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LOS ACTOS PROCESALES

Requisitos de los actos procesales: llamamos requisitos a la circunstancia o conjunto de


estas que deben darse en un acto para que éste produzca todos los efectos a que
normalmente está destinado y sólo esos efectos. Estos requisitos están referidos a los
elementos que integran el acto, esto es, a los sujetos, al objeto y a la actividad.

Podemos distinguir entonces:

a) Requisitos subjetivos, o referidos a los sujetos, que son la aptitud y la voluntad. Por lo
que atañe a las partes, el requisito de la aptitud nos remite a las nociones de capacidad,
legitimación y postulación. Por lo que respecta a la voluntad, debemos distinguir la voluntad
interna de la externa, declarada. Se otorga prevalencia casi absoluta a la voluntad externa.

b) Requisitos objetivos, o atinentes al objeto, que son la posibilidad, la idoneidad y la


causa. La posibilidad es la aptitud genérica del acto. La posibilidad debe ser tanto formal
como material. En lo que refiere a la idoneidad, ésta es la aptitud específica de c/acto en
particular, para con él alcanzar la finalidad propuesta. En lo referente a la causa, ésta puede
definirse como la razón objetiva, la razón relevante jurídicamente, del acto que se cumple.

c) Requisitos de la actividad. Estos requisitos se refieren al lugar, al tiempo y a la forma en


que deben cumplirse los actos procesales. Por lo que refiere al lugar, en principio los actos
deben realizarse en la sede del tribunal. Excepcionalmente, ciertos actos procesales –la
pericia, la inspección judicial- podrán cumplirse fuera de la sede del tribunal. En cuanto al
tiempo, este requisito nos permitirá distinguir los días y las horas hábiles para la realización
de los actos procesales, de los días y las horas inhábiles para ello. En cuanto a la forma,
este requisito hará referencia a la forma –escrita u oral- en que debe realizarse un acto
determinado, y si el acto debe cumplirse en forma escrita, al idioma en que el escrito debe
estar redactado, las firmas que debe contener, etc.
Principios que regulan los actos procesales:

1) El principio de predominancia de la voluntad declarada. Ver art. 62.

2) Principio del FINALISMO en cuanto a la forma. Ver art. 64. El establecimiento a texto
expreso de esta norma supone el abandono del formalismo como principio o como regla.
Ver inciso final del art. 110, se reiterará en nulidades.

Volviendo a los requisitos, los actos procesales, establece el art. 63, además de los
requisitos que en cada caso se establezca, deberán ser lícitos, pertinentes y útiles. La
licitud del acto refiere a su compatibilidad con el orden jurídico. La pertinencia del acto se
relaciona con su pertenencia al proceso y a la etapa del proceso en que el acto se cumple o se
realiza. La utilidad es la aptitud específica del acto, su adecuación a la finalidad que con él se
persigue.

Y el art. 63 agrega que habrán de ser realizados con veracidad y buena fe y tener por
causa un interés legítimo. La veracidad y la buena fe como requisitos de los actos procesales
constituyen la aplicación, a c/caso concreto, del principio general de buena fe y lealtad procesal
(art 5). El interés legítimo refiere a un carácter esencial de la causa del acto procesal. El acto
cumplido por quien es ajeno al proceso, al carecer de este requisito, haría irrelevante al acto
mismo.

Y el art. 65 dispone que en todos los actos procesales se utilizará el idioma castellano y que,
en caso de que quien deba ser oído por el tribunal no conozca nuestro idioma, deberá
nombrársele un intérprete.

Para los actos procesales escritos ver artículos 66 a 75.


PLAZOS PROCESALES

Están regulados en los arts. 92 a 99.

El principio general en materia de plazos procesales es el de su perentoriedad y, por tanto, el


de su improrrogabilidad. Que un plazo es perentorio significa que llegado a su fin, se
extingue, caduca, precluye, automáticamente, de pleno derecho, sin necesidad de acto alguno
de la contraparte ni del tribunal, la facultad de realizar el acto procesal para el que la ley
otorgaba el plazo correspondiente. A este principio hace excepción, el inc. 2º del art. 92 que
autoriza a las partes para que, de común acuerdo suspendan el curso de un plazo procesal,
antes o durante su decurso. Pero aún en este caso, el plazo de suspensión es perentorio, por
cuanto el inc. 3º del art 92 dispone que, vencido el plazo –esto es, el plazo convencional
acordado por las partes- el secretario o actuario dará cuenta inmediata y el tribunal, sin
necesidad de petición alguna, dictará la resolución que corresponda al estado del proceso.

Ver art. 98.

Por lo que refiere al cómputo de los plazos, el art. 93 dispone que los plazos asignados a
las partes comienzan a correr, el día hábil siguiente al de la respectiva notificación.
Ejemplo, si el demandado es emplazado un día viernes en su domicilio para comparecer a
contestar la demanda, el plazo de 30 días de que para ello dispone, comenzará a computarse a
partir del día lunes siguiente.

Establece también el art. 93, que si, por disposición de la ley o por la naturaleza de la actividad
a cumplirse, los plazos tienen el carácter de comunes en este caso, el plazo común comenzará
a computarse a partir del día hábil siguiente al de la última notificación. Estos son escasos si es
que los hay.

Respecto al transcurso de los plazos:

a) En los plazos que se cuentan por días, si tales plazos no superan los 15 días y en los
que se cuentan por horas, sólo se computan los días HÁBILES.
b) En los plazos que se cuentan por días, pero que exceden de 15 días, se computan
días continuos, esto es, HÁBILES e INHÁBILES, suspendiéndose únicamente durante
las 2 ferias judiciales (1º al 15 de julio de cada año y 25 de diciembre al 31 de enero
del año siguiente) y durante la semana de turismo.

c) En los plazos fijados en meses o en años, se computarán días continuos, esto es,
hábiles e inhábiles sin que se suspendan en ningún caso. Esto es una posición,
porque el art. 94 dice “los plazos que se cuentan por días”, otra posición sostiene
que para los plazos fijados en meses o en años también se cuenta la suspensión de
la semana de turismo y ferias judiciales.

En lo que atañe al vencimiento de los plazos, tal vencimiento está marcado por el último
momento hábil del horario en que la oficina del tribunal está abierta al público el día
respectivo y si el plazo venciera en día inhábil se entenderá prorrogado, siempre, hasta
el primer día hábil siguiente.

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