unos desearán tener mucho dinero, otros
2003; 54: 404-425.
desearan tener una buena familia, muchos gozar de
12. Alarcón R. Desarrollo de una escala factorial
una buena salud y el revolucionario que triunfen sus
para medir la felicidad. Revista Interamericana de
ideas políticas. Finalmente, no se descarta que en un
Psicología. 2006; 40(1): 95-102.
tiempo histórico y en una sociocultura determinada,
las aspiraciones colectivas puedan coincidir en desear
colectivamente un mismo bien.

Un análisis factorial por componentes principales y


rotación varimax, de la Escala de Felicidad de Lima,
que construimos para medir la felicidad, identificó
cuatro factores latentes que subyacen tras el constructo
felicidad. Factor 1: Ausencia de sufrimiento profundo:
indica que la felicidad conlleva ausencia de estados

9
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FERNANDO
SAVATER
EL
CONTENIDO
DE LA
FELICIDAD
Presentación de esta edición

Este conjunto de ensayos ha conocido diversas peripe-


cias, tanto para llegar a reunirse como para mantenerse
juntos. Al comienzo, debían formar un libro breve que
encabezaría una colección titulada precisamente así, «El
contenido de la felicidad», que yo iba a dirigir. Fallido el
proyecto antes de comenzar a realizarse, proseguí reu-
niendo ensayos sobre tema moral pues mi objetivo era
abordar la felicidad desde su entraña ética. En 1986 se
editó la primera versión de este libro, con escasa fortuna
de distribución. Ahora se me brinda la posibilidad de ree-
ditarlo con dos extensas adiciones y una mínima supre-
sión. Los textos incorporados son «La necesidad de la
ética» y «Biología y ética del amor propio», escritos am-
bos muy recientemente (y por tanto tras la aparición de
mi «Ética como amor propio», a finales de 1989). Espero
que en esta ocasión la edición de este librito pueda pasar
como definitiva, dentro de lo que son definitivas las co-
sas del mundo editorial o, simplemente, del mundo.

Fernando Savater
Madrid, septiembre 1993

13
Sobre el contenido de la felicidad

De la felicidad no sabemos de cierto más que la vastedad


de su demanda. En ello reside precisamente lo que de
subversivo pueda tener el término, pues, por lo demás,
resulta ñoñería de canción ligera o embaucamiento de
curas. La felicidad como anhelo es así, radicalmente, un
proyecto de inconformismo: de lo que se nos ofrece nada
puede bastar. Se trata del ideal más arrogante, pues des-
caradamente asume que tacharla de «imposible» no es
aún decir nada contra ella. Imposible, pero imprescindi-
ble: irreductible. Su rostro permanece tenazmente ocul-
to, pero la nitidez de su reverso nos basta para impulsarnos
a requerirla sin concesiones: tal como Jehová a Moisés,
sólo nos muestra su espalda (o su trasero), pero también
en este caso ese disimulo resulta beneficioso. Cualquie-
ra de sus habituales sinónimos fracasa al intentar susti-
tuirla, porque su ápeiron, en último término, es más im-
prescindible para entenderlos o, al menos, definirlos de
lo que ellos sirven para concretarla. El placer o la utili-
dad o aun el bien nada significan en cuanto ideales de
vida si no se los refiere a la felicidad, mientras que ésta
se obstina en no dejarse agotar por ninguno de ellos, ni
siquiera por su conjunto. Esta resistencia resulta de nue-
vo subversiva porque fallan así las más comunes primas

17
EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD

a la productividad y las recompensas de la obediencia, so-


bre las que se basa la falsa reconciliación colectivista, sea
liberal o autoritaria. Felicidad es todavía lo que los po-
líticos no se atreven a prometer directamente en nues-
tros días —aunque ya no se trate de esa idea «nueva en
Europa» que encandiló a Saint-Just—, y ello debe ser su-
brayado en honor del término1.
No sabríamos definirla, no la confundimos con nin-
guno de los sucedáneos que pretenden reemplazarla; pe-
ro suponemos que seríamos capaces de reconocerla si por
fin nos adviniese. Lo cual, por decir lo menos, no pare-
ce seguro. Quizá lo que ocurre con la felicidad es que so-
mos incompatibles con ella. Felicidad es aquello que bri-
lla donde yo no estoy, o aún no estoy o ya no estoy. Para
ser feliz tendría que quitarme yo. Y, sin embargo, es el yo
el que quiere ser feliz, aunque no se atreva a proclamar-
lo a gritos por las calles del mundo, aunque finja resig-
nación o acomodo a la simple supervivencia, es decir, a
la obligación de la muerte. Decir «quiero ser feliz» es
una ingenuidad o una cursilería, salvo cuando se trata de

1
La felicidad se ha considerado durante largo tiempo una idea políticamente «de
izquierdas». Un autor paradójico y secreto de nuestros días, Gabriel Matzneff, es-
cribía en este sentido a mediados de los sesenta: «La felicidad, esa flor exquisita y
rara, es un estado sospechoso a ojos de la sociedad burguesa, que husmea en ella
un germen de trastorno y las primicias de las revoluciones. Si debiera convencer-
me de que no soy un hombre de derechas, me bastaría considerar el abismo que
separa mi afán muy vivo de felicidad y la desconfianza que le testimonia la reac-
ción» (Le Défi). Sin embargo, no faltan representantes de un izquierdismo lúgu-
bre y sanguinario que también consideran la búsqueda de la felicidad como una
muestra de «egoísmo burgués». Según parece, no hemos venido a este mundo
para intentar ser felices, sino para procurar «hacer felices a los demás», según re-
zaba la consigna de un cura televisual del Opus Dei hace no tantos años. Que la
felicidad sea una idea tan excesiva como para que ya no se la pueda incluir impu-
nemente en un programa político tiene una ventaja: mostrar los límites intuitivos
de la política. Pero también la desventaja y el peligro de los objetivos sombríos
que sustituirán a su promesa.

18
S OBRE EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD

un desafío, de una declaración de independencia, de una


forma de proclamar: «Al cabo, nada os debo». En cuan-
to deja de ser un cebo o una reconciliación piadosa, la fe-
licidad —por inasible, por perennemente hurtada— co-
mienza a liberar. De ahí que la echa a perder del todo eso
del «derecho a la felicidad». A todo puede haber dere-
cho, menos a ella; se trata de lo contrario de aquello que
se consigue o recibe en cumplimiento de un derecho.
Quizá pueda decir legítimamente que tengo derecho a
ser infeliz a mi modo o —siguiendo al Tolstoi del co-
mienzo de Ana Karenina— que tengo derecho a mi pro-
pia historia. Tal es el principio de mi aceptación y rechazo
de la colectividad, pues mi estilo de infelicidad se en-
cuentra necesariamente mediado por muchos otros in-
tentos semejantes, aunque profundamente divergentes
del mío. A la administración de mi infelicidad sí tengo de-
recho —o, mejor, sí que hay derecho—; pero no hay tal
cosa como un «derecho a la felicidad». Ni brota de un
convenio ni está garantizada por una institución superior
a la que por ese motivo haya que rendir cauta pleitesía.
Tampoco sabría ganármela de ningún modo, aunque,
en cambio, discierno aquellas de mis acciones que cola-
boran a rubricar su alejamiento: y son demasiadas. Kant
habló de que lo importante —es decir, lo que nos con-
cierne en cuanto propósito actual— no es la felicidad,
sino «ser dignos de la felicidad». Ser dignos de la feli-
cidad no es tener derecho a ella ni ser capaces en modo
alguno de conquistarla (recordemos aquel beato título
del bueno de Bertie Russell: The conquest of happiness), si-
no intentar borrar o disolver lo que en nuestro yo es obs-
táculo para la felicidad, lo que resulta radicalmente incom-
patible con ella. Aquellas contingencias que no responden
al puro respeto a la ley de nuestra libertad racional, tales

19
El contenido de la felicidad 27/2/12 15:36 Página 20

EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD

serían esas opacidades del yo bloqueadoras de la transpa-


rencia feliz, según Kant; Schopenhauer y los budistas su-
pusieron más bien, como ya ha quedado insinuado, que
es el yo mismo lo que nos hace indignos de la felicidad.
Borges escribió en una ocasión que el dragón es una
figura que contagia irremediablemente de puerilidad las
historias en que aparece, y yo hace tiempo me permití
parafrasearle señalando que también la palabra felicidad
puede rebajar un poco la madurez o la verosimilitud de
los intentos teóricos en que se la incluye. Debo añadir
ahora que mi interés por los dragones y por la felicidad
proviene precisamente de esa circunstancia en aparien-
cia derogatoria. Pero comprendo muy bien lo que de-
bía sentir el personaje de Heinrich Böll cuando expre-
saba así su fastidio: «En las películas de divorcio y de
adulterio juega siempre un gran papel la felicidad de al-
guien. “Hazme feliz, querido”, o “¿Quieres ser un obs-
táculo a mi felicidad?”. Por felicidad no alcanzo a en-
tender nada que dure más de un segundo, puede que dos
o tres como máximo» (Opiniones de un payaso). El recha-
zo instintivo de tan blandengues cursilerías —como el
que sentía Nabokov hacia la suave música ambiental en
locales públicos— es una inequívoca muestra de salud
mental. Hay que exigir más a nuestra búsqueda en cues-
tiones que se suponen peligrosamente inefables.
Las páginas que siguen intentan llegar un poco más le-
jos en este camino, aunque quizás el lector pueda sentirse
en principio contrariado porque de la felicidad misma,
directamente, no parece hablarse. La razón es ésta: parto
de la base de que la única perífrasis que puede sustituir
consecuentemente a la voz felicidad es «lo que queremos».
Llamamos felicidad a lo que queremos; por eso se trata
de un objeto perpetuamente perdido, a la deriva. La fe-

20
S OBRE EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD

licidad sería el télos último del deseo, ese mítico objeti-


vo una vez conseguido el cual se detendría en satisfecha
plenitud la función anhelante. Al decir «quiero ser feliz»,
en realidad afirmamos «quiero ser». O sea, unir defi-
nitivamente el en-sí y el para-sí, superar la adivinanza
hegeliana según la cual el hombre «no es lo que es y
es lo que no es». De lo que el hombre quiere —no de
lo que debe o puede— trata precisamente la ética. Por tan-
to, creo que una aproximación especulativa al contenido
de la felicidad que pretenda huir de la cursilería y de la
puerilidad no puede hablar más que de ética. El ensayo
que da título a este volumen intenta ser una aproxima-
ción al funcionamiento interno de la decisión ética. Los
restantes textos amplían, precisan o prolongan algunas
de las cuestiones que fueron planteadas en mi obra prin-
cipal sobre este tema, La tarea del héroe. Ficciones útiles y
Alma y espíritu; escritos en principio como breves artícu-
los para un diccionario de filosofía, aportan una nota en
cierta suerte metodológica, indicando desde dónde y cómo
suena el discurso ético.
Este libro pertenece a ese género inusual, la filoso-
fía. La mayor parte de lo que hoy se ampara bajo ese nom-
bre un tanto ajado no lo merece, pues no consiste más
que en apuntes de clase en torno a alguna obra venera-
ble o en un recetario de fichas de lectura mejor o peor
hecho. La filosofía es un ejercicio diferente, cuyo de-
signio mismo no es, en modo alguno, ajeno al tema de la
felicidad. De Aristóteles a Spinoza, como también luego
en Hegel y Schopenhauer, se ha pensado que la dicha más
alta para el hombre consiste, a fin de cuentas, en la con-
templación racional. Nuestra hora es más cauta ante
manifestaciones de este tipo, pero no las ha olvidado del
todo, ni quisiera yo, desde luego, pasarlas por alto aquí.

21
EL CONTENIDO DE LA FELICIDAD

Más allá de una supuesta autocomplacencia gremial o de


una intelectualización abusiva de la vida humana, en-
cierran un adamantino núcleo de verdad, que debe ser
rescatado. Quizá sea Adorno quien lo haya expresado me-
jor: «El atractivo de la filosofía, su beatitud, es que aun
la idea más desesperada lleva en sí algo de esa certidum-
bre de lo pensado, última huella de la prueba ontológica
de la existencia de Dios, tal vez lo que en ella hay de im-
perecedero».

22
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución,
comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de
propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. Código Penal).
LO QUE SABEMOS DE LA FELICIDAD

Ruut Veenhoven, Erasmus University Rotterdam, Paises Bajos


.
In: León Garduno Estrada, Bertha Salinas Amescua & Mariano Rojas Herrera
(coordinatores), Calidad de vida y bienestar subjetivo en México, Plaza y Valdés, S.A. de
C.V., México, ISBN 970-722-398-7, pp.17-56

1 STUDIO DE LA FELICIDAD

El estudio de la felicidad ha sido por mucho tiempo un escenario para la especulación


filosófica. Por carecer de mediciones empíricas para la felicidad, no ha sido posible verificar
propuestas con relación a esta cuestión. Por lo tanto, el entendimiento de la felicidad ha
permanecido especulativo e incierto. Durante las últimas décadas, algunos métodos de
investigación y estudio presentados por las ciencias sociales han proporcionado un gran
adelanto. Se han desarrollado formas de medición confiables para la felicidad, por medio de
las cuales ha evolucionado un cuerpo significante de conocimiento. Este ensayo muestra una
relación de este nuevo campo.

Desarrollo del campo


Los esfuerzos para crear una sociedad mejor empezaron con el ataque a los mas evidentes
males: la ignorancia, la enfermedad y la pobreza. Consecuentemente, el progreso se midió
usando cosas como la alfabetización, el control de enfermedades epidémicas y la eliminación
del hambre. Las estadísticas sociales se desarrollaron para el registro de los logros del
progreso.
Los avances en el combate de estas plagas fueron seguidos por los esfuerzos para
asegurar un razonable material estándar de vida para todos. El progreso en esta materia se
midió principalmente por las ganancias en ingresos monetarios, en seguridad y en equidad.
Esto llevó hacia una abundancia en la investigación social sobre la pobreza y la desigualdad
social, la cual es aún una tradición principal de investigación en nuestros días.
En los sesentas, apareció un nuevo tema en la agenda de investigación. En aquel
tiempo la mayoría de las naciones occidentales se habían convertido en estados de bienestar
abundante. Se reconocieron límites para el crecimiento económico y algunos valores
postmaterialistas ganaron terreno. Esto llevó a concepciones mas amplias y a mediciones de
una buena vida. En consecuencia, se introdujeron nuevos términos como “calidad de vida” y
“bienestar” y revivieron términos antiguos, como “felicidad”. Inicialmente estas nociones
fueron polémicas y sirvieron para denotar que hay algo mas que bienestar material.
Rápidamente se desarrollaron hacia conceptos mas sustantivos y resultaron ser temas de
investigación empírica.

Preguntas.
La literatura sobre la felicidad puede ser ubicada dentro de algunas preguntas claves. Estas
pueden ordenarse como pasos en el proceso para crear mayor felicidad para un mayor
número: 1) ¿que es la felicidad precisamente?, 2) ¿puede ser medida la felicidad? , 3) ¿que
tan feliz es la gente en nuestros días?, 4) ¿que nos causa ser felices o infelices?, 5) ¿puede
alcanzarse la felicidad durante largo tiempo?.
Ruut Veenhoven 2 Lo que sabemos de la felicidad

En líneas posteriores proporcionaré una definición de felicidad y a partir de ahí una respuesta
a la pregunta 1. En base a esto almacenaré las respuestas para algunas de las otras preguntas y
exploraré sus implicaciones.

2. CONCEPTO DE FELICIDAD.

En este artículo, la felicidad se define como el goce subjetivo de la vida. Para distinguir este
significado de otras denotaciones de la palabra, por principio esbozaré el concepto de otras
calidades de vida (cap. 2.1) y después especificaré que tipo de goce subjetivo se menciona
(cap. 2.2.). En base a eso proporcionaré una definición (cap. 2.3)

2.1 La felicidad y otras calidades de vida


Cualquier declaración sobre la calidad de vida involucra un juicio. Para ordenar las calidades
involucradas debemos establecer que vida se evalúa, por que estándares.

Calidad de que “vida”?


El objeto de la evaluación es principalmente una vida individual, la calidad de vida de una
persona. Sin embargo, el término se usa también para grupos, por ejemplo cuando hablamos
de la calidad de vida de las mujeres. En ese caso, el término usualmente se refiere al promedio
de individuos. Algunas veces, el término se usa para referenciar a la humanidad como un
todo. En este contexto, el objeto de evaluación es en la mayoría de los casos el promedio
individual y el destino de las especies a largo plazo. La evaluación concierne entonces a “la
vida humana” mas bien que a “las vidas humanas”.
Los términos “bienestar” y “felicidad” se usan también en referencia a los sistemas
sociales. Cuando hablamos de “la felicidad en la sociedad” a menudo nos dirigimos al nivel
colectivo, a que tan bien funciona la sociedad y se mantiene a sí misma. Los propagandistas
explotan también esta ambigüedad, en este caso como medio para disfrazar las diferencias de
interés entre los individuos y la sociedad.
En este ensayo, me enfoco en la calidad de las vidas humanas individuales. Como
veremos mas adelante, eso es sumamente difícil. Las distinciones conceptuales presentadas
mas adelante se discuten detalladamente en otra parte. (Veenhoven, 2000)

Que “calidad” de vida?


Una distinción clásica es entre la calidad de vida “objetiva” y “subjetiva”. La primera se
refiere al grado en que una vida cumple estándares explícitos de “buena vida”, tal como sería
evaluada por un observador imparcial externo. Por ejemplo, el resultado de un examen
médico. La segunda se refiere a autovaloraciones basadas en criterios implícitos, por ejemplo,
un sentimiento subjetivo de la salud de alguien. Estas cualidades no necesariamente
corresponden; alguien puede gozar de buena salud según el criterio de su médico, pero
sentirse mal. Basado en esta distinción, Zapf (1984:25) ha propuesto una clasificación
cuádruple de conceptos de “bienestar”. Cuando las condiciones de la vida tienen una buena
marca sobre los objetivos medidos y la apreciación subjetiva de la vida es positiva, Zapf
habla acerca de “bienestar”. Cuando ambas evaluaciones son negativas, él habla de
“deprivación1”. Cuando la calidad objetiva es buena pero su apreciación subjetiva es negativa,
entonces se aplica el término “disonancia” y la combinación de malas condiciones y
apreciaciones positivas es etiquetada como “adaptación”.

1
Pobreza absoluta
Ruut Veenhoven 3 Lo que sabemos de la felicidad

Aunque elegantes, estas diferencias no han probado utilidad particular. La taxonomía


no explica mucho. La razón principal es que la diferencia se refiere mas a la observación que
a la sustancia. La valoración objetiva de la salud tiene como meta las mismas cualidades que
las apreciaciones subjetivas, aunque por diferentes medios. Además, el etiquetado conduce al
mal entendimiento. La palabra “objetivo” sugiere una verdad indiscutible mientras que el
término “subjetivo” es fácilmente interpretado como una cuestión de preferencia arbitraria.
Esta sugerencia es falsa; el hecho de que el ingreso pueda medirse de manera objetiva no
significa que su valor esta mas allá de cuestionamiento.

Oportunidades y resultados.
Una distinción sustancial mas relevante está entre las oportunidades para una buena vida y la
buena vida misma. Esta es la diferencia entre potencialidad y realidad. Me refiero a ésta como
“oportunidades de vida“y “resultados de vida”. Las oportunidades y los resultados se
relacionan pero ciertamente no son lo mismo. Las oportunidades pueden fallar al ser
realizadas debido a la estupidez o a la mala suerte. Por el contrario, la gente algunas veces
hace mucho de su vida a pesar de oportunidades pobres.
Esta diferencia es bastante común en el campo de la investigación de salud pública.
Las condiciones previas para la buena salud, como una nutrición adecuada y cuidado
profesional raras veces se mezclan con la salud misma. La mayor parte de la investigación se
dirige a la valoración de las relaciones entre estos fenómenos, por ejemplo al verificar si el
consejo nutricional común realmente produce años extra vividos con buena salud. Sin
embargo, en las discusiones de política social los medios y los fines son menos distinguibles.

