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Resumen:
Al comienzo de este capítulo nos enteramos de que "pasó el tiempo" y nadie ha
podido capturar a Hyde. Jekyll, sin embargo, libre de la mala influencia de Hyde,
se ha convertido en un hombre nuevo. Se entretiene, se dedica a la caridad y es
muy sociable. A principios de enero, Utterson asiste a una cena en su casa, en la
que el doctor Lanyon también está presente. Todos se muestran amigables y
joviales, y la pasan de maravilla. Solo algunos días después, Utterson visita a
Jekyll y se entera por Poole de que el médico se ha aislado y no verá a nadie.
Después de una semana de esta reclusión, Utterson visita al doctor Lanyon para
ver si él tiene alguna idea de por qué Jekyll se ha recluido del mundo tan
repentinamente. El doctor Lanyon lo saluda, y Utterson describe a su amigo
diciendo que "llevaba escrito en su rostro de manera legible que estaba
condenado a muerte". Lanyon le explica que ha sufrido una terrible conmoción de
la que nunca se recobrará. Cuando Utterson menciona que Jekyll también está
enfermo, Lanyon responde categóricamente que no desea volver a hablar de
Jekyll. Confundido y agitado, Utterson regresa a su casa y le escribe una carta a
Jekyll, pidiéndole una explicación sobre su misterioso comportamiento. La
respuesta de Jekyll, que llega al día siguiente, dice: "He atraído sobre mí un
castigo y un peligro que no puedo nombrar". Una semana después, el doctor
Lanyon muere y le deja a Utterson una carta con instrucciones, para que la lea
tras la muerte o desaparición del doctor Jekyll. Como hombre honorable que es,
respetuoso de los deseos de sus amigos y clientes, Utterson no abre la carta.
Como siempre, Utterson trabaja para racionalizar estos recientes eventos. Deduce
que si alguien asesinara a Jekyll, no estaría todavía en la casa. Poole le explica
que el hombre, o "lo que sea", ha estado rogando por un tipo específico de
medicina "noche y día". Antes de su aparente desaparición, Jekyll también había
estado buscando un medicamento específico: anotaba sus órdenes y se las
pasaba a Poole por debajo de la puerta. Siguiendo las órdenes de su amo, Poole
buscaba el medicamento en todas partes, pero todo lo que llevaba era
considerado inútil o impuro. Utterson pide ver una de las solicitudes escritas, y
Poole saca una de su bolsillo. La nota parece bastante profesional, expresa un
sentido de urgencia y luego cae en la desesperación: "Por el amor de Dios,
encuéntreme un poco de la antigua remesa".
Utterson está de acuerdo en que algo debe andar mal. Poole entonces revela que
ha visto a la persona escondida en la habitación de Jekyll. Se lo encontró un día
mientras el hombre estaba revisando cajas en el laboratorio. Poole explica que
"aquella cosa", que aparentemente llevaba una máscara, gritó al notar la
presencia del mayordomo, y subió las escaleras inmediatamente. Utterson
propone que tal vez Jekyll "es presa de una de esas enfermedades que al mismo
tiempo torturan y desfiguran al que las padece", y que aún podría recuperarse. Sin
embargo, Poole está convencido de que hay juego sucio, y de que Jekyll ha sido
asesinado.
Utterson se da cuenta de que no tiene más remedio que resolver este misterio de
una vez por todas. Él y Poole toman un hacha de la sala de cirugía para romper la
puerta del gabinete. Antes de hacerlo, ambos asumen creer que Hyde está en la
habitación de Jekyll y que ha matado al médico. Los dos hombres le piden a
Bradshaw, uno de los sirvientes de Jekyll, que haga guardia en la entrada del
laboratorio que da a la calle. En pos de darle suficiente tiempo para llegar a su
puesto, se ponen de acuerdo para romper la puerta en diez minutos.
A medida que pasan los minutos, escuchan las extrañas pisadas que emanan del
gabinete de Jekyll. Finalmente ha llegado el momento. Utterson grita: "Jekyll,
insisto en verte". Una voz suplica:"¡Ten piedad, por el amor de Dios!". Utterson
sabe que es la voz de Hyde. Poole destruye la puerta del gabinete con el hacha.
Finalmente, la cerradura se rompe y los hombres pueden entrar en la habitación.
Dentro, todo parece estar en orden, excepto que el cuerpo de un hombre retorcido
yace boca abajo en el suelo, con una mano agarrando un frasco. El cuerpo es
descrito como el de un enano vestido con prendas demasiado grandes, de la talla
de Jekyll. Utterson cree que Hyde se ha suicidado en lugar de enfrentar el castigo
por sus malas acciones. Luego, él y Poole comienzan a buscar el cuerpo de Jekyll,
pero no encuentran nada.
Utterson le pide a Poole que no diga nada sobre estos documentos, ya que quizás
aún puedan salvar la reputación del buen doctor. Son las diez de la noche y
Utterson decide irse a casa a leer los documentos en cuestión. Jura regresar antes
de la medianoche y llamar luego a la policía.
