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Temple Fay –

Temple Fay -

Temple Fay (neurocirujano pionero en hablar de organización neurológica) consideró que era
posible incidir en la maduración neurológica y estimular el cerebro desde el cuerpo.

A principios de los años 30 inició una nueva escuela de pensamiento con el concepto angular de
«organización neurológica del ser humano».

Creó un método de estimulación multisensorial que resultaba de gran ayuda tanto para corregir
los trastornos de aprendizaje, como para tratar con problemas neurológicos diversos.

Fay pensaba que los niños con lesión cerebral grave no recibían los estímulos suficientes como
para que su cerebro realizara determinadas funciones, y estableció que si se variaba
convenientemente la intensidad, frecuencia y duración de los estímulos que recibía un lesionado
cerebral se generaba una red de conexiones neuronales suficientes para que las funciones
pudieran tener su lugar. Es decir, que a través de la estimulación multisensorial sostenida era
posible reestablecer las conexiones neuronales -las vías de información- que se perdieron debido a
la lesión cerebral sin importar que la produjo.

En los últimos años diversas investigaciones han demostrado que incluso en casos graves existe
una cantidad muy elevada de neuronas sanas que, con la estimulación adecuada, pueden
especializarse en las funciones de las que murieron. Se pueden cerrar circuitos cerebrales dañados
y reconstruirse la cadena por donde viaja la información. Lo que se hace en los institutos Fay es
precisamente, reestimular las áreas del cerebro afectadas para que se organicen y las no afectadas
para que puedan asumir las funciones de las lesionadas. No se trata de curar, sino de mejorar.

La diferencia con los seguidores de Temple Fay está en que ellos trabajan de manera sintomática
(sólo allí donde hay la afectación), en cambio el Padovan contempla que se debe trabajar a niveles
inferiores para mejorar donde está la afectación.

Qué tipo de casos están tratando actualmente?

Pues, básicamente, los dividimos en cuatro bloques: el primero engloba a niños y adultos que han
sufrido una lesión cerebral grave por diferentes causas. El diagnóstico sintomático puede haber
sido parálisis cerebral, retraso psicomotor, autismo, hemiplejia, tetraplejia, hiperactividad,
hidrocefalia, coma, etc.

Otro segundo grupo es el de los niños y adultos afectados por síndromes genéticos que inciden en
la capacidad de su cerebro para organizarse adecuadamente. Son las personas con Síndrome de
Down o Cromosoma X frágil, entre otros.

También tratamos a un tercer grupo de niños, adolescentes y adultos con una organización
neurológica no lo suficientemente potente como para seguir la demanda creciente del sistema
educativo y que son diagnosticados de problemas de aprendizaje, adaptación, dislexia,
hiperactividad, trastornos del lenguaje, retraso escolar, etc. Por último, obtenemos espectaculares
resultados con niños de corta edad totalmente normales y perfectamente dotados a los que sus
padres quieren desarrollar una potente y temprana organización neurológica y un conocimiento
enciclopédico.

¿Cómo podría definirse la actividad de los Institutos Fay?

Somos organizadores neurológicos. Analizamos cómo se desarrolla la persona y tratamos de


llevarla a la perfección o a su potencial humano máximo.

Identificamos cuál es el alcance de la lesión y delimitamos su edad neurológica (sensorial y


motora) para saber en qué nivel de desarrollo funcional se encuentra y poder establecer el
programa más adecuado. Después comenzamos a estimular el área del cerebro que
comprendemos está desorganizada. La intervención temprana es crucial pues hay que tener en
cuenta que la plasticidad del cerebro comienza a decrecer a partir de los 6 años de vida. Por tanto,
obtendremos mayores logros más rápidamente si comenzamos el tratamiento tras el nacimiento
que si lo iniciamos a los 8, 12 o 20 años de vida del chico/a.

Mientras recorremos las instalaciones del centro, Carlos Gardeta nos presenta a los miembros de
su equipo y nos cuenta qué ocurre desde el momento en que una familia les llama:

Lo primero que hacemos es explicarles la importancia de seguir lo que llamamos un «curso para
padres», que se imparte en nuestro centro y que les servirá para entender mejor qué es lo que le
ocurre a su hijo a familiar. Terminado el curso, la familia puede solicitar una visita, que durará 2
días completos para los casos de lesión cerebral grave y sólo uno en el resto de los casos.

Cuando se confirma la visita, la familia de enviarnos los informes médicos, psicológicos, escolares
u otros que puedan ser pertinentes al caso además de una carta- informe elaborada por los
propios padres y, preferentemente, por la madre.

¿Por qué por la madre?

Porque normalmente es quien pasa más tiempo con el niño y ella puede arrojar luz sobre detalles
que de otra manera pasarían desapercibidos. El primer día de visita comprende todos los estudios
de valoración del caso. Hacemos una valoración del caso. Hacemos una valoración exhaustiva del
estado fisiológico y del nivel funcional delas áreas neurológicas integradoras de los sentidos. Lo
que hacemos durante esta primera visita es delimitar las causas, áreas afectadas y extensión de la
desorganización funcional neurológica mediante el denominado Perfil evolutivo de la organización
neurológica del ser humano elaborado inicialmente por el fisioterapeuta Glenn Doman y el
psicólogo Carl Delacato en los años 60, mejorado en 1995 en nuestra institución, y hacemos una
evaluación funcional no invasiva de la afectación.

¿Evaluación no invasiva?
Me refiero a que no usamos aparatología. Nos vamos en la observación y en la realización de
diferentes tests funcionales. Observamos al niño y vemos dónde falla. Así sabemos qué área
cerebral está desorganizada.

Y, una vez hecha la evaluación, ¿cuál es el siguiente paso?

Contamos a los padres lo que hemos hallado y les explicamos una estrategia de organización y
unos programas de estimulación, rutinas enlazadas que forman el programa particular de
organización para cada caso en concreto y que proponemos a cada familia.

Es decir, que son los padres los auténticos terapeutas de sus hijos.

Eso es, aunque siempre están asistidos por nuestro equipo. Durante los 6 meses de programa la
familia es tutorizada en persona o telefónicamente al menos una vez cada 6 semanas por un
miembro del equipo asignado como su tutor. A los 6 meses la persona vuelve a ser evaluada y se
diseña un nuevo programa en función de los resultados obtenidos. Son muchos los casos en los
que se ve una aceptable mejoría en el transcurso de esos

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