Cualidades externas e internas


Una segunda diferencia está entre las cualidades externas e internas. En el primer caso la
cualidad está en el medio ambiente, en el segundo caso está en el individuo. Lane (1994) hizo
esta diferenciación clara distinguiendo “calidad de sociedad” de "calidad de individuos".
Esta distinción es también bastante popular en la salud pública. Los patógenos
externos se distinguen de los padecimientos internos, y los investigadores intentan identificar
los mecanismos por los cuales los primeros producen los segundos y las condiciones en las
cuales esto es más o menos probable. A pesar de esto, una vez mas, este entendimiento
básico escasea en muchas discusiones políticas sociales.

Cuatro calidades de vida


La combinación de estas dos dicotomías admite una matriz cuádruple. Esta clasificación se
presenta en el esquema 1. La distinción entre las oportunidades y los resultados se presenta
verticalmente, la diferencia entre cualidades externas e internas se presenta de manera
horizontal.
En la mitad superior del esquema se pueden observar dos variantes de calidad de vida
potencial, junto a las oportunidades exteriores en un ambiente personal, las capacidades
interiores para sacar provecho de estas. Las oportunidades ambientales pueden denotarse por
el término vidabilidad, las capacidades individuales con la palabra vida-habilidad. Esta
diferencia no es nueva. En sociología, se utiliza algunas veces la diferencia entre “capital
social” y “capital psicológico”, en este contexto. En la psicología del estrés, la diferencia esta
etiquetada negativamente en términos de “agobio” e “intolerancia”.
La mitad inferior del esquema se refiere a la calidad de vida con respecto a sus
consecuencias. Estas consecuencias se pueden juzgar por su valor para el ambiente personal y
su valor para uno mismo. El valor externo de una vida se denota por el término “utilidad de la
vida”. La valuación interna es llamada “apreciación de la vida”. Estas cuestiones están
relacionadas. El saber que nuestra vida es útil, típicamente se agregara a su apreciación. No
obstante, las vidas no completamente útiles son vidas felices y no cada bueno para nada
Ruut Veenhoven 4 Lo que sabemos de la felicidad

importa realmente. Estas diferencias han sido elaboradas en discusiones sobre la filosofía
moral utilitaria, la cual pregona a la felicidad como el bien mas alto. Los adversarios de esa
visión sostienen que hay un mayor valor de la vida que solo placeres y dolores. Mill (1861)
resumió esa posición en su famosa declaración en que él preferiría a un Sócrates triste que a
un tonto feliz.

Vidabilidad del ambiente


El cuadrante superior izquierdo denota el significado de las buenas condiciones de vida. En
otros tiempos, el termino “felicidad” se utilizó con frecuencia para este significado en
particular, especialmente dentro de la filosofía social. Actualmente, esta cuestión se llama
comúnmente “calidad de vida” o “bienestar”, en la mayoría de los casos. Otros términos son
“prosperidad“y “nivel de vida”.
La vidabilidad es una mejor palabra puesto que se refiere explícitamente a una
característica del ambiente y no tiene una connotación limitada de condiciones materiales.
Uno podría también hablar de la “habitabilidad” de un ambiente, aunque ese término se utiliza
también para la calidad de alojamiento en particular. Por otra parte, he explorado el concepto
de vidabilidad con mas detalle (Veenhoven 1996: 7-9).
Los ecologistas ven a la vidabilidad en el ambiente natural y la describen como
contaminación, calentamiento global y degradación de la naturaleza. Actualmente, ellos
asocian la vidabilidad con la conservación ambiental. Los proyectistas de ciudades consideran
a la vidabilidad dentro del ambiente construido y lo asocian a sistemas de alcantarillado,
embotellamiento y formación de barrios. Aquí la buena vida es vista como el fruto de la
intervención humana.
En el punto de vista psicosocial, la sociedad es el centro. En principio, la vidabilidad
se asocia con la calidad de la sociedad como un todo. Los conceptos clásicos de la " buena
sociedad" acentúan el bienestar material y la igualdad social, algunas veces considerando mas
o menos equivalente el concepto (de vidabilidad) con el estado de bienestar. Las nociones
actuales enfatizan redes cercanas, normas fuertes y asociaciones voluntarias activas. Lo
contrario de esta vidabilidad es la "fragmentación social". Segundo, la vidabilidad es vista
dentro de una posición propia en la sociedad. Por mucho tiempo el énfasis fue en la “clase
baja” pero la atención actual cambia a la “clase alta”. Sus correspondientes antónimos son
"deprivación" y "exclusión".

Vida-Habilidad de una persona


El cuadrante superior derecho denota oportunidades de vida internas. Es decir, que tan bien
equipados estamos para enfrentar los problemas de la vida. Este aspecto de la buena vida es
conocido también por diferentes nombres. Las palabras “calidad de vida” y "bienestar” son
usadas también por doctores y psicólogos para denotar este significado específico. Hay mas
nombres, sin embargo. En Biología, el fenómeno es considerado como un "potencial
adaptivo”. En otras ocasiones, se utiliza la palabra "salud", en la variante promedio de la
palabra, o por términos sicológicos como "eficacia” o “potencia”. Sen (1992) llama a esta
variante de la calidad de vida, "capacidad”. Prefiero la sencilla palabra de "vida-habilidad" la
cual contrasta elegantemente con la palabra “vidabilidad”.
La descripción más común de esta cualidad de vida es la ausencia de defectos
funcionales. Esto es " salud" en el sentido limitado, algunas veces llamada "salud negativa".
En este contexto, los doctores se concentran en una función corporal inalterada, mientras que
los sicólogos enfatizan la ausencia de defectos mentales. En su lenguaje, a menudo la calidad
de vida y el bienestar son sinónimos de la salud mental. El uso de estas palabras presupone un
nivel "normal" de funcionamiento. La buena calidad de vida es el cuerpo y la mente
trabajando como se diseñaron. Este es el significado común en la atención médica.
Ruut Veenhoven 5 Lo que sabemos de la felicidad

Lo próximo a la ausencia de la enfermedad se puede considerar como excelencia de


las funciones. Esto es referido como "salud positiva" y asociada con energía y resiliencia. Los
conceptos sicológicos de la salud mental positiva involucran también autonomía, control de la
realidad, creatividad y sinergia interior de atributos y strivings. Una palabra nueva en este
contexto es la “inteligencia emocional”. Si bien originalmente significó habilidades mentales
especificas, ahora ha venido a denotar un rango amplio de capacidades mentales. Esta
definición más amplia es la favorita en las profesiones de entrenamiento.
Un paso adicional es evaluar la capacidad en una perspectiva de desarrollo e incluir la
adquisición de nuevas habilidades para vivir. Esto se denota comúnmente mediante la palabra
“auto-actualización” y desde este punto de vista un hombre de mediana edad no está “bien” si
se comporta como un adolescente aún si funciona sin problemas en este nivel. Puesto que las
habilidades no se desarrollan en inactividad, esta calidad de vida es cercana a la “actividad”
en el concepto eudaimonia de Aristóteles (Ostenfelt, 1994). Este concepto de calidad es
utilizado actualmente en cursos de entrenamiento.
Por último, el término “arte de vivir" denota habilidades vitales especiales. En la
mayoría de los contextos esta calidad se distingue de la salud mental y aún se atribuye algunas
veces a personas superficialmente perturbadas. El arte de vivir se asocia a los gustos
refinados, a una habilidad para disfrutar la vida y en un estilo original de vivir.

Utilidad de la vida
El espacio inferior izquierdo representa la noción de que una buena vida debe ser buena para
algo mas que si misma. Esto implica algunos valores superiores. No existe un género actual
para estos productos externos de la vida. Gerson (1976: 795) se refiere a estas categorías
como concepciones “trascendentales” de calidad de vida. Otro nombre es “significado de la
vida” lo cual denota entonces “verdadero” significado en vez del mero sentido subjetivo del
significado. Prefiero el mas simple “utilidad de la vida” admitiendo que esta etiqueta puede
dar lugar a mal interpretaciones. Debe notarse que esta utilidad externa no requiere de
conciencia interna. La vida de una persona puede ser útil desde algunos puntos de vista sin
que los demás lo sepan
Cuando se evalúan los efectos externos de una vida, se puede considerar su funcionalidad
en relación con el ambiente. En este contexto, los doctores enfatizan que tan esencial es la
vida del paciente para sus allegados. La vida de una madre con hijos pequeños se evalúa tan
alta como la vida de otra mujer de la misma edad sin hijos. De igual manera, la
indispensabilidad en el lugar de trabajo aparece en la calidad médica de las nociones de vida.
En un nivel superior, la calidad de vida es vista de acuerdo a las contribuciones a la
sociedad. Los historiadores ven la calidad en la adición que un individuo realiza para la
cultura humana y ponen por ejemplo las vidas de grandes inventores mejor que aquello que la
gente común hace. Los moralistas ven la calidad en la preservación del orden moral, y debe
estimarse la vida de un santo para ser mejor, que la de un pecador.
En este sentido, la calidad de una vida está también ligada a los efectos sobre el
ecosistema. Los ecologistas ven mas calidad en una vida vivida de una manera "sustentable”
que en la vida de un contaminante. En una visión más amp1ia, la utilidad de la vida puede
verse en sus consecuencias para la evolución a largo p1azo. Como la vida de un individuo
puede tener diversos efectos ambientales, entonces el número de tales utilidades es casi
infinito.
Aparte de su utilidad funcional, la vida también se juzga por su valor estético o mora1.
De vuelta a la declaración de MilI quien prefirió un Sócrates triste a un tonto feliz; Mill no
dijo esto solo porque Sócrates fue un filósofo cuyas palabras han llegado hasta nosotros; sino
porque admiraba a Sócrates como un ser humano excepcional. De la misma manera, muchos
de nosotros podríamos atribuir mas calidad de vida a F1orence Nightingale que a un
Ruut Veenhoven 6 Lo que sabemos de la felicidad

borracho, aún si pareciera que sus buenos trabajos tuvieran resultados negativos al final. En
la filosofía moral clásica esto se considera “una vida virtuosa" y se muestra como la esencia
de la "felicidad verdadera".

El goce de la vida
Finalmente, el espacio inferior derecho muestra los resultados internos de la vida. Esta es la
calidad en el ojo del observador. Como tratamos con humanos concientes, esta calidad se
diluye hacia el goce subjetivo de la vida. Esto es referenciado comúnmente por términos
como "bienestar subjetivo" "satisfacción de vida" y "felicidad" en un sentido limitado de la
palabra. Es la clase de felicidad que los filósofos utilitarios tuvieron en sus mentes.
Al evaluar nuestra vida sumamos esta rica experiencia dentro de la evaluación total.
Por ejemplo, apreciamos los dominios de la vida. Cuando preguntamos como nos sentimos
acerca de nuestro trabajo o nuestro matrimonio, la mayoría de nosotros tendrá una opinión.
Similarmente, la mayoría de personas forma ideas acerca de cualidades separadas de su vida.
Por ejemplo, como enfrentar su vida y si hay algún significado en ella. Tales juicios se hacen
con diferentes perspectivas de tiempo: en el pasado, en el presente y en el futuro. Como el
futuro es menos palpable que el pasado y el presente, las esperanzas y miedos dependen mas
de inclinaciones afectivas que de cálculos cognitivos. Junto con los aspectos de la vida,
juzgamos la vida como un todo. Bentham lo consideró como un cálculo mental en el cual
equilibramos "placeres y dolores”. Retomaré este punto en la sección 4.
La mayoría de tales juicios no son muy notables en nuestra conciencia. Ahora y
siempre saltan a la mente de manera espontánea y pueden ser rellamados y refrescados
cuando se necesite. Algunas veces, sin embargo, las evaluaciones de la vida se desarrollan
dentro de penetrantes síndromes mentales tales como la depresión o el tedio.

2.2 La felicidad y otros goces


Aún enfocándonos al goce subjetivo de la vida, existen diferentes significados asociados a la
palabra felicidad. Estos significados pueden trazarse también dentro de una clasificación
cuádruple. En este caso, la clasificación se basa en las siguientes dicotomías.

Los aspectos de la vida contra la vida-como-un- todo.


Anteriormente, hemos visto que las valoraciones de la vida pueden cubrir aspectos como el
matrimonio o la vida laboral y la propia vida como un todo. La palabra "felicidad" se utiliza
en ambos contextos. Obviamente, tales valoraciones están ligadas. El goce de ciertos aspectos
de la vida tradicionalmente contribuirán a la satisfacción de la vida-como-un-todo (el llamado
efecto festejo) y el goce de la propia vida-como-un-todo parece fomentar la satisfacción de
aspectos de la vida (arriba- abajo). Aún así no son cuestiones idénticas. Se puede tener un
matrimonio feliz y estar insatisfecho con la vida-como-un-todo o estar satisfecho con la vida-
como-un-todo a pesar de un matrimonio infeliz.

El disfrute momentáneo contra la satisfacción perdurable.


La experiencia del goce puede ser momentánea o duradera. Nuevamente, la palabra felicidad
se emplea para ambos fenómenos. A veces, se refiere a estados de ánimo pasajeros o en otras
ocasiones a satisfacciones más estables. Una vez mas, estos temas están relacionados pero no
son lo mismo.

Cuatro goces de la vida


Cuando se combinan, estas diferencias producen la clasificación cuádruple presentada en el
esquema 2. La diferencia entre la parte y el todo se muestra verticalmente y la diferencia entre
lo momentáneo y lo duradero de manera horizontal.
Ruut Veenhoven 7 Lo que sabemos de la felicidad

El espacio superior izquierdo muestra los goces momentáneos de la vida. Los


ejemplos son, el disfrute de una taza de té a la hora del almuerzo, la satisfacción de un trabajo
realizado o el disfrute de una obra de arte. Me refiero a esa categoría como satisfacciones
instantáneas. Kanahan (2000) lo llama utilidades instantáneas.
El espacio superior derecho denota apreciación duradera de aspectos de la vida, tales
como la satisfacción en el matrimonio y la satisfacción en el trabajo. Esto es referido
actualmente como satisfacciones de dominio. Sin embargo, las satisfacciones de dominio
dependen de un flujo continuo de satisfacciones instantáneas y tienen alguna continuidad en sí
mismas. Por ejemplo, se puede estar satisfecho con nuestro propio matrimonio aun si no se
goza de la compañía del cónyuge por algún tiempo.
El espacio inferior derecho muestra la combinación de experiencias pasajeras y las
valoraciones de la vida como un todo. Esta combinación ocurre en las experiencias máximas,
las cuales involucran sentimientos de corto plazo pero muy intensos y la percepción de
totalidad.
Finalmente, el espacio inferior derecho muestra la combinación de satisfacciones
duraderas con la vida como un todo. La mejor palabra es satisfacción de la vida. Este es el
significado que los filósofos utilitarios tienen en mente cuando hablan de felicidad. Cuando
hablan acerca de la “suma” de goces y dolores dan a entender un equilibrio entre el tiempo y
una cuestión duradera.

2.3 Definición de felicidad


En esta línea, la felicidad se define como el grado en el cual un individuo evalúa la calidad
global de su vida presente como-un-todo positivamente. En otras palabras, cuanto le agrada
la vida que él o ella lleva.

Alcance de la evaluación
El concepto de felicidad denota una evaluación global de la vida. Por consiguiente la
valoración que la vida es excitante no la califica como “feliz”. Puede haber mucha emoción
en la vida y demasiado poco de otras cualidades. La evaluación global de la vida involucra
todos los criterios que surgen en la mente del individuo; que bien se siente, que bien cumple
sus expectativas y que tan deseable se estima que es.

Tipo de evaluación
Cuando valoramos que tanto apreciamos la vida que vivimos parece que usamos dos fuentes
de información. Afectivamente, estimamos que bien nos sentimos generalmente, y en el nivel
cognitivo comparamos la "vida como es" con estándares de como “la vida debiera ser". La
anterior fuente afectiva de información parece ser más importante que la cognitiva, mas
reciente (Veenhoven 1996a 33:35). La palabra felicidad es utilizada popularmente tanto para
estos "subtotales” como para la valoración comprensiva. Utilizo los términos "felicidad
global" o "satisfacción de vida" para el juicio comprensivo y me refiero a las subvaloraciones
afectiva y cognitiva como “nivel hedónico de afecto” y “contentamiento”, respectivamente.
Estos conceptos están delineados con mayor detalle en Veenhoven (1984: cap. 2).

Rango temporal
Las valoraciones de la vida pueden referirse a diferentes períodos en el tiempo: como ha sido
la vida, como es ahora y como será probablemente en el futuro. Estas evoluciones no
coinciden necesariamente; uno puede ser positivo acerca de la vida pasada, pero negativo
acerca del futuro. El enfoque de este artículo es sobre la satisfacción con la vida presente
La apreciación de la vida presente no es la misma que la del estado de ánimo del
momento. Se puede estar insatisfecho con la vida pero sentirse eufórico ocasionalmente. El
Ruut Veenhoven 8 Lo que sabemos de la felicidad

afecto momentáneo puede influenciar la percepción de las experiencias de vida y el juicio


global de la misma, pero no es sinónimo de la felicidad definida aquí.

Aspectos variables
Las evaluaciones de la vida pueden diferir en muchos aspectos. Una diferencia esta en su
certeza: algunas personas son mas definitivas acerca de su valoración de la vida donde otras
vacilan. Otro punto de variación es la consideración acerca de que tan bien se hace el juicio:
alguna gente juzga mas bien intuitivamente, mientras otros se involucran en una
contemplación elaborada. Adicionalmente, las evaluaciones de la vida probablemente no son
siempre igualmente apropiadas. Como cualquier percepción, estas valoraciones pueden
distorsionarse de muchas formas tales como: la errónea atribución y el auto engaño. Esto es
referenciado comúnmente como falsa felicidad. Los juicios deformados de la vida son menos
valiosos como indicadores de una calidad aparente de la vida. Sin embargo, la felicidad
inadecuada es, a pesar de todo, felicidad. A diferencia de la mayoría de filósofos, no
resguardo la palabra para denotar el “bien verdadero”.

3. PREVALECENCIA DE LA FELICIDAD

Podemos continuar considerando como es la gente feliz en nuestros días y que tan
extensamente se difiere en el goce de la vida.

Nivel de felicidad
A lo largo del tiempo, los críticos sociales han lamentado las miserias de la vida. Se dice que
el hombre es desgraciado y que la verdadera felicidad se proyecta hacia el paraíso perdido o al
futuro utópico. Los optimistas, quienes subrayan la adaptación humana y el avance social,
siempre han denunciado esos malhumorados reclamos. Al carecer de un calibrador empírico,
la discusión permaneció inconclusa. Durante las últimas pocas décadas se han llevado a cabo
varias encuestas y algún bosquejo basado en ejemplos mundiales (disponibles en la base de
datos mundial de la Felicidad, Veenhoven 2003). Juntos, apoyan la visión optimista.

Por arriba del nivel de subsistencia, la mayoría de la gente disfruta la vida.


Las primeras encuestas fueron aplicadas en países occidentales y mostraron una distribución
dispareja de ciudadanos felices e infelices; el feliz pesó mas que el infeliz cerca de 3 a 1. Este
descubrimiento produjo muchas dudas acerca de la validez en las preguntas de investigación
(discutidas anteriormente). Sin embargo, estudios cruzados a nivel nacional mostraron que la
infelicidad prevalece en las naciones del tercer mundo, donde una cantidad grande de la
población vive en niveles de subsistencia. Este hallazgo mas reciente mando a descansar
muchas de las dudas de validez mencionadas antes.