Después de años de trabajo, Jekyll finalmente crea una solución química que le
permitiría completar su trabajo. Compra una gran cantidad de sal para su
ingrediente final, y decide beber el líquido, sabiendo muy bien que está poniendo
su vida en peligro. La bebida le causa dolor y náuseas, pero a medida que estas
sensaciones pasan, Jekyll comienza a examinar los resultados de su trabajo. De
hecho, se siente fuerte, sensual y salvaje, y nota que su cuerpo ha cambiado. Sus
manos son más pequeñas y de aspecto retorcido, y la ropa le queda de repente
demasiado grande, lo que lo lleva a concluir que su alter ego, que más tarde
llama Edward Hyde, es un hombre pequeño, un enano. Jekyll razona que esta
identidad es más pequeña físicamente porque representa su lado malvado,
previamente reprimido y controlado cuidadosamente.
Jekyll se mira en el espejo para examinar su nueva identidad y, en lugar de sentir
la repulsión que experimentan todos los demás personajes del libro, Jekyll siente
"un impulso de bienvenida". En verdad, a Jekyll le gusta vivir como Hyde. Es libre
de comportarse menos honorablemente y participar del lado más oscuro de
Londres. A través de Hyde, Jekyll puede vivir una vida dual, en la que puede
mantener la respetabilidad y satisfacer, al mismo tiempo, sus deseos más
bajos. Jekyll establece una residencia para Hyde, en el gabinete ubicado encima
de su laboratorio, que tiene su propio acceso a la calle. Además, después del
incidente con la niña, del que Enfield es testigo, Jekyll abre una cuenta bancaria
para Edward Hyde, de modo de evitar sospechas. Con toda esta libertad y poder,
Hyde comienza a ganar fuerza. Jekyll no siente remordimientos por el
comportamiento de su alter ego, pero trata de corregir los errores que Hyde
causa. La doble vida de Jekyll se desarrolla perfectamente según lo planeado
hasta unos dos meses antes del asesinato de Sir Danvers Carew. Una noche,
Jekyll se transforma en Hyde involuntariamente, mientras duerme. De repente,
reconoce que corre peligro de quedar atrapado en el cuerpo de Hyde de forma
permanente, y se da cuenta de que algún aspecto del experimento pudo haberse
salido de control. Durante dos complejos meses, Jekyll vive solo como él mismo.
Sin embargo, pronto siente la necesidad de liberar su lado malvado, y en un
momento de extrema debilidad toma la poción. Hyde emerge, y después de meses
de represión, sale a buscar sangre. En esa fatídica noche Hyde asesina a Sir
Danvers Carew, dándole una paliza con uno de los bastones de Jekyll. Por
supuesto, Hyde no siente culpa, pero incluso antes de volver completamente en sí
mismo, Jekyll le pedía perdón a Dios. Una vez más, resuelve no hacer otra
transformación nunca más. Durante los meses que siguen Utterson había notado
de hecho el comportamiento mejorado y más sociable de Jekyll. Parecía que se
había liberado de un gran peso. Tal como había ha sucedido antes, Jekyll se
aburre de su vida pura y virtuosa, y cede a sus impulsos más bajos, aunque bajo
su propia identidad. Sin embargo, aunque no se transforma en Hyde, su
participación en actividades malvadas fortalece al Hyde escondido dentro de él.
Así, Jekyll sufre otra transformación espontánea, esta vez en un parque fuera de
su hogar. Temiendo ser capturado por la policía, e incapaz de regresar a su casa,
ya que los sirvientes lo verían y lo denunciarían, Hyde le pide ayuda a Lanyon. A
partir de esa noche, Jekyll tiene que tomar dosis dobles de la poción cada seis
horas para evitar despertarse involuntariamente como Hyde. Si el efecto de la
droga se disipa, Hyde aparece, y se da la transformación cuyo comienzo Enfield y
Utterson presencian en la ventana del gabinete. En sus últimos días y horas, Jekyll
explica que Hyde se ha hecho cada vez más fuerte, mientras que Jekyll ha
comenzado a desvanecerse. Para empeorar las cosas, el suministro de la poción
de Jekyll se está agotando. Ordena más, solo para descubrir que la nueva sal no
es efectiva. Después de ordenar la sal más pura posible, Jekyll finalmente se da
cuenta de que la sal original debía contener una impureza desconocida, que era
en realidad el ingrediente clave de la poción. Ya sin provisión alguna de la sal
original, Jekyll no tiene forma de descubrir cuál es ese ingrediente secreto. Jekyll
se da cuenta de que no tiene más remedio que transformarse permanentemente
en Hyde. Después de tomar la última dosis de poción, Jekyll, como él mismo, se
sienta a redactar un nuevo testamento, además de cartas dirigidas a Utterson para
explicarle la situación. Mientras escribe, Jekyll afirma que no puede estar seguro
de cómo reaccionará Hyde cuando el resto del mundo lo descubra. Sin embargo,
afirma que, cuando Utterson lea la carta, y sin lugar a dudas, Henry Jekyll habrá
dejado de existir.