No sólo resignación
No obstante, algunos críticos sociales están renuentes todavía a aceptar que el hombre
contemporáneo es feliz. La felicidad reportada se considera como un ajuste sombrío. Mas
bien que disfrutar su vida, la gente podría tener esperanza de una vida mejor y ajustarse a lo
inevitable (e.g. Ipsen 1978). Diversas estrategias defensivas podrían usarse: la simple
negación de la miseria propia, la comparación hacia abajo y la tendencia a ver las cosas más
agradables de lo que son en realidad. Quienes están deprimidos verían al mundo de una
manera mas realista. En adición a la discusión mencionada arriba sobre la validez, se pueden
mencionar dos contra-argumentos.
Primeramente, tal resignación debe darse un lugar aparte en una discrepancia entre el
juicio “ajustado” de la vida y la experiencia afectiva "cruda". La valoración del afecto es
Ruut Veenhoven 9 Lo que sabemos de la felicidad

probablemente menos vulnerable a la adaptación cognitiva puesto que es una experiencia


directa y menos abierta a la deformación defensiva. Es también menos amenazante admitir
que uno se haya sentido deprimido en las ultimas semanas que admitirse desilusionado de la
vida. Diversas encuestas valoraron tanto la felicidad en general como el equilibrio de los
afectos en la semana anterior. Los resultados no dan indicios que la gente es feliz sino que se
siente bien. (Investigación examinada por Veenhoven 1984 a; 106/113). El muestreo en el
tiempo de los estados emocionales también muestra que los afectos placenteros dominan a los
no placenteros (ver e.g. Bless & Schwartz 1984 para un meta-análisis de 18 estudios)
En segundo lugar, la gente es infeliz cuando vive en condiciones paupérrimas. Como
se señaló, la infelicidad es la regla en países pobres del tercer mundo. En las naciones del este,
en cambio, la felicidad es menor donde se acumulan condiciones adversas, como es el caso de
personas que son pobres, solitarias y enfermas (Glatzer&Zapf, 1984: 282-397).
En conjunto estos descubrimientos sugieren que la gente tiende a disfrutar sus vidas
una vez que las condiciones son tolerables. Desde un punto de vista biológico-adaptivo, esto
no parece sorprendente. Es improbable que la naturaleza nos agobie con infelicidad crónica.
Como la "salud", la felicidad pareciera ser la condición normal.

¿Por qué todavía tantas quejas?


El prevalecer de la felicidad no borra la gran cantidad de sufrimiento y queja. Incluso la gente
feliz se queja. Un estudio del bienestar alemán (German Welfare Survey) halló que la mitad
de los individuos que se dicen satisfechos con su vida como-un-todo reportan frecuentes
preocupaciones (Glatzer&Zapf 1984: 180). Si la causa no es una distorsión responsiva, ¿Qué
mas puede explicar este patrón de felicidad preocupada?
En primer lugar, es importante hacer notar que la felicidad y la queja no se excluyen
lógicamente. Una puede ser satisfecha con una vida-como-un-todo pero aun debemos estar
concientes de déficit alarmantes. De hecho, ambos se derivan de una reflexión sobre la vida
En segundo lugar, la preocupación puede contribuir a conseguir la felicidad al final.
Solamente por medio del reconocimiento de los pros y contras podemos hacer frente a los
problemas de la vida efectivamente.

4. DETERMINANTES DE LA FELICIDAD

Una vez que se estableció que la gente difiere en felicidad, la siguiente interrogante es ¿Por
qué? La meta de crear mayor felicidad a más individuos requiere un entendimiento de sus
determinantes.
Hasta ahora, los determinantes de la felicidad son entendidos vagamente. Aun así, es
claro que diversos valores del funcionamiento humano están involucrados; acción colectiva y
conducta individual, experiencias sensoriales simples y alta cognición, características estables
de los individuos y de su ambiente también como caprichos del destino. El esquema 3 muestra
un ordenamiento tentativo de los factores y procesos en un modelo secuencial.
El modelo asume que el juicio de la vida traza en el flujo de experiencias de la vida
particularmente sobre la experiencia positiva y negativa. Esto es lo que los filósofos
utilitarios refieren como "placeres y dolores”
El flujo de las experiencias es una reacción mental a la ruta de sucesos de la vida.
Incluye grandes eventos que ocurren una vez solamente, como el matrimonio o la migración,
así como otros acontecimientos repetitivos mundanos como levantarse por la mañana y lavar
los trastos.
Los sucesos que ocurren en la vida son parcialmente un asunto de buena o mala suerte,
como en el caso de los accidentes. Los incidentes en los eventos cotidianos también
dependen de condiciones y capacidades dadas. Los accidentes automovilísticos son menos
Ruut Veenhoven 10 Lo que sabemos de la felicidad

frecuentes dentro de sociedades bien organizadas y entre personas atentas. Entonces, las
posibilidades de eventos "gratificantes” y "repugnantes" no son los mismos para todos. Esto
es conocido comúnmente como oportunidades en la vida. Presenta el origen de las
oportunidades en la vida en eventos pasados y en estructuras de oportunidades, en la historia
de la sociedad así como en el desarrollo individual.
Un ejemplo puede ilustrar este modelo de cuatro pasos. Las oportunidades de vida de
una persona pueden ser pobres porque el/ella viven en una sociedad sin leyes, está en una
posición sin poder en esa sociedad y personalmente no es ni inteligente ni agradable (paso l).
Esa persona participará en muchos eventos adversos. El/Ella serán robados, embaucados,
humillados y apartados (paso 2). En consecuencia, esa persona se sentirá ansiosa, molesta y
solitaria (paso 3). En base a este flujo de experiencia, el individuo juzgará a la vida-como–un-
todo negativamente. (paso 4).
La causalidad puede saltarse un paso. Como ejemplo, una pobre protección legal (paso
1) puede instigar sentimientos de ansiedad (paso 3) de manera directa, porque la persona
anticipa eventos que probab1emente pasaran pero que no han ocurrido. Las oportunidades de
la vida (paso 1) pueden dar entrada a la eva1uación de la vida (paso 4) de inmediato, en el
momento en que las comparaciones dan entrada al juicio. De igual manera no todos los
eventos de la vida en el paso 2 siguen a las oportunidades de la vida en el paso l. Algunos
acontecimientos son cuestión de buena o mala suerte y ocurren sin relacionarse con la
posición social o las capacidades sicológicas. Ni el flujo de las experiencias de la vida (paso
3) esta conformado enteramente por la ruta de los eventos (paso 2). Que agradable o
desagradable nos sentimos, también depende de nuestras disposiciones e interpretaciones.

4.1 Vidabilidad del ambiente


La investigación sobre la felicidad se ha enfocado casi exclusivamente en su relación con las
oportunidades de la vida.

. 4.1.1 Calidad de la Sociedad


El promedio de felicidad difiere enormemente entre los países. Hemos visto con anterioridad
que estas diferencias no pueden ser explicadas por predisposiciones culturales al medir la
felicidad. Veremos mas tarde que tampoco son atribuibles a ajustes culturales en la
perspectiva de la vida. Por otro lado, existe una base sólida para la interpretación de estas
variaciones en términos de vidabilidad diferencial de la sociedad. El esquema 4 muestra
muchas fuertes correlaciones entre la felicidad promedio y la calidad social.

Abundancia material
Arriba, en el esquema 4 se señala que la felicidad es más grande en los países
económicamente más prósperos. Mientras más rico es el país más felices son sus habitantes.
La relación con el poder adquisitivo es curvilínea, es mas pronunciada en los países en
desarrollo que en los países ricos. Cuando se ha rebasado el margen de $ 20,000 dólares la
línea de regresión es casi plana, lo cual sugiere que se aplica la ley del retorno descendente.
Abajo veremos un patrón similar en el nivel individual; las correlaciones entre la felicidad
personal y el ingreso personal son fuertes en países pobres y débiles en los países ricos.
El efecto de la abundancia económica puede explicarse parcialmente por su efecto
sobre el predominio de la pobreza absoluta. Los datos, no obstante, muestran que esta no es la
historia completa. En apariencia, el bienestar material da más gratificaciones que la sola
subsistencia.

Seguridad
La felicidad es también mayor en las naciones que otorgan mas seguridad. En el esquema 4,
Ruut Veenhoven 11 Lo que sabemos de la felicidad

se observan relaciones fuertes de la seguridad física y la seguridad legal, la cual parece ser
muy independiente de la abundancia económica. La relación con la seguridad social
proporcionada por el estado es menos acentuada y desaparece cuando la riqueza se controla.

Libertad
La gente también es mas feliz en los países que permiten mas autonomía. En el esquema 4
vemos fuertes relaciones con los indicadores de libertad política, los cuales son muy
independientes de la riqueza económica. Las correlaciones con indicadores de la libertad
personal son menos sólidas pero son todas positivas. La relación con libertad percibida es
bastante alta.
La libertad en la sociedad puede afectar la felicidad de los ciudadanos de varias
maneras. La libertad política es probable que provea protección contra la injusticia y el robo.
La libertad personal puede hacer que los individuos escojan los estilos de vida que mejor
convengan a sus necesidades y capacidades. Es probable que ambos efectos provoquen
sucesos más gratificantes. La oportunidad-de-escoger añade algo a la felicidad solamente en
audiencias donde se tiene una capacidad para escoger bien desarrollada.

Igualdad
El esquema 4 exhibe adicionalmente algunas relaciones con la estratificación social.
Sorprendentemente existe una correlación pequeña con la igualdad en el ingreso. Sin
embargo, hay relaciones pronunciadas con la igualdad género y con la ausencia de
desigualdad de clase.
La inequidad social afecta la felicidad de forma negativa por medio de las
frustraciones y limitaciones que involucran. Tal vez, algunos tipos de desigualdad tengan
efectos positivos, lo cual equilibra a los negativos. Esto puede ser en el caso de la
desigualdad en el ingreso.

Clima cultural
La gente parece ser la más feliz en países que proporcionan mas “educación” e “información”.
Las correlaciones parciales muestran que estas relaciones no son independientes de la
riqueza económica. Y todavía no es claro en que medida la variación depende del
conocimiento y como este conocimiento influencia a la felicidad.
Bajo el mismo encabezado, vemos algunas ligas con la “religión”. La creencia en Dios
en el país está relacionada positivamente con el promedio de felicidad, pero no con la
participación religiosa. Esto sugiere que este efecto es principalmente una cuestión de
significado percibido.
También hay ligas fuertes con los valores. La gente es más feliz en las naciones donde
el individualismo es aceptado y el autoritarismo es rechazado. Es decir, donde prevalecen
orientaciones de valor modernas. Estas correlaciones no son independientes de la riqueza
económica.

Clima social
El esquema 4 muestra un nexo sólido con la tolerancia. A menor prejuicio, mayor felicidad.
Las correlaciones con la "confianza" son menos pronunciadas pero todas positivas.
Los hallazgos en la participación social son contradictorios. En oposición a la opinión
popular, vemos que la gente es más feliz en los países con tasas de desempleo mas altas. Esto
subraya que el involucramiento en e1 trabajo no siempre es benéfico para todos. La opinión
popular recibe más apoyo en la correlación con “membresía” en organizaciones de
voluntarios. Entre más participación exista en una nación mas felices son sus ciudadanos.
Sin sorpresa, la gente tiende a ser feliz en un clima de “tranquilidad”. Mientras mas
Ruut Veenhoven 12 Lo que sabemos de la felicidad

militarizada sea la sociedad, son menos felices sus habitantes. Esta relación es independiente
de la riqueza económica.

Presión de la Población
Al final del esquema 4, vemos que la felicidad no está relacionada con la densidad y el
crecimiento poblacional. Este descubrimiento contradice la teoría de que aún se necesita el
espacio de vida de la sabana para que la especie humana evolucione. En apariencia,
amontonados podemos vivir muy bien.
.
Modernidad
Mucho de las correlaciones del promedio de felicidad mencionadas anteriormente son parte
del síndrome de la “modernidad”. Consecuentemente, emergen patrones similares si
consideramos indicadores adicionales de la modernidad tales como: urbanización,
industrialización, informatización e individualización. Entre más moderno sea el país, más
felices son sus ciudadanos.
Este hallazgo sorprenderá a los profetas del desastre, quienes asocian a la modernidad
con la anomia2 y la alienación. Aunque ciertamente lo moderno puede involucrar problemas,
sus beneficios son claramente más grandes.

Limitaciones de estos datos


Uno de los problemas en este campo es el limitado número de países que ofrecen datos
disponibles de la felicidad que puedan ser comparados. Aún así, estos datos abarcan tan solo
Australia, Europa y Norte América completamente. Africa está pobremente representada en
los datos y el Medio Oriente no del todo. Algunas de las relaciones pudieran dar resultados
diferentes con un conjunto de datos más representativo.
El número de casos también limita las posibilidades para un análisis multivariado. Los
efectos espurios y las correlaciones condicionales no pueden describirse en detalle.
Otra problemática es la falta de series temporales. Esto obstaculiza la distinción entre
causa y efecto. La mayoría de las correlaciones en el esquema 6 pueden explicarse tanto como
causadas por la idiosincracia de cada nación involucrada o como un efecto de la felicidad en
esa idiosincracis. Por ejemplo, la correlación con la abundancia económica puede significar
que la riqueza material hace a la vida mas disfrutable o que la gente feliz crea mas riqueza.
Por fortuna, el número de casos crecen cada año. Datos sobre la felicidad están
recopilados en la base de datos mundial de la Felicidad (World database of happiness) la
cual ya cubre algunas series temporales interesantes (Veenhoven 1993).

4.1.2 .Posición del individuo en la sociedad


Numerosos estudios por todo el planeta han considerado diferencias en la felicidad de los
individuos dentro de los países. Debido a que la mayoría de estos estudios están inspirados en
una política social igualitaria, el énfasis radica a menudo en diferencias sociales como el
ingreso, la educación y el empleo. Contrario a las expectativas, las diferencias de
posicionamiento tienen poca relación con la felicidad; al menos no en la rica sociedad
moderna. Juntas, las variables posicionales explican no mas del 10% de la variación en
felicidad.

Status Social
Muchos estudios han evaluado los nexos con las variables de status social. La suposición
guía es que la gente con una posición social aventajada tomará mas placer al vivir. Las

2
Desorganización de la sociedad, ausencia de ley
Ruut Veenhoven 13 Lo que sabemos de la felicidad

diferencias son en su mayoría en esa dirección, pero son pequeñas.

Edad: Viejos y jóvenes son felices por igual en la mayoría de países. En oposición a la
opinión popular, la vida parece ser satisfactoria en la vejez, y aún en la senectud.

Género: La felicidad de hombres y mujeres no difiere mucho. En algunos países los hombres
son un poco más felices y en otros lo son las mujeres. En este punto, todavía no se establece
el por qué.

Ingreso Personal: Otro asunto ya investigado es la relación felicidad-ingreso. Algunos


estudios sobre estados de bienestar económico encuentran solamente pequeñas relaciones.
Pero en otros países se observan diferencias substanciales. Entre más pobre sea la nación, las
correlaciones tienden a ser mas altas. Este patrón no se ajusta a la teoría de que la felicidad se
deriva de la comparación social. Esta implicación será analizada con más detalle al final de
este artículo.

Educación: El patrón de correlación con la instrucción es similar. Aparecen de nuevo altas


correlaciones en naciones pobres y bajas correlaciones en naciones ricas. Estudios recientes
en países ricos muestran ligeras correlaciones, aún negativas, con el nivel de educación
escolar. Esto no significa que la educación por si misma produce insatisfacción. Como hemos
visto, los países mas educados son los mas felices. La relativa infelicidad entre los mas
educados probablemente se deba a la falta de empleos y posiblemente al desvanecimiento de
antiguas ventajas en el proceso de igualdad social.

Ocupación: Existe correlación con la vocación. Por todo el mundo, profesionistas y gerentes
tienden a ser más felices. No está claro en que medida estas diferencias son resultado de la
recompensas por tareas, de las ventajas relacionadas o de la selección diferencial.

Lazos Sociales
Junto a las cuestiones de status social, deben considerarse las de relaciones sociales. Para
ambas, las relaciones primarias se dan en la esfera de la vida privada y las secundarias en la
vida pública. Juntas, estas variables explican otro 10 % de las variaciones observadas en la
felicidad.

Lazos íntimos: La felicidad está consistentemente relacionada con la presencia y calidad de


relaciones privadas. Sin embargo, no todos los tipos de lazos son relacionados de la misma
manera a la felicidad en todos los países. En las naciones occidentales, el lazo con un
“cónyuge” es mas importante que los contacto con “amigos” o con “parientes”. En estos
mismos países, algunos estudios muestran que los “niños” no agregan felicidad a las personas
casadas. Sin embargo, entre aquellos que tienen niños, la felicidad esta cercanamente
relacionada a la calidad del contacto con ellos.

Participación Social: La felicidad tiende a ser alta entre las personas que tienen un “trabajo
pagado”. No obstante, las “amas de casa” no están menos satisfechas. Ninguno de los dos
estima que el “retiro” hace la vida menos satisfactoria. La felicidad está mas relacionada con
la participación en “organismos voluntarios”.

4.2 La vida -habilidad en el individuo


Las correlaciones mas fuertes se observaron en el nivel psico1ógico. La gente feliz está mejor
dotada que la que no lo es. La variación explicada por tales variables tiende al 30 %.
Salud
. La felicidad tiende a ser mas grande entre las personas que están en buena “forma física” y
Ruut Veenhoven 14 Lo que sabemos de la felicidad

quienes tienen una gran “energía”. El feliz también comparte características de buena “salud
mental” y “resiliencia psicológica”.

Habilidad Mental
Sorprendentemente, la felicidad no está relacionada con la “inteligencia”; al menos la
inteligencia escolar como es medida por las populares pruebas de coeficiente intelectual. Sin
embargo, las "habilidades sociales" hacen la diferencia entre feliz e infeliz. La felicidad está
típicamente acompañada por una asertividad social y atributos de buena empatía.

Personalidad
En relación a la personalidad, la gente feliz es socialmente “extrovertida” y “abierta” a la
experiencia. Existe una notable tendencia hacia creencias de “control interno”, ya que los
infelices tienden a sentirse como un juguete del destino.
Muchos de los hallazgos en la variación individual en la felicidad concluyen en una
diferencia en la habilidad para controlar el propio entorno. No se estableció en que medida
este patrón es universal. Posiblemente, es mas común en las modernas sociedades
individualizadas del occidente.

Limitaciones de estos datos


Existen algunos problemas con estos hallazgos correlacionales. En principio, no es muy claro
hasta que punto las correlaciones son espurias. Por ejemplo, la correlación positiva con la
condición marital se produce parcialmente por un efecto de selección; los cónyuges
típicamente están en mejor salud mental. Este problema puede ser resuelto mediante
comprobaciones sistemáticas. Un creciente número de estudios realiza comprobaciones de
falsedad.
Un segundo problema es la dirección de causalidad. No siempre está claro cuál es la
causa y cuál es el efecto. En el ejemplo del status marital, la correlación positiva puede
provenir de ventajas en la vida marital también como de mejores oportunidades de
matrimonio del feliz. (De hecho, ambos efectos están involucrados (Veenhoven 1989).
Considerando datos longitudinales se puede resolver este problema). Tales datos son escasos,
sin embargo, la cantidad está creciendo.
Un problema final es que esos efectos pueden ser condicionales. Por ejemplo, el
status de casado añade mas a la felicidad en la mayoría de los países occidentales modernos
como Dinamarca y Holanda, en oposición a países mas conservadores como Irlanda o Italia.
La identificación de estos efectos contextuales requiere datos comparables en un gran número
de países, preferentemente de diversas épocas. Mas y mas de este tipo de datos van siendo
disponibles. Los datos necesarios para resolver estos problemas están recopilados en la
mencionada base de datos mundial de la felicidad (nota3).

4.3 Curso de los acontecimientos de Vida.


La consecuencia de los acontecimientos en la vida sobre la felicidad ha recibido poca
atención. Uno de los pocos estudios sofisticados que consideró este tema es un "Estudio
especial sobre la calidad de Vida Australiana" (Australian Quality of Life Panel Study) por
Heady & Wearing (1992).
Primero, este estudio mostró que el curso de acontecimientos en la vida no es igual
para todos. Hay quienes tienen problemas repetidamente; tienen accidentes, son despedidos,
pelean con parientes, enferman, etc. Por otro lado, también hay personas que son afortunadas
la mayor parte del tiempo, conocen gente amable, son promovidos, tienen niños bien
portados, etc. Estas diferencias sistemáticas en el curso de acontecimientos dependen en gran
parte de las oportunidades en la vida. En el estudio, parece que los eventos favorables le
Ruut Veenhoven 15 Lo que sabemos de la felicidad

pasan mas a menudo a personas que fueron bien educadas y psicológicamente extrovertidas.
Los eventos adversos fueron mas frecuentes entre neuróticos, pero les ocurren menos a
personas con buenos afectos íntimos. Tanto los eventos favorables como los adversos les
ocurrieron mas a individuos que eran jóvenes y sicológicamente abiertos. Juntas, las
oportunidades de vida consideradas explicaron un 35 % de la variación en los
acontecimientos en la vida por mas de ocho años.
El estudio demuestra también que el curso de los acontecimientos en la vida afecta la
valoración de la vida misma. Primero, se halló que el balance entre los eventos favorables y
adversos en un año predice la felicidad reportada en el año siguiente. Mientras mas positivo es
el balance, mas grande es la satisfacción con la vida. Los acontecimientos en la vida explican
un 25 % de las diferencias en la satisfacción por la vida, del cual un porcentaje cerca del 10%
fue independiente de la personalidad y de la posición social. Junto a esto, el análisis
longitudinal indica que el cambio en el patrón característico de eventos fue seguido por un
cambio en la felicidad. Los encuestados que cambiaron a un balance más positivo fueron más
felices.

4.4 FIujo de Experiencias


La experiencia hedónica no está bien entendida. Si bien los sentimientos de disgusto y
disfrute son tangibles no está claro como vienen y por que.

Función de la experiencia hedónica.


Mucho de lo que nos gusta o desagrada parecen ser reacciones innatas para situaciones que
son buenas o malas para la sobrevivencia humana. La evolución probablemente habrá
eliminado a nuestros ancestros que no disfrutaron la comida, ni el refugio, ni la compañía o a
los que carecían de disgusto por el peligro. De esta manera, probablemente algunos
acontecimientos atraigan experiencias agradables mientras otros provoquen sentimientos
negativos. Jugar tenis con amigos es más divertido que estar en sentado solo en prisión.
Aunque es bastante concebible que la experiencia hedónica refleja la gratificación de
necesidades básicas, no está claro cuáles son estas necesidades precisamente. La teoría
popular sugiere que hay varias “necesidades orgánicas" (alimento, protección, sexo);
“necesidades sociales" (pertenencia, estima) y las mas amplias "necesidades de auto
actualización" (maestría, control, variedad, significado). Los conceptos difieren de cualquier
manera y es difícil establecer hasta que punto estas competencias son innatas y como están
ligadas a la experiencia hedónica.
Las teorías cognitivas dicen que la experiencia placentera puede ser inducida por la
percepción de la realización de metas. Por ejemplo, disfrutamos jugar tenis porque
ejecutamos exitosamente una intención y nos disgusta la prisión porque no estaba en nuestros
planes. Los efectos gratificantes de la percepción de un deseo-realidad pueden derivarse en
una necesidad subyacente de control

Acontecimientos agradables y adversos.


Muchos eventos adversos evocan reacciones similares en la mayoría de personas,
particularmente eventos que exceden la adaptabilidad humana. Todos sufren al quemarse o
con el hambre. Sin embargo, dentro de los límites de las facultades humanas, las reacciones
tienden a diferir. Por ejemplo, no todos se sienten igual de mal cuando su casa se quema. Las
reacciones varían con una exposición temprana a la dificultad, con el significado atribuido al
evento, y con la resiliencia psicológica. Aún así, la mayoría de la gente se contraria mas o
menos por la pérdida de su propiedad. La variabilidad probablemente es mas grande en las
experiencias placenteras que la gente deriva de los acontecimientos de vida. Si bien la
mayoría de nosotros disfruta las fiestas, esto no es verdad para todos. Algunas personas
Ruut Veenhoven 16 Lo que sabemos de la felicidad

carecen de las habilidades sociales requeridas para festejar, no son aceptadas por los
participantes o tienen una capacidad limitada para disfrutar en cualquier caso.
Las características personales que moldean las reacciones experienciales sobre los
acontecimientos de la vida pertenecen a la misma clase de “oportunidades de vida” que
también influencian el curso de los eventos. Un status social bajo puede resultar tanto en
pocas invitaciones a fiestas como en sentimientos de intranquilidad en las ocasionales
celebraciones que se atiendan. Los eventos de la vida proporcionan experiencia y no así las
oportunidades de la vida
Los efectos de acontecimientos cotidianos en las experiencias cotidianas han sido
estudiados por muestreos temporales. En este método, los encuestados anotan varias veces
durante el día que tan bien se sienten en ese momento y que están haciendo. En base a tales
estudios, Csikszentmihalyi (1991) encontró que tendemos a sentirnos mejor en compañía que
solos y mas nos sentimos mas bien en actividades ociosas que cuando trabajamos. Las
actividades de ocio estructuradas tales como las deportivas parecen mas gratificantes que los
pasatiempos no estructurados tales como mirar la televisión. Este patrón es probablemente
universal. La personalidad explica un 30% de las variantes en el efecto agradable, mientras
que las situaciones dan cuenta de otro 10% y un 20 % más por la interacción persona-
situación.

Elaboración interna del sentimiento


Aunque es claro que los acontecimientos traigan experiencias, no está claro como tales efectos
se generan. De hecho, se conoce muy poco como se procesan los gustos y las aversiones.
Tenemos alguna idea de la psicopsicologìa de las sensaciones pero la elaboración interna de la
experiencia afectiva se entiende difícilmente. La psicología ha sido mas exitosa en llegar a
entender el pensamiento que el afecto.
En los sesentas, el descubrimiento de los centros del placer en el cerebro parecía
prometer una salida (Olds, 1954; Rolls, 1979). Esta promesa ha resultado vana de alguna
manera, por ahora. No hay tal cosa como una simple glándula de la felicidad. La experiencia
del placer parece venir de diferentes señales bioquímicas tanto en el cuerpo como en el
cerebro, la interacción de las cuales es aún enormemente desconocida.

Capacidad de disfrutar
Dondequiera que se sitúe, la capacidad humana para disfrutar es muy grande. Las áreas
gratificantes en el cerebro parecen ser mas grandes que las áreas que producen experiencia
desagradable y la mayoría de las personas tienden a sentirse bien la mayor parte del tiempo
(Bless & Schwarz, 1984). El sufrimiento parece ser más notable que la satisfacción, pero no
mas frecuente.
Hay alguna lógica en este fenómeno. ¿Por qué la naturaleza nos condena a ser
infelices la mayor parte del tiempo? Si las experiencias de agrado y desagrado sirven para
indicar condiciones que son buenas y malas para el organismo, podríamos esperar que la
felicidad sea la regla. La evolución tiende a producir un buen ajuste de las especies con su
ambiente, lo cual será reflejado en la predominancia de las experiencias placenteras. La
experiencia dispórica3 es conservarse apartado de las experiencias dañinas, incita a la
retirada. Por lo tanto, la infelicidad puede ser permanente solo en condiciones adversas de
vida de las cuales no es posible escapar. En tales condiciones, las especies tienden a
desaparecer.
Bajo este punto de vista, la infelicidad crónica puede a lo mejor ser un fenómeno
temporal en la etapa decadente. Con todo, la especie humana no parece encaminarse a su fin,

3
Miedo, temor, falta de descanso
Ruut Veenhoven 17 Lo que sabemos de la felicidad

y si se extinguiera seria debido a un desastre ecológico mas bien que a una mala adaptación a
nuestro medio ambiente vital.
La disposición orgánica para disfrutar cosas quizás no sea tan intensa para todos.
Puede haber diferencias temperamentales en la predisposición a la felicidad. Estudios con
mellizos muestran mas similitud en la felicidad entre mellizos monocigóticos que en mellizos
bicigóticos, aún cuando se críen separados. No obstante, esto no marca a la felicidad misma
como un atributo del temperamento. La similitud en disfrutar la vida puede ser resultado de
otros atributos que son instrumentos de la felicidad tales como “energía” y “resiliencia”. Los
resultados de un estudio de seguimiento a partir del nacimiento indican que no hay una
disposición temperamental señalada para ser feliz o infeliz. Los bebés estudiados y
considerados alegres no mostraron ser mas propensos para reportar alta satisfacción de vida
en la adultez. (Investigación revisada en Veenhoven, 1994)

4.5 Proceso interno de evaluación.


¿Qué sucede en las personas cuando ellas mismas evalúan su vida? Las especulaciones sobre
estas cuestiones fueron temas fundamentales en la antigua filosofía de la felicidad. Este tema
disfruta un renovado interés en nuestros días. No es solo curiosidad acerca del interior de la
caja negra lo que llama la atención, sino las consecuencias a largo plazo de los diferentes
puntos de vista para las posibilidades de crear mayor Felicidad (será discutido en la siguiente
sección).

¿Cálculo o inferencia?
Los filósofos utilitarios hablaban de la felicidad como la "suma de los placeres y dolores"
establecida en un "cálculo mental". Esta visión sobre el proceso de evaluación todavía es
dominante en nuestros días. Se ve a la felicidad para ser evaluada en una forma similar a
como un contador calcula ganancias. Podríamos contar nuestras bendiciones y nuestras
aflicciones y luego hacer un balance. El juicio es entonces un proceso arriba/abajo en el cual
las valoraciones de varios aspectos de la vida se combinan en un juicio global.
Andrews & Withey (1976) sugierieron que la satisfacción con la idea de la vida-como-
un-todo está calculada a partir de las satisfacciones con los dominios de vida. En este punto
de vista, evaluamos primero estos dominios de vida, tales como nuestro empleo o matrimonio,
por medio de la comparación de la realidad de la vida con varios estándares de éxito, como la
“seguridad" y el “cambio”. Luego, calculamos un promedio que ha sido pesado por la
importancia percibida de los dominios. Andrews & Withey demuestran altas correlaciones
entre la satisfacción de la vida-como-un-todo y la valoración de los dominios de la vida
La teoría de la discrepancia múltiple de Michalos (1985) también describe a la
felicidad como la suma de varias subevaluaciones. En su forma de pensar, las
subevaluaciones son valoraciones de la discrepancia entre percepciones de cómo “es” la vida
propia con nociones de cómo “debe ser”. Los cinco principales estándares de comparación se
presentan como: lo que uno “quiere”, Lo que uno “tuvo” antes en la vida, lo que uno”espera”
tener, lo que uno piensa que “otra gente” tiene y lo que uno piensa que “merece”. Michalos
proporciona una evidencia amplia de que las pequeñas discrepancias están acompañadas por
una satisfacción alta con la vida-como-un-todo. Los análisis de regresión múltiple han
mostrado que la felicidad es ante todo, una función de la discrepancia percibida entre la
realidad y los “deseos”.
Si bien el disfrute de la vida-como-un-todo está correlacionado estadísticamente con
las valoraciones de varios aspectos de la vida, no ha sido bien establecido que la felicidad sea
determinada causalmente por estas subevaluaciones. La correlación puede deberse también a
efectos top-down. Por ejemplo, cuando valora su satisfacción con el trabajo una persona
puede razonar: “soy feliz generalmente, entonces me gusta mi trabajo”. Los paneles de
Ruut Veenhoven 18 Lo que sabemos de la felicidad

análisis han demostrado efectos de este tipo. Realmente, el efecto de la felicidad en la


percepción de las discrepancias tener-querer es mas grande que el efecto de gap-size (Heady
et al 1991).

Inferencia sobre la base del sentimiento


Una teoría rival es que las evaluaciones de la vida dan pistas que proporcionan indicaciones
de la calidad de vida-como-un-todo. Una pista interna de este tipo es que tan bien se siente
uno generalmente; si domina el afecto placentero, la vida no puede ser demasiado mala. Una
pista externa es que tan feliz piensan otras personas que uno es (valoración refleja).
La evidencia disponible sugiere que las pistas afectivas internas son mas importantes
que las pistas sociales externas. La felicidad está mas relacionada con el estado de ánimo que
con la reputación.
Al valorar que tan bien nos sentimos, parece que nos enfocamos en la frecuencia
relativa de los afectos positivos y negativos mas que en la remembranza intensa de disfrute y
sufrimiento (Diener et al 1991). Una heurística representativa parecería implicar apartarse de
la moda del momento y después considerar que tan representativa es esa moda para la
experiencia afectiva general (Schwarz 1991).
Schwarz & Strack (1991) mostraron que las evaluaciones de la vida-como-un-todo
caían en como se siente uno generalmente. Esto facilitó la tarea de juzgar. La mayoría de las
personas saben bien como se sienten. La alternativa de “calcular” la felicidad es mas difícil y
consume mas tiempo. Requiere la selección de estándares valoración de los sucesos e
integración de las valoraciones en un juicio global. No solamente implica mas operaciones
mentales sino también conlleva mas decisiones arbitrarias. Aún así, la gente escoge algunas
veces seguir este camino mas dificultoso. Una condición que alienta la evaluación calculada
es la incertidumbre acerca de una moda típica. Por ejemplo, en la depresión es difícil estimar
como se siente uno. Otro factor que invita al enfoque calculador puede ser la disposición de
información relevante para la comparación, tal como la confrontación mencionada
anteriormente con una persona en una silla de ruedas.
Las evaluaciones de aspectos específicos de la vida pueden derivarse menos bien de
las estimaciones del afecto general. Uno puede satisfacerse con su trabajo, pero aún con eso
puede sentirse de lo peor en general, debido a un mal matrimonio o a una salud pobre. Por
otro lado, calcular es menos difícil cuando se refiere a dominios específicos de la vida. El
campo es mas fácil de inspeccionar y los estándares son usualmente mas evidentes.

5. POSIBILIDAD DE MAS FELICIDAD

Mucha de la investigación sobre la felicidad está impulsada por la esperanza de encontrar


maneras de crear mas felicidad para un número mas grande de personas. Sin embargo, la
búsqueda puede conducir también a la conclusión de que esta esperanza es vana. Por ejemplo,
si la investigación confirma teorías de la felicidad que impliquen que el mejoramiento de las
condiciones de vida no reduce el descontento. Una de tales teorías es que la felicidad es
relativa. Otra es que la felicidad es una cualidad peculiar.

5.1 ¿La felicidad es relativa?


Como hemos visto arriba, una de las teorías de cómo evaluamos la vida asume que
comparamos la vida-como-es con concepciones de la vida-como-debería-ser. Se ve que los
estándares de la vida-como-debería-ser caen en percepciones de que es realizable y en
referencia a otros. Los estándares de comparación, no obstante, deben ajustarse. A mayor
cantidad de dinero que ganamos y mayor cantidad de dinero que nuestros vecinos tienen,
Ruut Veenhoven 19 Lo que sabemos de la felicidad

mayor la cantidad de dinero que estimamos necesario para una vida decente. Juntas, estas
suposiciones implican que no es posible crear la felicidad permanente, ni a nivel individual
ni a nivel social.
A nivel individual, esta teoría predice que la felicidad es un fenómeno de corta vida.
Podríamos ser felices cuando la vida se acerca a un ideal, pero en la aproximación al ideal
podríamos fijar demandas mas altas y terminar igual de infelices como antes. Igualmente, la
comparación social podría impedir la felicidad permanente. Cuando hemos sobrepasado a los
Pérez, la referencia nos conduce hacia arriba a los Ramírez y nos sentimos infelices otra vez.
Esta teoría tiene muchas variantes
En el nivel social, la teoría implica que la felicidad promedio fluctuará alrededor de un
nivel neutral. Porque los ciudadanos individuales oscilan entre la felicidad y la infelicidad el
promedio estará entre ellas. La comparación social probablemente resultará en un promedio
neutral; la felicidad de los ciudadanos que lo hacen mejor se neutraliza por la infelicidad de
quienes lo hacen peor. Consecuentemente, la felicidad promedio debería ser
aproximadamente la misma en todos los países.

Evidencia empírica
Algunas de las investigaciones citadas a menudo apoyan esta teoría. Easterlin (1974) vió
probada la teoría por su observación de que la felicidad es tan alta en países pobres como lo
es en países ricos. Brickman et al (1978) afirman que la felicidad es relativa porque
encontraron que los ganadores de la lotería no son mas felices que las víctimas paralizadas de
accidentes.
En otra parte, he expuesto estos sensacionales argumentos (Veenhoven 1991). La
felicidad parece no ser la misma en países pobres y en países ricos y tampoco las víctimas de
accidentes son igual de felices que los ganadores de la lotería. Las diferencias podrían ser mas
pequeñas que las que uno pudiera haber pensado, pero existen innegablemente.
Comprobé también algunas otras implicaciones de la teoría de que la felicidad es
relativa. Una de tales implicaciones es que los cambios en las condiciones de vida, de bien
para mal, no afectan en el largo plazo la apreciación de la vida. No obstante, hay una buena
evidencia de que no nos ajustamos a todo. Por ejemplo, no nos ajustamos al infortunio de
haber tenido un niño minusválido o a la perdida de un cónyuge.
Otra implicación que comprobé es que la penalidad temprana favorece a la felicidad
mas tarde. Se encontraron a los sobrevivientes del holocausto menos felices que los israelíes
de la misma edad que salieron ilesos.
Una última comprobación empírica a mencionarse es la correlación con el ingreso. La
teoría de que la felicidad es relativa predice una sólida correlación en todos los países sin
tomar en cuenta su riqueza. El ingreso es un criterio sobresaliente para la comparación social
y lo comparamos de manera característica entre los compatriotas. Esta predicción no es
comprobada por los datos. En varios países ricos la correlación es cercana a cero.
En resumen, no hay soporte empírico para la teoría que la felicidad es relativa

Defectos teóricos
Los proponentes de esta teoría ven a la felicidad como un asunto puramente cognitivo y no
reconocen la experiencia afectiva. Se enfocan en carencias concientes y niegan las
necesidades inconscientes. Otra falta es que ellos piensan mas en la evaluación de la vida
como un cálculo mental que como una inferencia global tomando como base el afecto general.
Como argumenté líneas arriba, la experiencia afectiva indica la gratificación de las
necesidades básicas. Contrario a las “carencias”, las “necesidades” no son relativas. Las
necesidades son demandas absolutas para el funcionamiento humano que no se ajustan a todas
Ruut Veenhoven 20 Lo que sabemos de la felicidad

las condiciones; de hecho, marcan los límites de la adaptabilidad humana. En la medida en


que esto conduce a la gratificación de necesidades, la felicidad no es relativa.

Diferencia con la evaluación de aspectos de la vida.


La teoría se aplica mejor a alguna satisfacción de dominios. Por ejemplo, la satisfacción con
el ingreso parece ser una cuestión de comparación, y los estándares de referencia sobre este
asunto se han mostrado a la deriva (VanPraag 1989). También hay indicaciones para la
comparación de los procesos de satisfacción con los de salud y los de satisfacción con los de
trabajo.

5.2 ¿Es la satisfacción con la vida un rasgo inalterable?


La otra teoría que niega la esperanza de crear mas felicidad para mas personas sostiene que la
felicidad es una disposición fija. Esta teoría figura en el nivel individual como en el nivel
social.

¿Rasgos del carácter personal?


La variante del nivel individual ve a la felicidad como un atributo psicológico; una
proclividad general a cosas agradables o desagradables. Esta tendencia puede originarse de un
temperamento innato o de una experiencia temprana. Se cree que este atributo conforma la
percepción de las experiencias de la vida (paso 3 en el esquema 4) tanto como la evaluación
global de la vida (paso 4). En esta visión, el mejoramiento de las condiciones de vida no dará
como resultado mas felicidad. La reacción evaluativa permanecerá igual; el descontento será
siempre malhumorado y el satisfecho verá siempre el lado soleado de las cosas.
En otra parte, he hecho un inventario de la evidencia empírica para esta teoría
(Veenhoven 1994i, 1995). Inspeccioné si la felicidad es 1) temporalmente estable, 2)
consistente en situaciones cruzadas y 3) causada internamente. Ninguna de estas pareció ser el
caso.
Primero, la felicidad no permanece igual en le tiempo, particularmente no a lo largo de
una línea de vida. Los individuos revisan su evaluación de la vida periódicamente.
Consecuentemente, la felicidad cambia muy a menudo, en relación absoluta y relativa a los
otros.
Segundo, la felicidad no es insensible a los cambios en las condiciones de vida. El
mejoramiento o el deterioro es seguido, de manera característica, por una alta o una baja en la
apreciación de la vida. Esto se ve por ejemplo, en la secuela de la viudez o en la del divorcio.
Tercero, la felicidad no es enteramente un asunto interno. Es verdad que las
evaluaciones de la vida están influenciadas por las características personales. Sin embargo,
estos posicionamientos internos modifican el impacto de los efectos del entorno mas que
determinarlos.

¿Rasgos del carácter nacional?


La variante social de esta teoría (teoría del folclore) asume que la felicidad es parte del
carácter nacional. Algunas culturas tenderían a tener una perspectiva triste de la vida, mientras
otras la tendrían optimista. En otro sitio he examinado la evidencia empírica para esta teoría
(Veenhoven 1993:ch5, 1994, 1995, 2000). Juntos, estos hallazgos deconstruyen
inequívocamente el argumento de que la felicidad es un fenómeno tan estático como para ser
cambiado.
Ruut Veenhoven 21 Lo que sabemos de la felicidad

6. CONCLUSION

La felicidad puede definirse como un disfrute subjetivo de la vida-como-un-todo. Los


estudios empíricos sobre la felicidad muestran diferencias considerables; tanto en la felicidad
promedio entre países como entre los ciudadanos dentro de los países. En la etapa presente,
nuestro entendimento de la felicidad ya muestra que es posible, en principio, mayor felicidad
para mayor número de personas e indica algunas formas de alcanzar esta meta.
Ruut Veenhoven 22 Lo que sabemos de la felicidad

Esquema 1
Cuatro calidades de vida

Cualidades externas Cualidades internas

Vida-habilidad de la
Oportunidades de vida Vidabilidad del ambiente
persona
Consecuencias de vida Utilidad de la vida Goce de la vida

Esquema 2
Diferencia con otros goces subjetivos

Pasajero Duradero

Satisfacción instantánea
Aspectos de la vida Satisfacción de dominio
(utilidad instantánea)
Satisfacción de la vida
Vida-como-un-todo Experiencia máxima
(felicidad)
Ruut Veenhoven 23 Lo que sabemos de la felicidad

Esquema 3

Evaluación de la vida: un modelo secuencial de condiciones y procesos

OPORTUNIDADES EN LA CURSO DE LOS EVENTOS -- FLUJO DE EXPERIENCIA----- EVALUACION DE LA VIDA--


VIDA -----------Æ ---------------Æ ---------------Æ --------------Æ
Vidabilidad del entorno

• Calidad de la sociedad
o Bienestar económico
o Igualdad social
o Libertad política
o Etc……..
• Posición en la sociedad Confrontación con: Experiencias de: Valoración o efecto promedio
o Propiedad material
o Influencia política • Déficit o abundancia Anhelo o satisfacción
o Prestigio social • Ataque o protección Ansiedad o seguridad
o Etc…… • Soledad o compañía Aislamiento o amor Comparación con estándares de la
• Humillación u honor Rechazo o respeto buena vida
Vida habilidad del individuo • Rutina o reto Tedio o emoción
• Fealdad o belleza Repulsión o ruptura
• aptitud física • Etc…..
Etc…… Alcanzar un balance global
• fortaleza de ánimo
• capacidad social
• habilidad intelectual
• arte de vivir
• etc………..

Condiciones para satisfacción de vida Proceso de valoración


Ruut Veenhoven 24 Lo que sabemos de la felicidad

Esquema 4
Características sociales y felicidad de individuos en naciones en los 90’s

Correlación con
la felicidad

Orden-cero Ingreso N
. controlada
.
Poder adquisitivo material
Ingreso por cabeza: poder de compra, 1989 +,53 - 66
Incidencia de pobreza absoluta +,03 +,45 33
• malnutrición % < 2500 calorías -,12 +,15 24
• % sin agua segura
Seguridad
Seguridad física
• tasa de asesinatos +,08 +,35 53
• accidentes letales -,51 -,40 53
Seguridad legal: incidencia de corrupción -,59 -,30 42
Seguridad social: gastos del estado % GDP +,15 -,31 54
Libertad
Libertad política
• respeto a los derechos políticos +,36 -,04 66
• respeto a los derechos civiles +,41 -,09 66
Libertad personal
• libertad de matrimonio: aceptación del divorcio +,17 -,16 60
• libertad de procreación
• disponibilidad del aborto -,18 -,61 60
• disponibilidad de esterilización +,19 +,08 31
Libertad de sexualidad
• aceptación de la homosexualidad +,57 +,30 58
• aceptación de la prostitución +,41 +,13 58
Libertad de disponer de la propia vida
• aceptación del suicidio +,27 -,09 58
• aceptación de la eutanasia +,18 -,10 58
Auto percepción de la libertad
• en la vida +,72 +,70 59
• en el trabajo +,75 +,64 39
Igualdad social
Igualdad en el ingreso: Razón entre el mas bajo y el mas
+,24 +,50 32
alto 20 %
Igualdad de genero: índice de empoderamiento de las
-,13 -,11 49
mujeres
Desigualdad de clase: homogamia educacional -,31 -,22 23
Ruut Veenhoven 25 Lo que sabemos de la felicidad

Clima cultural
Educación
• % alfabetización -,15 -,53 64
• Indice de inscripción escolar +,15 -,26 64
• Escolaridad promedio -,07 -,64 54
Información
• Periódicos p.c. +,21 -,32 61
• TV´s 1995 -,42 -,45 23
• PC´s por 1000 +,58 +,26 47
Religión
• Creencia en Dios +,22 +,49 40
• Identificación religiosa +,04 +,18 58
• Participación religiosa +,17 +,41 59
Orientación de valores. Dimensiones Hofstede
• Individualismo +,56 +,30 28
• Distancia de poder -,47 -,18 28
• Masculinidad -,30 -,36 28
• Incertidumbre evasiva -,52 -,52 28

Clima social

Tolerancia
• Ausencia de prejuicios +,64 +,44 60
confianza
• Confianza en la gente +,34 -,01 58
• Confianza en la familia +,40 +,34 38
• Confianza en las instituciones +,38 +,61 23
• Confianza en los compatriotas +,09 +,05 38
Participación social
• En el trabajo: desempleo +,24 +,35 51
• En asociaciones voluntarias: membresías +,54 +,48 57
Tranquilidad
• Dominancia militar: razón soldados / civiles -,44 -,57 52
• Gasto militar: % del GDP -,56 -,62 49
Presión poblacional
Densidad poblacional: personas por km2 -,05 -,23 55
Crecimiento poblacional: población duplicada en el
+,07 -,17 51
tiempo
Modernidad
Urbanización: % población urbana +,22 +,72 62
Industrialización: proporción no agrícola en el GDP -,19 -,47 43
Información : teléfonos pc +,32 -,49 63
Individualización: categorización de expertos +,44 +,08 34

Fuente: World database of happines. States of nations


Ruut Veenhoven 26 Lo que sabemos de la felicidad

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LA FELICIDAD
Praxis Filosófica, núm. 25, julio-diciembre, 2007, pp. 55-79
Universidad del Valle
Cali, Colombia

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LA FELICIDAD*

Jean-Paul Margot
Universidad del Valle

“Je ne respecte rien au monde


comme le bonheur
(No respeto nada en el mundo
como la felicidad)”
Stendhal

RESUMEN

La felicidad no se reduce al bienestar afectivo de un organismo adaptado a


su medio. El hombre debe reflexionar para construir su vida según unos
valores. No puede desatender ni su libertad, ni su responsabilidad ante el
compromiso voluntario de su acción. Ser feliz supone que el hombre sea
capaz de lograr un equilibrio que supere sus contradicciones y sus conflic-
tos. Si el hombre quiere ser feliz, no debe olvidar que la felicidad es el resul- 55
tado de una conquista primero sobre él mismo y luego sobre un mundo en el
que debe tener en cuenta no solamente las fuerzas naturales, sino también a
los demás hombres.
Palabras clave: Felicidad, soberano bien, civilización, deseo.

RÉSUMÉ

Le bonheur ne saurait se réduire au bien-être affectif d´un organisme adapté


à son milieu. L´homme doit réfléchir pour construire sa vie selon certaines
valeurs. Il ne peut négliger ni sa liberté, ni sa responsabilité devant
l´engagement volontaire de son action. Être heureux suppose que l´homme
soit capable d´atteindre un équilibre qui dépasse ses contradictions et ses
conflits. Si l´homme veut être heureux, il ne doit pas oublier que le bonheur
est le résultat d´une conquête, d´abord de soi-même, puis d´un monde où il
doit tenir compte non seulement des forces naturelles, mais aussi des autres
hommes.
Mots-clés: Bonheur, souverain bien, civilisation, désir.

*
Recibido Abril de 2007; aprobado Mayo de 2007.

Praxis Filosófica
Nueva serie, No. 25, Julio-Diciembre 2007: 55-79 ISSN: 0120-4688
1. La noción de felicidad
Beatos esse nos volumus? La pregunta de si, ¿todos queremos ser feli-
ces?, que San Agustín dirige a sus interlocutores en De la vida feliz 1 , se la
hace cada hombre, bajo una u otra forma, en el curso de su vida. Si intenta-
mos entender lo que significa la felicidad, proponiendo una definición, nos
enfrentamos con una cierta confusión, con una indeterminación difícil de
disipar2 . El intento por esclarecer esta noción de felicidad, será del que nos
ocuparemos ahora.
La idea de salvación es una nueva moda. Vivimos una época de gran deso-
lación. La soledad se percibe en el seno de la considerable algarabía de
ciencias y técnicas que no colman algunas de nuestras demandas: las de la
felicidad, por un lado, es decir, la salvación terrenal; las del porvenir, por otra
parte, esto es, la salvación del alma. ¿Existe una felicidad eterna? Y si la
hay, ¿tendríamos derecho a ella? He aquí dos interrogantes a los cuales la
idea de salvación responde. La idea de salvación nace al principio de la
Edad Media: se trata de reencontrar el jardín de Edén, el mundo antes del
pecado original del cual habla la Biblia, la conversación a solas con Dios,
que procura la felicidad eterna. San Agustín ha teorizado mucho acerca de
56 la noción de salvación y sus palabras son de una sorprendente actualidad.
Por mucho tiempo Agustín transitó lejos de Dios, principalmente en la secta
de los Maniqueos, para quienes existía el bien por un lado y el mal por el
otro. La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿dónde encontrar la fuerza
de salvarse a uno mismo cuando se es un pecador y se vive en un mundo
interior donde uno está perdido y está abandonado todo entero al mal? San

1
Obras de San Agustín en edición bilingüe, preparada por el padre Victorino Capanaga,
Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1979, T. I, 2, 10, p. 553. San Agustín no pone en
el umbral de la filosofía la admiración (thaumázein) sino el ansia de felicidad: “Comúnmente,
– escribe en el Sermón 150 – todos los filósofos en sus estudios, en sus investigaciones, en sus
disputas, en su vida toda buscaban la felicidad (vitam beatam)”. La literatura antigua sobre la
felicidad es inmensa. No se trata, desde luego, ni de recorrerla ni de dar cuenta de ella. La
elección se impone; hubiéramos podido citar, por ejemplo, a Platón, quien pregunta en el
Eutidemo 278e: “¿No deseamos acaso todos nosotros, hombres, ser dichosos (eu prattein)?”,
Platón, Diálogos II, traducciones, introducciones y notas por J. Calonge Ruíz, E. Acosta
Méndez, F. J. Olivieri, J. L. Calvo, Madrid, Gredos, 1983.
JEAN-PAUL MARGOT

2
Séneca ya lo había advertido: “No hay quien no quiera, oh hermano Galión, vivir felizmente
(vivere, Gallio frater, omnes beate volunt), pero para ver qué es lo que hace la vida feliz, todos
andan ciegos; por eso no es nada fácil conseguir una vida bienaventurada (beatam vitam) hasta
el punto de que tanto más se separa de ella quien con más vehemencia la busca, si se equivoca
de camino (si via lapsus est), pues si va por el contrario, la misma velocidad es causa de un
mayor distanciamiento”, De la vida bienaventurada, Lucio Anneo Séneca, Tratados morales,
Introducción, versión española y notas por José M. Gallegos Rocafull, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1944, Tomo I, p. 6.
Agustín cree que la libertad del hombre no puede salvarlo, puesto que el
hombre está, por naturaleza, separado de Dios desde la caída original. Su
concepción de la salvación lo conduce entonces a decir: “Busca como si
tuvieras que encontrar. Y, cuando hayas encontrado, sigue buscando”. Tal
es la salvación, en la Edad Media como en nuestra época: buscar siempre
por sí mismo para estar a la disposición del más allá extraordinario al cual
se aspira. Esta concepción de la salvación es la de un agnóstico místico, un
poco como Adso de Melk, el narrador de El nombre de la rosa, de Umberto
Eco, quien termina perdiéndose en la divinidad, ahí donde el alma piadosa
sucumbe3 .
Es fácil enumerar las condiciones generales de la felicidad: buena salud,
amor, libertad, comodidad económica, etc. Con todo, ya el acuerdo deja de
ser unánime: aunque estas condiciones son más o menos indispensables, se
pueden presentar todas sin que seamos felices; es decir, al intentar definir lo
que sea felicidad estas condiciones son necesarias pero no suficientes. Es
obvio que estas condiciones generales son necesarias. Si un hombre vive en
la miseria física y moral, si su libertad y su dignidad de ser humano no son
más que palabras, resulta hasta indecente hablar de felicidad. Pero, la felici-
dad está siempre más allá de estas condiciones generales, por ello, no son 57
suficientes; la felicidad está ligada a una apreciación personal, una apre-
ciación subjetiva que varía según la condición social, el grado de cultura, la
edad, etc., y ésta es la razón por la cual ella puede ser objeto de discusión.
Decir que nuestra idea de felicidad tiene un elemento subjetivo no implica
que cada uno de nosotros invente su ideal de felicidad: este ideal se constru-
ye según las formas y los criterios que son suministrados por la cultura y la
sociedad: la concepción de la felicidad varía según la época y el tipo
de sociedad.
Se puede señalar, siguiendo a R. Benedict (Échantillos de civilisation),
dos tendencias fundamentales en las sociedades, una apolínea y otra
dionisíaca. Las sociedades apolíneas ven a la felicidad como un estado du-
radero, un equilibrio que es el resultado de la reunión armoniosa de varios
valores que definen lo que es bueno, bello y útil; un estado de bienestar del
espíritu y del cuerpo, ligado al apaciguamiento de los conflictos interiores, a
la conquista de un equilibrio personal. Las sociedades dionisíacas, en cam-
bio, buscan un estado de felicidad salvaje, placeres tan diversos como nu-
merosos. En las sociedades dionisíacas los placeres no procuran una sacie-
dad definitiva, su búsqueda es infinita. El recuerdo de los intensos placeres
LA FELICIDAD

3
Véase, Jean-Paul Margot, La modernidad. Una ontología de lo incomprensible, Cali,
Programa editorial Universidad del Valle, Segunda edición, 2004, pp. 53-71.
que conocieran está asimilado a un paraíso perdido, mas no saben en qué
valores fundar su felicidad futura.
Cuando se trata de sociedades vastas y complejas, estas dos tendencias se
mezclan, si bien siempre predomina una. Así, nuestra civilización occidental
contemporánea está comprometida con una carrera hacia una felicidad de
tipo dionisíaco – se suscitan numerosas necesidades que el individuo se
esfuerza vanamente en satisfacer – pero trata a menudo de aplacar su
malestar reencontrando los valores apolíneos: vida simple y tranquila, bús-
queda de un equilibrio interior. Junto a esta tensión entre lo dionisíaco y lo
apolíneo existen otros factores que determinan lo que una sociedad entiende
por felicidad. Las circunstancias históricas son un ejemplo de ello: durante
un período de calma, de seguridad y de abundancia, no se considera la feli-
cidad bajo el mismo ángulo que durante los períodos de guerra o de penuria.
Además, en una misma sociedad, la concepción de la felicidad cambia se-
gún las clases sociales. La sociología nos enseña que existe un umbral de
miseria por debajo del cual el individuo ya no tiene ninguna idea de lo que se
puede llamar felicidad. Esta relatividad de las concepciones acerca de la
felicidad explica, en gran medida, el halo de oscuridad que envuelve esta
58 noción.
La felicidad está ligada al tiempo: exige estabilidad y continuidad. Pensar
que la felicidad puede llegar a acabarse es viciar el momento feliz que vivi-
mos, con la angustia de que cesará. Este carácter temporal permite distin-
guir entre felicidad y placer. Felicidad no es placer, ya que este último indica
la satisfacción momentánea de una tendencia particular; sigue siendo limita-
do, superficial y efímero. La felicidad es, por el contrario, la tonalidad glo-
bal de toda una vida, al menos de un período de ésta y, paradójicamente, es
poco común que la felicidad sea vivida como un presente que se eterniza. Si
la desdicha entraña el repliegue sobre sí mismo y aguza la conciencia de sí,
el hombre feliz generalmente se deja vivir sin darse claramente cuenta de su
estado, sin interrogarse acerca de la naturaleza de su felicidad. Prueba del
carácter temporal de la felicidad es la de que se suele hablar en pasado del
tiempo feliz: fuimos felices durante un período de nuestra vida. Contrasta-
mos la felicidad pasada con las desgracias presentes, y nuestro pasado,
decantado por la memoria, se ve revalorizado. Y en este pasado sacamos
nuevas fuerzas, hasta nuevas razones de esperar. Es entonces en el futuro
JEAN-PAUL MARGOT

que proyectamos nuestra felicidad. Vivimos demasiado a menudo el pre-


sente de manera pasiva y neutra. La banalidad cotidiana, ni feliz ni infeliz,
llena de tareas monótonas, se desenvuelve bajo el modo del aburrimiento, de
la distracción o de la espera. Arrastrada por la huída del tiempo, rechazada
en el pasado, proyectada en el futuro, la felicidad parece, en efecto, difícil
de captar.
¿Es la felicidad inseparable de una reflexión, de la toma de conciencia de
un acuerdo armonioso entre todas las potencias de nuestro ser? La felici-
dad, de hecho, no se reduce al bienestar afectivo de un organismo adaptado
a su medio. El hombre debe reflexionar para construir su vida según unos
valores. No puede desatender ni su libertad, ni su responsabilidad ante el
compromiso voluntario de su acción. Ser feliz supone que el hombre sea
capaz de lograr un equilibrio que supere sus contradicciones y sus conflic-
tos. Si el hombre quiere ser feliz, no debe olvidar que la felicidad es el
resultado de una conquista primero sobre él mismo y luego sobre un mundo
en el que debe tener en cuenta no solamente las fuerzas naturales, sino
también a los demás hombres.
Buscar la felicidad en un mundo tan trastornado por las injusticias y los
dramas puede parecer egoísta. Nuestra propia felicidad está siempre ligada
a la búsqueda de la felicidad de los demás. Esta búsqueda nos ayuda a vivir.
En el valor de la felicidad, R. Polin ve uno de los “polos de referencia” de la
existencia. Con todo, la condición humana parece muy poco favorable para
la felicidad. El hombre es un ser para la muerte. Está preso del tiempo que
lo arrastra inexorablemente hacia la decadencia. El hombre es un ser limita-
do en su potencia, condenado al fracaso, a la duda y a la insatisfacción. El 59
hombre necesita al otro, pero éste se escurre. La mayoría de estos temas
clásicos han sido retomado por los moralistas cristianos, para subrayar la
miseria del hombre caído: aunque el hombre puede buscar el olvido de su
miseria en la “diversión”4 , no podrá encontrar la felicidad sino en la salva-
ción.

2. Felicidad y soberano bien


Para toda la filosofía antigua el objeto de la moral es lo que nos permite
definir y alcanzar el soberano bien que es el fin supremo de nuestra actividad.
Este fin es un bien perfecto, acabado, que se basta a sí mismo y que nos

4
Pascal, Les pensées, Sección II, fragmento 171: “Miseria. – La única cosa que nos consuela
de nuestras miserias es la diversión (divertissement) y, sin embargo, es la más grande de
nuestras miserias. Porque es ella la que nos impide principalmente pensar en nosotros, y la
que nos hace perdernos insensiblemente. Sin esto, estaríamos en el aburrimiento, y este
aburrimiento nos llevaría a buscar un medio más sólido para salir de él. Pero la diversión nos
entretiene y nos lleva insensiblemente a la muerte”, Pensées et Opuscules, Publiés avec une
introduction, des notices et des notes par M. Léon Brunschvicg, Paris, Classiques Hachette,
LA FELICIDAD

1968, p. 407. La diversión es el medio por el cual, voluntaria o inconscientemente, nos


apartamos de la dura y triste realidad, o sea todo lo que nos impide “pensar en nosotros
mismos”. Pero, “pensar en nosotros mismos” no significa para Pascal entregarse al culto del
yo. “Pensar en nosotros mismos” es mirar de frente lo trágico de nuestra existencia: vista
insostenible.
llena totalmente. Aunque todos concuerden en decir que sea la felicidad, o
eudaimonía, Aristóteles advierte en la Ética nicomaquea que cada hombre
la concibe a su manera. Para liberarse de este subjetivismo, es preciso buscar
cuál es el bien propio del hombre.
Para Aristóteles la virtud, areté 5 , es decir la excelencia en el hacer del
hombre, es su aptitud para la vida racional: el alma humana encuentra su
más alta satisfacción en la práctica de las virtudes intelectuales, en el ejercicio
de sus facultades racionales. La felicidad señala la perfecta satisfacción, la
plenitud del hombre que ha alcanzado el completo desarrollo de su ser
verdadero, en plena conformidad consigo mismo y con el orden del cosmos.
La felicidad, que es a la vez el fin supremo y el sentido de la existencia
humana, no es un don gratuito; es el fruto de toda una vida moral, que se
independiza del tiempo cuando se alcanza. El fin de la moral es la perfección,
y va acompañada del puro goce. Este eudemonismo es el rasgo principal de
la tradición helénica.
En Platón el Bien está más allá de lo que podemos aprehender y, más que
pensarlo, lo presentimos místicamente. El Bien está en la fuente de los
inteligibles y proporciona el modelo, o paradigma, según el cual se introduce
60 en la vida de la pólis, ciudad-estado, y en la de los individuos. El conocimiento
racional nos permite determinar la naturaleza del hombre, su sitio en esta
totalidad racionalmente estructurada, y, por lo tanto, comprensible, que es la
naturaleza, physis. Mientras el hombre no viva según su verdadera naturaleza
no podrá liberarse del estado de insatisfacción, de desgarramiento y de
desdicha interior. La pólis es la que asegura la mediación entre el individuo
y el cosmos; el orden de la ciudad corresponde al orden del mundo, estriba
en los mismos principios de organización jerárquica.
“Hemos de recordar, por tanto, [dice Platón] que cada uno de nosotros será
justo y hará lo que le compete, cuando cada una de las partes que en él hay
haga lo suyo… ¿Y no es a la razón a quien compete mandar, por ser ella sabia
y tener a su cuidado el alma toda entera, y a la cólera, a su vez, el obedecerle
y secundarla?… Y estas dos partes, así nutridas y verdaderamente instruidas
y educadas en su respectiva función, gobernarán la parte concupiscible,
que es la más extendida en cada alma, y por naturaleza insaciable de bienes.
Sobre ella han de velar las otras dos, no sea que, atiborrándose de los llamados
placeres del cuerpo, se haga grande y fuerte, y dejando de hacer lo suyo,
JEAN-PAUL MARGOT

5
Durante mucho tiempo el término areté, que solemos traducir por “virtud”, ha significado,
con respecto a cualquier orden de realidad o de actividad, “una disposición permanente para
producir ciertos efectos, una perfección cualitativa definida y especial, una excelencia pro-
funda con relación a lo que está en cuestión:…”, L. Robin, La morale antique, Paris, Presses
universitaires de France (1938), 1963, p. 72.
trate de esclavizar y gobernar a aquella que, por su condición natural, no le
corresponde, y trastorne por entero la vida de todos”6 .

La felicidad consiste en vivir en plena conformidad con el orden enteramente


racional del mundo. Se entiende, entonces, por qué en la filosofía antigua un
conocimiento del universo, o kósmos, es esencial: el ideal de liberación y de
felicidad no puede ser alcanzado más que en y por el conocimiento de lo que
es verdaderamente, y en casi toda esta filosofía antigua, la fuerza de la
felicidad es la contemplación. Ésta es la más alta función del alma racional
y supone el ejercicio de la facultad intelectual, el noûs, que aprehende los
primeros principios, la razón suprema de las cosas. La virtud del intelecto, la
sophía, o sabiduría teorética, es la más alta virtud del alma humana. Entre
todas las actividades del alma, la actividad contemplativa, o theoría, es la
más pura: no necesita, para ejercerse, de un auxilio ajeno. Su fin último está
en ella misma, dice Aristóteles. Con todo, esta vida feliz sigue siendo un
ideal muy pocas veces alcanzado. La vida contemplativa es la característica
propia del elemento divino que habita en nosotros7 . La virtud práctica, al
contrario, está ligada a la condición humana; se ejerce en las relaciones
humanas, requiere la dirección de la prudencia, phrónesis, e implica unas 61
disposiciones de carácter – virtudes éticas – que tienen sus raíces en lo
natural y se desarrollan mediante el ejercicio o hábito. Si el hombre de bien
encuentra su felicidad en el ejercicio de la virtud práctica, su felicidad es
menos independiente que la del sabio entregado a la contemplación. No se

6
La República, IV, 441 e-442b, versión de Antonio Gómez Robledo, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2000. Las tres partes que hay en el alma son el lógos, razón,
el thumós, cólera o fogosidad, y la epithumía, concupiscencia. Acerca de la analogía entre el
alma – psyché – y la ciudad – pólis -, véase J. Lear, “Inside and Outside The Republic” en,
Phronesis, 1992, vol. XXXVII/2, pp. 184-215. Véase también, Jean-Paul Margot, “Platón:
discurso y poder” en, Los filósofos, la política y la guerra, Cali, Universidad del Valle, Grupo
Práxis, 2002, pp. 17-39.
7
“Tal vida [la vida contemplativa], sin embargo, sería demasiado excelente para el hombre.
En cuanto hombre, en efecto, no vivirá de esta manera, sino en cuanto hay en él algo divino,
y en la medida en que ese algo es superior al compuesto humano, en esa medida lo es también
su actividad a la de las otras virtudes. Si, por tanto, la mente es divina respecto del hombre,
también la vida según ella es divina respecto de la vida humana. Pero no hemos de tener, como
algunos hombres aconsejan, pensamientos humanos puesto que somos hombres, ni mortales
LA FELICIDAD

puesto que somos mortales, sino en la medida de lo posible inmortalizarnos y hacer todo lo
que está a nuestro alcance por vivir de acuerdo con lo más excelente que hay en nosotros; en
efecto, aun cuando es pequeño en volumen, excede con mucho a todo lo demás en potencia y
dignidad”, Aristóteles, Ética a Nicomaco, X, 7, 1177b25 - 1178a1, edición bilingüe y traduc-
ción por M. Araujo y J. Marías, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1985.
basta a sí misma. A la virtud práctica le pueden hacer falta los medios o la
oportunidad de ejercitarse. Además de la virtud práctica, la felicidad requiere
de un conjunto de bienes exteriores. Finalmente, para ejercerse plenamente,
esta actividad virtuosa supone un desarrollo completo del ser racional y, por
ende, un cierto modo de vivir, es decir, de vivir según la razón, katà lógos, y
no según la pasión, katà páthos. La actividad virtuosa debe ser la tarea de
una vida entera8 .
La vida virtuosa no exige el adorno del placer: es placentera en sí misma.
Aunque el epicurismo asimila placer y felicidad, conviene evitar el frecuen-
te contrasentido que hace del epicureo un libertino. La verdadera felicidad
no es placeres en movimiento, sino que es “el placer en reposo”, aquél que
resulta de la ausencia de deseo y de dolor, o sufrimiento. Epicureo9 distin-
gue tres especies de placeres: (i) los que son “naturales y necesarios” —
beber, comer y hacer el amor: hay que satisfacer las exigencias vitales del
cuerpo humano—; (ii) los que son “naturales” mas no necesarios —las
fantasías culinarias y sexuales y, de forma general, todo lo que depende del
desenfreno de los deseos naturales y necesarios—; y, finalmente, (iii) la
mayoría de los placeres “ni naturales, ni necesarios”, que son el producto de
62 opiniones vanas y vacías —los deseos sociales: los honores, la riqueza, el
poder, la gloria, o la inmortalidad, y que debemos siempre evitar. El epicurismo
es ascetismo que se funda en el rechazo de los placeres vanos, en el culto
de la amistad, del arte, de la ciencia, y en el desprecio a la muerte: “Para
quien ordena su vida según la verdadera sabiduría [escribe Lucrecio en De
la naturaleza] la suprema riqueza es saber vivir contento con poco, es
poseer la igualdad de alma. De este poco, en efecto, nunca se carece”.
Liberados de la angustia, que es el temor a Dios y a la muerte, podemos
entregarnos a vivir el instante presente lo más intensamente posible. El poe-
ta Horatio, discípulo de Epicuro, va aún más lejos: “Carpe diem”, dice,
“gocemos plenamente del instante”, porque el presente solo es el tiempo de
la pura felicidad de existir. En una concepción materialista del hombre,
Epicuro enseña una felicidad basada en la razón y la voluntad libre. A prime-
ra vista, la sabiduría epicúrea parece ascética. Pero, si el sabio epicúreo no
es el libertino que tan a menudo se pintó, tiene el mérito de reconocer la
inocencia del deseo que se practica con moderación.
JEAN-PAUL MARGOT

8
Recordemos la famosa frase de Aristóteles: “Porque una golondrina no hace verano, ni un
solo día, y así tampoco hace venturoso (makários) y feliz (eudaímonos) un solo día o un
poco tiempo”. Ética Nicomaquea, 1098a 19-20. La felicidad es el ejercicio de la virtud “en una
vida entera”: véase el caso de Príamo.
9
Véase la carta a Meneceo, Epicuro, Obras, Barcelona, Altaya, 1995, pp. 57-65.
Como respuesta al silencio que se hace en el eudemonismo aristotélico cuando
la fortuna da la espalda a los hombres, dejándolos así desahuciados desde el
punto de vista de la vida moral, el estoicismo quiere ofrecer una actitud
“filosófica” para preservar la capacidad personal aun en la mayor adversi-
dad. El género de vida del sabio estoico, que se funda en una metafísica
muy diferente, es muy próximo al del epicureo. Para el estoico, una ley
imprescriptible y establecida para la eternidad rige el mundo y el destino del
hombre: el fatum. Este orden del mundo es perfectamente racional y la
sabiduría consiste en vivir “según la naturaleza”; es decir, según la razón.
Para ello, es preciso hacerse dueño de sí mismo y no dedicarse más que a
los bienes verdaderos, no temer a la muerte. La virtud consiste en distinguir
“las cosas que dependen de nosotros” de “las que no dependen de noso-
tros”10 . El hombre debe ser capaz, merced a su voluntad racional, de
dominar sus pasiones y alcanzar el más alto grado de libertad, en la paz
perfecta del alma. Podrá entonces “contemplar la divinidad” con serenidad,
ya que aceptó voluntariamente la necesidad racional del universo. ¿Qué
podemos concluir de estas breves consideraciones acerca de las grandes
éticas antiguas? El hombre es feliz cuando, gracias al conocimiento racional
de un universo de valores y a una voluntad recta, llega a poseer los verdade- 63
ros bienes, o cuando logra en su quehacer, una armonía conforme con esos
valores. Esta búsqueda de la felicidad da su sentido a la existencia humana:
el sabio es aquél que ha entendido la unidad de la verdad, del bien y de la
felicidad.
Pero, ¿conserva la felicidad el mismo sentido cuando definimos al hombre
en virtud de la libertad, es decir, cuando afirmamos que el hombre crea
libremente su orden de valores, y que depende de él, por medio de una
acción libremente escogida, transformar el mundo y transformarse a sí mis-
mo? Aparece ahora una conciencia cristiana desgarrada en su oposición al
mundo: la naturaleza humana ha sido pervertida por el pecado original, su
libertad es el principio de la aparición del mal y solamente la fe puede guiar
al hombre hacia la salvación. Aunque el plan divino le es inasequible, el
hombre es capaz de aprehender ciertas verdades; pero él está aislado en un
mundo hostil. En la moral cristiana, la búsqueda de la felicidad persiste, pero
la felicidad ya no pertenece a este mundo. El mundo temporal es sufrimien-
to y dolor y no es sino en la Ciudad de Dios donde todo está claro. El
verdadero reino de Dios será asequible a aquellos que lo han merecido,
optando por el bien mediante una libre elección de la conciencia moral.
LA FELICIDAD

10
Epicteto, Manual, pensamiento 1; Manuel d´Épictète, introducción, traducción y notas
por P. Hadot, Paris, Le livre de poche, 2000, p. 161 y Disertaciones por Arriano, I, 1,
traducción, introducción y notas de P. Ortiz García, Madrid, Gredos, 1993, pp. 56-60.
Nada más opuesto a la felicidad concebida como placer subjetivo que la
idea antigua de eudaimonía. El denominador común de la filosofía moral de
la Antigüedad es el hecho de que el agente humano está orientado por fines
que se representa al mismo tiempo que se desean y que por su encadena-
miento llega al fin último, y cuya posesión permite la realización objetiva-
mente perfecta de la naturaleza humana. El inicio de la Ética Nicomaquea
de Aristóteles da claramente cuenta de este hecho:
“Toda arte y toda investigación científica, y del mismo modo toda acción y
elección, parecen tender a algún bien; por esto se ha dicho con razón que el
bien es aquello a que todas las cosas tienden […] Si existe, pues, algún fin de
nuestros actos que queramos por él mismo y los demás por él, y no elegimos
todo por otra cosa – pues así se seguiría hasta el infinito, de suerte que el
deseo sería vacío y vano –, es evidente que ese fin será lo bueno y lo mejor
[tò ágiston]. Y así, ¿no tendrá su conocimiento gran influencia sobre nuestra
vida [pròs tòn bíon], y, como arqueros que tienen un blanco, no alcanzare-
mos mejor el nuestro?”11 .

Este fin, o télos, que significa a la vez el término de un movimiento


– el fin de un proceso o de una serie – y el fin de una acción humana – el fin
64 de una conducta o de una vida – define y determina las acciones del hom-
bre, en general, y sus acciones morales, en particular. La vida moral del
hombre que está enraizada en el deseo, o boúlesis, encuentra la realización
de su naturaleza en este fin último que los antiguos concuerdan en llamar
eudaimonía, o felicidad.
Siglos después, en los albores de la Modernidad, es volviendo sobre
el De la vida bienaventurada de Séneca cómo Descartes reflexiona so-
bre la felicidad. Descartes sigue siendo en moral el heredero del ideal griego
transmitido a los tiempos modernos por la escolástica medieval y el estoicis-
mo cristiano del siglo XVI; el fin último de la filosofía moral es el Soberano
Bien. Pero, a diferencia de los antiguos, en general, y de Séneca, en particu-
lar, Descartes establece ahora una distinción entre la ventura o dicha,
“l´heure”, y la felicidad o beatitud, “béatitude”:
“La dicha [l´heure] no depende más que de cosas que están fuera de noso-
tros, de donde resulta que se estima más dichosos [heureux] que sabios a
aquellos a quienes ha acontecido algún bien que no han conseguido por sí
mismos; mientras que, a mi parecer, la felicidad [béatitude] consiste en un
JEAN-PAUL MARGOT

perfecto contento de espíritu y en una satisfacción interior [un parfait


contentement d´esprit et une satisfaction intérieure] que no suelen poseer
los más favorecidos por la fortuna, y que los sabios adquieren sin ella. Así,

11
1094ª 1-24.
[vivere beate], vivir con felicidad [béatitude], no es otra cosa que tener el
espíritu perfectamente contento y satisfecho [l´esprit parfaitement content
et satisfait]”12 .

Esta distinción permite que la ética cartesiana evite el debate entre


dos bienes o fines, y abre el camino hacia el sentido moderno del concepto
de felicidad. Ilustremos lo que queremos decir con un texto de Cicerón,
quien retoma la célebre imagen del arquero:
“Pues, así como si alguien se propone dirigir una pica o una flecha hacia un
blanco determinado, lo mismo que nosotros hablamos del último bien, así él
debe hacer todo lo posible para dar en el blanco: en un ejemplo como éste, el
tirador debe intentarlo todo para alcanzar su propósito lo que corresponde a
lo que nosotros, referido a la vida, llamamos supremo bien; en cambio, el dar
en el blanco es algo, por decirlo así, que merece ser elegido, pero no deseado
por sí mismo”13 .

Contra una moral del contenido de inspiración aristotélica, Descar-


tes propone una moral de la intención o, mejor, del estilo del acto, ilustrada
en la cita anterior de Cicerón por el arquero que, si bien trata de dar en el
blanco, se preocupa sobre todo por apuntar bien. Descartes identifica el 65
bien moral con la manera de buscar la felicidad, es decir, identifica el bien
moral con los medios que están en nuestro poder para alcanzar la felici-
dad. La meta – skopós – del arquero es alcanzar el blanco al que apunta;
aunque alcanzar el blanco es algo que no dependa enteramente de él, ya que
existe un sinnúmero de circunstancias que, por muy hábilmente que la fle-
cha hubiese sido lanzada, podrían desviarla. Sin embargo, su fin – télos – es
hacer todo lo que dependa de él, y de su habilidad como arquero para alcan-

12
Carta a Elisabeth del 4 de agosto de 1645, A.T, IV, 263, 3-14, en la cual Descartes comenta
el texto de Séneca al que nos referimos en la nota 2. Todas las citas de Descartes se refieren a
la edición: Oeuvres de Descartes publicadas por Charles Adam & Paul Tannery (12 volúme-
nes, Paris, 1897-1909), nueva edición, 13 volúmenes, Paris, Vrin, 1974-1983. Usamos las
iniciales A.T, y señalamos el número del volumen (en caracteres romanos), seguido del núme-
ro de la página y del número de la primera y la última línea (en caracteres arábigos).
13
M. Tulio Cicerón, Del supremo bien y del supremo mal (De finibus bonorum et malorum),
Introducción, traducción y notas: Víctor-José Herrero-Llorente, Madrid, Planeta DeAgostini,
p. 190. Quintín Racionero cree, a diferencia de los intérpretes que siguen a Bonitz e identifi-
can “skopós”, o meta, y “télos”, o fin, que “skopós tiene un campo semántico propio y que,
LA FELICIDAD

en determinados contextos, forma, con télos, una oposición significativa. Es plausible pensar,
en consecuencia, que skopós-télos cumplen, en el ámbito de la filosofía práctica, el mismo
papel que Aristóteles le concede, en la filosofía teorética, a la distinción entre “fin en sí” y “fin
por el que algo se hace” cfr. Aristóteles, Retórica, introducción, traducción y notas por
Quintín Racionero, Madrid, Editorial Gredos, 1990, p. 205, nota 98.
zar el blanco. A este respecto, ningún obstáculo puede interponerse entre él
y su fin, ya que precisamente, por definición misma, sólo de él depende
hacer todo lo que depende de él. Descartes retoma de Epicteto la famosa
distinción entre “lo que depende de nosotros” y “lo que no depende de noso-
tros”, y unifica la virtud desde el punto de la voluntad o razón práctica. La
vida moral y, por ende, la búsqueda de la felicidad, es, y sólo puede ser,
asunto de lo que depende enteramente de nosotros, a saber, “la libre dispo-
sición de nuestra voluntad”, y en ello consiste la virtud cardinal de la gene-
rosidad, la que hace que un hombre se estime en el más alto grado que
puede legítimamente estimarse:
“No advierto en nosotros sino una sola cosa que pueda dar justa razón para
estimarnos, a saber, el uso de nuestro libre albedrío y el dominio que tene-
mos sobre nuestras voliciones. Porque sólo por las acciones que dependen
de ese libre albedrío podemos ser alabados o censurados con razón, y él nos
hace, en cierto modo, semejantes a Dios, haciéndonos dueños de nosotros
mismos, siempre que no perdamos por cobardía los derechos que nos da”14 .

Por encima del Medioevo, Descartes reencuentra la magnanimi-


dad, o mégalopsyche15 , de Aristóteles, una cierta estima de sí, una con-
66 ciencia de su valor basado en el conocimiento de las condiciones del acto
moral que funda a la vez, y al mismo tiempo, la virtud y la responsabilidad
del agente moral.

3. Felicidad y civilización
Si el hombre es un ser libre que siempre se hace, capaz de transformar al
mundo, y a él mismo por el trabajo que realiza, ¿no puede adaptar la
realidad a los valores humanos? Se trata entonces de un caminar hacia la
verdad, obra histórica en la que participan todas las generaciones. La felici-
dad ya no está ligada a la contemplación de un orden perfecto e inmóvil;
debe ser construida por todos, para todos, en una historia del devenir. Esto
no significa que el individuo deba abandonar toda búsqueda personal, pero la
realización del bien común debe poder acrecentar para cada hombre las
condiciones favorables para su propia felicidad.
Para responder a la indiferencia burlona del pueblo ante la descripción del
superhombre, Zaratustra predice lo que será la vida del “último hombre”:
JEAN-PAUL MARGOT

14
R. Descartes, Las pasiones del alma, Artículo 152, A.T, XI, 445. Las cursivas son nues-
tras. Notemos que el libre albedrío de Descartes es, a diferencia del de San Agustín y del de
Lutero, independiente de la gracia.
15
Ética Nicomaquea, IV, 7-9, 1123ª 34 -1125ª 35.
“Es tiempo de que el hombre fije su propia meta. Es tiempo de que el hombre
plante la semilla de la más alta esperanza. Todavía es bastante fértil su terre-
no para ello. Mas algún día ese terreno será pobre y manso, y de él no podrá
ya brotar ningún árbol elevado. ¡Ay! Llega el tiempo en que el hombre dejará
de lanzar la flecha de su anhelo más allá del hombre, y en que la cuerda de su
arco no sabrá ya vibrar […] La tierra se ha vuelto pequeña entonces, y sobre
ella da saltos el último hombre, que todo lo empequeñece. Su estirpe es
indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más tiempo vive.
“Nosotros hemos inventado la felicidad” – dicen los últimos hombres, y
parpadean. Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la
gente necesita calor. La gente ama incluso al vecino, y se restriega contra él:
pues necesita calor. Enfermar y desconfiar considéranlo pecaminoso: […]
Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y
mucho veneno al final, para tener un morir agradable. La gente continúa
trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura que el entre-
tenimiento no canse. La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas
son demasiado molestas. ¿Quién quiere aún gobernar? ¿Quién aún obede-
cer? Ambas cosas son demasiado molestas. ¡Ningún pastor y un solo reba-
ño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos
distintos marcha voluntariamente al manicomio. “En otro tiempo todo el
mundo desvariaba” – dicen los más sutiles, y parpadean. “Nosotros hemos 67
inventado la felicidad” – dicen los últimos hombres y parpadean […] <Lejos
de levantarse contra esta imagen de la vida futura, la multitud se regocija>
“¡Danos este último hombre, Zaratustra, – gritaban – haz de nosotros esos
últimos hombres. El superhombre te lo regalamos!”. Y todo el pueblo daba
gritos de júbilo y chasqueaba la lengua”16 .

Tratemos de identificar cuál es la imagen de la felicidad que nos propone


nuestra sociedad y que aprovecha las técnicas de vanguardia. ¿No tendría-
mos nosotros algunos puntos en común con estos “últimos hombres”? Todo
tiende en nuestra sociedad a identificar la felicidad con el bienestar. La
televisión, la prensa, la radio y el cine nutren, alimentan y estimulan incesan-
temente nuevos deseos, y parece que no podemos ser felices si no acepta-
mos “como los demás” tal estilo de vida en boga, si rechazamos los medios
técnicos de nuestro bienestar.
“Producción y consumo son los pechos de la sociedad moderna, escribe
Raoul Vaneigem. Amamantada de esta forma, la humanidad crece en fuerza y
belleza: elevación del nivel de vida, facilidades innummerables, diversiones
variadas, cultura para todos, confort de ensueño… En el reino del consumo
el ciudadano es rey. Una realeza democrática: igualdad ante el consumo (1),
LA FELICIDAD

16
F. Nietzsche, Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza Editorial, 1983, traducción de A.,
Sánchez Pascual, pp. 38-40.
fraternidad en el consumo (2), libertad según el consumo (3). La dictadura de
lo consumible ha borrado las barreras de la sangre, del linaje y de la raza;
habría que alegrarse sin reservas, si el consumo no hubiera prohibido me-
diante la lógica de las cosas toda diferenciación cualitativa, para no tolerar
entre los valores y los hombres más que diferencias de cantidad”17 .

Unos cuantos seres “privilegiados” son el símbolo vivo de esta felicidad: las
estrellas del entretenimiento han tomado el lugar de los héroes antiguos. Son
ricos, jóvenes, amados: encarnan la felicidad asimilada a un éxito especta-
cular. Viven a un nivel superior de intensidad y de calidad, gozan de una
libertad ligada a su riqueza. Aunque estén entre la realidad y el sueño, no
son personajes enteramente ficticios. El nuevo Olimpo conoce la tristeza, la
soledad, las neurosis y los suicidios. Ellos también simbolizan la angustia y el
mal vivir. A través de su vida – o, mejor, de la vida que se les presta – se
afirma, sin embargo, el mito de la felicidad como búsqueda de satisfaccio-
nes materiales que justifica todos los sacrificios y todos los atropellos. El
hombre tiene derecho a la felicidad; puede y debe obtenerla con el éxito
económico.
¿Cuáles son las condiciones de la felicidad moderna? Una de ellas es la de
68 que hay que eliminar de nuestra vida el dolor y la enfermedad. Eliminar la
muerte es más difícil, pero la ciencia progresa y la duración de la vida au-
menta. El mundo moderno está hecho para los jóvenes porque, para ser
feliz, hay que poder gustar. El derecho al amor y al placer físico, tanto para
el hombre como para la mujer, exige la belleza corpórea. La felicidad mo-
derna exige también la seguridad material, la casa, el carro, la televisión.
Todo esto es el signo del éxito social. La casa es una isla de reposo, el carro
nos permite salir a contemplar el espectáculo de la naturaleza, la televisión
por cable nos lleva a domicilio un entretenimiento libre de cualquier esfuerzo
físico e intelectual. Obviamente, quedan los problemas ligados al trabajo: el
progreso técnico facilita un dominio casi total sobre la naturaleza; la
automatización debería liberar al hombre de la esclavitud del trabajo. Pero,
si a primera vista algunos “privilegiados” parecen escapar de esta esclavi-
tud, sigue siendo para la mayoría de la gente la fuente principal de aliena-
ción.
La búsqueda del buen vivir, de la alegría, es uno de los rasgos fundamenta-
JEAN-PAUL MARGOT

les del ocio. Cuando se pierde este carácter hedonista se pierde todo. Se le
debe permitir al hombre defenderse contra las agresiones de la vida moder-

17
Raoul Vaneigem, Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones (1967),
Barcelona, Anagrama, 1977, pp. 67-70.
na, realizar todas las potencialidades de su personalidad, recuperar un ritmo
biológico más normal, liberar su poder creativo y salirse de las rutinas para
recuperar el placer del esfuerzo libremente escogido. En un mundo orienta-
do hacia la fabricación estandarizada y normalizada de las relaciones huma-
nas, el ocio impugna la transformación utilitarista de la naturaleza, rehabilita
la contemplación desinteresada, el contacto y la simpatía con una naturaleza
preservada. Pero, si el ocio permite que el “homo ludens” alcance su pleni-
tud, en la vida moderna este ocio está a su vez organizado y comercializado.
Los viajes están cronometrados y racionalizados para evitar cualquier im-
previsto. Los sitios de moda están señalados, recomendados, impuestos y se
vuelven concentracionarios, bullosos, artificiales y el círculo se cierra. ¿Quie-
re decir que debemos condenar el ocio y negárselo al hombre? Claro que
no. Pero es preciso reconocer que este nuevo producto de consumo nos
deja también insatisfechos. Una sociedad tiene la oportunidad de colmar las
aspiraciones de los individuos cuando suscita imágenes de la felicidad que
son coherentes con las posibilidades de realización que ofrece. Nuestra
sociedad actual propone un conjunto de técnicas materiales de la felicidad
que están efectivamente ligadas al desarrollo industrial. Tiende a difundir un
modo de vida uniformizado. Con todo, existen contradicciones internas en 69
esta noción de una felicidad fabricada sobre medidas. Al proyectar sus más
íntimas aspiraciones sobre unas imágenes exteriores que jamás podrá en-
carnar y que están, ellas también, sometidas a continuos cambios, el hombre
se despersonaliza poco a poco. Busca una felicidad que le es ajena, confun-
de ideal y espectáculo18 , olvida que es en él mismo donde se encuentran las
posibilidades de construir su felicidad personal y de construir una sociedad
que lo permita. A la luz natural del día, los ídolos se muestran frágiles y el
público se queda insatisfecho, inadaptado y angustiado.
¿Se deberá ayudar al hombre a ser feliz recurriendo a las “técnicas del
alma”? Si el psicoanálisis no se presenta como una “receta” de la felicidad,
logra, sin embargo, mejorar la psiquis del hombre moderno, lo ayuda a adap-
tarse a las condiciones de vida de nuestra civilización, le permite reabsorber
sus conflictos internos para integrarse mejor a la vida social. Ahora, es pre-
cisamente lo que le reprocha Marcuse al psicoanálisis en Eros y civiliza-
ción: “El concepto del hombre que surge de la teoría freudiana es la acusa-
ción más irrefutable contra la civilización occidental – y al mismo tiempo, es
la más firme defensa de esta civilización”19 .
LA FELICIDAD

18
Véase G. Debord, La société du spectacle (1967), Paris, Le livre de poche, 2003.
19
H. Marcuse, Eros y civilización (1953), Madrid, Sarpe, 1983, p. 27.
En la reflexión freudiana sobre la civilización, la sociedad moderna es fun-
damentalmente represiva: estriba en la “sujeción permanente” de los instin-
tos humanos. La satisfacción de los instintos básicos del hombre es incom-
patible con la vida social, que exige el respeto al trabajo, al orden social, a la
reproducción monógama. Cuando el principio de placer quiere satisfacerse,
se enfrenta con el entorno natural y humano. Su plena realización es impo-
sible porque es incompatible con cualquier forma de asociación, es decir, de
vida social. Es menester refrenar y encauzar el flujo de vida primitiva que
habita en cada uno de nosotros. Debemos desviar los instintos de su objeti-
vo. Sólo entonces puede haber “civilización”: el “principio de placer” se
sustituye por el “el principio de realidad”. El ser humano ya no es un haz de
pulsiones animales, sino un “yo” organizado, un sujeto consciente sujeto a
una racionalidad que le viene de la sociedad. Al crecer en un sistema de
instituciones, el individuo aprende a someterse a las exigencias de la ley y
del orden, exigencias que transmitirá a las generaciones futuras. Esta repre-
sión de los instintos por parte de la sociedad se complementa con una repre-
sión interior: el hombre integra los entredichos sociales en su propio psiquismo
(autorepresión). Sin embargo, la sociedad no puede nunca dominar comple-
70 tamente el principio de placer: su fuerza sobrevive en el inconsciente y ame-
naza siempre el equilibrio de la psiquis. Este equilibrio, que es de por sí
frágil, se ve amenazado por la lucha entre Eros y Thanatos. Uno estaría
tentado a decir, con Freud, que la felicidad no entró en el programa de la
creación.
Este sacrificio de la libido del individuo ha posibilitado que la civilización
haya logrado la conquista, casi completa, de la naturaleza. En esta sociedad
“unidimensional”, es decir, fundada en una racionalidad que se inspira de los
principios de la economía capitalista, el progreso, por el conformismo y la
disciplina que exige, está ligado a una intensa esclavitud: el progreso tiene
un carácter de alienación y de represión nunca alcanzado antes. En seme-
jantes condiciones, el hombre no puede ser feliz. Marcuse reprocha a la
cura psicoanalítica el no ser más que un medio de reinserción del individuo
en el seno de una sociedad alienante. Freud se limita a predicar el confor-
mismo, al tratar de suprimir las angustias y las inhibiciones del hombre. El
psicoanálisis pretende curar una enfermedad de origen sociológico y, en
realidad, todo lo que puede hacer es ayudar al hombre a reinsertarse en una
JEAN-PAUL MARGOT

sociedad que genera su mal. La verdadera solución, según Marcuse, es de


orden político: suprimir el estado de penuria y miseria que ha suscitado todas
las coacciones y permitir a cada cual que disponga de suficientes bienes
para liberarse del trabajo embrutecedor. Solamente una revolución podrá
poner fin a esta vida alienante y represiva. Esta misión subversiva es, para
Marcuse, la esencia misma de la filosofía.
Esta concepción de la felicidad basada en la insaciable búsqueda del bienes-
tar y de la comodidad20 , en un ideal de conformismo, no se encuentra, sin
embargo, en todas las capas de la sociedad actual. No debemos olvidar que
para muchos tal ideal permanece inalcanzable. No nos olvidemos de aque-
llos que apenas logran sobrevivir y para quienes la felicidad no puede ser ni
siquiera concebida como una posibilidad. Para estos “olvidados” no queda
sino una actitud de rebelión contra una sociedad que los rechaza. Como dice
Gide: “Hay en en la tierra tales inmensidades de miseria, angustia, malestar
y horror que el hombre feliz no puede pensar en la felicidad sin avergonzar-
se de ella”21 .
Pero también son muchos los que ponen en tela de juicio una concepción de
la felicidad en la cual el dinero impone su lógica perversa a la sociedad.
Existen las soluciones desesperadas: para escapar a la angustia de una so-
ciedad de consumo, vulgar y agresiva, algunos buscan la embriaguez de los
paraisos artificiales. Tal embriaguez, sin embargo, no puede sino simbolizar
un fracaso. La huida del yo lleva al hombre a un deterioro físico y espiritual
inevitable e implacable. Esta huída de la realidad se le oculta momentánea-
mente bajo una ilusión peligrosa al individuo, quien es preso de tendencias
exacerbadas e insostenibles que no puede asumir. 71
Otros tratan de encontrar nuevos derroteros, un modo de vivir que permita
el libre desarrollo del hombre en armonía con la naturaleza, e imitan o
reinventan esas comunidades que florecieron en Estados Unidos y en Euro-
pa en las décadas de los años 1960 y 1970 y se esmeran en recuperar y
mantener unas relaciones humanas basadas en el respeto mutuo, la libertad,
la fraternidad, y no en la competencia, el egoísmo o la explotación. En estos
grupos que buscan el paraíso arcadio, el trabajo está de nuevo muy cerca
del ocio y de la fiesta: música, danza, sueño ocupan el lugar principal. La
“fiesta” afirma la alteración de los entredichos y de las barreras sociales;
busca la fusión en una inmensa fraternidad. Por oposición a la vida social
que clasifica y separa, intenta reencontrar la juventud del mundo y el “esta-
do de naturaleza”. Estas nuevas asociaciones humanas son “abiertas”, flexi-
bles y dejan que se desarrollen las aspiraciones libertarias. La religiosidad
se une al budismo y al erotismo. Lejos de los tabús tradicionales se afianza,
tal vez, un nuevo sistema cultural. Es cierto que, frente al poder de los
estados donde surgen y a las contradicciones fundamentales entre su orga-
LA FELICIDAD

20
Véase G. Lipovetsky, la era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo,
Barcelona, Anagrama, 1996.
21
A. Gide, Les nourritures terrestres (1897) suivi de Les nouvelles nourritures (1935),
Paris, Le livre de poche, 1967, p. 199.
nización económica y la de los países capitalistas, la existencia de estos
grupos es precaria. Estos grupos están además condenados, por su principio
mismo, a no acoger sino a unos pocos y es, sin duda, utópico proyectar este
modelo de organización en las grandes comunidades humanas. Indepen-
dientemente de su suerte, no se puede ignorar o descalificar a priori un
camino que recuerda a los hombres que existen valores que no se pueden
sofocar si quieren ser felices.

4. El deseo, esencia del hombre


Recordemos la lección de sabiduría y de civismo de los antiguos filósofos:
no hay felicidad ni paz para los hombres si ellos rechazan la moderación de
los deseos y el respeto a la justicia. Epicuro nos enseña que hay que pasar
los deseos por el tamiz de la razón y eliminar todos los que no son ni natura-
les ni necesarios, todos los que son vanos, artificiales y superfluos. Ésta es
la condición para alcanzar la ataraxia, el estado de ausencia de turbación
del alma, es decir, la felicidad. La moral de Epicuro es, ante todo, una ascesis:
un dominio de las pasiones. ¿Qué crítica le podemos hacer a la sabiduría
epicurea? En primer lugar, aunque Epicuro identifica al placer con la ausen-
72 cia de sufrimiento, es claro que hay una diferencia entre felicidad y placer,
ya que la ausencia de sufrimiento no implica la felicidad: evitar el sufrimien-
to no es ser feliz. En segundo lugar, ¿tiene la razón el poder de suprimir el
deseo? En tercer lugar, ¿no nos aparta igualmente el método de Epicuro de
metas más elevadas que la mera satisfacción personal? Epicuro nos prohíbe
tener grandes deseos, por ejemplo, proyectos humanitarios, filantrópicos o
artísticos. También nos prohíbe deseos irrazonables, que no son ni naturales,
ni necesarios, y así reduce Epicuro al hombre a un simple ser de sensación,
puramente egoísta.
El estoicismo nos enseña que el hombre que es esclavo de sus deseos no
tiene ni felicidad, ni libertad. La sabiduría consiste en limitar los deseos del
hombre a aquellos que dependen de él, a lo que el hombre sabe que puede
poseer y conservar. Sólo hay una cosa que depende de él, sobre la que él
tiene un poder absoluto: su voluntad. Como bien lo ha dicho P. Hadot, lo
que depende de mí es una “delimitación de nuestra esfera propia de libertad,
de un islote inexpugnable de autonomía en el centro del río inmenso de los
acontecimientos, del destino”22 . La libertad interior que es nuestro poder de
JEAN-PAUL MARGOT

juzgar, nuestro “asentimiento”, es sinónima de la indiferencia con respecto


a las causas exteriores y al destino. ¿Cuál es, entonces, el secreto de la
felicidad según los estoicos? Consiste en poca cosa: saber usar bien mi

22
P. Hadot, La citadelle intérieure, Paris, Fayard, 1992, pp. 99-100.
voluntad, no querer sino lo que tengo y lo que me sucede. En otros términos,
no desear lo que excede mi poder. No sirve de nada desear otras cosas
que lo que sucede o rebelarse contra lo que es, porque todo es necesario; si
hiciéramos esto solamente podríamos ser infelices. Tal es el principio del
consuelo: “No busques que lo que sucede suceda como quieres, mas procu-
ra que lo que sucede suceda como sucede, y el curso de tu vida será fe-
liz”23 . Amar al destino es a lo que hay que llegar para ser sabio. ¿Qué
crítica le podemos hacer al estoicismo? En primer lugar, esta exaltación de
la voluntad es, como lo anota Hegel, una voluntad vacía, abstracta y for-
mal24 , que no quiere nada o, al menos, que no quiere nada más que lo que
es. La voluntad estoica es toda resignación y mutila al hombre. En segundo
lugar, el estoicismo no es una sabiduría eficaz. Los estoicos afirman que
puedo dominar mis deseos con mi voluntad, sin embargo esto no es lo que
experimento. Por el contrario, lo que experimento en mi es un conflicto
entre mis deseos y mi voluntad. A veces es el deseo que prevalece, y no
siempre la voluntad. En tercer lugar, el estoicismo piensa que dado que la
naturaleza está ordenada de manera buena y razonable, la voluntad humana
debe aceptar este orden. Entonces, las necesidades y los deseos de los
hombres deben ser considerados como naturalmente buenos. Ahora bien, 73
aunque algunos deseos lo son – los que garantizan nuestra supervivencia,
por ejemplo, – otros son excesivos y malos. El estoicismo no da cuenta de la
dualidad que hay en cada uno de nosotros entre el deseo y la voluntad. Mis
deseos se imponen a mí como si fueran determinados por algo exterior, y
que no depende de mí. ¿Cómo es posible tal desgarramiento en mí mismo?
Aristóteles nos enseña que la felicidad radica en la “vida según el lógos”
que se encuentra en la excelencia, la virtud más elevada del hombre. Con
todo, si bien es cierto que es la contemplación la que nos libera de los
caprichos de la fortuna, el hombre no es espontáneamente, inmediatamente
o, por naturaleza, racional. El hombre es solamente capaz de devenirlo: no
es razonable sino en potencia, no en acto. La naturaleza del hombre – que
hay que conocer si la felicidad, como la define Aristóteles, consiste en vivir
de acuerdo con su naturaleza o en el desarrollo progresivo de su ser – es la
de ser un animal potencialmente razonable, susceptible de devenirlo, con la
condición de que haga esfuerzos para ejercer y desarrollar su pensamiento.
El hombre es el ser que no es por nacimiento lo que debe ser, sino que ha de
devenirlo. El hombre debe realizar su naturaleza, devenir en acto lo que es
LA FELICIDAD

23
Epicteto, Manual, pensamiento 8; Manuel d´Épictète, Op. Cit., p. 169.
24
G. W. F. Hegel, Lecciones sobre la historia de la filosofía, traducción de W. Rooces,
México, F. C. E., 1977, tomo II, pp. 340-375.
primero en potencia. Es en el horizonte del devenir de la naturaleza, o physis,
que Aristóteles abandona la concepción puramente platónica de la phrónesis
que implica la identidad del conocimiento teorético y de la conducta práctica.
En el libro VI de la Ética Nicomaquea, Aristóteles le da a la sabiduría
práctica, o phrónesis, el significado que tiene en el lenguaje usual,
despojándola de todo su alcance teorético: “En el lenguaje vulgar, [escribe
W. Jaeger], es una facultad práctica que se ocupa de dos cosas, la elección
de lo éticamente deseable y el prudente descubrimiento de lo ventajoso para
uno mismo […] En relación a la ética significa ahora una disposición habitual
del espíritu a deliberar prácticamente sobre cuanto concierne al bien y al
mal humano [héxis praktiké]. Aristóteles insiste en que no es especulación,
sino deliberación; en que no se refiere a lo universal, sino a los fluctuantes
detalles de la vida; y en que, por consiguiente, no tiene por objeto las cosas
más altas y más valiosas del universo, y de hecho no es en absoluto una
ciencia”25 . Con el abandono de la teoría platónica de las ideas se advierte la
separación entre el ser y el valor, entre el conocimiento y la acción, separación
que significa para Aristóteles una distinción mucho más tajante entre metafísica
y ética, que la que existía antes, y que lo aleja de un “intelectualismo” que
74 funda la acción ética exclusivamente en el conocimiento del ser. “Aristóteles
trazó una línea entre la una y el otro. Descubrió las raíces psicológicas de la
acción y la valoración moral en el carácter [êthos], y desde entonces el
examen del êthos ocupó el primer término en lo que se vino a llamar
pensamiento ético, y suprimió la phrónesis transcendental. El resultado fue
la fecunda distinción entre razón teorética y razón práctica, que hasta entonces
habían estado confundidas en la phrónesis” 26 . La felicidad consiste
ciertamente en vivir conforme a la virtud, en vivir conforme a la naturaleza
del hombre, pero, ahora, con Aristóteles, la vida es tanto teoría como práctica
y, de manera más precisa, la vida feliz se enraíza en el deseo, en un deseo
hablado, comprendido, en una boúlesis que tiene una estructura de sentido
que le es fundamental. Si Aristóteles define la felicidad por la función propia
del hombre, es decir, por la actividad de la parte racional del alma, debemos
ahora entender que se trata de la vida práctica de esta virtud reflexiva
de todas las demás virtudes que es la phrónesis, de una constante reflexión
que pone en juego una razón capaz de hacer siempre, pero en condiciones
siempre diferentes, el camino que va de la norma al caso singular. Tal camino
JEAN-PAUL MARGOT

es el que, partiendo de un deseo general – boúlesis –, y por ende ineficaz,

25
W. Jaeger, Aristóteles, México, F.C.E. 1946, pp. 101-102.
26
Ibíd., p. 103. Acerca de la noción de êthos, véase Jean-Paul Margot, “Acerca del carácter”,
Estudios de filosofía, Instituto de Filosofía, Universidad de Antioquia, Medellín, 2003, pp. 9-21.
pasa por la deliberación – boúleusis – acerca de los medios que, para
nosotros, nos permiten hacer la mejor elección – proaíresis.
La filosofía spinozista reencuentra a Aristóteles en la búsqueda de un cono-
cimiento verdadero de la naturaleza humana y en la afirmación de que el
deseo – affectus y cupiditas – atraviesa la experiencia humana y la cons-
tituye como tal: “De todos los afectos [affectus] que se refieren al alma en
cuanto que obra, no hay ninguno que no se remita a la alegría o al deseo
[quid ad laetitiam, vel cupiditatem referentur]”27 . La esencia del hombre
es el deseo, y en él reside el fundamento de la ética. Es la afectividad y no
la racionalidad que define al “espíritu humano (mens humana)”. El hombre
es un ser de deseo o, mejor, el deseo es la esencia del hombre, y no la señal
de su miseria o de su finitud. El deseo es la potencia de actuar del individuo:
“Cada cosa se esfuerza, según su potencia de ser, por perseverar en el ser
[Unaquaeque res, quantium in se est, in suo esse perseverare
conatur]”28 . De ahí que el esfuerzo perpetuo de vivir que Spinoza llama
conatus, sea la vida misma y que se oponga a la tristeza y a la muerte. El
deseo es, entonces, un movimiento de afirmación y no sufrimiento de vivir o
de carecer. Es el esfuerzo constante por desplegar su existencia, es decir, a
la vez conservarla y acrecentarla. Todos nuestros deseos particulares son 75
modos de expresión y de realización de este deseo primero de perseverar
en su ser. Todo deseo es en el fondo deseo de sí, deseo de realizarse. Este
oscuro objeto del deseo, soy yo mismo. Así, el objeto del deseo es secunda-
rio con respecto al deseo mismo o, dicho de otra manera, el deseo es crea-
dor de la “deseabilidad” de los objetos. De ahí que ninguna cosa sea buena
o mala en sí. El deseo que nos lleva hacia ella nos hace encontrarla buena.
No deseamos las cosas porque sean buenas: nos parecen buenas porque las
deseamos. Es el sujeto mismo como deseo quien es la fuente de la defini-
ción de los bienes y el fundamento de los valores. Spinoza invierte la tesis de
una objetividad absoluta de los valores. Las cosas no son buenas en sí mis-
mas sino relativamente a nuestro deseo y a nuestra constitución29 .

27
B. Spinoza, Ética, III, prop. LIX. Véase Ética III, Definiciones de los afectos, Definición
I: “El deseo es la esencia misma del hombre en cuanto es concebida como determinada a hacer
algo en virtud de una afección cualquiera que se da en ella”. El afecto (afectus y no afectio) es
un dinamismo consciente: es una modificación del cuerpo acompañada por la idea (concien-
cia) de esta modificación. Todas las citas de Spinoza remiten a la edición de Carl Gebhardt, B.
Spinoza, Opera, Im Auftrag der Heidelberger Akademie der Wissenschaften herausgegeben
LA FELICIDAD

von Carl Gebhardt, Carl Winters Universitätsbuchhandlung, Heidelberg (1925), 1972.


28
B. Spinoza, Ética, III, prop. VI; y Ética IV, prop. XXV: “Nadie se esfuerza por conservar
su ser a causa de otra cosa”. Esta ley del conatus vale para toda la naturaleza.
29
“Así pues, queda claro, en virtud de todo esto, que nosotros no intentamos, queremos,
apetecemos ni deseamos [nihil nos conari, velle, appetere, neque cupere] algo porque lo
¿Cómo es posible entonces que los hombres inviertan el orden y la conexión
de las cosas y estén íntimamente convencidos de que la representación de
un fin juzgado bueno es la causa primera del deseo? Se trata aquí de una
ilusión que se debe al hecho de que los hombres ignoran la causa de sus
deseos; esta ilusión es el fruto de una conciencia parcial que se cree total30 .
De ahí la idea, en el fundamento de la ética spinozista, de que solamente un
conocimiento verdadero de la naturaleza humana permite comprender y
regular la práctica del hombre, de la manera más ventajosa, es decir, bus-
cando lo útil31 . Es menester comprender la necesidad del deseo y deducir
de ella todas las propiedades. Según Spinoza, es la servidumbre nacida de
las pasiones – deseos pasivos y no deseos como tales – la que hay que
entender, comprendiéndola primero y conociendo luego sus causas. En
Spinoza, la libertad es la condición sine qua non de la felicidad. ¿Cuál
es entonces la naturaleza de la servidumbre? La respuesta es inequívoca: la
pasión; la pasión es el estado en el que no obramos exclusivamente por
nosotros mismos, sino que obramos con respecto a causas externas que no
entran en la constitución de nuestra naturaleza. La servidumbre está ligada,
por lo tanto, a la tristeza, es decir, a la reducción de esa potencia de existir
76 que es el conatus. El deseo aumenta o se reduce, produciendo bien la ale-
gría, bien la tristeza. La servidumbre pasional proviene de un uso erróneo de
la imaginación y de un conocimiento parcial, truncado y oscuro de nuestro
deseo. La pasividad es el despliegue de un deseo que no es autónomo, es la
alienación de los actos que no dependen solamente de nosotros, sino de una
causa exterior. La servidumbre no se refiere a una debilidad de la voluntad,
sino a una confusión de nuestro conocimiento. Nuestra felicidad, al igual
que nuestra desdicha, procede de la modalidad de nuestra relación con el
objeto, de la naturaleza del conocimiento que tenemos de él. La servidum-
bre de las pasiones no nace, entonces, del deseo en tanto que tal, sino de la

juzguemos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos,
queremos, apetecemos y deseamos [sed contra nos propterea, aliquid bonum esse, judicare,
quia id conamur, volumus, appetimus, atque cupimus]”, Ética, III, prop. IX, esc.; véase
también, Ética, III, prop. XXXIX, esc.
30
Véase Jean-Paul Margot, “El hombre bajo la conducta de la razón y la libertad en Spinoza”,
JEAN-PAUL MARGOT

Razón y fábula, Universidad de los Andes, Bogotá, 1976, Nos. 40-41, pp. 113-127.
31
Véase Ética IV, Definición I: “Entiendo por bueno lo que sabemos con certeza que nos es
útil”. Esta definición debe entenderse en la perspectiva del final del Prefacio de la parte IV de
la Ética, y ésta, a su vez en la perspectiva del parágrafo 13 del Tratado de la reforma del
entendimiento. “Bueno” y “malo” son vocablos que se refieren a lo que nos permite o no
acercarnos al “modelo de naturaleza humana” que Spinoza se propone. Véase B. Spinoza,
Tratado de la reforma del entendimiento, Estudio preliminar, traducción y notas de Lelio
Fernández y Jean-Paul Margot, Madrid, Tecnos, 1989, pp. XIX-XXI.
falta de conocimiento que nos reduce a no ser más que la causa parcial de
nuestros actos. Para llegar a la alegría, para alcanzar la felicidad, es preciso
una liberación cuyo propósito es conseguir una verdadera autonomía del
sujeto: vivir según su ser propio y según la especificidad de su propia esen-
cia individual. Cuando conocemos nuestros sentimientos clara y distintamente,
cuando las ideas que nos hacemos de ellos son ideas totales y totalizantes,
encontramos una satisfacción absoluta en lo verdadero y somos así libera-
dos de las pasiones. Cuando comprendemos nuestras pasiones, cuando in-
tegramos el objeto de nuestra pasión en todo un sistema de cosas donde
pierde su individualidad y su prestigio, nos liberamos al mismo tiempo de su
poder fascinante. La alegría apacigua los tormentos que pueden resultar de
las pasiones, al hacer de nuestra afectividad el objeto de un conocimiento
verdadero. El conocimiento verdadero libera por lo tanto al deseo de los
falsos bienes: no lo suprime, transforma un deseo ignorante, alienado y pasi-
vo en un deseo ilustrado, autónomo y activo.
El deseo no debe ser reprimido, como en Freud, o subyugado, como en
Platón, aun bajo la forma disfrazada de su racionalización. Debe, por el
contrario, abrirse, desarrollarse y volverse lúcido, es decir, reflexionarse a sí
mismo. Solamente en la pasión es el deseo ciego: el hombre apasionado está 77
alienado, disminuido y triste. La liberación será aumento de potencia. Todo
conocimiento verdadero es alegría: el deseo es tanto más fuerte cuanto más
vasto es el saber; resulta de un conocimiento y no de una represión del
deseo. Lo que el hombre libre alcanza es la alegría permanente, es decir, la
felicidad, la satisfacción de sí entendida como amor de sí que no es ni egoismo
ni narcisismo. Se trata de valores universales, asequibles a todos, a partir del
momento en que los hombres son conducidos por la razón. Alegría de existir
obrando según su propia naturaleza y sus propias normas, en la perspectiva
de la generosidad y de la amistad. El hombre libre y feliz es a la vez plena-
mente él mismo y siempre abierto al otro.

5. Conclusión
La ética es la pregunta filosófica acerca de los caminos que pueden
conducir la experiencia de la vida hacia la felicidad32 . El fin de la filosofía
como ética es la búsqueda efectiva de los medios que permiten construir la
vida como se construye una casa33 . La ética es también el esfuerzo por
LA FELICIDAD

32
“Esperamos de la filosofía que nos saque de este estado que llamaré un estado de crisis, un
estado de inquietud, de trastorno [bouleversement], de angustia a veces. Esperamos de la
filosofía que nos dé indicaciones para existir, principios de acción, en una palabra que nos dé
una ética”, R. Misrahi, Le sujet et son désir, Paris, Éditions Pleins Feux, 2003, p. 8.
33
Véase la imagen de la casa de Descartes en el Discurso del método, parte III, imagen que
construir la libertad: la construccción de la libertad es una exigencia impli-
cada en la idea misma de una vida feliz. Una felicidad vivida en la opresión
no sería una auténtica felicidad, una felicidad coaccionada sería un sufri-
miento: la felicidad debe ser vivida en la independencia y en la libertad al
igual que la libertad debe ser experimentada como felicidad y satisfacción.
La ética como búsqueda de los caminos que conducen a la felicidad tiene
repercusiones políticas, en la medida en que el combate personal y reflexivo
por la felicidad tan sólo es posible mediante la elaboración de una organiza-
ción política de la sociedad. La democracia aparece como el mejor de los
regímenes, porque defiende la libertad de los individuos. La democracia es
el reconocimiento del papel fundador del sujeto libre. Al igual que el sujeto
es el origen de su propia vida, y que, como lo muestra Spinoza, es el sujeto
mismo el que es la fuente de las significaciones del mundo, el ciudadano es
el origen de las instituciones que van a administrar su vida social.
Como bien lo advirtiera Kant, no es posible pensar en la felicidad de manera
egoísta34 . Nuestro destino individual está ligado al de la humanidad entera.
La felicidad de unos no puede edificarse sobre la desdicha y la explotación
de otros: la justicia social es necesaria. Si mi existencia está siempre
78 amenazada, si siempre tengo hambre o si debo trabajar sin parar para ganar
apenas lo que me permite subsistir, si el miedo y la preocupación nunca me
abandonan, es obvio que no puedo avanzar en la búsqueda de la felicidad.
La técnica sirve para nuestras necesidades; tan pronto como nuestros de-
seos aumentan – deseos que a menudo no son “ni naturales ni necesarios”
– exigen para su satisfacción una cooperación mayor entre los hombres.
Pero esta cooperación es a menudo buscada con fines egoístas. Esta unión
entre todos los hombres, que nace irresistiblemente de los progresos de la

también utiliza Spinoza en el Prefacio a la parte IV de su Ética – ya no en el contexto de una


causalidad final, sino en el de una causalidad eficiente.
34
“[…] el egoísta moral es aquel que reduce todos los fines a sí mismo, que no ve más
provecho que el que hay en lo que le aprovecha, y que incluso como eudemonista pone
meramente en el provecho y en la propia felicidad, no en la idea del deber, el supremo
fundamento determinante de su voluntad. Pues como cada hombre se hace un concepto
distinto de lo que considera como felicidad, es justamente el egoísmo quien llega a no tener una
JEAN-PAUL MARGOT

piedra de toque del verdadero concepto del deber, la cual ha de ser un principio de validez
universal. – Todos los eudemonistas son, por ende, egoístas prácticos”, I. Kant, Antropología
en sentido pragmático, versión española de J. Gaos, Madrid, Alianza Editorial, 1991, Primera
parte, Didáctica antropológica, parágrafo 2: “Del egoísmo”, p. 19. Para Kant, la moral de la
felicidad [Glückseligkeit] no contiene imperativos categóricos sino imperativos hipotéticos –
prudencia, habilidad – que tienen que ver con los medios para alcanzar nuestra felicidad:
Fundamentación de la metafísica de las costumbres, edición bilingüe y traducción de J.
Mardonimgo, Barcelona, Ariel, 1996, Segunda sección.
técnica, caracteriza la civilización industrial, corresponde a nuestra codicia
insaciable y tiene su principio en el egoismo. Para satisfacer nuestros de-
seos superfluos, dependemos de nuestros semejantes. Mas esta dependen-
cia, lejos de inclinarnos hacia la benevolencia y la solidaridad, exacerba
nuestras pasiones, nos precipita hacia feroces rivalidades y nos encadena a
nuestras pasiones. La sociedad da nuevas fuerzas al que ya tiene demasia-
do, mientrás que el débil, perdido, ahogado y aplastado en y por por la mul-
titud no encuentra ningún refugio, ninguna ayuda y finalmente perece vícti-
ma de esta unión engañosa de la que esperaba su propia felicidad.
Recordemos, pues, la lección de sabiduría y de civismo de los antiguos filó-
sofos: no hay felicidad ni paz para los hombres si ellos rechazan la modera-
ción de los deseos y el respeto a la justicia. Pero recordemos también la
generosidad cartesiana, porque ¿cómo estimar a los demás sin estimarse a
uno mismo? Entonces, uno ya no depende del todo de los demás y se con-
vierte en un punto sólido, capaz de ser feliz, de dar felicidad y de “procurar
el bien general de todos los hombres en la medida en que está a nuestro
alcance”35 . No debemos contemplar con pesimismo y resignación que no
somos felices y que las circunstancias no son favorables. Debemos actuar,
debemos construir la felicidad: debemos jurar ser felices36 . 79

35
R. Descartes, Discurso del método parte VI, A.T, VI, 61, 26-28.
LA FELICIDAD

36
Véase Alain, Propos sur le bonheur (1928), Paris, Gallimard, Folio essais, sf., pp. 211-
213. “¿Cómo una consigna emancipadora de las Luces, el derecho a la felicidad, ha podido
convertirse en dogma, en catequismo colectivo?” (p. 17); tal es la aventura que P. Bruckner
intenta describir en L´Euphorie perpétuelle. Essai sur le devoir de bonheur, Paris, Le livre de
poche/Grasset, 2000.

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